Estudio bíblico de Éxodo 8:6-9:7
Exodo 8:6-9:7
Terminamos nuestro programa anterior describiendo los efectos devastadores que tendría la segunda plaga, la de las ranas, sobre un país que ya había sufrido las tremendas consecuencias de la primera plaga, en la que todas las fuentes de agua de Egipto se habían transformado en sangre. Comencemos nuestra lectura Bíblica de hoy leyendo los versículos 6 al 11:
"Y extendió Aarón su mano sobre las aguas de Egipto, y las ranas subieron y cubrieron la tierra de Egipto. Y los magos hicieron lo mismo con sus encantamientos, e hicieron subir ranas sobre la tierra de Egipto. Entonces Faraón llamó a Moisés y a Aarón, y dijo: Rogad al Señor para que quite las ranas de mí y de mi pueblo, y yo dejaré ir al pueblo para que ofrezca sacrificios al Señor. Y Moisés dijo a Faraón: Dígnate decirme cuándo he de rogar por ti, por tus siervos y por tu pueblo, para que las ranas sean quitadas de ti y de tus casas y queden solamente en el río. Y él respondió: Mañana. Entonces Moisés dijo: Sea conforme a tu palabra para que sepas que no hay nadie como el Señor nuestro Dios. Y las ranas se alejarán de ti, de tus casas, de tus siervos y de tu pueblo; sólo quedarán en el Nilo."
Una vez más, los magos egipcios pudieron reproducir una plaga, lo cual revela el poder de Satanás para engañar a los seres humanos. Resulta interesante observar que, aunque los magos fueron capaces de multiplicar las ranas, no pudieron eliminarlas. Faraón estaba tan disgustado con esta plaga que parecía dispuesto a prometer cualquier cosa. Dios estaba obligando a aquel rey a reconocer quien era El. Continuemos leyendo los versículos 12 al 15:
"Entonces Moisés y Aarón salieron de la presencia de Faraón, y Moisés clamó al Señor acerca de las ranas que El había puesto sobre Faraón. Y el Señor hizo conforme a la palabra de Moisés, y murieron las ranas de las casas, de los patios y de los campos. Y las juntaron en montones, y la tierra se corrompió. Pero al ver Faraón que había alivio, endureció su corazón y no los escuchó, tal como el Señor había dicho."
Este pasaje nos ofrece una visión amplia del endurecimiento del corazón de Faraón. Se nos dice que éste endureció su propio corazón. La participación de Dios consistió en hacer salir a la superficie lo que ya estaba en el corazón de aquel rey.
Leamos los versículos 16 al 19, que relatan
La tercera plaga: Los piojos
"Entonces el Señor dijo a Moisés: Di a Aarón: Extiende tu vara y golpea el polvo de la tierra para que se convierta en piojos por toda la tierra de Egipto. Y así lo hicieron; y Aarón extendió su mano con su vara, y golpeó el polvo de la tierra, y hubo piojos en hombres y animales. Todo el polvo de la tierra se convirtió en piojos por todo el país de Egipto. Y los magos trataron de producir piojos con sus encantamientos, pero no pudieron; hubo, pues, piojos en hombres y animales. Entonces los magos dijeron a Faraón: Este es el dedo de Dios. Pero el corazón de Faraón se endureció y no los escuchó, tal como el Señor había dicho."
Hasta ese momento los magos habían podido reproducir cada milagro realizado por Dios. Pero, por algún motivo, fueron impotentes para reproducir esta plaga. Si fue por medio del engaño que ellos pudieron repetir los milagros, por lo menos durante esta plaga finalmente reconocieron la intervención de Dios en estas calamidades. Gradualmente, Dios estaba convenciendo a los egipcios de que El era el único y verdadero Dios.
La adoración de aquellos dioses falsos se había introducido en la misma vida de los egipcios y en su rutina diaria. Este juicio debió traer repugnancia hacia Geb, el dios de la tierra. Geb estaba estrechamente relacionado con la tierra en todas sus fases. Este dios era el que informaba a Osiris sobre el estado de la cosecha.
La palabra piojo puede significar mosquito. Su raíz significa "cubrir", "picar" o "pellizcar". Resulta interesante que el cubrir, picar o pellizcar no pueden ser realizadas por un mosquito. Estas acciones describen más bien lo que hace un piojo. Un destacado zoólogo ha dicho que estos insectos forman un orden enorme cuya función principal es, un gran parte, actuar como carroñeros. Podemos imaginar que, con la tierra apestando a ranas, habría cantidades incalculables de piojos. Estos, eventualmente, pudieron librar al país de las ranas, llegando a ser, al mismo tiempo, una bendición y una maldición.
Indiferentemente de la aparente ayuda que puedan haber representado los piojos, un turista bien conocedor de Egipto observó que la arena parecía moverse; observando más detenidamente, vio que la superficie de la tierra era una masa de diminutas garrapatas, miles de las cuales estaban trepando por su pierna ante lo cual, se batió en retirada, recordando las palabras de este pasaje Bíblico: "y el polvo de la tierra se convirtió en piojos por todo el país de Egipto".
Esta plaga no pudo ser reproducida por los magos egipcios. Dios había comenzado a dirigir su juicio contra la vida misma en toda aquella tierra.
A continuación, vamos a leer el párrafo siguiente, versículos 20 al 23, que relatan
La cuarta plaga: los insectos
"Y el Señor dijo a Moisés: Levántate muy de mañana y ponte delante de Faraón cuando vaya al agua, y dile: Así dice el Señor: Deja ir a mi pueblo para que me sirva. Porque si no dejas ir a mi pueblo, he aquí, enviaré enjambres de insectos sobre ti, sobre tus siervos, sobre tu pueblo y dentro de tus casas; y las casas de los egipcios se llenarán de enjambres de insectos, y también el suelo sobre el cual están. Mas en aquel día yo pondré aparte la tierra de Gosén en la que mora mi pueblo, para que no haya allí enjambres de insectos, a fin de que sepas que yo, el Señor, estoy en medio de la tierra; y yo haré distinción entre mi pueblo y tu pueblo. Mañana tendrá lugar esta señal."
Hasta aquel momento las plagas habían venido sobre las tierras de Egipto y a Gosén, donde vivían los israelitas. Quizás algunas personas le habrán dicho a Faraón que, ya que Gosén también había sido afectada por las plagas, el fenómeno tendría una explicación natural. Puede que hayan atribuido las molestias a uno de los dioses egipcios. En esta coyuntura, sin embargo, todo quedó totalmente claro, cuando Dios declaró que a partir de aquel instante habría una diferencia y ninguna de las plagas siguientes tocaría a la región de Gosén, lugar de residencia del pueblo de Israel. En los días futuros, el juicio caería únicamente sobre la tierra de Egipto.
El cuarto juicio era esta plaga de insectos, que habrán sido muy probablemente el escarabajo sagrado, tal como era conocido en aquel país. Aquellos escarabajos, muchos de ellos de oro, fueron encontrados en las tumbas de Egipto. Para el dios del sol Ra, eran considerados sagrados. La severidad de esa plaga se refleja en el hecho de que, esta vez, Faraón estaba dispuesto a alcanzar algún tipo de compromiso con Moisés. Observemos la propuesta que Faraón presentó mientras el escarabajo sagrado invadía su tierra. Leamos los versículos 24 al 27:
"Y así lo hizo el Señor. Y entraron grandes enjambres de insectos en la casa de Faraón y en las casas de sus siervos, y en todo el país de Egipto la tierra fue devastada a causa de los enjambres de insectos. Entonces llamó Faraón a Moisés y a Aarón, y dijo: Id, ofreced sacrificio a vuestro Dios dentro del país. Pero Moisés respondió: No conviene que lo hagamos así, porque es abominación para los egipcios lo que sacrificaremos al Señor nuestro Dios. Si sacrificamos lo que es abominación para los egipcios delante de sus ojos, ¿no nos apedrearán? Andaremos una distancia de tres días de camino en el desierto, y ofreceremos sacrificios al Señor nuestro Dios, tal como El nos manda."
Se pretendía que el escarabajo egipcio representase a la vida eterna. Imaginémonos a aquel insecto convirtiéndose en una maldición para la gente y en una plaga sobre la tierra. Faraón quiso llegar a un compromiso; haría cuatro en total, antes del final de las plagas. Moisés y Aarón querían que los israelitas hiciesen un viaje de 3 días por el desierto. Faraón estaba dispuesto a permitir que realizasen sacrificios rituales, pero quedándose en el país. Esta situación me recuerda que muchos cristianos están dispuestos a llegar a este tipo de compromisos, que son utilizados por Satanás, el adversario de Dios, para mantener al cristiano dentro de sus dominios, bajo su control. Se trata de ser cristianos, pero no con una mentalidad estrecha, estricta y radical, presentándonos como retrógrados, sino con una mente amplia, flexible y sin cambiar nuestra vida, adaptándola a las situaciones que se presenten. Pero debemos destacar aquí que, si nuestra vida no cambia, es una evidencia de que no somos realmente cristianos. No estoy diciendo que haya que realizar buenas obras para ser cristiano. Porque somos salvos por la fe en Cristo, lo cual excluye las obras. Pero cuando colocas tu fe en Jesucristo para que te salve, tu vida cambia y se pone en evidencia tu conducta cristiana. Porque la personalidad interior debe ser cambiada en primer lugar. Hay algunos sectores del cristianismo que han efectuado tantos compromisos ajenos a su fe que, utilizando la analogía de nuestro pasaje Bíblico, podríamos decir que están aun viviendo en la tierra de Egipto y no se puede establecer una diferencia entre el cristiano término medio y la persona no cristiana normal de nuestra época.
Es como si estuviésemos participando como jinetes en una carrera de caballos, con dos caballos. Por ejemplo, uno negro y otro blanco. Podemos pretender cabalgar con ambos, con un pie en cada caballo. Esta situación podría soportarse mientras ambos caballos corran en la misma dirección; pero si ellos decidiesen marchar en direcciones opuestas, tendríamos que decidir con cual caballo desearíamos continuar. En nuestra historia Bíblica, Moisés no aceptaría el compromiso con Faraón e insistió en que el pueblo de Israel pudiese salir para un viaje de 3 días por el desierto para ofrecer sus sacrificios rituales al Señor Dios.
A continuación, Faraón se decidió a ofrecer un segundo compromiso: Leamos el versículo 28:
"Y Faraón dijo: Os dejaré ir para que ofrezcáis sacrificio al Señor vuestro Dios en el desierto, sólo que no vayáis muy lejos. Orad por mí."
Esta vez, la concesión de Faraón era levemente diferente a la anterior. Nuevamente comprobamos que el pedido de Faraón de que orasen por él no era más que un engaño para ocultar sus verdaderas intenciones. En estos 2 versículos que acabamos de leer se ve claramente que la voluntad del soberano no era la de obedecer a Dios sino la de librarse del castigo que Dios estaba enviando sobre él y el pueblo egipcio. Pero continuemos leyendo los versículos 29 al 32, para ver el final de aquel incidente:
"Entonces dijo Moisés: He aquí, voy a salir de tu presencia y rogaré al Señor que los enjambres de insectos se alejen mañana de Faraón, de sus siervos y de su pueblo; pero que Faraón no vuelva a obrar con engaño, no dejando ir al pueblo a ofrecer sacrificios al Señor. Y salió Moisés de la presencia de Faraón y oró al Señor. Y el Señor hizo como Moisés le pidió, y quitó los enjambres de insectos de Faraón, de sus siervos y de su pueblo; no quedó ni uno solo. Pero Faraón endureció su corazón también esta vez y no dejó salir al pueblo."
Y así fue que, una vez más, Faraón puso en evidencia sus íntimos deseos. Llegamos entonces a
Exodo 9:1-7
Tema: Los ganados de Egipto fueron heridos con una plaga muy grave que provocaba la muerte; los egipcios mismos fueron heridos con forúnculos, que eran erupciones ulcerosas muy dolorosas; finalmente, Dios envió la plaga del granizo, durante una espantosa tormenta.
Observaciones
Dios continuó su confrontación con el corazón obstinado del Faraón y su pueblo. Mientras el rey resistiese al Señor Dios, la tierra de Egipto y sus habitantes sufrirían aflicciones y desastres. Hasta este capítulo se nos ha dicho que Faraón endureció su propio corazón. Pero ahora se nos dirá que Dios endurecería el corazón de Faraón. La negativa persistente de éste de reconocer al Señor y de reconocer sus deseos provocaría que el poder de Dios desencadenase la destrucción. En realidad, el deseo de Dios en todas las épocas es enviar sobre nosotros dones, bendiciones, y salvarnos. Pero nuestra negativa puede transformar esas bendiciones en maldiciones. Así fue en el caso de Faraón.
Leamos los versículos 1 al 7, que nos describen el anuncio a Faraón de que si persistía en su actitud, llegarían las siguientes calamidades.
La quinta plaga: La peste sobre el ganado
"Entonces el Señor dijo a Moisés: Ve a Faraón y dile: Así dice el Señor, el Dios de los hebreos: Deja ir a mi pueblo para que me sirva. Porque si te niegas a dejarlos ir y los sigues deteniendo, he aquí, la mano del Señor vendrá con gravísima pestilencia sobre tus ganados que están en el campo: sobre los caballos, sobre los asnos, sobre los camellos, sobre las vacadas y sobre las ovejas. Pero el Señor hará distinción entre los ganados de Israel y los ganados de Egipto, y nada perecerá de todo lo que pertenece a los hijos de Israel. Y el Señor fijó un plazo definido, diciendo: Mañana el Señor hará esto en la tierra. Y el Señor hizo esto al día siguiente, y perecieron todos los ganados de Egipto; pero de los ganados de los hijos de Israel, ni un solo animal murió. Y Faraón envió a ver, y he aquí, ni un solo animal de los ganados de Israel había perecido. Pero el corazón de Faraón se endureció y no dejó ir al pueblo."
Podría haberse pensado que, a la luz de lo que estaba ocurriendo, Faraón cambiaría de actitud, se rendiría y permitiría que los israelitas saliesen del país. Era una realidad evidente que Dios estaba implicado en esta plaga y que se estaba ocupando directamente del rey y de su pueblo.
En Egipto, no lejos de las pirámides, puede visitarse un lugar donde se encuentran centenares de momias de toros que han sido sepultadas reverentemente en sarcófagos. Apis, el toro negro, era adorado en Egipto. El segundo templo en tamaño edificado en este país estaba situado en Menfis, ya fue dedicado a la adoración de Apis, el toro negro. Se suponía que Apis era una encarnación del Pta, de Menfis y que había sido engendrado por un rayo de luna, destacándose por varias características. Se pensaba que un nuevo Apis nacía cuando uno viejo moría. El toro muerto era embalsamado y sepultado en Menfis; entonces, su alma pasaba al más allá como Osiris-Apis.
En consecuencia, lo que los egipcios estaban adorando durante la plaga, era un toro enfermo, lo cual habrá hecho sonreír a Dios, quien estaba dirigiendo sus juicios contra esta atroz idolatría que ejercía tanta influencia, tanto sobre el pueblo egipcio como sobre los israelitas que, como veremos más adelante, se desviaron hacia la idolatría.
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