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Estudio bíblico: La importancia de la resurrección de Cristo -

Serie:   La resurrección
Autor: Luis de Miguel
España
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La importancia de la resurrección

Introducción

Al comenzar este estudio, no solo tenemos que preguntarnos si Jesús resucitó realmente, sino también si este hecho tiene alguna importancia para nosotros. Muchas personas se plantean cómo es posible que algo que ocurrió hace dos mil años pueda tener alguna relevancia por el hombre de hoy.

Esquema

Al intentar contestar a esta pregunta, vamos a analizar a la luz de la Biblia la importancia que la resurrección de Cristo tuvo:
Para su Persona.
Para el Evangelio.
Para su ministerio actual.
Para la Iglesia.
Para el creyente.

La importancia de la resurrección para la persona de Cristo

1. Su resurrección demostró que no era un mentiroso
Cada vez que Jesús anunció sus sufrimientos y muerte, siempre añadía la profecía: "Y resucitará al tercer día" (Mt 16:21).
Si Cristo no hubiera resucitado tal como había anunciado tantas veces, entonces también deberían ser puestas en tela de juicio todas las demás afirmaciones que hizo.
De hecho, tendríamos que admitir que la decisión del tribunal judío que le juzgó por blasfemia cuando dijo que era el Hijo de Dios, tenía toda la razón al condenarle.
(Mt 26:63-65) "... Entonces el sumo sacerdote le dijo: Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo, el Hijo de Dios. Jesús le dijo: Tú lo has dicho; y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo. Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: ¡Ha blasfemado! ¿Qué más necesidad tenemos de testigos? He aquí, ahora mismo habéis oído su blasfemia. ¿Qué os parece? Y respondiendo ellos, dijeron: ¡Es reo de muerte!"
2. "Fue declarado Hijo de Dios... por la resurrección de los muertos" (Ro 1:4)
Por supuesto, los gobernantes judíos lo tenían por mentiroso. Todos recordamos cómo le hablaron de él a Pilato:
(Mt 28:63) "Señor, nos acordamos que aquel engañador dijo, viviendo aún: Después de tres días resucitaré."
Y también la forma en la que se burlaron de él durante el tiempo que duró su crucifixión:
(Mt 27:42-43) "A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar; si es el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, y creeremos en él. Confió en Dios; líbrele ahora si le quiere; porque ha dicho: Soy Hijo de Dios."
Pero a pesar de la angustia y de su intenso clamor, el Padre no hizo nada para impedir aquel terrible espectáculo. De hecho, la última visión que este mundo tuvo de él fue la de un hombre humillado, derrotado, abandonado, muerto.
¿Acaso no era realmente el Hijo de Dios? Y si lo era, ¿guardaría Dios silencio permanentemente sobre esta terrible injusticia cometida con su Hijo?
En el libro de los Hechos vemos que los apóstoles citaron en varias ocasiones el Salmo 2. Por un lado vieron que en la muerte de Jesús se había cumplido aquella unión que el salmista había profetizado que tendría lugar entre el pueblo y los gobernantes para rechazar al Ungido de Dios:
(Hch 4:24-28) "Y ellos, habiéndolo oído, alzaron unánimes la voz a Dios, y dijeron: Soberano Señor, tú eres el Dios que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay; que por boca de David tu siervo dijiste: ¿Por qué se amotinan las gentes, y los pueblos piensan cosas vanas? Se reunieron los reyes de la tierra, y los príncipes se juntaron en uno contra el Señor, y contra su Cristo. Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel, para hacer cuanto tu mano y tu consejo habían antes determinado que sucediera."
Pero también se encargaron de mostrar la respuesta que Dios dio a la maldad humana, y que el Salmo 2 también anunciaba:
(Hch 13:32-33) "Y nosotros también os anunciamos el evangelio de aquella promesa hecha a nuestros padres, la cual Dios ha cumplido a los hijos de ellos, a nosotros, resucitando a Jesús; como está escrito también en el salmo segundo: Mi hijo eres tú, yo te he engendrado hoy."
Podemos decir, por lo tanto, que a través de la resurrección, Dios puso su sello de aprobación, dando a entender con total claridad que Jesús era realmente su Hijo.
(Ro 1:4) "Fue declarado Hijo de Dios con poder... por la resurrección de entre los muertos"
A partir de ese momento, en todos los sermones públicos de Pedro le vemos presentándose como un testigo de la resurrección de Jesús, y acusando a los judíos de haber dado muerte al Mesías auténtico, al que Dios había levantado de entre los muertos.
Sin duda, la acusación era realmente grave, de hecho, la situación de esos judíos era terrible. ¿Cómo podrían escapar del justo castigo de Dios después de haber dado muerte a su propio Hijo? Algunos de ellos entendieron la gravedad de lo que habían hecho, y desde el fondo de su corazón clamaron: "Varones hermanos, ¿qué haremos?" (Hch 2:37). Fue entonces cuando descubrieron que Dios estaba dispuesto a perdonarles y darles vida juntamente con Cristo.
3. Su resurrección es la señal definitiva que confirma quién es Jesús
A pesar de la cantidad de milagros que Jesús hizo a lo largo de su ministerio público, los judíos nunca estuvieron satisfechos. Una y otra vez intentaban justificar su incredulidad diciendo que no tenían suficientes evidencias y pidiéndole "una señal" a su gusto. En un momento determinado, el Señor les dijo que la señal definitiva que él les daría sería su resurrección.
(Mt 12:39-40) "El respondió y les dijo: La generación mala y adultera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches."

La importancia de la resurrección para el Evangelio

Si Cristo no resucitó de entre los muertos, el Evangelio no existe. No hay ninguna buena noticia que anunciar. Veamos cómo la resurrección de Jesús afecta a las grandes doctrinas que conforman el Evangelio.
1. La resurrección es la base de la justificación
(Ro 4:25) "El cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación."
Aquí hay un detalle importante que debemos considerar. Cristo tenía poder para resucitar por sí mismo:
(Jn 10:17-18) "Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar..."
Sin embargo, fue el Padre quien le resucitó de los muertos:
(Ro 6:4) "... Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre"
(Hch 2:32) "A este Jesús resucitó Dios..."
(Hch 13:30) "Mas Dios le levantó de los muertos"
(Ef 1:17-20) "... Para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría... para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales..."
El Padre levantó a su Hijo de entre los muertos, sellando así su obra y poniendo de esta manera su sello de aprobación sobre la redención que había realizado en la Cruz a favor de los pecadores.
2. De su resurrección dependía la misión del Espíritu Santo
Jesús dijo que él les enviaría el Espíritu Santo una vez que hubiera subido al Padre. Como quedó claro más tarde, el Señor se refería a su ascensión después de la resurrección. Por lo tanto, si Cristo no hubiera resucitado, tampoco habría ascendido al Padre, ni enviado al Espíritu Santo.
La misión que en este tiempo cumple el Espíritu Santo es doble, tal como explicó el Señor. En relación a los creyentes, el Espíritu Santo vino a ocupar su lugar en los corazones de los suyos, dándoles consuelo, enseñándoles y guiándoles a dar testimonio de él.
(Jn 14:16) "Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre"
(Jn 15:26) "Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí."
Pero el Espíritu Santo también tendría un ministerio especial en relación con el mundo: primeramente convenciéndole del terrible pecado que habían cometido al crucificar a Jesús. En segundo lugar, mostrando que la justicia de Dios había quedado satisfecha por medio del sacrificio de Cristo, razón por la cual el Padre lo resucitó de los muertos para que volviera con él a la gloria. Y en tercer lugar, convencerá al mundo de que en base a esa Obra, Satanás ha perdido todo su poder sobre el pecador que cree en Cristo.
(Jn 16:8-11) "Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no creen en mí; de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado."
3. Por la resurrección, Cristo se convirtió en "el primogénito de los muertos"
La resurrección de Cristo trae aparejada la resurrección de todos los que creen en él.
(Jn 11:25) "Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá"
(Ef 2:4-6) "Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús."
Notemos lo que Pablo dice en relación a la naturaleza de esta resurrección:
(Ro 6:5) "Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección."
Lo que Pablo está diciendo es que la resurrección de Cristo sirve como "prototipo" de la resurrección de los creyentes.
En dos ocasiones Cristo es presentado como el "primogénito de los muertos" (Col 1:18) (Ap 1:5).
Se nos dice también que los creyentes en la manifestación del Señor seremos "semejantes a él" (1 Jn 3:2).
Pablo indica que nuestro "cuerpo de humillación", será semejante al "cuerpo de la gloria suya" (Fil 3:21).
Que "así como hemos traído la imagen del terrenal (Adán), traeremos también la imagen del celestial (Cristo)" (1 Co 15:49).
Y aquí tenemos que aclarar algo muy importante. Antes de la resurrección de Cristo, todo lo que hubo fue "resucitaciones", es decir, restauraciones de los cuerpos a su estado anterior.
En las tres ocasiones en las que el Señor volvió a la vida a ciertas personas (la hija de Jairo, el hijo de la viuda de Naín, y Lázaro), todos estos casos no deben tomarse como "resurrecciones", sino como "resucitaciones". Todas estas personas volvieron a la misma vida que habían dejado cuando murieron. Pero la resurrección de Cristo trajo un nuevo "prototipo".
¿Cómo era el cuerpo de resurrección que tenía el Señor Jesucristo?
Las personas lo podían reconocer (Jn 20:20).
Todavía tenía las heridas infligidas por la crucifixión (Jn 20:25-29).
Tenía la capacidad aunque no la necesidad de comer (Lc 24:30-33) (Lc 24:41-43).
El cuerpo tenía carne y huesos para comprobar que él no era meramente un espíritu que se manifestaba en forma visible (Lc 24:39-40).
Podía entrar en cuartos cerrados sin abrir las puertas (Jn 20:19).
Y podía ascender al cielo (Hch 1:9).
4. La resurrección traerá la restauración de todas las cosas
Es evidente que la resurrección de Cristo supuso que la muerte fuera vencida. Esta es quizá la consecuencia más importante que nosotros consideramos, pero no es la única.
No debemos olvidar que la entrada del pecado en el mundo no sólo afectó al hombre, sino que toda la creación se vio afectada.
(Gn 3:17-19) "Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás."
Por esta razón, cuando Cristo regrese, no sólo levantará a los muertos, sino que regenerará el universo:
(Ro 8:20-23) "Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo."
(2 P 3:13) "Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia."
La resurrección de Jesús es el fundamento por el que podemos estar seguros de que tanto nosotros como nuestro mundo han de ser totalmente renovados (Hch 3:21).
Si Cristo no resucitó, toda esperanza de redención es una quimera, y todas las predicciones y anticipaciones de sus gloriosos resultados para el tiempo y la eternidad, para los hombres y los ángeles de todo rango y orden, resultan ser falsas.
5. El Evangelio sacó a luz la vida y la inmortalidad
Por último, debemos considerar cómo la resurrección de Cristo ha aportado al Evangelio una esperanza desconocida en el Antiguo Testamento.
(2 Ti 1:10) "... Ahora ha sido manifestado por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio."
Poco se sabía sobre la resurrección en el Antiguo Testamento.
A veces empleaban la idea de la resurrección para expresar la esperanza nacional del renacimiento de la nación (Ez 37).
Job fue uno de los pocos que manifestó su confianza en su resurrección futura (Job 19:25-27) "Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo; y después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios; al cual veré por mí mismo, y mis ojos lo verán, y no otro, aunque mi corazón desfallece dentro de mí."
La declaración más clara sobre la resurrección del individuo la encontramos en (Dn 12:2): "y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua".
Aunque en muchas ocasiones, los salmistas se expresaban con un total desconocimiento sobre la vida eterna o la resurrección (Sal 6:4-5) "Vuélvete, oh Jehová, libra mi alma; sálvame por tu misericordia. Porque en la muerte no hay memoria de ti; en el Seol, ¿quién te alabará?".
La resurrección de Cristo sacó a luz una información que antes había estado velada.
La resurrección convierte el Evangelio en un mensaje único
El Evangelio ofrece al mundo una esperanza única. Aquí radica la gran diferencia con todas las demás religiones e ideologías:
Algunas no ofrecen ninguna esperanza sino que se hunden en la desesperación existencial.
Otros piensan en la historia en términos más bien circulares y no lineales, como un interminable ciclo de reencarnaciones sin alivio alguno, salvo la no existencia del nirvana.
Los marxistas siguen prometiendo una utopía en la tierra, pero esta visión ha perdido credibilidad.
Los humanistas seculares sueñan con la toma del control de su propia evolución, pero, en tanto que esto requeriría la manipulación genética, el sueño degenera y se convierte en pesadilla.
Frente a todo esto, el Evangelio del Señor Jesucristo ofrece una esperanza cierta en cuanto al futuro, tanto a nivel individual como cósmico.

La importancia de la resurrección para su ministerio actual

A raíz de su muerte y resurrección Cristo ha sido glorificado nuevamente a la diestra de la Majestad en las alturas.
Sin embargo, esto ha implicado cambios importantes.
El más significativo es que regresó al cielo con un cuerpo humano glorificado.
Pero también ha supuesto su comienzo como Sumo Sacerdote (He 8:1), abogado defensor (1 Jn 2:1) e intercesor (Ro 8:34) a favor de su pueblo.
Ha sido constituido como Cabeza de la Iglesia (Ef 1:20-22) y su Señor (Ro 14:9).
Y está esperando como Juez (Hch 17:31).

La importancia de la resurrección para la Iglesia

1. Sin la resurrección de Cristo la Iglesia pierde toda su credibilidad
La iglesia cristiana siempre ha creído y predicado la resurrección de Cristo, pero si ésta no fuera cierta, habría que confesar un error de una gravedad incalculable.
¡Cuántas personas perdieron sus vidas en los primeros siglos del cristianismo porque creyeron que Cristo había resucitado!
¡Cuántas personas lo han dejado todo y se han entregado por completo a la predicación del Evangelio creyendo que era una buena causa, cuando en realidad estaban haciendo algo absurdo y dañino!
El apóstol Pablo describió perfectamente esta posibilidad:
(1 Co 15:14-19) "Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe. Y somos hallados falsos testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios que él resucitó a Cristo, al cual no resucitó, si en verdad los muertos no resucitan. Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados. Entonces también los que durmieron en Cristo perecieron. Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres."
Pero por el contrario, si Cristo realmente resucitó, estas personas eligieron el camino correcto y más noble.
(1 Co 15:20) "Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho"
2. La iglesia del primer siglo se caracterizó por la predicación de la resurrección de Cristo
Podemos leer todas las predicaciones que el libro de los hechos recoge y en todas ellas hay menciones destacadas a la resurrección de Cristo.
Tal vez tengamos que revisar la importancia que la iglesia del siglo XXI le da a este tema.
Curiosamente, fue esta predicación de la resurrección de Cristo lo que contribuyó a la rápida extensión del cristianismo.

La importancia de la resurrección para el creyente

1. Su resurrección asegura e ilustra la de su pueblo
Por cuanto él vive, ellos también vivirán. Si él hubiera permanecido bajo el poder de la muerte, no habría fuente de vida espiritual para los hombres. Si la vid estuviera muerta, los pámpanos estarían asimismo muertos.
2. La confesión de la resurrección es la base de nuestra salvación
(Ro 10:9) "Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo."
3. La resurrección de Jesús nos ofrece certidumbre en cuanto al perdón de Dios
El creyente sabe que sus pecados son perdonados, ya que si el Padre no hubiera sido satisfecho con la expiación ofrecida por su Hijo a favor de nuestros pecados no lo hubiera resucitado de los muertos.
El apóstol Pablo vio esta lógica claramente:
(1 Co 15:17) "Si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados."
Por esta razón, la resurrección de Cristo nos permite enfrentar nuestro pasado.
4. De la resurrección de Cristo depende nuestra santificación
Después de darnos cuenta que necesitamos cambiar, ¿cómo encontramos el poder para hacerlo?
La resurrección permite que vivamos de forma diferente porque se nos da un poder permanente que no teníamos antes. El agente de nuestra transformación y el único que nos da vida cada día a medida que vamos creciendo en Dios es el Espíritu Santo. Hemos sido unidos a Cristo de forma vital, y por eso recibimos vida y poder a través de su Espíritu. Necesitamos el poder de Dios en el presente, tanto como su perdón en cuanto al pasado.
Cuando nos preguntamos si Dios puede realmente cambiar la naturaleza humana que parece ingobernable, a fin de que quienes son crueles se vuelvan buenos, que los egoístas sean desprendidos, que las personas inmorales adquieran control sobre sí mismas, y que los amargados se vuelvan amables, nos parece una tarea imposible para él hombre contando con sus propios recursos. Pero en el Señor, sí que es posible, porque el mismo poder que "operó en Cristo, resucitándole de los muertos", está ahora a nuestra disposición por medio de su Espíritu Santo para transformarnos diariamente. Por esta razón, Pablo oraba a fin de que los creyentes conocieran en su propia experiencia "la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos" (Ef 1:19).
En otro lugar expresa su propio deseo de conocer a Cristo "y el poder de su resurrección" (Fil 3:10), y exhorta a los colosenses: "Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo" (Col 3:1).
Si no hubiera resurrección, bien podríamos adoptar el lema del mundo: "comamos y bebamos, porque mañana moriremos" (1 Co 15:32). Pero los creyentes tienen una esperanza, y para ellos esta vida presente no lo es todo. Esto da perspectiva y profundidad a su modo de vivir y le anima a ser diferente.
5. La resurrección nos libra del temor a la muerte
La muerte parece tener un carácter ineludible. Normalmente se presenta cuando nadie la espera.
Algunas veces se intenta bromear sobre ella con el fin de ignorarla. Hacemos bromas sobre ella porque nos resulta difícil mirarla de frente. Individualmente, aparte de Cristo, el temor a la muerte y la disolución personal es prácticamente universal. Para nosotros en Occidente, Woody Allen tipifica este terror. En él se ha vuelto una obsesión. Cierto es que todavía puede hacer bromas al respecto: "No es que tenga miedo de morir, dice en son de mofa; simplemente no quiero estar allí cuando suceda". Pero fundamentalmente está muerto de miedo. En una ocasión dijo: "lo fundamental por detrás de toda motivación y toda actividad es la constante lucha contra la aniquilación y contra la muerte. Deja absolutamente estupefacto con su terror y les resta toda significación a los logros de cualquiera".
Pero en Cristo, la muerte ha perdido su poder.
(1 Co 15:54-55) "... Sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?"
Podemos decir con seguridad que su resurrección nos trae esperanza frente a la muerte.
6. La resurrección de Cristo hace posible nuestro servicio para él
El creyente sabe que tiene un Salvador que vive eternamente para interceder por él, le cuida, le gobierna por su Espíritu y un día volverá a por él. Todo esto no sólo hace posible que podamos ser transformados continuamente por él, también nos proporciona los recursos necesarios para poder servirle.
El apóstol Pablo relacionaba la resurrección del Señor con el ministerio cristiano. Él sabía que las condiciones de la obra de Dios son duras, y que el único antídoto eficaz contra el desánimo vendría del poder de Cristo resucitado. Esta es la mayor fuente de estímulo y confianza posibles. Veamos cómo lo expresaba:
(2 Ti 2:8) "Acuérdate de Jesucristo, del linaje de David, resucitado de los muertos conforme a mi evangelio."
(2 Co 1:9-10) "Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos; el cual nos libró, y nos libra, y en quien esperamos que aún nos librará, de tan gran muerte."
7. De la resurrección depende nuestra expectativa acerca del futuro
Es cierto que ya no somos los que éramos, pero también es cierto que aún no somos lo que seremos algún día. Estamos en un "tiempo intermedio" entre lo que somos ahora y lo que seremos cuando Cristo regrese. Incluso el poder de la resurrección que conocemos ahora es sólo una pequeña muestra de lo que vendrá.
7. De la resurrección de Cristo depende nuestra unión venidera con él en su venida.
(1 Ts 4:14-18) "Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras."
8. La resurrección de Cristo implica la consumación de la redención
La personalidad humana está constituida de espíritu, cuerpo y alma. Si la redención no incluyera el cuerpo, sería una salvación incompleta.

Comentarios

Venezuela
  Marta Gutierrez  (Venezuela)  (31/03/2018)

Muy buenos sus estudios.

Colombia
  Edilberto Mercado  (Colombia)  (31/03/2018)

Excelente mensaje, muy fundamentado en la palabra y la exégesis me gustó.

Colombia
  marelvy negrete  (Colombia)  (04/02/2018)

Excelente explicación, muy clara .

Venezuela
  MARCELO SANTANA  (Venezuela)  (16/07/2017)

Excelente enseñanza, el Señor les siga dando sabiduría, para enseñar su palabra.

Colombia
  Henry Guzman  (Colombia)  (02/07/2016)

Excelente enseñanza, que bien estructurada y como aclara cada punto, Gracias por bendecirnos con ella.

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