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Estudio bíblico: ¿Con qué cuerpo resucitaremos? -

Serie:   La resurrección
Autor: Luis de Miguel
España
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¿Con qué cuerpo resucitarán?

Introducción

Aunque la Biblia afirma que habrá una resurrección general tanto de creyentes como de incrédulos, en el presente estudio sólo trataremos de aquella que tiene que ver con los que han confiado en Cristo y descansan en su Obra de salvación.
(Jn 5:28-29) "No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación."
1. El concepto cristiano de la resurrección es totalmente diferente del griego o del judío
Los griegos pensaban que el cuerpo era un impedimento para la verdadera vida, y esperaban el momento en que el alma fuera librada de su prisión. Concebían la vida después de la muerte en función de la inmortalidad del alma, pero rechazaban firmemente toda idea de resurrección corporal. Recordemos la burla que hicieron de la predicación de Pablo:
(Hch 17:32) "Pero cuando oyeron lo de la resurrección de los muertos, unos se burlaban, y otros decían: Ya te oiremos acerca de esto otra vez."
Los fariseos por el contrario, estaban firmemente persuadidos del valor del cuerpo, y esperaban una resurrección corporal, aunque creían que ésta sería exactamente con el mismo cuerpo.
Frente a estas posturas, el cristianismo presenta la resurrección con un cuerpo transformado, que será el vehículo adecuado para una vida diferente en la era venidera (1 Co 15:34-44). El concepto cristiano es, por lo tanto, muy diferente.
2. La muerte es una triste consecuencia del pecado
(Ro 5:12) "Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron."
No podemos estar junto a la tumba sin lágrimas; ni aun el Hombre perfecto pudo dejar de llorar ante la tumba de su amigo Lázaro:
(Jn 11:34-35) "Y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Le dijeron: Señor, ven y ve. Jesús lloró."
Pero por otro lado, por extraño que nos parezca, no podemos dejar de ver la muerte como un acto de la misericordia de Dios. Algunos pueden soñar con un "elixir de la vida", pero lo cierto es que perpetuar la vida indefinidamente en un mundo bajo los terribles efectos del pecado, lejos de ser un sueño, con el tiempo se convertiría en una auténtica pesadilla. Cuando Dios introdujo la muerte, rompió la continuidad de la vida en estas condiciones, y junto con el anuncio de la salvación que se proponía llevar a cabo por medio de su propio Hijo, dio al hombre la posibilidad de empezar una nueva vida completamente diferente.
(Gn 3:22-24) "Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre. Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado. Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida."
Dentro de ese plan de salvación, está la gloriosa doctrina de la resurrección que sirve para quitar el dolor y la frustración de la muerte. Con ella Dios "revierte" las trágicas consecuencias del pecado.
3. ¿Cómo será esta resurrección?
Aunque hemos dicho que el nuevo cuerpo de resurrección será diferente del actual, también es cierto que habrá cierta continuidad con el presente. Este cuerpo será similar al cuerpo glorificado del Señor Jesucristo después de su resurrección. En su caso, el podía presentarse delante de los discípulos y ser reconocido por ellos: (Lc 24:39-40) "Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo. Y diciendo esto, les mostró las manos y los pies". Pero también es cierto que su cuerpo era diferente, como lo demuestra el hecho de que pudiera entrar en una habitación con todas las puertas y ventanas cerradas (Jn 20:19), o que pudiera ascender al cielo como lo hizo (Hch 1:9-10).
Esta paradoja de "continuidad y discontinuidad" fue bien ilustrada en la metáfora botánica de Pablo: Una flor sobrepasa con mucho la belleza de la semilla de donde surge. De manera similar, nuestro cuerpo presente es débil y perecedero, mientras que el de la resurrección será vigoroso e imperecedero.
(1 Co 15:35-44) "Pero dirá alguno: ¿Cómo resucitarán los muertos? ¿Con qué cuerpo vendrán? Necio, lo que tú siembras no se vivifica, si no muere antes. Y lo que siembras no es el cuerpo que ha de salir, sino el grano desnudo, ya sea de trigo o de otro grano; pero Dios le da el cuerpo como él quiso, y a cada semilla su propio cuerpo. No toda carne es la misma carne, sino que una carne es la de los hombres, otra carne la de las bestias, otra la de los peces, y otra la de las aves. Y hay cuerpos celestiales, y cuerpos terrenales; pero una es la gloria de los celestiales, y otra la de los terrenales. Una es la gloria del sol, otra la gloria de la luna, y otra la gloria de las estrellas, pues una estrella es diferente de otra en gloria. Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción. Se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder. Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual."
Resumiendo podemos decir que la esperanza cristiana no radica únicamente en la inmortalidad del alma, sino en la resurrección y transformación del cuerpo. Pablo dice que se trata de un "cuerpo espiritual", lo que aparentemente significa que satisface las necesidades del espíritu. Este cuerpo espiritual tendrá cualidades de incorruptibilidad, gloria y poder.

El caso de Jony

En 1967, Joni Eareckson, una atlética joven de diecisiete años, sufrió un accidente al saltar al agua que la dejó completamente tetrapléjica, paralizada desde el cuello hasta los pies. Al comienzo, en el hospital, luchó con tenacidad contra su estado, empeñada en volver a andar. Pero, poco a poco, fue asumiendo que su lesión era permanente y que nunca recuperaría la movilidad de las manos o de los pies. Más tarde escribió un libro en el que describía sus sentimientos y emociones en esa circunstancia: amargura, frustración, resentimiento, ira e incluso depresión con ideas de suicidio. También experimentó lo que ella misma calificó como "accesos de rebeldía contra Dios".
Sin embargo, poco a poco fue saliendo del profundo agujero en que se encontraba y comenzó a confiar en Dios y a enfrentarse al futuro con realismo. Aprendió a pintar con la boca y se convirtió en una famosa oradora y escritora que ha ayudado a muchos discapacitados.
La clave para su transformación fue el redescubrimiento de la Biblia. Encontró gran consuelo en la visión de Jesús en la cruz "inmovilizado, paralizado e impotente", como lo estaba ella. Pero lo que más le ayudó fue la resurrección. "Ahora tengo un futuro con esperanza, escribió. La Biblia dice que nuestros cuerpos serán glorificados en el cielo... Será el tiempo, tras mi muerte aquí, en el que podré bailar con mis piernas".
Es fundamental notar que lo que sostiene a Joni es la esperanza cristiana de la resurrección con un nuevo cuerpo. Podemos imaginar lo trágico que sería para ella pensar en una resurrección en la que se perpetuaran las mismas lesiones que ahora padece. "No puedo creer algo así, escribió. Yo, que tengo los dedos secos y retorcidos, los músculos atrofiados, las rodillas deformes y no siento nada de los hombros para abajo, tendré un día un nuevo cuerpo ligero, resplandeciente y vestido de justicia: vigoroso y deslumbrante. ¿Te imaginas la esperanza que aporta esto a alguien con lesiones en la espina dorsal como las mías? ¿O a alguien con parálisis cerebral, lesiones cerebrales o con esclerosis múltiple? Imagínate la esperanza que este hecho transmite a un maníaco depresivo. Ninguna otra religión, ninguna otra filosofía promete nuevos cuerpos, corazones y mentes. Sólo en el Evangelio de Cristo encuentran las personas que sufren una esperanza tan increíble".
Joni nos relata su experiencia en una convención cristiana en la que el orador, al final de su mensaje, pidió a la audiencia que se arrodillara para orar. Joni miraba cómo lo hacían, pero, por supuesto, ella no podía, de modo que fue incapaz de contener las lágrimas. Era algo especialmente difícil para ella, ya que había crecido en la Iglesia Reformada Episcopal donde estaba acostumbrada a arrodillarse para orar. Entonces se acordó de la resurrección: Allí sentada, recordé que en el cielo podré saltar, bailar y levantar las piernas. Y aunque estoy segura de que Jesús se deleitará viéndome andar de puntillas, hay algo que pienso hacer que seguramente le gustará más. Si es posible, en algún lugar y antes de que comience la fiesta, antes de que los invitados sean llamados a la mesa del banquete en las Bodas del Cordero, lo primero que pienso hacer con mis nuevas piernas de resurrección es caer sobre mis rodillas glorificadas. Me arrodillaré en silenciosa gratitud a los pies de Jesús. En repetidas ocasiones Joni escribe en sus libros: "Tengo muchas ganas de que llegue ese momento".

Cristo nos ha dado una nueva esperanza

La salvación que Cristo ganó por medio de su muerte en la Cruz y su posterior Resurrección abarca todo nuestro ser: espíritu, alma y cuerpo (1 Ts 5:23).
Gracias a él, ahora tenemos una esperanza segura de que con nuestros cuerpos resucitados glorificaremos a Dios.
Las manos que han pecado serán levantadas en adoración eterna.
Los ojos que han mirado el mal verán al Rey en su hermosura.
Las bocas que han hablado mal, no dejarán de anunciar las virtudes de aquel que nos amó.

Los críticos del tiempo de Jesús: los saduceos

En todo tiempo ha habido personas que han cuestionado la doctrina cristiana de la resurrección. En los evangelios nos encontramos con una secta del judaísmo que la ridiculizaba cada vez que tenía ocasión. Estos eran los saduceos.
(Hch 23:8) "... Porque los saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángel, ni espíritu..."
Eran una secta muy importante del judaísmo. Aunque no eran muchos, la mayoría de ellos eran educados, ricos y vivían en Jerusalén la capital. Políticamente eran muy influyentes porque colaboraban con las autoridades romanas de ocupación. El sumo sacerdote, al igual que la mayoría de los sacerdotes eran saduceos (Hch 5:17). Así que, aunque gobernaban un pueblo en el que Dios había intervenido milagrosamente en un sin fin de ocasiones a lo largo de toda su historia, ellos negaban todo lo sobrenatural, aunque, por supuesto, eran tremendamente religiosos.

Los saduceos modernos

Y esta actitud antigua sigue estando muy presente en nuestro mundo moderno y es constantemente manifestada por intelectuales, profesores, políticos, pensadores, científicos, y por supuesto, religiosos.
Con la arrogancia que les caracteriza, no es difícil escucharles afirmaciones de este tipo:
La ciencia ha comprobado que el universo se ha creado a sí mismo y también funciona por sí solo. ¡Olvídate de las rancias ideas acerca de un Dios creador!
La religión misma es un fenómeno natural, cuyas causas son en parte fisiológicas y en parte psicológicas. Mira, si tú eres un cristiano es porque tienes un desequilibrio glandular y emocional. ¡Olvídate de cosas sobrenaturales! ¡No existen!
Debemos descartar la idea anticuada de que hay un Dios que ha intervenido alguna vez en la historia humana, o que se haya revelado y que quiera que le conozcamos. ¡Olvídate de libros inspirados! ¡Todo eso son cuentos de hadas!
Al igual que en el pasado, estas personas tienen mucha influencia y poder social en el presente. Son lo que podríamos llamar "diseñadores de sociedades". Controlan los medios de comunicación y tienen el poder político. Ellos nos dicen lo que tenemos que pensar y se oponen a cualquiera que no acepte sus valores, aunque, por supuesto, sin dejar de presumir de su pretendida tolerancia.
Lo curioso es que entre ellos hay también un buen número de "teólogos" empeñados en negar cualquier intervención milagrosa de Dios en la historia de este mundo.
Desarrollan complicadas teorías para decirnos que el "Jesús de la historia" fue un hombre normal al que sus discípulos convirtieron con el tiempo en el Hijo de Dios, algo que por otro lado él nunca pretendió ser.
Niegan igualmente la autoridad de la Biblia como libro inspirado por Dios. Para ellos los evangelios sólo contienen leyendas tardías y distorsionadas de lo que realmente ocurrió en los tiempos de Jesús. También han desarrollado unos principios críticos por los cuales pretenden rescatar la verdad de los evangelios que se esconde entre los mitos y leyendas inventadas por los primeros seguidores de Jesús.
Toda su autoridad depende de ellos mismos. Unos apoyan las declaraciones de los otros y así sucesivamente, hasta que algo que comenzó siendo una teoría se convierte en una verdad indiscutible. En todo este proceso no se valora ni la historia ni las opiniones de aquellos que no comparten sus postulados.

¿Cómo respondió Jesús a los saduceos de su tiempo?

Como la propia Biblia afirma, "nada hay nuevo debajo del sol" (Ec 1:9). Y aunque muchas de estar personas creen actuar bajo el signo de la modernidad, hace ya veinte siglos había otros que hablaban igual que ellos. Con ellos tuvo varios encuentros el mismo Señor Jesucristo. Es muy interesante cuál fue la respuesta que les dio.
(Mr 12:18-27) "Entonces vinieron a él los saduceos, que dicen que no hay resurrección, y le preguntaron diciendo: Maestro, Moisés nos escribió que si el hermano de alguno muriere y dejare esposa, pero no dejare hijos, que su hermano se case con ella, y levante descendencia a su hermano. Hubo siete hermanos; el primero tomó esposa, y murió sin dejar descendencia. Y el segundo se casó con ella, y murió, y tampoco dejó descendencia; y el tercero, de la misma manera. Y así los siete, y no dejaron descendencia, y después de todos murió también la mujer. En la resurrección, pues, cuando resuciten, ¿de cuál de ellos será ella mujer, ya que los siete la tuvieron por mujer? Entonces respondiendo Jesús, les dijo: ¿No erráis por esto, porque ignoráis las Escrituras, y el poder de Dios? Porque cuando resuciten de los muertos, ni se casarán ni se darán en casamiento, sino que serán como los ángeles que están en los cielos. Pero respecto a que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés cómo le habló Dios en la zarza, diciendo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino Dios de vivos; así que vosotros mucho erráis."
Los saduceos presentaron una pregunta a Jesús sobre la resurrección basándose en la ley del levirato que encontramos en (Dt 25:5-6). Por la forma de su planteamiento percibimos que se consideraban muy inteligentes y que habían expuesto con maestría lo que para ellos era lo absurdo de la doctrina de la resurrección.
Ellos creían que en esta vida se generan tantas anomalías que es inconcebible perpetuarla más allá del sepulcro. Una vida después de la muerte sólo aumentaría los problemas que ya existen aquí. Según el caso que ellos expusieron, la mujer sería reclamada por siete hombres ansiosos de poseerla, mientras ella buscaba desesperadamente cómo esconderse de todos ellos. ¡Cómo si no tuviésemos suficiente en esta vida, para llegar a la eternidad y seguir igual, o peor!
Jesús comenzó y terminó su respuesta señalándoles su error con una clara afirmación: "estáis equivocados..." y "estáis muy equivocados"
(Mr 12:24) "Entonces respondiendo Jesús, les dijo: ¿No erráis por esto, porque ignoráis las Escrituras, y el poder de Dios?"
(Mr 12:27) "...Así que vosotros, mucho erráis"
La razón fundamental de su error radicaba en el hecho de que eran ignorantes (Mr 12:24). El Señor señaló que había dos cosas que desconocían:
Ignoraban las Escrituras
Ignoraban el poder de Dios.

Ignorancia de las Escrituras

Empecemos por notar la seria advertencia que Jesús les hizo a los saduceos de su tiempo y que sigue teniendo la misma importancia en nuestros días: ignorar las Escrituras nos puede llevar a cometer graves errores.
Cuando dejamos de escuchar a Dios a través de su Palabra, lo único que nos queda es escuchar al hombre, ya sea a nuestro propio corazón o a otros. Pero la Palabra de Dios no se puede comparar con la de ningún hombre. El sucio corazón humano no es el lugar indicado para buscar la verdad de Dios. Incluso los filósofos más inteligentes no saben nada de Dios si previamente él no se lo revela. La Biblia es la única fuente de revelación fiable que el hombre tiene para conocer a Dios.
Es muy significativo que en sus altercados tanto con los fariseos como con los saduceos, Jesús consideraba a las Escrituras como el árbitro y la suprema corte de apelaciones en cada situación:
(Lc 10:25-26) "¿Haciendo que cosa heredaré la vida eterna? El le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿cómo lees?"
(Mt 19:3-4) "¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa? El respondiendo les dijo: ¿No habéis leído...?"
Sin embargo, lo que nos llama la atención aquí es que no fue sólo Jesús quien mencionó la Biblia, también lo hicieron los saduceos.
(Mr 12:19) "Maestro, Moisés nos escribió..."
Pero Jesús se quejó de lo mal que las interpretaban; tan grande era su falta de comprensión que la tildó de ignorancia.

¿Qué decía el Antiguo Testamento sobre la resurrección?

La controversia que Jesús tenía con los saduceos nos lleva a hacernos una pregunta: ¿Realmente hablaban las Escrituras del Antiguo Testamento acerca de la resurrección?
1. El Señor Jesucristo dijo que las Escrituras hablaban de su muerte y resurrección
Cuando Jesús se apareció después de resucitar a los dos de Emaús les dijo:
(Lc 24:25-27) "¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían".
A todos nosotros nos hubiera gustado estar aquel día allí para escuchar cómo el Señor explicaba el Antiguo Testamento y ver cómo éste hacía referencia a su Persona y Obra.
Todo esto nos hace pensar en cuánto conocemos nosotros del Antiguo Testamento. De hecho, el tema de la resurrección parecía no estar presente en la esperanza de los creyentes de la antigüedad. Veamos cómo se expresaban algunos de ellos:
(Sal 6:5) "Porque en la muerte no hay memoria de ti; en el Seol, ¿quién te alabará?"
(Sal 30:9) "¿Qué provecho hay en mi muerte cuando descienda a la sepultura? ¿Te alabará el polvo? ¿Anunciará tu verdad?"
(Is 38:18-19) "Porque el Seol no te exaltará, ni te alabará la muerte; ni los que descienden al sepulcro esperarán tu verdad. El que vive, el que vive, éste te dará alabanza, como yo hoy; el padre hará notoria tu verdad a los hijos."
Esto nos enfrenta con el hecho de que Dios realmente había revelado muy poco acerca de la eternidad. Pablo lo reconoció así, y añadió que el conocimiento de la vida eterna nos viene revelado fundamentalmente por el Evangelio.
(2 Ti 1:10) "Pero... ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio"
2. Algunos rayos de luz en el Antiguo Testamento
Pero a pesar de la oscuridad, no por ello dejaba de haber algunos rayos de luz muy claros. Por ejemplo, en su encuentro con los saduceos, Jesús citó el libro de Éxodo:
(Ex 3:6) "Yo soy el Dios de tu Padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob."
Algunos teólogos modernistas afirman que aquellos hombres no es que estuvieran vivos, sino que lo que había sobrevivido era su influencia. Muchos dirigentes que en el curso de su vida han ejercido influencia sobre el corazón y la mente de sus contemporáneos, siguen viviendo después de la muerte en el sentido de que la memoria de su ejemplo ofrece constante inspiración. Es decir, Abraham estaba vivo en la memoria de los Israelitas, aunque realmente estaba muerto.
Pero cuando Jesús habló de Abraham lo que dio a entender es que "vive" y que por lo tanto "resucitará".
De hecho, Abraham mismo creía en la resurrección. El autor de Hebreos nos pone un buen ejemplo de ello:
(He 11:17-19) "Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito, habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia: pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir."
Los saduceos tenían sus mentes cegadas por el prejuicio, o el racionalismo, o la cultura griega que habían asimilado. Ya no se sometían a la revelación de Dios.
3. Los símbolos del sistema levítico
Pero no sólo había indicios en el Antiguo Testamento de la resurrección general de los muertos, el propio sistema de sacrificios que ordenaba levítico anunciaba por medio de símbolos la resurrección de Cristo.
En una ocasión después de que Jesús sanara a un leproso, lo envió a los sacerdotes, que como hemos dicho eran en su mayoría saduceos, para que presentarán la ofrenda que mandó Moisés para estos casos (Mt 8:1-4). Seguramente aquellos sacerdotes nunca habían tenido que atender anteriormente un caso de un leproso que hubiera sido sanado, así que tal vez tampoco recordaban bien cuáles eran los sacrificios que había que presentar. Esto lo encontramos en Levítico:
(Lv 1:14) "Esta será la ley para el leproso cuando se limpiare... El sacerdote mandará luego que se tomen para el que se purifica dos avecillas vivas... Después tomará la avecilla viva... y la mojará en la sangre de la avecilla muerta sobre las aguas corrientes... y le declarará limpio; y soltará la avecilla viva en el campo".
Como podemos ver, éste era un sacrificio extraño, puesto que en lugar de un animal, eran necesarios dos. Una de las avecillas debía de ser sacrificada, y con su sangre se debía manchar a la otra que era soltada en el campo. En realidad, por medio de estos dos animales, se anunciaba la obra completa de Cristo: el mismo que murió fue el que también ascendió al cielo.
4. Las señales del pasado
En varias ocasiones Jesús mencionó el caso de Jonás como una señal de su resurrección:
(Jon 1:17-2:10) "Las aguas me rodearon hasta el alma, rodeóme el abismo; el alga se enredó a mi cabeza. Descendí a los cimientos de los montes; la tierra echó sus cerrojos sobre mí para siempre; mas tú sacaste mi vida de la sepultura, oh Jehová Dios mío".
(Mt 12:39-40) "El respondió y les dijo: La generación mala y adultera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches."
¿Por qué estaba Jonás en el vientre del gran pez? Por su pecado. ¿Por qué causa estuvo Jesús en la tumba? Por nuestro pecado. Y de la misma forma que Jonás salió de aquel pez, Cristo lo hizo del sepulcro.
5. Los anuncios de los profetas
Los profetas dieron ánimo al remanente fiel por medio de la esperanza en la resurrección:
(Os 6:2) "Nos dará vida después de dos días; en el tercer día nos resucitará, y viviremos delante de él."
Anunciaron la resurrección futura de todos los hombres:
(Dn 12:2) "Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua."

Ignorancia del poder

(Hch 26:8) "¡Qué! ¿Se juzga entre vosotros cosa increíble que Dios resucite a los muertos?"
Los saduceos cometieron el grave error de creer que si existía otra vida después de la muerte y de la resurrección, sería la misma forma de vida que ellos conocían. Ellos no creían que Dios podía crear otro orden de cosas, una vida nueva y diferente en que los problemas terrenales hallarían solución. Subestimaban el poder de Dios.
Cuando vemos cuerpos embalsamados, como las momias, cuando pensamos en huesos carcomidos, o cuerpos desintegrados que su polvo ha sido esparcido a los cuatro vientos, parece difícil creer en la resurrección. ¿Podrá Dios volver a formar un cuerpo en estas condiciones?
Podemos estar seguros de que para el Dios que dijo la palabra y salió el mundo de la nada, no será difícil llevar a cabo la resurrección.
Pero no olvidemos, que tal como enseñó el Señor Jesucristo, la vida de resurrección sería completamente diferente de la que ahora vivimos.
(Mr 12:25) "Porque cuando resuciten de los muertos, ni se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles que están en los cielos."
Dios no va a resucitar a los muertos volviendo a unir cada una de las células que formaban el cuerpo de la persona en el momento de morir. Dios va a hacer cuerpos nuevos, según el modelo que tenemos en Cristo.
1. Cristo demostró que tenía poder para resucitar muertos
Primeramente debemos notar que tenía poder sobre la muerte, y así lo manifestó cuando resucitó a otras personas.
Pero el hecho más glorioso e incomparable fue el de su propia resurrección. Esta es un anticipo y garantía de nuestra propia resurrección con él:
(Jn 11:25) "Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá."
2. Ya disfrutamos del poder de la resurrección
Los creyentes sabemos que Cristo resucitó y que tiene poder para resucitar nuestro cuerpo en el futuro, porque de hecho, ya disfrutamos de ese poder en nosotros.
La vida nueva que tenemos en él sólo es posible por medio de su resurrección:
(Ef 2:5-6) "Estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó"
Pablo oraba para que los creyentes pudieran experimentar este poder de la resurrección de una forma real en sus vidas.
(Ef 1:17-20) "... Para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis ... cuál es la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales."

Comentarios

México
  Armando García  (México)  (14/02/2020)

Excelente estudio, gracias y Dios les siga bendiciendo, gracias por compartir ...

Nicaragua
  Elías Umaña  (Nicaragua)  (07/10/2019)

Dios les bendiga, Gracias por este estudio, ha sido de mucha bendición para mi. Amen.

Guatemala
  Miguel Figueroa   (Guatemala)  (25/11/2015)

Bendiciones por estos estudios que son de mucho crecimiento espiritual para quienes queremos conocer más a nuestro Dios. Que el Espíritu Santo les guíe para beneficio de quienes seguimos a Dios.

Estados Unidos
  Nena Reyes  (Estados Unidos)  (05/05/2014)

Dios te Bendiga es de Bendicion este mensaje que Dios te siga guiando para estos mensajes.

México
  Iván Novelo  (México)  (06/05/2012)

Muy buen estudio, a los cristianos nos recuerda que el Señor tiene preparado lo mejor para todos sus hijos, y que esta vida es un paréntesis en el que debemos conocer mas a Dios, amarlo y disfrutar de El.

¡Que el Señor te siga inspirando mi hermano para propagar su palabra a todo el mundo, predicando el evangelio!
ha sido bendición para mi vida este estudio biblico!!!

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