Estudio bíblico de Éxodo 16:1-36
Exodo 16
Tema: Los israelitas llegaron al desierto de Sin; se quejaron por la falta de pan; recibieron pan y codornices; el pan o maná no debía ser recogido en el día del reposo; tenían que guardar una porción determinada de maná.
Observaciones
Hemos estado estudiando las experiencias de los israelitas. Después de salir de Egipto, cruzaron el Mar Rojo, dirigiéndose hacia el Monte Sinaí, se registraron siete experiencias de aquel pueblo que se corresponden con la experiencia cristiana. Hasta el momento, habían cantado la canción de Moisés, y habiendo viajado 3 días sin encontrar agua, llegaron a Mara donde el agua era amarga, y luego a Elim, donde encontraron agua y árboles en abundancia. Para nosotros, Elim es un símbolo de la experiencia cristiana fructífera y Dios ha prometido conducirnos a ese lugar. Hoy continuaremos el relato con la llegada de los viajeros al desierto de Sin, y los incidentes del maná y las codornices. Como cristianos, recordaremos que Cristo es el pan de vida. Leamos, pues, los versículos 1 al 3, en los que vemos que
Los israelitas se quejaron por la falta de comida
"Partieron de Elim, y toda la congregación de los hijos de Israel llegó al desierto de Sin, que está entre Elim y Sinaí, el día quince del segundo mes después de su salida de la tierra de Egipto. Y toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y contra Aarón en el desierto. Y los hijos de Israel les decían: Ojalá hubiéramos muerto a manos del Señor en la tierra de Egipto cuando nos sentábamos junto a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos; pues nos habéis traído a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud."
Solo habían transcurrido aproximadamente 2 meses y medio desde que los israelitas salieron de Egipto. Habían comenzado a quejarse cuando llegaron al Mar Rojo. Después de cruzar el mar, cantaron la canción de Moisés, la canción de la redención. Pero no pasó mucho tiempo antes de que comenzaran a quejarse otra vez.
Querían librarse de la esclavitud de Egipto pero, al poco tiempo de viajar por el desierto, les faltó el agua y la comida y comenzaron a quejarse nuevamente. Entonces recordaron las ollas de Egipto y suspiraron por ellas. De la misma manera, hoy hay muchos que han sido salvados del pecado y desean volver a su vieja vida. Muchos habremos sentido esa tentación.
Dios no tenía la intención de que su pueblo pasase hambre. Su plan era guiarlo a través del desierto y había prometido cuidarlo. Leamos los versículos 4 al 7, y veamos cómo
Dios proveyó el maná y las codornices
"Entonces el Señor dijo a Moisés: He aquí, haré llover pan del cielo para vosotros; y el pueblo saldrá y recogerá diariamente la porción de cada día, para ponerlos a prueba si andan o no en mi ley. Y sucederá que en el sexto día, cuando preparen lo que traigan, la porción será el doble de lo que recogen diariamente. Entonces Moisés y Aarón dijeron a todos los hijos de Israel: A la tarde sabréis que el Señor os ha sacado de la tierra de Egipto; y por la mañana veréis la gloria del Señor, pues El ha oído vuestras murmuraciones contra el Señor; ¿y qué somos nosotros para que murmuréis contra nosotros?"
Moisés y Aarón les preguntaron: "¿Por qué estáis quejándoos contra nosotros?" Sólo somos humanos y no podemos hacer ni proporcionaros nada. Pero Dios ha escuchado vuestras quejas y veréis la gloria de Dios". Cada vez que el pueblo se había quejado, había aparecido la gloria de Dios. Eso quiere decir que a Dios no le agradan los cristianos quejosos, que tienen la manía de criticar a los demás. Continuemos leyendo los versículos 8 al 13:
"Y Moisés dijo: Esto sucederá cuando el Señor os dé carne para comer por la tarde, y pan hasta saciaros por la mañana; porque el Señor ha oído vuestras murmuraciones contra El. Pues ¿qué somos nosotros? Vuestras murmuraciones no son contra nosotros, sino contra el Señor. Y Moisés dijo a Aarón: Di a toda la congregación de los hijos de Israel: Acercaos a la presencia del Señor, porque El ha oído vuestras murmuraciones. Y sucedió que mientras Aarón hablaba a toda la congregación de los hijos de Israel, miraron hacia el desierto y, he aquí, la gloria del Señor se apareció en la nube. Y habló el Señor a Moisés, diciendo: He oído las murmuraciones de los hijos de Israel. Háblales, diciendo: Al caer la tarde comeréis carne, y por la mañana os saciaréis de pan; y sabréis que yo soy el Señor vuestro Dios. Y sucedió que por la tarde subieron las codornices y cubrieron el campamento, y por la mañana había una capa de rocío alrededor del campamento."
Hemos visto que Dios no solo les proveyó el pan sino también les envió las codornices. O sea, que tuvieron una comida excelente. Leamos los versículos 14 al 21, que contienen una
Descripción del maná y su recolección
"Cuando la capa de rocío se evaporó, he aquí, sobre la superficie del desierto había una cosa delgada, como copos, menuda, como la escarcha sobre la tierra. Al verla, los hijos de Israel se dijeron unos a otros: ¿Qué es esto?, porque no sabían lo que era. Y Moisés les dijo: Es el pan que el Señor os da para comer. Esto es lo que el Señor ha mandado: Cada uno recoja de él lo que vaya a comer; tomaréis unos dos litros por persona, conforme al número de personas que cada uno de vosotros tiene en su tienda. Y así lo hicieron los hijos de Israel, y unos recogieron mucho y otros poco. Según la medida acordada, al que había recogido mucho no le sobró, ni le faltó al que había recogido poco; cada uno había recogido lo que iba a comer. Y Moisés les dijo: Que nadie deje nada para la mañana siguiente. Más no obedecieron a Moisés, y algunos dejaron algo para la mañana siguiente, pero crió gusanos y se pudrió; y Moisés se enojó con ellos. Lo recogían cada mañana, cada uno lo que iba a comer; pero cuando el sol calentaba, se derretía."
El pan debía ser recogido cada mañana. Y cada persona debía ocuparse de ello, pues tenía que ser una experiencia personal. Aquel pan nos habla del Señor Jesucristo como el Pan de Vida. El Evangelio de Juan 6:32 al 35, confirmando esta verdad dice:
"Entonces Jesús les dijo: En verdad, en verdad os digo: no es Moisés el que os ha dado el pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo, y da vida al mundo. Entonces le dijeron: Señor, danos siempre este pan. Jesús les dijo: Yo soy el pan de la vida; el que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed."
Volvamos a nuestro pasaje Bíblico y continuemos leyendo los versículos 22 al 24:
"Y sucedió que en el sexto día recogieron doble porción de alimento, es decir, unos cuatro litros para cada uno. Y cuando todos los jefes de la congregación vinieron y se lo hicieron saber a Moisés, él les respondió: Esto es lo que ha dicho el Señor: Mañana es día de reposo, día de reposo consagrado al Señor. Coced lo que habéis de cocer y hervid lo que habéis de hervir, y todo lo que sobre guardadlo para mañana. Y lo guardaron hasta la mañana como Moisés había mandado, y no se pudrió ni hubo en él gusano alguno."
Dios les proveería el alimento día a día. Pero el día anterior al día del reposo debían recoger lo suficiente para dos días. Como hemos adelantado ya, aquel pan representaba a Cristo como el Pan de Vida que descendió del cielo para dar Su vida por el mundo. El es el verdadero Pan. El es el que nos da la vida y el sustento.
Leamos los versículos 25 26, que nos hablan del
Día de reposo
"Y Moisés dijo: Comedlo hoy, porque hoy es día de reposo para el Señor; hoy no lo hallaréis en el campo. Seis días lo recogeréis, pero el séptimo día, día de reposo, no habrá nada."
Aquí destacaremos que el sábado, el día del reposo, fue dado a Israel antes de la promulgación formal de la ley. La finalidad del sábado o día del reposo era enseñarles una gran lección sobre su dependencia total del Señor, que tenía una amplia aplicación, tanto en las cosas prácticas como el alimento de cada día como en el ámbito espiritual como la salvación del alma y su relación con Dios. Más adelante tendremos ocasión de profundizar más en nuestro estudio sobre esta enseñanza. Continuemos leyendo el versículo 27 al 31:
"Y sucedió que el séptimo día, algunos del pueblo salieron a recoger, pero no encontraron nada. Entonces el Señor dijo a Moisés: ¿Hasta cuándo os negaréis a guardar mis mandamientos y mis leyes? Mirad que el Señor os ha dado el día de reposo; por eso el sexto día os da pan para dos días. Quédese cada uno en su lugar, y que nadie salga de su lugar el séptimo día. Y el pueblo reposó el séptimo día. Y la casa de Israel le puso el nombre de maná, y era como la semilla del cilantro, blanco, y su sabor era como de hojuelas con miel."
Ahora veremos algo relacionado con el aspecto del pan.
¿Cómo podría describirse aquel pan? Resulta difícil de explicar. Era una comida excelente, que contenía todo el sustento que el pueblo necesitaba. Sin embargo la gente pronto comenzó a quejarse. El libro de los Números 11.4 y 5, registra el incidente y dice:
"Y el populacho que estaba entre ellos tenía un deseo insaciable; y también los hijos de Israel volvieron a llorar, y dijeron: ¿Quién nos dará carne para comer? Nos acordamos del pescado que comíamos gratis en Egipto, de los pepinos, de los melones, los puerros, las cebollas y los ajos"
Esto es lo que aquella multitud añoraba en el desierto, recordando a Egipto. Se trataba de vegetales que crecían en la tierra o bajo su superficie, más bien condimentos, sin un valor nutritivo real, como los pepinos, melones, puerros, cebollas y ajos. Es decir, alimentos que por sí mismos no satisfacen porque, además, se utilizan como guarnición para complementar las comidas. Por aquellos, sí sentían hambre, y los recordaban con nostalgia. Leamos también, en el mismo capítulo del libro de Números, el 11; 6,
"pero ahora no tenemos apetito. Nada hay para nuestros ojos excepto este pan."
Y los versículos 7 y 8 añaden, con respecto al pan, también llamado maná:
"Y el maná era como una semilla de cilantro, y su aspecto como el del bedelio. El pueblo iba, lo recogía y lo molía entre dos piedras de molino, o lo machacaba en el mortero, y lo hervía en el caldero y hacía tortas con él; y tenía el sabor de tortas cocidas con aceite."
Como vemos, aquel pan podía ser preparado de diversas maneras, y estaba lejos de ser una comida monótona. Sin embargo, los israelitas se cansaron de comerlo y así despreciaron aquella comida celestial, quejándose por tener que comerla. Seguían recordando aquellas ollas de Egipto. En otras palabras, querían regresar al lugar del cual habían sido liberados.
Me temo que esta misma historia podría contarse de algunas personas que se han convertido a Cristo y, por lo tanto, pueden considerarse cristianas. Personas que han sido liberadas de lo que aquel Egipto simbolizaba, es decir, del mundo como sisTema ajeno a Dios. Personas que, después de su conversión, y de vez en cuando, desean regresar a sus antiguos hábitos o costumbres. Tales creyentes necesitan realizar una ruptura completa con su antigua vida. No es posible continuar viviendo como en el pasado, bajo los valores de aquel otro mundo opuesto a Dios y, al mismo tiempo, ser útiles a Dios y experimentar Su paz en el corazón. Hay que romper con esa época ya superada, que frecuentemente se hace presente en la mente, intentándola esclavizar otra vez. Debemos vivir del Pan verdadero que vino del cielo, es decir, del Señor Jesucristo.
Regresemos a nuestro pasaje Bíblico de hoy y leamos los versículos 32 y 33:
"Y Moisés dijo: Esto es lo que el Señor ha mandado: Que se guarde una medida de dos litros de maná para vuestras generaciones, para que vean el pan que yo os di de comer en el desierto cuando os saqué de la tierra de Egipto. Entonces dijo Moisés a Aarón: Toma una vasija y pon en ella unos dos litros de maná, y colócalo delante del Señor a fin de guardarlo para vuestras generaciones."
Una jarra de oro con maná fue guardada en el arca o cofre del pacto, descrito con mayor detalle en la parte final de este libro del Éxodo. En dicho cofre se conservaron finalmente 3 cosas: (1) La vara o bastón de Aarón, en el que brotaron retoños, (2) La jarra con el maná y (3) y las tablas del pacto, que contenían la Ley de Dios, los 10 mandamientos. La ley nos habla del hecho de que solamente Cristo guardó la Ley. El la cumplió por ti y por mí. El pan o maná, nos habla de la muerte de Cristo por nosotros. El nos ha provisto el alimento espiritual. Y la vara o bastón de Aarón que retoñó nos ilustra la resurrección de Cristo. Sobre aquel arca o cofre, sirviendo como una tapa estaba el llamado propiciatorio, de oro puro, sobre el cual se rociaba la sangre de los sacrificios. Únicamente Cristo pudo satisfacer las demandas de Dios. Solamente El puede salvar y puede salvarnos a nosotros porque ha derramado su propia sangre. Debido a Su sacrificio, la gracia y misericordia de Dios se extienden hacia el ser humano, hacia el pecador.
Leamos los versículos finales de este capítulo 16, que son el 34 y el 35:
"Tal como el Señor ordenó a Moisés, así colocó Aarón la canasta con el maná delante del cofre del pacto para que fuera guardado. Y los hijos de Israel comieron el maná cuarenta años, hasta que llegaron a tierra habitada; aquel pan comieron hasta que llegaron a los límites de la tierra de Canaán."
Estos versículos nos dicen que los israelitas comieron aquel pan durante los cuarenta años que vagaron por aquel desierto. Y además, ya hemos leído anteriormente cuál era su ración diaria. Cuando finalmente llegaran a la Tierra Prometida, la provisión del maná cesaría y comerían nuevamente del antiguo maíz. Creo que, al final, descubrirían que, después de todo, aquel pan era un alimento realmente estimulante. En efecto, había sido una comida exótica, comparada con el viejo maíz.
Para terminar haremos una última aplicación práctica, necesaria para todos aquellos que han sido salvados, redimidos, que han aceptado la obra de Jesucristo al morir en una cruz. Pero, a partir de ese día, han continuado hablando solo de esa experiencia, pero no han crecido ni se han desarrollado espiritualmente; no han profundizado su conocimiento del Señor porque no se han alimentado lo suficiente con la Palabra de Dios. Y es precisamente de esa Palabra que Dios desea que nos nutramos. La aplicación se extiende también hacia aquellos que aun no han llegado a tener un conocimiento personal del Señor Jesucristo como su Salvador. Si aun no has saboreado ese pan que descendió del cielo, te sugiero que vengas a Cristo y lo pruebes. El Salmo 34:8, dice,
"Probad y ved que el Señor es bueno. ¡Cuán bienaventurado es el hombre que en El se refugia!"
Además, y en el Evangelio de Juan 6:51, el Señor Jesucristo dijo:
"Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo también daré por la vida del mundo es mi carne."
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