Estudio bíblico de Éxodo 15:1-27
Exodo 15
Tema: Moisés y los israelitas cantaron una canción dedicada a la redención; la gente se quejó porque no disponía de agua para beber; episodios de las aguas amargas de Mara y de las fuentes de Elim.
Al finalizar nuestro programa anterior leímos el relato del cruce del Mar Rojo por parte de los israelitas, cuando huían del ejército que les perseguía. Por el poder de Dios y bajo la guía de Moisés llegaron a salvo a la otra orilla. Entonces cantaron
La canción de la redención
Leamos los versículos 1 al 3:
"Entonces Moisés y los hijos de Israel cantaron este cántico al Señor, y dijeron: Canto al Señor porque ha triunfado gloriosamente; al caballo y a su jinete ha arrojado al mar. Mi fortaleza y mi canción es el Señor, y ha sido para mí salvación; éste es mi Dios, y le glorificaré, el Dios de mi padre, y le ensalzaré. El Señor es fuerte guerrero; el Señor es su nombre."
Aquí vemos a una multitud que estaba cantando con entusiasmo. Es la misma que solo unas horas antes, del otro lado del Mar Rojo, estaba quejándose y protestando, expresando su deseo de regresar a Egipto. Le habían dicho a Moisés: "¿Acaso no había sepulcros en Egipto para que nos sacaras a morir en el desierto?" Recordemos que en la primera carta de S. Pablo a los Corintios 10:11, el apóstol dijo: "Estas cosas les sucedieron como ejemplo, y fueron escritas como enseñanza para nosotros, para quienes ha llegado el fin de los siglos".
Dios utilizó la experiencia vivida por aquel pueblo para enseñarnos una verdad importante. Dice también el mismo apóstol en el mismo capítulo 10; 1 y 2:
"Porque no quiero que ignoréis, hermanos, que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron por el mar; y en Moisés todos fueron bautizados en la nube y en el mar"
¿Cómo quedaron los israelitas bautizados en Moisés? No puede haber sido por agua, porque cruzaron el mar por un sendero abierto en el fondo y pisando tierra seca. ¿Qué significa aquí que fueron bautizados en la nube y en el mar? Significa que se identificaron con él. El primer significado del bautismo es la identificación. Hablamos del bautismo por agua, al que yo considero importante, porque explica el verdadero bautismo, que es el que realiza el Espíritu Santo, que nos identifica con Cristo, y nos coloca en Cristo, uniéndonos a El. ¿Cómo fueron los israelitas bautizados en Moisés? Ellos estaban quejándose a un lado del mar y cuando cruzaron a la otra orilla, cantaron la canción de Moisés. Se habían identificado con Moisés. Habían sido liberados por medio de él.
Dice la carta a los Hebreos 11:29: "Por la fe pasaron el mar Rojo como por tierra seca, y cuando los egipcios lo intentaron hacer, se ahogaron". Fue "por la fe" que los israelitas cruzaron el mar. ¿Pero, por la fe de quién? No fue por la fe de ellos porque no tuvieron ninguna fe hasta que atravesaron el mar. Se habían identificado con Moisés, así que fue por la fe de Moisés. Moisés había extendido su mano sobre las aguas del Mar Rojo. El les había guiado al cruzar el mar, hasta que llegaron a la otra orilla. Y fue Moisés el que elevó una canción de liberación. Ahora sí que aquel pueblo había visto la salvación provista por Dios. Por eso decimos que se habían identificado con Moisés; se habían bautizado en Moisés.
Esto es lo que sucede cuando confías en el Señor Jesucristo como Salvador. Así como le sucedió a aquel pueblo, esclavo en Egipto, El es el que te ha rescatado de la esclavitud y de la oscuridad de este mundo. Te ha conducido a través del Mar Rojo. Estamos hablando de Su liberación, Su salvación y Su redención. El nos ha traído a un lugar seguro donde podemos elevar ante El una canción de redención. Entonces, hemos sido unidos a El. Hemos sido bautizados a El. El apóstol Pablo dice, además, en la citada primera carta a los Corintios 12:13;
"Pues por un mismo Espíritu todos fuimos bautizados en un solo cuerpo, ya judíos o no judíos, ya esclavos o libres, y a todos se nos dio a beber del mismo Espíritu."
El Espíritu Santo es el que nos une a Cristo y logra que lleguemos a ser uno, juntamente con El. Es una maravillosa experiencia estar unido a El. Somos miembros del cuerpo espiritual de Cristo. El Espíritu Santo nos ha unido a El. Es una de las consecuencias de la redención que tenemos en Cristo. Así que lo que le sucedió a aquel pueblo israelita quedó como ejemplo para nosotros y es una figura de nuestra redención y de lo que el Espíritu Santo hace cuando confiamos en el Señor Jesucristo como Salvador.
Antes que los israelitas se unieran a Moisés para cantar la canción de la redención a su Dios, sus canciones eran tristes. Y ellos estarían pronto volviendo a entonar aquellas canciones melancólicas, mientras viajaran por el desierto. Sin embargo, por esta vez, cantaron una jubilosa canción de redención.
Esta canción podría compararse con la canción de Débora y Barac, incluida en el libro de los Jueces. Es que hay muchas canciones en la Biblia. El rey David compuso muchas de ellas y las cantó; pueden encontrarse en el libro de los Salmos y son de gran calidad. Incluso el profeta Jeremías tenía una canción, aunque frecuentemente expresada con penas y lamentos. Y otros profetas también cantaron canciones, que quedaron registradas por todo el Antiguo testamento.
El Nuevo Testamento comienza con canciones. El médico Lucas incluyó varias en su evangelio: estaba la canción de Elizabet, cuando recibió el mensaje de que iba a tener un hijo. La virgen María cantó también una canción cuando supo que iba a ser la madre del Señor Jesucristo. Y otras canciones estuvieron relacionadas con el nacimiento de Cristo. Finalmente, en el último libro de la Biblia, el Apocalipsis, podemos vislumbrar una imagen momentánea del cielo, donde vemos a una gran multitud reunida alrededor del trono de Dios, cantando una nueva canción. Allí todos tendremos un cuerpo nuevo, con una nueva voz, y podremos participar en aquel gran coro.
Si nos hemos imaginado a Dios como un ser venerable y pacífico, nos extrañará verle, en esta canción de Moisés, como un guerrero. También en el capítulo 19 del citado libro de Apocalipsis, le vemos venir a la tierra para reprimir toda la maldad. Hasta que Su venida tenga lugar, este mundo no tendrá paz. En el evangelio según Mateo 10:34, el Señor dijo: "No penséis que vine a traer paz a la tierra; no vine a traer paz, sino espada." Estas palabras fueron dichas de su primera venida a la tierra. La segunda vez que venga, traerá paz por medio de una lucha. Será la única manera de librar a este mundo de la maldad y la perversidad.
La canción de Moisés y los israelitas vuelve a relatar la tremenda experiencia que tuvieron al cruzar el Mar Rojo. Su canción contó la historia de lo que le habían visto hacer a Dios, y de lo que Dios había hecho por ellos. Algo que no serían capaces de olvidar, y esta canción mantendría esa experiencia en sus recuerdos.
Continuemos leyendo los versículos 4 al 6:
"Los carros de Faraón y su ejército arrojó al mar, y los mejores de sus oficiales se ahogaron en el mar Rojo. Los abismos los cubren; descendieron a las profundidades como una piedra. Tu diestra, oh Señor, es majestuosa en poder; tu diestra, oh Señor, destroza al enemigo."
Este pueblo celebraba de esta forma su liberación porque Egipto y los egipcios representaron, para ellos, a los poderes de este mundo, la esclavitud, su desesperanza e impotencia. Pero ahora habían sido redimidos. Y ese Tema constituía la esencia de su canción.
Recordemos que acababan de salir de una tierra de idolatría y que cada una de las plagas había estado dirigida contra uno de los dioses del país. ¿Y a qué conclusión habían llegado? Leamos los versículos 11 al 13:
"¿Quién como tú entre los dioses, oh Señor? ¿Quién como tú, majestuoso en santidad, temible en las alabanzas, haciendo maravillas? Extendiste tu diestra, los tragó la tierra. En tu misericordia has guiado al pueblo que has redimido; con tu poder los has guiado a tu santa morada."
Dios les había enseñado valiosas lecciones sobre Si mismo. Ellos eran ahora, un pueblo redimido. Y la redención del pueblo tenía que ocurrir en primer lugar. Dios no te estará pidiendo que hagas algo para El hasta que hayas sido salvado, redimido; hasta que hayas aceptado Su salvación, realizada por medio del Señor Jesucristo sobre la cruz. No te pide nada a ti. Tampoco quiere nada del mundo, ni le pide que trate de mejorar, ni que eleve su nivel moral, ni que mejore su aspecto exterior. Solo le hace a cada persona la siguiente pregunta: ¿Qué harás con mi hijo Jesús que murió por ti? Leamos nuevamente el versículo 13: (arriba)
Estas palabras suenan como si ya se encontrasen en la Tierra Prometida. Por lo que a Dios se refiere, es como si estuviesen en esa tierra porque El iba a conducirles hacia allí. Leamos los versículos 18 y 19:
"El Señor reinará para siempre jamás. Porque los caballos de Faraón con sus carros y sus jinetes entraron en el mar, y el Señor hizo volver sobre ellos las aguas del mar; pero los hijos de Israel anduvieron por en medio del mar sobre tierra seca."
Y ahora, el relato nos presenta a una mujer de la cual no habíamos oído desde el nacimiento de Moisés. Se trata de Miriam, la hermana de Moisés y Aarón. Leamos los versículos 20 y 21:
"Y Miriam la profetisa, hermana de Aarón, tomó en su mano el pandero, y todas las mujeres salieron tras ella con panderos y danzas. Y Miriam les respondía: Cantad al Señor porque ha triunfado gloriosamente; al caballo y su jinete ha arrojado al mar."
Esta es pues la conclusión de esta canción de alabanza y gratitud a Dios por su liberación.
Pasemos ahora a considerar los incidentes que se produjeron cuando
Los israelitas se quejaron por la falta de agua
Los israelitas, ya en la otra orilla del Mar habían pasado por una gran experiencia de alabanza, al haber cantado, como pueblo redimido, la canción de Moisés. Podríamos esperar que, a partir de aquellos momentos, las asperezas del camino de sus vidas hubieran desaparecido y su existencia se parecería a un lecho de rosas. Y que no tendrían que enfrentar más dificultades, sin nubes en el cielo, sin espinas en su sendero ni un suspiro de tristeza por parte de nadie. Pero, viajaron durante 3 días por el desierto y, ¿qué sucedió? ¡Que tuvieron sed! Leamos el versículo 22:
"Moisés hizo partir a Israel del mar Rojo, y salieron hacia el desierto de Shur; anduvieron tres días en el desierto y no encontraron agua."
Egipto había sido para ellos una tierra de abundancia, con mucha agua. Pero apenas cruzaron el Mar Rojo se encontraron en circunstancias totalmente diferentes. Ya no disponían más de agua. Las cisternas y depósitos de Egipto no estaban a su disposición y no podían encontrar fuentes de aguas para sobrevivir. Creo que ésta es la experiencia de cada hijo de Dios que ha pasado por la experiencia del nacimiento a una nueva vida. Después de recibir la salvación, el creyente descubre que las cisternas de Egipto, (en este pasaje símbolo del mundo) no satisfacen en absoluto. En ese período de tiempo, el alma tiene sed. De esa época habla el apóstol Pablo en su carta a los Filipenses 3:7, cuando dice: "Pero todo lo que para mí era ganancia, lo he estimado como pérdida por amor de Cristo". Entonces, el apóstol reveló una gran sed, un gran anhelo, cuando dijo en el mismo capítulo, versículo 10, que deseaba "conocerle a El, el poder de su resurrección y la participación en sus padecimientos, llegando a ser como El en su muerte". Esta es la experiencia del hijo de Dios después de haber sido redimido.
Después de que has sido salvado (y continuando con el vocabulario de este episodio histórico) siempre hay un viaje por el desierto. Te surge la sed, pero las cisternas de Egipto, simplemente ya no te satisfacen más. Pero del agua viva nos habla el Evangelio de Juan 7:37, que dice:
"Y en el último día, el gran día de la fiesta, Jesús puesto en pie, exclamó en alta voz, diciendo: Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba."
Estar sedientos y no encontrar agua fue la primera experiencia de aquel pueblo. Pero después, pasaron por otra experiencia que no fue mucho mejor. Leamos los versículos 23 al 26:
"Cuando llegaron a Mara no pudieron beber las aguas de Mara porque eran amargas; por tanto al lugar le pusieron el nombre de Mara. Y murmuró el pueblo contra Moisés, diciendo: ¿Qué beberemos? Entonces él clamó al Señor, y el Señor le mostró un árbol; y él lo echó en las aguas, y las aguas se volvieron dulces. Y Dios les dio allí un estatuto y una ordenanza, y allí los puso a prueba. Y dijo: Si escuchas atentamente la voz del Señor tu Dios, y haces lo que es recto ante sus ojos, y escuchas sus mandamientos, y guardas todos sus estatutos, no te enviaré ninguna de las enfermedades que envié sobre los egipcios; porque yo, el Señor, soy tu sanador."
O sea que su segunda experiencia del otro lado el mar fue encontrar las aguas amargas de Mara. Después de 3 días de viaje por el desierto, estaban sedientos y al probar el agua, resulta que era amarga y no apta para beber. Recordemos que los israelitas eran ya un pueblo redimido, liberado. Y aquel lugar, Mara, estaba precisamente en el camino por el que Dios les había guiado. El había dispuesto que pasaran por allí con un propósito.
No se si te habrás dado cuenta, pero el oasis de Mara forma parte de la experiencia cristiana normal. Cuando un cristiano pasa por una experiencia amarga, la considera como un evento misterioso e incomprensible. Muchos dicen, ¿por qué tenía que sucederme esto a mí? No puedo deciros por qué ciertas cosas les suceden a los cristianos, pero sí se que Dios no les está castigando. Les está formando y preparándoles para algo. Justo en el camino de cada creyente hay un lugar como Mara. Dios lo ha permitido así, para que pasemos por allí. Y es que ya sabemos que en la vida nos enfrentamos con muchas frustraciones, decepciones y penas. Nuestros planes pueden deshacerse, como las piezas de un rompecabezas. Todos habremos de transitar por dicho lugar de aguas amargas. No podemos evitarlo desviándonos ni dando un rodeo; ni saltando sobre él ni cavando un túnel para pasar por debajo.
Es como si Dios utilizase un hierro de marcar; el que se usa para marcar el ganado. La marca causa dolor al animal pero, a partir de ese momento, todos sabrán a quién pertenece y además, dicha marca impedirá que se pierda. Dios hace lo mismo con nosotros en la actualidad.
¿Y qué se hizo para endulzar aquellas aguas amargas? Se nos dice se arrojó un árbol al agua y ésta se convirtió en agua dulce. El árbol tiene un significado simbólico en la Biblia. En el libro del Deuteronomio 21:23, dice: "el colgado es maldito de Dios" y en la carta a los Gálatas 3:13, dice: "Maldito todo el que cuelga de un madero". Jesús murió colgado de un madero, de un leño, y es exactamente aquella cruz la que convierte las experiencias amargas de la vida, en momentos dulces. El probó la muerte por cada ser humano y le quitó a la muerte su aguijón. Decía el apóstol Pablo en su primera carta a los Corintios 15:55: "¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?" Es pues la cruz de Cristo la que convierte las experiencias de la vida, al pasar por Mara, en dulces experiencias.
Dice, finalmente, el versículo 27:
"Llegaron a Elim, donde había doce fuentes de agua y setenta palmeras, y acamparon allí junto a las aguas."
Elim fue el lugar de las bendiciones abundantes y de la fertilidad, de las palmeras y las fuentes de agua. Después de la amargura de Mara Dios condujo a su pueblo a Elim. Me recuerda a las palabras del Salmo 30:5, que dice: "el llanto puede durar toda la noche, pero a la mañana vendrá el grito de alegría" El apóstol Pedro estaba encerrado en la celda más interior, pero el ángel le abriría la puerta. Pablo y Silas fueron azotados a medianoche, pero un terremoto les liberó de la prisión. Siempre hay hoy un lugar como Mara en la senda del peregrino: pero, mi estimado amigo, también hay otro lugar como Elim. Recordemos que el patriarca Jose, pasó por esa experiencia. Y Moisés, Elías, y el rey David y tantos otros, famosos y desconocidos a lo largo de la historia. Junto a cada Mara, hay un Elim. Más allá de toda sombra, de cada nube, está el sol. Más allá de la oscuridad, se encuentra la luz. Más allá de cada prueba o dificultad se encuentra el triunfo. Y más allá de cada tempestad, hay un arco iris. Esperamos que estos incidentes tan lejanos, que nos señalan experiencias y situaciones tan cercanas, refuercen nuestra esperanza en Dios.
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