Estudio bíblico de Judas 1:19-20
Judas 19 y 20
Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro recorrido por esta breve epístola de Judas y volvemos hoy al versículo 19. Y aquí, Judas, estaba describiendo nuevamente al apóstata. Después, Judas nos habló en cuanto a estas personas que no habían sido regeneradas. El versículo 19 dice;
"Éstos son los que causan divisiones; los sensuales, que no tienen al Espíritu."
Esta gente fue llamada sensual. Además el apóstol dijo que no tenían al Espíritu Santo.
Cuando el apóstol Pablo llegó a Éfeso, ése se convirtió en un tema de actualidad. Algunos creían ser creyentes, cuando en realidad no lo eran. Sólo habían escuchado del bautismo de Juan. Entonces, él les hizo la pregunta: "¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis?" y le respondieron que no sabían nada acerca de la existencia del Espíritu, ni de la aplicación de la muerte y resurrección de Cristo. Después de escuchar la explicación de Pablo creyeron y recibieron el Espíritu Santo.
El hombre tiene entonces una naturaleza triple. En la primera carta a los Tesalonicenses el apóstol les escribió diciendo: "el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo".
Si usted lee cuidadosamente el relato de la creación del hombre, descubrirá aquí que el hombre fue sacado físicamente de la tierra. Y nuestros cuerpos, cuando ya terminemos de usarlos, saldremos de ellos porque en este hecho consiste la muerte; estos cuerpos en los que hayamos vivido volverán a la tierra. En la resurrección del creyente, serán resucitados. Fueron sembrados en corrupción, y serán resucitados en incorrupción.
Pero, ¿qué fue lo que sucedió con este hombre que Dios creó? Bueno, Él le ha dado lo que llamamos alma, que es la parte psicológica, es decir, esa parte que le dirige a él en su acercamiento al universo físico. Él siente hambre y otras necesidades biológicas y las satisface. Y esta persona puede ser, en realidad, una persona muy generosa. Puede ser una persona muy amigable, muy atractiva, y tener aquello que nosotros llamamos "carisma". Hay muchas personas que no son salvas pero que son así; personas muy agradables, por cierto. Pero, esto por supuesto, es algo superficial. Por dentro, la situación es diferente. Pero esta es la naturaleza sicológica del hombre.
Ahora, Dios también le dio un aliento al hombre, un aliento de vida, o si no usted puede llamarlo "pneuma", - el espíritu, - y este es el espíritu humano del hombre. Ese espíritu es superior a lo psicológico; es aquello que mira hacia Dios, aquello que desea, que ansía a Dios, aquello que quiere adorar.
Es por eso que decimos que el hombre tiene una naturaleza tripartita. Es una trinidad, en realidad. El cuerpo, es la parte física, el alma es la parte psicológica, y el espíritu, la parte espiritual. La parte psicológica es lo que Judas calificó como "sensual, en el versículo 19.
Ahora, ¿qué sucedió realmente en la caída? En su naturaleza tripartita nos agrada pensar del ser humano como si fuera una casa dividida en tres pisos. En el primer piso se encuentra la cocina, que es la parte física. En el segundo piso está la biblioteca y la sala de música, y esta es la parte psicológica, y en el piso superior, se encuentra la capilla, es decir, un lugar para la adoración, y esta es la parte espiritual. En este piso superior también está la Palabra de Dios, porque el hombre no la entenderá sin la guía del Espíritu Santo. El hombre natural no aceptaría esa guía. Lo espiritual estaba originalmente en la parte superior, pero en la caída, el hombre murió espiritualmente, y esa casa se dio vuelta, quedó en posición invertida. La parte física quedó en la parte superior. El hombre, en su estado natural, es un ser primordialmente físico. La alimentación es su máxima prioridad, y su supervivencia es la primera ley de su vida. Se parece al mundo animal en que es un ser físico, pero también es un ser psicológico. Es consciente de sí mismo. Disfruta de la música y ama la belleza. Y también es vulnerable y cede ante la inmoralidad. Ésta es pues el área, la parte sensual, a la cual se refirió el apóstol Judas en este pasaje. En la caída, por lo tanto, la parte espiritual del hombre murió y este ser humano ya no tiene la capacidad para comunicarse con Dios. En realidad, se ha convertido en un enemigo de Dios.
Sin embargo, cuando usted y yo venimos al Señor Jesucristo y confiamos en Él como Salvador, se nos dio una nueva naturaleza, y esta naturaleza nueva puede responder a la acción del Espíritu Santo. Pero aún conservamos la vieja naturaleza. Todavía podemos ser dominados por la parte física o carnal. Recordemos que el apóstol Pablo tuvo mucho que decir al respecto y en Romanos 8:5 y 6, escribió: "Porque los que son de la carne (es decir, el hombre natural o el apóstata) piensan en las cosas de la carne, (y eso es todo en lo que están interesados), pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu (y estos son los que procuran agradar a Dios)". Y el apóstol continuó escribiendo en el versículo 6, "El ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del espíritu es vida y paz". Cuando usted vive controlado por esa naturaleza baja o inferior, (la parte psicológica, sensual) está espiritualmente muerto ante Dios y no tiene una relación de compañerismo con Él. Esa comunión ha quedado rota. El apóstol Juan dijo en su carta, 1:6, "Si decimos que tenemos comunión con Él y andamos en tinieblas, mentimos y no practicamos la verdad". Pero el que vive controlado por el Espíritu e intenta agradar a Dios, está verdaderamente disfrutando de una vida cristiana, de una vida de calidad. El espíritu de esa persona, en vez de descender de nivel o dirigirse hacia abajo, y actuar dominado por las pasiones físicas, realiza las obras que Dios quiere que lleve a cabo. Ahora Pablo también dijo en Romanos 8:7, "Porque cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios, porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden". Usted no puede lograr que la vieja naturaleza obedezca a Dios. Usted no puede reformarse a sí mismo. Y los versículos 8 y 9 de este mismo capítulo de Romanos dicen: "y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. Pero vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios está en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Él". Así que usted no puede agradar a Dios cuanto está dominado por la naturaleza física. Sólo puede agradarle cuando se entrega a Él, colocándose en una posición en la cual Él puede utilizarle.
Esto nos lleva a considerar lo que sucede cuando una persona se convierte, Antes de convertirnos a Cristo, usted y yo estábamos muertos espiritualmente en nuestro pecado. Podíamos llevar una vida aparentemente normal, actuar con una cierta naturalidad, en fin, todo lo que implica una vida física, aunque estábamos espiritualmente en un estado de muerte. Ahora, cuando una persona escucha el Evangelio, el Espíritu de Dios lo aplica a su corazón y ella confía en Cristo. En este caso, decimos que ha nacido espiritualmente y, en consecuencia, tiene una capacidad para relacionarse con Dios. No hay poder en esa nueva naturaleza, así que el Espíritu Santo viene a habitar en esa persona. Esto fue lo que el apóstol Pablo quiso decir cuando escribió en Romanos 8:9, "Pero vosotros no vivís según la carne, si es que el Espíritu de Dios está en vosotros". En otras palabras, el Espíritu habitando en usted es una marca o señal de que es un hijo de Dios. El Espíritu es el que nos regenera, por ello la Biblia dice que somos nacidos por el Espíritu. El Espíritu habita en usted no solo para ayudarle, sino también para ayudarle a interpretar la Palabra de Dios. Entonces, esa Palabra ya no será algo que no tenga sentido; abrirá para usted un nuevo mundo y una nueva vida.
Sin embargo tiene lugar una lucha, de la cual habló el apóstol Pablo en su carta a los Gálatas, en el capítulo 5:17, que dice: "Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu y el del Espíritu es contra la carne, y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisierais". Éstas son las dos naturalezas que coexisten dentro del creyente. La vieja naturaleza, esa naturaleza inferior, la parte psicológica del ser humano, quiere alejarse de Dios. Pero la parte espiritual quiere acercarse a Dios. Si usted es un hijo de Dios habrá sentido este conflicto. Hay momentos en los cuales uno siente la necesidad de acercarse a Dios y otros, en los que se aleja para hacer las cosas que a Él no le agradan, ese es el motivo por el cual a veces pasamos por períodos de inestabilidad en nuestra vida cristiana. O nos sentimos elevados, con el ánimo en las alturas, inspirados por vivir cerca de Dios, o nos encontramos deprimidos, con el ánimo bajo, y descontentos. Ésta es una realidad que nos afecta a la mayoría. Siempre ha sido así, aunque los últimos tiempos de crisis que estamos viviendo parecen favorecer estos estados de ánimo.
En Primera de Corintios 15:45, hablando sobre la resurrección, el apóstol Pablo escribió lo siguiente: "Fue hecho el primer hombre, Adán, (es decir, el ser psicológico) alma viviente; el último Adán, espíritu que da vida". Ésta fue la diferencia entre el primer Adán y el segundo Adán. Entre Adán en el jardín del Edén y el Señor Jesucristo en la cruz. El Señor Jesucristo vino a entregar Su vida, para poder ser un Espíritu que diera vida. Y en los versículos 46 y 47 Pablo continuó escribiendo: "Pero lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual. El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo". Creemos que esta es la gran diferencia que hay entre Adán antes de su caída y el ser humano de hoy que no ha sido regenerado. Así que hoy, al creer en Cristo nos convertimos en hijos de Dios y Él nos da una nueva naturaleza, que tiene la capacidad de relacionarse, de comunicarse con Dios. La naturaleza más elevada del hombre en el principio, la recibió cuando Dios sopló en su nariz el hálito de vida, pero ese fue un espíritu que podía caer, como así sucedería. En la actualidad nosotros tenemos una naturaleza que es pecaminosa, y la conservaremos mientras permanezcamos en este cuerpo, porque en realidad controla nuestro cuerpo; esta es, como dijimos anteriormente, la parte psicológica del ser humano.
Lo que queremos enfatizar aquí es que la parte carnal nos arrastra hacia un nivel interior, y que el Espíritu nos impulsa hacia un nivel superior. El apóstol Judas dijo que los apóstatas nunca podían llegar al reino, a la esfera del Espíritu, porque no tenían el Espíritu. Los llamó "sensuales" porque nunca se elevaban más allá de su estado psicológico. Así que, amigo oyente, resulta fácil saber si usted es o no un hijo de Dios. El apóstol Pablo presentó una lista de las obras o acciones de la parte carnal en Gálatas 5:19 al 21, y si usted está produciendo aquellas obras en su vida, está viviendo controlado por las pasiones de esa parte carnal. A continuación el apóstol presentó el fruto del Espíritu en los versículos 22 y 23 de ese mismo capítulo 5. Si esas características son una realidad en su vida, entonces usted es un hijo de Dios. Vemos con claridad por qué el apóstata no podía ofrecer esas virtudes; es que no tenía al Espíritu de Dios.
Hemos pasado algún tiempo considerando este tema porque creemos que es que importante que usted y yo nos comprendamos mejor a nosotros mismos y por qué tenemos, como cristianos, estos conflictos y frustraciones. Por ello hemos intentado aclarar el tema de las dos naturalezas que tenemos. El salmista que escribió el Salmo 139:14, dijo: "asombrosa y maravillosamente he sido hecho". El ser humano es una criatura muy compleja. Transita por esta tierra con un cuerpo formado del polvo de la tierra, pero el que tiene una relación con su Creador ha recibido una capacidad para comunicarse con Él. Aquel que desee adorarle y servirle, puede convertirse en un hijo de Dios por medio de la fe en Jesucristo. Llegamos ahora a un párrafo que hemos titulado:
Qué pueden hacer los creyentes en días de apostasía
Después de haber descrito la apostasía que vendría y a los apóstatas que se introducirían en la iglesia, el apóstol Judas mencionó siete cosas que los creyentes podrían hacer en su tiempo y en los días que estamos viviendo. Leamos ahora el versículo 20 de esta epístola de Judas:
"Pero vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo"
Como usted puede apreciar, amigo oyente, él nuevamente les estaba hablando a los creyentes, a aquellos que eran amados de Dios. Y, ¿qué es lo que podemos hacer hoy ante las condiciones que nos rodean?
(1) En primer lugar leemos: "Pero vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe". Y, ¿qué fue lo que quiso decir con esto? Bueno, edificándoos sobre vuestra santísima fe constituye una exhortación a estudiar la Palabra de Dios. Si Dios nos dio 66 libros, fue para que los estudiáramos todos, y no simplemente algunos que nos llamen la atención o nos agraden por algún motivo. Algunos cuando abren su Biblia van a parar siempre a los mismos pasajes. Por supuesto que todos esos pasajes son todos muy importantes, pero todos los libros que Dios permitió que llegaran a nuestras manos son importantes. Si uno quiere desarrollarse y crecer en la fe cristiana, debe leer, estudiar y asimilar la totalidad de la Palabra de Dios bajo la guía del Espíritu Santo. Nadie puede edificar una casa, sin establecer un fundamento, construir vigas, columnas, paredes, techo y demás elementos arquitectónicos necesarios para completar la obra. Esto es precisamente lo que tenemos que hacer con las enseñanzas de la Biblia, que se complementan unas a otras al revelarnos la voluntad completa de Dios para nuestra vida en las difíciles circunstancias de los tiempos actuales.
Tanto el apóstol Pedro como el apóstol Pablo, urgieron a los creyentes para que estudiaran la Palabra de Dios en tiempos de incertidumbre como aquellos. En su segunda carta a Timoteo el apóstol Pablo le aconsejó que estudiara para poder presentarse aprobado ante Dios, como un obrero que no tuviera de que avergonzarse, interpretando correctamente la palabra de verdad. Después, en el capítulo siguiente Pablo destacó que toda la Escritura fue entregada por inspiración de Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, y para instruir en la justicia. Amigo oyente, la Palabra de Dios es el recurso que usted y yo tenemos como hijos de Dios en estos días en los que las convicciones se debilitan y muchas personas se alejan de la fe.
La razón por la cual muchos de ellas se quedan a un costado del camino es porque la semilla, que es la Palabra de Dios, ha caído entre piedras. No llegó a arraigarse profundamente en la tierra. A menos que usted estudie la totalidad de la Palabra de Dios y penetre en ese terreno fértil y rico, usted no se convertirá, figurativamente hablando, en una planta vigorosa y sana. Y no pasará mucho tiempo antes que alguien la pisotee y el sol la consuma con su calor. En este caso, usted no podrá permanecer firme y arraigado en la verdad en tiempos como los que estamos viviendo.
El apóstol Pedro en su segunda epístola, escribiendo sobre la apostasía, de la misma manera en que lo hizo Pablo, dijo en su segunda carta capítulo 1:19 al 21: "tenemos también la Palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo". O sea que, no debemos sacar uno o dos versículos de cualquier pasaje y pensar que ya tenemos nuestra propia interpretación. Es muy lamentable edificar un sistema de doctrina basado en unos pocos y aislados versículos que se escojan de las Sagradas Escrituras.
Bien, amigo oyente, vamos a detenernos aquí por hoy. Continuaremos Dios mediante, en nuestro próximo programa. Nos permitirnos sugerirle que continúe leyendo por sí mismo hasta el versículo 25, es decir, hasta el final del único capítulo de esta carta. Y no olvide que le esperamos en nuestro próximo encuentro, para continuar juntos este extenso viaje que hemos emprendido "a través de la Biblia". Hasta entonces, pues, ¡y que el Señor bendiga su vida abundantemente como resultado del alimento vivo y fresco de la Palabra de Dios! Esta es nuestra ferviente oración.
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