Estudio bíblico de Apocalipsis 12:1-6
Apocalipsis 12
Versículos 1-6
Estimados amigos y amigas, oyentes de nuestro Programa Fuente de Vida, bienvenidos a una etapa más en nuestro recorrido por este fascinante libro de Apocalipsis. Y nuevamente, es un placer hacerlo en su compañía. Durante estos programas hemos estado estudiando cuidadosamente la Palabra de Dios, teniendo la certeza de estar ante un libro excepcional, la Biblia, un libro de libros que ha cambiado la historia de la humanidad y que ha ayudado a muchas personas de todas las razas y condiciones sociales a establecer su vida en la verdad, y sobre la verdad. En estos tiempos, difíciles y llenos de incertidumbre, no hay nada mejor que tener una vida con fundamento, esto es, asentada sobre unos buenos cimientos, los cuáles son, para nosotros, los cristianos, la verdad de Dios. Porque al final siempre acabarán llegando vientos y tormentas a nuestras vidas, que pretenderán golpear nuestro ánimo y derribar nuestra casa, la casa de nuestra vida, de nuestra familia, de nuestra tranquilidad. Pero si ésta está bien fundamentada, nada de lo que pueda suceder podrá acabar con nosotros.
Queridos amigos y amigas, sabemos que estamos ante un libro excepcional, la Biblia, y también ante uno de sus libros más enigmáticos: el Apocalipsis, escrito por Apóstol y Evangelista Juan, durante su cautiverio en la isla de Patmos. El Apocalipsis no fue escrito para entretenernos con sofisticados simbolismos y rocambolescas visiones; tampoco fue escrito para que ejercitásemos nuestra imaginación o nuestra capacidad de desentrañar extraños enigmas ocultos. Nada de eso. Muy por el contrario, el Apocalipsis era el necesario colofón de la Biblia, y por ello ocupa el último lugar en esta colección de libros. El Apocalipsis nos habla del fin, del final de los tiempos, de cuando Cristo regrese por segunda vez para reinar en esta tierra, de cómo Dios juzgará la maldad de los hombres que conscientemente le dieron la espalda, y de cómo comenzará la eternidad. Por supuesto que nos estamos encontrando con extrañas imágenes y con sorprendentes personajes, pero no podía ser de otra manera: Juan, un hombre sencillo del siglo I está intentando describirnos con sus propias palabras lo que ven sus ojos, y que apenas puede ser trascripto: cómo es el Cielo, cómo es el Trono de Dios, cómo y quiénes son los habitantes del cielo, cómo serán las plagas que azotarán a la Humanidad en un futuro cuya fecha él, pero también nosotros, ignoramos. Pero lo importante no es todo esto; lo importante es que toda la Biblia y, por supuesto, todo el Apocalipsis señala en una sola dirección: Jesús. Él es el Hijo de Dios. Dios creó todo el universo para Él. Y Dios le envió a esta tierra para cumplir la última oportunidad de rescate del ser humano. ¿Y sabe qué es lo realmente increíble, estimado amigo y amiga? Que Jesús quisiera viniera. ¡Eso es increíble! El Cristianismo es la única religión del mundo que presenta la historia de un Dios que se preocupa personalmente por todos y cada uno de sus hijos. Jesús vino y no sólo eso, sino que se quedó entre nosotros, habitó entre nosotros, sufrió una existencia humilde, sufrió las penurias propias de su época, y ya adulto, a los 30 años, comenzó Su ministerio que sólo duraría tres años. Finalmente, murió es una cruz para salvarnos. ¡Pero resucitó; la muerte no pudo retenerle! Y ahora en el Cielo, junto a Dios Padre, todavía sigue intercediendo por nosotros, a la espera de que todas estas visiones anticipadas siglos antes por el Apóstol Juan, sucedan. Por eso estamos estudiando el Apocalipsis. Si usted es cristiano, estos estudios le ayudarán a comprender mejor la profundidad del mensaje del Evangelio, y para que comiences a disfrutar de todo lo bueno que habrá de venir, por dulce o amarga que sea su realidad actual. Y si usted no es cristiano, Apocalipsis le ayudará a entender que usted tendrá que tomar una decisión: o está con Cristo, o está en contra de Cristo. Así de claro, así de sencillo. Las consecuencias de su decisión son eternas, pero decida lo que decida, Cristo volverá y reinará por toda la Eternidad. Y la Biblia dice que Dios no quiere que ni una de sus criaturas se pierda; ni una sola. ¡Y usted no es una excepción! Dios le ama. Haga lo que haga, Dios le ama. Y aunque usted le odiara, con todas sus fuerzas, Él seguiría amándole. No lo olvide. El Evangelio no es tanto usted caminando con Jesús, sino Jesús caminando junto a usted.
Pero regresemos a la Palabra de Dios, las Sagradas Escrituras. En nuestro programa anterior llegamos al capítulo 12. El tema de este capítulo es el conflicto final entre Israel y Satanás, después de ser echado fuera del Cielo. Siete nuevos personajes serán presentados, en el capítulo 12 y 13, con el sonar de la séptima trompeta durante el período de la Gran Tribulación. Y, aunque la séptima trompeta nos acompaña a través de la Gran Tribulación y el Milenio, el Reino de los Mil Años de Jesucristo hasta los umbrales de la Eternidad, hasta ahora mucho es lo que se ha omitido. Comenzando este capítulo 12 esto será compensado en la presentación de siete personajes prominentes que desarrollarán un protagonismo dominante en el período de la Gran Tribulación. Algo más adelante, centraremos nuestra atención en las siete copas de la ira, cuyas consecuencias serán peores, si cabe, que los mismos juicios. A partir de aquí, asistiremos a la caída de la Babilonia religiosa y comercial. Estos siete personajes representan a personas, tanto físicas como sobrenaturales, gobernantes y naciones físicas y espirituales. La identificación y la clarificación de éstos será esencial para una correcta comprensión de estas revelaciones de Apocalipsis.
Al comenzar con la primera personalidad, hemos llegado a un punto muy importante en la interpretación de todo el libro de Apocalipsis. La identificación de una mujer nos será como una llave que abrirá nuestro entendimiento de este libro profético. Centrémonos en los dos primeros versículos de este capítulo 12 de Apocalipsis:
1 Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida del sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas. 2Y estando encinta, clamaba con dolores de parto, en la angustia del alumbramiento.
¿Quién es esta mujer? Las marcas características de esta mujer son el sol, la luna y las estrellas. Estas señales pertenecen a Israel, como fueron también parte del sueño de José. Recordamos la historia, narrada en el Antiguo Testamento, del patriarca Jacob, hijo de Isaac y nieto de Abraham. Uno de sus doce hijos, José, predilecto de su padre, tuvo un extraño sueño; José vio al sol, a la luna y a 11 estrellas, postrándose ante él, que era la duodécima estrella. Jacob, su padre, así como sus once hermanos interpretaron el sueño como un desmesurado afán de protagonismo: "¿Debemos tu madre y yo y tus hermanos postrarnos y adorarte?" le preguntó Jacob. Muchos años más tarde, fue precisamente lo que hicieron, cuando se encontraron con un José adulto, lleno de sabiduría y mano derecha del Faraón.
Como indicábamos en nuestro programa anterior, la mujer era la señal en el Cielo, pero su misión se desarrollaría aquí en la Tierra. No era una mujer en el sentido literal, sino era un símbolo que corresponde a Israel, que dio a luz, a Cristo, el Mesías.
Durante la época navideña algunos textos de las Escrituras son los más populares. Uno de estos relacionados con el nacimiento de Cristo se encuentra en el capítulo 9, versículo 6 del libro de Isaías, que dice: "Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz".
Ahora bien, ¿a quién está refiriéndose aquí Isaías cuando menciona: "porque un niño nos es nacido"? ¿A la iglesia? Evidentemente no, dado que aún no existía como tal. Se está refiriendo a la nación de Israel; Isaías les estaba anunciando no la llegada de un salvador, sino de un Gobernante, de un Rey, a alguien que vendría y gobernaría sobre ellos. Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado. Y añade: será el principado sobre su hombro. No está, aparentemente, refiriéndose aquí a un Salvador, sino a alguien que viene a gobernar. Y sigue diciendo el profeta Isaías: Y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz. Esto es interesante, dado que sugiere que no habrá paz verdadera y permanente hasta que Él venga. Porque cuando los gobernantes de este mundo digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina. (1 Ts. 5:3). Cuentan los anales de la Historia que cuando se desató la primera guerra mundial, un ejército de diplomáticos se hallaba reunido en una gran conferencia de paz en Holanda. Y la mayoría de ellos debieron eludir las balas para retornar a sus propios hogares. Tristemente, el ser humano desconoce el verdadero significado de la palabra "paz", pues aunque la desee racionalmente, su corazón es egoísta e incapaz de evitar la guerra, el conflicto, los propios intereses, la codicia. La Biblia nos dice que el problema del hombre es el propio hombre, es su corazón. Y a causa de esto, sólo Jesucristo puede traerle paz., siendo uno de sus nombres, precisamente, "Príncipe de Paz".
Isaías continúa hablando a Israel: Porque un niño nos es nacido. Y esa es la figura que el Apóstol Juan toma y desarrolla esa figura en el Apocalipsis. Otro escritor del Nuevo Testamento, el de la Carta a los Hebreos, escribió en su capítulo 7, versículo 14: Porque manifiesto es que nuestro Señor vino de la tribu de Judá, de la cual nada habló Moisés tocante al sacerdocio. Y luego, el Apóstol Pablo afirma en su epístola a los Romanos, capítulo 9, versículo 5: de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén.
Pablo, refiriéndose a Israel, comenzó en el versículo 4 formulando la pregunta: "¿Quiénes son los israelitas?" Y ellos son de los cuales, según la carne, vino Cristo. La mujer junto al pozo le preguntó a Jesús: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? (Jn. 4:9) El profeta Miqueas escribió en el capítulo 5, y versículo 2 de su libro: Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad. Estas profecías avanzaban el nacimiento del Salvador en Belén, cuando Él viniera a este mundo desde la Eternidad. En Isaías, capítulo 66, versículos 7 y 8 podemos leer: Antes que estuviese de parto, dio a luz; antes que le viniesen dolores, dio a luz hijo. ¿Quién oyó cosa semejante? ¿Quién vio tal cosa? ¿Concebirá la tierra en un día? ¿Nacerá una nación de una vez? Pues en cuanto Sion estuvo de parto, dio a luz sus hijos. Jesucristo nación en Belén, pero vino desde la Eternidad.
Los profetas anunciaban desde hacía varios siglos antes el nacimiento de Aquel Hijo. Por eso identificamos a la mujer de la visión de Juan con la nación de Israel; ni siquiera con la Iglesia cristiana en general, sino solamente con el pueblo de Israel. Y esta mujer iba a ser (y de hecho fue) atormentada; la verdad es que el mundo siempre ha sido, en general, de orientación antisemita. Muy pocos son lo que se declaran abiertamente amigos de Israel, tanto en el presente como en el pasado. E independientemente del comportamiento actual de sus gobernantes, parece claro que Satanás, el archi-enemigo de Dios siempre ha tenido como objetivo destruir a esta nación escogida por Dios.
Continuando con la lectura de la visión de Juan, se presenta a otro personaje, descrito por el Apóstol como "un dragón escarlata". Leamos los versículos 3 y 4 del capítulo 12 de Apocalipsis:
3 También apareció otra señal en el cielo: he aquí un gran dragón escarlata, que tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas siete diademas; 4y su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, y las arrojó sobre la tierra. Y el dragón se paró frente a la mujer que estaba para dar a luz, a fin de devorar a su hijo tan pronto como naciese.
¿Quién es este dragón escarlata? Es el enemigo original de la mujer, Satanás, enemistado con ella por Dios a causa de su pecado. Así podemos comprobarlo un poco más adelante, en el versículo 9, donde dice: y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás. Satanás aparece como un dragón un total de trece veces en este libro.
El color escarlata alude al derramamiento de sangre. Las siete cabezas, los diez cuernos y las siete diademas describen en un lenguaje figurado el dominio de Satanás sobre siete reinos mundanos en el pasado y diez reinos en el futuro. Satanás siempre ha dominado y dominará el mundo hasta que suene la séptima trompeta (cp. 11:5). Ha infligido dolor sin interrupción sobre Israel (Dn. 8:24) con el deseo intenso de matar a la mujer antes de que pudiera parir al hijo que le destruiría para siempre. Satanás tiene control sobre las naciones del mundo, y se las ofreció al Señor Jesucristo a condición de que postrado le adorara, porque lo que Satanás desea fervientemente es ser adorado como si fuera Dios. Juan, en el capítulo 8, versículo 44 de su evangelio, nos dice que él ha sido homicida desde el principio, y que desprecia la vida humana.
Juan le llama el dragón. ¿Por qué? A causa de su perversidad. Él fue creado como Lucifer, el hijo de la mañana (Ez. 28, 12-19). Él es la personificación del mal, y la degradación absoluta, lo opuesto a Dios, el más peligroso de todos los seres de la creación de Dios; él es, estimado amigo, amiga oyente, su encarnizado enemigo y el mío, si usted es un hijo de Dios.
Más adelante se nos presentará en el capítulo 13 a la denominada bestia. La bestia del capítulo 13 es similar al dragón. ¿Por qué? Porque, como ya veremos, será el dragón quien traiga a la bestia.
Juan describe a un dragón con siete cabezas. Y algunos comentaristas bíblicos sugieren que esto alude la perfección y sabiduría con la que Satanás fue creado, como querubín protector. El profeta Ezequiel, en el capítulo 28, versículos 12 al 16, de su libro, nos habla de su origen, en paradójica contraposición con la idea popular acerca de Satanás, imaginado como un ser desagradable, estéticamente repulsivo y físicamente repelente. Pero nada más lejos de la realidad, querido amigo y amiga. Si Satanás fuese un ser repugnante no habría sido seguido en su rebelión contra Dios por nada menos que un tercio de los ángeles. Si el pecado fuese algo desagradable, nadie pecaría, ¿verdad?
La manera de representar al mismo Satanás, con cuernos, patas de caballo y una cola ahorquillada es, en realidad, una representación del dios Pan al que adoraban los griegos y romanos. Pero, este ser, evidentemente, no es Satanás, aunque Satanás está detrás de cualquier adoración a un Dios falso. Satanás es inteligente, sagaz, hermoso y astuto. Nosotros jamás podríamos hacerle frente, salvo con el poder de Jesús, el cual ya le venció en la cruz. Saldremos vencidos si pretendemos enfrentarnos a él mediante sólo nuestras propias fuerzas. Juan nos lo describe como un ser con 10 cuernos lo cual podría estar aludiendo a la división final del imperio romano dominado por Satanás, así como las coronas sobre estos cuernos, y no sobre las cabezas, significan el poder delgado a Satanás. Estas coronas representan la autoridad y su real poder.
En su visión, Juan sigue relatando lo siguiente: "su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo". Este pasaje nos habla de la rebelión de Satanás en su origen (Is. 14:12; Ez.28:11) que logró la adhesión de la tercera parte de las huestes angelicales la cual se unió a él para convertirse en demonios. Y añade Juan: "Y el dragón se paró frente a la mujer que estaba por dar a luz, a fin de devorar a su hijo tan pronto naciese". Y el dragón aborrece al niño que esa mujer va a alumbrar, ¿por qué? En Génesis, capítulo 3, versículo 15, se nos dice: Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar. Al verse incapaz de impedir el nacimiento del Cristo de una virgen, Satanás trató de matar al niño por medio de una masacre generalizada y arbitraria de los bebés varones que fue ordenada por Herodes.
En los versículos 5 y 6 se nos presenta al niño de esta mujer. Leamos los versículos 5 y 6 de este capítulo 12 de Apocalipsis:
5 Y ella dio a luz un hijo varón, que regirá con vara de hierro a todas las naciones; y su hijo fue arrebatado para Dios y para su trono. 6Y la mujer huyó al desierto, donde tiene lugar preparado por Dios, para que allí la sustenten por mil doscientos sesenta días.
Jesucristo en su encarnación fue de origen judío (Mt. 1.1). A pesar de los esfuerzos del diablo para destruir a Israel y el linaje del cual nacería el Mesías, el nacimiento de Jesús tuvo lugar tal y como lo habían anunciado los profetas (Is. 7:14; 9:6; Mi. 5:2). La "vara de hierro" describe la coronación de Jesús como Rey sobre las naciones del mundo. Y cuando menciona: "su hijo fue arrebatado para Dios" esto alude a la ascensión de Jesús (Hch. 1:9). Dice el escritor a los Hebreos, capítulo 12, versículo 2: hoy tenemos puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.
¿Qué significan las alusiones al desierto descritas aquí por Juan? Significa que Dios protegerá a la mujer, al remanente de Israel, de Satanás al suministrarle un escondite en el desierto durante la parte más intensa del período de la Gran Tribulación. Israel será protegido por Dios. Hay quien incluso asegura que Israel irá a refugiarse a la ciudad enclavada en la peña, en Petra, en la actual Jordania. Pero lo importante de este pasaje es que este niño aquí mencionado no es otro que Cristo, y no representa en ningún caso a la iglesia, como algunos han defendido. Él es el Pastor, que regirá a las naciones con vara de hierro (Salmo 2, versículo 9).
Debemos recordar, amigo oyente, que este libro es la revelación de Cristo glorificado y ascendido al Cielo. El libro de Apocalipsis descansa en el hecho de la ascensión. Cristo es Aquel que algún día abrirá los sellos del libro que desencadenarán el juicio sobre la tierra y los hombres que le han rechazado conscientemente. Se nos dice aquí que ella dio a luz a un hijo varón.
Para terminar el Programa de hoy, comentamos la alusión del profeta y Apóstol Juan respecto a los 1.260 días mencionados en su visión. En el punto medio de la tribulación, el Anticristo romperá su pacto con Israel, detendrá el culto y los servicios del Templo, colocando en su interior la así denominada "abominación desoladora" (Dt. 9:27, Mt. 24:15), devastará a toda Jerusalén (11.2). En aquel tiempo, muchos judíos huirán para salvar su vida (Mt. 24:16). Dios los preservará durante 1.260 días (42 meses o tres años y medio), que corresponden a la denominada Gran Tribulación.
Estimados amigos oyentes, finaliza nuestro programa de hoy, pero no olvide que tenemos una nueva cita, en nuestro próximo encuentro, aquí, en La Fuente de la Vida. Hasta entonces, que Dios bendiga Su Palabra.
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