Estudio bíblico de Éxodo 34-35
Exodo 34-35
En nuestro programa anterior el relato nos llevó a considerar el motivo por el que El señor tuvo que juzgar a Su pueblo y la intercesión de Moisés. Israel se preparó para continuar su viaje. Moisés, por su parte oró y tuvo una revelación personal de Dios. Comenzamos ahora
Exodo 34
Tema: Las tablas de la ley fueron renovadas; el nombre del Señor fue proclamado y el rostro de Moisés brilló.
Leamos los versículos 1 al 4, que tratan sobre
La renovación de las tablas de la ley
"Y el Señor dijo a Moisés: Lábrate dos tablas de piedra como las anteriores, y yo escribiré sobre las tablas las palabras que estaban en las primeras tablas que tú quebraste. Prepárate, pues, para la mañana, y sube temprano al monte Sinaí, y allí preséntate a mí en la cumbre del monte. Y que no suba nadie contigo, ni se vea a nadie en todo el monte; ni siquiera ovejas ni bueyes pasten delante de ese monte. Moisés, pues, labró dos tablas de piedra como las anteriores, se levantó muy de mañana y subió al monte Sinaí, como el Señor le había mandado, llevando en su mano las dos tablas de piedra."
Estas eran las segundas tablas de la ley. Las primeras habían sido despedazadas por Moisés cuando al haber descendido del Monte Sinaí descubrió que los israelitas habían hecho un becerro de oro y lo estaban adorando. Entonces regresó al Monte con otras tablas de piedra sin escritura.
En el párrafo siguiente,
El nombre del Señor fue proclamado
Leamos el versículo 5:
"Y el Señor descendió en la nube y estuvo allí con él, mientras éste invocaba el nombre del Señor."
El Señor estaba proclamando Su nombre y ello constituyó un gran progreso para Moisés y los israelitas. Porque un nombre tiene un significado. Hay nombres en la historia de los pueblos cuyo recuerdo asociamos con vidas de personajes y sus acciones. Dios quería que los israelitas recordasen sus experiencias con El desde que salieron del país de Egipto. Continuemos con los versículos 6 y 7.
"Entonces pasó el Señor por delante de él y proclamó: El Señor, el Señor, Dios compasivo y clemente, lento para la ira y abundante en misericordia y verdad; el que guarda misericordia a millares, el que perdona la iniquidad, la transgresión y el pecado, y que no tendrá por inocente al culpable"
Dios no extiende su gracia y misericordia cerrando Sus ojos ante los culpables ni pasando por alto su pecado. El pecado debe ser castigado y la pena pagada. Dios de ninguna manera absuelve al culpable. Pero, ¿qué sucede entonces? ¿Cómo ejerce Su gracia y misericordia y, al mismo tiempo, tiene en cuenta la iniquidad? Pues, porque se ha provisto un sacrificio. Los sacrificios realizados en Israel en aquella época no removían el pecado pero señalaban a aquel "Sacrificio Perfecto", el Señor Jesucristo quien, cuando viniese, removería el pecado por medio de Su muerte en la cruz. Continuaba diciendo el versículo 7:
"el que castiga la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos hasta la tercera y cuarta generación."
Es conveniente recordar que en la actualidad uno puede cometer un pecado que afectará a sus hijos, nietos y biznietos y tataranietos. En una ocasión, habiendo seguido un curso de psicología sobre situaciones específicas de anormalidad mental, nos llevaron de visita a una clínica especializada, donde el profesor nos explicó que algunos de los enfermos internados sufrían las consecuencias de pecados y graves vicios de sus padres, abuelos y bisabuelos. Y en visitas a hospitales infantiles, algunas veces me he encontrado con casos de ceguera debidos a excesos cometidos por los padres de los enfermos. Realmente, uno no puede quebrantar las leyes de Dios con impunidad. Dios es siempre el mismo y sus leyes no cambian. Sin embargo, debemos dar gracias a Dios por que El es el que guarda misericordia a millares, el que perdona la iniquidad, como decía el versículo 7. Si solamente nos volvemos a El, recibiremos misericordia. Dicen los versículos 8 y 9:
"Y Moisés se apresuró a inclinarse a tierra y adoró, y dijo: Si ahora, Señor, he hallado gracia ante tus ojos, vaya ahora el Señor en medio de nosotros, aunque el pueblo sea de dura cerviz; y perdona nuestra iniquidad y nuestro pecado, y tómanos por posesión tuya."
Este debe ser la cuarta vez que a este pueblo se le llama obstinado. Como ya he dicho en otras ocasiones, aquí somos conscientes, una vez más, que Dios nunca salvó a la nación de Israel porque los israelitas fuesen superiores a otros pueblos, por su buen comportamiento o por que prometiesen hacer el bien. Aquel pueblo se caracterizaba por su terquedad.
Llegamos ahora a una sección en la que
La misión encomendada a Moisés fue renovada
Leamos el versículo 10:
"Y Dios contestó: He aquí, voy a hacer un pacto. Delante de todo tu pueblo haré maravillas que no se han hecho en toda la tierra ni en ninguna de las naciones; y todo el pueblo en medio del cual habitas verá la obra del Señor, porque es cosa temible la que haré por medio de ti."
La palabra temible aquí, significa que incita al terror. Lo temible que Dios haría sería como colocar un escudo alrededor de Su pueblo. Si El no lo hubiese hecho así, sus enemigos les habrían aniquilado. Continuemos con los versículos 11 y 12:
"Observa lo que te mando hoy: he aquí, yo echo de delante de ti al amorreo, al cananeo, al heteo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo. Cuídate de no hacer pacto con los habitantes de la tierra adonde vas, no sea que esto se convierta en tropezadero en medio de ti;"
Esta es la tercera vez que Dios les dijo que echaría a sus enemigos. Les advirtió que no hiciesen un pacto con ninguno de los pueblos de aquella tierra. Cuando vinieron los gabaonitas ante Josué (como veremos al estudiar ese libro) engañaron a los israelitas. Simularon que había venido de lejos y tenían pan viejo para probar lo que decían, al menos ante Josué. ¿Por qué Dios no quiso que Israel hiciese pactos con los pueblos de la tierra de Canaán? Si los hicieran, caerían en una trampa que les conduciría nuevamente a la idolatría. Y Dios continuó diciéndoles, según los versículos 13 y 14:
"sino que derribaréis sus altares y quebraréis sus pilares sagrados y cortaréis sus Aseras, pues no adorarás a ningún otro dios, ya que el Señor, cuyo nombre es Celoso, es Dios celoso;"
La expresión de que Dios es un Dios celoso pretende explicarnos que El no quiere compartir Su honor y gloria con dioses falsos. Tampoco hay por qué disculpar a Dios por ser celoso. Humanamente hablando, si amamos a una persona sentimos celos de ella en el sentido de que no queremos compartirla con otras. No estamos hablando aquí de los celos como una obsesión enfermiza. Sino de que cuando amamos a alguien, nuestro interés por la persona amada nos lleva a preocuparnos por ella y cuidarla. Y continúan las advertencias en los versículos 15 al 17:
"no sea que hagas pacto con los habitantes de aquella tierra, y cuando se prostituyan con sus dioses y les ofrezcan sacrificios, alguien te invite y comas de su sacrificio; y tomes de sus hijas para tus hijos, y ellas se prostituyan con sus dioses, y hagan que también tus hijos se prostituyan con los dioses de ellas. No te harás dioses de fundición."
La tierra de Canaán estaba saturada de idolatría. Predominaba una inmoralidad total. Por ello Dios estaba advirtiendo a Israel para que el pueblo se mantuviese separado de gente involucrada en prácticas paganas y y se abstuviese completamente de concertar alianzas con ellos. Israel tenía que destruirles o expulsarles de la tierra. A través de los años, los críticos han censurado esta forma de actuar, aparentemente, sin haber investigado los motivos para medidas tan extremas. Por supuesto, la razón obvia era que Dios estaba protegiendo a los israelitas de los horrores y prácticas aberrantes y destructivas de los que estaban dominados por la idolatría. Pero había otra razón. Hoy en día se sabe que las enfermedades venéreas tenían proporciones epidémicas entre los habitantes de Canaán. Dios estaba también protegiendo a los israelitas de los estragos de aquellas enfermedades. Pero Israel desobedeció a Dios y tuvo que sufrir graves consecuencias. Finalmente, con el transcurso de la historia, Dios les enviaría a la cautividad de Babilonia.
Llegamos a un nuevo párrafo en que
Se ordenó nuevamente la celebración de las fiestas y los días de reposo
Leamos el versículo 18, 23, 25 y 26:
"Guardarás la fiesta de los panes sin levadura. Según te he mandado, por siete días comerás panes sin levadura en el tiempo señalado en el mes de Abib, porque en el mes de Abib saliste de Egipto. Tres veces al año se presentarán todos tus varones delante de Dios, el Señor, Dios de Israel. No ofrecerás la sangre de mi sacrificio con pan leudado, ni se dejará nada del sacrificio de la fiesta de la Pascua hasta la mañana. Traerás a la casa del Señor tu Dios las primicias de los primeros frutos de tu tierra. No cocerás el cabrito en la leche de su madre."
Aquí vemos que Dios estaba preparando a Israel para entrar en la nueva tierra, volviendo a establecer las fiestas y los días del reposo. Por ello el relato nos presenta muchos detalles sobre todo lo que tenían que hacer y no hacer. Los israelitas debían colocar a Dios en primer lugar. La prohibición de cocer el cabrito en la leche de la madre se debía probablemente a que esta práctica formaba parte de los ritos religiosos cananeos de la fertilidad.
Ahora llegamos al interesante en que
El rostro de Moisés brilló
Leamos los versículos 29 al 35:
"Y aconteció que cuando Moisés descendía del monte Sinaí con las dos tablas del testimonio en su mano, al descender del monte, Moisés no sabía que la piel de su rostro resplandecía por haber hablado con Dios. Y al ver Aarón y todos los hijos de Israel a Moisés, he aquí, la piel de su rostro resplandecía; y tuvieron temor de acercarse a él. Entonces Moisés los llamó, y Aarón y todos los jefes de la congregación volvieron a él; y Moisés les habló. Y después se acercaron todos los hijos de Israel, y él les mandó que hicieran todo lo que el Señor había hablado con él en el monte Sinaí. Cuando Moisés acabó de hablar con ellos, puso un velo sobre su rostro. Pero siempre que Moisés entraba a la presencia del Señor para hablar con El, se quitaba el velo hasta que salía; y siempre que salía y decía a los hijos de Israel lo que se le había mandado, los hijos de Israel veían que la piel del rostro de Moisés resplandecía. Y Moisés volvía a ponerse el velo sobre su rostro hasta que entraba a hablar con Dios."
Llegamos, pues, en nuestro relato al
Exodo 35
Tema: El sábado o día del reposo; las ofrendas voluntarias para el tabernáculo; Bezaleel y Aholiab fueron llamados a realizar su trabajo:
En la primera parte del capítulo, se nos dice que
Se volvió a enfatizar el día de reposo
En relación con ocasiones anteriores, ésta era la tercera vez. Leamos los versículos 1 al 3:
"Entonces Moisés reunió a toda la congregación de los hijos de Israel, y les dijo: Estas son las cosas que el Señor ha mandado hacer. Seis días se trabajará, pero el séptimo día tendréis un día santo, día de completo reposo para el Señor; cualquiera que haga trabajo alguno en él, morirá. No encenderéis fuego en ninguna de vuestras moradas el día de reposo."
El Señor insistió en que el primer motivo para guardar el día del reposo era que estaba relacionado con la primera creación. Dios había descansado en el séptimo día. A medida que la humanidad se había ido apartando de la mano creativa de Dios, se iba alejando del Creador. Y llegó el día en que la humanidad en conjunto ya no reconoció a Dios, y comenzó a adorar a la criatura. Y el ser humano dejó que cumplir el día del reposo. Ahora bien, Dios dijo que el sábado era una señal peculiar entre El mismo y los israelitas. Y empezó a establecer reglas que realmente se aplicaban más a Israel en la Tierra Prometida que a cualquier otro lugar. El que trabajase en un día del reposo, sería apedreado. En nuestra situación actual sería muy difícil mantener el funcionamiento de la convivencia en sociedad sin alguien que trabajase los sábados. Las leyes de Dios eran apropiadas para las condiciones de la sociedad y la tierra en que viviría Israel.
El párrafo siguiente nos habla sobre
Las ofrendas voluntarias para el tabernáculo
Leamos los versículos 4 y 5:
"Y habló Moisés a toda la congregación de los hijos de Israel, diciendo: Esto es lo que el Señor ha ordenado, diciendo: Tomad de entre vosotros una ofrenda para el Señor; todo aquel que sea de corazón generoso, tráigala como ofrenda al Señor: oro, plata y bronce"
Los regalos para la construcción del tabernáculo debían tener un carácter voluntario. La gente no estaba obligada en absoluto a traer nada, pues no se le exigió tal actitud. Aquí no se trataba de la obligación de contribuir con la décima parte, es decir, con los diezmos. Era una ofrenda voluntaria. Además de oro y plata, podían traer otras cosas, como veremos. Leamos los versículos 6 al 9:
"tela azul, púrpura y escarlata, lino fino y pelo de cabra; pieles de carnero teñidas de rojo, pieles de marsopa y madera de acacia; aceite para el alumbrado, especias para el aceite de la unción y para el incienso aromático; piedras de ónice y piedras de engaste para el efod y para el pectoral."
Estas eran las diferentes cosas que los israelitas podían proveer para la construcción del tabernáculo o tienda de reunión. En aquellos tiempos no había tal cosa como la moneda de curso legal. El método del trueque consistía en el intercambio de artículos; así que los israelitas estaban entregando parte de sus bienes a la obra del Señor, en vez de dinero.
Una pregunta que se ha formulado repetidas veces fue, ¿de dónde consiguió aquella gente los diferentes elementos que entregaron al tabernáculo, teniendo en cuenta que habían sido esclavos en Egipto? Recordemos que, según Génesis 15:14, Dios había dicho que ellos saldrían de Egipto con grandes riquezas. Como ya explicamos oportunamente, EL se aseguró de que ellos recuperasen los sueldos atrasados que se les debían. Y los egipcios estaban tan deseosos de librarse de los israelitas que les dieron todo lo que pidieron. Así fue como acumularon la riqueza con la que salieron de Egipto.
El último párrafo de este capítulo. Nos relata cómo
Bezaleel y Aholiab fueron llamados a realizar su trabajo
Leamos los versículos 30 y 31.
"Entonces Moisés dijo a los hijos de Israel: Mirad, el Señor ha llamado por nombre a Bezaleel, hijo de Uri, hijo de Hur, de la tribu de Judá. Y lo ha llenado del Espíritu de Dios en sabiduría, en inteligencia, en conocimiento y en toda clase de arte,"
Bezaleel era el hombre que Dios había preparado para fabricar los elementos del mobiliario que serían tan importantes para el Tabernáculo. Y el versículo 24 añade:
"También le ha puesto en su corazón el don de enseñar, tanto a él como a Aholiab, hijo de Ahisamac, de la tribu de Dan."
En estas palabras también vemos que Dios le había dado a Bezaleel la capacidad de transmitir esa habilidad a otros, como Aholiab.
Finalmente, leamos el versículo 35, que nos detalla los talentos de aquellos artesanos:
"Los ha llenado de habilidad para hacer toda clase de obra de grabador, de diseñador y de bordador en tela azul, en púrpura y en escarlata y en lino fino, y de tejedor; capacitados para toda obra y creadores de diseños"
El Tabernáculo era una obra hermosa. Era como una alhaja en medio del desierto. No era grande en tamaño, como una nave o depósito, sino solo una construcción pequeña. Teniendo en cuenta el valor de los metales preciosos hace unos años, se ha calculado que se gastó en aquella obra una suma equivalente a 5 millones de dólares. En tiempos de inflación el valor incluso podría haber sido mayor. Es que aquella tienda de reunión era la preciosa joya de Dios; es decir, una figura de la persona de Su Hijo, Jesucristo.
¿Qué valor tiene la persona de Jesucristo para ti? ¿Le evalúas como un maestro o, simplemente, un líder religioso más entre los muchos que ha tenido o tiene la humanidad? Quizás le has contemplado, incluso, con veneración en las muchas obras artísticas que han intentado representarle. Pero la verdadera forma de determinar su auténtico valor, es considerar que alguien tan valioso como el Hijo de Dios se ofreció por ti, como sacrificio vivo, en lugar tuyo. Bien pudo decir el apóstol Pablo en su carta a los habitantes de la ciudad de Filipos: yo estimo como pérdida todas las cosas en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor, por quien lo he perdido todo, y lo considero como basura a fin de ganar a Cristo. Si reconoces tu necesidad espiritual, como pecador alejado de Dios y le aceptas como tu Salvador, tu también podrás recibir el valioso don de la vida eterna, para comenzar a disfrutarlo ahora mismo y, a partir de hoy, durante tu vida en esta tierra.
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