Estudio bíblico de Levítico 18:1-30
Levítico 18
Tema: Condena de la inmoralidad (ampliación del séptimo mandamiento).
Hasta este momento, nuestro relato ha incluido las leyes sobre la pureza ceremonial. Las normas legales regulaban los aspectos rituales de la religión. En los capítulos 18, 19 y 20 nos encontramos con una nueva sección que aplica los Diez Mandamientos a situaciones de la vida, en la que Dios se ocupa de los aspectos morales de Su pueblo. Así es que entramos en aspectos puntuales de la conducta humana.
Esta sección se inicia con un preámbulo en 18:1-5, y concluye con una postdata formal al final del capítulo 20. Estos pasajes son muy importantes porque presentan el motivo para las restricciones y reglas de la vida social del pueblo.
Estamos viviendo en una época en la cual los fundamentos morales han sido quebrantados y eliminados. El escéptico burlón pregunta: ¿Quién hace las reglas, y qué es correcto o malo? El preámbulo y la postdata ofrecen una explicación doble:
(1) Tres veces en el preámbulo, en los versículos 2, 4, y 5, la Palabra dice "Yo soy el Señor". Dios es el que hace las reglas. Quebrantar los Diez Mandamientos constituye un grave error porque Dios así lo dice. Y (2) La postdata da la segunda razón, expresada en la siguiente frase de Levítico 20:26, "Me seréis, pues, santos, porque yo, el Señor, soy santo, y os he apartado de los pueblos para que seáis míos. Dios requiere que Su pueblo sea santo. La pureza en todas las situaciones de la vida es un mandamiento de Dios.
Este capítulo trata principalmente el séptimo mandamiento. Explica detalladamente qué se quiere decir con adulterio. Los pecados sexuales constituyen el Tema del pasaje Bíblico. Estos son los pecados que caracterizan a una sociedad decadente y a la decadencia y caída de los imperios.
A continuación, incluyo del capítulo 18, un breve
Bosquejo
Condena de la inmoralidad: ampliación del séptimo mandamiento
1. Preámbulo a las prohibiciones sociales, vv. 1-5.
2. Prohibición de las relaciones sexuales con familiares, vv. 6-16.
3. Diversas relaciones sexuales prohibidas, vv. 17-20.
4. Prohibición de entregar a un hijo como ofrenda al dios Moloc, vv. 21
5. Prohibición de la perversión sexual, vv. 22, 23.
6. Naciones de Palestina expulsadas por cometer estos pecados, vv. 24-30.
Leamos los versículos 1 al 5, que presentan el
Preámbulo a las prohibiciones sociales
"Y el Señor habló a Moisés, diciendo: Habla a los hijos de Israel y diles: Yo soy el Señor vuestro Dios. No sigáis las costumbres de la tierra de Egipto en la cual morasteis, ni sigáis las costumbres de la tierra de Canaán adonde yo os llevo; ni viváis conforme a sus leyes. Habréis de cumplir mis leyes y guardaréis mis estatutos para vivir según ellos; yo soy el Señor vuestro Dios. Por tanto, guardaréis mis estatutos y mis leyes, por los cuales el hombre vivirá si los cumple; yo soy el Señor."
Los israelitas acababan de salir de Egipto, donde habían hecho todas estas cosas que ahora estaban prohibidas. Los pecados repugnantes que aquí se mencionan formaban parte de la vida normal de los egipcios. Dios había tenido que separar a Su pueblo de la influencia de aquel ambiente pecaminoso. Se dirigían hacia la tierra de Canaán, rica en agricultura y ganadería. Pero la región, además, servía de residencia a los cananeos, que también vivían en la inmoralidad. Dios vio que Su pueblo estaba, como vulgarmente se dice, entre la espada y la pared. Los Egipcios estaban en un extremo, por detrás, y los cananeos en el otro, por delante; y ambos pueblos eran enormemente inmorales.
En nuestra época se vive una situación moral que se considera novedosa en cuanto a que muchas personas se sienten libres para elegir la opción sexual que deseen. Me pregunto si habrán leído este capítulo 18 de Levítico, que demuestra que nuestra situación actual no es nueva en absoluto. Es la misma vieja moralidad que prevalecía en Egipto y en Canaán.
Dios les dijo: "Yo soy el Señor, vuestro Dios". Ya hemos dicho que El era el que establecía las reglas. Quizás alguien responda diciendo: "Pues yo no quiero seguirlas". Bueno, eso queda a tu criterio. El quebrantar los Diez Mandamientos constituye un error lamentable, porque Dios así lo dijo. Este razonamiento debería ser suficiente para satisfacer a un hijo de Dios. Pero un escéptico no se dará por satisfecho con ningún argumento, ya que él establece sus propias reglas; actúa como si fuera su propio dios.
Por cierto, si tú pudieses crear todo un universo, y necesitaras un sisTema planetario con un sol, una luna y varias estrellas, entonces podrías establecer tu propio sisTema ético con tus diez mandamientos y todo. Pero, teniendo en cuenta que estás viviendo en el mundo creado por Dios, respirando Su aire, disfrutando del brillo de Su sol, bebiendo de Su agua, caminando sobre Su tierra, sería mejor que obedecieras Sus mandamientos. El ha dicho que si los quebrantamos, pagaremos las consecuencias. Y que no te quede duda de que así será. Algún día te verás ante Su presencia.
Las cosas que Dios calificó como inmorales, son aun inmorales en la actualidad. Escuchemos al Nuevo Testamento en 1 Tesalonicenses 4:5-7: Que cada uno sepa portarse con su propia esposa de una manera santa y respetuosa, no con pasión y malos deseos como las personas que no conocen a Dios. Que nadie abuse ni engañe en este asunto a su hermano, porque el Señor castiga duramente todas esas cosas. Pues Dios no nos ha llamado a vivir en impureza, sino en santidad. Efesios 4:17-19 dice, No viváis más como los paganos, que viven de acuerdo con sus vanos pensamientos y tienen oscurecido el entendimiento. No gozan de la vida que proviene de Dios, porque son ignorantes a causa de lo insensible de su corazón. Se han endurecido y se han entregado al vicio, cometiendo sin freno toda clase de acciones impuras. Continúa diciendo el apóstol Pablo en 1 Corintios 5:11, No debéis tener trato con ninguno que, llamándose hermano, sea inmoral, avaro, idólatra, chismoso, borracho o ladrón. Con gente así, ni siquiera os sentéis a comer. Y en 2 Pedro 1:4, (Dios) nos ha dado sus promesas, que son muy grandes y de mucho valor, y por las cuales llegaréis a tener parte en la naturaleza de Dios y escaparéis de la corrupción que los malos deseos han traído al mundo.
Estos pasajes de las cartas del Nuevo Testamento nos hablan a ti y a mí. El hijo de Dios de cualquier época ha sido llamado a vivir una vida pura. Como dice 1 Corintios 3:16 y 17, ¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él, porque el templo de Dios es santo, y eso es lo que vosotros sois. Efesios 1:4, declara: Dios nos escogió en Cristo Jesús desde antes de la creación del mundo, para estar en su presencia santos y sin falta. Y, finalmente, en 1 Pedro 1:16 dice, Pues la Escritura dice: "Sed santos, porque yo soy santo."
Hay otra verdad que no debiéramos descuidar. Algunos dicen que para alcanzar a las multitudes hay que adaptarse y ser como las demás personas. Esto ha sido intentado tanto por individuos como por grupos. El resultado ha sido que, no solo no han ganado a la multitud sino que se han convertido en parte de la multitud. Hay que destacar que Dios nos ha llamado a una vida pura. Aquellos que realmente han alcanzado a otras personas para Cristo, han sido aquellos cuyas vidas honraron el Evangelio que proclamaban.
Dios dijo: "Yo soy el Señor". Alguien podría responder: "Bueno, no soy cristiano, sencillamente no estoy interesado". Debo decirte que en esas palabras divinas, Dios está declarando Su soberanía, porque El creó el universo y es el que lo mantiene en funcionamiento. Y El dice:"Yo soy vuestro Dios". Es un Dios reconciliado; conoce nuestra condición, y sin embargo nos ama. Estimado oyente, si te has reconciliado con Dios, querrás agradarle. El hijo de Dios puede ser controlado por el Espíritu Santo y, en consecuencia, no cometerá estos pecados de su naturaleza física normal, sino que producirá en su vida el fruto del Espíritu, que se reflejará en su manera de vivir.
Leamos ahora el versículo 6, que desarrolla el Tema de la
Prohibición de las relaciones sexuales con familiares
"Ninguno de vosotros se acercará a una parienta cercana suya para descubrir su desnudez; yo soy el Señor."
Se hacía la tajante afirmación de que nadie debía tener relaciones sexuales con un familiar cercano. Toda esta sección amplía el séptimo mandamiento. Aquí se refería a alguien que tuviera la misma relación sanguínea que la otra persona. La razón dada era la afirmación: "Yo soy el Señor". Continuemos leyendo los versículos 7 y 8:
"No descubrirás la desnudez de tu padre, o la desnudez de tu madre. Es tu madre, no descubrirás su desnudez. No descubrirás la desnudez de la mujer de tu padre; es la desnudez de tu padre."
Este versículo advierte contra el repugnante incesto. Sin embargo este pecado era practicado en la iglesia de Corinto. San Pablo lo condenó con gran energía diciendo, en 1 Corintios 5:1, Se oye decir que uno de vosotros tiene como mujer a su propia madrastra. Este es un caso tan grave de inmoralidad que ni siquiera se da entre los paganos.
Sobre estos asuntos se habla hoy con frecuencia porque en la época actual las cosas no son muy diferentes. Dios ha anunciado exactamente lo que es el pecado. Leamos los versículos 9 al 15:
"La desnudez de tu hermana, sea hija de tu padre o de tu madre, nacida en casa o nacida fuera, su desnudez no descubrirás. La desnudez de la hija de tu hijo, o de la hija de tu hija, su desnudez no descubrirás; porque su desnudez es la tuya. La desnudez de la hija de la mujer de tu padre, engendrada de tu padre, su desnudez no descubrirás; tu hermana es. No descubrirás la desnudez de la hermana de tu padre; parienta de tu padre es. No descubrirás la desnudez de la hermana de tu madre; parienta de tu madre es. No descubrirás la desnudez del hermano de tu padre; no te acercarás a su mujer, tu tía es. No descubrirás la desnudez de tu nuera; es mujer de tu hijo, no descubrirás su desnudez."
Las diferentes relaciones humanas establecidas por lazos sanguíneos o matrimonio se tratan específicamente en esta sección. Los familiares se encuentran lógicamente inmersos en una situación doméstica en la que podría practicarse el adulterio. Dios preparó estas barreras para prevenirlo.
Los egipcios cayeron en estos pecados, especialmente los mencionados en el versículo 9. Los Faraones y los Ptolomeos practicaron el matrimonio mixto de hermano con hermana.
Al principio no hubo ninguna ley contra esas situaciones. Cain y Set tuvieron que casarse con sus propias hermanas. Abraham se casó con su media hermana. Sin embargo, después la ley interrumpió esas prácticas. Y sigue diciendo el versículo 16:
"No descubrirás la desnudez de la mujer de tu hermano; es la desnudez de tu hermano."
Había una excepción a este versículo y era la ley del levirato expuesta en Deuteronomio 25:5-10.
Leamos a continuación los versículos 17 y 18, que tratan sobre
Diversas relaciones sexuales prohibidas
"No descubrirás la desnudez de una mujer y la de su hija, ni tomarás la hija de su hijo ni la hija de su hija para descubrir su desnudez; son parientas. Es maldad. No tomarás mujer juntamente con su hermana, para que sea rival suya, descubriendo su desnudez mientras ésta viva."
Aquí la relación no era entre personas de la misma sangre sino por matrimonio. Debido a la relación cercana de una esposa hacia una hija o hijo, cualquier matrimonio entre ellos estaba prohibido. Evidentemente estos 2 versículos se refieren al caso de tener 2 esposas al mismo tiempo. Se le llama incesto en vez de bigamia.
Este era el problema con que se enfrentó Jacob al tener 2 hermanas como esposas, Lea y Raquel. La historia de esta familia no fue ciertamente feliz. Sin embargo, recordemos que Jacob vivió antes de fuesen revelados los Diez Mandamientos. Leamos el versículo 19:
"Y no te acercarás a una mujer para descubrir su desnudez durante su impureza menstrual."
Las relaciones matrimoniales legales de marido y mujer estuvieron prohibidas en ciertas épocas. Es que la mente sensual debía sujetarse a la ley de Dios. Dice ahora el versículo 20,
"No te acostarás con la mujer de tu prójimo, contaminándote con ella."
Dios estaba estableciendo estos baluartes para proteger a la familia de estas prácticas licenciosas de la mentalidad pagana que les rodeaba. La familia de la tierra debería reflejar a la familia del cielo (Efesios 3:15). La pureza en la vida familiar debía ser la señal de identificación de la familia de Dios. En la tienda de reunión había un lugar santo para adorar; pero el hogar era el lugar santo de la nación para vivir. El Nuevo Testamento también tiene mucho que decir acerca de esto. En relación con el Tema, sería bueno leer 1 Corintios 7.
Leamos a continuación el versículo 21, que se refiere a la
Prohibición de entregar un hijo como ofrenda al dios Moloc
"Tampoco darás hijo tuyo para ofrecerlo a Moloc, ni profanarás el nombre de tu Dios; yo soy el Señor."
Este versículo parecería estar fuera de lugar en este capítulo, pero la adoración pagana de Moloc estaba estrechamente relacionada con el sexo. La imagen de Moloc era calentada hasta quedar candente, y los cuerpos de niños eran colocados en sus brazos: es difícil imaginar una escena tan horrible. Algunos creen que tales cosas nunca pudieron haber sucedido. Sin embargo las Escrituras hacen otras referencias a esta misma práctica. En 2 Reyes 17:31, dice, y los aveos hicieron a Nibhaz y a Tartac; y los de Sefarvaim quemaban a sus hijos en el fuego como ofrenda a Adramelec y Anamelec, dioses de Sefarvaim. Jeremías 7:31, dice: Y han edificado los lugares altos de Tofet, que está en el valle de Ben-hinom, para quemar a sus hijos y a sus hijas en el fuego, lo cual yo no mandé, ni me pasó por la mente. Esta práctica terrible profanaba el nombre santo de Dios (Levítico 20:3). La brutalidad antinatural de este rito pagano constituía una profanación profunda del nombre del verdadero Dios. El amor de Dios por los niños es evidente en toda la Biblia, desde el Génesis hasta el Apocalipsis. Y el Señor Jesús dijo: "Dejad a los niños venir a mi".
Leamos ahora el versículo 22, referente a la
Prohibición de la perversión sexual
"No te acostarás con varón como los que se acuestan con mujer; es una abominación."
Dios prohíbe estas perversiones, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento. En la carta a los Romanos 1:24-28, dice, Por consiguiente, Dios los entregó a la impureza en la lujuria de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos; porque cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron y sirvieron a la criatura en lugar del Creador, que es bendito por los siglos. Amén. Por esta razón Dios los entregó a pasiones degradantes; porque sus mujeres cambiaron la función natural por la que es contra la naturaleza; y de la misma manera también los hombres, abandonando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lujuria unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos el castigo correspondiente a su extravío. Y así como ellos no tuvieron a bien reconocer a Dios, Dios los entregó a una mente depravada, para que hicieran las cosas que no convienen;
La depravación aquí mencionada es común en la actualidad. Como resultado, en muchos, lugares de esta tierra no hay paz. Como dice el profeta Isaías 48:22, No hay paz para los malvados, dice el Señor.
Dice el versículo 23;
"No te entregues a actos sexuales con ningún animal, contaminándote con él; tampoco la mujer debe entregarse a actos sexuales con un animal; es una perversión."
Esto es verdaderamente inconcebible. Era practicado en los ritos de la fertilidad y en la adoración de la naturaleza. El libertinaje estuvo siempre relacionado con la idolatría en su modalidad más degradante. Y en la actualidad, por supuesto, se dan casos de esta aberración.
Leamos los versículos 24 y 25, acerca de las
Naciones de Palestina expulsadas por cometer estos pecados
"No os contaminéis con ninguna de estas cosas, porque por todas estas cosas se han contaminado las naciones que voy a echar de delante de vosotros. Porque esta tierra se ha corrompido, por tanto, he castigado su maldad sobre ella, y la tierra arrojó de sí a sus moradores."
Las naciones de Palestina fueron expulsadas porque cometieron estos pecados tan aborrecibles y atroces. Por ese motivo fueron echados de la tierra. Algunas personas, en un gesto de aparente sensibilidad, han lamentado esta expulsión. Pero aquí tenemos la razón para esa actitud divina. Dios no podía tolerar lo que estaba sucediendo. Entre otros factores, los moradores se estaban consumiendo y destruyéndose a sí mismos por sus enfermedades venéreas. ¿Por qué crees que Dios les dijo a los israelitas que no tomasen oro ni tocasen ropas de la ciudad de Jericó? Sus habitantes eran culpables de los pecados más viles que pudieran imaginarse.
Leamos, finalmente, los versículos 26 al 30:
"Pero en cuanto a vosotros, guardaréis mis estatutos y mis juicios y no haréis ninguna de estos actos infames, ni el nativo ni el forastero que reside entre vosotros (porque los hombres de esta tierra que fueron antes de vosotros han hecho todas estas infamias, y la tierra se ha contaminado), no sea que la tierra os arroje de sí por haberla contaminado, como arrojó a la nación que estuvo antes de vosotros. Porque todo el que haga cualquiera de estas infamias, aquellas personas que las hagan, serán eliminadas de entre su pueblo. Por tanto, guardaréis mi ordenanza, no practicando ninguna de las prácticas infames que practicaron antes de vosotros, para que no os contaminéis con ellas; yo soy el Señor vuestro Dios."
Dios pronunció una doble advertencia a su pueblo: si ellos proseguían un modelo de conducta similar a aquellos que les habían precedido en la tierra, caería sobre ellos el mismo juicio, o peor. Los habitantes de la tierra de Dios tenían que ser puros. El objetivo final de Dios era y es, que Su justicia cubra toda la tierra.
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