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Estudio bíblico de Génesis 16:6-17:7

Génesis 16:6-17:7

En nuestro programa anterior consideramos la situación en que se colocaron Abraham y Sara al dudar de la Palabra de Dios. El les había prometido un hijo pero, al ver su avanzada edad o que el cumplimiento de la promesa se demoraba, trataron de hacer frente a la situación por medios humanos. Es así que Sara había sugerido que Abraham tomase a la criada egipcia Agar por mujer, para concebir un hijo. Los acontecimientos tomaron un rumbo imprevisto pues, una vez que Agar quedó embarazada, trató a Sara con desprecio. Leamos el versículo 6:

Agar huye pero se le aparece el ángel del Señor

"Pero Abraham dijo a Sarai: Mira, tu sierva está bajo tu poder; haz con ella lo que mejor te parezca. Y Sarai la trató muy mal y ella huyó de su presencia."

El contrato matrimonial de esa época preveía que la señora pudiese hacer volver a concubina a su estado anterior. Por ese motivo Sara apeló a Abraham para que sus derechos legales fuesen respetados y el reparase la culpa de Agar. Esta finalmente se vio forzada a huir de la casa debido a los malos tratos de Sara. Continuemos leyendo los versículos 7 al 10, para ver qué le sucedió a Agar y al niño que llevaba en su seno:

"Y el ángel del Señor la encontró junto a una fuente de agua en el desierto, junto a la fuente en el camino de Shur, y le dijo: Agar, sierva de Sarai, ¿de dónde has venido y a dónde vas? Y ella le respondió: Huyo de la presencia de mi señora Sarai. Y el ángel del Señor le dijo: Vuelve a tu señora y sométete a su autoridad. El ángel del Señor añadió: Multiplicaré de tal manera tu descendencia, que no se podrá contar por su multitud."

Aquí corresponde tener una breve explicación sobre el "ángel del Señor "En realidad, todos los ángeles son mensajeros del Señor, de lo cual encontramos ejemplos en el segundo libro de Samuel y en el primero de Reyes. Pero este misterioso ángel del Señor, aparece aquí y en otros pasajes del Antiguo Testamento, como un ser no solamente divino sino también totalmente identificado con Dios, ya que habla como si fuese Dios mismo; la misma persona y con la misma autoridad. Se trata de una evidente "teofanía", es decir, de una verdadera aparición de Dios. Pero también debemos recordar que varios pasajes Bíblicos afirman que a Dios nadie le ha podido contemplar directamente. Esto armoniza con que todo parece indicar que, así como en el Nuevo Testamento los seres humanos pueden contemplar y escuchar directamente a Dios encarnado en Jesucristo, algunas personas claves, relacionadas directamente con los propósitos divinos en la época del Antiguo Testamento pudieron ver y oír a Jesucristo antes de su venida a este mundo, por medio de estas apariciones del "ángel del Señor".

Volviendo a nuestro relato, vemos que Agar, huyendo por el desierto de Shur se encontraba muy lejos de las tiendas de Abraham, en la zona situada frente a Egipto, su país natal, hacia el cual seguramente te dirigía, llegó a una fuente donde --en medio de su desdicha y soledad-- le ocurrió algo extraordinario. El ángel del Señor fue a su encuentro. Resulta maravilloso comprobar como Dios mismo busca a los que se han perdido. Como el mismo Jesucristo y según nos lo cuenta el evangelio según Lucas, en el capítulo 19:10, declararía más tarde refiriéndose a sí mismo: "porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido".

Leamos los versículos siguientes, del 11 al 14:

"El ángel del Señor le dijo además: He aquí, has concebido y darás a luz un hijo; y le llamarás Ismael, porque el Señor ha oído tu afliccción. Y él será hombre indómito como asno montés; su mano será contra todos, y la mano de todos contra él, y habitará al oriente de todos sus hermanos. Y Agar llamó el nombre del Señor que le había hablado: Tu eres un Dios que ve; porque dijo:¿ Estoy todavía con vida después de verle? Por eso se llamó a aquel pozo Beer-lajai.roi; he aquí, está entre Cades y Bered."

Después de que el ángel le pidiese Agar que regresara y se sometiese a la autoridad de Sara, le comunicó que el niño que llevaba en su seno se llamaría Ismael, que significa "Dios oye". Después, el ángel proféticamente le anunció que sus descendientes serían aquellas tribus de beduinos nómadas, que por siglos habitarían en el desierto. Por ello resulta interesante comparar estas predicciones con los 4.000 años de historia del medio Oriente. Es bueno observar aquí el amor y la actitud con que el ángel habla con Agar, porque ella realmente no había pecado. Aquí, el Cristo reencarnado habla como el buen pastor del pasaje Bíblico que acabamos de leer, que ha salido a buscar a la oveja que se había perdido, llevándole un mensaje de consuelo.

Este encuentro debió transformar la vida de Agar, haciéndole comprender cosas que antes le habrían resultado imposibles de asimilar. Como egipcia, tenía una concepción muy primitiva de la divinidad. Así podemos imaginar lo abrumada que habrá quedado al ver a Dios.

Quizás nosotros, como sucedía en la vida de Agar antes de su encuentro con el ángel del Señor, tenemos un conocimiento limitado de Dios. Resulta difícil para seres humanos finitos concebir a un Dios infinito. En cierto sentido le conocemos aunque no le comprendamos plenamente. Pienso que una tarea que nos ocupará durante los tiempos interminables tiempos de la eternidad será precisamente la de llegar a conocer a Dios plenamente. Porque El es digno de un profundo estudio por parte del ser humano. El alcanzar el conocimiento de Dios dignificará la posición del hombre por la eternidad. Continuemos leyendo los versículos 15 y 16 en los que se hace referencia al regreso obediente de Agar al hogar, donde se produjo

El nacimiento de Ismael

"Y Agar le dio a luz un hijo a Abram; Y Abram le puso el nombre de Ismael al hijo que Agar le había dado. Y Abram tenía ochenta y seis años cuando Agar le dio a luz a Ismael."

Antes de continuar con el relato Bíblico y pasar al capítulo 17, haremos una recapitulación de la vida de Abraham hasta este momento en la narración. Concretamente comentaremos

Las pruebas de Abraham

Es decir, las siete apariciones de Dios a Abraham, cinco de las cuales ya hemos considerado. Veremos que en su vida hubo ciertos fracasos aunque hubo también éxitos. En efecto, Dios le sometió a siete pruebas:

(1) Dios llamó a Abraham cuando se encontraba en Ur de los Caldeos, su tierra natal, y Abraham respondió parcialmente a ese llamado. Su fe era débil e imperfecta pero, al menos, emprendió el viaje. El y su familia llegaron bien a la tierra de Canaán, donde Dios le bendijo.

(2) Hubo un período de hambre en la tierra de Canaán y, en consecuencia, Abraham huyó a Egipto. Allí acumuló riquezas en introdujo a Agar en su casa, y ambas circunstancias constituyeron obstáculos en su vida.

(3) Abraham recibió riquezas, que fueron realmente una prueba para él, como lo son para cualquier persona. Con todo, el no se olvidó de Dios y fue ciertamente generoso con su sobrino Lot. Pero sus riquezas ocasionaron su separación de Lot, y Dios se le apareció otra vez.

(4) Abraham recibió poder e influencia, por haber derrotado a los reyes del este. Esta situación fue una verdadera prueba porque él se convirtió en un conquistador. Aquel personaje llamado Melquisedec se encontró con él y esa experiencia fortaleció a Abraham para enfrentar la prueba; porque él rechazó el botín de aquella guerra. Después de esto, Dios se le apareció al patriarca y le animó.

(5) Dios demoró el cumplimiento de la promesa de darle un hijo por medio de Sara, su mujer. Y Abraham se impacientó. Por medio de la sugerencia de Sara tomó el asunto en sus propias manos, apartándose del plan y de la voluntad de Dios. Como resultado, se produjo finalmente el nacimiento de Ismael. Es así que los árabes del desierto aún acosan al pueblo de Israel, y continuarán haciéndolo hasta que Dios, que controla la historia, la lleve a su culminación.

Las dos pruebas finales de Abraham tendrían lugar más adelante. La sexta, en la destrucción de Sodoma y Gomorra, en el capítulo 18, y la séptima en el ofrecimiento de su hijo Isaac, en el capítulo 22.

Vamos a comenzar nuestro estudio del

Capítulo 17

Que muchos consideran como el más importante del libro del Génesis. En él, Dios hizo un pacto con Abraham y le confirmó su promesa de un hijo. Dios le reveló al patriarca que Ismael no era el hijo prometido. En cierto sentido este capítulo es la clave del libro del Génesis y bien pudiera ser una clave para toda la Biblia. El pacto de Dios con Abraham se refiere a dos asuntos importantes: una simiente y una tierra. El se reveló a Abraham por medio de un nombre nuevo, El Shaddai, el Dios Todopoderoso, y también le dió a Abraham un nombre nuevo. Hasta ese momento su nombre era Abram, que significaba "padre enaltecido". A partir de aquel instante, Dios cambió su nombre por el de Abraham, que significa "padre de multitud." Este capítulo deja totalmente claro el hecho de que Ismael no era el hijo que Dios había prometido a Abraham.

Vamos pues a leer los versículos 1 y 2, en los que

El Señor aparece con un nombre nuevo y le da a Abraham un nombre nuevo

"Cuando Abram tenía noventa y nueve años, el Señor se le apareció y le dijo: Yo soy Dios Todopoderoso; anda delante de mí, y sé perfecto. Y yo estableceré mi pacto contigo, y te multiplicaré en gran manera."

Lo primero que podemos observar es que Abraham tenía 86 años de edad cuando nació Ismael y no fue hasta 14 años más tarde cuando nacería Isaac. En efecto, el versículo uno afirma que Abraham tenía 99 años cuando Dios se le apareció por quinta vez, con el nuevo nombre de Dios Todopoderoso.

En este capítulo, la palabra pacto se repite 13 veces, en 20 versículos, por lo cual resulta obvio cual es el Tema preponderante. Esta es la quinta aparición de Dios a Abraham. En ella no solo hace un pacto con él, sino que también le confirma la promesa anterior de un hijo lo cual, como hemos indicado, excluye a Ismael. Es conveniente aclarar que, tal como el contexto Bíblico así lo establece, que no se trataba de un pacto entre Dios y el hombre, como si en cierto momento ellos hubiesen decidido ponerse de acuerdo para regular sus futuras relaciones. Se trataba, más bien, de un pacto de Dios con el hombre. Un pacto deseado, concebido y mantenido por Dios, en el cual el hombre era solamente el objeto, el beneficiario. En suma, un pacto estipulado unilateralmente. Lo único que se requería de Abraham, era su fe.

Vemos lo primero que le pidió Dios a Abraham. Que fuese "perfecto." es decir íntegro, que estuviese consagrado a Dios sin reservas. Esto fue lo único que tenía que hacer Abraham; el resto, lo haría Dios mismo.

En el capítulo 4:19 de la carta a los Romanos, el apóstol Pable escribió:

"Y sin debilitarse en la fe contempló su propio cuerpo, que ya estaba como muerto puesto que tenía como cien años, y la esterilidad de la matriz de Sara;"

La matriz de Sara ya no tenía vida. Y de allí, de aquella muerte surgió la vida e Isaac nació. El apóstol Pablo concluye este capítulo 4, que acabamos de citar, y en el versículo 25, diciendo esto mismo del Señor Jesucristo:

"El cual fue entregado por causa de nuestras transgresiones y resucitado por cause de nuestra justificación."

¡Vida que surgiría de la muerte! Esta es la promesa que Dios estaba haciendo al patriarca. El tenía 99 años de edad y Sara 89. Cuando Isaac naciese, Abraham tendría 100 años y Sara, 90.

Continuamos con el relato de esta aparición de Dios a Abraham, leyendo los versículos 3 y 4:

"Entonces Abram se postró sobre su rostro y Dios habló con él, diciendo: En cuanto a mí, he aquí, mi pacto es contigo, y serás padre de una multitud de naciones."

Dios le confirmó a Abraham que sería el padre de muchas naciones. Por lo que sabemos, podríamos decir que aquel hombre tuvo más descendientes que cualquier otro que haya vivido sobre la tierra. Consideremos que durante unos cuatro mil años se han ido desarrollando dos grandes líneas genealógicas, la línea de Isaac y la línea de Ismael, y se pueden contar millones de personas en cada una de esas líneas. Por añadidura, los cristianos son llamados hijos de Abraham por la fe en Jesucristo. En la citada carta a los Romanos, capítulo 4:16, hablando de Abraham, dice el apóstol Pablo: ". . . el cual es padre de todos nosotros". Es decir, se refiere a creyentes, tanto de Israel como de los Árabes. En la carta a los Gálatas, capítulo 3:29, dice el mismo apóstol:

"Y si sois de Cristo, entonces sois descendencia de Abraham, herederos según la promesa."

Leamos ahora el versículo 5, en relación con el nuevo nombre de Abraham:

"Y no serás llamado más Abram; sino que tu nombre será Abraham; porque yo te haré padre de multitud de naciones."

Tal como dijimos en la introducción a este capítulo, el nombre original del patriarca, Abram, significaba "padre enaltecido" y el nuevo nombre, Abraham, "padre de multitud". Resulta interesante observar que, incluso antes de tener hijos en aquellos días, por la fe, Abraham fue el padre de una gran multitud. En la actualidad, 4.000 años más tarde, tú y yo podemos ver que el significado de su nombre no solo permanece sino que se ha hecho realidad.

Vamos a examinar brevemente el

El pacto de Dios en relación con la simiente y la tierra

Para lo cual leeremos los versículos 6 y 7:

"Te haré fecundo en gran manera, y de ti haré naciones, y de ti saldrán reyes. Y estableceré mi pacto contigo y con tu descendencia después de ti, por todas sus generaciones, por pacto eterno, de ser Dios tuyo y de toda tu descendencia después de ti."

El texto no deja lugar a dudas. Se trata de un pacto eterno. En ese caso, ¿está vigente en la actualidad? ¿Es aplicable hoy? Podemos afirmar rotundamente que sí. Las Sagradas Escrituras contienen promesas específicas para algunas personas concretas, como por ejemplo, en este caso del patriarca Abraham. Y Abraham creyó, tuvo fe. Frente a un ofrecimiento tan inmenso, no podía aportar nada por su lado. Y la Biblia también incluye promesas generales. Por ejemplo, si Dios ha prometido una vida eterna a todo aquel que crea en Jesucristo como su Salvador, es que El ha provisto los medios para cumplir dicha promesa. El ha tomado la iniciativa en la obra de la redención del ser humano. Y en medio de tantas multitudes multiplicándose en el curso de la historia, Dios se ocupa de los seres humanos a un nivel estrictamente personal, para establecer una relación personal.

Por ello, terminamos nuestro programa de hoy, recordando el caso de la sierva Agar, cuando salió huyendo de la casa de Abraham. Porque cuando pensó que estaba lo bastante lejos como para que nadie la encontrase, y cuando había seguramente llegado al límite de sus fuerzas, Dios mismo salió a su encuentro. Y aquel ángel único le dijo: "El Señor ha oído tu aflicción". Y resulta inspirador recordar las palabras de Agar, que ya no se sintió sola en la inmensidad de aquel desierto, cuando le dijo al ángel: "Tu eres un Dios que ve".

Estimado oyente, ¿no te parece que vale la pena pasar por esa experiencia?

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