Estudio bíblico de Deuteronomio 22:1-23:7
Deuteronomio 22:1 - 23:7
Continuamos hoy nuestro estudio en el libro de Deuteronomio y llegamos al capítulo 22. En este capítulo encontramos leyes misceláneas con respecto a las relaciones entre hermanos, a los vestidos, a los códigos de construcción, la agricultura y el matrimonio. Llegamos ahora a otra división del libro de Deuteronomio. Este libro da una repetición de la ley desde los capítulos 5 hasta el 26. En primer lugar, tenemos la repetición e interpretación de los Diez Mandamientos en los capítulos 5 al 7. Luego encontramos los reglamentos religiosos y nacionales, desde el capítulo 8 hasta el capítulo 21. Y ahora, llegamos a los reglamentos en cuanto a las relaciones domésticas y personales, los cuales se encuentran en el capítulo 22 hasta el capítulo 26. Dios dio muchas leyes a esta nación. Y llegamos ahora a los reglamentos que son muy prácticos, y que tienen que ver con las relaciones domésticas y personales. Veamos pues, en primer lugar, las relaciones entre hermanos. Leamos los primeros dos versículos de este capítulo 22 de Deuteronomio:
"Si vieres extraviado el buey de tu hermano, o su cordero, no le negarás tu ayuda; lo volverás a tu hermano. Y si tu hermano no fuere tu vecino, o no lo conocieres, lo recogerás en tu casa, y estará contigo hasta que tu hermano lo busque, y se lo devolverás."
En nuestros tiempos hemos oído muchísimo en cuanto a la política del buen vecino. Dios tenía Su política del buen vecino para Su pueblo en aquel entonces. Quizá usted recuerde que durante la administración del Presidente Franklin D. Roosevelt en los Estados Unidos, él salió con la política del buen vecino. Y todos los eruditos y reporteros la aplaudieron y dijeron que esto era algo nuevecito. Aclamaron a Roosevelt como si fuera un tipo de Mesías y creían que había salido con algo maravilloso. Amigo oyente, permítanos decirle que la política del buen vecino es tan antigua como Moisés mismo y mucho mayor que Moisés. Data del mismo trono de Dios en la eternidad. Él es quien dice que debemos adoptar la política del buen vecino. Esto debe ser demostrado en nuestro diario vivir. Continuemos ahora con el versículo 4:
"Si vieres el asno de tu hermano, o su buey, caído en el camino, no te apartarás de él; le ayudarás a levantarlo."
No debían asumir una actitud de indiferencia hacia el vecino. Ni debían pasar como si el problema del vecino no les importara nada. Deberían extender su ayuda al vecino. Ahora, veamos algunas leyes relacionadas con los vestidos. Continuemos con el versículo 5 de este capítulo 22 de Deuteronomio:
"No vestirá la mujer traje de hombre, ni el hombre vestirá ropa de mujer; porque abominación es a Jehová tu Dios cualquiera que esto hace."
Alguien dirá que eso no se aplica a nosotros hoy en día, porque no estamos bajo la ley. Eso es verdad. Sin embargo, todas estas leyes que estamos estudiando, nos dan ciertos principios en los cuales hacemos muy bien en fijarnos. Creemos que todavía es verdad hoy en día, que una mujer se ve mucho mejor, vestida como una mujer, y que un hombre se ve mejor, vestido como lo que es, como hombre.
Dios nos creó varón y hembra. Y Dios está diciendo aquí, que un hombre debe parecerse a un hombre y que una mujer debe parecerse a una mujer. Tenemos muchas dificultades hoy en día, porque los sexos tratan de parecerse y tratan de portarse igual. Creemos que al sexo femenino le cuesta carísimo eso. Demandan la igualdad de derechos. Y creemos que han tenido más que su igualdad de derechos. A los hombres les gusta tratar a las mujeres como mujeres, y eso quiere decir que a los hombres les gusta exaltarlas. Creemos personalmente, que las mujeres pierden realmente al demandar igualdad de derechos.
Veamos ahora algunas leyes relacionadas con la protección de las aves. Leamos los versículos 6 y 7 de este capítulo 22 de Deuteronomio:
"Cuando encuentres por el camino algún nido de ave en cualquier árbol, o sobre la tierra, con pollos o huevos, y la madre echada sobre los pollos o sobre los huevos, no tomarás la madre con los hijos. Dejarás ir a la madre, y tomarás los pollos para ti, para que te vaya bien, y prolongues tus días."
Dios tiene interés en las aves. Recuerde que el Señor Jesús dijo allá en el evangelio según San Mateo, capítulo 10, versículo 29, que ni aun un solo pajarillo cae a tierra sin que el Padre lo sepa. En realidad, el lenguaje allí en esa porción de la Escritura, tiene el sentido de que un pajarillo siempre cae en el seno del Padre. ¡Simplemente un pajarillo! Sin embargo, el Padre tiene interés en él. Y el Señor continúa diciendo en Mateo 10:31: "Así que, no temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos". ¡Cuán maravilloso es eso! Si el Padre tiene interés en un pajarillo, también tiene interés en usted amigo oyente, y conoce todo lo concerniente a usted.
Consideremos ahora lo que pudiéramos llamar el código de construcción. Leamos el versículo 8 de este capítulo 22 de Deuteronomio:
"Cuando edifiques casa nueva, harás pretil a tu terrado, para que no eches culpa de sangre sobre tu casa, si de él cayere alguno."
Es necesario entender que el techo de la casa en aquel entonces en Israel, era como el porche que da a la calle. Era el lugar donde la familia salía para sentarse al fresco de la noche. Ahora, Dios dice que el techo debe ser protegido. Debía haber una baranda alrededor de la azotea, para que los pequeñitos no cayeran, y para que las personas no cayeran del techo en la obscuridad.
¿Sabe usted que es solamente en estos últimos años, que tenemos códigos de construcción para proteger a las personas? Dios no es tan anticuado como muchos creen que es. Dios tiene interés en la manera en que los hombres construyen sus casas. Sí, tiene interés en eso. Quiere que su casa sea dedicada a Él, y quiere que esa casa sea un lugar seguro.
Aquí, hay otro pensamiento. ¿Tiene usted amigo oyente, una baranda alrededor de su casa? ¿Protege usted a sus niños de las cosas de este mundo? ¿Cuántos padres dejan que sus hijos salgan sin saber a dónde van? ¿Cuántos hijos han salido para vivir en malas compañías que corrompen sus buenas costumbres? Todavía hoy en día, amigo oyente, necesitamos tener esas barandas alrededor de nuestras casas.
Veamos ahora la siembra de la semilla. Leamos el versículo 9 de este capítulo 22 de Deuteronomio:
"No sembrarás tu viña con semillas diversas, no sea que se pierda todo, tanto la semilla que sembraste como el fruto de la viña."
Como usted ve amigo oyente, las semillas no debían ser mezcladas. Y Dios sigue dando más leyes en cuanto a la mezcla de las cosas. Veamos el versículo 10:
"No ararás con buey y con asno juntamente."
Ahora esto parece algo chistoso lo que el Señor dice aquí. Pero la verdad es que así ocurre en Israel, aún hoy en día. Usted puede ver un árabe en el campo arando con un buey y con un asno juntamente. Pues bien, Dios dice que Israel no debe arar de esa manera. Quizá alguien diga: "Bueno, ¿y qué hay de malo en eso? Amigo oyente, un buey, es un buey. Y un asno, es un asno. Y no van juntos. No caminan juntos, ni trabajan juntos. No son semejantes y no deben ser juntados.
Ahora, ¿Ha notado usted que al Señor no le gustaba ninguna mezcolanza? Lo mismo ocurre en el matrimonio. Dios no quiere ninguna mezcolanza entre los salvados y los inconversos. Desgraciadamente hemos visto muchísimos matrimonios donde se ha juntado un buey con un asno. Eso es lo que ocurre. Ahora, leamos el versículo 11 de este capítulo 22:
"No vestirás ropa de lana y lino juntamente."
¿Sabe usted lo que ocurre con una combinación como esa? Cuando la lave, la lana se encogerá, pero el lino no se encogerá. Resulta entonces en un verdadero problema. Ahora el versículo 12:
"Te harás flecos en las cuatro puntas de tu manto con que te cubras."
Esos flecos eran generalmente de color azul. Había un color azul en el vestido del sumo sacerdote. El fleco quedaba al borde del vestido donde tocaba la tierra. El azul celestial debía tocar la tierra. Hay una lección en esto para el hijo de Dios. Dios amonesta en cuanto a las mezcolanzas. El hijo de Dios no puede mezclarse con el mundo. Hay algunos cristianos que se juntan con los del mundo, con el pretexto de poder alcanzarlos. Pero amigo oyente, tenga cuidado. Ésa no es la manera de alcanzarlos. Si usted oye decir que alguien ha sido alcanzado, porque un cristiano se ha juntado con los del mundo, por favor, avíseme. La semilla no debía ser mezclada. El buey y el asno no debían trabajar juntos. La lana y el lino no debían combinarse en una prenda de vestir. Y de la misma manera amigo oyente, el cristiano no debe juntarse con el mundo.
Consideremos ahora algunas leyes relacionadas con el matrimonio. Leamos los versículos 13 hasta el 15 de este capítulo 22 de Deuteronomio:
"Cuando alguno tomare mujer, y después de haberse llegado a ella la aborreciere, y le atribuyere faltas que den que hablar, y dijere: A esta mujer tomé, y me llegué a ella, y no la hallé virgen; entonces el padre de la joven y su madre tomarán y sacarán las señales de la virginidad de la doncella a los ancianos de la ciudad, en la puerta"
Tenemos aquí una ley para proteger a la esposa inocente, y debía evitar que una esposa fuera acusada falsamente. Esta ley protegía a una esposa de un esposo infiel, impío y aborrecible. Dios había hecho un arreglo para proteger a una esposa bajo tales circunstancias. Y vea usted lo que ocurría al esposo que había levantado esa falsa acusación. Leamos los versículos 18 y 19:
"Entonces los ancianos de la ciudad tomarán al hombre y lo castigarán; y le multarán en cien piezas de plata, las cuales darán al padre de la joven, por cuanto esparció mala fama sobre una virgen de Israel; y la tendrá por mujer, y no podrá despedirla en todos sus días."
Ahora, qué ocurría si la acusación era cierta. Continuemos leyendo los versículos 20 y 21:
"Mas si resultare ser verdad que no se halló virginidad en la joven, entonces la sacarán a la puerta de la casa de su padre, y la apedrearán los hombres de su ciudad, y morirá, por cuanto hizo vileza en Israel fornicando en casa de su padre; así quitarás el mal de en medio de ti."
Si la mujer era culpable, debía ser muerta a pedradas. Hoy en día los hombres hablan en cuanto a la nueva moralidad, y creen que es un gran paso adelante. Pero Dios dio una norma de moralidad a Su pueblo Israel. Y la moralidad dada por Dios siempre ha servido de bendición a cualquier nación. Cualquier nación que haya violado la ley de Dios en cuanto a la moralidad, ha caído. Y cuando pensamos en esto, y cuando pensamos en la condición de nuestros países, realmente nos dan ganas de llorar.
Bajo la ley de Dios para Israel, una persona culpable de adulterio era ejecutada a pedradas, fuera hombre o mujer. Si hiciéramos esto en nuestros países, amigo oyente, quizá no habría donde construir las carreteras. Habría tantos rimeros de piedras por todos lados que, bueno, sería imposible abrir carreteras.
El resto de este capítulo continúa tratando de este mismo tema. Y es que amigo oyente, Dios honra el matrimonio, y Dios honra la pureza sexual. El adulterio en Israel debía ser castigado con la muerte. La muerte por lapidación.
Y así concluimos nuestro estudio de este capítulo 22 de Deuteronomio. Llegamos ahora al capítulo 23. Y el tema central de este capítulo es: el mundo, la carne y el diablo. Vivimos en un tiempo cuando los hombres hablan con mucha franqueza. El hecho es que a veces el lenguaje se hace vulgar. Hay algunos pasajes que no leemos por radio al público. Sin embargo, en estos pasajes hay algunas grandes lecciones espirituales que no debemos perder.
Hemos titulado este capítulo: "El Mundo, la Carne, y el Diablo". Creemos que lidiamos diariamente. Y en realidad a cada hora y cada momento, con estos tres enemigos. Veamos el primer versículo de este capítulo 23 de Deuteronomio:
"No entrará en la congregación de Jehová el que tenga magullados los testículos, o amputado su miembro viril."
Ésta es una ley muy rara. ¿No le parece? ¿Qué es lo que Dios trata de enseñar aquí? Esto correspondería al ascetismo, y Dios lo condena.
Durante la Edad Media los hombres vieron la depravación en Europa, en Asia, y en Africa del norte, y se apartaron de las cosas del mundo, y se hicieron ascetas. Ingresaron en monasterios para apartarse del mundo. Y esto es un extremo contra el cual Dios amonesta.
Es posible encontrar el mismo tipo de legalismo hoy en día, en el protestantismo. Hay personas que creen que viven la vida separada. Se niegan muchas cosas. Sin embargo, no hemos hallado que estas personas sean alegres. El hecho es que algunas de ellas son muy peligrosas. Se portan de una manera muy piadosa y parecen estar escandalizadas cuando alguna cosa que es mundana se menciona delante de ellas. Pero hemos descubierto que estas mismas personas pueden ser las más chismosas. A veces no son honradas en sus tratos de negocio. Hemos hallado que los que parecen ser los más apartados, son los más falsos. Dios amonesta contra el ascetismo. Tal individuo no entrará en la congregación del Señor. Leamos ahora el versículo 2:
"No entrará bastardo en la congregación de Jehová; ni hasta la décima generación no entrarán en la congregación de Jehová."
Dios hace uso aquí de un lenguaje franco. Un hijo ilegítimo no podía entrar en la congregación del Señor. Ahora, ¿Qué significa eso para nosotros en el día de hoy?
Significa que usted amigo oyente, tiene que ser renacido para llegar a ser un hijo de Dios. Hay muchos hoy en día, que dicen que son hijos del Rey. Pero en realidad no son hijos del Rey. Son ilegítimos. Uno puede ser religioso sin ser renacido. Y tal individuo no es un hijo de Dios, de ninguna manera. Y Dios lo expresa con toda claridad. Nicodemo por ejemplo era fariseo, un hombre muy religioso, un líder espiritual del pueblo, alguien que llevaba sus filacterias. Sin embargo, ese hombre era ilegítimo, y nuestro Señor le dijo que le era necesario nacer de nuevo. Nuestro Señor le interrumpió de una manera casi descortés para decirle allá en el evangelio de Juan, capítulo 3, versículo 3: ". . .De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios."
Un pastor dijo en cierta ocasión: "Hay muchos paganos hoy en día que son bautizados. Son pecadores con destino al infierno y creen que porque han sido bautizados, son hijos de Dios". Dios dice que el hijo ilegítimo, no entrará en la congregación. Dios no tiene ningún hijo ilegítimo. Todos Sus hijos son legítimos, porque han sido renacidos. Y permítanos amigo oyente, hacerle esta pregunta: ¿Ha sido renacido usted? ¿Conoce usted a Cristo como su Salvador personal?
El evangelio de Juan en el capítulo 1, versículos 12 y 13, dice: "Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios"
¿Cumple usted amigo oyente, los requisitos para ser hijo legítimo de Dios? No importa las muchas ceremonias que haya cumplido, ni las muchas iglesias a las cuales usted haya asistido, ni cuán religioso sea usted. A menos que usted sea hijo del Rey, usted es ilegítimo. Continuemos leyendo los versículos 3 y 4 de este capítulo 23 de Deuteronomio:
"No entrará amonita ni moabita en la congregación de Jehová, ni hasta la décima generación de ellos; no entrarán en la congregación de Jehová para siempre, por cuanto no os salieron a recibir con pan y agua al camino, cuando salisteis de Egipto, y porque alquilaron contra ti a Balaam hijo de Beor, de Petor en Mesopotamia, para maldecirte."
Los arqueólogos han descubierto que los amonitas y los moabitas eran los peores paganos. Han descubierto muchas de sus imágenes a Baal. Y esto habla de la religión falsa. La falsa religión no debe entrar en la congregación del Señor. Ahora, ¿cómo es posible que uno reconozca la religión falsa? El Señor dice allá en Mateo 7:16: "Por sus frutos los conoceréis". La evidencia era que no quisieron dar a Israel ni pan ni agua, y contrataron a Balaam para maldecir a Israel. Continuemos ahora con los versículos 5 y 6 de este capítulo 23 de Deuteronomio:
"Mas no quiso Jehová tu Dios oír a Balaam; y Jehová tu Dios te convirtió la maldición en bendición, porque Jehová tu Dios te amaba. No procurarás la paz de ellos ni su bien en todos los días para siempre."
Nos damos cuenta de que esto parece ser algo terriblemente duro, pero esta es una amonestación terrible contra cualquier enlace con las falsas religiones. La religión falsa es satánica en origen. Y el diablo no debe entrar en la congregación del Señor. Es la falsa religión la que ha condenado a la pena eterna a este mundo, más que cualquier otra cosa. Es posible que una iglesia muy bella, con una torre alta, y con música dulce al oído, sea la misma casa de Satanás. Debemos estar pues alertas contra la religión falsa. La religión falsa no tiene lugar en la congregación del Señor. Leamos ahora el versículo 7 de este capítulo 23 de Deuteronomio:
"No aborrecerás al edomita, porque es tu hermano; no aborrecerás al egipcio, porque forastero fuiste en su tierra."
Vimos en el libro de Génesis que Edom representa la carne. Edom es Esaú, y Esaú y Jacob eran hermanos mellizos. Ahora, debían aborrecer a los amonitas y a los moabitas, pero no a los edomitas, es decir, la carne.
Usted y yo amigo oyente, tenemos una vieja naturaleza, la carne. Bien podemos aborrecer la carne, tratar de pisarla, tratar de castigarla, pero nada de eso sirve para bien. No debemos aborrecer la carne, ni debemos mutilarla. Por otra parte, esa vieja naturaleza no debe controlarnos, y no debemos de ceder a la carne. La carne sigue en rebelión contra Dios. Sin embargo, es una parte de nosotros. Y el aborrecerla no sirve de nada.
Ahora, no debían aborrecer a un egipcio. Egipto siempre representa el mundo. Habían sido forasteros en la tierra de Egipto. Y nosotros somos peregrinos en este mundo. Es verdad que no debemos amar al mundo, pero tampoco debemos aborrecer al mundo. Los puritanos eran extremistas. Trataban de negar todo lo que hay en el mundo. El mundo todavía es nuestro hogar aquí, aunque simplemente pasamos por él. Si nos fuera posible recordar siempre, que somos peregrinos aquí en el mundo, tendríamos al mundo en su debida perspectiva.
Permítanos decir amigo oyente, que a los hijos de Israel nunca se les mandó a plantar flores en el desierto. Fueron llamados a pasar por él. Ése es nuestro llamamiento hoy en día. Tenemos que pasar por este mundo, pero no se nos manda a asociarnos con movimientos que tengan como fin poner en orden al mundo. Tampoco debemos avenirnos con el mundo. Lo que debemos hacer es darle al mundo la Palabra de Dios. Eso es lo que tratamos de hacer aquí en este programa "A Través de la Biblia".
De modo que, como usted ve, en cierta forma este capítulo trata de nuestra relación con el diablo, quien motiva las religiones falsas, y trata también de nuestra relación con la carne y con el mundo. Y el cristiano no puede avenirse con ninguno de los tres.
Y bien amigo oyente, nuestro tiempo ha concluido, así es que tenemos que detenernos por hoy. En nuestro próximo programa Dios mediante, continuaremos estudiando este capítulo 23 de Deuteronomio y veremos algunos reglamentos varios. Será pues hasta entonces, que Dios le bendiga ricamente.
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