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Estudio bíblico de Deuteronomio 28:32-29:29

Deuteronomio 28:32 - 29:29

Continuamos estudiando el capítulo 28 de Deuteronomio. Y llegamos ahora a uno de los pasajes más extraordinarios de la Escritura. Es la historia de Israel en la tierra prometida, escrita anticipadamente, o sea profetizada. La Escritura tiene tres profecías relacionadas con Israel o los israelitas, sobre su destierro de la tierra prometida y su retorno para reunirse en esa tierra. Habría tres destierros y tres retornos de Israel.

El primero de éstos fue profetizado por Dios a Abraham. Usted seguramente recuerda que en Génesis 15: 13 y 16, leímos: "Ten por cierto que tu descendencia morará en tierra ajena, será esclava allí, y será oprimida cuatrocientos años...". Luego el versículo 16 dice: "Y en la cuarta generación volverán aquí...". Es decir, que fueron a Egipto por 430 años, pero luego Dios les sacó de Egipto. Ese episodio es el que estamos siguiendo ahora en el libro de Deuteronomio. Los israelitas estaban entonces al lado oriental del río Jordán y Dios les estaba conduciendo de vuelta a la tierra en lo que sería su primer retorno. En el libro de Josué los hallaremos entrando en la tierra, y en el libro de los Jueces los encontraremos ya establecidos en la tierra prometida, con lo que quedó esta profecía completa y literalmente cumplida.

Ahora, se menciona aquí la segunda vez que habrían de ser desterrados de la tierra, y se menciona antes de que aún hubieran entrado en la tierra. Éste es un capítulo muy notable. Leamos los versículos 32 hasta el 37 de este capítulo 28 de Deuteronomio:

"Tus hijos y tus hijas serán entregados a otro pueblo, y tus ojos lo verán, y desfallecerán por ellos todo el día; y no habrá fuerza en tu mano. El fruto de tu tierra y de todo tu trabajo comerá pueblo que no conociste; y no serás sino oprimido y quebrantado todos los días. Y enloquecerás a causa de lo que verás con tus ojos. Te herirá Jehová con maligna pústula en las rodillas y en las piernas, desde la planta de tu pie hasta tu coronilla, sin que puedas ser curado. Jehová te llevará a ti, y al rey que hubieres puesto sobre ti, a nación que no conociste ni tú ni tus padres; y allá servirás a dioses ajenos, al palo y a la piedra. Y serás motivo de horror, y servirás de refrán y de burla a todos los pueblos a los cuales te llevará Jehová."

Esto debía ser el cautiverio babilónico, el cual ahora es un hecho en la historia. Aprenderemos de esto más tarde en nuestro estudio de la Biblia, donde leeremos más profecías en cuanto a esto en Jeremías, y luego, de hecho lo veremos suceder. El registro histórico del cautiverio se encuentra en los libros de los Reyes y de Crónicas. El hecho es que el ejército de los caldeos sacó los ojos del último rey Sedequías. Sus hijos fueron degollados delante de él, y luego le sacaron los ojos. Vemos así cómo esto cumple literalmente el versículo 32. El rey Sedequías fue llevado ciego al cautiverio babilónico.

Ahora, ¿Por qué les sucedió todo esto? Fue a causa de su desobediencia. Dios les había dado las condiciones. Les había dicho que si obedecían, serían bendecidos. Pero si desobedecían, serían castigados.

Ahora, Israel regresó del cautiverio babilónico. Hubo un retorno a la tierra prometida. Y vemos esto en los libros de Esdras y Nehemías. Los profetas Hageo, Zacarías y Malaquías, hablaron de su regreso a la tierra. Ésta pues, fue la segunda profecía de que ellos serían desterrados de la tierra a causa de su desobediencia, pero regresarían. Esa profecía ha sido cumplida literalmente.

La tercera dispersión de Israel tendría lugar después de que fueran conquistados por Roma. Esto dispersión se describió proféticamente. Leamos los versículos 48 al 53 de Deuteronomio capítulo 28:

"servirás, por tanto, a tus enemigos que enviare Jehová contra ti, con hambre y con sed y con desnudez, y con falta de todas las cosas; y él pondrá yugo de hierro sobre tu cuello, hasta destruirte. Jehová traerá contra ti una nación de lejos, del extremo de la tierra, que vuele como águila, nación cuya lengua no entiendas; gente fiera de rostro, que no tendrá respeto al anciano, ni perdonará al niño; y comerá el fruto de tu bestia y el fruto de tu tierra, hasta que perezcas; y no te dejará grano, ni mosto, ni aceite, ni la cría de tus vacas, ni los rebaños de tus ovejas, hasta destruirte. Pondrá sitio a todas tus ciudades, hasta que caigan tus muros altos y fortificados en que tú confías, en toda tu tierra; sitiará, pues, todas tus ciudades y toda la tierra que Jehová tu Dios te hubiere dado. Y comerás el fruto de tu vientre, la carne de tus hijos y de tus hijas que Jehová tu Dios te dio, en el sitio y en el apuro con que te angustiará tu enemigo."

El historiador Josefo, contó de la llegada de los romanos bajo Tito. Roma, conocida como el imperio de hierro, cumplió esta predicción... Ahora, el versículo 48 de este capítulo 28 de Deuteronomio dice: "Y el pondrá yugo de hierro sobre tu cuello". Los romanos vinieron desde el occidente. Su idioma no fue un idioma oriental. La nación de Israel hablaba un idioma que estaba relacionado con los idiomas de Asia y de África y orientales, y era totalmente diferente. Dios dijo que no entenderían el idioma de la nación conquistadora. El águila era insignia del ejército romano, y Dios dijo que los invasores volarían como el águila. Creemos que muchos israelitas, que eran cultos, cuando miraron por las murallas almenadas y vieron los estandartes de Tito con la insignia de águila, se habrán dicho: "Éste es el cumplimiento de la profecía."

Josefo nos dijo en su historia, que las madres fueron obligadas a entregar a sus bebés, los cuales fueron comidos. Los israelitas murieron y sus cadáveres fueron recogidos dentro de la ciudad, y tuvieron que ser echados al otro lado de la muralla. Estimado oyente, esta profecía se cumplió literalmente. Y entonces, el pueblo judío fue dispersado por todo el mundo. Pasemos ahora al versículo 64:

"Y Jehová te esparcirá por todos los pueblos, desde un extremo de la tierra hasta el otro extremo; y allí servirás a dioses ajenos que no conociste tú ni tus padres, al leño y a la piedra."

Los israelitas nunca han regresado de esa dispersión. Esa parte de la profecía todavía no ha sido cumplida. Hay tres profecías en cuanto a los destierros. Y hay tres profecías que hablan de su regreso. Han regresado dos veces, pero aún no han regresado la tercera vez.

De modo que tenemos seis profecías en total. Cinco de ellas han sido cumplidas literalmente. ¿Qué le parece la sexta? Podemos decirle lo que creemos en cuanto a ella. Creemos que será cumplida literalmente y ocurrirá en el futuro. Leamos los versículos 65 al 67:

"Y ni aun entre estas naciones descansarás, ni la planta de tu pie tendrá reposo; pues allí te dará Jehová corazón temeroso, y desfallecimiento de ojos, y tristeza de alma; y tendrás tu vida como algo que pende delante de ti, y estarás temeroso de noche y de día, y no tendrás seguridad de tu vida. Por la mañana dirás: ¡Quién diera que fuese la tarde! y a la tarde dirás: ¡Quién diera que fuese la mañana! por el miedo de tu corazón con que estarás amedrentado, y por lo que verán tus ojos."

¡Cuán literalmente ha sido cumplido todo esto a través de las persecuciones de los judíos a través de los siglos! Todo esto es la consecuencia de su desobediencia continua. Sin descanso, y con un corazón temeroso. Por la mañana deseando que ya fuera de noche, y por la noche, que ya fuera de día. ¡Cuán triste situación es ésa! Dios, estimado oyente, es fiel a Su Palabra. ¡Qué lección hay en ello para nosotros!

Esto debería impulsarnos a compartir el evangelio con estos que han sido desterrados de la tierra prometida. El evangelio del Señor Jesucristo es igualmente para el judío como para el no judío. Y es como dice el apóstol Pablo en Romanos 1:5: "para que en todas las naciones haya quienes crean en él y le obedezcan"

Pasamos ahora a

Deuteronomio 29:1-29

En este capítulo tenemos "el Pacto Palestino". Los capítulos 29 y 30 de Deuteronomio, son considerados como el Pacto Palestino. El Dr. Chafer consideró los capítulos 28 al 30 como el Pacto. La Biblia de Scofield con Referencias, dice que el Pacto comienza en el capítulo 29 y llega hasta el capítulo 30:10, con el capítulo 29 como introducción. En nuestras notas consideramos el Pacto comenzando con el capítulo 29 y continuando hasta el capítulo 30:10. Aunque el Pacto propiamente dicho, se encuentra en los primeros diez versículos del capítulo 30 y el capítulo 29 es preliminar.

Veamos entonces las palabras de introducción al Pacto Palestino. Éste ahora, es el cuarto discurso de Moisés. Leamos el primer versículo de este capítulo 29 de Deuteronomio, que pasa a darnos

Un resumen del cuidado de Dios

"Estas son las palabras del pacto que Jehová mandó a Moisés que celebrase con los hijos de Israel en la tierra de Moab, además del pacto que concertó con ellos en Horeb."

El pacto que Dios concertó con ellos en Horeb, consistió en los Diez Mandamientos. Nosotros los conocemos como la ley mosaica. El pacto que Dios iba a hacer con ellos aquí, tenía relación con la tierra, y se llama el Pacto Palestino. Dios hizo este pacto con ellos poco antes de que entraran en la tierra. Continuemos leyendo el versículo 2:

"Moisés, pues, llamó a todo Israel, y les dijo: Vosotros habéis visto todo lo que Jehová ha hecho delante de vuestros ojos en la tierra de Egipto a Faraón y a todos sus siervos, y a toda su tierra"

Estos israelitas eran niños y adolescentes cuando presenciaron algunos de estos incidentes. Las personas mayores en la nación habrán tenido sesenta años, después de viajar a través del desierto. Sólo Josué y Caleb quedaron de la generación antigua. Continuemos leyendo los versículos 3 y 4:

"las grandes pruebas que vieron vuestros ojos, las señales y las grandes maravillas. Pero hasta hoy Jehová no os ha dado corazón para entender, ni ojos para ver, ni oídos para oír."

A pesar de ver todas estas señales, todavía no percibían los alcances de la portentosa intervención de Dios en su historia. Isaías dijo lo mismo, y vemos que el apóstol Pablo en Romanos 11:8 hizo mención una vez más de la ceguera de Israel. Dijo el apóstol Pablo: "Como está escrito: Dios les dio espíritu insensible, ojos que no vean y oídos que no oigan, hasta el día de hoy."

¿Quiere esto decir que Dios no les permitió comprender, que cerró sus ojos y oídos? No. Significa que ellos ya los tenían cerrados. Hasta que Dios no abra los ojos y los oídos de los hombres y las mujeres, ellos no pueden oír el evangelio. Ahora, deseamos que esto quede claro, Sí pueden oír la Palabra de Dios, pero no pueden oír el evangelio con entendimiento.

Es necesario que el Espíritu de Dios obre por medio de la Palabra de Dios, para abrir los ojos y el corazón de las personas, para que vean que la Palabra de Dios es eficaz y transforma la vida de los seres humanos.

Ahora, Dios dijo que simplemente dejó a los israelitas en la misma situación espiritual en que se encontraban. Ellos no tenían ninguna intención de volverse a Él. Habían roto su relación con el Dios vivo y verdadero. Y por eso, y como castigo, Dios simplemente les dejó en su estado de incredulidad. Leamos ahora el versículo 5 de este capítulo 29 de Deuteronomio:

"Y yo os he traído cuarenta años en el desierto; vuestros vestidos no se han envejecido sobre vosotros, ni vuestro calzado se ha envejecido sobre vuestro pie."

Imagínese usted, caminar por cuarenta años sin que su ropa y calzado se gastasen. Ahora, Moisés continuó describiendo su viaje por el desierto, y habló de cómo estas experiencias debían haber abierto sus ojos.

Son muchos los que hoy dicen que si Dios sólo hiciera un milagro delante de sus ojos, creerían. Ahora estos israelitas de la historia Bíblica vieron milagros por cuarenta años y, aun así, no creyeron. No es por falta de evidencia que los hombres son inconversos o incrédulos. Son incrédulos no por causa de lo que leen en la Biblia, ni por lo que ven a su alrededor. El problema está dentro de ellos mismos. Son incrédulos porque son enemigos innatos de Dios, es decir, por naturaleza. No tienen ninguna capacidad para percibir las cosas de Dios.

¡Qué figura presenta Dios del corazón humano! Dice que es perverso. Nadie puede concebir verdaderamente cuan terrible es en realidad. El apóstol Pablo dijo en Romanos 8:7 y 8, "Los que se preocupan sólo de las cosas humanas son enemigos de Dios, porque ni quieren ni pueden someterse a su ley. Por eso, los que viven sometidos a los deseos de la débil condición humana no pueden agradar a Dios". Ahora, Pablo escribió estas palabras después de que Dios probó a Israel por 1500 años bajo la ley. ¡Qué descripción de la humanidad es ésta! Aquellos que viven controlados por su naturaleza humana, no pueden agradar a Dios.

Moisés pues, les expuso un resumen de su historia, recordándoles la provisión maravillosa y el cuidado de Dios, y esto fue lo preliminar al pacto. Llegamos así a un párrafo que podríamos titular,

Las bendiciones dependían de la obediencia

Recordemos que el pacto Palestino era incondicional, pero que la posesión de la tierra dependería de su obediencia, Leamos los versículos 10 al 13:

"Vosotros todos estáis hoy en presencia de Jehová vuestro Dios; los cabezas de vuestras tribus, vuestros ancianos y vuestros oficiales, todos los varones de Israel; vuestros niños, vuestras mujeres, y tus extranjeros que habitan en medio de tu campamento, desde el que corta tu leña hasta el que saca tu agua; para que entres en el pacto de Jehová tu Dios, y en su juramento, que Jehová tu Dios concierta hoy contigo, para confirmarte hoy como su pueblo, y para que él te sea a ti por Dios, de la manera que él te ha dicho, y como lo juró a tus padres Abraham, Isaac y Jacob."

Pasemos ahora a considerar

Los resultados de la desobediencia

Al leer las advertencias de Moisés, en el sentido en que la desobediencia al pacto afectaría tanto al pueblo como a la tierra, nos suena como una predicción porque los israelitas abandonaron el pacto. Leamos los versículos 22 al 27:

"Y dirán las generaciones venideras, vuestros hijos que se levanten después de vosotros, y el extranjero que vendrá de lejanas tierras, cuando vieren las plagas de aquella tierra, y sus enfermedades de que Jehová la habrá hecho enfermar (azufre y sal, abrasada toda su tierra; no será sembrada, ni producirá, ni crecerá en ella hierba alguna, como sucedió en la destrucción de Sodoma y de Gomorra, de Adma y de Zeboim, las cuales Jehová destruyó en su furor y en su ira); más aún, todas las naciones dirán: ¿Por qué hizo esto Jehová a esta tierra? ¿Qué significa el ardor de esta gran ira? Y responderán: Por cuanto dejaron el pacto de Jehová el Dios de sus padres, que él concertó con ellos cuando los sacó de la tierra de Egipto, y fueron y sirvieron a dioses ajenos, y se inclinaron a ellos, dioses que no conocían, y que ninguna cosa les habían dado. Por tanto, se encendió la ira de Jehová contra esta tierra, para traer sobre ella todas las maldiciones escritas en este libro;"

El Dr. Jorge Gill, contaba en cierta ocasión acerca de un viaje que él había hecho por tren yendo por Asia Menor para entrar en Palestina. Contaba que por la tarde había salido de Jerusalén y había llegado a la región del Mar Muerto. Al partir el tren, se encontró en la plataforma trasera con un americano muy rico. El americano le dijo: "Siempre he oído decir que ésta era una tierra que fluía leche y miel. Pues nunca he visto una tierra que sea tan mala como ésta". El Dr. Gill dijo: ¿Sabe usted que es interesante que usted diga eso? Y procedió entonces a abrir su Biblia, y buscando las páginas del libro de Deuteronomio, le enseñó a este turista el versículo 22, aquí donde dice que un extranjero vendría de lejanas tierras y que haría esa misma pregunta. Los extranjeros preguntarían el significado de todo eso. Preguntarían por qué había cambiado tanto la tierra. Y el Dr. Gill le dijo el motivo preciso, el que Moisés había dado hacía 3.500 años. Le dijo: "Por cuanto dejaron el pacto del Señor, el Dios de sus padres."

La tierra y el pueblo estaban incluidos juntos. En realidad, todo el sistema mosaico estaba adaptado para esa tierra. No solo se trataba del pueblo, sino también de la tierra. En los tiempos de nuestro Señor, el monte de los Olivos estaba cubierto de árboles. Era una región boscosa. Los enemigos que llegaron para conquistar el país, cortaron los árboles del monte y dejaron desolada la tierra. El juicio de Dios no sólo cayó sobre el pueblo, sino que también cayó sobre la tierra. Pasemos ahora a los versículos 28 y 29 de este capítulo 29 de Deuteronomio.

"y Jehová los desarraigó de su tierra con ira, con furor y con grande indignación, y los arrojó a otra tierra, como hoy se ve. Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley."

Pero incluso antes que el pacto fuese hecho, se le dijo al pueblo lo que sucedería al final.

Ahora, estimado oyente, hay muchas cosas de las cuales el Señor no nos ha hablado mucho. Pero sí hay ciertas cosas que nos ha revelado. Y con seguridad, nos ha hablado acerca de esa tierra. Está ahora mismo desolada y tratan de conseguir agua para ella. Las autoridades agrónomas han dicho que si la tierra pudiera ser rehabilitada por medio del riego, le sería posible mantener a unos 15 a 25 millones de personas.

Cualquiera que viaje hoy por esas tierras, seguramente se preguntará, qué significa este gran juicio en la tierra que era tan rica en agricultura y ganadería. Los israelitas fueron expulsados de esa tierra porque no guardaron el pacto, no cumplieron las condiciones establecidas por Dios; no le obedecieron. Ahora, ¿quiere decir esto que habiendo fracasado en cumplir el pacto, nunca jamás volverán los israelitas a esa tierra? Claro que no. Porque Dios ha hecho con ellos el Pacto Palestino, que era incondicional. Examinaremos esto en el capítulo próximo.

Y así concluimos el estudio del capítulo 29 de Deuteronomio. En nuestro próximo programa, Dios mediante comenzaremos nuestro estudio del capítulo 30. Nos queda una reflexión personal. La profecía cumplida en la historia refuerza nuestra confianza en el cumplimiento de la profecía que aun no se ha cumplido, pues así como sucedió en el pasado, Dios cumple lo que promete. Así es que la historia confirma la autoridad de la Palabra escrita de Dios. Y como nosotros formamos parte de esa historia, haremos bien en escuchar esa Palabra divina que acierta en su diagnóstico sobre los males de la humanidad, y de cada uno de nosotros, proporcionando el remedio que se encuentra en Jesucristo, Palabra encarnada de Dios, quien por su obra en la cruz nos salva, comienza a transformarnos, y nos da la vida eterna.

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