Estudio bíblico de Jueces 1:1-2:16
Jueces: Introducción 1:1 - 2:16
Comenzamos hoy nuestro estudio en el libro de los Jueces, que toma su título de los 12 hombres y una mujer que actuaron como jueces durante el período comprendido entre la muerte de Josué y el tiempo de Samuel.
Con respecto al autor, diremos que es desconocido. Este libro proviene del período de la monarquía a juzgar por la frase que aparece cuatro veces "en aquellos días no había rey en Israel" que encontramos en varios pasajes. Por ejemplo en el capítulo 17, versículo 6; en el capítulo 18, versículo 1; en el capítulo 19, versículo 1; y también en el capítulo 21, versículo 25. Probablemente fue escrito por Samuel, aunque no se ha comprobado definitivamente cual fue el escritor de este libro de los Jueces.
Dios constituyó jueces para libertar a Su pueblo cuando apostató y clamó al Señor en su miseria. Estos jueces gobernaron entre el tiempo de Josué y Samuel. El libro toma su nombre, de estos hombres a quienes Dios levantó. Los jueces ejercieron su ministerio en su mayor parte, en un área local y limitada.
Todos los jueces estaban en sí mismos limitados en sus capacidades. El hecho es que cada uno tenía algún defecto y sufría de alguna limitación que no le resultó un impedimento para ejercer sus funciones, sino que llegó a ser un elemento positivo para el éxito, bajo la soberana dirección de Dios. Ninguno de ellos fue un líder nacional que apelara a toda la nación, como había sucedido con Moisés y Josué. El relato de este libro no es continuo, sino más bien consiste en una narración irregular, encadenando una serie de actuaciones de determinados jueces locales, actuando en zonas limitadas de la nación.
El tema que tenemos en este libro de los Jueces es el tema de la "Apostasía y la Admirable Gracia de Dios en recobrar y restaurar." Hay una Biblia con comentarios doctrinales que resume el tema de este libro con las palabras "Derrota y Liberación", que resultan muy apropiadas. Sin embargo, hay otro aspecto que este libro enfatiza, y es la decepción.
Los israelitas entraron en la tierra prometida con grandes esperanzas y una exuberante expectativa. Uno habría esperado que este pueblo, liberado de Egipto, conducido a través del desierto durante cuarenta años, e introducido en la tierra con una gran demostración de la dirección y el poder de Dios, obtuviera un alto nivel de vida y victoria en ese territorio y en sus vidas. Pero no fue así. Fracasaron vilmente y sufrieron una miserable derrota tras otra.
El versículo clave en este libro es el versículo 25 del capítulo 21 que dice: ". . . en estos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía." Ahora, en cuanto al PROPÓSITO, el libro de los Jueces es una filosofía de la historia. En Proverbios capítulo 14, versículo 34, leemos: ". . . La justicia engrandece a la nación; Mas el pecado es afrenta de las naciones."
(1) Históricamente este libro relata la historia de la nación de Israel desde la muerte de Josué hasta Samuel, último de los jueces, y primero de los profetas. Llena el vacío entre Josué y el principio de la monarquía. No había un líder que ocupara el lugar de Josué de la manera en que él había asumido el lugar de Moisés. Éste fue el período de prueba de la teocracia, es decir, del gobierno de Dios, después de que entraron en la tierra prometida.
(2) Moralmente fue el tiempo de la decadencia profunda de los israelitas al apartarse de Dios, el Líder no visible, y al descender hasta el nivel bajo, descrito por la siguiente frase: "en aquellos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía." Esta debiera haber sido una época de gran progreso. Pero en cambio, fue un tiempo oscuro de repetidos fracasos.
El ciclo de la historia de Israel comenzó con la nación sirviendo a Dios. Luego dio ciertos pasos hacia abajo. Los israelitas hicieron lo malo ante los ojos del Señor, y sirvieron a los baales, como dice en el capítulo 2, versículo 11. Abandonaron al Señor y luego, ¿qué sucedió? Sirvieron a Baal y a Astoret. El furor del Señor actuó contra los israelitas. Los entregó en mano de sus enemigos e Israel entró entonces en un período de servidumbre. Pero muy pronto Israel imploró a su Dios, estando en su condición triste y en gran aflicción. Volvieron a Dios y se arrepintieron. Dios oyó sus oraciones y levantó a jueces, quienes libertaron a Israel. Y de nuevo la nación sirvió a Dios.
Pero pronto se repitió la misma vieja historia. Los hijos de Israel hicieron lo malo, abandonaron a Dios, siguieron su propio camino, fueron vendidos en esclavitud, entraron en un período de servidumbre entonces clamaron a Dios en su aflicción y volvieron a Él. Se levantaron jueces, y los israelitas fueron libertados. La nación empezó a servir nuevamente a Dios y una vez más se encontraron en lo alto del ciclo. Pero el ciclo de la historia, simplemente continuó repitiéndose una y otra vez. Su trayectoria puede verse por toda la Biblia, y aún es evidente en la actualidad. La verdad expresada por el antiguo dicho que declara que la historia se repite, se cumplió una vez más.
El libro de Isaías comienza con Dios presentando esta filosofía de la historia. Isaías bosquejó los tres pasos que conducen a la ruina o a la caída de las naciones, y éstos son: Primero, la apostasía religiosa. En segundo lugar, la decadencia moral. Y en tercer término, la anarquía política, que es la etapa final de cualquier nación. Y a través de toda la historia estimado oyente, estos pasos han causado la ruina de muchas naciones.
Si usted desea saber cuán al día está el libro de los Jueces, escuche estas palabras del General Douglas MacArthur en cuanto a los Estados Unidos. El dijo: "En esta hora de tanta conmoción, cuando el deterioro moral del poder político extiende su corrupción creciente de costumbres, es esencial que se movilice toda fuerza espiritual para defender y preservar la base religiosa sobre la cual esta nación fue fundada. Porque es esa base la que ha constituido el impulso para nuestro crecimiento moral y nacional." Y continuó el general MacArthur: "La historia no registra precedente alguno en el cual las naciones sujetas a la decadencia moral, no hayan pasado posteriormente a una decadencia política y económica. O bien, ha habido un despertar espiritual para superar nuevamente la caída moral, o si no, un deterioro progresivo, el cual conduce a un final el desastre nacional." Hasta aquí las palabras del general MacArthur. Como usted ve estimado oyente, el libro de los jueces está al día.
Bien, y después de esta mirada panorámica al libro de lo Jueces, comencemos con
Jueces 1
El capítulo 1 nos presenta los hechos de Judá y Simeón. La justa recompensa de Adoni-bezec. La toma de Jerusalén y Hebrón. Otoniel conquistó Debir y recibió a Acsa por mujer. Los hechos de Benjamín, y las conquistas de José y de las otras tribus. Los capítulos 1 y 2 de este libro de los Jueces nos dan una introducción a la época de los jueces. Se hace mención de nueve de las doce tribus y su fracaso al no ganar una victoria completa en expulsar al enemigo. Las tres tribus no mencionadas son: Rubén, Isacar y Gad. Y llegamos a la conclusión de que ellos fracasaron de la misma manera. Cada tribu se enfrentó a un enemigo particular. La nación entera nunca combatió a un solo enemigo en especial. La debilidad de las tribus se reveló primero en el versículo 3, donde Judá pidió a Simeón que le ayudara en su situación local. Veamos en primer lugar
La condición de Israel después de la muerte de Josué
Leamos el primer versículo de este capítulo 1 de los Jueces:
"Aconteció después de la muerte de Josué, que los hijos de Israel hicieron esta consulta al Señor: ¿Quién de nosotros subirá primero a pelear contra los cananeos?"
La debilidad de las tribus se revela en la palabra "subirá" . Preguntaron al Señor lo que debían hacer y quién subiría por ellos contra los cananeos. Los cananeos estaban bien atrincherados en la tierra, debido a que los israelitas no lograron expulsarlos. Como una espina clavada en su costado, constituyeron un pesar y un dolor permanente para Israel durante los reinos de Saúl y David. Ahora el versículo 2 dice:
"El Señor respondió: Judá subirá; porque yo he entregado la tierra en sus manos."
Los cananeos, en su mayor parte, estaban en la tierra que había sido adjudicada a Judá y a su hermano inseparable, Simeón. Eran el principal enemigo. Ahora el versículo 3 dice:
"Judá dijo a su hermano Simeón: Sube conmigo al territorio que se me ha adjudicado y peleemos contra el cananeo; y yo también iré contigo al tuyo. Y Simeón fue con él."
Ahora, a primera vista esta circunstancia parecía ser un buen indicio de colaboración entre Judá y Simeón, y lo fue. Pero, también fue un indicio de debilidad en la tribu de Judá, pedir ayuda a otra tribu para expulsar a los cananeos de su porción particular de tierra. Debían haberlo hecho ellos mismos, con la ayuda de Dios. Ahora como resultado, los cananeos nunca fueron completamente expulsados de aquella tierra. Leamos ahora el versículo 4:
"Judá subió, y el Señor entregó en sus manos al cananeo y al ferezeo, e hirieron de ellos en Bezec a diez mil hombres."
Y los versículos 5 al 7 nos hablan de la derrota del cananeo y el ferezeo y de la captura de Adoni-bezec y de como Adoni-bezec reconoció que como él había hecho a 70 reyes, así le había pagado Dios a él. Ahora el versículo 8 dice:
"Atacaron los hijos de Judá a Jerusalén y la tomaron, pasaron a sus habitantes a filo de espada y pusieron fuego a la ciudad."
Uno creería que después de este primer paso de victoria, los hombres de Judá tendrían la confianza de que Dios les entregaría su herencia a ellos. Continuemos leyendo los versículos 9 hasta el 1:
"Después, los hijos de Judá descendieron para pelear contra el cananeo que habitaba en las montañas, en el Neguev y en los llanos. Judá marchó contra el cananeo que habitaba en Hebrón, la cual se llamaba antes Quiriat-arba; e hirieron a Sesai, a Ahimán y a Talmai. De allí fue contra los que habitaban en Debir, que antes se llamaba Quiriat-sefer."
La ciudad de Debir era el centro cultural del pueblo cananeo. Y era conocida como "la ciudad de los libros." Quizás estaba allí la biblioteca. Continuemos leyendo los versículos 12 y 13:
"Entonces dijo Caleb: Al que ataque a Quiriat-sefer y la tome, yo le daré a Acsa, mi hija, por mujer. La tomó Otoniel hijo de Cenaz, hermano menor de Caleb, y éste le entregó a su hija Acsa por mujer."
Los israelitas primero tomaron la región montañosa. Las colinas al pie de la montaña que quedaban entre la región montañosa y la costa, fueron la escena de la guerra continua entre Israel y los cananeos. Cuando los israelitas se establecieron en la tierra prometida, estaban sujetos a la influencia y las tentaciones de la religión cananea. Era una religión degradante, y muchas veces a los israelitas se les olvidó su pacto con Dios en el monte de Sinaí. Cayeron en la idolatría y en la apostasía y fueron derrotados muchas veces.
Ahora, Caleb y algunos soldados de la tribu de Judá, atacaron la ciudad de Hebrón y tuvieron éxito al tomarla. De Hebrón subieron contra los habitantes de Debir. A quienquiera que tomara esta ciudad le fue prometida una recompensa, que en este caso fue Acsa, la hija de Caleb. Ahora, gramaticalmente, Otoniel pudo ser el sobrino de Caleb o su hermano menor, pero su matrimonio con Acsa le colocó también en la posición de yerno. Sin duda, fue escogido como juez debido a su parentesco con Caleb. Y tenemos aquí un caso de nepotismo, es decir, del poder ejercido por miembros de una familia. El nepotismo era común en aquel entonces. Caleb era un hombre prominente y muy conocido. Fue uno de los dos hombres que habían salido de Egipto y entró en la tierra prometida. Usted recordará que junto con Josué sirvió como espía para reconocer la tierra y regresó con un informe favorable. Y era tan conocido como Josué mismo. Otoniel pues, era el yerno de Caleb. Ahora, si Otoniel hubiera sido algún otro hombre, probablemente nunca habría llegado a ser juez. Y muchos hoy en día, tienen puestos de prominencia, no por su habilidad o su capacidad, sino debido a cierto parentesco o circunstancia. Napoleón por ejemplo se llamó a sí mismo un hombre del destino. Nació durante cierta hora de la historia y dentro de determinadas circunstancias. Llegó a ser prominente a causa del momento histórico en el cual nació. Si hubiera vivido hace 50 años, nadie jamás le habría conocido. Así sucedió con Otoniel.
Consideremos ahora las victorias incompletas de Benjamín y Manasés. Nueve de las doce tribus que son mencionadas en este capítulo, se citan con relación al fracaso. Hemos considerado ya las tribus de Judá y Simeón, y ahora, vamos a ver las de Benjamín y de Manasés. El fracaso es algo que persistió en cada una de las tribus. Leamos el versículo 21 de este capítulo 1 y luego pasaremos al versículo 27 y leeremos hasta el versículo 30. El versículo 21 de este capítulo 1 de Josué dice:
"pero al jebuseo, que habitaba en Jerusalén, no lo expulsaron los hijos de Benjamín, y el jebuseo ha habitado con los hijos de Benjamín en Jerusalén hasta hoy."
Es decir, hasta el día en que fue escrito el libro de los Jueces. Pasando ahora al versículo 27 leamos hasta el versículo 30:
"Tampoco Manasés expulsó a los de Bet-seán ni a los de sus aldeas, ni a los de Taanac y sus aldeas, ni a los de Dor y sus aldeas, ni a los habitantes de Ibleam y sus aldeas, ni a los que vivían en Meguido y en sus aldeas; y el cananeo persistía en habitar en aquella tierra. Cuando Israel se sintió fuerte, hizo tributario al cananeo, pero no lo expulsó. Tampoco Efraín expulsó al cananeo que habitaba en Gezer, sino dejó que el cananeo habitara en medio de ellos. Tampoco Zabulón expulsó a los que habitaban en Quitrón, ni a los que habitaban en Naalal, sino que el cananeo habitó en medio de él y le fue tributario."
Y así sucesivamente, si usted lee los versículos 31 al 34, verá que otras tribus fracasaron de la misma manera. ¡Y pensar que ésta era la tierra que Dios les había entregado! Sin embargo, parece que ninguna tribu fue capaz de tomar posesión total de la tierra provista por Dios.
Y llegamos ahora a
Jueces 2:1-16
Resumiendo el contenido de este capítulo, un ángel reprochó al pueblo su desobediencia. También se destacó la perversidad de la nueva generación, así como el furor y la misericordia de Dios. Y los cananeos fueron dejados en la tierra para probar a Israel. El capítulo 2 es un informe sobre la triste condición del pueblo, la cual requirió que se levantaran los Jueces para libertarlos. Este capítulo bosqueja todo el libro y la filosofía de Dios en la historia humana. Las palabras para juez, juicio y juzgado, se emplean 22 veces. Las palabras lo malo aparecen 14 veces. El pueblo hizo lo malo y Dios levantó jueces, como lo vemos en los versículos 11 y 16. El pueblo hizo lo malo porque no obedeció a Dios, según los versículos 2 y 17. No obedeció porque no creyó a Dios, según el versículo 20. Y el ciclo histórico que el pueblo siguió, se ve en los versículos 11 hasta el 16. Leamos los primeros tres versículos de este capítulo 2 de Jueces, en los cuales
Los israelitas son reprendidos por su desobediencia
"El ángel del Señor subió de Gilgal a Boquim, y dijo: Yo os saqué de Egipto y os he traído a la tierra que prometí a vuestros padres, cuando les dije: No invalidaré jamás mi pacto con vosotros, con tal que no hagáis pacto con los habitantes de esta tierra, cuyos altares debéis derribar; pero vosotros no atendisteis a mi voz. ¿Por qué habéis hecho esto? Por tanto, yo también digo: No los echaré de delante de vosotros, sino que serán azotes para vuestros costados, y sus dioses os serán tropezadero."
Creemos que el ángel del Señor era el Cristo pre-encarnado. Dios apareció en una forma, que podía ser percibida por los sentidos humanos. Aunque Él siempre había suplido las necesidades de Su pueblo, ellos no habían obedecido Su voz. Dios había sido fiel a Su pacto, pero Israel no había sido fiel. Éste fue el principio del ciclo histórico de Israel, en el cual repitieron el mismo fastidioso recorrido de los siguientes eventos: abandono de Dios, caída en el pecado, esclavitud por el enemigo, vuelta a Dios en arrepentimiento, liberación por los jueces nombrados por Dios, y restauración en obediencia a Dios. Ahora el versículo 16 nos dice que Dios levantó a los jueces. Leamos este versículo:
"El Señor levantó jueces que los libraran de manos de quienes los despojaban"
Y usted puede ver en los versículos siguientes, hasta el final de este capítulo 2, que el ciclo se repitió. Y cada vez que los israelitas caían hasta su punto más bajo, Dios levantaba un juez que les liberaba.
La situación actual de muchos seres humanos en la actualidad, podría describirse como un estado de postración espiritual. Ello nos recuerda las palabras del autor del Salmo 116, quien dijo: "Amo al Señor, pues ha oído mi voz y mis súplicas, porque ha inclinado a mí su oído. . . Estaba yo postrado, y me salvó. ¡Vuelve alma mía a tu reposo, porque el Señor te ha hecho bien! Pues tú has librado mi alma de la muerte, mis ojos de lágrimas y mis pies de resbalar". Estimado oyente; quizás su búsqueda del perdón de Dios y la paz espiritual ha sido prolongada, fatigosa, agravada por la impotencia y el fracaso. Le invitamos a reconocer su estado y extender su mano para recibir por la fe, el don gratuito de la salvación, el auténtico reposo espiritual, e iniciar una relación con Dios como hijo. Y podrá hacerlo con sus propias palabras. Porque Dios le oye. Porque Dios le está esperando.
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