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Estudio bíblico de Josué 23:11-24:33

Josué 23:11-24:33

Llegamos así a nuestro último programa del libro de Josué. Recordemos que los capítulos 23 y 24 incluyen el último mensaje de Josué al pueblo. En el capítulo 23, Josué trató de inculcar el valor y la firmeza. El grave peligro de cruzar el río Jordán, la confrontación con el enemigo en cualquier momento, y el temor ante cada circunstancia nueva, habían mantenido al pueblo de Israel cerca del Señor, porque dependían totalmente de su dirección y protección. Josué reconoció que al llegar al fin a una situación de estabilidad y reposo, disfrutando de prosperidad y abundancia, podrían alejarse de Dios. Porque así es la historia de la naturaleza humana, que no cambia realmente. En el mundo actual, a nivel internacional, por ejemplo, tenemos una situación de contraste. Mientras muchas naciones sufren y pasan por un período de extremas penalidades, hay otras naciones que disfrutan de prosperidad y abundancia. Dios podría estar probando a las naciones prósperas con la abundancia. Esta abundancia sería una verdadera prueba, porque el período más peligroso por el cual cualquier nación puede pasar es aquél de mucha prosperidad. Porque la sociedad de consumo altera la mentalidad de los seres humanos y una de las consecuencias es el abandono de los valores espirituales y las verdades absolutas de la Palabra de Dios.

Es por eso que Josué les está dirigiendo serias advertencias. Dios había comenzado en Israel una buena obra. Les había colmado de muchísimas bendiciones. Ahora Josué les dijo que debían mantenerse lo más cerca posible de Dios y obedecerle. Si así lo hacían, les aseguró que Dios les continuaría colmando de bendiciones. Leamos los versículos 11 al 13, de este capítulo 23, porque Josué siguió diciéndoles:

"Guardad, pues, con diligencia vuestras almas, para que améis al Señor vuestro Dios. Porque si os apartáis, y os unís a lo que resta de estas naciones que han quedado con vosotros, y si concertáis con ellas matrimonios, mezclándoos con ellas, y ellas con vosotros, sabed que el Señor vuestro Dios no seguirá expulsando entre vosotros estas naciones delante de vosotros, sino que os serán como lazo, trampa y azote para vuestros costados y espinas para vuestros ojos, hasta que desaparezcáis de esta buena tierra que el Señor vuestro Dios os ha dado."

La advertencia fue clara y severa. Si los hijos de Israel no amaban a Dios ni le obedecían, Su juicio caería sobre ellos. Ésa era la verdad central y el tema del mensaje de Josué al pueblo de Israel.

Los versículos 14 al 16 continúan resaltando la fidelidad de Dios en el cumplimiento de sus promesas y bendiciones, y enfatizando que ellos debían corresponder con su fidelidad al pacto con Dios, y expresar un rechazo total a la idolatría, no honrando a otros dioses. Los versículos 15 y 16, en realidad, contienen más de predicción, que de advertencia. Como sabemos, esa predicción ya es historia.

Llegamos así a

Josué 24

En este último capítulo, Josué llamó a las tribus para que se comprometieran en una consagración plena con Dios y en una renovada consideración del pacto con Él. El capítulo relata los siguientes temas y acontecimientos. Josué reúne a las tribus en Siquem, presentándose todos ante el Señor. Allí les presentó una visión panorámica de los beneficios de Dios desde Taré, padre de Abraham. El pacto fue renovado; se colocó una piedra de testimonio. Se incluyen detalles como la edad y la muerte de Josué y sobre la sepultura de los huesos de José.

Comentemos entonces el primer párrafo. En el cual Josué pasó revista a la historia de Israel. Reunió a los hijos de Israel con apelaciones a la consagración y al cumplimiento del pacto que Dios había hecho con ellos, y que ellos habían hecho con Dios. Leamos los versículos 1 y 2:

"Reunió Josué a todas las tribus de Israel en Siquem, y llamó a los ancianos de Israel, sus príncipes, y sus jueces y sus oficiales. Todos se presentaron delante de Dios. Y dijo Josué a todo el pueblo: Así dice el Señor, Dios de Israel: Vuestros padres habitaron antiguamente al otro lado del río, esto es, Taré, padre de Abraham y de Nacor; y servían a dioses extraños."

En realidad, no era Josué, sino el Señor que habló en esta porción de Escritura mirando retrospectivamente sus intervenciones milagrosas con los hijos de Israel desde el llamamiento de Abraham hasta la conquista de la tierra de Canaán.

Aquí se revela algo que no sabíamos antes, aunque lo sospechábamos. Cuando Dios llamó a Abraham en la ciudad de Ur de los Caldeos, le invitó a salir de un hogar entregado a la idolatría. Aquí se nos dice que Taré, su padre, adoraba a otros dioses.

Esto nos lleva a preguntarnos. ¿Por qué eligió Dios a Abraham, proyectando formar una nación a partir de él? Consideremos los antecedentes. Después de la torre de Babel, los seres humanos se apartaron totalmente del Señor. Nadie servía a Dios. Ni siquiera Taré, padre de Abraham. Cuando Dios confundió el idioma, los seres humanos se dispersaron en todas direcciones y llevaron consigo un cierto conocimiento del Dios vivo y verdadero. Esto explica que incluso las tribus paganas han tenido desde tiempos inmemoriales un conocimiento del verdadero Dios, aunque no le adoren. Podemos decir que después de la torre de Babel, hubo una apostasía total.

Ahora, ¿qué iba a hacer Dios, que fuera coherente con Su Persona, Sus atributos y Su carácter? Podría haber juzgado a la humanidad y haberla quitado de la faz de la tierra. Podría haber dejado a la tierra tan desierta como está hoy la luna. Pero no lo hizo así. Pensó en recuperar a la raza humana. Comenzaría con un hombre. Ese hombre fue Abraham, que tuvo que haber tenido en su corazón el deseo de conocer al Dios vivo y verdadero. Cuando Dios le llamó, le pidió que dejara la ciudad de Ur y a toda su familia. Ahora sabemos por qué. Su padre Taré era un idólatra. Y Dios llamó a Abraham para que dejase todo aquello que le rodeaba para tratar personalmente con él y convertirle en una nación por medio de la cual el Mesías vendría al mundo.

Dios formó esa nación en las fábricas de ladrillos de Egipto. Por cierto, estimado oyente, si Dios va a hacer algo de usted y de mí, nos hará pasar por el fuego de la prueba para lograr Sus propósitos. Ciertamente, no utilizará los medios que caracterizan al llamado "cristianismo light" de nuestra época. De eso, podemos estar seguros.

Continuemos leyendo los versículos 5 al 7, de este capítulo 24 de Josué.

"Entonces yo envié a Moisés y a Aarón, y castigué a Egipto con lo que hice en medio de él, y después os saqué. Saqué a vuestros padres de Egipto, y llegaron al mar; los egipcios siguieron a vuestros padres hasta el Mar Rojo con carros y caballería. Cuando ellos clamaron al Señor, él interpuso una gran oscuridad entre vosotros y los egipcios, e hizo volver sobre ellos el mar, el cual los cubrió. Vuestros ojos vieron lo que hice en Egipto. Después estuvisteis muchos días en el desierto."

Aquí vemos que Dios continuó describiendo la trayectoria de sus cuidados a favor de ellos, liberándoles de los amorreos que lucharon contra ellos, y del profeta Balaam, que trató de maldecirles, haciéndoles cruzar el río Jordán y librándoles de los habitantes de la tierra que se enfrentaron con ellos. Dice el versículo 13:

"Os di la tierra por la cual no trabajasteis y las ciudades que no edificasteis, y en las que ahora habitáis; y coméis de las viñas y olivares que no plantasteis."

Ahora los israelitas estaban establecidos en la tierra. Pero, como no se libraron de los pueblos que allí habitaban, quedaron rodeados por la idolatría. Se encontraron en una situación realmente peligrosa. Dándose cuenta de ello, Josué les llamó para que se dedicasen verdaderamente a Dios y efectuasen un giro total de sus vidas en dirección a Él. Escuchemos esas palabras en los versículos 14 y 15:

"Ahora, pues, temed al Señor y servidlo con integridad y verdad; quitad de en medio de vosotros los dioses a los cuales sirvieron vuestros padres al otro lado del río y en Egipto, y servid al Señor. Si mal os parece servir al Señor, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos al Señor."

Cuanto más conozco a Josué, más me agrada su carácter. Por años vivió y actuó a la sombra de Moisés, así que siempre solemos verlo como un Moisés en miniatura. Pero Josué fue un hombre de gran estatura humana y espiritual. Dios no cometió ningún error al elegirle. Aunque era un hombre corriente, este libro revela que una persona simple y normal dedicada a Dios puede ser poderosamente utilizada en los planes divinos. Le preguntó a la nación si estaban dispuestos a volver a los dioses de sus padres, a aquellos dioses paganos. También les preguntó si deseaban volver a los dioses de los amorreos. Y les dijo que podían elegir. Pero concluyó diciendo. "Nosotros, yo y mi familia hemos hecho nuestra elección; vamos a servir al Señor" Estas palabras constituyeron un gran desafío para que todas las tribus de Israel considerasen su pacto con Dios. Observemos la respuesta de la gente. Leamos los versículos 16 y 17:

"Entonces el pueblo respondió: Nunca tal acontezca, que dejemos a Jehová para servir a otros dioses, porque Jehová, nuestro Dios, es el que nos sacó a nosotros y a nuestros padres de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre; el que ha hecho estas grandes señales, y nos ha guardado durante todo el camino por donde hemos andado, y en todos los pueblos por los cuales pasamos."

Podríamos pensar que debido a la prodigiosa manera en que Dios actuó a favor de Israel, que este pueblo habría permanecido cerca del Señor, sirviéndole. Claro que es fácil señalar a aquel pueblo de hace más de 3.500 años, y decir que su conducta fue lamentable y sus fracasos tremendos. ¿Qué diremos de nosotros en la actualidad? ¿Cuán cerca estamos del Dios viviente en nuestra fe y obediencia? Dice el versículo 20 de nuestro capítulo 24 de Josué:

"Si dejáis al Señor y servís a dioses ajenos, él se volverá contra vosotros, os hará el mal y os destruirá, después que os ha hecho tanto bien."

Dios ha sido tan bondadoso con nosotros que muchas personas viven de una forma negligente, sin ningún reconocimiento ni aprecio por las bendiciones que Él ha derramado sobre ellas. Es como si las dieran por sentadas. Muchos piensan que pueden actuar de la manera que mejor les parezca. Es cierto que Él es un Dios de misericordia, amor y consuelo. Pero no olvidemos que también es un juez que juzga con justicia. Escuchemos lo que dice el versículo 21:

"El pueblo entonces dijo a Josué: No, sino que al Señor serviremos."

¿Verdad que estas palabras parecían llenas de buenas intenciones por parte de Israel? Continuemos leyendo los versículos 25 y 26:

"Entonces Josué hizo un pacto con el pueblo aquel mismo día, y les dio estatutos y leyes en Siquem. Josué escribió estas palabras en el libro de la ley de Dios, tomó una gran piedra y la plantó allí debajo de la encina que estaba junto al santuario del Señor."

En otras palabras, lo que Josué escribió fue puesto en el mismo rollo que contenía los 5 libros de Moisés. El relato, nos lleva entonces al momento de la muerte de Josué. Leamos los versículos 29 y 30:

"Después de estas cosas murió Josué hijo de Nun, siervo del Señor, a la edad de ciento diez años. Lo sepultaron en su heredad en Timnat-sera, que está en los montes de Efraín, al norte del monte Gaas."

Josué fue sepultado en el lugar árido que había escogido como heredad. El relato continúa. Leamos los versículos 31 y 32:

"Israel sirvió al Señor durante toda la vida de Josué, y durante toda la vida de los ancianos que sobrevivieron a Josué y que sabían todo lo que el Señor había hecho por Israel. Enterraron en Siquem los huesos de José que los hijos de Israel habían traído de Egipto, en la parte del campo que Jacob compró, por cien monedas, de los hijos de Hamor, padre de Siquem, y que pasó a ser posesión de los hijos de José."

En el momento de su muerte, Josué gozó indudablemente de una gran estima porque Israel sirvió al Señor durante todos los días de Josué. Éste fue el resultado de su influencia santa, que reflejaba su comunión con Dios.

José fue el padre de Efraín y Manasés. Cuando estos 2 hijos salieron de Egipto, trajeron los huesos de su padre con ellos y, durante 40 años, los llevaron por el desierto. Ellos le habían prometido a José que enterrarían sus huesos en la tierra prometida. ¿Por qué? Porque él esperaba resucitar de los muertos en esa tierra. El versículo 33 añade:

"También murió Eleazar hijo de Aarón, y lo enterraron en el collado de Finees, su hijo, que le fue dado en los montes de Efraín."

Aarón fue el primer sacerdote en morir; Eleazar fue el segundo. El libro de Josué está como marcado por la muerte. Comenzó con la muerte de Moisés y terminó con las muertes de Josué y de Eleazar.

Lo que nos llama la atención en este versículo, es el hecho de que sepultaron a Eleazar en el collado de Finees su hijo, que le fue dado en el monte de Efraín. La pregunta es, ¿De dónde consiguió Finees esta tierra? Los sacerdotes no recibieron ningún territorio y sin embargo este hombre había adquirido una buena aunque pequeña propiedad. Aquí vemos un principio del alejamiento del Dios vivo y verdadero, el cual será evidente al llegar al estudio del libro del los Jueces.

En resumen, aquí tenemos un bosquejo general del libro de Josué:

I. LA TIERRA CONQUISTADA, Capítulos 1-12

1. La comisión y el mando de Josué, Capítulo 1.

2. El encuentro de los espías con Rahab, Capítulo 2.

3. El paso del Jordán, Capítulo 3.

4. Los dos monumentos conmemorativos, Capítulo 4.

5. Las condiciones para la conquista, Capítulo 5.

6. El ataque contra el centro del territorio, Capítulos 6-8.

(a) La conquista de Jericó, Capítulo 6

(b) La conquista de Hai, Capítulos 7-8

7. La campaña en el sur, Capítulos 9 y 10.

(a) El pacto con los gabaonitas, Capítulo 9

(b) La conquista de los 5 reyes de los amorreos, Capítulo 10 (el milagro del sol)

8. La campaña en el norte, Capítulo 11.

(El fin de la jefatura de Josué en la guerra)

1. Capítulo 12, Lista de los reyes conquistados.

I. LA TIERRA REPARTIDA, Capítulos 13-22

1. El mando de Josué finalizado. Confirmación de la tierra a las dos tribus y media, Capítulo 13.

2. Caleb recibió Hebrón, Capítulo 14.

3. Asignación de la tierra a las tribus de Israel, Capítulos 15-19.

4. Ciudades de refugio, Capítulo 20.

5. Ciudades de los levitas, Capítulo 21.

6. Josué mandó a las dos tribus y media que volvieran a casa. Construcción del altar de grande apariencia, Capítulo 22

I. EL ÚLTIMO MENSAJE DE JOSUÉ, Capítulos 23-24

1. El llamamiento a los líderes de Israel para que tuvieran valor y fe, Capítulo 23.

2. El llamamiento a todas las tribus de Israel para una consagración y un pacto con Dios. Muerte de Josué. Capítulo 24.

Estimado oyente, le agradecemos su compañía en este libro de Josué y le deseamos que por medio de la fe en Dios y en la persona y la obra del Señor Jesucristo, que reciba del Espíritu Santo la fortaleza espiritual para luchar, vencer y reclamar las bendiciones que Dios tiene para usted. Le invitamos a proseguir este recorrido por la Biblia en nuestro próximo programa, para iniciar juntos el libro de Jueces, que retrata como pocos, las consecuencias de un alejamiento de Dios.

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