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Estudio bíblico: El pecado necesariamente trae castigo - Amós 3:1-15

Autor: Natanael León
España
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El pecado necesariamente trae castigo - Amós 3:1-15

Introducción

Después de una serie de oráculos o predicciones acerca del juicio de Dios sobre diferentes naciones, incluyendo los reinos de Judá e Israel, entramos en una nueva sección o parte del libro que llamamos: "Los discursos de Amós". Estos discursos son tres y los distinguimos porque cada uno de ellos se inicia con la expresión: "Oíd esta palabra" (Am 3:1) (Am 4:1) (Am 5:1).
Posiblemente todos tuvieron como escenario el mismo lugar: el santuario de Betel, donde además de los innumerables altares paganos, había uno con el que se pretendía adorar a Dios bajo la representación de un becerro de oro. Comencemos con el primero de ellos, el cual hemos titulado: "El pecado necesariamente trae castigo" (Am 3:1-15).
Un discurso que vamos a dividir en tres partes:
A mayor privilegio, mayor responsabilidad (Am 3:1-2).
El pecado necesariamente trae castigo (Am 3:3-8).
El juicio contra Samaria (Am 3:9-15).

A mayor privilegio, mayor responsabilidad

(Am 3:1-2) "Oíd esta palabra que ha hablado Jehová contra vosotros, hijos de Israel, contra toda la familia que hice subir de la tierra de Egipto. Dice así: A vosotros solamente he conocido de todas las familias de la tierra; por tanto, os castigaré por todas vuestras maldades."
Y lo primero que señalamos es que aunque el primer destinatario es el reino del Norte o Israel (de hecho hay palabras dedicadas expresamente a la ciudad de Samaria), sin embargo Amós incluye en su comienzo también al reino del Sur, a Judá. Dice el verso 1 "Oíd esta palabra... toda la familia que hice subir de la tierra de Egipto".
No olvidemos que ambos reinos han sido objeto de profecías que les anunciaban el juicio de Dios (Am 2:4-16).
¿Y cual es el mensaje tan importante que ambas partes debían escuchar? Los que de modo manifiesto habían pervertido el culto a Dios (el Norte) como los que guardaban las formas del mismo pero su corazón estaba lejos de Dios (el Sur). Brevemente lo hemos resumido en las siguientes palabras: "A mayor privilegio, mayor responsabilidad".
Coloquialmente hablando, un privilegio podría entenderse como "una situación o beneficio que los demás no tienen y que te coloca en una posición de ventaja sobre los demás", también como "hecho o situación agradable que disfruta una persona en contraste con el resto".
Cuando esto ocurre, normalmente lo primero que se piensa es en la manera de sacarle el máximo beneficio personal y pocas veces nos paramos a pensar si ello implica responsabilidad o genera obligaciones por ejemplo en la manera de usarlo, con nuestro prójimo, o sencillamente frente a quien nos lo concedió.
Pues esto es precisamente lo que estaba ocurriendo con el pueblo de Dios, tanto en el norte como en el sur. Habían quedado con lo que su condición significaba de privilegio o "posición singular" y habían olvidado la parte de responsabilidad que implicaba frente a Dios, su Palabra y su prójimo.
Esta Palabra" o discurso está compuesto de dos partes. Por un lado la posición singular que Dios les había dado: "A vosotros solamente he conocido de todas las familias de la tierra"; y por la consecuencia de no haber asumido las responsabilidades: "...por tanto, os castigaré por todas vuestras maldades" (verso 2).
1. Una posición singular/única:
"A vosotros solamente he conocido de todas las familias de la tierra" (verso 2a).
Evidentemente Dios conocía la existencia de cada una de las familias, tribus o naciones que habitaban la tierra en el momento que en los rescató de la tierra de Egipto. Sin embargo fue solo con ellos que, después de redimirlos de la esclavitud - lo cual implicaba adquirirlos como su posesión -, Dios estableció una relación de comunión e intimidad especial. Recordemos que el término "conocer" además de servir para expresar un conocimiento intelectual también expresa la idea de conocer en el sentido de experimentar, familiarizarse íntimamente.
(Dt 4:20) "Pero a vosotros Jehová os tomó, y os ha sacado del horno de hierro, de Egipto, para que seáis el pueblo de su heredad como en este día."
(Dt 7:6-8) "Porque tú eres pueblo santo para Jehová tu Dios; Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra. No por ser vosotros más que todos los pueblos os ha querido Jehová y os ha escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos; sino por cuanto Jehová os amó, y quiso guardar el juramento que juró a vuestros padres, os ha sacado Jehová con mano poderosa, y os ha rescatado de servidumbre, de la mano de Faraón rey de Egipto."
(Dt 10:15) "Solamente de tus padres se agradó Jehová para amarlos, y escogió su descendencia después de ellos, a vosotros, de entre todos los pueblos, como en este día."
(Sal 147:19-20) "Ha manifestado sus palabras a Jacob, sus estatutos y sus juicios a Israel. No ha hecho así con ninguna otra de las naciones; y en cuanto a sus juicios, no los conocieron. Aleluya."
La frase "Y en cuanto a sus juicios, no los conocieron" no debe entenderse como un reproche. Tiene el sentido de que las otras naciones, en contraste con Israel, no recibieron sus mandamientos. Fue un privilegio que Dios les reservó. Por eso termina diciendo "Aleluya".
Pero esta posición singular en medio de las naciones de la tierra respondía a un propósito y por tanto implicaba responsabilidades:
(Dt 4:7-9) "Porque ¿qué nación grande hay que tenga dioses tan cercanos a ellos como lo está Jehová nuestro Dios en todo cuanto le pedimos? Y ¿qué nación grande hay que tenga estatutos y juicios justos como es toda esta ley que yo pongo hoy delante de vosotros? Por tanto, guárdate, y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; antes bien, las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos."
(Lv 20:26) "Habéis, pues, de serme santos, porque yo Jehová soy santo, y os he apartado de los pueblos para que seáis míos."
2. La consecuencia de no asumir sus responsabilidades
"... por tanto, os castigaré por todas vuestras maldades" (verso 2b).
En realidad estas palabras no deberían tomarles por sorpresa, ya lo expresó el Señor en textos como (Lv 26:14-17) o (Dt 28:15-26). No responder adecuadamente, no asumir sus responsabilidades, traería terribles consecuencias.
Sin embargo ellos habían torcido a su conveniencia la Palabra de tal forma que no solo no se sentían culpables de desobediencia (recordamos esa religión "a la medida" que habían desarrollado en el norte o el ritualismo con el que vivían en el sur) sino que habían llegado a la extraña conclusión de que: "puesto que tenían una relación especial con Dios, este no permitiría ningún mal que asolara la nación, al contrario, les protegería y libraría de cualquier catástrofe".
Pero la conclusión divina era totalmente distinta: "Por tanto" no los voy a soportar más. A pesar de sus ruegos llamándoles a la conversión ellos no habían respondido adecuadamente. Por tanto iba a permitir la derrota en la guerra, la destrucción de la tierra y el exilio de su pueblo (Lv 26:30-35).
Escribe el profesor C. L. Feinberg: "El profeta truena contra su pueblo diciéndoles que el hecho de que Dios los haya escogido, nunca tuvo el propósito de servirles de excusa para sus maldades. El hecho de que Dios escogiera a la iglesia neotestamentaria como cauce de sus bendiciones en esta era de gracia no es impedimento para que castigue la iniquidad siempre que se presenta. Véase el caso de Ananías y Safira en (Hch 5:1-11)... Es muy grande la bendición de tener comunión con Dios; pero también es grande la responsabilidad de vivir de acuerdo con esa luz".
Hay en estas palabras un principio bíblico muy importante que no debemos ignorar: "El castigo está en proporción con el privilegio". "A mayor privilegio, mayor responsabilidad":
Los paganos caen bajo la condenación por haber desoído la conciencia; por tanto, el pueblo de Dios tiene que estar bajo triple condena, pues desoyen la conciencia, la revelación y el amor de Dios que hizo de ellos lo que son" (J. A. Motyer)
Otra manera de decirlo: "al que se le da mucho, mucho le será exigido", "a mayor luz, mayor responsabilidad":
(Lc 12:47-48) "Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes. Mas el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco; porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá."
Es este un principio que tiene mucha relevancia en la relación del hombre con Dios. He aquí algunos ejemplos donde son aplicables y que invitan a la reflexión:
El no creyente que tiene el privilegio de oír claramente el mensaje del Evangelio y lo rechaza. Debería reflexionar en la especial responsabilidad que adquiere delante de Dios por su comportamiento.
Al que Dios ha dado habilidades, dones y los deja aparcados, o en vez de ponerlos al servicio del Señor los utiliza egoístamente.
Al que Dios ha dado recursos, nos referimos ahora a bienes materiales (a unos más a otros menos) y los utiliza de forma egoísta, ignorando las necesidades de su prójimo o de la Obra de Dios (Ef 4:28).
Al que conoce la Palabra, sabe la voluntad de Dios, como debe o no debe actuar en determinadas áreas de su vida, y sin embargo lo ignora voluntariamente.
El desarrollo de la vida diaria de iglesia local. Sin menospreciar la batalla a favor de la sana doctrina y la denuncia del pecado que como cristianos debemos mantener, muchas veces sucede que estamos más atentos a lo que hacen en las otras iglesias, a ciertos detalles o costumbres, que a la forma en que conducimos nuestras propias vidas o cuidamos de la Palabra en nuestra propia congregación.
En última instancia, debemos recordar que: Cada cual dará cuenta a Dios conforme a la luz que haya recibido y el grado de fidelidad que haya mostrado a la misma. Nuestra responsabilidad como cristianos o iglesia local no consiste en juzgar lo que hacen o dejan de hacer los demás, sino en andar conforme a la luz que hemos recibido y ser fieles en ello. Es por esto por lo que tendremos que dar cuenta delante de Dios.

El pecado necesariamente trae castigo

(Am 3:3-8) "¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo? ¿Rugirá el león en la selva sin haber presa? ¿Dará el leoncillo su rugido desde su guarida, si no apresare? ¿Caerá el ave en lazo sobre la tierra, sin haber cazador? ¿Se levantará el lazo de la tierra, si no ha atrapado algo? ¿Se tocará la trompeta en la ciudad, y no se alborotará el pueblo? ¿Habrá algún mal en la ciudad, el cual Jehová no haya hecho? Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas. Si el león ruge, ¿quién no temerá? Si habla Jehová el Señor, ¿quién no profetizará?"
A continuación una bellísima porción donde el profeta trata de hacer razonar a sus oyentes. Que se den cuenta de que "todo efecto tiene una causa". Es decir, que el juicio anunciado no es un capricho de Dios que gusta de hacerlos sufrir, sino que es la consecuencia lógica de la vida que han escogido. Y esto lo hace a través de una serie de preguntas retóricas, es decir, donde la respuesta está implícita en la pregunta.
(Am 3:3) "¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?" Y la respuesta evidente es No.
Un versículo muy conocido y que certeramente aplicamos a diferentes situaciones como son los matrimonio entre creyentes e incrédulos, a diferentes tipos de asociaciones con no creyentes (por ejemplo en los negocios) o al falso ecumenismo. Posiblemente estas palabras estaban en la mente del Apóstol Pablo cuando escribió (2 Co 5:14). Pero volvamos al razonamiento del profeta.
Amós había visto a muchas personas viajar juntas por el desierto o los caminos semidesérticos al sur Judá y sabía que normalmente este compañerismo no era el resultado de la casualidad. Previamente habían llegado a un acuerdo, se habían citado e iniciado juntos el camino.
Ahora los buenos oyentes debían aplicarlo a la presente situación de Israel ¿Podía Dios seguir caminando con ellos? El mensaje de juicio que previamente habían oído significaba que no. ¿Por qué razón? Porque ya no había acuerdo, ellos habían abrazado un camino de pecado que hacía imposible la compañía y el favor de Dios.
(Am 3:4) "¿Rugirá el león en la selva sin haber presa?" Y la respuesta lógica es No.
Mejor que "selva", y teniendo en mente el contexto donde está Amós, es mas adecuado "en la espesura", "en las sierras", "en el monte" como escriben otras traducciones. Por otro lado no está demás recordar que los leones fueron comunes en este territorio hasta el tiempo de los romanos, fueron ellos los que acabaron con estos animales capturándolos y utilizándolos en sus espectáculos. Pero no olvidemos la enseñanza obvia: Siempre hay una razón para el rugido. En este caso porque el león ha olido su presa y está a punto de iniciar la persecución final.
Ahora les toca reflexionar: Si Dios anuncia juicio, si "el león ruge", es porque hay un motivo, y ese motivo, representado aquí por la presa, se llama "pecado sin juzgar". Como vimos en la primera lección, la introducción al profeta Amós, el Señor no se deleita en el sufrimiento de sus hijos ni de los hombres, si actúa es porque hay motivo para ello.
(Am 3:4) "¿Dará el leoncillo su rugido desde su guarida, si no apresare?" La respuesta vuelve a ser negativa.
Hay dos posibles maneras de entender esta escena:
Una referencia al leoncillo que, estando en su guarida, se excita cuando el león grande se acerca con la presa.
Una referencia a la excitación que produce en los jóvenes leones tener la comida "en casa".
En cualquier caso el significado es el mismo: De la misma manera que el leoncillo se siente incitado y ruge ante la comida, así también la presencia del pecado sin juzgar en medio de Israel incita, provoca, el juicio de Dios.
(Am 3:5) "¿Caerá el ave en lazo sobre la tierra, sin haber cazador? ¿Se levantará el lazo de la tierra, si no ha atrapado algo?". Y otra vez la misma respuesta: No.
A continuación añadimos una paráfrasis del verso con el fin de hacer más sencillo aún el entendimiento del verso. Dice la Biblia "Dios habla hoy": "Si un pájaro cae al suelo, es porque había una trampa; si la trampa salta del suelo, es porque algo ha atrapado".
Nos damos cuenta que ahora las preguntas están enfocadas desde la perspectiva de la víctima y no del cazador. Si el juicio de Dios hace caer al pueblo o les alcanza, esto es porque con su comportamiento ellos lo han provocado. Han tomado un camino de pecado y rebeldía y esta actitud tiene tristes consecuencias.
(Am 3:6) "¿Se tocará la trompeta en la ciudad, y no se alborotará el pueblo?". Ya conocemos la respuesta: No, el pueblo se alborotará.
El pueblo sabía distinguir bien la trompeta que anunciaba una ocasión festiva de aquella que sonaba a guerra. ¿Y quién no se iba a alborotar al sonar esta alarma? En este caso la voz que actúa como trompeta anunciando el juicio de Dios es la de Amós y los profetas, y sin embargo aquel pueblo, contra toda lógica, no parece reaccionar.
(Am 3:6) "¿Habrá algún mal en la ciudad, el cual Jehová no haya hecho?" De nuevo la respuesta es No.
Así de pronto, la pregunta puede causar cierta "sorpresa" e incluso parece dar la razón a quienes echan la culpa a Dios de todo lo malo que ocurre. Pero la clave está en entender que la expresión "mal" tiene aquí en el sentido de calamidad. Mejor aún, "castigo por el pecado" (Dt 28:15-16,47-48,52). Al igual que en las preguntas anteriores, es la consecuencia de un determinado comportamiento.
Como nos explica (Am 5:6-11) Israel había experimentado diferentes calamidades a lo largo de su historia: hambruna, sequía, plagas, peste,... y posiblemente alguna era muy reciente. Todo ello permitido por Dios como consecuencia del pecado, y con el propósito de que se arrepintieran y convirtiesen a Él. Sin embargo de poco había servido. Enseguida olvidaban lo que significaba (si es que llegaban a reconocer la mano de Dios en estas situaciones) y volvían a las andadas.
El hecho de que el Señor, mediante estas preguntas, anuncie nuevamente el mal indica que las cosas no han mejorado sino que iban a peor.
Para cerrar este ciclo de preguntas donde el profeta ha invitado a reflexionar a los oyentes acerca del por qué del mal que se avecina, Amós hace dos afirmaciones "lapidarias":
1. (Am 3:7) "Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas"
Algunos ejemplos de este actuar de Dios, y que podían ser fácilmente reconocidos por los oyentes, lo tenemos en el caso de Noé (Dios le anunció el diluvio y él predicó el arrepentimiento), o de Abraham (Dios compartió con él lo que iba a suceder en Sodoma y Gomorra).
El hecho de que Dios haya revelado su propósito de juicio a su siervo Amós y este al pueblo indica al menos dos cosas:
Por un lado la certeza y la inminencia del castigo. El requisito se ha cumplido, vosotros debéis daros por enterados solo falta la ejecución de la sentencia.
Y por otro, de nuevo, se pone de manifiesto la misericordia de Dios para con ellos. Se les está advirtiendo antes de que ocurra. Quizás todavía haya una oportunidad para evitarlo aunque sus corazones están demasiado endurecidos para oír.
2. (Am 3:8) "Si el león ruge, ¿quién no temerá? Si habla Jehová el Señor, ¿quién no profetizará?"
Con toda seguridad podemos afirmar que las cosas que Amós hablaba, y más en esta fase de su ministerio, no gustaban nada a los oyentes; pero posiblemente al primero que le disgustaba era al propio Amós. ¿Qué necesidad tenía de hablar de juicio y de muerte? ¿Qué necesidad de atraerse la antipatía de sus vecinos y poner en peligro su vida? Sin embargo había una "fuerza mayor" que le forzaba a dar el mensaje. Este Poder era Dios mismo. Imposible callar cuando es Él quien da el mensaje y te manda anunciarlo.
Posiblemente la obediencia al llamado de Dios en nuestras vidas nos va a meter en muchos problemas frente al mundo y las personas que nos rodean, incluso dentro de la iglesia, pero peor que eso es resistir a la voluntad de Dios. Jeremías habla de un "fuego interior que le consumía" y que no le dejaba en paz cuando intentó ignorarlo. En la desobediencia, en la rebeldía, nunca hay paz para el verdadero cristiano.
(Jer 20:7-9) "Me sedujiste, oh Jehová, y fui seducido; más fuerte fuiste que yo, y me venciste; cada día he sido escarnecido, cada cual se burla de mí. Porque cuantas veces hablo, doy voces, grito: Violencia y destrucción; porque la palabra de Jehová me ha sido para afrenta y escarnio cada día. Y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude."
Esta actitud de Amós frente al llamado de Dios me recuerda también la actitud del Apóstol Pablo frente al evangelio:
(1 Co 9:16) "Pues si anuncio el evangelio no tengo por qué gloriarme porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el evangelio!"
"Me es impuesta necesidad". No importa que el evangelio sea querido o despreciado, si el mismo me atraerá simpatía o burla, mi deber es anunciarlo concluía Pablo. Y este mismo sentir es el que Dios espera de nosotros. Cada uno, conforme a nuestras posibilidades, debemos hablar y no callar la verdad del Evangelio.

El juicio contra Samaria

(Am 3:9-15) "Proclamad en los palacios de Asdod, y en los palacios de la tierra de Egipto, y decid: Reuníos sobre los montes de Samaria, y ved las muchas opresiones en medio de ella, y las violencias cometidas en su medio. No saben hacer lo recto, dice Jehová, atesorando rapiña y despojo en sus palacios. Por tanto, Jehová el Señor ha dicho así: Un enemigo vendrá por todos lados de la tierra, y derribará tu fortaleza, y tus palacios serán saqueados.
Así ha dicho Jehová: De la manera que el pastor libra de la boca del león dos piernas, o la punta de una oreja, así escaparán los hijos de Israel que moran en Samaria en el rincón de una cama, y al lado de un lecho. Oíd y testificad contra la casa de Jacob, ha dicho Jehová Dios de los ejércitos: Que el día que castigue las rebeliones de Israel, castigaré también los altares de Bet-el; y serán cortados los cuernos del altar, y caerán a tierra. Y heriré la casa de invierno con la casa de verano, y las casas de marfil perecerán; y muchas casas serán arruinadas, dice Jehová".
Esta porción combina elementos de un espectáculo y un juicio ante un tribunal de justicia. Primero se convoca a los espectadores que posteriormente servirán de testigos para que vean lo que hacen los poderosos de Israel (verso 9); luego se presenta la acusación formal (verso 10) y finalmente el Juez pronuncia la sentencia (versos 13 al 15)" (Comentario Bíblico Hispano Americano. Amós-Abdías. Por Washington Padilla. Editorial Caribe).
1. La convocatoria
(Am 3:9) "Proclamad en los palacios de Asdod, y en los palacios de la tierra de Egipto, y decid: Reuníos sobre los montes de Samaria, y ved las muchas opresiones en medio de ella, y las violencias cometidas en su medio."
Los espectadores, que después serán testigos de la acusación, son las clases adineradas de Asdod (es decir de los filisteos) y de Egipto. Son invitados a sentarse en los montes que rodean la ciudad de Samaria, como si estas fuesen las gradas de un anfiteatro o un estadio de fútbol, y observar lo que está sucediendo dentro de la ciudad.
¿Y cuál es el espectáculo que verán desde estos lugares? "las muchas opresiones" y "las violencias cometidas".
Es decir cómo los poderosos de Israel (los gobernantes, la corte, los altos funcionarios, los ricos comerciantes) en su ambición por acumular riquezas y por amor al lujo y el placer, abusaban del pueblo y en especial hacían violencia a los pobres. Pero estos a su vez, como respuesta, había generado un clima de amargura, de odios, de deseos de venganza y de violencia. Las consecuencias de la avaricia en su estado más puro.
¡Qué actual suena todo esto ¿verdad?! Parece que estuviésemos describiendo la situación que se vive en muchos lugares del mundo pero también situaciones concretas dentro de nuestro propio país (relaciones trabajadores/patrón, comportamiento de sectas o grupos religiosos, relaciones familiares o sociales basadas en la explotación material o emocional del prójimo etc.)
2. La acusación
(Am 3:10) "No saben hacer lo recto, dice Jehová, atesorando rapiña y despojo en sus palacios."
No saben hacer lo verdadero, lo correcto, lo honesto, lo bueno. Una acusación que produce "escalofríos" y más teniendo en cuenta que no se trata de un pueblo pagano ignorante de la voluntad de Dios sino del pueblo Escogido, que había recibido la Revelación de Dios, su Ley, (Am 3:1) (Sal 147:19-20).
Estamos ante un pueblo que decía "honrar a Dios" y sin embargo había perdido toda la capacidad para discernir equilibradamente y con sabiduría.
(Is 5:7) "Ciertamente la viña de Jehová de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá planta deliciosa suya. Esperaba juicio, y he aquí vileza; justicia, y he aquí clamor."
(Jer 4:22) "Porque mi pueblo es necio, no me conocieron; son hijos ignorantes y no son entendidos; sabios para hacer el mal, pero hacer el bien no supieron."
Llegaron a un punto donde no podían distinguir la verdad de la mentira, lo justo de lo injusto, lo bueno de lo malo, lo sano de lo dañino, el placer inmediato de la verdadera felicidad, el egoísmo del verdadero amor y todo esto ¿por qué? ¿De donde provenía esta incapacidad? De haber abandonado a Dios y su Palabra. Habían cambiado a Dios por su propia religión y por razonamientos humanos.
En todo esto hay una solemne advertencia:
Esta frase, "No saben hacer lo recto", es una dramática descripción de lo que ocurre cuando una sociedad excluye el verdadero conocimiento de Dios de la vida de sus ciudadanos y lo sustituye por los razonamientos de los hombres. Y no es solo que el alejamiento de Dios nos lleve al punto de llamar "bueno a lo que es malo" sino que incluso se da la paradoja de que aún "queriendo hacer lo bueno, se hace lo malo, queriendo ser justos se cae en la injusticia".
Pero esta expresión, "no saben hacer lo recto", es también una solemne advertencia para nosotros los creyentes, para quienes somos hijos de Dios por medio de la fe en Jesús. No es difícil darse cuenta como hay muchos que viven llamando "voluntad de Dios" a lo que claramente son sus intereses carnales y terminan confundiendo, como dijimos antes, lo bueno con lo malo, lo sano con lo dañino, el placer inmediato con la verdadera felicidad, el egoísmo con el verdadero amor.
¿Y cómo llegamos a semejante situación? La respuesta es sencilla: Por el mismo camino por el cual llegó Israel: abandonando los mandamientos de Dios, callando y corrompiendo a los mensajeros de Dios y fabricando una religión a medida de los intereses.
Este oscurecimiento del discernimiento espiritual del cristiano sucede cuando los creyentes "... se olvidan del andar personal con Dios, de la lectura de la Biblia, de la oración, de la comunión fraternal de los creyentes, de la mesa del Señor, de su testimonio de Jesús,..." cuando nos conformamos con una "apariencia de cristianismo" sin profundizar en la práctica de nuestra fe. Ver (He 5:12-14).
3. La sentencia
(Am 3:11) "Por tanto, Jehová el Señor ha dicho así: Un enemigo vendrá por todos lados de la tierra, y derribará tu fortaleza, y tus palacios serán saqueados."
Notemos quién pronuncia sentencia: "Jehová el Señor ha dicho así"... (Este título apareció por primera vez en el verso 7). Literalmente "Jehová Adonai", es decir: "Jehová el Señor", "el Soberano" (pero no de un pedacito de tierra en Canaán como lo habían terminado imaginando los israelitas, sino Soberano de toda la tierra). Que Él es el Señor y por tanto el Juez de toda la tierra queda de manifiesto en el instrumento que escoge para ejecutar su juicio: los asirios. Un pueblo proveniente de las lejanas tierras de Mesopotamia, el actual Irak. Los hechos ocurrieron unos 40 años después de las palabras del profeta (2 R 17:5-6,13-14,18; 22-24).
Pero no solo ellos cayeron en el error de hacer "pequeñito a Dios". A veces también nosotros hacemos lo mismo y reducimos su presencia y poder a la iglesia local, a ciertas áreas de nuestras vidas o en determinadas circunstancias. Necesitamos reconocer que Él es el Señor, el Soberano de toda la tierra, y vivir bajo esta luz.
(Am 3:12) "Así ha dicho Jehová: De la manera que el pastor libra de la boca del león dos piernas, o la punta de una oreja, así escaparán los hijos de Israel que moran en Samaria en el rincón de una cama, y al lado de un lecho."
Este verso tiene como trasfondo (Ex 22:13) donde dice "Y si le hubiere sido arrebatado por fiera, le traerá testimonio, y no pagará lo arrebatado". Cuando una fiera atacaba el rebaño, el pastor que lo cuidaba debía tomar los restos de la víctima y llevarlos al propietario como prueba de lo sucedido, así evitaba pagar por el animal.
Hay algunos estudiosos que ven aquí una palabra de esperanza. Dios se va a reservar un remanente, el despojo. Pero creo que es más indicado verlo como una referencia a la severidad del juicio, en especial para los que habitan "en el rincón de una cama, y al lado de un lecho" (Am 6:1-4), es decir la clase pudiente y gobernante. De aquella ciudad "próspera y orgullosa" solo iban a quedar despojos.
(Am 2:13) "Oíd y testificad contra la casa de Jacob, ha dicho Jehová Dios de los ejércitos"
De nuevo llamamos la atención al nombre que Amós usa para referirse a Dios: "Jehová Dios de los ejércitos", "Jehová Elohim de Sabaoth". Es decir: "El Todopoderoso", "el Omnipotente". Esta verdad se hace patente al darnos cuenta de la dureza del juicio y como nada ni nadie puede resistirlo.
Las naciones paganas, que en el verso 9 fueron llamadas como espectadores, ahora son convocadas como testigos contra Israel. Imaginemos por tanto la degradación a la que habían llegado cuando las naciones paganas de alrededor se escandalizaban con ellos y veían como justo el castigo de Dios. Es decir, las había superado en maldad.
Desgraciadamente no son pocas las veces en que esto mismo es lo que ha ocurrido con el pueblo de Dios: pecados no confesados, amarguras, murmuraciones, disputas entre creyentes, han provocado un espectáculo lamentable frente al mundo. Teniendo ellos el entendimiento entenebrecido, siendo incapaces de distinguir la voluntad de Dios, han mostrado mayor equilibrio, dominio propio o generosidad que los propios cristianos.
Un ejemplo de esto, situaciones donde el mundo se levanta para señalarnos justamente, lo tenemos en la iglesia de Corinto: (1 Co 5) (el caso de inmoralidad no juzgado: "tal fornicación cual ni aún se nombra entre los gentiles") y (1 Co 6:1-11) (las disputas entre creyentes - y se habla de agravios y fraude, injusticias y robos - terminaban en los juzgados). Dos son los versos que vamos a destacar en este capítulo 6 de 1ª a los Corintios:
(1 Co 6:7) "Así que, por cierto es ya una falta en vosotros que tengáis pleitos entre vosotros mismos. ¿Por qué no sufrís más bien el agravio? ¿Por qué no sufrís más bien el ser defraudados?"
¿Por qué no sufrís más bien el agravio? ¿Por qué no sufrís más bien el ser defraudados?" Un importante verso que abre el camino para la resolución de muchos conflictos entre creyentes. Para ello es necesario darse cuenta que Pablo no alude al "victimismo" cuando habla de "disposición a sufrir el mal" sino a la generosidad, nos invita a practicar la "altura de miras".
El victimismo como "método de saldar conflictos" los cierra en falso, y normalmente guarda una dosis de amargura que reaparece en cualquier momento. Sin embargo la verdadera generosidad tiene como base el "amor fraternal no fingido" y permite desterrar amarguras y recelos.
(1 Co 6:11) "Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios."
Palabras que recuerdan la realidad del nuevo nacimiento, la necesidad de dejar atrás las pasiones y razonamientos del hombre caído, y la posibilidad real de, en el poder del Espíritu, vivir esta vida más elevada marcando la diferencia con el mundo.
(Am 3:14) "Que el día que castigue las rebeliones de Israel, castigaré también los altares de Bet-el; y serán cortados los cuernos del altar, y caerán a tierra."
"Castigaré... los altares de Betel". En Betel, además de los altares dedicados a los Baales estaba uno de esos lugares donde se "adoraba a Dios" en forma de becerro. La expresión "serán cortados los cuernos del altar" es interesante. Los cuernos serían las prolongaciones de las esquinas del altar para los sacrificios. El texto hace referencia a la costumbre antigua, y además de origen pagano, de buscar refugio aferrándose a ellos. Cuando una persona veía peligrar su vida se agarraba a aquellos cuernos reclamando sobre sí misma la protección del lugar sagrado. El profeta dice que todo eso les va a fallar. La falsedad de esa religión y esos altares quedará en evidencia.
Recientemente mencionábamos estas palabras en un contexto de evangelización e invitábamos a los amigos a reflexionar sobre el dónde descansa tú esperanza de salvación ¿En las falsas religiones o en Cristo?
Pero también son un desafío para nosotros como cristianos: ¿En qué o en quién estamos depositando nuestra confianza para el día malo? ¿En Dios, en Jesús, en su Palabra? Todo lo que esté más allá de esto se desmoronará en el día de la prueba y nos dejará en una posición difícil. Aseguremos de que no solo nuestra Salvación sino también nuestra vida cristiana se está edificando sobre la roca que es Cristo (Lc 6:46-49).
(Am 3:15) "Y heriré la casa de invierno con la casa de verano, y las casas de marfil perecerán; y muchas casas serán arruinadas, dice Jehová."
"Y muchas casas serán arruinadas" ¡Cuánto llorarían aquellas gentes al ver sus mansiones destruidas y sus tesoros saqueados! ¡Eran el TODO! ¡Eran SU VIDA!
Pero no olvidemos que toda esa abundancia había sido acumulada en base a la injusticia y con violencia sobre los pobres. Todo será destruido como parte del justo juicio de Dios y sus habitantes llevados con cadenas a las tierras de Mesopotamia.
Hermano, este texto puede servirnos para reflexionar brevemente acerca de la relación que debe haber entre el cristiano y las posesiones materiales, entre el hijo de Dios y las riquezas de este mundo.
Que la gente de este mundo, que no conocen a Dios, las tengan como un fin en sí mismas o como un medio para alcanzar el placer o la felicidad es comprensible. Pero un hijo de Dios debiera tener una visión más elevada de estas cosas.
La Palabra de Dios nos exhorta a trabajar, hacerlo con diligencia, a proveer para las necesidades económicas personales y de nuestras familias, es más, tampoco prohíbe a un hijo de Dios que sea emprendedor en el mundo de los negocios, que llegue a tener diferentes empresas y que gane mucho dinero.
Sin embargo sí que nos impone una serie de condiciones que no podemos ignorar sin grave peligro para nuestra vida:
I. No debes permitir que el trabajo o los negocios sean más importante que las cosas del Señor. Por encima de estas cosas debe estar la adoración y el servicio al Señor.
(Mt 6:33) "Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas."
Quizás el ejemplo negativo más evidente es la desatención que muchas veces sufren las diferentes reuniones de las iglesias locales (en especial los domingos o los días de estudio y oración), pero también pensamos en el tiempo que dedicamos en casa a la lectura de la Palabra, al estudio bíblico o a la oración. En ocasiones hay tiempo para alargar la jornada una hora extra más, quitarnos horas de sueño para invertirlas en el negocio o visitar a un último cliente pero después no lo hay cuando se nos pide un "servicio" o una "colaboración" en la Obra del Señor más allá de lo habitual.
II. No debes descuidar las obligaciones familiares.
(1 Ti 5:8) "porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo."
Y las necesidades familiares no son solo "comida, vestido, techo" y educación para los hijos, también lo son la comunión, el afecto entre los esposos, el cuidado emocional de los hijos, la necesidad de dirección y el ejemplo espiritual de los padres (hombre y mujer) y del varón en particular entre otras. Estas cosas no se pueden compensar con dinero, regalos ni lujos y a la larga pasan factura.
III. Debe ganar el dinero con un trabajo honrado o un negocio de buena reputación.
(Pr 10:16) "La obra del justo es para vida; mas el fruto del impío es para pecado."
"La obra del justo es para vida..." Debiéramos alejarnos de todo trabajo que promueva el vicio o la degradación de las personas y la sociedad. Lo hermoso, lo ideal, sería que nuestro trabajo además de no promover los vicios y degradar al prójimo nos diese la oportunidad de hacer bien a la sociedad. Pero con independencia de que tengamos o no ese trabajo o que estemos pidiendo al Señor la oportunidad de cambiar, busquemos la oportunidad para transformarlo en oportunidades de hacer el bien, de llevar vida al prójimo.
IV. No solo debe ser un trabajo de buena reputación sino que además el dinero debe ganarse de forma honesta (Pr 20:17), por ejemplo:
No falsificando la declaración de la renta, o usando doble contabilidad.
(Pr 12:22) "Los labios mentirosos son abominación a Jehová; Pero los que hacen verdad son su contentamiento."
No defraudando en los pesos y las medidas.
(Pr 11:1) "El peso falso es abominación a Jehová; mas la pesa cabal le agrada."
No sobornando a los inspectores locales.
(Pr 17: 23) "El impío toma soborno del seno Para pervertir las sendas de la justicia."
No pagando sueldos inadecuados a los empleados.
(Pr 22:16) "El que oprime al pobre para aumentar sus ganancias, o que da al rico, ciertamente se empobrecerá."
(Stg 5:4) "He aquí, clama el jornal de los obreros que han cosechado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado por vosotros; y los clamores de los que habían segado han entrado en los oídos del Señor de los ejércitos."
V. Puede ganar tanto dinero como le sea posible pero sin poner en peligro su propia salud.
(1 Co 6:19) "¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?"
VI. Puede ganar tanto dinero como le sea posible pero sin volverse codicioso. Nunca debe llegar a ser un esclavo de Mamón. Es correcto ganar dinero, pero no amarlo.
(Mt 6:24) "Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas."
(Sal 62:10) "No confiéis en la violencia, Ni en la rapiña; no os envanezcáis; Si se aumentan las riquezas, no pongáis el corazón en ellas."
Tampoco está de más recordar la exhortación del apóstol Pablo a Timoteo. Quizás las palabras que más duelen del texto sea leer que hay cristianos que habiendo caído en la codicia se han apartado de la fe y han buscado males o sufrimientos innecesarios.
(1 Ti 6:6-11) "Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores. Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre."
VII. Y por último destacamos el principio bíblico de "Tener pero no retener" ¿Qué queremos decir con ello?
Hermanos, la voluntad de Dios es que el dinero "fluya", que esté en movimiento y no acumulado en cuentas corrientes.
Quizás esto "nos suena" porque fue uno de los primeros mensajes que el gobierno de España lanzó para enfrentar la crisis actual: "consuman, muevan el dinero, gasten..." pero este no es el sentido de nuestras palabras.
Este "fluir" quiere decir que en vez de acumular y acumular o gastar y gastar en nuestro deleite, como nos pide no solo el gobierno sino el mundo que vivimos, los bienes materiales que Dios nos da deben ser continuamente invertidos en Su obra. Administrados para la gloria del Dios y no para la nuestra (y con esto no estamos objetando a las previsiones de gastos o de inversión de las empresas, o a un ahorro sano de las familias, etc.) Algunas buenas razones a favor de este "tener pero no retener":
Somos mayordomos de Dios .
(1 Co 4:1-2) "Así, pues, téngannos los hombres por servidores de Cristo, y administradores de los misterios de Dios. Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel."
Debemos vivir de manera sencilla. Con independencia del sueldo que podamos ganar o del éxito en los negocios la exhortación de la Palabra es a vivir de manera sencilla:
(1 Ti 6:8) "Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto."
Hay un mundo que sufre sin Cristo, muchas almas que nunca han oído hablar de Él. Es necesario invertir en Su Obra. Y qué decir de los hombres y mujeres, siervos de Dios, que habiéndolo dejado todo están viviendo por fe en el Señor. Respecto a estos últimos, en cierta ocasión escuche a un expositor bíblico hacer una reflexión en torno a (Mt 6:25-34) que me llamó profundamente la atención. Después de recordarnos como Dios cuida de su creación y de aquellos que confían en él (a veces de manera extraordinaria) concluía: "A menudo Dios utiliza a los hombres para alimentar a las aves y para regar las plantas. Dios también usa seres humanos para proveer para las necesidades de sus hijos". Y me pregunto ¿Seremos nosotros una de estas personas a las cuales Dios usa para atender las necesidades de sus hijos y de Su Obra? Este "retener", a veces por temor a no tener suficiente, que muchas veces practicamos puede que esté haciendo mucho daño a la obra del Señor y también a nosotros mismos, que no estamos confiando en la provisión del Señor.
Hay muchas personas que también sufren a causa de las desigualdades económicas, muchos necesitados a nuestro alrededor. En consecuencia "amontonar dinero", "vivir de manera egoísta", entregarnos al lujo y a la ostentación es un pecado contra Dios y contra nuestro prójimo.
Hermanos, es lícito trabajar honradamente para tener una casa y además tenerla bien arregladita. Tener un buen coche. Es lícito, si se puede y se hace de manera honrada, tener además un apartamento en la playa o una casita en el campo. Que Dios nos dé salud para disfrutarlo y además, pues es aquí donde vienen los problemas, sabiduría para usarlo y que no se conviertan en tropiezo. Pero por encima de todas estas cosas, en las cuales se afanan los hombres, retengamos las palabras de nuestro Señor:
(Mt 6:19-21) "No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón."
(1 Ti 6:11) "Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre."
Preocupémonos ante todo de vivir, trabajar y construir para la eternidad. No seamos creyentes que habiendo perdido de vista la perspectiva correcta. (Estas últimas reflexiones relacionadas con el uso de los bienes materiales están basadas en el librito: "¿Dónde está tu tesoro?" de W. MacDonald. Una lectura altamente recomendable).

Comentarios

España
  Andrea Rodriguez  (España)  (06/09/2019)

Ante todo un cordial saludo, leo la biblia a diario y conjuntamente la leo en estos estudios, son de gran bendición, muy bien explicado y detallado los capitulos y versículos. Que el Señor lo siga usando para llevar y explicar su palabra. Dios lo bendiga.

Nicaragua
  Eveling Lopez Lopez  (Nicaragua)  (23/04/2019)

El día de hoy su estudio bíblico me ayudó a reflexionar de muchas cosas que pasan a mi alrededor, Dios puso este texto que usted, como servido,r redactó. Gracias primeramente a Dios y luego a usted por tan lindo texto. Buen día y bendiciones!

Francia
  Martha Lucia Plasencia Zalazar  (Francia)  (14/10/2018)

Excelente exposición de la palabra de nuestro amado Dios, gracias por cada día enriquecernos con estos estudios!!!

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