Estudio bíblico de Hechos 12:4-13:5
Hechos 12:4-13:5
Continuamos estudiando hoy el capítulo 12 de los Hechos de los Apóstoles. Y en nuestro programa anterior estuvimos considerando la muerte de Jacobo. Dijimos que hasta ese momento la persecución contra la iglesia había estado dirigida mayormente por los líderes religiosos y, especialmente, por los Saduceos. Pero a partir de entonces, sería promovida por las esferas del gobierno. La persecución, pues, se desplazó de la religión a la política. Y dijimos que quizás Herodes hizo esto para tratar de ganarse el favor de ciertas personas y sectores influyentes. Lo cierto es que Herodes desencadenó una persecución brutal y despiadada contra la iglesia. Y así, pues, dio muerte a espada a Jacobo, hermano de Juan.
Ahora viendo que esto había sido del agrado de los judíos, procedió entonces a arrestar también a Pedro. Y observamos que Jacobo fue muerto, pero Pedro sería milagrosamente preservado aun en medio de estas circunstancias. Y dijimos que había aquí un ejemplo de la voluntad soberana de Dios obrando en la iglesia. Continuemos, pues, hoy con el versículo 4 de este capítulo 12 de los Hechos.
"Tomándolo preso, lo puso en la cárcel, entregándolo a cuatro grupos de cuatro soldados cada uno, para que lo vigilaran; y se proponía sacarlo al pueblo después de la Pascua."
En realidad Pedro había sido puesto bajo la vigilancia de una guardia, una guardia armada y reforzada. Observemos que fue entregado a cuatro grupos de cuatro soldados cada uno; o sea que había 16 soldados custodiando a Pedro. ¿No cree usted que Herodes sospechaba que alguien trataría de librar a Pedro? Continuemos con el versículo 5 de este capítulo 12 de Hechos, que nos introduce a un párrafo que habla sobre
La liberación de Pedro
"Así que Pedro estaba custodiado en la cárcel, pero la iglesia hacía sin cesar oración a Dios por él."
Ahora estos creyentes no llegaron ante Dios con una larga lista de peticiones. Simplemente entraron a la presencia de Dios y oraron seriamente para que este hombre, Simón Pedro, fuera librado. Sus corazones se habían volcado en sus oraciones. El versículo 6 continúa diciendo:
"Cuando Herodes lo iba a sacar, aquella misma noche estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, sujeto con dos cadenas, y los guardas delante de la puerta custodiaban la cárcel."
¿Cómo le fue posible a Simón Pedro dormirse estando entre dos soldados? Bueno, recordemos que Pedro también fue uno de los que se habían dormido en el Jardín de Getsemaní, poco antes de la muerte de Jesús. Diríamos que Simón Pedro no tenía mucho problema para quedarse dormido. Parece que podía quedarse dormido en casi cualquier circunstancia y a cualquier hora. Pero ¡qué gran confianza deber haber tenido Pedro en Dios, para poder dormir entre estos dos soldados! Continuemos con los versículos 7 al 9 de este capítulo 12 de Los Hechos.
"Y se presentó un ángel del Señor y una luz resplandeció en la cárcel; y tocando a Pedro en el costado, lo despertó, diciendo: Levántate pronto. Y las cadenas se le cayeron de las manos. Le dijo el ángel: Cíñete y átate las sandalias. Él lo hizo así. Y le dijo: Envuélvete en tu manto y sígueme. Pedro salió tras el ángel, sin saber si lo que el ángel hacía era realidad; más bien pensaba que veía una visión."
El ángel le pidió algo muy razonable. No hubo aquí acciones espectaculares que causaran alarma. Simplemente le dijo a Pedro que se pusiera los zapatos y se vistiera. Pedro creyó al principio que todo era sólo un sueño. Y ahora el versículo 10 dice:
"Habiendo pasado la primera y la segunda guardia, llegaron a la puerta de hierro que daba a la ciudad, la cual se les abrió por sí misma. Salieron y pasaron una calle, y luego el ángel se apartó de él."
Ciertamente había suficiente guardia para custodiar a Pedro en la cárcel. En realidad creemos que esperaban que algo así pudiera suceder. Recordemos que anteriormente el Señor Jesús había salido del mismo sepulcro; lo cual fue una vergüenza para ellos. Por esa razón decidieron que no iban a permitir que algo semejante les sucediera otra vez, y colocaron, entonces, este gran cuerpo de guardia para custodiar a Pedro.
Recordemos también que la iglesia en Jerusalén estaba orando por Simón Pedro mientras esto sucedía. Tan pronto como Pedro estuvo fuera de todo peligro, el ángel le permitió seguir solo. Así que las oraciones de la iglesia fueron contestadas de una manera muy definida. Continuando con el versículo 11 de este capítulo 12 de Hechos, leemos:
"Entonces Pedro, volviendo en sí, dijo: Ahora entiendo verdaderamente que el Señor ha enviado su ángel y me ha librado de la mano de Herodes y de todo lo que el pueblo de los judíos esperaba."
Pedro enseguida reconoció que Dios lo había liberado. Leamos el versículo 12.
"Al darse cuenta de esto, llegó a casa de María, la madre de Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos. Muchos estaban allí reunidos, orando."
La iglesia en aquel entonces, y por unos ciento cincuenta años después, no tenía edificios así como los tenemos hoy. Hoy cuando hablamos de una iglesia, por lo general nos referimos a un edificio. Pero la iglesia, según la Biblia, es el cuerpo de creyentes. En el principio, la iglesia nunca se reunía en un edificio público, pues no disponían de esas comodidades. Se congregaban en las casas de los creyentes en Cristo.
Al parecer, la madre de Juan Marcos era una mujer con recursos y debe haber tenido una casa lo suficientemente grande como para que se reunieran allí todos los miembros de la iglesia. Y precisamente estaban todos reunidos allí aquella misma noche orando a Dios para que Simón Pedro fuera liberado. Continuemos con el versículo 13.
"Cuando Pedro llamó a la puerta del patio, salió a atender una muchacha llamada Rode"
Ahora la expresión: "salió a atender" aquí, significa realmente que ella salió a escuchar. Aquellos eran días de persecución y era importante saber quién estaba llamando a la puerta. Su nombre Rode significaba Rosa y era probablemente una criada. Ahora el versículo 14 continúa diciendo:
"la cual, al reconocer la voz de Pedro, de gozo no abrió la puerta, sino que corriendo adentro dio la nueva de que Pedro estaba a la puerta."
¡Qué situación tan peculiar! ¡La joven se olvidó de abrirle la puerta! Esta muchacha estaba tan agitada que simplemente dejó a Pedro esperando fuera, mientras ella corría hacia donde la congregación estaba orando. Y el versículo 15 dice:
"Ellos le dijeron: ¡Estás loca! Pero ella aseguraba que así era. Entonces ellos decían: ¡Es su ángel!"
¿Puede usted imaginarse esta conversación? Ella les dijo que Pedro estaba a la puerta, y ellos le dijeron que ella estaba loca. "No", les dijo, "No estoy loca". Pedro está a la puerta". "Bueno, ¿lo has visto?" "No, no abrí la puerta, pero le oí hablar y conozco su voz". "¡Ah!", dijeron ellos, "¡es su ángel!" La palabra aquí es "neuma" que en realidad significa espíritu y no ángel. Ellos no creían que allí a la puerta estuviera una especie de ángel guardián de Pedro. Creían que era su espíritu. En otras palabras, creyeron que Pedro había muerto, que había sido ejecutado por Herodes. ¿No le parece esto muy significativo, estimado oyente? La iglesia había estado orando para que Simón Pedro fuera puesto en libertad. Pero cuando fue liberado, no lo creyeron.
Así sucede con nuestras oraciones, ¿verdad? Me sirve de consuelo el hecho de que la iglesia primitiva, con todo su gran poder espiritual, no creyera que sus oraciones habían sido contestadas en esta ocasión. No creyeron que Simón Pedro había sido verdaderamente liberado. ¿No sucede lo mismo con nosotros tantas veces, estimado oyente? Cuando recibimos una respuesta a una oración, nos alegramos mucho y hablamos tanto de ella y nos comportamos como si en verdad estuviéramos sorprendidos; porque en realidad no esperábamos ninguna contestación. Y quedamos realmente asombrados. Sin embargo, Dios oye y contesta nuestras oraciones. ¡Cuán bondadoso es Dios!
Ahora aquí dice que ". . . Pedro persistía en llamar. . ." Esta persistencia era característica de Pedro. Nadie le abría la puerta porque no creyeron que sus oraciones han sido contestadas y estaban allí adentro discutiendo si era Pedro, o si era su espíritu. Mientras tanto, Pedro quería entrar y ya estaba por derribar la puerta. Leamos los versículos 16 y 17:
"Pero Pedro persistía en llamar; y cuando abrieron y lo vieron, se quedaron atónitos. Pero él, haciéndoles con la mano señal de que callaran, les contó cómo el Señor lo había sacado de la cárcel. Y dijo: Haced saber esto a Jacobo y a los hermanos. Luego salió y se fue a otro lugar."
Simplemente no podían creer lo que veían. Ahora Pedro salió de Jerusalén. Y considerando que Dios le había liberado milagrosamente, ¿no habría podido Dios guardarle milagrosamente seguro allí en Jerusalén? ¿No debió Pedro haber dicho, "Bueno, yo me quedaré por aquí. Dios me ha liberado de la cárcel y yo sé que me seguirá protegiendo." ¡Claro que Dios podía haberle guardado! Pero en estos casos, Dios también espera que usemos nuestro sentido común. A veces lo que parece una gran fe en Dios, es verdaderamente una actitud presuntuosa y temeraria de probar a Dios. Incluso después de haber hecho alguna cosa maravillosa por usted y por mí, Dios todavía espera que seamos prudentes. Ahora el versículo 18 de este capítulo 12 de Hechos dice:
"Cuando se hizo de día, se produjo entre los soldados un alboroto no pequeño sobre qué habría sido de Pedro."
Lucas hizo uso del diminutivo y cuando dijo que hubo "un alboroto no pequeño", lo cual quiere decir que se produjo un verdadero escándalo. En el capítulo 15 de los Hechos, versículo 2, cuando el judaísmo entró en la iglesia, el Dr. Lucas dijo que tuvieron ". . . una discusión y contienda no pequeña". Esto quiere decir que se armó en realidad una gran pelea. El Dr. Lucas siempre fue muy bondadoso y se expresó con gran delicadeza.
Cuando los soldados descubrieron lo que había ocurrido y se dieron cuenta que Simón Pedro se había ido, es posible que llamaran a la mitad de las tropas. Deben haberle buscado de casa en casa. Quizás pusieron una guardia alrededor de la ciudad para tratar de impedir que se escapara. Ahora el versículo 19 nos dice:
"Pero Herodes, habiéndolo buscado sin hallarlo, después de interrogar a los guardas ordenó llevarlos a la muerte. Después descendió de Judea a Cesarea y se quedó allí."
Herodes, como podemos ver, era un hombre impasible y empedernido. No tenía ninguna consideración por la vida humana. Al ordenar ejecutar a todos los soldados que habían estado custodiando a Pedro, estaba dando a entender a todos que él no creía que la huida de Pedro había sido un acto de Dios, porque consideró responsables a aquellos soldados. Luego se fue a Cesarea que era un lugar muy popular para veranear en el Mediterráneo, para tomar unas vacaciones. Pilato también solía disfrutar de aquel lugar, igual que muchas de las autoridades romanas, que también residían allí. En realidad este era un centro de operaciones de Roma. A los romanos, como a Pilato, no les gustaba la ciudad de Jerusalén. Iniciamos ahora el relato de
La muerte de Herodes
Ahora veremos que Dios consideró a Herodes responsable, de acuerdo con el conocimiento que le había dado. Leamos entonces el versículo 20 de Hechos 12:
"Herodes estaba enojado contra los de Tiro y de Sidón, pero ellos, de común acuerdo, se presentaron ante él, y habiendo sobornado a Blasto, que era camarero mayor del rey, pedían paz, porque su territorio era abastecido por el del rey."
Tiro y Sidón comerciaban con Herodes y cuando él estaba enfadado por algo, su actitud le hacía daño a la economía de aquellas ciudades. Llegaron, entonces, para hacerle una proposición a Herodes. Y en el versículo 21, leemos:
"El día señalado, Herodes, vestido de ropas reales, se sentó en el tribunal y los arengó."
Herodes era un hombre muy ostentoso y lleno de orgullo. Era también un buen orador. Era la clase de político que habría sido elegido, cualquiera fuera su partido.
Podemos considerar a Herodes uno de aquellos hombres que fue como una miniatura del Anticristo. Juan nos habló de esto en I de Juan 2:18, donde dijo: "Hijitos, ya es el último tiempo. Según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo". El pueblo aclamó a Herodes como si fuera un dios. Pero veamos lo que ocurrió en los versículos 22 y 23:
"Y el pueblo aclamaba gritando: ¡Voz de un dios, y no de un hombre!. 23Al momento, un ángel del Señor lo hirió, por cuanto no dio la gloria a Dios; y expiró comido de gusanos."
Estimado oyente, Dios no comparte Su gloria con nadie. Dice en la profecía de Isaías, capítulo 42, versículo 8: "¡Yo el Señor, este es mi nombre! A ningún otro daré mi gloria, ni a los ídolos mi alabanza". Herodes rehusó dar la gloria a Dios por medio del milagro de la liberación de Pedro de la cárcel. Y ahora estaba dispuesto a dejar que el pueblo le deificara. Pero Dios le juzgó. Dios es celoso de Su gloria. ¡Qué lección tenemos aquí sobre el fracaso inevitable del orgullo humano!
Ahora, uno creería que como resultado de toda esta persecución, la iglesia ya estaría casi destruida y que pronto desaparecería. Sin embargo, el versículo siguiente, el versículo 24 de este capítulo 12 de Hechos, dice:
"Pero la palabra del Señor crecía y se multiplicaba."
La persecución no le hizo ningún daño a la iglesia. Más bien influyó en su crecimiento y expansión. Y el versículo final, el versículo 25, dice:
"Bernabé y Saulo, cumplido su servicio, volvieron de Jerusalén, llevando también consigo a Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos."
Vemos aquí que Juan Marcos fue a Antioquía junto con Bernabé y Saulo. Recordemos que ellos, o sea Bernabé y Saulo, habían ido a Jerusalén para llevar ayuda económica para la iglesia.
Y así llegamos al final del segundo período del libro de los Hechos de los Apóstoles. En el primer período el Evangelio fue proclamado en Jerusalén. Ahora, en este segundo período, el Evangelio se había extendido en Judea y en Samaria. Comenzando con el siguiente capítulo, el capítulo 13, veremos la difusión del Evangelio hasta los confines de la tierra. En la actualidad, en los tiempos actuales nos encontramos en ese período y esperamos que tanto usted como yo estemos participando activamente en él. Llegamos así a
Hechos 13:1-5
Ésta es la última división principal del libro de los Hechos. Esta sección presenta al Señor Jesucristo obrando mediante el Espíritu Santo a través de los apóstoles hasta lo último de la tierra. Esta sección incluye los capítulos 13 al 28.
Usted recordará que la clave del libro se encuentra en estas palabras de Jesús, Hechos 1:8, "Me seréis testigos". Esto no fue un mandamiento a la iglesia como un organismo, sino que fue dirigido a cada miembro de la iglesia, a cada creyente, individualmente. Es decir, nos incluye a usted y a mí. Este testimonio tenía que ser promulgado en Jerusalén, luego en Judea y en Samaria, y luego hasta los confines de la tierra.
Durante el período de la proclamación en Jerusalén vimos que el Evangelio fue presentado a los judíos. La iglesia en Jerusalén estaba integrada enteramente por judíos. Durante el siguiente período, vimos cómo el Evangelio llegó hasta los samaritanos y vimos la conversión de algunos no judíos. Ahora el Evangelio emprendió oficialmente su camino para llegar hasta todas las naciones de la tierra. Llegó así a mis antepasados y a los suyos. Hoy, usted y yo somos los beneficiarios del hecho de que alguien hubiese caminado por los caminos de esta tierra, para llevar el Evangelio a todo el mundo. Por tanto, usted y yo debemos estar implicados en llevar el Evangelio, a los que aún no han escuchado este glorioso mensaje.
En este crecimiento vertiginoso del Evangelio más allá del ámbito de Pedro, veremos que Pablo llegó a ser el líder dominante y Pedro desapareció de la escena. Dios había usado poderosamente a Pedro, pero en este momento Pablo era el personaje prominente que Dios usaría.
Esperamos que usted, estimado oyente, pueda seguir en un mapa este primer viaje misionero de Pablo. Comenzó su viaje con Bernabé. Se detuvieron primero en la isla de Chipre, hogar de Bernabé. Atravesaron la isla y luego navegaron desde Pafos para ir a Perge en Panfilia. Luego penetraron en el interior de Asia Menor, donde hoy se encuentra Turquía y entraron en el país entonces llamado Galacia. Visitaron Antioquía, Iconio, Listra y Derbe. Luego, a su regreso, viajaron por Atalia, y desde allí navegaron de regreso a Antioquía. Comencemos, pues, leyendo los primeros dos versículos de este capítulo 13 de Hechos. En el párrafo en el que
Bernabé y Pablo fueron enviados desde Antioquía
"Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros: Bernabé, Simón el que se llamaba Níger, Lucio de Cirene, Manaén el que se había criado junto con Herodes el tetrarca, y Saulo. Ministrando éstos al Señor y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado."
Notará usted que en el principio de su ministerio la designación era la de "Bernabé y Saulo". No llegarían muy lejos en su primer viaje misionero, antes de que el nombre de Saulo fuera cambiado a Pablo. Pronto fue evidente también que Pablo se convirtió en el líder y portavoz principal; y así el equipo sería designado entonces, como "Pablo y Bernabé". Continuemos ahora con el versículo 3.
"Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron."
Estos hombres fueron entonces apartados para la obra misionera. ¿Se fijó usted en la iglesia que les envió al mundo? No fue la iglesia en Jerusalén. Sinceramente hablando, la iglesia de Jerusalén no era una iglesia misionera. En cambio, la iglesia en Antioquía sí tenía una visión misionera. Ayunaron y oraron, dice aquí, debido a su sinceridad y determinación en cumplir la voluntad de Dios.
También les impusieron las manos a estos dos misioneros que enviaron. La imposición de manos era un medio de identificación. Así pues, los cristianos en Antioquía indicaban, mediante la imposición de manos, que se identificaban, como compañeros de Pablo y Bernabé, con la gran obra de proclamar la Palabra de Dios. Estaban enviando a estos hombres como sus representantes. Ellos se quedarían en casa y trabajarían mientras Pablo y Bernabé salían en su lugar.
Ahora es muy importante notar que fueron enviados por el Espíritu Santo y guiados por Él. Fueron al pueblo de Seleucia, en la costa, y navegaron desde allí. Y el versículo 5 nos dice:
Al llegar a Salamina, anunciaban la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos. Tenían también a Juan de ayudante.
Tomemos nota de que llevaron a Juan con ellos. Ahora quisiéramos destacar aquí que desde el mismo principio, Pablo adoptó un método que siguió durante todo su ministerio. Siempre entró primero en las sinagogas, lugares que le sirvieron como punto de partida, desde el cual predicó el Evangelio a toda la comunidad. Pero siempre predicó el Evangelio primero en la sinagoga.
No podemos evitar un sentimiento de simpatía y comprensión al ver que una misión tan extraordinaria comenzase con tan pocos mensajeros, y con medios tan rudimentarios. Fueron instrumentos humanos débiles y sin recursos importantes, humanamente hablando. Sin embargo, fueron guiados, impulsados y protegidos por el Espíritu de Dios. Y así fue que los mensajeros comenzaron a multiplicarse y pronto harían oír su voz por todo el mundo conocido en aquella época. Es que aquél no era un mensaje humano. Era Dios quien hablaba a través de ellos, de la misma manera que le habla hoy a usted, estimado oyente. Es el mismo mensaje universal, pero que le llega a usted personalizado, porque usted mismo, es objeto del amor de Dios, expresado en la muerte y resurrección de Jesucristo.
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