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Estudio bíblico de 1 Samuel 3:1-4:18

1 Samuel 3:1-4:18

Continuamos nuestro estudio en el primer libro de Samuel y llegamos hoy al capítulo 3. En este capítulo tenemos el llamado de Dios a Samuel. Dios habló con Samuel en cuanto a la destrucción de la casa de Elí, y el prestigio de Samuel creció. Se trata de una historia que señala uno de los grandes períodos de transición en la Escritura: el del cambio de la Teocracia, a la Monarquía; del protagonismo del sacerdote al del rey.

Samuel recibió un total de cuatro llamamientos. Los dos primeros constituyeron el llamamiento de Dios para su propia salvación, como lo veremos en el versículo 7. Y los dos últimos, fueron para el servicio, de acuerdo con lo que veremos en el versículo 10.

Este período inició un cambio drástico en la forma de gobierno. La época de los jueces había llegado a su fin y Dios ya no actuaría a través del sacerdote. Él levantaría a un sacerdote-profeta. Samuel serviría al Señor, pero su oficio sería el de un profeta. Samuel sería quien ungiría con aceite a los reyes Saúl y David. Dios no hablaría ya directamente a un rey sino que hablaría por medio del profeta. Y así fue como Elí fue el último de los sacerdotes y Samuel, el primero de los profetas. Leemos en el versículo 20 de este capítulo 3: "Y todo Israel, desde Dan hasta Beerseba, conoció que Samuel era fiel profeta del Señor". Bueno, comencemos ahora nuestro estudio leyendo el versículo 1 de este capítulo 3 del primer libro de Samuel:

"El joven Samuel servía al Señor en presencia de Elí; en aquellos días escaseaba la palabra del Señor y no eran frecuentes las visiones."

Observemos la palabra "joven". Samuel aquí, no era un niño pequeño. El historiador Josefo dijo que tenía por lo menos doce años. Creemos que era un adolescente. Samuel era un joven que servía al Señor en presencia de Elí. No creemos posible que un niño de cuatro años fuese capaz de ir de un lugar a otro por el tabernáculo sirviendo al Señor.

Ahora, este versículo nos dice que era muy raro que Dios comunicase a alguien un mensaje de Su Palabra. Dios no se estaba revelando en aquel tiempo en particular. Simplemente comenzó a obrar cuando llamó a Samuel para servir como profeta. Dios estaba cambiando de la utilización del juez y del sacerdote, al sistema de usar un profeta. El profeta se convertiría en el portavoz ante el rey y del rey. Leamos ahora los versículos 2 y 3 de este primer libro de Samuel:

"Un día estaba Elí acostado en su aposento, cuando sus ojos comenzaban a oscurecerse de modo que no podía ver. Samuel estaba durmiendo en el templo del Señor, donde se encontraba el Arca de Dios; y antes que la lámpara de Dios fuera apagada"

Ahora, el deber de los sacerdotes era cuidar la lámpara en el tabernáculo. Su responsabilidad era echarle aceite y ver que continuara encendida. El sumo sacerdote tenía la libertad de ejercer todas las funciones de los sacerdotes, pero Elí ya era viejo y había comenzado a perder la vista. De modo que dejó que la lámpara se apagara. Y leemos en los versículos 4 y 5:

"el Señor llamó a Samuel. Éste respondió: Heme aquí. Y corriendo luego adonde estaba Elí, dijo: Heme aquí; ¿para qué me llamaste? Yo no he llamado; vuelve y acuéstate, respondió Elí. Él se fue y se acostó."

Elí creyó que Samuel estaba soñando y le mandó que se fuera acostar otra vez. El versículo 6 ahora dice:

"El Señor volvió a llamar a Samuel. Se levantó Samuel, vino adonde estaba Elí y le dijo: Heme aquí; ¿para qué me has llamado? Hijo mío, yo no he llamado; vuelve y acuéstate, le respondió Elí."

Debemos destacar aquí que las dos primeras llamadas de Dios a Samuel fueron como llamadas para su salvación. Dios llamó a Samuel cuatro veces y las dos últimas llamadas serían para utilizarle en el ministerio. Ahora, el versículo 7 de este primer libro de Samuel dice:

"Samuel no había conocido aún al Señor, ni la palabra del Señor le había sido revelada."

Samuel no conocía al Señor. Dios le estaba llamando para salvarle. Ahora, ¿cuál era la edad de la responsabilidad? Cualquiera que fuese, Samuel la había alcanzado y Dios, entonces, le haría responsable. Según el libro de Números, un hombre no podía salir a la guerra hasta que cumpliera los veinte años. Los levitas no comenzaban su servicio hasta que tuvieran veinticinco años; y los sacerdotes comenzaban a servir a la edad de treinta años. Después del éxodo de Egipto, los hijos de Israel vagaron por el desierto durante muchos años debido a su incredulidad. Sólo a aquellos que tenían de veinte años para abajo, se les permitió vivir y entrar a la tierra prometida; todos los demás murieron en el desierto, como estudiamos en el libro de Números, capítulo 14, versículo 29. Dios no hizo responsables a los que tenían menos de veinte años. No sabemos que edad tenía Samuel, pero seguramente no era un niño. ¿Constituyen entonces los veinte años la edad de la responsabilidad? Bueno, no lo sabemos. Solamente sugerimos que es mayor de lo que muchos creen que es.

Ahora, siempre ha surgido esta pregunta: ¿Habría llamado Dios a Samuel una quinta, una sexta, una séptima, o aún más veces? Creemos de todo corazón que hay un tiempo para ser salvo. Y parece que también hay un tiempo cuando a uno ya le es imposible volverse a Dios.

Cuando Hermann Goering, lugarteniente de Hitler, fue puesto en la prisión en los días de su juicio, y más tarde cuando iba a ser ejecutado, el capellán de la prisión tuvo una larga entrevista con él. El capellán hizo énfasis en la necesidad de prepararse para el encuentro con Dios. Durante la conversación, Goering se burló de ciertas verdades bíblicas y rehusó aceptar el hecho de que Cristo murió por los pecadores. Su negativa fue una negación consciente del poder de la sangre de Jesucristo. La idea de que "La muerte es la muerte" fue la esencia de sus últimas palabras. Al recordarle el capellán la esperanza de su hija pequeña de verlo allá en el cielo, él contestó: "Ella cree a su manera y yo a la mía". El capellán se sintió muy desalentado cuando se despidió de él. Antes de que hubiera transcurrido una hora, oyó las noticias de que Hermann Goering se había suicidado. Dios había llamado a este hombre, pero él rehusó persistentemente la invitación. Es posible que Dios le llame a usted muchas veces, pero al parecer, llega un día en que el corazón del hombre se endurece, se insensibiliza demasiado como para poder responder. Ahora en Proverbios capítulo 29, versículo 1, leemos así: "El hombre que al ser reprendido, se vuelve terco, de repente y sin remedio será quebrantado". No creemos que ahora le sea posible a uno cometer un pecado imperdonable, es decir, que sea posible hacer algo hoy, que mañana Dios no pueda perdonar. Pero, ¿quita acaso Dios Su gracia? No. Dios nunca hará eso. Pero al hombre le es posible resistir, y rebelarse, y rechazar; hasta que su conciencia se endurezca y se vuelva insensible. Los hombres como: Caín, Balaam, Sansón, Coré, y Acab, todos ellos llegaron al día cuando volvieron las espaldas a Dios. En el capítulo 24 de los Hechos de los Apóstoles, versículo 25, tenemos el caso de Félix, el procurador romano, ante quien Pablo fue acusado, y allí se nos dice: "Pero al disertar Pablo acerca de la justicia, del dominio propio y del juicio venidero, Félix se espantó, y dijo: Ahora vete; pero cuando tenga oportunidad te llamaré". Y en el capítulo 26 de los Hechos, versículo 28, después de escucharle, el rey Agripa le dijo a Pablo: "Por poco me persuades a ser cristiano". Continuemos leyendo los versículos 8 al 10 de 1 Samuel 3.

"Jehová, pues, llamó por tercera vez a Samuel. Y él se levantó, vino ante Elí, y le dijo: Heme aquí; ¿para qué me has llamado? Entonces entendió Elí que Jehová llamaba al joven, y le dijo: Ve y acuéstate; y si te llama, di: Habla, Jehová, que tu siervo escucha. Así se fue Samuel y se acostó en su lugar. Vino Jehová, se paró y llamó como las otras veces: ¡Samuel, Samuel! Entonces Samuel dijo: Habla, que tu siervo escucha."

Estos versículos contienen la tercera y la cuarta llamada a Samuel. Éstas fueron las llamadas para el servicio. Consideremos ahora a Samuel como último juez y primer profeta. Leamos los versículos 11 y 12 de este capítulo 3 del primer libro de Samuel:

"Dijo el Señor a Samuel: Yo haré una cosa en Israel que a quien la oiga le zumbarán ambos oídos. Aquel día yo cumpliré contra Elí todas las cosas que he dicho sobre su casa, desde el principio hasta el fin."

Cuando Dios dice algo, estimado oyente, es como si ya lo hubiera hecho. En el Antiguo Testamento tenemos lo que se ha llamado "el tiempo profético". Es una frase expresada en un tiempo pasado, pero que habla del futuro. Dios habla de las cosas que todavía no han sucedido, como si ya hubieran ocurrido. Cuando Dios dice que algo va a suceder, verdaderamente va a ocurrir. Dios habló a Samuel en estos versículos y le dijo que estaba por actuar contra la casa de Elí.

Ahora, observemos que este muchacho Samuel fue fiel a Elí hasta el fin. No trató de socavar su posición de manera oculta. Fue a Elí y le contó todo lo que Dios le había dicho. ¡Ah, cuánto se necesitan hoy la fidelidad y la lealtad entre aquellos que sirven al Señor! Leamos ahora los últimos versículos de este capítulo 3 del primer libro de Samuel, versículos 19 al 21:

"Samuel crecía y el Señor estaba con él; y no dejó sin cumplir ninguna de sus palabras. Todo Israel, desde Dan hasta Beerseba, supo que Samuel era fiel profeta del Señor. Y el Señor volvió a aparecer en Silo, porque en Silo se manifestaba a Samuel la palabra del Señor."

Ahora, ¿Cómo se reveló Dios? Por Su Palabra. Dios hoy también se revela por medio de Su Palabra. Él está iluminando por su Espíritu las páginas de las Escrituras. Así es como usted y yo, estimado oyente, llegamos a conocerle y conocerle a Él, es ocuparse en los asuntos de la vida eterna.

Y así terminamos nuestro estudio del capítulo 3 de este primer libro de Samuel. Llegamos ahora a

1 Samuel 4

Los israelitas sin consultar a Samuel, salieron a luchar contra los filisteos, lo cual condujo a su derrota. Luego se llevaron el arca del pacto a la batalla creyendo que su presencia les daría la victoria. Esto revela el paganismo supersticioso del pueblo, que creyó que había algún mérito en el objeto mismo. El mérito y poder sólo están en la presencia y en la persona de Dios. El Arca fue capturada; y los hijos de Elí, Ofni y Finees fueron muertos. Elí, al oír las noticias, cayó hacia atrás y murió. Comenzaremos considerando el párrafo en que

El arca fue capturada por los filisteos

Este capítulo 4 presenta una descripción triste de veras. Vemos la condición espiritual de Israel en aquel entonces. Dios cumpliría aquí lo que dijo que le haría a la casa de Elí. Leamos entonces los versículos 1 al 3:

"Samuel hablaba a todo Israel. Por aquel tiempo salió Israel a librar batalla con los filisteos, y acampó junto a Eben-ezer, mientras los filisteos acamparon en Afec. Los filisteos presentaron batalla a Israel, y trabándose el combate, Israel fue vencido delante de los filisteos, los cuales hirieron en el campo de batalla como a cuatro mil hombres. Cuando volvió el pueblo al campamento, los ancianos de Israel dijeron: ¿Por qué nos ha herido hoy el Señor delante de los filisteos? Vayamos a Silo y traigamos el Arca del pacto del Señor, para que, estando en medio de nosotros, nos salve de manos de nuestros enemigos."

Esta porción de las Escrituras nos da una revelación de la superstición de Israel y de cuán lejos se encontraban de Dios. Nos muestra cuán fuerte era su sentimiento de autosuficiencia y su egoísmo. Israel, sin consultar a Samuel salió a luchar contra los filisteos. Y, ¿qué sucedió? Fueron derrotados. ¿Qué les faltó? Ellos creyeron que quizá debieran haber llevado el arca con ellos a la batalla. Por su historia sabían que el arca había dividido las aguas del río Jordán para que Israel pasara en seco. Por tanto, decidieron llevar el Arca del Pacto a la batalla, creyendo que su mera presencia les otorgaría la victoria. Esto revela la superstición y el paganismo de esta gente que creía que había algún mérito o poder especial en un objeto. Pero aquel arca o cofre no tenía ningún mérito o poder propio porque Dios no estaba en el arca. No se puede meter a Dios en un cofre. El mérito y el poder sólo se encontraban en la presencia y en la persona de Dios. Y esto debiera tenerse en cuenta hoy. Habrá métodos o sistemas más o menos eficaces desde un punto de vista humano. Desde un punto de vista espiritual, tales procedimientos, como el trabajo frenético, el voluntarismo, y el activismo, por sí mismos, no garantizan en manera alguna la aprobación o la bendición de Dios. Porque solo la presencia y el poder de Dios pueden producir una auténtica bendición, transformando a los creyentes y atrayendo al Señor Jesucristo a los que aún no han creído.

Continuemos ahora leyendo los versículos 4 y 5 de este capítulo 4 del primer libro de Samuel:

"El pueblo envió gente a Silo, y trajeron de allá el Arca del pacto del Señor de los ejércitos, que habitaba entre los querubines; y los dos hijos de Elí, Ofni y Finees, estaban allí con el Arca del pacto de Dios. Aconteció que cuando el Arca del pacto del Señor llegó al campamento, todo Israel gritó con júbilo tan grande que la tierra tembló."

Israel iba a entrar en batalla. Enviaron a buscar el arca del pacto en Silo. Como Ofni y Finees eran oficialmente los sacerdotes, veremos que harían lo que se les ordenó hacer. Cuando el arca fue traída al campamento, los israelitas tuvieron una gran reunión. Creían que se estaban comportando de una manera espiritual, pero sus acciones no constituyeron nada más que una muestra de idolatría misma. ¿Sería un hábito adquirido de la idolatría de los paganos? Estaban adorando a un cofre y no a Dios. Tengamos sumo cuidado con nuestras ceremonias y ritos en nuestras Iglesias. ¿Adoramos nosotros a una Iglesia, a un lugar en particular, a un ser humano, o a un determinado método o modo de hacer las cosas? ¿O adoramos realmente al Dios vivo y verdadero? Sigamos adelante con los versículos 6 al 8 de este capítulo 4:

"Al escuchar los filisteos las voces de júbilo dijeron: ¿Qué gritos de júbilo son estos en el campamento de los hebreos?. Y supieron que el Arca del Señor había sido traída al campamento. Entonces los filisteos tuvieron miedo, porque se decían: Ha venido Dios al campamento. Y exclamaron: ¡Ay de nosotros!, pues hasta ahora no había sido así. ¡Ay de nosotros! ¿Quién nos librará de manos de estos dioses poderosos? Estos son los dioses que hirieron a Egipto con toda clase de plagas en el desierto."

Los filisteos comprendieron que el arca del pacto había llegado al campamento de los israelitas. Y tuvieron miedo porque dijeron: "Ha venido Dios al campamento". Para ellos el arca era un ídolo. Y esto muestra que los filisteos eran a la vez supersticiosos e ignorantes. No sabían que no había ningún mérito en un cofre. Aunque habían oído de Su poder, ciertamente no conocían al Dios vivo y verdadero. Llegamos ahora a un párrafo en el que se nos cuenta como

Elí murió y la gloria de Dios se apartó de Israel

La tragedia puede resumirse diciendo que los filisteos y los israelitas lucharon, siendo derrotados los israelitas, que sufrieron una gran matanza. El arca de Dios fue capturada y los hijos de Elí, Ofni y Finees, fueron muertos. Leamos los versículos 12 y 13:

"Un hombre de Benjamín salió corriendo del campo de batalla y llegó aquel mismo día a Silo, rotos sus vestidos y la cabeza cubierta de tierra. Cuando llegó, Elí estaba sentado en una silla vigilando junto al camino, porque su corazón temblaba a causa del Arca de Dios. Vino, pues, aquel hombre a la ciudad y, al dar las noticias, toda la ciudad gritó."

El anciano Elí, con todos sus defectos, era el sumo sacerdote de Dios, y estaba profundamente preocupado por las cosas de Dios y la situación en aquellos momentos. Continuemos leyendo los versículos 14 al 16 de 1 Samuel 4:

"Cuando Elí oyó el estruendo de la gritería, preguntó: ¿Por qué hay tanto alboroto? Aquel hombre vino de prisa y le dio las noticias a Elí. Ya éste tenía noventa y ocho años de edad y sus ojos se habían oscurecido, de modo que no podía ver. Dijo, pues, aquel hombre a Elí: Vengo de la batalla, he escapado hoy del combate. ¿Qué ha acontecido, hijo mío? le preguntó Elí."

Cuando las noticias de la terrible derrota de Israel llegaron a la ciudad, se oyó un gran clamor de angustia. Entonces Elí, anciano y ciego quiso saber qué había sucedido. Continuemos con los versículos 17 y 18:

"El mensajero respondió: Israel huyó delante de los filisteos y hubo gran mortandad entre el pueblo. Han muerto también tus dos hijos, Ofni y Finees, y el Arca de Dios ha sido tomada. Cuando el mensajero hizo mención del Arca de Dios, Elí cayó de su silla hacia atrás, al lado de la puerta, y se desnucó y murió, pues era hombre viejo y pesado. Había sido juez en Israel durante cuarenta años."

Israel en verdad había perdido la batalla. Un hombre de la tribu de Benjamín llegó a la ciudad y les dijo todo lo que había acontecido. Estas malas noticias causaron un gran griterío entre el pueblo. Entonces, este mismo mensajero que había sido testigo presencial, le contó todo. Elí mantuvo su compostura cuando le informó de la muerte de sus hijos, pero cuando supo que el arca de Dios había sido capturada, cayó hacia atrás y murió. Aunque había sido un padre débil, indulgente, fue un hombre de Dios. Y su muerte, colocó a Samuel en la posición de portavoz de Dios.

Una de las tristes realidades de este relato, fue que el símbolo de la presencia de Dios, se había apartado de aquel pueblo. Pero la verdad era que el pueblo se había alejado primero de Dios, de Su Palabra, y de Su voluntad. Nuestro programa finaliza con un mensajero que trajo las malas noticias de una derrota memorable y de la muerte de muchos. Pero hoy, Dios nos ha traído esta lección de la historia para que recordemos que el Dios lejano, lejano con respecto al pecado, la maldad y la perversidad humana, es al mismo tiempo el Dios cercano que envió a Su Hijo, quien vino a esta tierra a buscar, a salvar a quienes, al alejarse de Él se habían perdido, entregando Su vida en la cruz. Estimado oyente, la Palabra de Dios, el Evangelio, es hoy como el mensajero que le trae la buena noticia de la salvación y la vida eterna.

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