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Estudio bíblico de Romanos 1:11-17

Romanos 1:11-17

Continuamos hoy nuestro estudio en el capítulo 1 de la epístola del apóstol San Pablo a los Romanos. Y en nuestro programa anterior, estuvimos hablando de que Pablo en la oración recurrente, se acordaba continuamente de los romanos. Dijo entonces, "sin cesar, hago mención de vosotros siempre en mis oraciones". Este mismo pensamiento aparece en su primera carta a los Tesalonicenses, capítulo 5, versículo 7, donde dijo: "orad sin cesar". Pablo tenía una larga lista de hermanos por los cuales oraba. Ahora, Pablo rogó a Dios que pudiera tener un próspero viaje a Roma. Y si usted lee el relato de su viaje, pues, no lo llamaría próspero en manera alguna. Fíjese usted que viajó como preso, se encontró en una tempestad, la nave se perdió y hasta fue mordido por una víbora. Pablo pidió que el viaje fuera posible, que las dificultades fueran quitadas para que él pudiera viajar a Roma. Se sometió a la voluntad de Dios, y el viaje que él hizo, lo hizo en la voluntad de Dios. El relato de aquel viaje, lo encontramos en los capítulos 27 y 28 del libro de los Hechos de los apóstoles. Volviendo ahora al capítulo 1 de esta epístola a los Romanos, leamos el versículo 11:

"Porque deseo veros, para comunicaros algún don espiritual, a fin de que seáis fortalecidos"

Pablo quería enseñarles la Palabra de Dios. Él amaba el enseñar la Palabra de Dios. Estimado oyente, Pablo quería comunicar a los hermanos en Roma algún don espiritual. La palabra "comunicar" contiene la idea de participar más bien que de dar. Pablo probablemente quiso decir que quería participarles el evangelio por medio de su ministerio de la enseñanza para que fueran mejor instruidos en la verdad. La cláusula "a fin de que seáis fortalecidos" indica esto. También se refiere al desarrollo del carácter cristiano. Pasemos ahora al versículo 12 de este primer capítulo del libro de Romanos:

"esto es, para ser mutuamente confortados por la fe que nos es común a vosotros y a mí".

Pablo, de una manera modesta y humilde, implicó que la misma fortaleza que ellos necesitaban, él también la necesitaba, y que su propuesta visita no solamente les beneficiaría a ellos, sino también a él. Estarían mutuamente bendecidos en la Palabra de Dios. Pablo les participaría algo a ellos, y ellos le participarían algo a él. Pablo siempre se sentía bendecido en su ministerio a otros. Y en el versículo 13, dice:

"Pero no quiero, hermanos, que ignoréis que muchas veces me he propuesto ir a vosotros para tener también entre vosotros algún fruto, como lo he tenido entre los demás gentiles, pero hasta ahora he sido estorbado".

La frase, "Pero no quiero, hermanos, que ignoréis" era una frase característica del apóstol Pablo. En su primera carta a los Corintios, capítulo 10, versículo 1, dice: "Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube, y todos pasaron el mar". Y también en su primera carta a los tesalonicenses, capítulo 4, versículo 13, dice: "Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza". Esta frase se usó para dar énfasis. Ahora, la palabra, "hermanos" se refiere tanto a hombres, como a mujeres. Aunque tenía un gran deseo de hacerlo, Pablo vio estorbado su propósito de visitarles. Muchos de aquellos creyentes se habían convertido por su predicación pues él les había guiado a Cristo al encontrarse con ellos en diferentes partes del imperio romano. Pablo quería recoger algún fruto entre los hermanos romanos. Ahora, parece que el fruto no se refiere al hecho de ganar almas sino más bien al de llevar fruto en la vida de los creyentes, como vemos en la carta de Pablo a los Gálatas 5:22-23.

La frase "como entre los demás gentiles" indica una vez más, que la Iglesia en Roma se componía mayormente por convertidos del paganismo. Leamos ahora, el versículo 14, a partir del cual encontramos las

Las tres declaraciones de Pablo

"A griegos y a no griegos, a sabios y a no sabios soy deudor".

En los versículos 14 al 17, el apóstol Pablo pronunció tres declaraciones interesantes, dice en el versículo 14, "soy deudor". La segunda declaración la tenemos en el versículo 15 y dice: "Pronto estoy a anunciaros el evangelio". Y la tercera declaración la encontramos en el versículo 16, cuando él dice, "no me avergüenzo del evangelio".

Con respecto a la declaración de que Pablo era deudor, Godet dijo lo siguiente: "Él les debía su vida y su persona, en virtud de la gracia que le había sido dada, y del oficio que había recibido". Pablo no había tenido ninguna transacción con los romanos que lo hiciera deudor ante ellos, pero sí tuvo una transacción con Jesucristo. Y estimado oyente, la posesión del evangelio hace que uno sea deudor a todos aquellos que no lo han oído.

Pablo también dijo: "A griegos y a no griegos". Esta era la división que los griegos hacían de todo el género humano. Los griegos eran educados y civilizados. Los bárbaros, o sea los que no eran griegos, eran los que nosotros hoy en día llamamos paganos. En realidad era una falsa división, pero abarcaba a todo el género humano y era entendida por los romanos. Pablo dijo que era deudor, tanto a los griegos como a los bárbaros. Ahora, ¿Cómo llegó a ser deudor Pablo? Él no había tenido ninguna negociación o transacción comercial con esta gente. Sin embargo, sí había tenido una transacción personal con Jesucristo; y esa transacción, le convirtió en deudor ante todos, porque la gracia de Dios le había sido concedida tan generosa y abundantemente. Pablo era deudor ante un mundo perdido.

Usted y yo, estimado oyente, y desde un punto de vista espiritual, podemos considerarnos deudores, hasta el momento en que todos hayan oído el evangelio de Jesucristo.

Cierto día, dos predicadores viajaban por el interior de un país del oriente. Hablaban del hecho que aquel país estaba cerrado el evangelio. No se podía hacer propaganda alguna para el evangelio. Al continuar su viaje, llegaron a un pueblo. Toda la propaganda que encontraron en aquel pueblo, estaba escrita en el idioma de aquel país, por supuesto. Y ellos se sintieron muy extranjeros en esa tierra extraña. Luego, al llegar al final de una calle, vieron una gran valla anunciadora y todo lo que pudieron leer en esa valla fue, la palabra Coca Cola. Entonces, uno de los predicadores dijo a su amigo: "¿No es interesante que la Coca Cola ha tenido mejor éxito en hacer propaganda y en publicar su mensaje, que lo que el evangelio ha tenido en más de 1900 años?" Amigo oyente, no hemos pagado nuestra deuda hasta cuando todos hayan escuchado las Buenas Nuevas. Multitudes todavía no han oído de la salvación que hay en Jesucristo. El apóstol Pablo dijo: "He recibido a Jesucristo como mi Salvador y soy deudor". Y nosotros, estimado oyente, también somos deudores a todos aquellos que todavía no han oído. Por eso Pablo dijo que el sentirse deudor era otra razón para ir a Roma. También dijo el apóstol, a sabios y a no sabios. Y esta era la distinción intelectual que él hizo entre los de la raza humana. Los sabios, incluyen a los inteligentes, las personas educadas, todos los intelectuales. Los no sabios, son los ignorantes. Y esto nos dice que el evangelio es apto para todos los niveles culturales.

Continuó el apóstol Pablo escribiendo y dijo en el versículo 15:

"Así que, en cuanto a mí, pronto estoy a anunciaros el evangelio también a vosotros que estáis en Roma".

Habiendo dicho que se consideraba deudor, vemos que después dijo que estaba dispuesto a pagar su deuda. El Dr. Stifler, un estudioso de la Biblia, escribió lo siguiente en cuanto a Pablo: "Él es dueño de su determinación, pero no de sus circunstancias". Y, estimado oyente, Pablo no sólo estaba dispuesto, estaba ansioso de predicar el evangelio. Y nosotros necesitamos ese entusiasmo y esa gran expectativa para proclamar la Palabra de Dios a un mundo perdido.

Habiendo pues, completado esta sección, vamos a hacer una lista de los siete motivos que tuvo Pablo para querer visitar Roma, y son los siguientes:

Primero, "La voluntad de Dios", como vemos en el versículo 10. En segundo lugar, "Un anhelo de ver a los santos", según el versículo 11. En tercer lugar, "Comunicar un don espiritual", conforme al mismo versículo 11. En cuarto lugar, "Para que tanto Pablo, como los hermanos en Roma, fueran mutuamente confortados", como lo vimos en el versículo 12. En quinto lugar, "Tener algún fruto en Roma", conforme al versículo 13. En sexto lugar, "Pagar su deuda", según vimos en el versículo 14. Y en séptimo y último lugar, "Pablo estaba dispuesto a anunciar el evangelio", como acabamos de ver en el versículo 15. Veamos ahora, la revelación de la justicia de Dios en el evangelio y la tercera declaración del apóstol Pablo, leyendo el versículo 16:

"No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree, del judío primeramente y también del griego".

El apóstol Pablo, en realidad, se glorió en el evangelio aunque éste condena a los hombres y presenta a un Salvador crucificado y humillado. En esta sección hemos visto entonces las tres misiones de Pablo:

Primera, "Soy deudor", en el versículo 14 y esta fue la Admisión.

En segundo lugar, "Pronto estoy, o estoy dispuesto", en el versículo 15, y esta fue la Remisión.

Y en tercer lugar, "No me avergüenzo", en el versículo 16 y esta fue la Sumisión.

Pablo dijo que no se avergonzaba del evangelio. ¿Por qué? Si usted visita las ruinas de Éfeso, puede ver muchos magníficos templos de mármol. Pero en el primer siglo, ni una sola iglesia fue construida allí en Éfeso. Si usted camina por las ruinas de las 7 iglesias de Asia, puede ver una vez más, las ruinas de templos espléndidos. Ahora, quizás en Roma había quienes pensaban que Pablo no había ido a Roma porque estaba predicando un mensaje carente de prestigio, que ni siquiera había templos conectados con tal mensaje y que él estaba avergonzado de predicar ese mensaje en una ciudad tan importante como Roma. El Templo de Diana en Éfeso, por ejemplo, una de las maravillas del mundo antiguo, era un tributo a la enseñanza de una religión, aunque falsa. Pero, ningún templo había sido construido como resultado de la predicación del evangelio.

Pero, Pablo dijo que no se avergonzaba. Dijo que el evangelio era poder. Y el énfasis aquí está sobre el evangelio, es decir, sobre lo que hace, más bien que sobre su origen. El evangelio es poder de Dios. Esta misma palabra griega dunamis aparece en su primera carta a los Corintios, capítulo 1, versículo 18, donde leemos: "La palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios". El Dr. Vincent, otro estudioso de la Biblia, dice que el poder de Dios es una energía divina. Nuestra palabra "dinamita" se deriva de esta palabra para poder. El evangelio, estimado oyente, tiene un poder inherente.

Lamentablemente, esta palabra no fue reservada para lo que han nombrado equivocadamente poder atómico. El humilde átomo ha desmentido su nombre. La palabra "átomo" se deriva de una palabra griega, que quiere decir que no puede ser partido ni dividido. Y los científicos pusieron este nombre átomo a lo que ellos creían que era la partícula más pequeña de la materia. Pero, se equivocaron, porque el secreto del poder atómico está precisamente en su fisión. Esto es lo último en poder, y esa es la alegación que Pablo hace para el evangelio. El evangelio tenía poder en los tiempos de Pablo, y todavía hoy en día, tiene poder.

El evangelio tiene poder para un propósito definido. Es poder de Dios para salvación. Ése es el fin y el resultado del evangelio. La palabra "salvación" es el término que incluye a todo el evangelio. La palabra griega soterion simplemente significa salvación, liberación, pero la Biblia la usa para abarcar todo, desde la justificación hasta la glorificación. Constituye, tanto un acto, como un proceso. Es igualmente verdad que he sido salvado, estoy siendo salvado y seré salvado. Y este mensaje es para todos. Comprende a toda la raza humana independientemente de las barreras raciales o religiosas. Es personal porque está dirigido a todo individuo. Cualquiera puede venir. Es universal en alcance, pero está limitado a todo aquel que cree. Y aquí tenemos, tanto la predestinación como el libre albedrío. El único método para obtener la salvación es por medio de la fe.

Ahora, la frase "al judío primeramente, y también al griego" no implica que el judío tiene prioridad ante el evangelio hoy. Hoy el judío está en un pie de igualdad con el no judío en cuanto al evangelio, pero el evangelio fue dado primero al judío cronológicamente. Si usted hubiera estado en Jerusalén en el día de Pentecostés, habría descubierto que fue una reunión de judíos solamente. Y el apóstol Pablo en sus viajes misioneros predicó el evangelio primero en las sinagogas. El doctor Lucas escribió lo siguiente en cuanto a Pablo en el libro de los Hechos de los apóstoles, capítulo 13, versículo 46; dijo: "Entonces Pablo y Bernabé, hablando con valentía dijeron: A vosotros a la verdad era necesario que se os hablase primero la palabra de Dios; pero puesto que la desecháis, y no os juzgáis dignos de la vida eterna, nos volvemos a los no judíos". El evangelio se divulgó primero en Jerusalén, una ciudad judía, y después se difundió por Judea, Samaria y hasta los confines de la tierra. El Dr. Stifler, señala tres verdades en el versículo 16, y son las siguientes:

En primer lugar, "El efecto del evangelio, o sea la salvación".

En segundo lugar, "El alcance es mundial, a todos".

Y en tercer lugar, "La condición, que es la fe en Jesucristo".

Pasemos ahora al versículo 17 de este capítulo 1, de la epístola del apóstol Pablo a los Romanos:

"Porque en el evangelio, la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá".

Ahora, leemos aquí: "Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela". No se trata aquí de la justicia de Dios, porque ésta sería Su atributo, y Él no comparte Sus atributos con nadie. Se trata de una justicia, y es de Dios; no es una justicia del hombre, porque Dios ya ha dicho que no acepta la justicia de los hombres. En el libro de Isaías, capítulo 64, versículo 6, leemos: "Pues todos nosotros somos como cosa impura; todas nuestras justicias como trapo de inmundicia. Todos nosotros caímos como las hojas, y nuestras maldades nos llevaron como el viento".

Este versículo habla más bien de la justicia imputada, atribuida de Cristo. Dios coloca en Cristo a un pecador perdido y le ve en Cristo. Cuando usted, estimado oyente, acepta a Jesucristo como su Salvador personal, Dios le ve a usted en Él, en Cristo. Usted queda absolutamente aceptado por lo que Cristo ha hecho por usted. El único método de obtener esta justicia, es por la fe. Es una justicia "por fe". Usted no puede trabajar para obtenerla. No puede hacer un depósito por ella. No la puede comprar. La puede conseguir únicamente por medio de la fe. El apóstol Pablo dijo en su carta a los Filipenses, capítulo 3, versículo 9: "Y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que se basa en la ley, sino la que se adquiere por la fe en Cristo, la justicia que procede de Dios y se basa en la fe".

Una traducción literal del versículo 17, dice: "Una justicia de Dios se está revelando". "Una justicia" es la traducción de la palabra griega dikaiosune y esta palabra aparece 92 veces en el Nuevo Testamento. Aparece 36 veces en la Epístola a los Romanos. La frase "una justicia de Dios" aparece ocho veces en esta Epístola. La palabra raíz dike simplemente significa justo. Las palabras "justicia" y "justificar" se derivan de la misma palabra. El ser justo es el significado principal, que es lo opuesto al pecado. El Dr. Cremer da la siguiente y oportuna definición: "Es el estado mandado por Dios, y que resiste la prueba de Su juicio; es el carácter y los actos de un ser humano aprobado por Él, en virtud del cual el hombre está en relación con Él y Su voluntad, como Su ideal y norma". La justicia de la cual se habla aquí es lo que Dios demanda y es lo que Dios provee, pues, es una justicia que es de Dios.

La frase "por fe y para fe" simplemente quiere decir: que Dios le ha salvado a usted por la fe, que usted prosigue viviendo por la fe, usted morirá por la fe y estará en el cielo por la fe.

La última parte de este versículo 17 dice: "...como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá". Esta frase aparece primero en el libro del profeta Habacuc, capítulo 2, versículo 4, donde leemos: "Aquel cuya alma no es recta se enorgullece; mas el justo por su fe vivirá". Esta frase se encuentra citada además en la carta a los Gálatas y en la carta a los Hebreos.

La justificación por la fe significa que un pecador que confía en Cristo, no solamente es perdonado debido a que Cristo murió, sino que también está completo en Cristo ante Dios. Significa no sólo la sustracción del pecado sino también la adición de justicia. El apóstol Pablo en esta misma carta a los Romanos, capítulo 4, versículo 25, dijo refiriéndose a Jesús: "El cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación".

El acto de Dios en la justificación por la fe no es una decisión arbitraria por parte de Él; pues, al justificar al pecador Él no desconoce ni pasa por alto Su santidad ni Su justicia.

Ya que Dios nos salva por gracia, esto quiere decir que no hay ningún mérito en nosotros. No nos salva en ninguna otra base que la base de que confiemos en Cristo. Dios quedaría ante la posibilidad de impugnar Su propia justicia, si la pena no fuera pagada. Él no va a abrir la puerta de atrás del cielo para dejar entrar a los pecadores. Pero, estimado oyente, como Dios le ama, Cristo murió por usted para proporcionarle un camino. Y el Señor Jesucristo es el camino al cielo. Y ya que Cristo pagó la pena por su pecado, la salvación es suya y mía, como dijo San Pablo en esta carta 3:25,  "por la fe en su sangre". Es decir, por la fe en el sacrificio de Cristo en la cruz.

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