Estudio bíblico de 1 Crónicas 11-12
1 Crónicas 11 - 12
Continuamos hoy nuestro recorrido por este Primer Libro de Crónicas, y llegamos al capítulo 11, y consideraremos también el capítulo 12. El tema general es el reino de David. Y en nuestro programa anterior, decíamos que estamos aquí al comienzo de la tercera división de este libro. En los primeros nueve capítulos, encontramos esa notable genealogía, o mejor genealogías, ya que son varias. Un único capítulo fue dedicado al rey Saúl. O sea que, desde el punto de vista de Dios, ese rey no causó tanto impacto como muchas personas pensaban que podría hacer. Desde el punto de vista de Dios, este hombre no impresionó al Señor para nada, porque registró su muerte y las razones de la misma, pero no nos dijo nada sobre los logros de Saúl. Pero aquí donde comenzamos hoy consideraremos dos capítulos, 11 y el 12, dedicados a los Valientes de David.
Así es que, nos encontramos en una sección importante y el énfasis cae en David. Y sería bueno notar el énfasis dado por Dios a ciertos hechos en la vida de David, mientras que otras son casi pasadas por alto. Por ejemplo, el pecado de David, que se consideró en el capítulo 21 de este Primer Libro de Crónicas, no tiene nada que ver con Betsabé, que fue el asunto en que la gente primero hubiera pensado. Lo que él hizo, fue un Censo del pueblo, y este tema no fue tratado en ninguna otra parte. Diríamos que ante los ojos de Dios, éste fue el pecado más grande, y éste es el que se destacó en este libro.
Creemos, estimado oyente, que en estos días, hay muchas personas y muchos creyentes también, que consideran que algunas cosas son pecado, y hay otras que no consideran como pecado. Pero van a llegar a la presencia de Dios un día, y van a descubrir que estaban completamente equivocados en relación con este asunto. Lo que ellos creían que era un gran pecado, quizás no lo era; y lo que pensaban que era algo muy leve y sin importancia, Dios lo había considerado como un pecado. En la vida de David, todos pueden señalar el pecado que cometió con Betsabé, y Dios lo castigó por ello. Fue un pecado terrible, indudablemente, pero Dios lo perdonó porque él se acercó y confesó su pecado al Señor. Y aunque este asunto del Censo, pueda parecernos insignificante, sin embargo, veremos que fue algo importante para Dios, y también veremos por qué.
Quizá sea bueno para nosotros lograr una perspectiva diferente en cuanto a lo que realmente es el pecado. Necesitamos reconocer el pecado no sólo como hechos, es decir, cosas que debamos o no debamos hacer, sino también los pecados de los pensamientos e intenciones. Necesitamos estudiar la Palabra de Dios para comprender la perspectiva de Dios sobre el pecado. Comencemos, entonces, con este capítulo 11, y tenemos que el énfasis en estos 2 capítulos se encuentra en los hombres Valientes de David. Leamos lo que dice el primer versículo de este capítulo 11 del Primer Libro de Crónicas:
"Entonces todo Israel se congregó en torno a David en Hebrón, y le dijeron: Nosotros somos tu hueso y tu carne".
Usted recordará que cuando leímos en los libros de Samuel, que cubrieron este período de historia, se nos dijo que David reinó por siete años sólo sobre dos tribus en el sur: la de Judá y la de Benjamín, y que su capital estuvo en Hebrón. Todo eso fue pasado por alto en este relato. ¿Por qué? Porque Dios estaba considerando a Israel como una nación de 12 tribus. Y desde la perspectiva de Dios, David realmente se convirtió en rey cuando llegó a ser rey sobre todo Israel, o sea, cuando todas las 12 tribus de Israel le aceptaron como tal y pudieron decir nosotros somos tu hueso y tu carne. Y luego leemos aquí en el versículo 2:
"También antes de ahora, mientras Saúl reinaba, tú eras quien sacaba a la guerra a Israel, y lo volvías a traer. También el Señor tu Dios te ha dicho: Tú apacentarás a mi pueblo Israel, y tú serás príncipe sobre Israel, mi pueblo".
Usted puede notar que ellos estaban reconociendo la mano de Dios, y que David no llegó a ser rey hasta que todo el pueblo lo aceptó como el elegido de Dios. Esto ocurrió siete años después que comenzó a reinar sobre Judá y Benjamín, a la muerte de Saúl. Ahora, el versículo 3, dice:
"Y vinieron todos los ancianos de Israel ante el rey, en Hebrón; David hizo un pacto con ellos delante del Señor, y ungieron a David como rey sobre Israel, por medio de Samuel, conforme a la palabra del Señor".
Ahora, David fue ungido como rey de las doce tribus, y desde el punto de vista de Dios, ése fue el momento en que comenzó a reinar. Leamos ahora, el versículo 4:
"Entonces se fue David con todo Israel a Jerusalén, la cual es Jebús; y los jebuseos habitaban en aquella tierra".
David había inspeccionado esa tierra. Creemos que él tenía un buen conocimiento de todo lo que en ella había y la conocía como la palma de su mano; la conocía mejor quizás que los espías que habían sido enviados por Josué (cuando el pueblo entró allí por primera vez). Él conocía mucho de aquel lugar y Jerusalén fue la ciudad que él eligió para ser la capital de la nación. Jerusalén sería el lugar elegido para edificar el templo. Fue lo que él eligió y también lo que eligió Dios.
Ahora, tenemos mucha información en la Palabra de Dios sobre la ciudad de Jerusalén. Por supuesto no estaba en las mismas condiciones que la Jerusalén de hoy. Modernas excavaciones han demostrado que el muro de la ciudad antigua estaba orientado en la dirección opuesta a la que tiene el día de hoy. La ciudad de David estaba ubicada en una depresión, y uno siempre debía mirar hacia arriba cuando contemplaba al templo. Mas tarde, cuando el muro fue trasladado a otro lugar, fue colocado en el Monte Sión y en una posición más elevada, desde ese lugar se miraba hacia abajo cuando uno observaba el templo. Esa es la situación actual de la ciudad. Gran parte de la ciudad de Jerusalén se encuentra en nuestros días, más alta que la zona del templo.
La zona del templo está situada en el Monte Moriah, que es como una loma en la misma ciudad. Y fuera de la muralla, sobre aquella loma, es donde se encuentra el Gólgota, el lugar de la Calavera, donde el Señor Jesús fue crucificado. Éste fue el lugar que David eligió. David tomó la fortaleza de Sión. En ese lugar hizo edificar su palacio. El Monte Sión era un lugar muy especial para David. Veamos ahora, lo que nos declara el versículo 6:
"David había dicho: El que primero derrote a los jebuseos será cabeza y jefe. Entonces Joab hijo de Sarvia subió el primero, y fue hecho jefe".
Este hombre Joab era el número uno al servicio de David. Podemos decir que él era su consejero, el que comandaba el ejército. Él pertenecía al grupo de los valientes de David. Usted recordará que se nos ha dicho algo de sus hazañas cuando él se presentó por primera vez ante David, sobre incidentes de cómo guió al ejército, y de cómo luchó por David. Así es que, este hombre llegó a ser capitán del ejército. Él era el que dirigía todos los asuntos militares en los días de David. Él estaba comandando todo lo relacionado con el ejército, la marina, y todo lo demás que podía haber existido militarmente en esos días. Dentro de unos momentos vamos a ver la lista de los hombres valientes de David, pero antes, leamos el versículo 7 de este capítulo 11:
"Se instaló David en la fortaleza, y por esto la llamaron la Ciudad de David".
La Ciudad de David es en la actualidad el área del Monte Sión. Aparentemente fue allí donde fue construido el palacio de David. A David le encantaba el Monte de Sión. Eso es importante y lo debemos destacar. Veamos ahora, el versículo 8:
"Edificó la ciudad alrededor, desde Milo hasta el muro; y Joab reparó el resto de la ciudad".
Joab no sólo estaba a cargo de los asuntos militares, sino que también estaba a cargo del programa de renovación urbana. Pasamos ahora, al versículo 9:
"Y David iba adelantando y creciendo, y el Señor de los ejércitos estaba con él".
David llevó a Israel al lugar más alto posible, hasta convertirlo en un gran reino, que tuvo una gran influencia sobre el mundo de aquella época. Ésa fue la base que permitió al rey Salomón presentar un testimonio al mundo en esos días.
Y ahora, llegamos al párrafo dedicado a
Los valientes de David
Parecería algo extraño que esa lista esté incluida en este relato. Estos fueron los hombres que se unieron con David cuando éste fue rechazado. Ahora cuando él llegó a ocupar una elevada posición, como fue la de ser rey, ellos también fueron ascendidos en sus posiciones.
Debemos decir aquí que existe una correlación entre esta situación y el Señor Jesucristo, y es algo que no debemos pasar por alto. El Señor Jesucristo está llamando hoy a un pueblo para Su nombre; ellos son los hombres valientes del Señor. Los nuestros, son días en los cuales Cristo es rechazado. Su propio pueblo dijo: "No queremos que este reine sobre nosotros". Él no ha asumido su posición en el trono como Rey de reyes y Señor de señores. David también fue un hombre rechazado, aunque había sido ungido como rey de Israel, porque Saúl estaba aún reinando.
Dios le había dado a Saúl todas las oportunidades que necesitaba para ser un buen rey, pero él no las aprovechó. Por eso se encontraba David en una situación de rechazo, huyendo para salvar su vida. Pero de todas partes vinieron a él hombres que se colocaron bajo su mando y se convirtieron en los hombres valientes de David. En nuestro tiempo, Cristo es rechazado por el mundo. No tenemos que investigar mucho para llegar a esa conclusión. Si uno no se da cuenta de eso, entonces no puede apreciar nada de lo que está ocurriendo. Usted y yo vivimos en un mundo en el cual el Señor Jesucristo está siendo rechazado. Pero durante este tiempo, Él está llamando para Sí a un pueblo. Cristo es hoy nuestro Rey y Señor, así que tendremos que esperar hasta que Él venga a ocupar Su lugar como Rey. Y se nos dice en la Biblia que nosotros vamos a reinar con Él.
Ahora, ya que Cristo es rechazado, no sabemos por qué los creyentes quieren llegar a ser las personas más populares. El Señor Jesús dijo que ya que el sistema del mundo le detestaba, despreciaría de la misma manera a los cristianos.
El Dr. Roberto Schuller dijo: "Yo no juzgo a los hombres por los amigos que tienen, sino por sus enemigos. Si usted tiene los enemigos debidos, entonces, está bien". Estimado oyente, si usted es un fiel creyente en Jesucristo, los enemigos de Dios serán sus enemigos. Estamos viviendo en el período del rechazo de Cristo, y Él está llamando a Sus valientes. Volviendo ahora, al Primer Libro de Crónicas, permítanos dirigir su atención hacia los tres hombres más valientes, los que trajeron agua del pozo de Belén, para que David la pudiera beber. Esa historia es emocionante. Veamos algunas de las cosas que ocurrieron durante el período de su rechazo. Leamos los versículos 15 al 19:
"Tres de los treinta jefes descendieron a la peña a encontrarse con David, a la cueva de Adulam, cuando el campamento de los filisteos se hallaba en el valle de Refaim. David estaba entonces en la fortaleza, mientras una guarnición de los filisteos ocupaba Belén. David expresó este deseo: ¡Quién me diera de beber de las aguas del pozo de Belén, que está a la puerta!» Y aquellos tres irrumpieron en el campamento de los filisteos, sacaron agua del pozo de Belén, que está a la puerta, la tomaron y se la llevaron a David; pero él no la quiso beber, sino que la derramó para Jehová, y dijo: Guárdeme mi Dios de hacer esto. ¿Voy acaso a beber la sangre y la vida de estos hombres que con peligro de sus vidas la han traído? Y no la quiso beber. Esto hicieron aquellos tres valientes".
David había pasado su infancia en Belén. Ésa era su ciudad natal. A la entrada de la ciudad había un pozo del cual, en muchas ocasiones cuando regresaba de cuidar sus ovejas, cansado y sediento, pudo beber el agua para saciar su sed. En estos momentos los filisteos lo tenían rodeado, y no podía ir al pozo a beber. Y él exclamó entonces: ¡Quién me diera de beber de las aguas del pozo de Belén! Era sólo la expresión de un deseo, nada más, no era una orden. Pero esos tres hombres rompieron el cerco de los filisteos; consiguieron el agua y se la trajeron. Lo interesante en la historia es que David no quiso aceptar el agua para beberla. La aceptó pero para derramarla como una ofrenda al Señor. ¡Qué hermoso cuadro es éste! Agua del pozo de Belén.
Ahora, hay algunas analogías que podemos extraer de este incidente. Jesús nació en Belén, y Él es el agua de Belén. Jesús es el agua de vida. Y ha habido muchos valientes que, a través de los siglos, han llevado esta Agua a un mundo sediento. Podemos pensar en cientos y cientos de personas que han dejado sus hogares para ir a tierras lejanas llevando consigo el Agua de Vida. En todos los países del mundo, ya sean de Europa, América, África y Asia pueden verse a hombres y mujeres dedicados, consagrados a esa tarea, que han tenido que atravesar barreras para poder llevar consigo la Palabra de Dios a quienes no la conocen. Creemos que el Señor no se ha olvidado de ellos, que figuran en el grupo de Sus valientes.
Observemos la manera en que los hombres de David respondieron cuando él simplemente expresó un deseo. Él nunca les habría dado semejante orden. Sin embargo, el Señor Jesús nos ordenado llevar el Agua de la Vida a todo el mundo, es decir, nos ha enviado a ir y predicar el evangelio. ¿Y nosotros qué hemos hecho? ¿Hemos obedecido su mandato?
Pero, volviendo a David, observemos lo que él hizo cuando con tanto riesgo le fue llevada el agua. David era generoso. No nos sorprende el amor que le profesaban sus soldados. Ellos estaban dispuestos a sufrir por él, porque él estaba dispuesto a sufrir con ellos. Él no quiso beber el agua porque sus hombres no tenían agua para beber, así que él optó por ocupar un lugar entre ellos.
¿Recuerda usted lo que el Señor Jesucristo dijo en la cruz? Lo leemos en el Salmo 22:14: "He sido derramado como el agua". Jesús derramó Su vida como agua en la tierra. Él tomó su lugar en esta tierra como uno de nosotros. Dice la Escritura en Isaías 9:6: "Porque un niño nos ha nacido, hijo nos ha sido dado". Podemos decir que Él asumió nuestro infierno para que nosotros pudiéramos compartir Su cielo.
Una historia de la Segunda Guerra Mundial cuenta que unos soldados habían quedado sin comunicación con su puesto de mando, cuando una granada cortó el cable de sus teléfonos de campaña. Se envió entonces a un soldado para que reparara el daño, y él hizo la conexión. Ahora, el soldado no regresó. Cuando la batalla terminó, lo encontraron muerto; pero aún tenía en sus manos el alambre del teléfono, uniendo las dos puntas. Él había hecho el contacto, al tremendo precio de ofrecer su vida.
Y nosotros también tenemos que hacer el sacrificio de nuestra consagración a Dios, si queremos ser recompensados por Él. Ahora, otro incidente que deseamos resaltar, es uno muy apreciado y se encuentra aquí en el versículo 22 de este capítulo 11 del Primer Libro de Crónicas. Leamos este versículo 22:
"Benaía hijo de Joiada era hijo de un hombre valiente de Cabseel, de grandes hazañas; él venció a los dos leones de Moab; también descendió y mató a un león en un foso, en medio de una nevada".
¡Esto sí que nos gusta! Esto fue realmente interesante porque este hombre mató a un león. Y, ¿notó usted cuándo lo hizo? Lo hizo en un día de nieve, es decir, en las condiciones meteorológicas más desfavorables. Es maravilloso tener creyentes que se reúnen con el pueblo de Dios impulsados por un amor a Dios tan ferviente, que están dispuestos a arrostrar las condiciones más adversas. El Señor no deja pasar esas cosas desapercibidas, estimado oyente. Y pasamos ahora al capítulo 12. Y aquí deseamos destacar un incidente que encontramos relatado en los versículos 14 al 18, de este capítulo 12:
"Estos fueron capitanes del ejército de los hijos de Gad. El menor estaba a cargo de cien hombres, y el mayor, de mil. Estos pasaron el Jordán en el mes primero, cuando se había desbordado por todas sus riberas; e hicieron huir a todos los habitantes de los valles al oriente y al occidente. Asimismo algunos de los hijos de Benjamín y de Judá fueron ante David al lugar fuerte. David salió a su encuentro y les habló diciendo: Si habéis venido a mí en son de paz y para ayudarme, me uniré a vosotros; pero si es para entregarme a mis enemigos, sin que mis manos estén manchadas de maldad, véalo el Dios de nuestros padres, y os lo demande. Entonces el espíritu vino sobre Amasai, jefe de los treinta, y dijo: ¡Somos tuyos, David! ¡Estamos contigo, hijo de Isaí! ¡Paz, paz para ti, y paz para quienes te ayudan, pues también tu Dios te ayuda!». David los recibió y los puso entre los capitanes de la tropa".
Tenemos aquí a un grupo de hombres que pertenecían a la tribu de Gad y se presentaron ante David. Habían cruzado el río Jordán nadando en la época de las inundaciones. Ahora, David no sabía quiénes eran los que venían a él, no sabía si eran amigos o enemigos. Y les dijo que si venían para traicionarle y entregarle a sus enemigos, entonces Dios les castigaría. Pero ellos le respondieron que venían para luchar a su lado. Querían estar de su parte y ponerse a su servicio.
Muchos creyentes que quieren estar al servicio del Señor piensan que deben mantenerse siempre ocupados. Pero, estimado oyente, la cuestión es: ¿Quiere usted vivir por Cristo? Eso es lo que dijeron estos hombres: "David, queremos estar a tu lado, queremos rendirnos, entregarnos a ti y vivir para ti".
Queremos llevar esta aplicación un paso más adelante. Estimado oyente, permítanos decirle que el Señor Jesucristo le ha llevado como sobre el Jordán, por medio de su muerte y resurrección y le ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales. Pero, usted tiene que regresar al mundo, para vivir la vida cristiana. En Juan 17:15, vemos que El oró por los suyos diciendo: "No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal". O sea, que tenemos que vivir la vida cristiana aquí y ahora. El único lugar donde usted tendrá la oportunidad de vivir la vida cristiana es precisamente aquí en esta tierra. Y para hacerlo, usted tendrá que rendirse, entregarse a Cristo. Esa idea de que vivir la vida cristiana es algo superficial, frívolo, un simple compromiso formal y una actitud hipócrita de fingir ciertos sentimientos es una idea equivocada. Usted tendrá que "mojarse", como suele decirse, cruzar el río desbordado, comprometerse a fondo, sinceramente, y tendrá que pagar un precio. Tendrá que dirigirse usted a Aquél que es mucho más importante que el rey David, es decir, al Señor Jesús, para rendirle su vida. Entonces experimentará la alegría que llena la vida al estar a Su servicio.
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