Estudio bíblico de 1 Crónicas 9:1-10:14
1 Crónicas 9:1 - 10:14
Volvemos en el día de hoy al Primer Libro de Crónicas, y como dijimos en la introducción, aquí estamos observando el punto de vista de Dios. Ésa es la diferencia más notable que existe con los otros Libros que vimos anteriormente, el Primero y el Segundo Libro de Samuel; el Primero y el Segundo Libro de Reyes, ya que son casi iguales, cuentan la misma historia. Aunque lo hacen desde un punto de vista humano de la historia. Pero al leer el Primero y el Segundo Libro de Crónicas, como ya hemos dicho anteriormente, tenemos el punto de vista de Dios.
En los primeros ocho capítulos de este Primer Libro de Crónicas, hemos visto una de las genealogías más grandes de toda la historia. Esta genealogía, nos lleva hasta el principio con Adán y determina el origen de los hijos de Israel, remontando la historia hasta Adán, y la sigue hasta el tiempo mismo de la cautividad.
Antes de entrar en nuestro tema de hoy, que se inicia en el capítulo 10, vamos a recapitular y a destacar algunos detalles del capítulo 9, junto con algunas conclusiones espirituales. El capítulo 9 de este Primer Libro de Crónicas, comenzó diciendo en el versículo 1:
"Contado todo Israel por sus genealogías, fueron escritos en el libro de los reyes de Israel. Los de Judá fueron deportados a Babilonia por su rebelión".
En esta declaración encontramos algo tremendo, y es la revelación de que las genealogías se guardaban en el mismo templo. En realidad son las genealogías de cada una de las tribus. Usted puede leerlas por sí mismo, en su propio tiempo de estudio. Vemos aquí, que Dios indicó claramente que Él había dado esas genealogías. Fueron registradas hasta que el pueblo fue llevado cautivo; y luego se produjo cierta confusión. Cuando regresaron, continuaron, después de reedificar el templo, llevando esas genealogías.
En la época en que nació el Señor Jesucristo, esas genealogías estaban en exhibición en el templo. Usted podría haber entrado al templo y haberlas revisado. Puede estar seguro de una cosa. Los enemigos de Jesús en esos días fueron al templo y revisaron las genealogías. Nosotros podemos ver las que están en el evangelio según San Mateo y en el evangelio según San Lucas, y podemos constatar si son correctas o no. Según nuestro conocimiento, nunca tuvo lugar un ataque contra la genealogía del Señor Jesucristo. Cuando el Templo fue destruido en el año 70 D.C., todas esas genealogías desaparecieron, fueron destruidas en esa ocasión. Era un registro tremendo; y aquí en este Primer Libro de Crónicas, lo tenemos al día, hasta el momento de la cautividad en Babilonia. Luego el registro continuó hasta el momento en que el Señor Jesucristo vino a este mundo. Después de Él, tuvo lugar la destrucción de Jerusalén y del Templo en el año 70 D.C. y por lo tanto, ese archivo desapareció. Dios tenía interés en darnos a conocer la familia del Señor Jesucristo. Tenía interés en hacer las cosas bien claras en cuanto a que Él era también un hombre entre los hombres. Jesús vino en la línea o linaje de Adán, y Él es el último Adán. No habrá ningún otro, no habrá un tercer Adán. Él es la Cabeza de la última familia. Hay sólo dos familias: la familia de Adán, y esa es una familia perdida; usted y yo, pertenecemos a esa familia. Nacimos como pecadores, separados de Dios, sin capacidad para acercarnos a Dios. Eso es algo muy obvio, ¿no le parece? Lo podemos ver alrededor nuestro. "En Adán todos mueren", dice la Escritura. Y usted y yo, estimado oyente, pertenecemos a esa familia. La perspectiva que tenemos en Adán es muy triste. Pero tenemos una esperanza en el Señor Jesús, y Él es el último Adán. Él es el segundo hombre, porque el Señor formará muchos seres humanos en esta nueva familia, la familia de Dios. Y esa genealogía tiene su origen en Aquél que es nacido del Espíritu. Usted puede decir hoy: "Vine a Cristo y me salvó. Él es mi Salvador y el Espíritu de Dios le ha hecho algo real en mí. Él es mi Salvador". Si usted, estimado oyente, puede decir eso, entonces usted pertenece a la familia del último Adán, y ésa es la familia en la cual hay vida. Él nos da la vida. Jesús dijo: "Yo soy...la vida". También dijo: "Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia". Esto no es sólo existir. No es uno de esos viajes provocados por las drogas; sino un viaje real, verdadero. En realidad, es un viaje que culminará en un viaje al cielo, a Su propia presencia. Jesús vendrá y llevará con Él a los Suyos.
Tenemos en el resto del capítulo 9 el énfasis puesto en la tribu de Leví. En el versículo 2 vemos algo concerniente a ello. Leamos este versículo 2:
"Los primeros habitantes que entraron en sus posesiones en las ciudades fueron israelitas, sacerdotes, levitas y sirvientes del Templo".
Quiere decir que el primero de los israelitas pertenecía a la tribu de Leví. Primero los sacerdotes; los que estaban al servicio de Dios, luego los levitas. No todos los miembros de la tribu de Leví servían en el sacerdocio, en realidad, fue la familia de Aarón la que sirvió en esa capacidad; los demás se dedicaban a labores auxiliares como custodiar el templo.
Luego tenemos a los sirvientes del templo. Éstos pueden haber sido esclavos. Siempre ha existido la duda de si los israelitas tuvieron o no esclavos. Creemos que sí los tuvieron, aunque no de sus propios hermanos. Eso fue lo que llegaron a ser los gabaonitas, por ejemplo. Fueron usados en el servicio del templo; por ejemplo, tenían a su cargo la limpieza del lugar. Barrían, le daban brillo a los vasos de cobre o bronce, etc. Ellos eran los sirvientes y su familia fue aquí mencionada. Ahora, en el versículo 33 de este capítulo 9, leemos:
"También había cantores, jefes de familias de los levitas, los cuales moraban en las habitaciones del templo, exentos de otros servicios, porque de día y de noche estaban en aquella obra".
Se cantaba continuamente y los cantos eran dirigidos por uno de los levitas. Pienso que ellos elevaron la música a un nivel muy alto. David estaba muy interesado en ello, según vemos en el relato bíblico.
Luego tenemos algo significativo al final de este capítulo, y es la descendencia de Saúl. Se mencionó la familia de Saúl, que continuó a través de su hijo Jonatán.
Ahora, al llegar al capítulo 10, por primera vez comenzamos a ver la diferencia entre los Libros de Samuel y Reyes, comparados con estos libros de Crónicas. En el Libro de Samuel tenemos mucho material concerniente a la vida de Saúl. En efecto, toda la historia de su vida se presentó en ese libro. Ahora, en Crónicas, desde el punto de vista de Dios, no tenemos nada más que un capítulo.
El resto de primera de Crónicas fue dedicado a David, continuando en segunda de Crónicas con todo lo relacionado con la familia de David. David fue el tema; no lo fue Saúl. Sin embargo, desde el punto de vista humano, Saúl ocupó un lugar de prominencia. Por ello lo sorprendente es que en este libro se le haya dedicado un único capítulo.
Y, ¿de qué se habló en ese capítulo? ¿Acaso el Señor quiso destacar algo sobresaliente que hizo Saúl? No. Porque las obras no tienen ningún mérito ante Dios. En realidad, habla de la muerte de Saúl; cuenta cómo murió. Se nos dice algo aquí que es realmente sorprendente.
Tenemos la impresión de que hay muchos hombres, y mujeres también, que han recibido mucha atención en la historia de la humanidad, pero que no van a recibir mucho en el cielo. Y eso es lo que sucedió aquí con Saúl.
Usted recordará que cuando estábamos leyendo el Primero y el Segundo libro de Samuel, tratamos de determinar quién había matado a Saúl. ¿Quién fue el responsable por su muerte? ¿Se suicidó él mismo? Bueno, la información que encontramos en los dos Libros de Samuel nos detalla que fue herido mortalmente en una batalla contra los filisteos. Los filisteos le hirieron mortalmente. Entonces, él le dijo a su escudero que no quería ser muerto por los filisteos y le pidió que tomara su espada y lo traspasara con ella. Pero el escudero le dijo que él no haría eso. Entonces, Saúl logró echarse sobre su propia espada. ¿Fue acaso capaz de darse muerte a sí mismo? ¿Tenía él la fuerza física para hacerlo? Ése ha sido siempre el interrogante.
Luego, llegó un amalecita y vio lo que había ocurrido. Éste fue al rey David y le dijo que había llegado al lado de Saúl antes de que éste muriera, y que fue él mismo el que le dio muerte, a pedido de Saúl. El trajo a David, la corona que tenía en su cabeza, y la argolla que traía en su brazo, y David mandó a uno de sus hombres que diera muerte al amalecita, porque dijo David: "Tu sangre sea sobre tu cabeza, pues tu misma boca atestiguó contra ti al decir: Yo maté al ungido del Señor". ¿Quién fue entonces responsable por la muerte de Saúl? Vamos a ver la confesión de quien en realidad le quitó la vida a Saúl. Leamos entonces el relato que tenemos en los primeros tres versículos de este capítulo 10, del Primer Libro de Crónicas:
"Los filisteos pelearon contra Israel; huyeron delante de ellos los israelitas, pues muchos cayeron heridos de muerte en el monte Gilboa. Los filisteos siguieron a Saúl y a sus hijos, y mataron a Jonatán, a Abinadab y a Malquisúa, hijos de Saúl. Al concentrar sus ataques contra Saúl, le alcanzaron los flecheros y fue herido por ellos".
Aparentemente él no murió. Sigamos leyendo los versículos 4 hasta el 7:
"Entonces dijo Saúl a su escudero: Saca tu espada y traspásame con ella, no sea que vengan estos paganos y se diviertan conmigo; pero su escudero no quiso, porque tenía mucho miedo. Entonces Saúl tomó la espada y se echó sobre ella. Cuando su escudero vio a Saúl muerto, él también se echó sobre su espada y se mató. Así murieron Saúl y sus tres hijos; y toda su casa murió junto con él. Al ver todos los de Israel que habitaban en el valle que habían huido las tropas y que Saúl y sus hijos habían muerto, dejaron sus ciudades y huyeron. Vinieron entonces los filisteos y se establecieron en ellas".
Por lo que hemos leído, suponemos que cuando el amalecita llegó al lugar, Saúl ya estaba muerto. Pero él fue ante David y le contó que él había dado muerte a Saúl porque sabía que entre David y Saúl había una enemistad. Quiso atribuirse el mérito por la muerte de Saúl y pensó que quizás David le daría algún honor y una recompensa. Él nunca pensó que David reaccionaría de esa manera, pues le ajustició, le condenó por lo que él había confesado. Pero, aparentemente el hombre era inocente. Veamos ahora lo que dicen aquí los versículos 8 hasta el 10, de este capítulo 10 del Primer Libro de Crónicas:
"Sucedió al día siguiente, que al venir los filisteos a despojar a los muertos, hallaron a Saúl y a sus hijos tendidos en el monte Gilboa. Luego que lo despojaron, tomaron su cabeza y sus armas, y enviaron mensajeros por toda la tierra de los filisteos para dar la buena noticia a sus ídolos y al pueblo. Después pusieron sus armas en el templo de sus dioses y colgaron su cabeza en el templo de Dagón".
Los filisteos le hicieron esa gran afrenta a Saúl. Le llevaron a Asdod al templo de Dagón, el mismo lugar adonde habían llevado a Sansón, quien había derribado las columnas del templo de Dagón cuando se estaban divirtiendo a costa de él. Allí llevaron la cabeza y las armas de Saúl. Ahora, en los versículos 11 y 12 leemos:
"Cuando oyeron los de Jabes de Galaad lo que habían hecho los filisteos de Saúl, se levantaron todos los hombres valientes, tomaron el cuerpo de Saúl y los cuerpos de sus hijos, y los trajeron a Jabes; enterraron sus huesos debajo de una encina en Jabes, y ayunaron siete días".
Ahora, quizá, alguien pregunte, ¿y eso aclara el caso? No, todavía no. ¿Quién fue entonces en realidad el responsable de la muerte de Saúl? Bueno, permítanos leer ahora, un versículo importante, y que quizá usted puede pasar por alto al leer las Escrituras. En realidad son dos versículos, los últimos dos versículos en este capítulo 10 del Primer Libro de Crónicas, versículos 13 y 14 que dicen:
"Así murió Saúl a causa de su rebelión con que pecó contra el Señor, contra la palabra del Señor, la cual no guardó, y porque consultó a una adivina, y no consultó al Señor; por esta causa lo mató, y traspasó el reino a David hijo de Isaí".
¿Quién fue entonces el que mató a Saúl? Bueno, leímos que no consultó al Señor y en consecuencia, Él causó su muerte. ¿Quién fue? El Señor fue quien lo mató. Y podemos decir lo que el patriarca Job dijo sobre sus hijos: "El Señor dio, y el Señor quitó. Bendito sea el nombre del Señor". El Señor, asumió la responsabilidad. Dios dijo: "Yo quité a Saúl. Yo lo ajusticié". Quizá usted quiere encontrar alguna falta en Dios. Quizá usted piense que Él fue culpable de asesinato. Por cierto, digamos, que por esa razón Dios dijo que usted y yo no debemos quitar la vida a nadie. ¿Sabe por qué? El Señor dio y el Señor quitó. Hasta que usted y yo lleguemos a dar vida; no tenemos ningún derecho a quitarle la vida a nadie. Sólo Dios puede dar vida y Dios la puede quitar; y por lo tanto, para Él no es un asesinato. Para usted y para mí constituye un crimen quitar la vida a alguien. Cuando nosotros tomamos la vida de otra persona, lo hacemos sin ningún derecho. Ése es un gran pecado. El amalecita fue condenado por eso.
Ahora, ¿Por qué fue ejecutado Saúl? Leímos que murió a causa de su maldad, pues pecó al no obedecer las órdenes del Señor, y por haber consultado, en cambio, a una adivina. Es que Saúl se dirigió a Satanás para pedirle consejo. Por este motivo, Dios le quitó la vida.
En el Nuevo Testamento encontramos que Dios tomó la vida de Ananías y Safira. ¿Recuerda usted? Mucha gente atribuyó la acción (o la culpa) a Simón Pedro por aquel gravísimo desenlace. Pero Simón Pedro tuvo que haber sido una de las personas más sorprendidas con lo que sucedió, especialmente en el caso de Ananías. Él ni siquiera pensó que eso iba a ocurrir. Pero Dios asumió la responsabilidad por lo que sucedió. Era un pecado de muerte. Y este hombre, Saúl, murió por causa de su delito. Muchas veces Dios tiene que intervenir y tomar una vida por causa del pecado.
En el transcurso de mi vida, he visto a muchas personas que han sido dejadas a un lado de muchas maneras, por Dios. Él puede simplemente separar a alguien de Su servicio. O lo puede aun apartar de su ministerio o responsabilidad. Dios actúa e interviene en los asuntos de los seres humanos. Él no ha renunciado a Su poder, no ha abdicado. Dios todavía está controlando este universo, Su universo. Digamos que Dios ejerce Su autoridad según Su propio gusto, según Su propio criterio. Si Él quiere quitar a alguien de este mundo, lo puede hacer porque son Sus asuntos, no los suyos o los míos. Dios no es responsable frente a nosotros, no nos tiene que dar ninguna clase de explicación por lo que hace; pero nosotros sí tenemos que rendir cuentas ante Él, somos responsables ante Él. Dios es quien está en control. Él es el árbitro, el que toma las decisiones. Este hombre, Saúl, no consultó con el Señor. Le dio la espalda para entregarse al control del enemigo de Dios.
Esto es lo que hace que Dios intervenga y se implique en los asuntos de los hombres, y actúe con severidad. Este capítulo 10 es un gran capítulo, y nos ha ayudado a ver mucho mejor un tema que hasta ahora ha sido un poco oscuro o difícil de entender.
Llegamos ahora, al capítulo 11 de este Primer Libro de Crónicas, que comenzaremos en nuestro próximo programa. Estamos al comienzo de la tercera división de este Libro, que en la introducción a este libro hemos señalado como dedicada al reino de David. Recordemos que en los primeros nueve capítulos encontramos esa notable genealogía. Sería mejor que dijéramos, genealogías, ya que son varias e indudablemente muy destacadas.
En nuestro próximo encuentro consideraremos dos capítulos, el 11 y el 12. En nuestra introducción indicamos que estaban dedicados a los valientes de David. Tenemos luego, los capítulos 13 al 16, donde se mencionó a David y el arca. Más adelante, en el capítulo 17, se nos habla de David y el Templo. La guerra de David, se relató en los capítulos 18 hasta el 20. El siguiente capítulo, el capítulo 21, fue dedicado al pecado de David y el censo del pueblo. Luego tenemos varios capítulos, desde el 22 hasta el 29, que consideraron la preparación y organización para edificar el Templo, de parte de David.
Podemos ver por tanto, que lo que resta del Libro, fue dedicado a hablar de David y su reino. Todo está relacionado con David. En cuanto a eso, diremos que la genealogía que se menciona, es la genealogía que nos lleva hasta David, y por supuesto, más allá de David, contempla la familia de David. Él es quien ocupa el lugar, destacado ahora en este Libro.
Quizá sea bueno para nosotros, lograr una perspectiva diferente en cuanto a lo que realmente es el pecado. El programa de hoy nos ha vuelto a recordar el punto de vista de Dios acerca del pecado, y sus consecuencias en la raza humana. Cuando Dios interviene directamente para juzgar el pecado de una persona, no sólo está cumpliendo lo que Él mismo ha establecido en las leyes que sustentan el universo sino que, para prevenir un daño mayor, se está adelantando a las consecuencias mismas del pecado. Los efectos del pecado acarrean la muerte aun en el supuesto caso de que Él no intervenga para causarla. El apóstol Pablo destacó en su carta a los Romanos que la paga que da el pecado es la muerte. Pero, también añadió que el don de Dios es vida eterna para los que estén unidos al Señor Jesucristo. Por ello, estimado oyente, al despedirnos hoy, le invitamos a librarse del dominio del reino del pecado y la muerte. Jesús mismo declaró en el Evangelio de Juan, que el que practica el pecado, es esclavo del pecado. Y Juan afirmó en su primera carta 3:4, que el que comete pecado, infringe también la ley de Dios, pues el pecado constituye una infracción a la ley de Dios. Por eso Dios mismo proveyó un remedio para el pecado, que le separa a usted de Dios. Si usted reconoce su necesidad de acercarse a Él, acepta la obra de Cristo en la cruz y se apropia de la victoria de Su resurrección de los muertos, si usted da ese paso de fe creyendo en el Señor Jesucristo como su Salvador, entonces, Su Espíritu comienza una obra en su vida y le introduce en la familia de Dios. La declaración del Evangelio de Juan en 3:17 es categórica. Dice así: "Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él".
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