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Estudio bíblico de 1 Corintios 4:6-5:6

1 Corintios 4:6 - 5:6

Continuamos nuestro estudio en el capítulo 4 de la Primera Epístola del apóstol Pablo a los Corintios. Y en nuestro programa anterior, vimos cómo el apóstol Pablo recomendaba no juzgar nada antes de tiempo, hasta que viniera el Señor, el cual, dijo, aclararía lo que está oculto en las tinieblas y manifestaría las intenciones de los corazones. Y entonces, cada uno recibirá su honra de parte de Dios. Y decíamos que las cosas que se hacen en lo oculto de la oscuridad, serán manifestadas ante Cristo. Ésa es la razón, por la cual nosotros tenemos que tener mucho cuidado en cuanto a cómo vivimos. Y luego, el apóstol pronunció una gran declaración, diciendo: "Entonces, cada uno recibirá su alabanza de parte de Dios".

Cabe destacar que cuando leemos sobre los mensajes a las siete Iglesias de Asia, en el libro del Apocalipsis, el último libro de la Biblia, Cristo tuvo algo bueno que decir, una palabra de elogio, de cada una de ellas, con la excepción de una, la de Laodicea, que creemos no era una Iglesia sino una asociación meramente humana. O sea que pronunció esas palabras de elogio a pesar de las faltas que aquellas iglesias tenían, y que él, por supuesto, destacó en cada caso. Pero Él tuvo siempre algo bueno que decir acerca de todas ellas. Muchas veces nos molesta que los demás generalmente se apresuren a recordarnos lo negativo de nuestras acciones, y minimicen lo positivo que hayamos hecho, o simplemente lo ignoren por completo. Así que esto debiera servirnos de estímulo, porque en el caso de Cristo, creemos que el juez Supremo será bondadoso y encontrará algún motivo para honrar a cada creyente que se presente ante Él en Su tribunal.

Continuando con nuestro estudio, después de lo expuesto, leeremos el versículo 6 de este capítulo 4 de 1 Corintios, que comienza con

La aplicación

"Pero esto, hermanos, lo he presentado como ejemplo en mí y en Apolos por amor a vosotros, para que en nosotros aprendáis a no pensar más de lo que está escrito, no sea que por causa de uno os envanezcáis unos contra otros"

Recordemos que uno de los problemas de la iglesia en Corinto eran las divisiones, el espíritu partidista. Así que Pablo nos presentó una ilustración. Pablo y Apolos, eran amigos. Ambos pertenecían a Cristo y Cristo les pertenecía a ellos. Y cada uno de ellos utilizaba su propio don. Vamos a ver entonces, lo que dijo el apóstol Pablo en el versículo 7 de este capítulo 4, de la Primera carta a los Corintios:

"Porque ¿quién te hace superior? ¿Y qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te jactas como si no lo hubieras recibido?"

Estimado oyente, ¿tiene usted algún don, alguna capacidad espiritual dada por Dios? Puede que tenga alguna capacidad sobresaliente. Pero no tiene por qué enorgullecerse, porque Dios es quien se la ha dado. No la ha creado usted mismo. Tenemos pues, que dar gracias a Dios por nuestros dones. Luego, leamos los versículos 8 y 9:

"Ya estáis saciados, ya sois ricos, ya habéis llegado a reinar sin necesidad de nosotros. ¡Y ojalá reinarais, para que nosotros reináramos también juntamente con vosotros!, porque, según pienso, Dios nos ha puesto a nosotros los apóstoles en el último lugar, como a sentenciados a muerte. ¡Hemos llegado a ser un espectáculo para el mundo, para los ángeles y para los hombres!"

Los apóstoles, en ese gran período del martirio de la Iglesia, llegaron a ser un espectáculo ante el mundo. Y no sólo ante el mundo, sino también ante los ángeles y los hombres. Creemos que eso se refiere a la Iglesia de hoy. Otros hombres han trabajado, estimado oyente, y nosotros somos el resultado de sus esfuerzos.

Ahora, Pablo destacó lo que él había tenido que pasar para que nosotros tuviéramos esta carta y pudiéramos disfrutar de ella en este mismo momento. Ahora, los versículos 10 al 13 de este capítulo 4 de la Primera carta a los Corintios, dicen:

"Nosotros somos insensatos por causa de Cristo, y vosotros sois prudentes en Cristo; nosotros débiles, y vosotros fuertes; vosotros sois honorables, y nosotros despreciados. Hasta el día de hoy padecemos hambre y tenemos sed, estamos desnudos, somos abofeteados y no tenemos lugar fijo donde vivir. Nos fatigamos trabajando con nuestras propias manos; nos maldicen, y bendecimos; padecemos persecución, y la soportamos. Nos difaman, y respondemos con bondad; hemos venido a ser hasta ahora como la escoria del mundo, el desecho de todos".

Nosotros no nos podemos imaginar todo lo que sufrió este gran apóstol para poder divulgar el evangelio de Cristo. Pablo evangelizó a Asia Menor. Se nos dijo que en esa zona, todos, tanto judíos como no judíos oyeron la Palabra de Dios. Y Pablo siguió diciendo en los versículos 14 y 15:

"No escribo esto para avergonzaros, sino para amonestaros como a hijos míos amados. Aunque tengáis diez mil maestros en Cristo, no tendréis muchos padres, pues en Cristo Jesús yo os engendré por medio del evangelio".

Aquí se dice que Pablo fue el misionero que les había conducido a Cristo. Es una maravillosa experiencia ser el padre espiritual de alguien a quien uno haya conducido a creer en Cristo. Ahora, pasemos a los versículos 17 hasta el 20 de este capítulo 4 de la Primera Epístola a los Corintios. Demos lectura a estos versículos:

"Por esto mismo os he enviado a Timoteo, que es mi hijo amado y fiel en el Señor, el cual os recordará mi proceder en Cristo, de la manera que enseño en todas partes y en todas las iglesias. Algunos se han vuelto arrogantes, como si yo nunca hubiera de ir a vosotros. Pero iré pronto a visitaros, si el Señor quiere, y conoceré, no las palabras, sino el poder de los arrogantes, pues el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder".

Aquí vemos la gran estima personal que Pablo tenía por Timoteo. Pablo les dijo que no estaba muy interesado en las conversaciones de aquellos que estaban dominados por el orgullo, pero quería saber si había poder en sus vidas. Y continuamos con el versículo 21, el final de este capítulo 4, que concluye diciendo:

"¿Qué queréis? ¿Iré a vosotros con vara, o con amor y espíritu de mansedumbre?"

La actitud y las acciones de ellos, por supuesto, determinarían la manera en que Pablo se dirigiera hacia ellos. ¿Tendría que ir con una "vara" de corrección, para castigarles, o podría ir con amor y una actitud humilde? Y así llegamos a

1 Corintios 5:1-6

El tema general en los capítulos 5 y 6 son los escándalos en la iglesia de Corinto. El capítulo 5 tiene que ver con la inmoralidad y en el capítulo 6 se habla de los problemas legales entre creyentes. Leamos entonces el versículo 1, que comienza a hablar sobre

La impureza

"Se ha sabido que hay entre vosotros inmoralidad, y una inmoralidad tal como no existe entre los no judíos; a tal extremo que alguno tiene a la mujer de su padre, es decir, a su madrastra".

Éste fue un caso evidente ante toda la iglesia. No se trataba de chismes, ni de rumores que circulaban por la comunidad. Era de conocimiento público. Y era un caso tan grave de inmoralidad que ni siquiera se daba entre los paganos. Era la historia de un hombre que tuvo relaciones con la esposa de su padre, es decir, con su propia madrastra. Continuemos leyendo el versículo 2:

"Y os habéis vuelto arrogantes. ¿No debierais más bien lamentarlo y haber quitado de en medio de vosotros al que cometió tal acción?"

El apóstol estaba usando un lenguaje enérgico. Es que estaba tratando con un pecado doloroso. Los creyentes de la iglesia lo estaban aceptando, lo estaban consintiendo sin hacer nada al respecto.

Recordemos lo que dijo el Señor Jesucristo en el evangelio según San Mateo, capítulo 18, versículos 15 al 17. El Señor dijo: "Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oye, has ganado a tu hermano. Pero si no te oye, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. Si no los oye a ellos, dilo a la iglesia; y si no oye a la iglesia, considéralo como un pagano o como uno de esos que cobran impuestos para Roma".

Ellos no practicaban ese procedimiento en Corinto. Éste fue un caso de connivencia con el mal. La Iglesia en Corinto, pues, se había avenido a aceptar ese mal en el seno de la comunidad. Y ahora, hay ciertas cosas que necesitamos decir sobre este asunto.

En realidad, no había necesidad de pruebas. Era una situación bien conocida. No eran habladurías, ni rumores falsos. Pablo nunca lo habría planteado de esta manera, si se hubiera tratado simplemente de un rumor.

También conviene aclarar que no era un pecado dudoso, o discutible, sino que era un pecado evidente, que aun había sido reconocido por la sociedad exterior a la iglesia como un pecado. Era un pecado de incesto. Hay algunos pecados en nuestros días que son dudosos. No creemos que éstos deban presentarse en forma pública, ni ser tratados dentro de la Iglesia. Creemos que sí se deben tratar de una manera diferente, como una labor de consejería, pero nunca juzgando a nadie en privado o en público.

Por ejemplo, el fumar puede considerarse una de esas acciones cuestionables. No está citado en la Palabra de Dios, ni hay ningún elemento de inmoralidad conectado con ese vicio. Por cierto, las autoridades están tratando de erradicarlo de la sociedad con leyes que limitan cada vez más el espacio autorizado a los fumadores, porque reconocen sus efectos perjudiciales para la salud. En todo caso, se trata de un vicio que daña el cuerpo, produciendo daños orgánicos evidentes que incluso afecta a la salud de los descendientes, y a la gente que rodea a los fumadores. Y recordemos que el cuerpo es un instrumento para vivir una vida que esté de acuerdo con la Voluntad y propósitos de Dios. Está claro que Dios quiere que cuidemos de nuestra salud. Por lo tanto, estas acciones discutibles, sin un mandamiento específico de Dios deben tratarse en la iglesia, cuando los que lo practican lo hacen en privado y lo ocultan, de otra manera. Incluso algunos fumadores piden que se ore por ellos y entonces estamos ante una labor de aconsejar a las personas que desean liberarse de ese vicio.

Entrando ya en el terreno de los pecados concretos, diremos que, por ejemplo, la convivencia de una pareja sin estar casados, es un pecado ante los ojos de Dios, indiferentemente lo que piensa la opinión pública, o de la frecuencia con que se produzca esa situación. La Palabra de Dios lo llama pecado y no hay otra forma de considerarlo. Ya no se trata, entonces, de un pecado cuestionable o de una acción discutible, de acuerdo con el punto de vista de la Palabra de Dios.

Ahora, la Iglesia de Corinto, en primer lugar, no necesitaba establecer el hecho de que aquel hombre estaba viviendo en pecado. El error había consistido en tolerarlo. Ellos habían permitido que esa situación continuara, al no haber hecho nada al respecto. Su actitud de transigir fue lo peor que podían haber hecho. En relación con este hecho, podríamos expresar el siguiente axioma: Una iglesia pura, es una iglesia poderosa; y una iglesia impura, es una iglesia paralizada, inmovilizada. Uno puede hoy mirar a su alrededor al panorama actual y comprobar si esto es o no es cierto. Ahora, veremos que el apóstol Pablo dijo que esto era algo que debía ser enfrentado directamente. Y dijo el apóstol aquí en los versículos 3 al 5 de este capítulo 5 de la Primera carta a los Corintios:

"Ciertamente yo, como ausente en cuerpo pero presente en espíritu, como si estuviera presente he juzgado ya al que tal cosa ha hecho. En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesucristo, el tal sea entregado a Satanás para que se destruya lo que es humano, su cuerpo, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús".

Lo que el apóstol Pablo estaba diciendo en realidad, es que ellos se debían reunir, y que si este creyente no abandonaba ese pecado, entonces, ellos lo deberían entregar a Satanás. Ahora, eso es algo tremendo. Alguien quizá pueda decir: "¿Está diciendo eso en serio?" Bueno, estimado oyente, no lo digo yo; es Pablo el que lo estaba diciendo y aparentemente sí lo estaba diciendo en serio.

Y eso es algo que la Palabra de Dios nos enseña. ¿Sabía usted, estimado oyente, que el antiguo patriarca Job había sido entregado a Satanás? Satanás se presentó ante el Señor se quejó de que el Señor no le permitía tocar a Job. Fue como si Satanás le hubiera dicho al Señor: "Me dices lo bueno que es él, pero si tú me permitieras tocarlo, yo te demostraría si él es realmente bueno y permanece fiel a ti. Ya verás cómo te maldecirá". Y así, el Señor le concedió a Satanás permiso para probar a Job, con la importante limitación de que no podría arrebatarle la vida.

Ahora, es algo estimulante, reconfortante, el pensar que hoy Satanás no puede tocar a un hijo de Dios, a no ser que Dios mismo lo permita. Y si Él lo permite es por alguna razón.

Luego, usted también recordará que el Señor Jesucristo le dijo al apóstol Pedro que Satanás lo había reclamado para zarandearlo como al trigo. Y el Señor Jesús permitió que Satanás le hiciera esto a Pedro. Éste fue entonces entregado a Satanás, y esa noche el traicionó al Señor, negando conocerle. Lo que él hizo fue algo muy cobarde, que nos recuerda la forma de actuar de judas Iscariote. Sin embargo, podemos apreciar que Pedro se despreció a sí mismo y detestó lo que había hecho. Y le enseñó cuán débil era. Y Dios usó esa experiencia para producir la clase de persona que se pondría en pie y predicaría el extraordinario sermón que Pedro predicó en el día de Pentecostés.

Y usted recordará también que Pablo le dijo algo muy interesante a Timoteo, en su Primera epístola a Timoteo, capítulo 1, versículo 20, hablando de los que habían fracasado en su fe, le dijo: "entre ellos están Himeneo y Alejandro, a quienes entregué a Satanás para que aprendan a no blasfemar". Aquí tenemos a dos creyentes profesantes. Ellos estaban ofendiendo a Dios con sus palabras. Y Pablo dijo literalmente que los había entregado a Satanás.

Ahora, deseamos aclarar aquí que reconocemos el peligro de que nuestros sentimientos y emociones se impliquen en situaciones como éstas, y existe también el peligro del fanatismo que algunas personas puedan mostrar. Hay que reconocer que hay personas hoy que están causando un daño real a la causa de Cristo. Y creemos que creyentes en estado de madurez espiritual, deben orar para que Dios actúe para que esas personas no continúen perjudicando a la iglesia, que es el cuerpo de Cristo, con el propósito de que sean probadas y pasen por experiencias que les acerquen y restauren a una relación de comunión y compañerismo con Dios, si es que son verdaderos creyentes. Y, en caso contrario, que por medio de las pruebas se revele el hecho de que no son en absoluto cristianos genuinos. Si son creyentes, saldrán de la prueba con una posición bien definida, y puros para Dios y el Señor Jesucristo. Creo que, en situaciones de gravedad, un creyente que ejerce autoridad espiritual, un siervo de Dios, puede expresar esa oración pidiendo que Dios intervenga a favor de Su iglesia.

Ahora, quizá usted diga que esa medicina es demasiado fuerte, y permítanos contestarle estimado oyente, que parece una medicina bastante fuerte y especialmente para el creyente carnal, que se deja influenciar por su propia naturaleza pecaminosa, eso es demasiado fuerte. Pablo les estaba diciendo, que aunque no podía estar en ese momento físicamente entre ellos, se encontraba presente en espíritu y les manifestó cual era su opinión. Que ese hombre fuera entregado en manos de Satanás. Ahora, veamos lo que dijo Pablo a continuación, en el versículo 6:

"No es buena vuestra jactancia. ¿Acaso no sabéis que un poco de levadura fermenta toda la masa?"

¿Sabe usted estimado oyente, lo que estaba haciendo la Iglesia de Corinto en esa época? Al mismo tiempo en que ellos estaban cerrando sus ojos y aceptando esa situación en su propia congregación, aprobando este pecado por medio de su silencio, en vez de enfrentarse con él, no tratando directamente con ese pecado, se jactaban de los misioneros que enviaban a otros lugares. Y también se jactaban de que seguían fielmente las enseñanzas de la Biblia, y de que ganaban a personas para Cristo. ¡Qué hipócritas! ¿Verdad? También hoy muchas personas piensan que el estar ocupadas en el servicio cristiano, cubre una multitud de pecados. Pablo les dijo que su orgullo estaba mal. ¿No sabían acaso que sólo un poco de levadura hace fermentar toda la masa? Y en la Biblia, la levadura nunca fue un símbolo del Evangelio. Por el contrario, representa siempre al principio del mal, lo cual es bien evidente en este caso acerca del cual acabamos de leer.

Así actúa el pecado en el corazón del ser humano. Comienza a tomar posiciones sucesivamente en las áreas de la vida, aprovechándose de la tolerancia personal de cada uno, o porque se aceptan sin discusión las normas o principios permisivos con respecto al mal. Y se llega a un punto, en el cual si no se extirpa el mal, éste va primero neutralizando las capacidades del individuo, y luego las va anulando, destruyendo. Y la persona que se encuentra en esta situación se encuentra en un estado de esclavitud, del cual cada vez le resulta más difícil liberarse. Viene bien recordar aquí las palabras de Jesucristo en Juan 8:32: "Y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres". En aquella ocasión, sus oyentes no pudieron resistir esta declaración y respondieron: "Somos descendientes de Abraham y jamás hemos sido esclavos de nadie". Y entonces Jesús llegó más lejos aun en su diagnóstico del mal y les dijo: "Todo aquel que practica el pecado, es esclavo del pecado. Así que si el Hijo os hace libres, seréis verdaderamente libres". Estimado oyente, no haga usted caso cuando le digan que la libertad se vive probando todo lo que Dios prohíbe, y haciendo todo lo que a uno le apetezca hacer. De hecho, nadie le podrá demostrar esa absurda afirmación. Por el contrario, si usted da el paso de fe de aceptar lo que el Señor Jesucristo hizo en la cruz, para liberarle de la esclavitud del mal, Dios intervendrá en su vida de una manera decisiva y por su Espíritu romperá esas cadenas que nadie ha podido quebrar. Entonces sí, usted sabrá lo que es ser verdaderamente libre, y Dios mismo, su Padre celestial, protegerá esa libertad, para que nadie pueda arrebatársela.

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