Estudio bíblico de 1 Corintios 5:7-6:2
1 Corintios 5:7 - 6:2
Continuamos nuestro estudio del capítulo 5. En nuestro programa anterior vimos que el apóstol Pablo estaba tratando un grave caso de inmoralidad. ¿Y sabe usted estimado oyente, lo que estaba haciendo la Iglesia de Corinto en esa época? Al mismo tiempo que ellos estaban cerrando sus ojos y aceptando esa situación en su propia congregación, aprobando este pecado por medio de su silencio, en vez de enfrentarse con él, se jactaban de los misioneros que enviaban a otros lugares. Y también se jactaban de que seguían fielmente las enseñanzas de la Biblia, y de que ganaban a personas para Cristo. ¡Qué hipócritas! ¿Verdad? También hoy muchas personas piensan que el estar ocupadas en el servicio cristiano, cubre una multitud de pecados. Pablo les dijo que su orgullo estaba mal. ¿No sabían acaso que sólo un poco de levadura hace fermentar toda la masa? Y en la Biblia, la levadura nunca fue un símbolo del Evangelio. Por el contrario, representa siempre al principio del mal, lo cual es bien evidente en este caso acerca del cual acabamos de leer.
Luego, continuó el apóstol Pablo escribiendo y dijo en el versículo 7, de este capítulo 5, de la Primera carta a los Corintios:
"Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, como lo sois, sin levadura, porque nuestra Pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros".
Pablo les estaba diciendo que quiten el mal, porque les podía suceder lo mismo que al pan cuando se le pone la levadura. Cuando uno pone un poco de levadura en la masa del pan y pone la masa cerca del horno, de esos hornos que se calientan con leña, por medio del calor, el pan comienza a hincharse. Cuando el pan llega a cierta altura, el panadero o la persona que está haciendo los bizcochos o el pan, los pone rápidamente en el horno. ¿Por qué? Para detener el proceso de fermentación de la levadura; si el pan no fuera colocado en el horno, el proceso de fermentación continuaría y el pan seguiría creciendo y toda la masa se echaría a perder. Y eso, estimado oyente, es exactamente lo que lo que ocurre con el mal en la iglesia si uno no trata el mal que está dentro de ella. La situación estallaría en cualquier momento y destruiría la eficacia de la iglesia. "Un poco de levadura, dijo el apóstol, fermenta toda la masa". Es por eso que él les dijo que debían limpiarse de la vieja levadura para ser así nueva masa, sin levadura.
En el Antiguo Testamento, después de la Fiesta de la Pascua seguía inmediatamente la Fiesta de los Panes sin Levadura. Pablo, entonces, dijo que Cristo, la verdadera Pascua, ya fue sacrificada por nosotros. Esto debía ser seguido por vidas que estuvieran libres de levadura. Pero en vez de eso, esta congregación en Corinto estaba permitiendo que la levadura, es decir el mal, entrara en su iglesia. Y ellos eran precisamente los que hablaban de la crucifixión de Cristo y de Su muerte, y sin embargo, permitían que la levadura penetrara en la iglesia. Luego, el apóstol les dijo aquí en el versículo 8, de este capítulo 5 de la Primera carta a los Corintios:
"Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad".
Pablo no estaba hablando sobre cómo una persona se salvaba. Estaba comentando acerca de la vida del creyente después que había sido salvo. La sinceridad nunca salvó a nadie, pero si usted es un hijo de Dios, entonces tendrá que ser sincero. El mundo de hoy necesita ver la sinceridad entre los creyentes, así como también necesita la verdad entre los creyentes. Y el apóstol Pablo dijo: "Tengamos un poco de sinceridad y de verdad en la iglesia de Corinto". Ellos estaban en medio de una inmoralidad tremenda. Ellos pensaban que podían salirse con la suya. Pero no eran sinceros, y aparentaban que todo marchaba bien. Fingían decir la verdad y vivir esa verdad, cuando en realidad estaban mintiendo. Y el apóstol les dijo en los versículos 9 al 11:
"Os he escrito por carta que no anduvierais en compañía de personas inmorales. No me refiero a la gente inmoral de este mundo, ni a todos los avaros, ladrones, o idólatras, pues en tal caso tendríais que salir del mundo. Más bien os escribí para que no anduvierais en compañía de ninguno que, llamándose hermano, sea una persona inmoral, avaro, idólatra, difamador, borracho o estafador; con él ni siquiera comáis".
Pablo les había escrito anteriormente y había condenado estos pecados. Es que Corinto era una ciudad dominada por la idolatría. Había mil sacerdotisas en el templo de Venus o Afrodita, que eran realmente prostitutas. Por lo tanto, la idolatría imperaba en toda la ciudad en nombre de la religión. Y entonces los creyentes estaban permitiendo que aquel que vivía en la inmoralidad estuviera en su compañía y comiera con ellos. Le habían aceptado en su círculo de confianza como a cualquiera de ellos, sabiendo que estaba viviendo en pecado. Parece que la iglesia en Corinto pensó que podría descender al mismo nivel del mundo.
¿Cree la iglesia de nuestros días que puede descender al nivel de la moralidad imperante en el mundo en la actualidad, y salirse con la suya sin sufrir las consecuencias? La iglesia actual, estimado oyente, en términos generales, ha perdido su poder. Debemos agradecer a Dios por aquellas iglesias que aún quedan, que son extraordinarias y se destacan como faros que alumbran hoy en un mundo que se encuentra en tinieblas. Ésas son las iglesias que se mantienen firmes y bajo la autoridad de la palabra de Dios.
Hay quienes en nuestros días que toman posiciones que quizá no gozan de popularidad, pero que se mantienen firmes porque son fieles a la Palabra de Dios. Y por ellos damos gracias a Dios. La mayoría en el día de hoy se está comprometiendo con las cosas que suceden, cerrando sus ojos o mirando para otro lado, y permitiendo que principios vigentes en el sistema del mundo y que entran en conflicto con la Palabra de Dios, penetren en la iglesia. La verdad es que la iglesia ha perdido su poder espiritual. Una iglesia impura es una iglesia paralizada y, por el contrario, una iglesia pura es una iglesia que actúa con poder espiritual. Y lo mismo es cierto de los individuos que componen la iglesia.
Pablo dijo que esto no sólo se aplicaba a la inmoralidad, sino también a la codicia. Incluyó igualmente a los que se apropiaban de lo ajeno, a los idólatras que estaban curioseando imprudentemente en otras religiones. Estimado oyente, la Palabra de Dios enseña que incluso una pequeña infección en la iglesia debe ser tratada porque de otra manera, se extiende y puede destruir la iglesia. Porque, recordemos que "un poco de levadura, fermenta toda la masa". Luego, dijo el apóstol Pablo en los versículos 12 y 13:
"Porque ¿qué razón tendría yo para juzgar a los que están fuera? ¿No juzgáis vosotros a los que están dentro? A los que están fuera, Dios los juzgará. Quitad, pues, a ese perverso de entre vosotros".
Pablo dijo que no estaba juzgando a la gente que se encontraba fuera de la iglesia. Ése no era asunto suyo. Su tarea era juzgar a los miembros de la iglesia. Dios juzgaría a los de fuera. La responsabilidad de la iglesia era juzgar el mal dentro de la comunidad cristiana.
Ahora, uno se pregunta cómo terminó este problema en Corinto. Para encontrar la respuesta y saber que sucedió, debemos dirigirnos a la Segunda carta a los Corintios, capítulo 2, versículos 4 al 8. Y dijo Pablo allí: "4Por la mucha tribulación y angustia del corazón os escribí con muchas lágrimas, no para que fuerais entristecidos, sino para que supierais cuán grande es el amor que os tengo. 5Si alguno me ha causado tristeza, no me la ha causado a mí solo, sino en cierto modo (por no exagerar) a todos vosotros. 6Le basta a tal persona esta reprensión hecha por muchos. 7Así que, al contrario, vosotros más bien debéis perdonarle y consolarle, para que no sea consumido por demasiada tristeza. Por lo cual os ruego que confirméis el amor hacia él".
O sea que, este hombre se arrepintió profundamente cuando Pablo indicó lo que tenía que hacer al escribir su carta anterior. Y creemos que es necesario mucho valor en el día de hoy, en la comunidad cristiana, y una actitud de compromiso, el señalar lo que es pecado. Y creemos que cuando se actúa de esta manera, la persona que está viviendo bajo el control del pecado, lo confesará, como este hombre de Corinto, y como también lo hizo David, se arrepentirá y cambiará su conducta. Todo este asunto fue llevado a cabo de una manera muy buena y apropiada por parte de la iglesia en Corinto. ¿Por qué? Porque Pablo tuvo el valor de escribir ese tipo de carta. Y usted puede ver que en la Segunda carta a los Corintios, capítulo 7, versículo 12, Pablo explicó por qué lo había hecho: "12Así que, aunque os escribí, no fue por causa del que cometió el agravio, ni por causa del que lo padeció, sino para que se os hiciera evidente la preocupación que tenemos por vosotros delante de Dios".
Pablo dijo que les escribió de esa manera, por el bienestar de la iglesia de nuestro Señor Jesucristo. El problema, estimado oyente, es que a veces se mantiene la actitud endeble e hipócrita de decir: "Bueno, yo no quiero hacer esto público, no quiero crear ninguna clase de problema. Vamos a pasar esto por alto y olvidarlo". Pero Dios no puede bendecir a una iglesia ni a un individuo que actúe de esta forma. Dios juzgará la inacción en un caso como éste. ¡Este capítulo contiene entonces una tremenda lección práctica! Llegamos ahora a
1 Corintios 6:1-2
Este capítulo trata sobre
Los juicios y procesos legales entre los creyentes
o, expresado de otra manera, diremos que desarrolla el tema del cristiano y su relación con el estado. Se le dice al creyente de nuestro tiempo que él tiene una ciudadanía doble. Y creemos que en muchas ocasiones, esta afirmación ha sido mal interpretada por las personas ajenas a la iglesia, así como por los mismos creyentes. Pablo dijo a los creyentes de Filipo, en su carta a los Filipenses, capítulo 3, versículo 20: "20Pero nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo". La palabra ciudadanía aquí, proviene de politeuma, que significa literalmente, junto con toda la frase: nuestra política está en los cielos. Amigo oyente, ése es un lugar en el que ellos no parecen estar hoy. Mas nuestra ciudadanía o política está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo.
Ahora, eso no le quita al creyente su responsabilidad frente al estado; el creyente tiene responsabilidad hacia ambas autoridades, es decir, hacia Dios y hacia su propio gobierno. Nuestro Señor Jesucristo lo expresó cuando los herodianos le presionaron con el tema de los impuestos. De acuerdo con el relato de Mateo 22:17, ellos le preguntaron si era lícito pagar impuesto al César o no. Y Él les respondió: "Dad pues al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios". El cristiano tiene, pues, una responsabilidad hacia el estado, y una responsabilidad ante Dios. Diríamos que el cristiano tiene responsabilidades seculares y espirituales.
Ahora, el apóstol Pablo definió algunas responsabilidades específicas del creyente hacia el gobierno. Indicó ciertas normas que no podrían ser malentendidas. Por ejemplo, en su Primera epístola a Timoteo, capítulo 2, versículos 1 al 4, dijo: "Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que tienen autoridad, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad. Esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad". Nuestra obligación para con el estado es intentar tener una sociedad pacífica, respetuosa de la ley, que reconozca y respete la autoridad. ¿Por qué es esto tan importante para el cristiano? Para que nosotros podamos predicar el evangelio. Ésa es la razón que Pablo le dio a Timoteo en el párrafo que hemos leído.
Pablo discutió el mismo tema en el capítulo 13 de la epístola a los Romanos; en los versículos 1 al 4 de ese capítulo el apóstol dijo: "Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad que no provenga de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos. Los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno y serás alabado por ello. Porque está al servicio de Dios para tu bien". Estas palabras fueron escritas cuando el gobierno romano era una tiranía. Los emperadores de esa época eran dictadores, y muchos de ellos fueron perseguidores de la iglesia. Es cierto que si uno se oponía al gobierno romano, se enfrentaba con muchos problemas, porque no había ningún lugar donde uno pudiera escapar sin que el gobierno romano no pudiera encontrarle y arrestarle. Pero, aún así, había libertad para la predicación de la palabra de Dios. Y eso es lo que los creyentes deberían recordar.
Ahora, en el capítulo 9, versículo 6 de Génesis se nos indicó que fue Dios quien estableció el estado. Y en lo que nosotros podemos saber, eso no ha sido nunca cambiado.
Ahora, la iglesia y el estado deben mantenerse separados. La iglesia no tiene que dominar el estado, ni tampoco dictarle leyes, ni el estado tiene que controlar la iglesia o tratar de ocupar el lugar de Dios. En una sociedad secular, el secularismo siempre ocupa el lugar de Dios. Y esa es la idolatría que está muy difundida en nuestro tiempo. Y hay personas que hasta intentan cambiar lo que dice la Biblia. Alguien envió una vez un dicho, en el que se había cambiado algo del Salmo 23 y allí decía, "La ciencia es mi pastor nada me faltará". Nosotros hallamos en la actualidad que la iglesia está mezclándose en cosas como éstas. Incluso la secularización ha afectado a círculos cristianos. Hay muchos que dicen que el rebelarse contra la ley humana en nombre de una ley superior, puede resultar creativo, salvando al mundo del estancamiento, pero que el desobedecer la ley también puede ser anárquico y destructivo. Porque los hombres se pueden convencer ellos mismos muy fácilmente de que sus opiniones son las mismas que las de Dios. Ésa es la opinión, creemos nosotros, de muchas personas en nuestros días. Hay muchos que piensan que están ocupando el lugar de Dios y hablando en el lugar de Dios.
Con esa clase de antecedentes, creemos que ahora estamos listos para estudiar el capítulo 6 de Corintios. Aún estamos en la división de la epístola que trata sobre los escándalos en la iglesia de Corinto. El primero estuvo relacionado con los procesos legales entre sus miembros. Pablo dijo aquí en el primer versículo:
"¿Se atreve alguno de vosotros, cuando tiene algo contra otro, a llevar el asunto a juicio ante los incrédulos y no delante del pueblo santo?"
Ahora, esta puede parecer una declaración un poco extraña, pero creemos que necesita una explicación. Pablo no estaba diciendo que los creyentes no tenían que recurrir a la ley. Si ellos no aprovecharan los beneficios de la ley, sufrirían graves pérdidas en manos de los no creyentes. Pero aquí quiere decir que los cristianos no debieran ir a la ley, ante los tribunales de justicia, unos contra otros, es decir, cristianos contra cristianos. Las diferencias y desacuerdos entre creyentes no debieran llevarse ante un tribunal secular. Esas diferencias deberían resolverse entre los mismos creyentes implicados en un problema. Esto es algo que iglesias y creyentes, generalmente no tienen hoy en cuenta. Los problemas y las diferencias que ocurren dentro de la iglesia, nunca tendrían que ser presentados ante los no creyentes. Las diferencias que pueden aparecer individualmente tienen que ser juzgadas entre los mismos creyentes. Ya resulta un grave mal que dos cristianos se divorcien, pero es un asunto extremadamente grave cuando los cristianos acuden a una tribunal para hacer públicas ante no creyentes sus diferencias. Creemos que eso es algo muy serio y es una de las razones por la cual, cuando dos creyentes no tienen manera alguna de llegar a una reconciliación, lo mejor es una separación legal y no un juicio ante un tribunal secular.
¿Por qué, entonces, debe un creyente dejar que sean sus hermanos en la fe los que juzguen, en vez de presentar el caso ante un mundo perdido? Reiteramos que esto no le prohíbe al creyente que vaya ante los tribunales cuando sus problemas y diferencias son con un no creyente. Entonces, ¿por qué debieran dos creyentes exponer sus diferencias para que éstas sean resueltas por otros creyentes? Pablo nos dio aquí tres razones por las cuales él consideró
La capacidad de los creyentes
Notemos lo que dice el versículo 2, de este capítulo 6 de la Primera carta a los Corintios:
"¿No sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿no sois competentes para juzgar los casos más triviales?"
Estimado oyente, si usted es un creyente en Cristo, entonces usted tendrá parte en el gobierno que Jesucristo ejercerá algún día sobre la tierra. Aquí no estamos hablando del juicio del gran trono blanco, que será el juicio en al cual los que no son salvos comparecerán ante Cristo. No. Pero debemos comprender que esto tiene que ver con juzgar los asuntos de este mundo hasta la eternidad, por lo menos así pensamos nosotros. Así que vemos.
1. En primer lugar, la primera razón en relación con la capacidad de los creyentes, es que el pueblo santo ha de juzgar al mundo.
Creemos que esto tiene que ver con lo que Pablo le dijo al joven predicador Timoteo, en su Segunda carta a Timoteo, capítulo 2, versículo 12: "Si sufrimos, también reinaremos con Él;" Esto significa que cuando Cristo reine, nosotros juzgaremos, pronunciaremos sentencias en los asuntos de este mundo.
Estimado oyente, si usted aún no ha depositado su fe en el Señor Jesucristo, aceptando el don de la salvación, usted se encuentra bajo el veredicto de condenación y se encontrará en un día futuro ante el Señor como Juez. Por ello le invitamos hoy a reconocerle como su Salvador. En ese sentido, recordamos las palabras de Jesús en Juan 5:24, "El que oye mi palabra y cree al que me envió tiene vida eterna, y no vendrá a condenación, sino que ha pasado de muerte a vida".
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