Estudio bíblico de Job 1:6-2:3
Job 1:6 - 2:3
Regresamos hoy en nuestro recorrido al libro de Job. Y en nuestro programa anterior, estuvimos observando la primera escena de estos cuadros. Aquí tenemos en los primeros dos capítulos de este libro, un drama que en realidad explica todo el libro de Job. Pero, en la escena con que comenzaremos hoy, no le fue permitido a Job enterarse de lo que estaba ocurriendo.
En nuestro programa anterior, vimos que la tierra de Uz estaba en algún lugar en el Medio Oriente; en algún lugar en esa gran zona desértica vivía este hombre Job. Era un hombre muy rico, era el más rico de su día, muy destacado, y vivía con gran comodidad y lujo. Todo parecía andar sobre ruedas para él. Ni siquiera se imaginaba que podía haber algo malo en su vida porque él era un hombre que creía en Dios, y que adoraba a Dios y vivía ante Él y odiaba el mal. Job era diferente al hombre de nuestro tiempo. A pesar de todo esto, este hombre tenía un temor, y ese temor era que sus hijos se podían haber apartado de Dios. Así es que él ofrecía un holocausto por ellos. Ese holocausto nos hablaba de Cristo. Y debemos decir que en realidad este hombre era un verdadero hombre de Dios.
Ahora, ha concluido esta escena. La próxima escena, la segunda escena de esta historia tuvo lugar en
El cielo
Y en realidad fue algo sorprendente. Esta escena era algo de lo cual Job ni las otras personas que estaban tomando parte en el desarrollo de esta historia tenían conocimiento. Pero esta escena nos ayuda hoy a entender, comprender, y aun interpretar algunas de las cosas que le ocurren a la gente del pueblo de Dios. No queremos decir que esta es una explicación completa pero es parte de ella. Notemos ahora, lo que dice el versículo 6, de este capítulo 1 de Job:
"Un día acudieron a presentarse delante del Señor los hijos de Dios, y entre ellos vino también Satanás".
Ahora, ésta es una escena en el cielo y ante Dios se presentaron los hijos de Dios, criaturas inteligentes por Él creadas. Debemos confesar que conocemos muy poco acerca de ellas. Pensamos que son innumerables, tan imposibles de contar, como la arena del mar. Existe una cantidad inmensa de estos seres que no son humanos. No pertenecen a nuestra raza, pero éstas son criaturas inteligentes creadas por Dios y son criaturas responsables. Ellas tenían que presentarse ante Dios y rendir un informe, sobre lo que ocurría en la tierra, como un asunto de rutina. Y eso es algo, pensamos, que nosotros debemos esperar que suceda. Pero ahora, tenemos aquí algo que fue verdaderamente sobrecogedor. Se nos dice que entre los cuales, o sea, entre los hijos de Dios, vino también Satanás. ¡Y eso es sorprendente, estimado oyente! Leamos el versículo 7 de este primer capítulo del libro de Job:
"Dijo el Señor a Satanás: ¿De dónde vienes? Respondiendo Satanás al Señor, dijo: De rodear la tierra y andar por ella".
De paso diremos que él también había llegado a presentar un informe. Es sorprendente, ¿no le parece? ¿Podríamos acaso decir que él llegó desde el infierno? No, él no estaba en ese lugar porque el infierno aún no ha sido abierto. Ninguna persona se encuentra hoy en el infierno; será abierto cuando finalice el programa de Dios para este mundo. El infierno es un lugar que ha sido preparado para el diablo y sus ángeles, pero todavía no se encuentran en ese lugar. La verdad es que él tiene tanto acceso a esta tierra como usted y yo, y más también. Se nos dice que él llegó ante Dios y presentó un informe.
La tierra es el dominio de Satanás. En esta escena dijo que había estado recorriendo la tierra de un lado a otro. A él se le llama el dios de este mundo y también se le llama el príncipe de la potestad del aire. Así es que él tiene acceso y libertad aquí en esta tierra en el día de hoy. Pedro el apóstol nos advirtió sobre ese peligro, en su primera epístola, capítulo 5, versículo 8, cuando dijo: Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, anda al acecho como león rugiente, buscando a quien devorar. Estimado oyente, ésta fue una advertencia y esto es exactamente lo que se nos enseña en el libro de Job. Satanás mismo dijo que tenía la libertad de ir y venir por este mundo.
Recordemos que cuando Satanás tentó al Señor Jesucristo le ofreció los reinos de este mundo, y el Señor Jesucristo nunca le dijo que no los tenía para dárselos, sino que simplemente rechazó la tentación y le respondió: "Vete de mí Satanás". Y aparentemente Satanás tiene acceso a esos reinos, y tiene esa clase de libertad.
Y cuando uno observa lo que está ocurriendo en este mundo, parecería que Satanás está a cargo de las cosas. Pero, estimado oyente, es Dios quien está en control de todo. ¿No es cierto? Dios está controlando todas las cosas pero Él le ha dado a Satanás un período de libertad. Se nos ha dicho que este mundo en el cual usted y yo vivimos está controlado por Satanás, porque Dios así se lo ha permitido. Él debe ser vencido, nosotros solo lo podemos vencer por medio de nuestra fe en la eficacia de la sangre del Cordero de Dios. Ésta es verdaderamente una revelación. Y es ciertamente contraria a muchas creencias del pensamiento contemporáneo. Notemos lo que se nos dice aquí el versículo 8, de este capítulo 1, de Job:
"Entonces le dijo el Señor: ¿Te has fijado en mi siervo Job? No hay nadie en la tierra como él, que me sirva tan fielmente y viva una vida tan recta e intachable, cuidando de no hacer mal a nadie".
Aquí Dios dio un buen informe en cuanto a Job, dice que era un hombre sobresaliente. Parecía como si Satanás hubiera estado tratando de llegar a él y deducimos esto por la siguiente frase pronunciada por Satanás, en los versículos 9 y 10:
"Respondiendo Satanás al Señor, dijo: ¿Acaso teme Job a Dios de balde? ¿No le has rodeado de tu protección, a él y a su casa y a todo lo que tiene? El trabajo de sus manos has bendecido, y por eso sus bienes han aumentado sobre la tierra".
Como dijimos, esta frase aparentemente da a entender que Satanás había estado intentando acercarse a él para causarle algún daño, y había descubierto que había como una valla de protección a su alrededor. Por lo tanto, no había podido quebrar esa línea de defensa.
Creemos que hay hoy un cerco de protección alrededor de cada creyente y que Satanás no puede tocar al creyente, a menos que Dios lo permita. Y si Dios lo permite, será porque Él tiene un propósito. Ésta es una de las lecciones que este libro de Job nos enseña. Leamos ahora el versículo 11:
"Pero extiende ahora tu mano y toca todo lo que posee, y verás si no blasfema contra ti en tu propia presencia".
Entonces, Satanás presentó esta calumnia sobre Job. Creo que menosprecia a toda la humanidad. Y creemos que Satanás verdaderamente odia a la humanidad. Sugirió que Job no era nada más que un servil adulador de Dios. Él dice que somos serviles y que si Dios quitara la valla de protección y nos quitase todo lo que tenemos, maldeciríamos a Dios.
Esto no nos sorprende porque no cabe duda de que haya mucha gente en el mundo que maldice a Dios. Hoy es frecuente oír esas blasfemias como parte del lenguaje normal de muchas personas. Ésa es una demostración evidente de la clase de actitud y relación que un gran número de personas tienen con Dios.
Entonces hemos visto que Job tenía a su alrededor una valla de protección puesta por Dios, y cuando Satanás vio que no le podía tocar manifestó su deseo de hacerlo. Satanás odia a la humanidad. El motivo por el que alguien quiere servir a Satanás es algo que supera mi capacidad de comprensión, porque nos desprecia. No quisiera tener un amo como ése. Yo quiero servir a un señor que me ame, y que sea compasivo y comprensivo conmigo. Y ésa es la clase de amo y señor que yo tengo en Dios. Y dice el versículo 12 de Job 1:
"Dijo el Señor a Satanás: Todo lo que tiene está en tu mano; solamente no pongas tu mano sobre él. Y salió Satanás de delante del Señor".
Aquí aprendemos que a veces Dios le permite a Satanás que él quite las cosas en las cuales nosotros nos apoyamos, o estamos confiando. Y cuando esas nos son quitadas, nos sentimos indefensos, incapaces y perdidos en el mundo. Muchos de nosotros en esos momentos tristes clamamos a Dios.
Ahora notemos lo siguiente. Dios le iba a permitir a Satanás que él le quitara a este hombre todo lo que poseía. Y créame estimado oyente, que Satanás nos destruiría si pudiera. Él había calumniado tanto a Dios como a Job, deduciendo que Dios no era digno de ser servido y amado solo por Sí mismo, sino que Él le tenía que pagar a Job para que le amase. Es que Satanás es el enemigo de Dios y del ser humano.
Ahora llegamos a la escena tercera, que se extiende desde el versículo 13 al 22 de este capítulo 1. Leamos entonces el versículo 13, que nos lleva
De regreso a la tierra de Uz
"Un día aconteció que sus hijos e hijas comían y bebían vino en casa de su hermano mayor"
Estos jóvenes se estaban divirtiendo en grande en la casa del hermano mayor. Ellos iban de la casa de un hermano a la casa del otro y tenían un banquete cada día. Evidentemente se estaban dando la gran vida. ¿Qué fue lo que ocurrió entonces? Bueno, leamos los versículos 14 y 15, de este capítulo 1, de Job:
"y vino un mensajero a Job y le dijo: Estaban arando los bueyes y las asnas pacían cerca de ellos; de pronto nos asaltaron los sabeos y se los llevaron, y mataron a los criados a filo de espada. Solamente escapé yo para darte la noticia".
Hasta aquí Job había disfrutado de una vida apacible y repentinamente, comienzan a suceder desgracias. Él no sabía que tenía enemigos como éstos. Los sabeos vinieron dejando tras sí una estela de muerte. Y en el versículo 16 dice:
"Aún estaba este hablando, cuando vino otro, que dijo: Fuego de Dios cayó del cielo y quemó a ovejas y a pastores, y los consumió. Solamente escapé yo para darte la noticia".
A esto se le llamó "Fuego de Dios". El ser humano siempre le ha echado la culpa a Dios cuando ocurren desgracias con pérdida de vidas humanas, como cataclismos, terremotos, etc. En estos casos una de las primeras reacciones de muchísimas personas es convertir a Dios en el ser responsable. En eso, el corazón humano tampoco ha cambiado. En aquel día trágico del tiempo de Job, dijeron lo mismo. ¿Por qué no dijeron "el fuego de Satanás"? Después de todo, ¿quién había provocado esa desgracia? Satanás la había causado. Y continúa diciendo el versículo 17:
"Aún estaba este hablando, cuando vino otro, que dijo: Tres escuadrones de caldeos arremetieron contra los camellos y se los llevaron, y mataron a los criados a filo de espada. Solamente escapé yo para darte la noticia".
Uno puede hablar de quiebras económicas y de graves pérdidas en los negocios. En el caso de Job ésta fue una pérdida total. No quedó absolutamente nada. Continuemos con los versículos 18 y 19:
"Entre tanto que este hablaba, vino otro, que dijo: Tus hijos y tus hijas estaban comiendo y bebiendo vino en casa de su hermano mayor, cuando un gran viento se levantó del lado del desierto y azotó las cuatro esquinas de la casa, la cual cayó sobre los jóvenes, y murieron. Solamente escapé yo para darte la noticia".
Y aquí tenemos una tragedia que fue más allá de todas las tragedias. ¡Fue una tragedia terrible! Todos los hijos de Job murieron. Un gran viento del del desierto azotó la casa donde ellos estaban y la destruyó. ¿Qué haría usted, estimado oyente, en un caso como éste? Bueno, veamos lo que hizo Job. Leamos los versículos 20 al 22:
"Entonces Job se levantó, rasgó su manto y se rasuró la cabeza; luego, postrado en tierra, adoró y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré allá. El Señor dio y el Señor quitó: ¡Bendito sea el nombre del Señor! En todo esto no pecó Job ni atribuyó a Dios despropósito alguno".
Observemos a este hombre y escuchemos su testimonio. Aquí tenemos un punto de vista y una filosofía de la vida, que los creyentes en Cristo necesitamos tener en la actualidad hacia las cosas materiales, y es éste: que usted y yo vinimos a este mundo sin nada en nuestras manos. Vinimos completamente desnudos a este mundo. Y, estimado oyente, vamos a dejar este mundo de la misma manera. Recuerde un antiguo dicho que dice que la mortaja no tiene bolsillos. No se puede llevar nada con usted.
Hace algunos años falleció un multimillonario. Todos sus parientes estaban esperando fuera de la habitación donde se encontraba el enfermo, esperando a que el anciano muriera y que saliera el abogado de la familia. Cuando éste salió les anunció que el anciano había muerto; inmediatamente uno de los parientes, quizá uno de los más avaros de la familia le preguntó con no disimulada ansiedad: "¿Cuánto dejó?" A lo cual el abogado contestó: "Lo dejó todo, no se llevó nada con él".
Estimado oyente, así es como vinimos a este mundo y ésa es exactamente la forma en que lo vamos a dejar. No importa cuántos títulos o escrituras de propiedades posea usted, la cantidad de dinero que haya ahorrado o los seguros de vida que tenga. Es importante que asimilemos esta lección a nuestra filosofía de vida. Sea lo sea que poseamos, pensemos que somos simplemente administradores de esos bienes. Realmente, en un análisis final, no nos pertenecen, ¿no le parece?
Pues bien, este hombre Job, se postró en tierra y adoró a Dios. Él rasgó su manto y también afeitó su cabeza y seguramente se podía escuchar su llanto desde lejos. Lo había perdido todo incluyendo su más preciado tesoro: sus hijos e hijas. Pero recordemos la frase que pronunció: "El Señor dio, y el Señor quitó. Bendito sea el nombre del Señor".
Y, estimado oyente, cualquier cosa que usted posea, es porque el Señor se la ha dado. Y Él puede quitársela, si así lo desea. Él va a hacernos a usted y a mí, responsables de la forma en que utilizamos lo que Él nos ha permitido tener. Es por esa razón que el apóstol Pablo nos dijo en su Segunda carta a los Corintios, que todos nosotros éramos "mayordomos" o administradores. Somos simplemente administradores de las cosas que tenemos. Un administrador está a cargo de las cosas que le pertenecen a otra persona. Y Dios le preguntará a usted cómo ha utilizado todas las cosas materiales que Él le ha dado. Todo lo que existe aquí es de Dios, estimado oyente; nosotros simplemente lo estamos usando y cuando dejamos este mundo no nos lo llevaremos con nosotros.
Job entendió esta verdad y no perdió su fe. Aún se estaba aferrando a Dios. Y la frase que finalizó este trágico episodio fue la siguiente, que leímos en el versículo 22: En todo esto no pecó Job ni atribuyó a Dios despropósito alguno.
Llegamos así a
Job 2:1-3
El tema general de todo el capítulo comprende dos escenas; una en el cielo entre Dios y Satanás (2:1-6); otra en la tierra de Uz (2:7-10), cuando Job perdió su salud y terminó en el basurero de la ciudad. Leamos entonces el versículo 1, en el cual los protagonistas son
El cielo, Dios y Satanás
"Otro día acudieron a presentarse delante del Señor los hijos de Dios, y entre ellos vino también Satanás para presentarse delante del Señor".
Aquí vemos a las criaturas inteligentes nuevamente informándole a Dios. Observemos que todos ellos tenían que presentar su informe a Dios. Y usted y yo, estimado oyente, vamos a tener que presentarnos también delante de Dios y dar un informe. Recordemos que el cristiano tendrá que presentarse ante el tribunal de Cristo, como dijo Pablo en Segunda de Corintios 5:10, y allí vamos a tener que rendir cuentas de cómo hayamos desempañado nuestra función de administradores o mayordomos en la tierra. Así, tendremos que presentar nuestro informe. Ya que los creyentes no tendrán que estar ante el Gran Trono Blanco citado en Apocalipsis 20:11-15. De una forma o de otra, todas las criaturas de Dios deberán presentar un informe personal ante Él.
Estimado oyente, recordemos que Él es Dios. Nosotros no actuamos con una libertad total. ¿Cuánta libertad tenemos? Dios nos ha creado con ciertas limitaciones. Somos Sus criaturas. Él es el Creador. Tenemos que responder ante Él.
Cuando aquellos hijos de Dios se presentaron ante Él, observemos que Satanás también tuvo que venir a entregar su informe. Él no está fuera de la jurisdicción de Dios. Aunque Dios ya sabía lo que él le iba a contar, Satanás debía aparecer delante de Dios para informarle al Señor sobre lo que había estado haciendo. Y dice el versículo 2:
"Dijo el Señor a Satanás: ¿De dónde vienes? Respondiendo Satanás al Señor, dijo: De rodear la tierra y andar por ella".
En otras palabras, Satanás estaba dando cuenta de su mayordomía. Él estaba dirigiendo, llevando los asuntos aquí en la tierra. Creemos que aún está a cargo de esos asuntos. Solamente mire alrededor suyo, y verá quien está conduciendo las situaciones inquietantes que vemos en el mundo. Leamos, finalmente por hoy, el versículo 3 de Job 2:
"El Señor dijo a Satanás: ¿No te has fijado en mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal? ¡Todavía mantiene su integridad, a pesar de que tú me incitaste contra él para que lo arruinara sin causa!"
Ahora este pasaje nos muestra claramente que lo que el Señor le permitió a Satanás hacerla a Job, fue hecho sin una causa en Job. Muchos se preguntan siempre: "¿Por qué permite Dios que esto me ocurra a mí?" Y puede ser que el Señor responda: "Pues bien, no había ninguna razón personal en ti para eso. Yo no estaba castigándote. Es que quiero acercarte más a mí". Eso es lo que hizo Dios con Job. No había ninguna causa en Job para que sufriera todo aquello.
Muchas veces nosotros señalamos a algún cristiano y opinamos que Dios le está castigando, lo cual es posible que no sea verdad. Es probable que Dios le esté probando en una forma en la cual Él no puede probarnos a usted y a mí, porque quizás Él sabe que no puede confiarnos un problema tan grande, porque no podríamos soportar tanta presión. Sinceramente, yo nunca querría pasar por todo lo que Job tuvo que sufrir.
En este versículo 3 el Señor nuevamente llamó la atención de Satanás hacia Job, poniéndolo como ejemplo en la tierra, destacando que no había nadie que le sirviera fielmente como él, viviendo una vida recta y sin hacer mal a nadie. Y aunque Satanás hubiera logrado que Dios le permitiera arruinarlo sin motivo alguno, él se mantenía firme en su conducta intachable.
Hemos concluido hoy hablando sobre esta escena del cielo. Y queremos destacar otra escena diferente, que ocurriría centenares de años más tarde. Se inició en el cielo y culminó en la tierra, cuando el Hijo de Dios llegó a este mundo, tomando forma humana, como uno de nosotros para entregar su vida en sacrificio por nuestros pecados y los de la familia humana, esta raza que se encuentra viviendo en la esfera de influencia del enemigo de Dios. Esta escena, como algunas de nuestra historia, terminó también con un drama, el drama de la cruz. Pero por su muerte y su resurrección, Jesucristo venció a la muerte y al autor de la muerte. Porque Él es el autor de la vida, y puede dar vida eterna hoy a todos los que acudan a Él. Porque para eso vino a esta tierra. Y Él mismo lo dijo en Juan 5:24, "El que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna y no será juzgado, sino que ha pasado de la muerte a la vida".
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