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Estudio bíblico: Visión de las cuatro bestias - Daniel 7:1-12

Serie:   Daniel
Autor: Luis de Miguel
España
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Visión de las cuatro bestias - Daniel 7:1-12

Introducción

Con el capítulo 6 terminó la sección histórica del libro y ahora con el 7 comienza otra en la que nos encontraremos las visiones y profecías que Daniel recibió durante su prolongada vida en Babilonia. A partir de aquí el profeta ya no va a interpretar los sueños de otros, sino que un ángel le guiará para entender sus propios sueños y visiones. Notaremos también que según avancemos en esta sección hay una transición de la profecía centrada en las naciones gentiles a una profecía centrada en el pueblo judío.
En cuanto al capítulo 7 que ahora vamos a estudiar, debemos comenzar señalando que guarda un claro paralelismo con el capítulo 2. En ambos encontramos una secuencia de cuatro reinos gentiles que finalmente son sustituidos por un quinto reino que es divino y eterno. Ahora bien, puesto que las dos visiones cubren el mismo período de tiempo desde el reino de Babilonia hasta el fin de la historia humana, ¿por qué era necesario repetirlo? Y esta pregunta es interesante porque para poderla contestar debemos darnos cuenta de cierta diferencia fundamental entre ambas visiones. En el primer caso fue Nabucodonosor quien recibió la visión, mientras que la segunda fue vista por Daniel. Esto determina todo el enfoque de las dos visiones. Desde la perspectiva de un gobernante pagano como Nabucodonosor, los reinos de este mundo le parecerían que estaban llenos de esplendor, de ahí la imagen de la figura hecha de distintas clases de metales como oro, plata, bronce o hierro. Pero desde el punto de vista de un hombre de Dios como Daniel, el verdadero carácter de estos reinos era como bestias salvajes, asesinas, destructoras y depredadoras. Podemos decir, por lo tanto, que en el capítulo 2 se presentan los reinos de este mundo desde la perspectiva humana, mientras que el capítulo 7 nos ofrece la perspectiva divina.
Por supuesto, en todos estos pasajes apreciamos el conocimiento que Dios tiene del futuro de la historia de la humanidad, pero más que eso, también su soberanía y control absoluto de ella. Ahora bien, la precisión de estos capítulos proféticos ha molestado a los críticos incrédulos que han intentado desacreditarlos argumentando que fueron escritos mucho después de que Daniel viviera, de tal manera que para ellos no se trataría de profecía futura sino de historia pasada. Pero son sólo sus prejuicios los que les llevan a estas conclusiones.

La visión de las cuatro bestias

(Dn 7:1-8) "En el primer año de Belsasar rey de Babilonia tuvo Daniel un sueño, y visiones de su cabeza mientras estaba en su lecho; luego escribió el sueño, y relató lo principal del asunto. Daniel dijo: Miraba yo en mi visión de noche, y he aquí que los cuatro vientos del cielo combatían en el gran mar. Y cuatro bestias grandes, diferentes la una de la otra, subían del mar. La primera era como león, y tenía alas de águila. Yo estaba mirando hasta que sus alas fueron arrancadas, y fue levantada del suelo y se puso enhiesta sobre los pies a manera de hombre, y le fue dado corazón de hombre. Y he aquí otra segunda bestia, semejante a un oso, la cual se alzaba de un costado más que del otro, y tenía en su boca tres costillas entre los dientes; y le fue dicho así: Levántate, devora mucha carne. Después de esto miré, y he aquí otra, semejante a un leopardo, con cuatro alas de ave en sus espaldas; tenía también esta bestia cuatro cabezas; y le fue dado dominio. Después de esto miraba yo en las visiones de la noche, y he aquí la cuarta bestia, espantosa y terrible y en gran manera fuerte, la cual tenía unos dientes grandes de hierro; devoraba y desmenuzaba, y las sobras hollaba con sus pies, y era muy diferente de todas las bestias que vi antes de ella, y tenía diez cuernos. Mientras yo contemplaba los cuernos, he aquí que otro cuerno pequeño salía entre ellos, y delante de él fueron arrancados tres cuernos de los primeros; y he aquí que este cuerno tenía ojos como de hombre, y una boca que hablaba grandes cosas."
El sueño y las visiones que Daniel va describir en este capítulo le fueron reveladas "en el primer año de Belsasar rey de Babilonia". Esto quiere decir que este capítulo no sigue en orden cronológico al anterior, donde ya el reino babilónico había sido conquistado por Ciro el persa. Nos encontramos de nuevo con Belsasar, uno de los reyes babilonios descendiente de Nabucodonosor que encontramos en el capítulo 5, y puesto que se trata del primer año de su reino, esto quiere decir que estaríamos aproximadamente sobre el año 553 a.C.
Notemos también que esta fue la primera visión directa que tuvo Daniel. Hasta este momento su labor había consistido en interpretar los sueños y visiones de los monarcas babilonios, pero eso va a cambiar a partir de aquí, donde el estilo se convierte en autobiográfico.
Y en cuanto a la diferencia entre "sueños y visiones" mencionada aquí, entendemos que ambos tenían el mismo nivel de inspiración divina, y quizá la única diferencia consistiera en que Daniel estuviera despierto o dormido, consciente o inconsciente, cuando las recibió. Aunque también pudiera ser que ambos términos fueran sinónimos.
A Daniel el sueño le pareció muy importante, de tal manera que lo puso por escrito inmediatamente, un hecho que contradice las teorías sobre la transmisión oral de las profecías antes de ser escritas.
Daniel comienza el relato de su sueño describiendo una gran agitación en el mar debida a la acción de los cuatro vientos que combatían en él. ¿A qué se refiere cada uno de estos elementos?
"Los cuatro vientos del cielo". La palabra traducida como "vientos" puede ser interpretada también como "espíritus". En ese caso Daniel vio un gran combate de ángeles que se habían juntado de todas partes. Esta interpretación no sería extraña desde un punto de vista bíblico, puesto que en otras ocasiones vemos que los ángeles intervienen en los asuntos de los hombres (Jer 49:36) (Jer 51:1) (Zac 6:1-6) (Ap 7:1-3).
"Combatían en el gran mar". En la Biblia el mar Mediterráneo era conocido como el mar Grande (Nm 34:6-7) (Jos 1:4). En ese caso debemos entender que la visión que Daniel tuvo está relacionada con el mundo Mediterráneo, y esto podría tener cierto sentido porque los cuatro imperios relacionados en esta visión estaban alrededor de dicho mar. Pero la referencia al "gran mar" puede ser interpretada también como una alusión a las naciones de la tierra (Dn 7:17) (Sal 65:7) (Is 17:12-13) (Ap 17:15). En todo caso, lo que Daniel vio fue el inicio de una gran turbulencia internacional. Notemos que normalmente el viento sopla desde una sola dirección, pero aquí lo hace desde las cuatro a la vez. La idea que nos transmite es la de una gran violencia en todas las direcciones, y que incumbe a todo el mundo.
De este mar agitado Daniel vio subir "cuatro bestias grandes, diferentes la una de la otra". Estas bestias representan a cuatro reinos (Dn 7:17). Cada uno de ellos tendrá sus propias características especiales, aunque todos ellos compartirán el mismo carácter brutal, irracional y bestial, despertando en quienes los veían la misma reacción de terror.
1. "La primera era como león, y tenía alas de águila"
No cabe duda de que las bestias que Daniel vio en su sueño deben ser interpretadas de una forma simbólica. De hecho, los animales descritos no se corresponden con ninguna especie conocida.
En cuanto a la primera bestia, vemos que combinaba la fuerza del león con la velocidad del águila. En el mundo secular el león es considerado como el rey de la selva, mientras que el águila lo es entre las aves. Esta bestia representaba al imperio babilónico. Podemos encontrar leones con alas en la puerta de Isthar de la antigua ciudad de Babilonia. Pero lo que a nosotros nos interesa sobre todo es que ambos animales fueron usados por los profetas como símbolos de Babilonia (Jer 4:7) (Jer 49:19,22) (Ez 17:3,12).
Luego, mientras Daniel miraba, "sus alas fueron arracadas, y fue levantada del suelo, y se puso enhiesta sobre los pies a manera de hombre, y le fue dado corazón de hombre". Probablemente se refiera al período de la locura de Nabucodonosor descrita en el capítulo 4, cuando él se sentía divino y actuaba como una bestia, aunque después de reconocer al Dios del cielo recobró su dignidad humana. En todo caso, aunque esto sirve para identificar al imperio babilónico al que se estaba refiriendo, de ningún modo debemos pensar que hubo un momento en el que éste llegó a humanizarse.
2. "Y he aquí otra segunda bestia, semejante a un oso"
La siguiente bestia que vio Daniel se asemejaba a un oso. Esta se refería al imperio medo persa. El profeta observó también que el oso "se alzaba de un costado más que del otro", lo que encaja con el hecho de que aunque inicialmente los persas fueron vasallos de los medos, con el ascenso al trono de Ciro el persa esto cambió, de tal manera que desde ese momento los persas tuvieron la preeminencia dentro de esa alianza.
Otro detalle que Daniel hace notar es que ese terrible oso "tenía en su boca tres costillas entre sus dientes". La figura sugiere una bestia poderosa y cruel. Y en cuanto a las "tres costillas", parece referirse a los restos de otras bestias o reinos que había conquistado. En ese caso deberíamos pensar en Babilonia al oeste, Lidia al norte y Egipto al sur.
Pero este reino, como todos los demás, operaba bajo la autoridad divina, por eso se le da esta orden: "Levántate, devora mucha carne". Siguiendo con la metáfora del depredador, Dios le permite seguir conquistando y expandiendo su dominio hasta formar un vasto imperio.
3. "Otra semejante a un leopardo, con cuatro alas de ave en sus espaldas"
El leopardo sobresale por su velocidad de ataque, la que en este caso se ve potenciada aún más por las cuatro alas en sus espaldas. En este caso representa a la monarquía griega en su apogeo bajo Alejandro Magno. Este conquistador se caracterizó por la rapidez y universalidad de sus conquistas. Entre los años 334 a 330 a.C. logró conquistar todo el imperio medo persa, llegando incluso hasta la India.
Luego Daniel observa que esta bestia "tenía cuatro cabezas". A pesar de la enorme extensión que alcanzó el imperio griego bajo el mandato de Alejandro Magno, éste murió siendo bastante joven, a la edad de 32 años. Después de esto su reino se dividió entre sus generales, llegando cuatro de ellos a ser dominantes: Plotomeo en Egipto; Casandro en Macedonia y Grecia; Seleuco en Siria y Babilonia y Lisímaco en Tracia.
Y una vez más se enfatiza el hecho de que Dios actuaba soberanamente dirigiendo los grandes avances de este imperio. Notemos la frase: "Y le fue dado dominio". Esto no quiere decir que Dios fuera partícipe de los crímenes y la crueldad de estos imperios. Lo que quiere decir es que el poder está en las manos de Dios y lo otorga a quien él quiere. A partir de ese momento la responsabilidad de sus actos recae sobre cada persona. Esto debería llenar de humildad a los poderosos de la tierra, pero también de un sentido de responsabilidad, puesto que finalmente Dios les va a pedir cuentas de cómo han usado el poder recibido.
4. "Y he aquí la cuarta bestia, espantosa y terrible y en gran manera fuerte"
Daniel no fue capaz de comparar a la cuarta bestia con ningún animal conocido. Lo que dice de ella es que era "espantosa y terrible y en gran manera fuerte". En la visión previa que vimos en Daniel 2, esta bestia corresponde a las piernas de hierro y los pies de hierro mezclado con barro. Se relaciona con el imperio romano. Este se caracterizó por su fuerza y organización, pero también por su crueldad y jactancia. Daniel continúa su descripción diciendo de él que "tenía unos dientes grandes de hierro; devoraba y desmenuzaba, y las sobras hollaba con sus pies, y era muy diferente de todas las bestias que vi antes de ella".
Daniel hace notar algunas características adicionales de esta bestia que luego ampliará en su interpretación. Primero observó que "tenía diez cuernos", de los que más tarde aclarará que se referían a diez reyes. Pero luego le salió otro "cuerno pequeño", que llegó a crecer de tal manera que provocó que tres de los primeros cuernos fueran arrancados. Al profeta le intrigó mucho el "cuerno pequeño" del que se dice que "tenía ojos como de hombre, y una boca que hablaba grandes cosas". En realidad este cuerno pequeño con rostro humano se presenta como el punto culminante de esta parte de la visión, y Daniel preguntará más tarde por su significado.
Este imperio llegó a su fin en el siglo XI, pero sigue habiendo numerosos intentos en la época moderna de reavivar aquel antiguo ideal. Por esta razón, muchos sostienen que esta importante etapa no llegó a cumplirse plenamente durante el antiguo imperio romano, sino que volverá a resurgir en los días del fin, siendo escenario de la manifestación del anticristo, la bestia definitiva (Ap 13).

La visión del Anciano de días

(Dn 7:9-12) "Estuve mirando hasta que fueron puestos tronos, y se sentó un Anciano de días, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia; su trono llama de fuego, y las ruedas del mismo, fuego ardiente. Un río de fuego procedía y salía de delante de él; millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de él; el Juez se sentó, y los libros fueron abiertos. Yo entonces miraba a causa del sonido de las grandes palabras que hablaba el cuerno; miraba hasta que mataron a la bestia, y su cuerpo fue destrozado y entregado para ser quemado en el fuego. Habían también quitado a las otras bestias su dominio, pero les había sido prolongada la vida hasta cierto tiempo."
La visión de los reinos humanos bajo la figura de bestias que tanto hizo temblar al profeta finaliza con la aparición de "un Anciano de días" que estaba sentado en un trono de fuego ardiente listo para juzgar. Esto se corresponde con la piedra que tiró y desmenuzó la estatua del capítulo 2 de Daniel y que más tarde se convertiría en un gran monte que llenaba toda la tierra. Podemos decir que en ese momento terminará el día del hombre en el que actualmente vivimos para dar lugar al día del Señor, cuando todos sus enemigos serán juzgados.
Vayamos viendo uno por uno lo detalles de este importante y consolador texto. En primer lugar notamos que la atención del profeta se dirige a lo que podríamos definir como la sala de un tribunal celestial. Comienza diciendo: "Estuve mirando hasta que fueron puestos tronos, y se sentó un Anciano de días". Es curioso que aunque se dice que fueron puestos "tronos", sin embargo, sólo se sienta uno que es identificado como "un Anciano de días". En cuanto a la identidad de aquellos para quienes estaban reservados los otros tronos no se nos dice en este momento, aunque por otras partes de la Escritura sabemos que los santos hemos de juzgar el mundo y a los ángeles (Mt 19:28) (1 Co 6:2) (Ap 20:4).
En cuanto al título "Anciano de días", sirve para enfatizar la eternidad de este personaje celestial como "el que vive siempre". Sin duda tiene que ver con Dios, quien a diferencia de todos los reinos temporales que el hombre ha logrado crear en este mundo, él establecerá su trono eternamente y para siempre.
En todo caso, antes de establecer su reino eterno en este mundo es imprescindible que primero juzgue a los hombres, algo que se dispone a hacer a continuación. En relación a esto, en la descripción que Daniel hace de él se resalta la pureza, santidad y dignidad del Juez divino: "cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia". Seguramente su pelo blanco "como lana limpia" debemos entenderlo como una sugerencia de su dilatada edad y sabiduría. Sin duda, toda esta descripción es muy parecida a la que encontramos del Señor Jesucristo en (Ap 1:14).
Inmediatamente a Daniel le sorprende el trono en el que estaba sentado: "Su trono llama de fuego, y las ruedas del mismo, fuego ardiente". El elemento predominante en él es el fuego, símbolo de santidad, limpieza y juicio. Notamos también que tenía "ruedas", lo que nos recuerda la visión que tuvo Ezequiel (Ez 1:4-28). Se trata del mismo "trono portátil". Es una forma de decir que Dios viene a este mundo a juzgarlo y a reinar sobre él. Recordemos que en la Biblia el juicio era una función real. Los Salmos inciden con frecuencia en el hecho de que reinar implica juzgar, por eso las expresiones como "el Señor reina" tienen que ver con el Señor viniendo a juzgar al mundo (Sal 97:1-12) (Sal 99:1-9). Sin duda, este trono que parecía estar en llamas, era totalmente diferente al de todos los demás reinos presentados antes, y anticipaba su juicio abrasador. Esta misma idea se ve confirmada por la descripción de "un río de fuego que procedía y salía de delante de él". Como diría el salmista: "Fuego irá delante de él y abrasará a sus enemigos alrededor" (Sal 97:3).
En esta actividad de juzgar, el Anciano de días no está solo: "Millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de él". Todos estos son siervos de Dios que ejecutan su voluntad y le adoran sin cesar. Puede incluir a ángeles y a hombres.
Entonces comenzará el juicio: "El Juez se sentó, y los libros fueron abiertos". La escena es paralela a la que encontramos en (Ap 20:11-13) a continuación del milenio. Estos "libros" pueden referirse al "libro de la vida" en el que están escritos los nombres de los creyentes (Lc 10:20) (Fil 4:3) (He 12:23) (Ap 13:8) (Ap 17:8) (Ap 20:15) (Ap 21:27), y al libro donde están registrados todos los actos de la humanidad (Sal 56:8) (Mal 3:16) (Ap 20:12-13). Ellos forman la base documental para el juicio.
Esta visión del juicio divino se presenta como una buena noticia para la humanidad, puesto que con él cesarán los reinos de este mundo que previamente han sido presentados como bestias aterradoras que destruyen todo por doquier para dar lugar a un reino de paz y justicia. Sin embargo, los hombres impíos no lo interpretan como algo positivo, puesto que saben de antemano que serán condenados por el justo Juez del cielo.
Una vez que comenzó el juicio, lo que llamó la atención del profeta eran "las grandes palabras que hablaba el cuerno". Se refiere al "cuerno pequeño" de la cuarta bestia, y se hace notar que sus palabras eran arrogantes y blasfemas. Pero enseguida el juicio cayó sobre él y fue consumido por el fuego: "mataron a la bestia, y su cuerpo fue destrozado y entregado para ser quemado en el fuego". Es importante notar que esta cuarta bestia y su cuerno pequeño no fue destruida por otra fuerza militar como las anteriores, sino por Dios mismo.
Aunque la cuarta bestia y su arrogante gobernador fueron juzgados y destruidos, ahora se vuelve a hacer mención de las primeras bestias que había visto Daniel. De ellas se dice: "Habían también quitado a las otras bestias su dominio, pero les había sido prolongada la vida hasta cierto tiempo". Es decir, los reinos representados por esas bestias habían continuado existiendo, pero sin gloria ni poder. Lo que había quedado de ellos sería seguramente su cultura, que fue asimilada por las naciones que las subyugaron.
Entendemos que esta última bestia que fue destruida se refiere al anticristo que en Apocalipsis es presentado como una terrible bestia que surge del mar (Ap 13:1-10).

Preguntas

1. ¿Cómo se relacionan los capítulos 2 y 7 de Daniel? Busque similitudes y diferencias.
2. ¿Quién es el anciano de los días? ¿el Hijo del Hombre? ¿el cuerno pequeño?

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