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Estudio bíblico de Job 31-33

Job 31-33 (Repaso)

En el día de hoy, estimado oyente, llegamos al capítulo 34 del Libro de Job, pero antes de estudiarlo quisiéramos hacer un resumen de lo que ha dicho hasta ahora Eliú. Los tres amigos de Job que habían llegado a visitarlo, habían finalizado sus discursos. Podemos decir que todo lo que ocurrió terminó en un empate; si pudo haber un ganador, quizá ése fue Job. Pero no creemos que él haya ganado. Simplemente hicieron tablas, como se dice. Ellos terminaron de hablar, habían concluido todo lo que tenían que decir. Pensamos que ellos podían estar entre la gente en las inmediaciones, pero no hablarían más aquí. En el primer versículo del capítulo 32, que usted recordará, leímos:

"Cesaron estos tres varones de responder a Job, por cuanto él era justo a sus propios ojos".

Estos hombres habían agotado totalmente el arsenal de argumentos que tenían; uno de ellos había hablado desde el punto de vista de la experiencia; el otro, de la tradición; y el otro, desde el punto de vista de la legalidad. Y todo lo que ellos hicieron fue poner a Job a la defensiva, e hicieron resaltar más el hecho de que Job era un hombre que se sentía sin culpa, que no tenía humildad, que no se subyugaba y tampoco se mortificaba; ésa era su naturaleza. En ningún momento a través de todo lo que hemos leído, hemos podido escuchar a Job decir: "Yo soy un hombre de labios impuros, yo vivo entre gente de labios impuros". En ningún momento dijo: "Sé que en mi carne no mora cosa buena". Por cierto, que lo único que él había hecho era jactarse de su propia justicia.

Lo interesante de observar aquí estimado oyente, es que hasta cierto punto ésa era la verdad. Job tenía esas cualidades. Dios, al mismo comienzo del Libro nos había manifestado, nos había revelado que este hombre era un hombre justo. Él había ofrecido todos los sacrificios, los holocaustos. Pero, usted sabe que uno puede hacer eso y estamos convencidos que uno puede aceptar las verdades básicas de la fe cristiana, y aún ser el más vil pecador, lleno de orgullo y de jactancia.

Usted recordará la pregunta que hizo el apóstol Pablo, en su carta a los Romanos, capítulo 3, versículo 27; él dijo: "¿Dónde, pues, está la jactancia?" Y el mismo Pablo respondió: "Queda excluida". Para el hijo de Dios, estimado oyente, no hay lugar para la jactancia. En el reinado de Dios en este mundo, en este Su universo, figurativa e espiritualmente hablando, cada montaña debe ser reducida y cada valle debe ser exaltado. El gobierno moral de Dios ha hecho que aquello que es altivo tiene que ser reducido a un nivel más bajo. Toda rodilla debe doblarse; cada uno debe inclinarse ante Él. El único lugar seguro, la única forma segura de viajar a través de este mundo, es la de tomar el camino sombreado de la humildad; ése es el único camino.

Este joven Eliú se había sentido contrariado. Él estaba enfadado porque Job se había justificado a sí mismo. También porque los amigos de Job no habían sido capaces de ofrecerle una respuesta. Y ellos en realidad habían representado falsamente a Dios. Haciendo honor a la verdad tenemos que decir que Job y sus amigos, habían representado a Dios de una manera falsa, y ésa es la razón por la cual ninguno pudo convencer a Job. Así que, este joven Eliú había estado esperando para participar en la conversación. Debemos decir que él tampoco tenía todas las respuestas. En realidad, Dios tenía que intervenir, y Él era el Único, como ya hemos indicado, que podía dar la respuesta a un corazón orgulloso. Él es el Único que puede enfrentarse a la jactancia en el día de hoy. Hay cierta clase de gente con la que uno no debe discutir, y ni aun puede conversar.

Alguien dice de vez en cuando: "Pues bien, yo tengo un hermano (o una hermana, o un cuñado, o un tío) que se ha apartado y se ha unido a cierta secta. ¿Cómo le habla uno a él? Porque él no quiere escuchar". Pues bien, estimado oyente, con esta gente usted simplemente no puede hablar. Lo único que puede hacer por ellos es orar. No puede discutir con ellos, sólo Dios puede tratar con la jactancia y el corazón orgulloso del hombre.

Lo único que uno puede hacer es orar por esas personas y presentarles la Palabra de Dios. Y eso es lo que este joven Eliú estaba haciendo al dirigirles la palabra. Como indicamos en nuestro programa anterior, él demostró o decía que estaba hablando por el Espíritu de Dios. En el versículo 4 del capítulo 33, usted recordará que leímos:

"El espíritu de Dios me hizo y el soplo del Omnipotente me dio vida".

Dios es el Creador; y Él va a hablar por medio del Espíritu de Dios. Eliú dijo que estos hombres no han sido capaces de contestar a Job y que él va a tratar de hacerlo.

Eliú iba a hablar por el espíritu de Dios. Dijo que los otros hombres no habían podido darle una respuesta a Job y entonces, él iba a intentarlo. El apóstol Pedro en primera carta 4:11 escribió: "El que habla, hágalo como quien expresa las palabras mismas de Dios". Por supuesto que hay tal cosa como la ignorancia dogmática. Lo importante es que cuando alguien esté citando a la Biblia, si no está seguro de que es la Palabra de Dios, entonces no tiene nada que decir. La incredulidad es siempre muda. No quiero decir que no hable, porque suele hablar mucho, pero cualquier ministerio o servicio cristiano es impotente, sin valor e infructuoso, inútil, a menos que la persona que realiza ese servicio esté expresando las palabras mismas de Dios.

Cierta persona se acercó a un Pastor en una ocasión y le dijo: "Usted parece bastante dogmático". A lo cual el Pastor le respondió: "Sí, me alegro que usted lo haya notado". Entonces, la otra persona le dijo: "Pues bien, hay otras maneras de mirar a la Biblia". Y después de poco tiempo, el Pastor descubrió que este hombre era un legalista. Él pensaba que uno podía guardar, cumplir los Diez Mandamientos, y comenzó a tratar de acercarse utilizando otro punto de vista. Él dijo: "¿Ha pensado que puede haber otra explicación?" Y el Pastor le respondió: "Pues, sí. Hubo un tiempo en el cual yo pensaba que probablemente había varias maneras para que un hombre pudiera llegar a Dios. Pero después de muchos años de estudio he llegado a la conclusión de que la forma en que Dios salva es por medio de Su gracia, y soy dogmático en cuanto a eso. Soy dogmático sobre muchas cosas que se mencionan en la Palabra de Dios, porque la misma Palabra de Dios es dogmática". Y continuó: "Soy dogmático en cuanto a la deidad del Señor Jesucristo. Él es el Hijo de Dios. Soy dogmático sobre el hecho de que Él nació de una virgen; que hizo milagros; murió una muerte sustitutiva en la cruz; resucitó de la tumba corporalmente; ascendió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios; y Él es el Cristo viviente en este mismo momento; y un día, Él regresará".

Apreciamos mucho a este joven Eliú aquí, aunque él no tenía toda la verdad. Vemos aquí que él comenzó su exposición dejando bien en claro el hecho de que, según su opinión, él no era nada y que toda la suficiencia se encontraba en Dios. Y en realidad, ese era el problema de Job, ¿no le parece? Él no ocupó el lugar de la "nada" ni pensó que Dios era totalmente suficiente. Ésa es la única forma, pensamos nosotros, en que cualquier persona puede ser efectiva en su ministerio o servicio cristiano en la actualidad. A veces estamos enseñando métodos en lugar de humildad; estamos enseñando a usar infinidad de medios y diversos recursos, en lugar del poder del evangelio, y eso es lo que, desde nuestro punto de vista necesitamos. En el capítulo 32, de este Libro de Job, en los versículos 21 y 22, leemos:

"Y no haré ahora distinción de personas ni usaré con nadie de títulos lisonjeros. Porque no sé decir lisonjas, y si lo hiciera, pronto mi Hacedor me consumiría".

Esto nos agrada mucho. Nunca hemos podido ser muy buenos en este asunto de halagar a los demás, especialmente a los que están en el servicio cristiano. Tratamos de permanecer en el área de la verdad y no exagerar la verdad para nada. Creemos que esta idea de aplaudir y de adular a los demás es en realidad, algo que desagrada profundamente a Dios. Es importante que nosotros en la actualidad no intentemos lisonjear demasiado a las personas. Desafortunadamente hay muchos creyentes en la actualidad a quienes el lenguaje de la adulación les brota con toda naturalidad.

Nuevamente debemos decir que estamos haciendo una recapitulación del contenido de la exposición de Eliú porque es importante que apreciemos las verdades que él estaba presentando. Pensamos que él tenía dos elementos en su ministerio que les faltaban a los demás. Uno de ellos era la gracia; el otro, la verdad.

Recordemos que se dijo que Juan el Bautista vino según la ley, y que la ley vino por Moisés y por aquellos que le siguieron. Pero la gracia y la verdad vinieron por el Señor Jesucristo. Y este hombre, Eliú, que vivió tanto tiempo antes del Señor Jesucristo tenía este discernimiento, lo cual era algo verdaderamente sorprendente, aunque él no tenía un conocimiento y una comprensión completa de ello.

Lo que él estaba enfatizando aquí era algo que los amigos de Job no habían enfatizado para nada. Que el hombre debía ser llevado al punto de conocerse a sí mismo; de ver su condición verdadera, de confesar lo que él era realmente. Job necesitaba esa enseñanza; él no se conocía a sí mismo y tampoco conocía a sus amigos; y sus amigos no le podían transmitir ese conocimiento, esa verdad. Y allí estaba el gran problema. Y por supuesto tampoco había gracia en lo que ellos le decían. Lo que ellos querían inculcarle era que él era un hipócrita. "Tú eres culpable de algún pecado terrible, o de otra manera, esto no te estaría ocurriendo. Dios sería injusto si Él dejara que te ocurriera esto sin una causa". Y por supuesto, ésa era la posición que Job iba a adoptar diciendo: "Dios ha permitido que todo esto me ocurriera, Y Él no tiene ningún derecho de hacerlo porque Dios es justo". Usted puede darse cuenta, estimado oyente, que uno no ha dicho toda la verdad y que no ha presentado la gracia de Dios cuando habla de esa manera. Todo se reduce a un legalismo. Ahora, en el capítulo 33, podemos leer nuevamente los versículos 1 al 3:

"Por tanto, Job, oye ahora mis razones, escucha todas mis palabras. Yo abriré ahora mi boca y mi lengua hablará en mi garganta. Mis razones declararán la rectitud de mi corazón, y lo que saben mis labios, lo dirán con sinceridad".

Eso era algo muy importante. Y a continuación, leamos el versículo 4:

"El espíritu de Dios me hizo y el soplo del Omnipotente me dio vida".

Aquí tenemos la expresión de una gran verdad, en la afirmación de Dios como Creador. Y los versículos 5 y 6, dicen:

"Respóndeme, si puedes; ordena tus palabras, ponte en pie. Heme aquí a mí, en presencia de Dios, lo mismo que tú: del barro fui yo también formado".

Este hombre Eliú quería ocupar el lugar de mediador entre Job y Dios. Obviamente él no era el hombre adecuado para ello, pero reveló la gran necesidad de aquel tiempo de que existiera un hombre así. Lo importante que Eliú dejó bien claro aquí, es que Dios era justo en todo lo que hacía; Dios había creado al hombre y no era responsable ante nadie. No tenía por qué responder ni informar a nadie. Y leemos entonces en el versículo 13 de este capítulo 33, que Eliú le dijo:

"¿Por qué contiendes contra él, si él no da cuenta de ninguna de sus razones?"

Job tenía que entender que Dios no tenía necesidad de presentar un informe a nadie. Él no es responsable ante ningún grupo ni ante la opinión pública. Estimado oyente, Dios no es responsable ante usted tampoco, ni ante mí. Él no tiene por qué darnos una respuesta. Él no tiene que dar ninguna razón, ninguna explicación por lo que hace. Dios no actúa de esa manera; los hombres sí lo hacen. Hay una gran verdad que Eliú enfatizaría aquí, con referencia a lo que Job había dicho en el versículo 9 de este capítulo 33:

"Yo soy puro y sin defecto; soy inocente y no hay maldad en mí".

Dios es mayor que el ser humano. Es una verdad sencilla, sin embargo, es grande porque muchas personas pretenden ocupar el lugar de Dios. Muchos cristianos se atreven a decir por qué ciertas cosas ocurren. Algunos hablan como si tuvieran una línea directa con el cielo. Sinceramente, lo dudamos. Hay muchos misterios que no podemos desentrañar. Nosotros no somos más grandes que Dios. Hay muchísimas cosas que no conocemos. Pero hay una gran verdad que da sentido a todo el argumento que presentó aquí este joven Eliú. Leemos entonces en el Salmo 11, versículo 5: "El Señor prueba al justo; pero al malo y al que ama la violencia, los repudia su alma".

No había pues gracia ni verdad en lo que estos otros hombres habían dicho, pero hay gracia y verdad en esto: Dios, El Señor prueba al justo. Dios tiene un propósito detrás de todo eso, y lo hace para alcanzar cierto propósito. Job opinó que él mismo era puro. Él tomó una posición indicando que Dios había cometido una gran equivocación al tratarlo de la forma en que lo había hecho, en otras palabras era como implicar que él era más grande que Dios. Es una declaración muy sencilla pero es algo que está en el corazón de muchísimas personas; no sólo en el corazón del ateo, no sólo en el agnóstico, ni sólo en el incrédulo, sino aun en la mente de muchos creyentes que adoptan esa posición.

Y estimado oyente, Dios no es responsable ante usted tampoco, ni ante mí. Él no tiene por qué darnos una respuesta. Él no tiene que dar ninguna razón, ninguna explicación por lo que hace. Algunas personas dicen: "¿Por qué permite Dios que esto me ocurra a mí?" Bueno, yo no sé por qué, estimado oyente, porque Dios no es responsable ante usted. Él no tiene por qué decirle a usted o a mí, el motivo por el cual hizo algo. Dios nos ha pedido que confiemos en Él. Él nunca ha prometido que nos apartaría de la oscuridad, pero dijo que pusiéramos nuestra mano en la Suya, y que Él nos guiaría a través de la oscuridad. Dios no nos ha prometido explicarnos todo. Nos ha pedido que confiemos, que depositemos nuestra confianza en Él. Luego podemos leer lo que Eliú dijo aquí en los versículos 13 y 14, del capítulo 33:

"¿Por qué contiendes contra él, si él no da cuenta de ninguna de sus razones? Aunque lo cierto es que de una u otra manera habla Dios, pero el hombre no lo entiende".

¿Cuántas veces tuvo Dios que decirle esto? La primera parte del versículo 15 dice: Por sueños, en visión nocturna. Ésa es la forma en que Dios habla, creemos nosotros, aun en este día. Pensamos que cuando uno va a lugares donde el evangelio no ha llegado aún, donde la Palabra de Dios no ha llegado, usted encontrará que Dios todavía usa este método. Y ¿qué es lo que quería hacer Él? Leamos el versículo 17 de este capítulo 33:

"Para separar al hombre de su obra y apartar del varón la soberbia"

El problema de Job era la mala enfermedad que tenía, que era como un cáncer espiritual: y era el orgullo. ¡Ah, el orgullo humano! Cada uno de nosotros, pensando con sinceridad, puede percibirlo en su propia vida. Por eso Eliú dijo que Dios instruye a las personas por medio de la disciplina.

El falso razonamiento de Job era sencillo de explicar. Él no entendía el carácter de Dios; así que entonces no entendía la forma en que Dios le trataba. Pero Dios estaba realmente trabajando en la vida de Job y estaba tratando, como dice el versículo 17, de apartar de su vida la soberbia. Job era un buen hombre. Era una gran persona. Pero era un pecador rastrero y bajo, tal como usted y yo somos. Debido a que somos pecadores, el orgullo se desliza sigilosamente en nuestra vida. Por ejemplo, nos enfadamos mucho cuando alguien se atreve a criticarnos. Como dirá Job 36:7, Dios no aparta sus ojos de los justos. Estamos en sus manos y estamos continuamente bajo Su mirada. Somos objeto de Su amor profundo, tierno e inmutable, pero también somos súbditos de su gobierno sabio y moral. Él no quiere tener hijos mimados.

Escuchemos una vez más lo que dijo aquí en el capítulo 33, versículos 29 al 33:

"Todas estas cosas hace Dios dos y tres veces con el hombre, para apartar su alma del sepulcro y para iluminarlo con la luz de los vivientes. Escucha, Job, óyeme; calla, y yo hablaré. Si tienes razones, respóndeme; habla, porque yo te quiero justificar. Y si no, escúchame tú a mí; calla, y te enseñaré sabiduría"

Ahora, esto es lo mismo que Dios quiere hacer por los creyentes en el día de hoy. Hay cosas que debemos considerar, por ejemplo, en la epístola a los Hebreos, capítulo 12, versículos 3 al 5, donde leemos: "Considerad a aquel que sufrió tal hostilidad de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar. Porque aún no habéis resistido hasta el punto de derramar sangre, combatiendo contra el pecado; y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor ni te desanimes cuando eres reprendido por él". Y luego en el versículo 11 dice: "Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados".

Ahora, hay tres formas distintas en las cuales nosotros podemos enfrentar la disciplina de nuestro Padre Celestial: (1) la podemos despreciar, menospreciar, como si Su mano y Su voz no estuvieran allí presentes. Podemos ignorar a Dios; (2) o podemos desfallecer o desanimarnos bajo Su disciplina. Y en ese caso, se convierte en una verdadera derrota. Por cierto, Job mostró ambas reacciones. Y entonces, ¿qué es lo que debemos hacer nosotros? (3) Debemos aprender de esa disciplina, y entonces producirá en nosotros el fruto de justicia. Dios permite que los problemas y dificultades lleguen a los Suyos, y Él castiga, corrige, disciplina a cada hijo que recibe. Así que, este era el gran propósito que estaba detrás de todo lo que le había estado sucediendo a Job y Dios llevaría a cabo Su obra de una manera completa.

Estimado oyente, si usted aún no tiene una relación de hijo con Dios, Él ya ha tomado la iniciativa para recibirle como tal, enviando a Su Hijo al mundo para ofrecerse como sacrificio en la cruz por sus pecados. Y hoy mismo puede dar el paso de fe de confiar en el Señor Jesucristo como su Salvador. Dijo Juan en su Evangelio 1:12, "Mas a todos los que lo recibieron, a quienes creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios".

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