Estudio bíblico de Job 34:1-35:10
Job 34:1 - 35:10
Continuamos hoy nuestro estudio en el Libro de Job y llegamos al capítulo 34. En nuestro programa anterior decidimos hacer un resumen de lo que Eliú había dicho hasta ese momento, porque deseábamos decir algunas cosas que consideramos importantes en relación con lo que había expuesto Eliú. Pero hoy sí vamos a considerar el capítulo 34 de este libro de Job. Y al llegar a este capítulo, continuamos escuchando el discurso pronunciado por Eliú. Y a propósito, éste es el discurso más largo de los que tenemos en el Libro de Job. Este hombre Eliú no era uno de los tres amigos de Job; aparentemente era uno de los espectadores que se habían reunido para escuchar lo que Job y sus amigos estaban debatiendo.
Al escuchar lo que dijo este joven concluimos que tenía una verdadera percepción espiritual, para un hombre de esa época. Y él fue tan lejos como era posible, y por cierto que él defendió a Dios en este asunto. Hasta este momento el Señor estaba en una clara desventaja, pues parecía que, o Él estaba castigando a Job por algún pecado en su vida, o si no había un gran pecado en la vida de Job, entonces, Dios era injusto. Parecía que el Señor tenía que probar que Job era un gran pecador. Pero Dios no tenía que hacer eso, como veremos más adelante.
Lo bueno hubiera sido que Job, por medio de sus amigos, se hubiera dado cuenta que Dios no estaba tratando con él en el sentido de castigarlo por algún gran pecado; sino que estaba utilizando todos estos medios intentando quitar el orgullo de su vida, y llevar a Job a un nivel de dependencia en que pudiera confiar en Dios, en el que pudiera responder como el pequeño Samuel cuando dijo: "Habla, Señor, porque tu siervo oye". (1 Samuel 3:10) Pero, Job estaba tan ocupado en defenderse a sí mismo que no podía ver que Dios estaba utilizando estas circunstancias, como los sabeos, los caldeos, tormentas y a Satanás mismo, como instrumentos y maravillosos medios para llevar a Job a un fin lleno de gracia y sabiduría. Lo que queremos enfatizar es que, en realidad, la misericordia de Dios estaba siendo demostrada. Porque Su misericordia siempre está presente. Job había perdido de vista esta realidad y eso lo había apartado de Dios.
Necesitamos reconocer hoy que Dios actúa en nuestras vidas como creyentes. Nosotros nos ocupamos de las personas, con cosas, con circunstancias; y las miramos con referencia a nuestras vidas, en vez de vivir y desarrollar una relación con Dios. En realidad, no estamos viviendo por encima de las circunstancias, sino debajo de las circunstancias, y éstas nos están agobiando.
Cuando permitimos que las circunstancias se interpongan entre nosotros y Dios, Él es excluido, queda fuera, y como resultado nosotros perdemos el sentido de Su presencia y perdemos la noción de que Él está con nosotros. Y por eso, llegamos al lugar donde tenemos preocupaciones, angustia, en vez de tener paz en nuestras almas y entonces no sentimos Su mano paternal sobre nosotros. No nos damos cuenta que Él nos está cuidando y entonces, es cuando nos volvemos impacientes, irritables y encontramos fallos en todas las cosas. Nos apartamos de Dios y no tenemos comunión, compañerismo con Él. Y, ¿por qué? Debido a todas nuestras circunstancias no podemos ver la intervención de Dios en estas cosas. Y Él quiere que nosotros volvamos a Él con corazones arrepentidos y una actitud humilde. Ése es el fin que busca el Señor; por el cual Dios está actuando en su vida y en la mía, estimado oyente.
Este joven Eliú fue, pues, el que en realidad cerró esta etapa de esfuerzos humanos a favor de Job. A partir de la intervención de Eliú, Job experimentaría el ministerio directo de Dios. Vamos a poder apreciar el efecto en estos tres diferentes aspectos: cambiaría su relación con Dios, consigo mismo, y con sus amigos. Estimado oyente, necesitamos experimentar un cambio dentro de nosotros mismos. Dios es quien nos corrige y castiga para llevar a cabo este propósito. A Dios no le molesta hacerlo, porque su acción nos conducirá a una actitud de humildad ante Él para que pueda utilizarnos. Éste es el propósito para el cual usa en nuestra vida la disciplina.
Esta palabra "disciplinar" como vimos anteriormente, es una palabra que literalmente quiere decir: castigarnos, magullarnos. Bueno, Dios nos castigará, nos magullará, estimado oyente; debemos decir que Él permitirá que seamos golpeados de diversas maneras. Porque su disciplina causará que nosotros nos coloquemos en el lugar de humildad, y Dios usará esa actitud en nuestras vidas. Ésa es la hora de instrucción para nosotros. Y ¡qué hermoso es el resultado de esas experiencias en nuestras vidas! a pesar de que las pruebas sean difíciles de soportar. Bueno, llegamos ahora a
Job 34
y vamos a leer los primeros dos versículos de este capítulo 34 de Job:
"Además Eliú dijo: Escuchad, sabios, mis palabras; y vosotros, doctos, prestadme atención".
Parecería que este joven Eliú se estaba dirigiendo aquí a los tres amigos de Job y pues tenía algunas palabras para ellos. En el versículo 3 dijo:
"Porque el oído prueba las palabras, como el paladar saborea lo que uno come".
Así como saboreamos los alimentos con nuestras papilas gustativas, así también el oído saborea o distingue las palabras. Lo mismo sucede, por ejemplo, con la música, que es agradable al oído. Y en el versículo 4 dijo:
"Escojamos para nosotros lo que es justo; conozcamos entre nosotros lo que es bueno"
Eliú dijo que de la misma manera en que a nosotros nos gusta probar algo bueno, deberíamos escuchar algo bueno. En el versículo 5 dijo:
"Porque Job ha dicho: Yo soy justo, pero Dios me ha quitado mi derecho".
Aquí recordamos que Job ya había estado diciendo que él era justo, y que Dios no le había sometido a un juicio justo. En otras palabras, decía que Dios no había sido imparcial con él. No le había provisto de un justo juicio. Y añadió en el versículo 6:
"Y ahora ¿habré de mentir contra mi razón? ¡Dolorosa es mi herida, sin haber cometido transgresión!"
Job seguía manteniendo que tenía una enfermedad incurable y que no había hecho nada para merecerla. Luego continúa diciendo en el versículo 7:
"Pues bien, ¿qué hombre hay como Job, que bebe el sarcasmo como agua"
Otra traducción dice: "que tiene el sarcasmo en la punta de la lengua". Se puede apreciar aquí, como vimos en nuestro programa anterior, que el Señor disciplina. El Señor está implicado en este asunto de disciplinar a aquellos que son Suyos. Y Él lo hace con un propósito bien definido, podemos decir: "Porque el Señor al que ama, disciplina". Ésa es la declaración que leímos en nuestro programa anterior, en el capítulo 12, de la carta a los Hebreos. Y se nos dice allí que no debemos despreciar la disciplina. Pues bien, Job aquí estaba despreciando la disciplina y corrección del Señor; Esta actitud le apartó y alejó de Dios. Entonces Job comenzó a desfallecer bajo el peso de esa disciplina. Nosotros no tenemos que desfallecer cuando seamos reprendidos por Él. Dios está llevando a cabo ese proceso de corrección con un propósito bueno para nuestras vidas. Leamos ahora, el versículo 8, de este capítulo 34 de Job:
"Que va en compañía de los malvados y anda con los hombres malos?"
A decir verdad, podemos decir que al hablar que, con su actitud Job se había unido a los que estaban realizando protestas en esta tierra. Él estaba, por así decirlo, acompañado de todas las personas que obraban mal. Era como si hubiera estado manifestándose por las calles con una pancarta en la cual proclamaba que Dios estaba equivocado y él estaba en lo cierto. Job se había unido a aquellos que estaban en rebelión contra Dios. Al mirar a nuestro alrededor hoy, es evidente que muchas personas tienen esa forma de pensar. Leamos ahora, el versículo 9:
"Porque ha dicho: De nada le sirve al hombre conformar su voluntad a Dios".
Fue como si Job hubiera dicho que se había comportado bien, había servido a Dios, y realmente no le había compensado hacerlo, porque Dios había permitido que le sucediera una verdadera cadena de tragedias. O sea, que esperaba algo a cambio de su devoción por Dios. Ésa fue su actitud y es también la actitud de muchos cristianos en la actualidad. Sigamos ahora con el versículo 10:
"Por tanto, vosotros que sois varones inteligentes, oídme: ¡Lejos esté de Dios la impiedad, del Omnipotente la maldad!"
Ahora, este hombre Eliú nuevamente estaba diciendo que Dios no podía hacer las cosas mal. Recordemos que el apóstol Pablo se hizo la siguiente pregunta en Romanos 9:14: "¿Qué, pues, diremos? ¿Que hay injusticia en Dios? De ninguna manera". Estimado oyente, puede sonar desagradable decir esto, pero si usted dice que Dios está equivocado, entonces usted está equivocado. Dios siempre está en lo cierto y nosotros somos los que estamos siempre en el error, cuando nos apartamos de su voluntad. No importa lo que Dios haga, Él actúa correctamente. No tiene que pedirnos permiso para hacer algo.
Dios tiene la libertad de dirigir el universo como Él prefiera hacerlo. Y lo hará acertadamente: Él no está limitado por nuestras normas humanas. Escuchemos la lectura del versículo 12 de este capítulo 34 de Job, porque allí dijo:
"Sí, por cierto, Dios no hará injusticia; el Omnipotente no pervertirá el derecho".
Y eso es algo estimado oyente, que usted debería recordar constantemente, al considerar lo que ocurre hoy en su propia vida o en el mundo. Dios no cometerá injusticias, Él no pasará por alto una acción mala. Y si usted quiere buscar en el Antiguo Testamento y encontrar alguna falta en Él por haberse librado de los amorreos; lo puede hacer, está en su derecho. Pero, amigo oyente, Dios estaba en lo justo, en lo correcto. Nuestra perspectiva humana es limitada, incompleta. Pero Dios sabía lo que estaba haciendo. Lo que sí sabemos, por la Biblia misma, que durante cuatrocientos años Dios extendió su misericordia sobre aquellos pueblos cananeos, y durante ese período les dio muchas oportunidades de arrepentirse. Y fue sólo después de dicho período que Dios dispuso que fueran exterminados. O sea, que para intentar razonar sobre aquella etapa de la historia, deberíamos partir de este punto.
En la actualidad, todo nuestro sistema de pensamiento humano se basa en razonar desde la experiencia a la verdad; y es por tal motivo que muy pocos de nosotros logramos llegar a la verdad. Pero Dios razona desde la verdad y Él es la verdad. El Señor Jesucristo, en Juan 14:6 dijo: "Yo soy la verdad". Cuando Pilato le preguntó: "¿Qué es la verdad?", como vimos en Juan 18:38, la Verdad estaba ante él mismo; el Señor Jesucristo es la Verdad. Tenemos que aprender a razonar desde la verdad a la experiencia, que es lo que Dios hace. Leamos ahora, los versículos 13 y 14:
"¿Quién visitó por él la tierra? ¿Quién puso en orden el mundo entero? Si él pusiera sobre el hombre su corazón y retirara su espíritu y su aliento"
El caso es que Dios tiene un cuidado especial y una preocupación por el hombre. Y podemos apreciar esto cuando leemos el versículo 31, de este mismo capítulo 34 de Job:
"De seguro conviene decirle a Dios: Ya he llevado el castigo; no volveré a ofender".
Si Él le ha disciplinado, entonces usted tiene que haber aprendido su lección y no continuar como antes, con su comportamiento anterior. Quizás Dios está tratando de desarrollar algo en su vida. Él no permitirá que a usted le ocurra algo, a no ser que sea para lograr un propósito digno. En el versículo 32 leemos:
"Enséñame tú lo que yo no veo; y si hice mal, no lo haré más".
Ahora, si usted ha actuado mal, y sabe que el propósito del castigo o la disciplina de Dios ha sido el de apartarlo a usted de su pecado; entonces, aprenda su lección y apártese del pecado y la maldad. Escuchemos lo que Eliú continuó diciendo en los versículos 34 y 35:
"Los hombres inteligentes dirán conmigo, y también todo hombre sabio que me oiga: Job no habla con sabiduría; sus palabras no tienen sentido".
Ahora, lo que se dijo de Job podría decirse de la mayoría de nosotros. Hablamos demasiado, y lo mucho que decimos carece de conocimiento y de sabiduría. A veces los títulos académicos no garantizan que las personas hablen o razonen con conocimiento y sabiduría. Veamos ahora los versículos 36 y 37:
"¡Yo deseo que Job sea ampliamente examinado, a causa de sus respuestas semejantes a las de los hombres perversos! Porque a su pecado ha añadido rebeldía, y bate palmas contra nosotros, y contra Dios multiplica sus palabras".
Lo que Eliú estaba diciendo era que él esperaba que Dios probara a Job hasta que este hombre fuera capaz de defender a Dios, en vez de defenderse a sí mismo. Llegamos ahora a
Job 35:1-10
Leamos ahora los versículos 1 y 2, a partir de los cuales veremos que
Dios le estaba enseñando a Job una lección
"Prosiguió Eliú su razonamiento y dijo: ¿Piensas que ha sido correcto decir: Más justo soy yo que Dios?"
Desde el momento en que Job decía que él tenía razón y que a pesar de estar en la posición correcta estaba sufriendo, implicaba que Dios tenía que estar equivocado. Ésa es la deducción que uno hace frente a esa clase de razonamiento. Continuemos leyendo los versículos 5 y 6, de este capítulo 35:
"Mira a los cielos. Contémplalos y considera que las nubes están más altas que tú. Si pecas, ¿qué habrás logrado contra él? Si tus rebeliones se multiplican, ¿qué le harás tú?"
Pues bien, ésa era la pregunta que estaba formulando Job. Él estaba diciendo que su vida insignificante no le estaba afectando a Dios. Lo maravilloso de todo esto es que sí le afectaba. Un pecado es algo de efectos casi infinitos. Abraham pecó en el caso de aquella joven esclava llamada Agar, y las consecuencias de su acción se han hecho sentir en el conflicto entre los pueblos del Medio Oriente. Abraham había tomado a aquella mujer a causa de una sugerencia de su esposa Sara. Pero ambos estuvieron equivocados. Y los resultados de su error se han prolongado durante cuatro mil años. Realmente el pecado es algo fatal, de terribles efectos y sí le afecta a Dios. En el versículo 8, de este capítulo 35, dice:
"A un hombre como tú lo daña tu impiedad; y a un hijo de hombre le es provechosa tu justicia".
Usted amigo oyente, es un testigo, usted es un como un predicador; no importa cuál sea su profesión. Es decir que su maldad le hará daño, perjudicará o hará sufrir a otras personas, y sus acciones justas, por otra parte, ayudarán a algunas personas. En los versículos 9 y 10, de este capítulo 35, leemos:
"Claman a causa de las muchas violencias y se lamentan por el poder de los grandes. Pero nadie dice: ¿Dónde está Dios, mi Hacedor, que llena de cánticos la noche"
Esto es algo extraordinario, verdaderamente. Dios es quien da las canciones en la noche, es decir, en las horas más oscuras. El único lugar de felicidad se encuentra en la presencia de Dios. ¿Ha observado usted alguna vez, en Efesios 1:3, esa expresión: Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo? ¿Qué quiere decir esa palabra "bendito"? Quiere decir: "feliz". Dios es feliz y Él quiere que nosotros también seamos felices. Cuando Moisés bajó de la cima de la montaña, su rostro resplandecía porque en ese momento había perdón, ahora había un sacrificio por el pecado y Dios iba a tratar al ser humano con gracia y misericordia.
El apóstol Juan escribió en su primera carta 1:4, diciendo: "Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea completo". Es el gozo que sienten aquellos que en los momentos oscuros y sombríos de la vida, puede transformar las situaciones para traer calma, paz y gozo.
Después de que finalicemos el discurso de Eliú, encontraremos que Dios se acercará a Job. Se desencadenaría una tormenta sobre Job, y desde el estruendo de la tormenta Dios le hablaría. Estimado oyente, es a través de las tempestades de la vida, que Dios quiere transmitirnos paz. No deberíamos permitir que las circunstancias se interpusieran entre nuestra alma y Dios.
Estimado oyente, desde la distancia no conocemos las circunstancias por las que usted está atravesando en su vida. Pero queremos recordarle que Dios utiliza, a veces, los momentos de desaliento, confusión y rebeldía ante lo que nos sucede, para acercarse. Cuando en usted se produce el silencio, cuando ya no queda nada por decir, entonces Él se hace presente. Y hoy quiere recordarle a usted que a Dios le afecta la situación en la que usted se encuentra. Y Él ha enviado a Su Hijo, a morir por usted, por mí, para recibir en la cruz el castigo que merecíamos, a fin de que al dar el paso de fe de aceptar ese regalo de la salvación, recibiéramos la vida eterna y el honor del servir y obedecer al Señor Jesucristo aquí en la tierra. ¿No querrá usted dar ese paso de fe ahora mismo?
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