Estudio bíblico de Salmos 25-26
Salmos 25 y 26
En los Salmos 25 hasta el 39, tenemos una nueva sección, y estos 15 Salmos principalmente registraron la experiencia personal de David, pero también miran hacia el futuro en el cual el remanente de Israel fiel a Dios pasará por grandes problemas. Para el consuelo de los cristianos hoy estos salmos contienen, espiritualmente hablando, un verdadero bálsamo, como aquel antiguo bálsamo de la resina del árbol llamado estoraque, de Galaad, al este del río Jordán, famoso por sus propiedades curativas. Los salmos precedentes pueden ser descritos como dramáticos, sensacionales. Pero los siguientes quince salmos son más personales, tranquilos e íntimos. Tienen un hermoso mensaje y un impacto espiritual para nuestras vidas hoy. Así que son aplicables al pasado, al presente y al futuro. Algunos de estos salmos podrían no resultar familiares para muchos, pero tienen mucho que decirnos. Vamos a destacar algunos de los puntos sobresalientes de estos Salmos. Opinamos que en momentos de dificultad y problemas, cuando uno no puede conciliar el sueño durante la noche, o cuando se encuentra en algún lugar alejado de su hogar, y probablemente también se siente un poco solo, nos vemos buscando algo qué leer en el Libro de los Salmos. En muchas ocasiones en esta sección en particular, porque surgió de la experiencia personal de un hombre que estaba pasando por grandes problemas y dificultades. Así que esta sección del libro de los salmos proporciona consuelo a los creyentes de todos los tiempos. Escuchemos lo que dicen los primeros dos versículos de este Salmo 25:
"A ti, Señor, levantaré mi alma. Dios mío, en ti confío; no sea yo avergonzado. ¡No se alegren de mí mis enemigos!"
Esta fue una oración que reveló la dependencia que David tenía de Dios. Algún día Israel también pasará por esta experiencia. Llegará el momento en el que el remanente fiel de Israel se encuentre en una situación en la cual no podrán depender de nadie sino de Dios. Y sería bueno que nosotros necesitáramos depender de Dios de esa manera.
Cuando David dijo A ti Señor, levantaré mi alma. Estaba yendo al fondo del problema. Esta no solo era su voz hablando, sino su alma. Y continuó diciendo Dios mío, en ti confío, no sea yo avergonzado, ¡No se alegren de mí mis enemigos! ¿Se ha encontrado usted, estimado oyente, en una situación que parecía ser un fracaso total en vez de un éxito? Usted no quería caer derrotado, ya sea en su vida personal, en su vida familiar o quizá en su trabajo. Nos llama la atención su pedido: ¡No se alegren de mí mis enemigos! ¡Qué hermosa oración la que tenemos ante nosotros! Leamos ahora el versículo 3:
"Ciertamente, ninguno de cuantos esperan en ti será confundido; serán avergonzados los que se rebelan sin causa".
Escuchemos ahora su súplica en el versículo 4:
"Muéstrame, Señor, tus caminos; enséñame tus sendas".
Hay dos caminos por los cuales el hombre se puede dirigir en el día de hoy: el camino de Dios, o su propio camino. Dios nos da la opción de elegir. Todos nosotros podemos transitar por el camino que hayamos elegido. Pero en el libro de Proverbios, capítulo 14, versículo 12, leemos: "Hay camino que al hombre le parece derecho, pero es camino que lleva a la muerte". ¡Qué gran experiencia es poder recurrir a Dios y pedirle que nos muestre el camino por el que deberíamos ir! Luego, David dijo en el versículo 5, de este Salmo 25:
"Encamíname en tu verdad y enséñame, porque tú eres el Dios de mi salvación; en ti he esperado todo el día".
David le estaba suplicando a Dios que le mostrara el camino. Y eso nos lleva a decir que lo que tenemos aquí en el idioma hebreo es un Salmo Acróstico, es decir, que está escrito basado en el alfabeto hebreo; o sea que cada versículo comienza con una letra diferente del alfabeto hebreo. Por supuesto, nosotros no podemos apreciar esa estructura en nuestro idioma castellano. Pero, escuchemos ahora la continuación de la oración de David en el versículo 6:
"Acuérdate, Señor, de tu compasión y de tus misericordias, que son perpetuas".
Él no solo hablaba de la bondad de Dios, sino de las muestras de Su tierna bondad. Es difícil distinguir entre las dos. Cuando El nos da algo que le hemos pedido, podríamos hablar de Su bondad; pero cuando nos da más de lo que le hemos pedido, podemos hablar de su amorosa y tierna bondad. David podía decir esto de sus días difíciles, así como lo hará el remanente fiel en futuros tiempos de aflicción. Pero esta oración habla de manera especial hoy a nuestro corazón. Lo que fue bueno para los creyentes en el pasado, será bueno para los creyentes del futuro, es también bueno para nosotros hoy. No podemos ver como alguien puede leer los Salmos o estudiar la carta de San Pablo a los Romanos, sin ver que Dios tiene un plan y un propósito para la nación de Israel en el futuro, Él no ha terminado aún su obra con esa nación. Leamos ahora el versículo 7 del Salmo 25:
"De los pecados de mi juventud y de mis rebeliones no te acuerdes. Conforme a tu misericordia acuérdate, Señor, de mí, por tu bondad".
David le pidió a Dios no solo que recordase su bondad o las muestras de su tierna bondad, sino que también se olvidara de algo; de los pecados y rebeliones de su juventud. Entonces oró a Dios pidiendo recibir compasión y misericordia. Y Dios es rico en ellas. Y las tiene en abundancia para ofrecérselas a usted hoy, y aun le quedará en abundancia para ofrecerme a mí. Yo no sé en cuanto a usted, amigo oyente, pero yo voy a necesitar mucha misericordia y también me gusta recibir mucha bondad y compasión de parte de Dios. Nuevamente, tenemos aquí el pensamiento que leímos en el Salmo 23:6 "Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida".
Llegamos ahora a la segunda sección de este Salmo. Leamos los versículos 8 y 9, donde tenemos
La expresión de confianza en Dios
"Bueno y recto es el Señor; por tanto, él enseñará a los pecadores el camino. Encaminará a los humildes en la justicia y enseñará a los mansos su carrera".
La bondad de Dios, Su amor, y Su justicia son reveladas en Su provisión de la salvación para usted y para mí. Veamos ahora lo que dice aquí, el versículo 11:
"Por amor de tu nombre, Señor, perdonarás también mi pecado, que es grande".
Y Dios nos perdona por amor al nombre y la obra de Cristo; nunca por nuestros propios méritos. Usted y yo estimado oyente, no merecemos el perdón. Sabemos que Él perdonó a David; y si confiamos en el Señor Jesucristo, El también nos perdonará a nosotros. En cierta ocasión, un hombre a quien le gustaba blasfemar mucho, le dijo lo siguiente a un Pastor: "¿Por qué eligió Dios a un hombre como David, que era tan pecador?" Y el Pastor le respondió: "Usted y yo, deberíamos sentir un gran consuelo de que Él haya actuado así. Si Dios pudo salvar a alguien como David, entonces hay esperanza de que Él lo salve a usted y que me salve a mí también". Y en lo que respecta a la gente del futuro, Dios dijo en Jeremías 31:34, Porque perdonaré la maldad de ellos y no me acordará más de su pecado. Al llegar al final de esta sección, leemos en el versículo 14, de este Salmo 25:
"La comunión íntima del Señor es con los que lo temen, y a ellos hará conocer su pacto".
Hay muchas personas que hoy que simplemente tienen un signo de interrogación en cuanto a su vida cristiana se refiere. No comprenden este o aquel versículo de la Escritura; y no comprenden por qué Dios hace ciertas cosas. Su falta de comprensión lo dice todo. Siempre se encuentran en un estado permanente de dudas y preguntas, Pero aquí dice que la comunión íntima del Señor es con los que le temen. Cuando estamos andando en compañía de Él, nos damos cuenta muchas veces de que no necesitamos hacer alguna pregunta; simplemente ponemos nuestra mano en Su mano y caminamos con Él. Muchos de nosotros deberíamos olvidarnos de algunas de las preguntas que tenemos y sencillamente dejar que Él tome nuestra mano en la Suya y nos permita caminar con Él.
Ahora, al llegar a esta última sección, que hemos titulado
Problemas, dificultades y liberación
Nos encontramos una vez más con la época de dificultades que vendrán para Israel en el futuro. Vamos a leer los versículos 15 al 17;
"Mis ojos siempre se dirigen hacia el Señor, porque él saca mis pies de la red, de la trampa, mírame y ten misericordia de mí, porque estoy solo y afligido. Las angustias de mi corazón se han aumentado; sácame de mis congojas".
¡Qué oración que será esta para el remanente de Israel fiel a Dios durante los tiempos de dificultades y aflicción que vendrán! También es una buena oración para usted y para mí cuando experimentemos días de prueba, Y él dijo entonces en el versículo 18:
"Mira mi aflicción y mi trabajo y perdona todos mis pecados".
Es que cuando nos hallamos en problemas y dificultades tenemos una mayor tendencia a confesar nuestros pecados. Ahora, los versículos 19 al 21, dicen:
"Mira mis enemigos, cómo se han multiplicado y con odio violento me aborrecen. ¡Guarda mi alma y líbrame! No sea yo avergonzado, porque en ti he confiado. Integridad y rectitud me guarden, porque en ti he esperado".
Y ahora escuchemos la conclusión. Leamos el versículo 22 de este Salmo 25:
"¡Redime, Dios, a Israel de todas sus angustias!"
¡Qué oración más gloriosa es esta! primordialmente para la nación de Israel, y es para ese día de dificultades y de angustia que se está aproximando sobre este mundo.
Todos nosotros que somos hijos de Dios tenemos problemas durante el transcurso de nuestra vida. Estas es una oración para nosotros, Oh Dios, líbranos de todas nuestras dificultades.
Lo que este Salmo nos está diciendo aquí es que los problemas que tenemos, a veces las dificultades, vienen pero no se quedan para siempre con nosotros, son transitorias. Eso es lo que leemos aquí: "Redime, oh Dios, a Israel de todas sus angustias". Podemos comprender que la interpretación primordial es para la nación de Israel, pero con toda seguridad podemos como cristianos hacer nuestra esa oración.
Llegamos ahora al
Salmo 26
Que es una súplica basada en la justicia personal. En el Salmo 25, David estaba confesando sus pecados y, por cierto, David era un gran pecador. Pero en este Salmo, él estaba hablando de su rectitud y justicia propia. Yo no sé usted, pero yo tengo una justicia perfecta, pero no es mi propia justicia. Es que estoy unido a Cristo Jesús, a quién Dios ha hecho nuestra sabiduría, es decir, nuestra justificación, santificación y redención, (como dice 1 Corintios 1:30). De esa manera, al estar unido a Cristo estoy completo en El y aceptado por Dios. Esto es lo que significa orar a Dios en el nombre de Cristo. Es presentar Su obra, Sus méritos, y Su persona con nuestras peticiones. Leamos ahora los primeros dos versículos de este Salmo 26:
"Júzgame, Señor, porque yo en integridad he andado; he confiado asimismo en Jehová sin titubear. Examíname, Señor, y pruébame; escudriña mis íntimos pensamientos y mi corazón"
Este es un Salmo que nos habla en realidad del andar de David, de su vida. David cometió un gran pecado, pero cabe destacar aquí que no continuó en el pecado. Lo que David hizo una vez, el rey de Babilonia lo hacía todos los días. El pecado de David se destacó como un trozo de carbón en un muñeco de nieve, porque el resto de la vida de David se destacó por su amor a Dios. Se convirtió en una norma para evaluar a los reyes que le siguieron. Cada uno de esos reyes fue juzgado en base a si había vivido siguiendo la conducta de su padre David o no. Si había seguido el ejemplo de David, era aceptado y proclamado como un buen rey.
Y en este Salmo nos hace recordar mucho del primer Salmo. Recordemos como comienza: Júzgame, Señor, porque yo en integridad he andado; he confiado en el Señor sin titubear. Fue a causa de su fe en el Señor que David no se deslizó y cayó. No fue por ser fuerte, porque él sabía que no lo era, pero él sabía que cuando confiara en el Señor, el Señor le sostendría. Continuemos leyendo los versículos 3 al 5:
"Porque tu misericordia está delante de mis ojos y ando en tu verdad. No me he sentado con hombres hipócritas, ni entré con los que andan simuladamente. Aborrecí la reunión de los malignos y con los impíos nunca me senté".
Este Salmo es similar al Salmo 1 en contenido. David dijo: Y ando en tu verdad. Esta es una declaración positiva. El primer Salmo presentaba el lado negativo. Decía: Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos (versículo 1). Es más, David afirmó que no convivía con los mentirosos ni se juntaba con los hipócritas, con los que actuaban con falsedad. Como el Salmo 1:1 decía, en otra versión: Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en la senda de los pecadores, ni cultiva la amistad de los blasfemos. Continuemos leyendo el versículo 6:
"Lavaré en inocencia mis manos, y así, Señor, andaré alrededor de tu altar"
La fe de una persona necesita estar respaldada por una vida recta. Este salmo es muy importante en conexión con esta afirmación. Posiblemente esta sección de los Salmos no es tan popular porque enfatiza la necesidad de vivir una vida que agrade a Dios.
"Mi pie ha estado en rectitud; en las congregaciones bendeciré al Señor"
David dijo que su pie estaba en ese momento ahora en terreno firme, y conocía el terreno que pisaba. Estaba establecido sobre la roca, y el "terreno firme" nos habla de ella. Cuando uno se encuentra en terreno resbaladizo, tiende a caerse. Muchos cristianos se encuentran hoy en esa posición.
Flirtean con el mal, con el pecado. Están jugando con el mal y se acercan mucho a él. Creen que pueden luchar contra la tentación acercándose a la tentación misma. Por eso es importante tener los pies apoyados en un terreno firme.
En el libro de 2da. Samuel 22 se registra un cántico de liberación del rey David, compuesto en el día en que el Señor le había librado de todos sus enemigos y del rey Saúl. Sus palabras están relacionadas con nuestro tema de hoy. Dijo David: ¿Y qué Roca hay fuera de nuestro Dios? Dios es el que me ciñe de fuerza, quien despeja mi camino, quien hace mis pies como de ciervas y me sostiene firme en las alturas. Estimado oyente, en un mundo en el cual, en el ámbito espiritual y en la convivencia social, tenemos a veces, la impresión de estar transitando por arenas movedizas. Destacamos que el fundamento sólido para enfrentar esta vida y, después de ella, entrar en la vida eterna, es apoyarnos sobre el fundamento sólido del Señor Jesucristo. De Su obra de liberación en la cruz cuando murió por nuestros pecados. Y nosotros al ver aquella obra completa de Cristo en la redención podemos también engrandecer el nombre de Dios porque, como bien dijera Moisés en su canción del Deuteronomio: El es la Roca, cuya obra es perfecta.
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