Saltar al contenido

Estudio bíblico de Salmos 100-102

Salmos 100, 101 y 102

Al llegar hoy al Salmo 100, arribamos al majestuoso final de este magnífico grupo de Salmos que comenzó con el Salmo 94 y que finalizó con este Salmo 100. Ésta es una sección en la cual hemos visto al Señor Jesucristo como rey, Jehová es Rey. Quisiéramos recordar los primeros versículos de algunos de estos Salmos. En el Salmo 93:1 leímos: "El Señor reina; se ha vestido de majestad". Esta frase nos habla del futuro, de la época cuando el Señor vendrá nuevamente a esta tierra. La primera vez que Él vino a la tierra, no vino en Su majestad, sino como un niño, que hizo llorar a una mujer. Pero cuando Él regrese en la próxima ocasión, como se nos dice aquí, vendrá revestido de magnificencia y majestad. Luego, en el Salmo 94:1 leímos: "Señor, Dios de las venganzas". Cuando Él venga a la tierra otra vez, Él enderezará todo lo que está mal. Nosotros no podríamos hacerlo porque seríamos vengativos. Pero el Señor no reinará de esa manera. Él vindicará, pero no será vengativo. Luego, en el Salmo 95:1 dice: "Venid, aclamemos alegremente al Señor, ¡Cantemos con júbilo a la roca de nuestra salvación!" En el Salmo 97:1, leímos: "¡El Señor reina! ¡Regocíjese la tierra!" y el Salmo 98:1 decía: "Cantad al Señor cántico nuevo, porque ha hecho maravillas". Y una vez más, el Salmo 99:1 nos dice en su primer versículo: "¡El Señor reina! temblarán los pueblos".

Y llegamos ahora a una gran doxología. Este es el coro de Aleluya aquí al final de la serie de salmos. Es un final glorioso de un grupo hermoso de Salmos. Escuchemos lo que dicen los primeros dos versículos de este Salmo 100:

"Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra. Servid al Señor con alegría; venid ante su presencia con regocijo".

Nuevamente deseamos enfatizar que Dios no quiere que usted se acerque ante Él a adorarle con un semblante serio, adusto. A veces esa expresión nuestra está justificada por los problemas que nos acosan, o por tentaciones que nos hayan vencido, o porque nos acercamos a Dios en arrepentimiento, pidiéndole que nos perdone y nos apoyamos en Él. Pero nada de todo esto es adoración. Usted adora a Dios cuando se acerca a Él para alabarle y Él quiere que para usted ésta sea una experiencia feliz. En este período deberíamos afinar nuestras voces y prepararnos porque algún día futuro todo el mundo podrá cantar, alabar y adorarle como expresión de una alegría universal.

Y añadió el salmista: Servid al Señor con alegría: venid ante su presencia con regocijo.

Este es un Salmo hermoso de alabanza. De alabanza, adoración y glorificación de Dios.

Este gran Salmo es como una doxología, y hay muchas doxologías en la Palabra de Dios. Por ejemplo, uno puede leer lo que dice el primer capítulo de la Carta a los Efesios 1:3, y se podía cantar también esas palabras. "Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo". Él ha sido bueno con nosotros. Él nos ha dado toda clase de bendiciones espirituales, pero algunos de nosotros no nos estamos aprovechando de ellas. Las estamos almacenando en algún lugar para utilizarlas cuando nos hagan falta. Pues bien, estimado oyente, comience usted a usarlas lo antes posible. Tenemos también otra doxología que encontramos en el primer capítulo de Apocalipsis 1:5-6; que dice: "Al que nos ama, nos ha lavado de nuestros pecados con su sangre y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre, a él sea gloria e imperio por lo siglos de los siglos. Amén". Estas palabras nos elevan hacia las alturas: Todo el mundo será llamado a proclamar sus alabanzas al Señor. Porque en aquel tiempo, todo el mundo le conocerá.

En el próximo versículo de este Salmo creemos que hay algo bastante interesante, tenemos la confluencia de los conceptos de Dios como Creador y como Redentor. Escuchemos lo que dice aquí el versículo 3:

"Reconoced que el Señor es Dios; él nos hizo y no nosotros a nosotros mismos; pueblo suyo somos y ovejas de su prado".

Hay muchas personas que no saben que el Señor es Dios. Muchos creyentes no son conscientes de esta realidad. En la Iglesia primitiva, cuando tuvo lugar la primera persecución, como vemos en Hechos 4:24, los apóstoles regresaron e informaron a la Iglesia primitiva en Jerusalén de lo que estaba sucediendo y se presentaron ante Dios en oración, y comenzaron diciendo: "Soberano Señor, tú eres Dios". Ahora, alguien quizá puede decir: "Bueno, eso es fácil de decir". Pero, estimado oyente, ¿lo cree usted en el día de hoy? Hay muchos creyentes que se están comportando como si Él no fuera Dios

Aquí dice: "Él nos hizo y no nosotros a nosotros mismos". Él es Dios, el Creador. Debemos adorarle porque Él es el Creador, ¡Él hizo este universo!

Ahora, no sólo le adoramos como Creador, pero pueblo suyo somos y ovejas de su prado. Ahora, ¿cómo se convierte uno en una oveja? Bueno, cuando usted es redimido. Y aquí tenemos un caso donde el Pastor murió por Sus ovejas; las ovejas no murieron por Su Pastor, ¿De qué ovejas está Él hablando aquí? Las ovejas son Israel. Él es también Su Pastor. Y recordemos que el Señor les dijo a ellas que tenía otras ovejas que no formaban parte del rebaño de Israel. Leamos Juan 10:14-16: "Yo soy el buen pastor y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, 15así como el Padre me conoce y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas. 16Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; a esas también debo atraer y oirán mi voz, y habrá un rebaño y un pastor". El Señor es el Pastor de Israel; Y Él es también mi Pastor y el suyo, si le pertenecemos. Continuemos leyendo el versículo 4 de este Salmo 100:

"Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con alabanza. ¡Alabadlo, bendecid su nombre!"

Esta es la manera en la que Él quiere que usted se acerque a Su presencia. La gente debería acudir a la iglesia con la alabanza en sus corazones, con corazones agradecidos a Dios. Leamos ahora el versículo 5:

"Porque el Señor es bueno; para siempre es su misericordia, y su fidelidad por todas las generaciones".

Estimado oyente, no sabemos quién es usted, o en qué circunstancias se encuentra, pero sí sabemos que Dios es bueno con usted.

Dice aquí: Para siempre es su misericordia. La compasión no se ha agotado. Su misericordia es eterna. Como la harina que se encontraba en la tinaja de la viuda de Sarepta, a quién el profeta Elías ayudó, esa harina nunca escaseó.

Y ahora llegamos al:

Salmo 101

Este es un Salmo que fue escrito por David. Comienza un grupo de 6 salmos (101-106) que hablan de alabanza al Rey. Y puede usted imaginarse quién es el tema de este himnario. Es otra vez el Rey, el Señor Jesucristo. Él es el Rey de justicia y paz, y Él va a reinar sobre esta tierra. Este es un Salmo que en no encaja en absoluto con el reinado de David, así que tiene que ser un Salmo profético. Mira hacia el futuro, hacia el Hombre del cual Dios habló a David, el Hombre que vendría de la descendencia de David. No se refería a Salomón, ni tampoco se refería a otra persona del linaje de David, hasta que Jesús nació en Belén, porque Él era de la casa y del linaje de David. El Señor Jesús era el Hombre de quien el salmista estaba hablando. Leamos, pues, el versículo 1 de este Salmo 101:

"Misericordia y justicia cantaré; a ti, Señor, cantaré".

El salmo comenzó como otros, cantando alabanzas a Dios. Ahora, la misericordia y la justicia no andan juntas en nuestro tiempo. Es difícil que alguien pueda mantenerlas en equilibrio, pero Dios puede hacerlo. Y entonces nosotros podemos cantar a la misericordia y a la justicia. Porque Él es el Rey de la justicia, y es el Rey de Paz. Leamos ahora el versículo 2.

"Entenderé el camino de la perfección cuando vengas a mí. En la integridad de mi corazón andaré en medio de mi casa".

No recordamos que David haya andado o vivido así nunca. Aquí se nos está presentando al Redentor, y al Unigénito del Padre. El Rey habla como el Hijo del Hombre. Observemos que Él es el Hijo del Hombre sobre la tierra. Debemos recordar que en Su obra como Redentor, Él era el Unigénito del Padre, pero Él ocupó Su lugar de sumisión a la voluntad de Dios. Él ocupó un lugar menor mientras estuvo sobre la tierra, pero lo hizo voluntariamente. Nosotros tratamos de elevarnos a un sitio más alto, pero Él, tomó un lugar bajo para podernos llevar así a un lugar más elevado. En Hebreos 10:7, vemos que antes de Su encarnación Cristo dijo: "He aquí que vengo, Dios, para hacer tu voluntad". Cuando estaba en la tierra Él dijo que Su comida y Su bebida era hacer la voluntad del Padre que le había enviado. Y Él cumplió la voluntad de Su Padre perfectamente. Y pacientemente esperó por aquella hora, la que llamó mi hora, cuando Él consiguió la salvación para usted y para mí, estimado oyente. Hoy Él se encuentra a la derecha de Dios, y aún está haciendo la voluntad de Dios. Él está esperando esa hora en que Su Padre le enviará al mundo nuevamente, porque el Padre ha dicho: "Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies". (Salmo 110:1) Luego se nos dice, en 1 Corintios 15:28: "Pero luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos". Este versículo ha causado mucha discusión. ¿Qué quiere decir realmente? Quiere decir que después que Él reine sobre esta tierra, sujeto al Padre, Él va a regresar a Su lugar en la deidad, como miembro de la Trinidad. Pero cuando esté aquí abajo, de dice de Él en Hebreos 2:12, "Anunciaré a mis hermanos tu nombre, en medio de la congregación te alabaré".

Ahora veamos cómo va a reinar Cristo ?David nunca reinó de esta manera. Leamos los versículos 4 al 8, de este Salmo 101:

"Corazón perverso se apartará de mí; no conoceré al malvado. Al que solapadamente difama a su prójimo, yo lo destruiré; no sufriré al de ojos altaneros y de corazón vanidoso. Mis ojos pondré en los fieles de la tierra, para que estén conmigo; el que ande en el camino de la perfección, éste me servirá. No habitará dentro de mi casa el que hace fraude; el que habla mentiras no se afirmará delante de mis ojos. Por las mañanas destruiré a todos los impíos de la tierra, para exterminar de la ciudad del Señor a todos los que hagan maldad".

Este es un cuadro del reino de Cristo aquí en la tierra, y durante el milenio no habrá corte suprema porque Él mismo será esa Corte Suprema. Él será el único que va a juzgar. El Padre dijo que Él había entregado todo juicio en manos de Su Hijo, y Él entonces juzgará a cada uno según su necesidad. Porque cada uno tendrá que sujetarse a Su gobierno. Cuando reine, será la autoridad absoluta y todos tendrán que obedecerle.

Entonces todos sus súbditos cantarán una nueva canción al Rey, que reinará con justicia y criterio. Y llegamos ahora al:

Salmo 102

Es un Salmo mesiánico, que nos muestra al Señor en el jardín de Getsemaní. No se menciona a, escritor de este Salmo. Ha habido muchas conjeturas en cuanto al escritor, y nosotros sugerimos que fue David. La inscripción del Salmo dice: "Oración del que sufre, cuando está angustiado y delante del Señor derrama su lamento". Este Salmo ilustra la aflicción y humillación de nuestro Señor en el jardín de Getsemaní. Como pronto veremos, el Espíritu Santo ha señalado a este salmo como mesiánico en el Nuevo Testamento. En el primer versículo, leemos:

"Señor, escucha mi oración y llegue a ti mi clamor".

Aquí tenemos un caso donde el Señor está orando a Su Padre en los cielos. Él vino en humildad, sin embargo, Él era Dios manifestado en un cuerpo humano. Recordemos que en el Libro de Génesis encontramos una declaración muy destacada. En Génesis 19:24, leemos: "Entonces el Señor hizo llover desde los cielos azufre y fuego sobre Sodoma y sobre Gomorra". En otras palabras, el Señor en la tierra le pidió al Señor en el cielo que hiciera descender juicio. Pero aquí, en humillación, enfrentando Su gran obra de cargar sobre sí todo el pecado clamó, como dice Hebreos 5:7 ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, y fue oído a causa de su temor reverente. Éstas son las lágrimas de Getsemaní. Y, como hemos leído, su oración fue oída. Pero allí vemos que la ira y el castigo de un Dios santo y justo cayeron sobre Él porque Él estaba llevando la carga de mis pecados y los suyos. ¡Qué Salmo hermoso y descriptivo de aquellos sufrimientos del Salvador tenemos ante nosotros!

Veamos ahora la aflicción y la agonía más extremas a las que el hombre puede llegar. Leamos el versículo 8:

"Cada día me deshonran mis enemigos. Los que se burlan de mí ya se han conjurado en mi contra".

Y estas palabras expresan la profundidad de la desesperación. Leamos los versículos 9 y 10:

"Por lo cual yo como ceniza a manera de pan y mi bebida mezclo con lágrimas, a causa de tu enojo y de tu ira, pues me alzaste y me has arrojado".

Las palabras enojo e ira son las palabras más duras que uno puede utilizar en el idioma hebreo. Y el Señor soportó todo esto. Pero ¿por qué lo hizo? Tenemos la respuesta en Hebreos 12:2; Por el gozo que le esperaba Leamos los versículos 12 y 13 de este Salmo 102:

"Mas tú, Señor, permanecerás para siempre y tu memoria de generación en generación. Te levantarás y tendrás misericordia de Sión, porque es tiempo de tener misericordia de ella, porque el plazo ha llegado"

El Señor tendrá misericordia de Sion. El pasaje que acabamos de citar, Hebreos 12:2, aún dice algo más: "Por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y se sentó a la derecha del trono de Dios". Él murió por esa nación. En el Evangelio de San Juan 11:50, Caifás, el sumo sacerdote, decía que convenía que un hombre muriera por el pueblo. Así fue que Jesús murió por esa nación.

Y Él va a edificar Sion otra vez cuando aparezca en Su gloria, en Su segunda venida. Como dice el versículo 16 que leemos ahora:

"Por cuanto el Señor habrá edificado a Sion y en su gloria será visto".

Nuestro Señor sabía que por medio del sacrificio de Su muerte, Sion sería finalmente redimida. Por último, leamos los versículos 25 al 27:

"Desde el principio tú fundaste la tierra, y los cielos son obra de tus manos. Ellos perecerán, mas tú permanecerás; y todos ellos como una vestidura se envejecerán, como un vestido los mudarás y serán mudados; pero tú eres el mismo y tus años no se acabarán".

El Espíritu Santo citó este pasaje en Hebreos 1:10-12, Y no habríamos sabido que éste era un Salmo Mesiánico, si no le hubiera placido al autor de la Biblia, el Espíritu de Dios, revelar el significado de esta sección en el primer capítulo de Hebreos. El Salmo 102 se aplica al Señor Jesucristo. Es una oración de dificultadas y aflicción, que nos presentó al Rey postrado en el jardín de Getsemaní. Allí vimos Su humillación antes de Su exaltación, tal como fue explicada en Hebreos 5:7, que dice: "Y Cristo, en los días de su vida terrena, ofreció ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que lo podía librar de la muerte, y fue oído a causa de su temor reverente".

Y como Él sufrió por causa nuestra, puede simpatizar con nosotros, en todo aquello que nos preocupa, agobia, oprime y hace sufrir. Estimado oyente, después de haber examinado este Salmo 102, que consideramos como el Salmo del jardín de Getsemaní, le invitamos a orar dirigiéndose a Dios, poniendo todas sus cargas, todo aquello que como consecuencia de la maldad humana oprime su vida, al pie de la cruz, donde Cristo llevó nuestros pecados. Al mirar por la fe allí al Salvador, y confiarle su vida, podrá sentir la paz que Dios derrama al conceder Su Espíritu a todos aquellos que crean en Él.

Copyright © 2001-2024 ( TTB - Thru the Bible, RTM - Radio Transmundial, EEA - Evangelismo en Acción). Todos los derechos reservados.

CONDICIONES DE USO