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Estudio bíblico de Salmos 103-106

Salmos 103, 104, 105 y 106

Llegamos hoy, amigo oyente, a un Salmo muy destacado, y es este Salmo 103. Éste fue el mismo Salmo que hizo leer el Rey Gustavo Adolfo, cuando entró en la ciudad de Augsburgo, después de haber triunfado en Leipzig. Este Salmo mira hacia un día nuevo, en realidad se proyecta más allá del reino, hacia la eternidad, cuando tendrá su pleno cumplimiento. La nación de Israel en el pasado ha recurrido a este Salmo. En el presente el Israelita piadoso también lo lee, y en el futuro, también lo hará. Para los creyentes individualmente, en la actualidad, es una fuente de fortaleza y luz. Es un salmo de gratitud y de alabanza a una Persona, la Persona de Cristo. Suponemos que fue cantado antifonalmente. Comienza con un solo y concluye con una sinfonía de alabanza universal. Lo hemos dividido de la siguiente manera: (1) En los dos primeros versículos encontramos una advertencia para el presente. (2) En los versículos 3 al 9, vemos una declaración concerniente a Jehová. (3) En los versículos 10 hasta el 16, una declaración concerniente al hombre, y (4) en los versículos 17 hasta el 22, encontramos una proclamación para el futuro.

Leamos entonces los versículos 1 y 2, que nos presentan una

Advertencia para el presente

"Bendice, alma mía, al Señor, y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios".

Se trata de una advertencia muy personal. Se nos dice dos veces que tenemos que bendecir y alabar al Señor. Éste es un Salmo que nos llega a la misma situación en que vivimos, y nos revela algo directamente a nuestro propio corazón. En este salmo se nos insta a alabar y dar honra y gloria al Señor. Sin embargo cuando uno se aproxima a este Salmo puede reconocer que aunque lo haga lo mejor que puede, no logra hacerlo. Nuestra alma se dirige hacia Él, pero no en la forma en que debería hacerlo. Y entonces, deberíamos hacer una advertencia. Hay un peligro en asistir a la iglesia, observar el ritual y repetir tópicos piadosos. Sobre este asunto el Señor advirtió a Su pueblo en Isaías 29:13, diciendo: "Porque este pueblo se acerca a mí con su boca y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado". No es otra cosa sino una alabanza de labios para afuera. No existe para nada la sumisión que debería existir hacia la Palabra de Dios y Sus demandas. Incluso en círculos donde se reconoce la Biblia, simplemente se siguen normas humanas. Todos deberíamos desear que nuestra alabanza sea pura, y que emane de la profundidad de nuestro corazón. En el presente existe demasiada rutina y repetición de tópicos. Que no se tenga que decir de cada uno de nosotros, "con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí". Este salmo dice: Bendiga todo mi ser su santo nombre. Tenemos que reconocer que nuestra naturaleza humana, por sí misma, no puede hacerlo a este nivel completo y total. Cuando intentamos hacerlo, comprobamos que no podemos alabarle como realmente quisiéramos. Sólo con la ayuda del Espíritu Santo usted y yo podemos adorar al Señor en espíritu y en verdad.

No olvidemos ninguno de sus beneficios, es decir, todas Sus bendiciones, y lo bueno que ha sido con nosotros. Cuán evidente es esto al mirar atrás, a los años transcurridos de nuestra vida.

Leamos el versículo 3, de este Salmo 103, que comienza a exponer la

Declaración concerniente al Señor

"Él es quien perdona todas tus maldades, el que sana todas tus dolencias"

Existe desacuerdo en este tema, pero nuestra opinión es que este versículo se refiere a la época del reino. Creemos que se refiere tanto a enfermedades y dolencias físicas como a espirituales. Dios ha hablado claramente acerca de lo que va a hacer en la época del reino. El profeta Isaías 33:24 dijo: "No dirá el morador: estoy enfermo. Al pueblo que more en ella le será perdonada la iniquidad". Estimado oyente, no puede haber sanidad en una persona hasta que sus pecados hayan sido perdonados. La enfermedad es resultado del pecado, y antes de que ocurra la sanidad, el problema del pecado debe ser arreglado. Cristo fue entregado por nuestras rebeliones y fue resucitado para nuestra justificación. Y no seremos perdonados hasta que seamos justificados por la fe en Cristo. En 1 Pedro 2:24 (que es una cita de Isaías 53:5) leemos: "Él mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia. ¡Por su herida habéis sido sanados!" ¿Sanados de qué? Sanados de nuestros pecados. Eso es lo importante. Y encontramos aquí en el versículo 4, de este Salmo 103, lo siguiente:

"El que rescata del hoyo tu vida, el que te corona de favores y misericordias"

Debemos reconocer el hecho de que muchos de los más destacados siervos de Dios han estado enfermos, y nunca han sido sanados en toda su vida. Pablo, el apóstol por ejemplo, fue uno de ellos. Él tenía ese aguijón en su cuerpo. Quizá fue enfermedad de la vista. Y si alguien podía haber demandado sanidad, nos parece que él debería haber sido uno de ellos. Y así hubo y hay muchos otros siervos de Dios enfermos y que nunca fueron sanados. ¿Podemos entonces tener la audacia de decir que algo estaba mal en sus vidas, porque nunca fueron sanados? Es algo maravilloso si uno puede ser sanado, pero ése no es siempre el plan de Dios. Recordemos una vez más que algunos de los más destacados siervos de Dios no experimentaron la sanidad en absoluto. Leamos ahora el versículo 5:

"El que sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas como el águila".

En realidad sabemos que vamos a recibir un cuerpo completamente nuevo. No lo tenemos aún, pero lo recibiremos algún día. Escuchemos ahora, lo que dicen los versículos 6 y 7, de este Salmo 103:

"El Señor es el que hace justicia y derecho a todos los que padecen violencia. Sus caminos notificó a Moisés, y a los hijos de Israel sus obras".

Dios hizo a conocer a Moisés Sus caminos, pero todo lo que vieron los hijos de Israel, fueron los milagros. Ellos no comprendieron esos hechos. Hay muchas personas como ellos en la actualidad, que reconocen ciertas verdades, pero no entran en una comprensión de los caminos de Dios. Y esto es sumamente importante. Dice el versículo 8;

"Misericordioso y clemente es el Señor; lento para la ira y grande en misericordia".

Lo que necesitamos hoy por encima de todo lo demás es la misericordia de Dios. Leamos ahora los versículos 9 y 10, que incluyen una:

Declaración sobre el hombre

"No contenderá para siempre ni para siempre guardará el enojo. No ha hecho con nosotros conforme a nuestras maldades ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados"

Estimado oyente, si Dios tratara con nosotros según nuestros pecados, y según nuestras maldades, ninguno de nosotros se salvaría. Luego el salmista dijo aquí en el versículo 11:

"Porque, como la altura de los cielos sobre la tierra, engrandeció su misericordia sobre los que lo temen".

¡Que gran necesidad tenemos de Su misericordia! Dice el versículo 12:

"Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones".

El salmista no habló de la distancia entre el norte y el sur porque, aunque es una gran distancia, cuando uno se dirige desde el este al oeste, la distancia no tiene fin. Cuando uno comienza a dirigirse hacia el oeste, continúa dirigiéndose siempre hacia el oeste. Cuando uno se dirige hacia el norte, al final se alcanza un punto a partir del cual uno comienza a dirigirse hacia el sur. Pero cuando uno va hacia el oeste, nunca deja de dirigirse hacia el oeste. Y ésa es la distancia a la cual Dios ha removido nuestras rebeliones de nosotros. Ahora, el versículo 13, dice:

"Como el padre se compadece de los hijos, se compadece el Señor de los que lo temen"

Dios es tan bueno, estimado oyente, y nosotros parecemos no darnos cuenta de ello. Ahora, el versículo 14, dice:

"Porque él conoce nuestra condición; se acuerda de que somos polvo".

El Dr. Jorge Gill dijo lo siguiente: "Dios recuerda que nosotros somos polvo. Nosotros lo olvidamos y cuando el polvo se pega a sí mismo, se convierte en lodo". Y ésa es una figura realista del hombre. Ahora, los versículos 15 y 16 dicen:

"El hombre, como la hierba son sus días; florece como la flor del campo, que pasó el viento por ella, y pereció, y su lugar ya no la conocerá más".

Estimado oyente, nosotros no vamos a estar aquí en la tierra por mucho tiempo. Cuando aparecen señales físicas como el emblanquecimiento del cabello, o ciertas enfermedades que van deteriorando el organismo o que afectan a la calidad de vida, es como si Dios estuviera tratando de recordarnos la brevedad de nuestro tiempo en esta vida y que tenemos que enderezar espiritualmente nuestra vida para aprovechar el tiempo que nos queda.

Leamos ahora el versículo 17, que comienza a presentarnos una:

Proclamación para el futuro

"Mas la misericordia de Jehová es desde la eternidad y hasta la eternidad sobre los que lo temen, y su justicia sobre los hijos de los hijos"

Es algo maravilloso el poder mirar hacia el futuro, y saber que Dios siempre tendrá misericordia de nosotros. Y en consecuencia, veamos ahora lo que dice aquí, el último versículo de este Salmo 103, el versículo 22:

"¡Bendecid al Señor, vosotras todas sus obras, en todos los lugares de su señorío! ¡Bendice, alma mía, al Señor!"

Será hermoso vivir la experiencia del día en que todas las criaturas de Sus dominios le bendigan y alaben. Otra traducción traduce este versículo de la siguiente manera: "¡Bendiga al Señor la creación entera, en todos los lugares de su reino!" Y llegamos ahora al:

Salmo 104

Es un salmo de la naturaleza, que constituye una alabanza al Dios de la creación, al Creador. Comienza diciendo en los versículos 1 y 2:

"¡Bendice, alma mía, al Señor! Señor, Dios mío, mucho te has engrandecido; te has vestido de gloria y de magnificencia: el que se cubre de luz como de vestidura, que extiende los cielos como una cortina"

En el primer día de la creación, Dios dijo, "Sea la luz, y fue la luz". (Génesis 1:9) El segundo día de la creación fue ilustrado con estas palabras: Que extiende los cielos como una cortina. Esto nos recuerda la forma en que uno extiende una carpa, una tienda. En aquellos días cuando los viajeros viajaban en una caravana de camellos, al detenerse en un lugar apropiado para dormir, preparaban sus carpas, sus tiendas. Bien, esa fue la manera en que Dios extendió los cielos. Al hacerlo, puso una especie de capa de agua arriba, que cuando llueve desciende rápidamente. En el versículo 3, que leemos a continuación, describe a las nubes como sus carros de guerra:

"Que establece sus aposentos entre las aguas, el que pone las nubes por su carroza, el que anda sobre las alas del viento"

En el segundo día de la creación Dios dijo:" Haya un firmamento en medio de las aguas, para que separe las aguas de las aguas". (Génesis 1:6). Dicen los versículos 5 y 6:

"Él fundó la tierra sobre sus cimientos; no será jamás removida. Con el abismo, como con vestido, la cubriste; sobre los montes estaban las aguas".

En el tercer día de la creación Dios dijo: "Reúnanse las aguas que están debajo de los cielos en un solo lugar, para que se descubra lo seco", (Génesis 1:9) Él puso las aguas en un nivel superior, que pueden referirse a las nubes, que contienen una cierta cantidad de agua. Y se destaca la división entre la tierra y las aguas. Leamos los versículos 7 y 8:

"A tu reprensión huyeron; al sonido de tu trueno se apresuraron; subieron los montes, descendieron los valles al lugar que tú les fijaste".

En el cuarto día Él no creó al sol y la luna. Simplemente dijo: "Haya lumbreras en el firmamento de los cielos para separar el día de la noche, que sirvan de señales para las estaciones, los días y los años" (Génesis 1:14). El sol y la luna sirven para regular el tiempo aquí en la tierra. Leamos ahora el versículo 19, de este Salmo 104, que estamos leyendo:

"Hizo la luna para los tiempos; el sol conoce su ocaso".

La gente en la antigüedad aprendió que el sol y la luna regulaban los tiempos de la siembra y la cosecha. En el estado de Arizona, en los Estados Unidos, se han descubierto en ciertas ruinas de poblados indígenas dos orificios hechos en una pared. Por mucho tiempo nadie pudo entender por qué se encontraban allí. Finalmente descubrieron que cuando uno miraba a través de ambos agujeros y veía la luna, era el tiempo apropiado para sembrar el maíz. Así que, como dice este versículo 19, que Dios hizo la luna para marcar las estaciones, y que el sol y la luna, tal como los vemos, se mueven de acuerdo con un calendario. Por lo tanto, no podemos decir que estamos viviendo en un universo que no tiene sentido. No nos venga a decir, amigo oyente, que vivimos en un universo que no tiene significado en el presente.

Ahora, ¿qué creó Dios en el quinto día? Bien, ése fue el día en que apareció la vida animal. En los versículos 25 y 26, de este Salmo 104, podemos leer:

"He allí el grande y ancho mar, en donde se mueven seres innumerables, seres pequeños y grandes. Allí lo surcan las naves; allí este Leviatán que hiciste para que jugara en él".

Dice Génesis 1:20, "Produzcan las aguas seres vivientes". Así fue que la vida apareció en los océanos. ¿Y qué sucedería con el hombre? Leamos ahora el versículo 30:

"Envías tu espíritu, son creados y renuevas la faz de la tierra".

El hombre iba a ser colocado sobre la tierra. El hogar para él ya estaba preparado. El versículo 31, dice:

"¡Sea la gloria del Señor para siempre! ¡Alégrese el Señor en sus obras!"

Cuando Su creación finalizó, Dios la contempló y consideró que era buena. En los versículos 32 y 33, dice:

"Él mira a la tierra y ella tiembla; toca los montes y humean. Al Señor cantaré en mi vida; a mi Dios cantaré salmos mientras viva".

El hombre está en este mundo y ha sido creado para alabar a Dios. Él fue colocado en esta tierra, con una residencia concreta en el jardín del Edén. Leamos el versículo 34:

"Dulce será mi meditación en él; yo me regocijaré en el Señor".

Sin embargo, ¿qué sucedió? Leamos el versículo 35:

"¡Sean consumidos de la tierra los pecadores y los impíos dejen de ser! ¡Bendice, alma mía, al Señor! ¡Aleluya!"

El hombre pecó. Y, ¿qué iba a hacer Dios? Él los iba a quitar de la tierra. Podemos asegurarle una cosa: Esta tierra no va ser su residencia permanente. Dios le trasladará a otro lugar, tiene otra residencia para usted.

Llegamos ahora a los:

Salmos 105 y 106

Son dos Salmos históricos. El Salmo 105 es un himno dedicado a Dios en la historia desde Abraham hasta Moisés. Creemos que fue escrito por David porque la primera parte de este Salmo, coincide con 1 Crónicas 16:8-22, que relata el episodio de cuando David trajo el tabernáculo a Jerusalén. Este salmo es como un recitado de la historia de Israel. Leamos los versículos 1 al 5:

"¡Alabad al Señor, invocad su nombre, dad a conocer sus obras entre los pueblos! ¡Cantadle, cantadle salmos! Hablad de todas sus maravillas. Gloriaos en su santo nombre; alégrese el corazón de los que buscan a Jehová. ¡Buscad a Jehová y su poder; buscad siempre su rostro! Acordaos de las maravillas que él ha hecho, de sus prodigios y de los juicios de su boca"

El salmista retrocedió en la historia y comenzó con los descendientes de Abraham, y con el pacto que Dios hizo con Abraham, Isaac y Jacob. Luego continuó con José en la tierra de Egipto, y en el versículo 23, leemos:

"Después entró Israel en Egipto, Jacob moró en la tierra de Cam".

Entonces, cuando Su pueblo fue oprimido por los egipcios, leemos lo que sucedió en los versículos 26 y 27:

"Envió a su siervo Moisés y a Aarón, al cual escogió. Puso en ellos las palabras de sus señales, y sus prodigios en la tierra de Cam".

Luego en el versículo 38, leemos:

"Egipto se alegró de que salieran porque su terror había caído sobre ellos".

Ellos se alegraron mucho de que los israelitas los dejaran debido a las plagas que tuvieron que sufrir. Después Dios los llevó a su tierra. El salmista recitó la historia de Israel como un motivo para alabar a Dios. Estimado oyente, hay algo que no anda bien en su vida si usted no puede mirar al pasado en su propia vida y no encuentra algo por lo cual pueda darle gracias a Dios. Y así llegamos al:

Salmo 106

Este es otro Salmo histórico, con el cual finaliza esta sección de salmos correspondiente al libro de Números. El extenso relato sigue el viaje del pueblo de Israel por el desierto. El versículo 1 de este Salmo 106, dice:

"¡Aleluya! ¡Alabad a Jehová, porque él es bueno, porque para siempre es su misericordia!"

Y luego tenemos esa confesión de pecado en el versículo 6:

"Pecamos nosotros, como nuestros padres; hicimos maldad, cometimos impiedad".

Estimado oyente, cuando usted mira hacia el pasado en su vida, hay un motivo para darle gracias Dios, porque si se ha dirigido al Señor Jesucristo como su Salvador para pedirle que Él le perdone sus pecados, puede darle gracias a Dios por su salvación. Este salmo nos muestra el fracaso de Israel y la fidelidad de Dios. Y por ello es también un recordatorio de nuestra ambigua fidelidad humana, y de la constante fidelidad de Dios.

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