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Estudio bíblico: Suprimir todo dominio y autoridad - Josué 9-12

Serie:   Josué
Autor: David Gooding
Reino Unido
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Suprimir todo dominio y autoridad (Josué 9-12)

El objetivo que Dios señaló en esta tercera sección era la supresión de todo dominio y autoridad, de manera que, para conseguirlo, Josué tendría que destruir a todos los reyes. El objetivo se cumplió, lo cual queda resumido en el capítulo 12 con una larga lista de los reyes que fueron destruidos. Los que conocen bien el Nuevo Testamento recordarán lo que se dice del Señor Jesucristo en:
(1 Co 15:24-25) "Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia. Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies."
Observemos que este objetivo se llevó a cabo en dos etapas: Primeramente, en el capítulo 10, la destrucción de la coalición de los reyes del sur y la conquista de muchas ciudades. Y seguidamente, en el capítulo 11, la victoria sobre la coalición de reyes del norte.
Y de nuevo percibimos el énfasis en el hecho de que Josué cumplió así todo lo que Moisés había mandado:
(Jos 11:12) "Asimismo tomó Josué todas las ciudades de aquellos reyes, y a todos los reyes de ellas, y los hirió a filo de espada, y los destruyó, como Moisés siervo de Jehová lo había mandado."
(Jos 11:15) "De la manera que Jehová lo había mandado a Moisés su siervo, así Josué lo hizo, sin quitar palabra de todo lo que Jehová había mandado a Moisés."
(Jos 11:20) "Porque esto vino de Jehová, que endurecía el corazón de ellos para que resistiesen con guerra a Israel, para destruirlos, y que no les fuese hecha misericordia, sino que fuesen desarraigados, como Jehová lo había mandado a Moisés."
(Jos 11:23) "Tomó, pues, Josué toda la tierra conforme a todo lo que Jehová había dicho a Moisés; y la entregó Josué a los israelitas por herencia conforme a su distribución según sus tribus; y la tierra descansó de la guerra."
Pero antes de ver en detalle cómo se consiguió este objetivo, consideraremos el capítulo 9, que sirve de prolegómeno a esta sección y que nos narra la historia de los gabaonitas.

La historia de los gabaonitas

Como sabemos, los gabaonitas llegaron al campamento de Israel haciéndoles creer que venían de una ciudad lejana y pidiendo que hicieran con ellos una alianza. Los israelitas no pidieron consejo a Dios (Jos 9:14) y atendieron a su petición, para descubrir muy poco tiempo después que realmente provenían de una ciudad vecina. Cuando se enteraron de esto pensaron ejecutarlos, pero no podían quebrantar el juramento que habían hecho; no había vuelta atrás.
En cuanto a la lección que podemos sacar de esta historia, voy a exponer a continuación la interpretación que se escucha comúnmente: Es típico del comportamiento de los siervos de Dios que, cuando tienen que emprender algo grande para el Señor, pasan mucho tiempo en oración buscando orientación para cada detalle, pero, después que todo ha salido bien y tienen que enfrentar algún ministerio más pequeño, entonces confían en su propio instinto y habilidad, dejando de consultar al Señor. Esto termina acarreándoles consecuencias terribles o llevando a situaciones muy complicadas que no tienen solución. De modo que este capítulo está aquí para enseñarnos que necesitamos al Señor en las cosas pequeñas lo mismo que en las grandes.
Por supuesto, estoy plenamente de acuerdo con esta enseñanza. Sin embargo esta historia me deja con una pequeña duda. Es cierto que los gabaonitas mintieron (Jos 9:8-9) y que, si los israelitas hubieran consultado al Señor, él les habría dicho la verdad y, en ese caso, los tendrían que haber destruido. Pero lo que ocurrió luego en el capítulo 10 nos pone al corriente de los verdaderos propósitos de Dios para los gabaonitas: Cuando Adonisedec rey de Jerusalén escuchó que ellos habían hecho paz con Israel, tuvo miedo, porque Gabaón era una gran ciudad, así que pactó con otros reyes para formar una coalición:
(Jos 10:4) "Subid a mí y ayudadme, y combatamos a Gabaón; porque ha hecho paz con Josué y con los hijos de Israel."
Los reyes de la coalición prepararon el combate, pero no contra Israel, sino contra los gabaonitas, quienes pidieron ayuda a Josué en virtud del pacto que habían concertado:
(Jos 10:6) "Entonces los moradores de Gabaón enviaron a decir a Josué al campamento en Gilgal: No niegues ayuda a tus siervos; sube prontamente a nosotros para defendernos y ayudarnos; porque todos los reyes de los amorreos que habitan en las montañas se han unido contra nosotros."
Es interesante notar la actitud de Josué. Él no dijo: "Nos engañasteis y ahí tenéis las consecuencias". No, sino que inmediatamente reunió a todo el ejército y realizando una marcha forzada durante toda la noche, acudieron en su ayuda. Dios, por su parte, prometió que él mismo iba a intervenir milagrosamente para derrotar a aquella coalición de reyes:
(Jos 10:8) "Y Jehová dijo a Josué: No tengas temor de ellos; porque yo los he entregado en tu mano, y ninguno de ellos prevalecerá delante de ti."
Efectivamente podemos decir que fue el Señor mismo quien salvó a los gabaonitas:
(Jos 10:10-11) "Y Jehová los llenó de consternación delante de Israel, y los hirió con gran mortandad en Gabaón; y los siguió por el camino que sube a Bet-horón, y los hirió hasta Azeca y Maceda. Y mientras iban huyendo de los israelitas, a la bajada de Bet-horón, Jehová arrojó desde el cielo grandes piedras sobre ellos hasta Azeca, y murieron; y fueron más los que murieron por las piedras del granizo, que los que los hijos de Israel mataron a espada."
Ahora me pregunto: ¿Por qué intervino el Señor para salvar a los gabaonitas? ¿Se sentiría obligado a salvarlos a causa del juramento que habían hecho los torpes israelitas sin saber lo que hacían? Yo creo que no. De hecho, Dios también me ha salvado a mí y no creo que por eso él esté en el cielo diciendo: "¡Vaya!, yo no tenía ninguna intención de salvar a David Gooding, pero algún estúpido predicador fue por allí invitando a la gente y este Gooding respondió a la oferta. Y ahora no voy a tener más remedio que salvarle, aunque yo no quería". ¡Por supuesto que no! Si Dios salvó a los gabaonitas o me salvó a mí, es porque siempre tuvo la intención de hacerlo.
Pero entonces, ¿cómo podemos entender el comportamiento de los gabaonitas? Pues bien, cuando Josué les preguntó, ellos contestaron lo siguiente:
(Jos 9:24) "Y ellos respondieron a Josué y dijeron: Como fue dado a entender a tus siervos que Jehová tu Dios había mandado a Moisés su siervo que os había de dar toda la tierra, y que había de destruir a todos los moradores de la tierra delante de vosotros, por esto temimos en gran manera por nuestras vidas a causa de vosotros, e hicimos esto."
Ahora bien, para saber lo que habían oído decir a Moisés, tenemos que ir a Deuteronomio, donde explica que a las ciudades lejanas tendrían que ofrecerles la paz. Si la aceptaban, se harían tributarios y servirían a Israel, pero si la rechazaban, serían destruidos (Dt 20:10-15). En cambio, para las ciudades que estaban cerca no habría esa oferta de paz, sino que tendrían que destruirlas sin más, porque de otro modo podrían influenciarles para mal con sus abominaciones (Dt 20:16-18).
Esto es lo que habrían oído los gabaonitas, y no estaban dispuestos a quedarse de brazos cruzados esperando que llegaran los israelitas para destruirlos. Por tanto, buscaron todos los medios imaginables para convencerles de que hicieran la paz con ellos. Ahora bien, la táctica que ellos usaron despierta en algunos la impresión de que eran unos mentirosos e hipócritas, pero notemos que después, cuando Josué les dijo que tendrían que ser siervos de Israel para siempre, ellos lo aceptaron de buen grado y durante 400 años cumplieron esa promesa.
Recordemos que cuando, siglos después, el rey Saúl y sus hijos, deseando complacer al pueblo, empezaron a exterminar a los gabaonitas, Dios mandó un hambre sobre el país que no cesó hasta que algunos de los hijos de Saúl fueron ejecutados por los gabaonitas en represalia por el crimen cometido contra ellos (2 S 21:1-14).
En vista de todo esto, podemos preguntarnos: ¿Qué habría dicho el Señor sobre los gabaonitas si Josué le hubiera consultado? Pues seguramente, que aunque procedían de una ciudad cercana, sin embargo su corazón era recto para con el Señor, que no suponían ningún peligro de idolatría para Israel y que estaban dispuestos a servirles. Por lo tanto, el Señor los habría aceptado como siervos de su altar.
De hecho, fue algo similar a lo que ha ocurrido con nosotros: No hizo falta que mintiéramos, porque sí que éramos gente muy lejana, pero Dios nos salvó por su gracia cuando aceptamos ser siervos del altar, de la misma forma que a los que estaban cerca (Ef 2:11-22).
Consideremos ahora lo que hizo Dios para salvarles: En primer lugar, observamos que cuando ellos hicieron la paz con el pueblo de Dios, inmediatamente los demás reyes de alrededor se pusieron en su contra. Este es un fenómeno que se repite con frecuencia en muchos lugares, donde los nuevos convertidos se encuentran con la persecución de aquellos que antes habían sido sus amigos o compañeros. Pero en esta ocasión, Dios envió a los israelitas contra estos reyes enemigos y, por así decirlo, él mismo se metió en la batalla arrojando grandes piedras desde el cielo contra ellos.
Después sucedió otra cosa maravillosa:
(Jos 10:12-13) "Entonces Josué habló a Jehová el día en que Jehová entregó al amorreo delante de los hijos de Israel, y dijo en presencia de los israelitas: Sol, detente en Gabaón; y tú, luna, en el valle de Ajalón. Y el sol se detuvo y la luna se paró, hasta que la gente se hubo vengado de sus enemigos. ¿No está escrito esto en el libro de Jaser? Y el sol se paró en medio del cielo, y no se apresuró a ponerse casi un día entero."
Este es el milagro que Dios hizo para conseguir el tercer objetivo. Desde luego se trata de algo muy grande. Con los conocimientos científicos que hoy tenemos, sabemos que si la tierra llegara a pararse, los efectos serían catastróficos sobre los océanos y la misma tierra. Por eso algunos se han preguntado cómo puede creerse este episodio.
Con el fin de dar una explicación "más lógica", otras personas han sugerido una traducción alternativa. Argumentan que la palabra traducida "se detuvo" puede significar también "estar quieto o en silencio". De esta manera, Josué estaría pidiendo, no tanto que el sol se parara, sino que dejara de brillar tan intensamente. Según esta teoría, Josué y su ejército, que habían realizado una marcha forzada durante toda la noche y que después habían luchado y ganado la batalla contra la coalición de reyes, ahora que el sol comenzaba a levantarse en el oriente y tenían que comenzar a perseguirlos, Josué pedía que el sol no brillara tan intensamente para que el calor del día no los agotara y pudieran así llegar a derrotar totalmente a sus enemigos.
Sin duda, es una sugerencia interesante, pero los que la defienden reconocen una dificultad al final del versículo 13, cuando el texto dice: "El sol... no se apresuró a ponerse casi un día entero", porque allí la expresión significa literalmente "bajar por el horizonte".
Yo no tengo una explicación alternativa, sino que creo lo que dice el pasaje porque está en la Biblia. Ahora bien, me gustaría señalar un milagro todavía mayor en este pasaje:
(Jos 10:14) "Y no hubo día como aquel, ni antes ni después de él, habiendo atendido Jehová a la voz de un hombre; porque Jehová peleaba por Israel."
Sin duda, el hecho de que el Señor estuviera dispuesto a escuchar la voz de un hombre mandando al sol y a la luna detenerse y alterando así el funcionamiento de las órbitas del firmamento, eso fue un milagro mucho mayor todavía. De hecho, el autor añade que nunca hubo un día semejante a ese. No lo hubo hasta la llegada de otro Josué.
No olvidemos que cuando otro hombre, nuestro Señor Jesucristo, se encontraba cerca del Calvario, levantó sus ojos al cielo y oró pidiendo al Padre que le glorificara al lado suyo con aquella gloria que había tenido antes de que el mundo fuera. Y el Padre le escuchó (Jn 17:5). Sabemos que fue así porque tres días después de morir, Dios le levantó de entre los muertos, a lo cual siguió un acontecimiento insólito: Él mismo, un hombre, entró en el cielo y se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas. Esto sí que es un hecho maravilloso: ¡Que por nuestra salvación el cielo mismo ha sufrido un cambio! Seguramente el arcángel Miguel todavía no ha salido de su asombro, viendo cómo un hombre, hecho un poco menor que los ángeles, ha sido alzado y puesto en el cielo por encima de ellos. Esto sí que es extraordinario.
Pero aún hay otra cosa más maravillosa todavía, y es que este fenómeno, por así decirlo, ha cambiado la misma Divinidad. Porque hubo un momento en el que el Hijo de Dios no era humano, pero con el fin de salvar a los hombres perdidos, la segunda persona de la divinidad, sin dejar de ser Dios, se hizo hombre.
Más adelante, en esa misma oración que acabo de mencionar, cuando el Señor Jesucristo se encontraba cerca del Getsemaní, pidió lo siguiente:
(Jn 17:24) "Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo."
Dios ha escuchado también esta oración de su Hijo, de modo que ahora ya estamos sentados juntamente con Cristo en los lugares celestiales (Ef 2:6), por encima de principados, potestades y dominios. Y llegará un día cuando también estaremos allí corporalmente tras la resurrección, porque el Cristo resucitado volverá otra vez para reinar y colocará a todos sus enemigos bajo sus pies; y el último enemigo que será destruido es la muerte. Así que nos unimos al apóstol Pablo en su grito de júbilo:
(1 Co 15:55) "¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?"
Sin duda, esto constituye una enorme bendición para nosotros, que como dice Efesios, estábamos muy lejos, pero también para los judíos, que estaban cerca.
Pero antes de continuar, quiero que volvamos por un momento a Josué y a aquellos gabaonitas que también estaban cerca, para preguntarnos si nosotros somos tan sinceros como ellos. Hemos considerado las cosas que ellos hicieron para salvar sus vidas, pero también que cuando por fin estuvieron seguros de su salvación, continuaron durante siglos siendo fieles en su servicio al altar y al pueblo de Dios. ¿Qué podríamos entonces decir de personas que profesan estar seguros de su salvación eterna pero no están dispuestos a llevar la Cruz de Cristo ni a servir a su pueblo?

La derrota de todos los enemigos

Finalmente Josué venció a la confederación del sur, capturó a sus reyes y los dejó encerrados en una cueva hasta que acabaron de derrotar al resto de sus ejércitos. Después regresaron, los sacaron de la cueva y les hicieron colocarse en el suelo para que los capitanes del ejército israelita les pusieran los pies sobre el cuello y los ejecutaran. Finalmente colgaron sus cuerpos en un árbol, exhibiéndolos públicamente.
Quedaban todavía largas batallas (por ejemplo, contra la confederación de los reyes del norte), pero lo que acababan de hacer con estos reyes era un ejemplo temprano de lo que Dios hará un día a todos sus enemigos.
La epístola a los Colosenses emplea un lenguaje muy similar (Col 2:14-15). Presenta a los principados y potestades alrededor de la cruz de Cristo apelando a la justicia de Dios para que no salvase a hombres y mujeres que habían transgredido la ley de Dios. Pero Cristo tomó el acta de los decretos que había contra nosotros y la clavó en la cruz, pagando él mismo la penalidad de nuestros pecados, anulando así las acusaciones de los principados y potestades por medio de su resurrección para, después de haber triunfado sobre ellos, exhibirlos públicamente. Y, de igual manera que se ha vencido esta primera batalla, se ganará también la postrera y definitiva.
Por último, nos queda considerar cómo después de esta primera victoria, los reyes del norte formaron una coalición mucho más numerosa que la anterior y en esta ocasión iniciaron ellos la ofensiva contra Israel (Jos 11). Pero la Escritura nos dice que fue Dios quien endureció sus corazones para que presentaran batalla contra Israel y fueran destruidos, como había mandado Moisés (Jos 11:19-20). Se menciona además que ninguno de ellos buscó hacer la paz con Israel, como habían hecho los gabaonitas. De haber sido así, Dios habría tenido también misericordia de ellos, pero se lanzaron contra el pueblo de Dios para su propia destrucción. Y así ha de ser también al final de esta era de gracia.

Comentarios

Colombia
  Campo Elias Palma MillÁn  (Colombia)  (15/07/2021)

La grandeza de Dios en su afán de edificar la salvación humana, hace carne lo divino, en sacrificio para morir pero también para resucitar y pedir que cada quien comprenda la inconmensurable grandeza de su obra redentora y así lograr mi conversión y mi salvación por gracia de Dios.

Colombia
  Irma Chery Montoya Moreno  (Colombia)  (07/07/2021)

Que maravilla de estudio hermano David, mi corazón está quebrantado al comprender, a través de su mensaje, los maravillosos propósitos de Dios con la humanidad. Mi corazón llora de felicidad al comprender la obra de salvación de Cristo en la cruz y como por regalarnos la vida eterna, condenó las huestes de maldad que nos acusan.
Ahora comprendo que el tamaño de salvación que Cristo me regaló es inmenso y entiendo que hará todo para vencer al enemigo que acecha al mundo y vencer a la misma muerte. Gracias hermano David....

República Dominicana
  Arianny Nicol Carrazco Díaz  (República Dominicana)  (15/06/2021)

Me pareció muy bueno el mensaje, las enseñanzas de la palabra de Dios 🥰.

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