Estudio bíblico: Pablo en Corinto - Hechos 18:1-22
Pablo en Corinto (Hechos 18:1-22)
Pablo funda la iglesia en Corinto (Hch 18:1-22)
1. La ciudad de Corinto
El estudiante debe examinar cuidadosamente un mapa bíblico, notando que Grecia se dividía en dos provincias: la del Norte, que se llamaba Macedonia, y la del Sur, que era Acaya. Esta última se dividía además en dos zonas naturales: la característica península del Peloponeso, y la que lindaba con Macedonia por el Sur, pasando la frontera norteña en dirección general del Oeste al Este, unos kilómetros al Sur de Berea. El istmo de Corinto unía el Peloponeso con la sección norteña de la provincia de Acaya y la capital en sí se hallaba en el istmo, mirando hacia el Oeste. Lequeo, sobre el golfo de Corinto, recibía el tráfico marítimo que procedía del Oeste, mientras que Cencreas, sobre el golfo Sarónico, era puerto para el Este. Ahora un canal corta el istmo, pero en el primer siglo embarcaciones ligeras podían ser arrastradas de un puerto a otro para evitar el rodeo del Peloponeso. La posición clave de Corinto, como centro comercial y punto estratégico, es obvia por una consideración del mapa. La ciudad era la rival de Atenas, ganándola en importancia comercial, pero sin llegar nunca a su nivel como centro cultural y artístico. Sus fortunas fluctuaban según el curso de las frecuentes guerras entre los estados griegos, pero su peor hora fue cuando L. Munio, general romano, la arrasó como castigo por haber participado en una rebelión general de los estados griegos en contra de Roma. Quedó en ruinas durante un siglo justo, después del cual fue reedificada y declarada ciudad libre por Julio César en 46 a. C., recobrando rápidamente su importancia de antaño, gracias a su posición privilegiada.
Igual que su rival, Atenas, fue respaldada por una Acrópolis, coronada ésta por el magnífico templo dedicado a Afrodita, centro de ritos lascivos que ayudaban a dar a Corinto su mala fama como foco de depravación moral. Contra este fondo es menester leer los capítulos 5 y 6 de la Primera Epístola a los Corintios.
Pablo anhelaba continuar la obra del Señor en Macedonia, pero el gran estratega cristiano no podía por menos que meditar en la importancia de fundar una iglesia cristiana en Corinto, ciudad cosmopolita y puerto de paso para miles de personas procedentes de todas las extensas provincias del Imperio. Acabada, pues, su breve misión en Atenas, y frente a la imposibilidad de volver por entonces a Tesalónica, dirigió sus pasos a la capital de Acaya, uno de los nudos de comunicaciones más importantes del Mediterráneo.
2. El encuentro con Priscila y Aquila (Hch 18:1-3)
Pablo llegó a Corinto "en debilidad y mucho temor y temblor" (1 Co 2:3), que podría haber sido motivado por el poco éxito del gran esfuerzo en Atenas, como piensan algunos, pero más probablemente por causas físicas, psicológicas o familiares que ignoramos por completo. De todas formas, su Maestro ya le tenía preparado el consuelo y auxilio que tanto necesitaba, poniéndole en contacto en seguida con un matrimonio piadoso y animoso cuya amistad y colaboración habían de endulzar muchas horas de sufrimiento y facilitar el éxito espiritual de muchas nobles empresas. Aquila y Priscila eran judíos, naturales de la provincia de Ponto (al Sur del mar Negro), fabricantes de tiendas de pelo de cabra, como lo era Pablo. Antes de la fecha de su encuentro con el apóstol, el emperador Claudio había decretado la expulsión de los judíos de la metrópoli —una medida que se repetía a intervalos, pero cuyos efectos solían durar poco— y el matrimonio había escogido la ciudad de Corinto como su base hasta que el Señor les enseñase otro camino. Poco pensaban que los sufrimientos que les originó la expulsión, con las probables pérdidas materiales, habían de ser compensados con creces por hallar en su camino al apóstol comisionado por el Señor para administrar los "misterios" del Evangelio y de la Iglesia. El hecho de que el marido y la mujer siempre se nombran juntos —alguna vez se emplea la forma de "Prisca" para ella, precediendo a menudo el nombre de la esposa— y que podían trasladarse fácilmente desde Roma a Corinto, desde allí a Éfeso y luego otra vez a Roma, nos hace pensar en un matrimonio sin hijos —o sin hijos pequeños— y que Priscila fuese dotada de una capacidad poco común, participando activamente en toda la obra cristiana que se les presentaba. Se lee de "la iglesia en su casa" tanto en Éfeso como en Roma, que indica claramente que ponían su residencia —y quizá su taller— al servicio del Señor y de los hermanos.
Es probable que Pablo hiciera los primeros contactos con Priscila y Aquila en la sinagoga, adonde acudía los sábados según su costumbre. Pronto se dieron cuenta de que eran del mismo oficio y, comprendiendo el matrimonio el valor del ministerio de Pablo, formularon planes para trabajar juntos, proveyendo así para las necesidades materiales. A la vez, el taller se convirtió en aula que se consagraba a la más elevada enseñanza de la Palabra, pues sin duda Pablo procedía según las normas que dio a Timoteo (2 Ti 2:2), entregando el precioso depósito de la verdad del Evangelio a sus hermanos fieles, quienes, a su vez, podían enseñar a otros.
En cuanto a los trabajos manuales de Pablo, no debe extrañarnos que un apóstol, que había sido un distinguido rabino hebreo, que era ciudadano romano y más particularmente de la ciudad de Tarso, ganara su pan trabajando con las manos al par que predicaba y enseñaba la Palabra, puesto que los rabinos judíos —por lo menos en teoría— no querían recibir recompensa en metálico por sus enseñanzas, prefiriendo mantenerse a sí mismos mediante un oficio manual. Sabemos que Pablo desempeñaba su oficio de fabricante de tiendas en Tesalónica, Corinto y Éfeso, sin rehusar la comunión práctica que le enviaban de vez en cuando los hermanos de Macedonia. En Corinto tenía empeño especial en no recibir apoyo material de los corintios, subrayando a la vez que normalmente aquellos que predicaban el Evangelio deberían vivir también del Evangelio (1 Co 9). Quizás existía en Corinto, más que en parte alguna, el peligro de que se le considerase como jefe de una nueva religión dispuesto a enriquecerse a costa de sus adeptos: peligro que estaba determinado a conjurar por no aceptar ayuda alguna de la iglesia allí. Lo importante es que el apóstol estaba completamente libre siempre para llevar a cabo su cometido, subordinando toda otra consideración a la realización de la misión que había recibido del Señor.
Recomendamos al lector que complete la biografía de Priscila y Aquila estudiando las referencias siguientes: (Hch 18:1-3,18,24-28) (1 Co 16:19) (Ro 16:3-5) (2 Ti 4:19). Es posible que hubiesen recibido el Evangelio ya en Roma, en cuyo caso habrían podido colaborar con Pablo desde sus primeros encuentros en Corinto.
3. El testimonio en la sinagoga (Hch 18:4-8)
Ya sabemos la manera en que Pablo discutía en las sinagogas, lo que nos hace pensar que presentaría el mensaje en Corinto en la forma de siempre, tratándose de hebreos, afirmando: que el Mesías profetizado era el Hijo de Dios; que había de sufrir, morir y resucitar antes de establecer su Reino; que los hechos, bien probados de la Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo evidenciaban que él era el Mesías, ya que había cumplido las profecías.
Al comentar (Hch 17:14-15) hicimos un resumen de los movimientos de Pablo, Silas y Timoteo, haciendo referencia a este versículo (Hch 18:5), que señala el momento del regreso de los colegas de Pablo de su primera visita a Macedonia. Los términos del versículo parecen indicar que las buenas nuevas del progreso espiritual de sus amados hijos en la fe en Macedonia actuaron como tónico sobre el espíritu cansado y probado del siervo del Señor, quien cobró ánimos para un testimonio más vigoroso en la sinagoga, juntamente con sus compañeros de milicia, dando por resultado el conflicto de siempre. La oposición de los judíos recalcitrantes en este caso se revestía de un carácter especialmente violento, hasta el punto de que sus blasfemias provocaron una reacción indignada de parte del apóstol, quien, en la última sesión en la sinagoga —es decir, cuando el conflicto había llegado a hacer imposible la continuación de la proclamación eficaz del Evangelio— sacudió su ropa diciendo: "Vuestra sangre sea sobre vuestra propia cabeza ; yo, limpio; desde ahora me iré a los gentiles" (Hch 18:6).
Algunos expositores han querido ver en este dramático gesto la indicación de un cambio en la estrategia de Pablo, deduciendo que desde entonces no había de tratar de presentar su mensaje a los judíos en primer lugar. De hecho su intención de ir a los gentiles, dejando los hebreos, se limitaba a Corinto, donde los judíos recalcitrantes habían tenido amplia oportunidad de aceptar a Jesús como su Mesías Salvador, y, habiéndole rechazado, Pablo se hallaba libre para dirigir todos sus esfuerzos hacia la evangelización de los sectores gentiles. Más tarde había de dar su típico testimonio frente a los judíos en Éfeso, Jerusalén y Roma, y podemos suponer que seguía el orden divino —"al judío primeramente y también al griego" (Ro 1:16)— hasta el fin de su carrera. La separación de los creyentes —judíos, temerosos de Dios y gentiles— para formar una congregación que se reunía en la casa de Ticio Justo no difiere de la trayectoria de la obra en la Antioquía de Pisidia, Iconio, Listra, Tesalónica, etc.
4. "Las primicias de Acaya" (Hch 18:6-8) con (1 Co 16:15) (1 Co 1:14-16)
Al principio de su ministerio en Corinto el apóstol se hallaba en un estado de debilidad, pero no por eso dejó de predicar a "Jesucristo, y a éste crucificado... no con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y con poder". De este modo obró como "perito arquitecto" colocando bien el único fundamento de la iglesia, a Jesucristo (1 Co 2:1-5) (1 Co 3:10-11). ¡Cuántos mensajes vitalizados por la potencia del Espíritu Santo resonaron primeramente en la sinagoga y luego en la casa de Ticio Justo! ¡Cuántas almas se rindieron durante aquellos primeros meses a los pies del Salvador, Jesucristo crucificado y resucitado, tan claramente presentado por su mensajero, Pablo! Los nombres de la gran mayoría están escritos en el Cielo, sin hallar cabida en la Palabra escrita que nosotros manejamos. Sin embargo sabemos que creyó Crispo, presidente (anciano mayor) de la sinagoga con toda su casa (Hch 18:8), y huelga decir que Ticio Justo, temeroso de Dios, aprendió el Camino antes de poner su casa a la disposición de la iglesia. Por referencias en la Primera Epístola a los Corintios sabemos que Estéfanas y su familia constituyeron "las primicias de Acaya", o sea, los primeros convertidos por el ministerio de Pablo y juntamente con ellos se hallaba Gayo, quien había de ser el hospedador de Pablo al pasar éste tres meses en Corinto durante su tercer viaje (Ro 16:23); sabemos por la misma referencia que también ofrecía su casa a la iglesia. Sir William Ramsay pensó que Gayo podría ser el praenomen de Ticio Justo (Gaius Ticius Justus), en cuyo caso era huésped de la iglesia desde su separación de la sinagoga. Entonces, o un poco más tarde, "Erasto, tesorero de la ciudad" se unió a la congregación (Ro 16:23), contándose entre los "pocos nobles" según el mundo de la comunidad (1 Co 1:26). Además de estos hermanos, distinguidos en la sociedad o por su servicio en la iglesia, "muchos de los corintios, oyendo, creían y eran bautizados" (Hch 18:8).
El hecho de que la mayoría de los creyentes en Corinto se hubiese convertido del paganismo, siendo quizá reducido el núcleo de los cristianos que eran judíos por nacimiento o "temerosos de Dios" antes de su conversión, explica el porqué de los muchos problemas que luego surgieron en el seno de la iglesia y que motivaron las dos cartas a los corintios: además de otras que no se han incluido en el sagrado canon de las Escrituras. Para "palpar" el ambiente de esta numerosa iglesia debemos leer las dos Epístolas mencionadas repetidas veces, recordando que no todos eran díscolos y que no todos necesitaban reprensiones. La biografía de los "buenos" suele ser corta y Pablo no tenía necesidad de pasar mucho tiempo alabándoles cuando era urgente cortar los males que habían surgido de la poca disciplina, del espíritu partidista, de las rebajadas normas morales y de la introducción de errores doctrinales entre ciertos sectores de una iglesia que quizá creció demasiado deprisa y donde los griegos, amantes de la retórica y de la ostentación, daban más importancia a los dones "llamativos", mayormente al de las lenguas, que no a la consolidación de la obra por medio del ministerio edificante de la Palabra en un ambiente de amor no fingido. Con todo, nosotros, que meditamos la Palabra escrita en este siglo XXI, hemos de considerarnos como deudores de los hermanos carnales de Corinto, ya que el apóstol, al corregir sus errores, plasmó en su primera carta un cuadro de lo que debía ser la iglesia local que aún nos sirve de patrón, además de extenderse en una larga y profunda exposición de la doctrina de la resurrección corporal (1 Co 15). Además, la rebeldía de los díscolos dio lugar a la maravillosa presentación de lo que constituye el verdadero ministerio cristiano en los capítulos 3 a 6 de la segunda Epístola: tesoro inigualado en todo el rico caudal de las Escrituras.
5. El Señor consuela y anima a su siervo (Hch 18:9-11)
Los hombres "importunos y malos" que Pablo menciona en su segunda carta a los tesalonicenses, escrita desde Corinto, urdían ya su complot y preparaban los medios que consideraban como los más adecuados para echar a Pablo de la ciudad (véase el apartado siguiente); pero esta vez el apóstol no había de huir de noche para salvar la vida y librar la iglesia naciente de inconvenientes, como había sucedido tantas veces antes. Cuanto mayor era la ciudad, menos influencia tendrían los judíos en proporción a su número y ya hemos visto que no se les miraba bien en Roma por entonces. Sobre todas estas circunstancias fluctuantes, el Señor había determinado que su siervo había de acabar su misión en paz en aquel lugar donde tenía "mucho pueblo". Pablo no sólo necesitaba consuelo y ánimo, sino también guía y orientación en cuanto a sus planes para el futuro, y en este caso el mismo Señor se dignó revelarse a él durante la noche por medio de una visión, dándole claras direcciones: "No temas, sino habla y no calles". He aquí la primera fase del mensaje. Pablo tenía que proseguir con su ministerio en Corinto, sin pensar en salir para otros lugares por entonces y sin preocuparse por las amenazas de los muchos enemigos. "Yo estoy contigo y nadie pondrá sobre ti la mano para hacerte mal". En este caso Pablo había de ser librado hasta del daño físico que tantas veces había sido llamado a padecer en el servicio del Maestro, renovando el Señor la garantía de su presencia con su valeroso siervo. "Yo tengo mucho pueblo en esta ciudad". Nosotros, quizá, no hemos formado una opinión muy elevada del valor de la iglesia en Corinto, pero el Señor la consideraba como su pueblo ("laos", generalmente reservado para el pueblo de Israel), el pueblo que había comprado con su sangre. Quizá Pablo se acordó del profundo interés que el Señor manifestó en su pueblo en Corinto al exhortar a los santos "fuertes" de allí que ordenasen su modo de vivir, aun en cosas secundarias, para el bien "del hermano por quien Cristo murió".
El designio del Señor, con la constancia del siervo, dieron por resultado una permanencia prolongada en Corinto, pues Pablo pudo quedar allí un año y medio enseñando la Palabra (Hch 18:11). La última frase parece indicar una labor de enseñanza continua y profunda, parecida a la que Pablo y Bernabé habían llevado a cabo en Antioquía de Siria, lo que nos recuerda de nuevo la inmensa importancia de la confirmación de las iglesias por medio de la enseñanza metódica y ordenada de la Palabra si han de mantener su propio testimonio a través de los años y a la vez servir de bases para llevar el mensaje a otros lugares. Sin duda Dios había levantado muchos dones en la iglesia (1 Co 1:3-9), pero la extensión de la labor del misionero en determinado sitio dependerá de lo que el Señor le indique. La iglesia numerosa en una de las mayores ciudades del Imperio necesitaba un cuidado más prolongado de parte del apóstol mismo que no las iglesias plantadas durante el primer viaje y veremos luego que Éfeso necesitaba una estancia aún más extendida. Con todo, llegó por fin el momento de partir: esta vez no por la presión del enemigo, sino porque el apóstol sabía que había cumplido la primera etapa de su servicio en Corinto.
6. La acusación de los judíos ante Galión (Hch 18:12-17)
Siendo Corinto la capital de la provincia romana de Acaya, los judíos enemigos se vieron bajo la necesidad de llevar la denuncia a su tribunal, donde, como se ve claramente por el curso de los acontecimientos, carecían de influencia especial. Fuese por falta de pericia, fuese porque el ambiente en Corinto no se prestaba a ello, los judíos acusadores no formularon una acusación basada en supuestos desórdenes o en un movimiento subversivo que proclamaba como rey a uno llamado Jesús —compárese con (Hch 17:6-7). Se limitaron a procurar hacer valer sus derechos como mantenedores de una "religio licita", alegando que Pablo y los suyos obraban de una forma ilegal ya que no se conformaban al patrón del judaísmo oficial, la única autorizada por Roma. Tras la formulación de la acusación, Pablo, siendo el acusado, había de hacer su defensa, pero el procónsul le paró, pronunciando en seguida su fallo: no se trataba de crímenes, sino de cuestiones internas de la religión judaica, que para él eran "cuestiones de palabras y de nombres y de vuestra ley" (Hch 18:15). ¡Que se preocupasen ellos de sus interminables debates! ¡Él, como procónsul romano, tenía cosas más importantes de hacer! Quizá había tenido conocimiento personal de los alborotos producidos por los judíos en Roma y que habían motivado el decreto de expulsión de Claudio, no queriendo verse envuelto en tales asuntos. Si su emperador había expulsado a los hebreos de Roma recientemente, él les despacharía de delante de su tribunal en el Ágora de Corinto. Tanta era su indiferencia frente a los judíos que cuando los antisemitas del día aprovecharon la ocasión para golpear a Sóstenes —sucesor de Crispo como presidente de la sinagoga—, él hacía la vista gorda y les dejaba hacer. ¡Había de enseñarles de una vez que no volviesen a llevar sus aburridos debates rabínicos delante de su tribunal!
7. La sentencia de Galión (Hch 18:14-16)
La actitud de Galión y su rápido fallo se revisten de más importancia de lo que se aprecia a primera vista. En efecto, había rehusado considerar a los cristianos como un movimiento separado del judaísmo, afirmando que era solamente una secta de una religión que, aun siéndole antipática, se hallaba protegida por su condición de "religio licita". En su opinión, pues, los cristianos participaban de la misma protección. Acaya era la provincia más importante de toda la región del mar Egeo, siendo su procónsul la autoridad máxima después del mismo emperador. El fallo de Galión, pues, servía como norma en tan delicada cuestión hasta que hubiera nuevas directrices de Roma y es probable que facilitara la pacífica extensión del Evangelio durante los años sucesivos, tanto en Asia como en las dos provincias de Grecia. Antes de que Roma cambiase de parecer, el Evangelio había echado hondas raíces en todos los territorios que rodeaban el mar Egeo.
8. La personalidad de Galión
Galión era español, nacido en Córdoba y hermano del célebre filósofo y estadista Séneca. Su nombre original era Marcos Annaeus Novatus, pero, al llegar a Roma, fue adoptado como miembro de la familia de L. Junius Gallio, de donde viene el nombre "Galión" en el relato de Lucas. Era figura distinguida en los círculos aristocráticos de Roma y su hermano subraya la dulzura de su carácter que hacía que fuera apreciado por todos. No podríamos deducir tal cosa de su actuación en el incidente que acabamos de analizar, pero ya hemos visto que con toda probabilidad había concebido fuertes prejuicios contra los judíos antes de oír su acusación. La frase tan citada: "a Galión nada se le daba de ello" no ha de interpretarse como la indiferencia ante toda cuestión vital de un hombre mundano y aburrido, sino como la manifestación de su despego ante las notorias maquinaciones de los judíos.
Quedamos, sin embargo, un tanto desilusionados ya que hubiésemos querido saber cómo Pablo hubiese desarrollado su testimonio ante el refinado español romanizado, hermano del filósofo estoico que escribió frases que pueden compararse con algunas bíblicas.
9. Galión y la cronología de Los Hechos
El versículo (Hch 18:12), "siendo Galión procónsul de Acaya", nos ofrece uno de los pocos puntales sobre los cuales podemos descansar una cronología razonable para el desarrollo histórico de los incidentes de Los Hechos, ya que existen escritos que afirman que Galión fue nombrado procónsul en el año 51. Por lo tanto la misión de Pablo en la ciudad se realizó por los años 51 a 52 con toda probabilidad. Esta fecha, con la de la muerte de Herodes Agripa I (44 d. C.), son los ejes alrededor de los cuales giran los cálculos y suposiciones de los escriturarios al intentar la formulación de la cronología de los viajes del apóstol Pablo. Veremos más tarde que otra importante fecha, bien que menos segura, es la del relevo de Félix como gobernador de Judea.
10. El fin del segundo viaje (Hch 18:18-22)
Según la promesa del Señor en la visión que recibió Pablo, éste pudo llegar tranquilamente al término de su primera estancia en Corinto, saliendo de la ciudad cuando creyó ser la voluntad del Señor que subiera a Jerusalén, antes de emprender otros viajes de confirmación e iniciar la gran obra en Éfeso. Se despidió de los hermanos —podemos imaginar una sesión plenaria de la iglesia reunida para escuchar las últimas exhortaciones del apóstol y para encomendarle al Señor en oración— con el fin de ir por vía marítima a Cesarea.
Se mencionan, sin embargo, dos escalas y dos compañeros de viaje. Primeramente Pablo se hizo rapar la cabeza en Cencreas, en relación con algún voto de nazareo: probablemente una forma modificada de (Nm 6:1-21), según la práctica de los judíos de la época. Llevando consigo a Priscila y Aquila, arribó a Éfeso, donde dejó a sus amigos, quienes habían de quedar allí algunos años, permitiéndose solamente una visita a la sinagoga donde hubo interés para escuchar más. La prisa de embarcar en alguna nave conveniente para llegar a Cesarea parece relacionarse con el término del plazo del voto ya mencionado. El nombre de Jerusalén no se escribe en (Hch 18:22), pero se puede deducir con toda confianza que subió desde Cesarea hasta Jerusalén, antes de pasar a Antioquía en Siria, pues de otra forma el desembarco en Cesarea carecería de sentido.
11. El voto del apóstol (Hch 18:18)
Este voto del apóstol ha dado lugar a muchas discusiones pero Lucas menciona el hecho como algo muy natural. Huelga, pues, que hagamos esfuerzos —según un texto latino antiguo— de hacer ver que era Aquila quien se trasquiló en Cencreas. Hemos tenido ocasión de notar que Pablo no prohibía a los creyentes del judaísmo que guardasen las costumbres de sus padres, siempre que no procurasen imponer tal yugo sobre los gentiles. Él mismo estaba dispuesto a hacerse judío para ganar a los judíos, y nada le impedía que se ligara con un voto nazareo: quizá como acción de gracias por la protección que el Señor le había otorgado en Corinto. Reiteramos que Los Hechos cubren un período de transición, durante el cual la Iglesia, compuesta en grado creciente por creyentes gentiles, ocupaba el escenario, quedando progresivamente más rezagada la comunidad cristiana de Jerusalén que tendía a considerarse como el Resto Fiel de Israel que había reconocido y aceptado a su Mesías. Desde luego no había dos Iglesias en ningún momento, pero hubo un desarrollo necesario en cuanto a la comprensión de lo que era la Iglesia. Los creyentes de Jerusalén no veían nada incompatible entre su profesión cristiana y los actos de la ley ceremonial y sólo la providencia de Dios en la destrucción del Templo (70 d. C.) puso fin al testimonio de los cristianos "celosos de la Ley". Pablo no enseñaba a nadie que tomara sobre sí un voto nazareo, pero si en algún momento de crisis se sintiese movido a renovar una práctica de su juventud, que no tenía mayor trascendencia ni ligaba a nadie más, estaba en completa libertad de hacerlo. Volvemos a subrayar la necesidad de acordarnos de que los apóstoles habían sido elegidos y llenados del Espíritu con el fin de enseñarnos a nosotros, de modo que nos toca aprender de ellos y no criticarles; hemos de recordar que nosotros vivimos en otra época, que no es transicional, en la que el predominio del elemento gentil en la Iglesia es casi absoluto. Como en el caso de la circuncisión de Timoteo, las circunstancias y las intenciones prestan un color muy distinto a actos que se parecen mucho en su forma externa. Pablo acababa de ser animado por una renovada visión de su Señor y se hallaba lleno del Espíritu Santo y ¿quiénes somos nosotros para criticarle? Basten estos hechos para que reconozcamos humildemente que si Pablo hizo un voto nazareo, trasquilándose la cabeza de nuevo cuando el plazo tocó a su fin en Jerusalén, ofreciendo sin duda los sacrificios de rigor, se habrá sentido con plena libertad de hacerlo y que estaba dentro de la voluntad del Señor, aun cuando un creyente de la gentilidad no tenía por qué hacerlo y pecaría gravemente si lo intentara.
De paso, la ofrenda de sacrificios de sangre en este caso y en el de (Hch 21:22-27), muchos años después de la Cruz, y por la voluntad del apóstol inspirado para revelar cual ningún otro el valor completo del Sacrificio de Cristo, hecho una vez para siempre, echa una luz interesante sobre la posible renovación de tales sacrificios en el Templo milenial (Ez 45:18-20) que tanto escandaliza a muchos expositores. Obviamente, Pablo no concedía más que un valor conmemorativo a tales ofrendas, y si se ofrecieron en esta dispensación por el apóstol de los gentiles, bien podrán presentarse con igual sentido durante el futuro Reino de gloria en la tierra.
Temas para meditar y recapacitar
1. Describa la estancia de Pablo en Corinto. ¿Cuáles, a su parecer, son los rasgos más destacados y significativos de aquellos dieciocho meses?
Copyright ©. Texto de Ernesto Trenchard usado con permiso del dueño legal del copyright, Centro Evangélico de Formación Bíblica en Madrid, exclusivamente para seguir los cursos de la Escuela Bíblica (https://www.escuelabiblica.com).
Comentarios
Roberto Omar Condoleo (Argentina) (24/09/2021)
El comentario es muy interesante. Tiene información poco conocida y ubica en contexto de la época la situación, lo cual explica el porqué de acciones y actitudes de los grupos que se ven en la escena.
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