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Estudio bíblico de Salmos 110-113

Salmos 110, 111, 112 y 113

Este Salmo, como el 109, es un salmo mesiánico. Habla de la exaltación, el ensalzamiento de Cristo y comienza con la ascensión de Cristo. Leamos el primer versículo:

"El Señor dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies".

Este salmo es notable porque expone la deidad de Cristo. Usted no puede de ninguna manera considerar este salmo y aun negar la deidad de Cristo. En el Nuevo Testamento encontramos muchas referencias a este salmo (Hechos 2:34, 35; Hebreos 1:13; 5:6; 6:20; 7:21; 10:12-13)

En el momento en que los enemigos de Jesús estaban dirigiendo su ataque final contra Él, los herodianos, un partido político, trataron de hacerle caer en una trampa obligándole a pronunciar una declaración política que le señalaría como un traidor a Roma. Cuando fracasaron, los saduceos, un partido religioso liberal, trataron de atraparle con una pregunta ridícula relacionada con la ley de Moisés. Cuando ellos fracasaron, los fariseos, un partido político religioso, intentaron hacerle caer en otra trampa. La respuesta de Jesús desconcertó a los fariseos; así que mientras ellos se reunían otra vez para planear otra estrategia, les formulo una pregunta, como vemos en Mateo 22:41 al 46, que dice: "Estando reunidos los fariseos, Jesús les preguntó diciendo: ¿Qué pensáis del Cristo? ¿De quién es hijo? Le dijeron: de David. Él les dijo: ¿Cómo, pues, David en el Espíritu lo llama Señor diciendo: Dijo el Señor a mi Señor: siéntate a mi derecha, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies? Pues si David lo llama Señor, ¿cómo es su hijo? Y nadie le podía responder palabra, ni se atrevió ninguno a preguntarle más desde aquel día". Observemos que Jesús les hizo una pregunta directa: "¿Qué pensáis del Cristo?" Los fariseos respondieron que el Mesías era el descendiente de David. Al oír esa respuesta, el Señor les dirigió hacia el Salmo 110 para mostrarles su conocimiento deficiente de esa parte específica de las Escrituras, que los judíos interpretaban como mesiánica. Este Salmo, escrito por David, muestra a Jehová hablando al Mesías. David le llamó al Mesías "mi Señor"; y cualquier judío que admitiera que el Mesías era descendiente de David tenía que enfrentarse con este Salmo, donde David llamó al Mesías su "Señor" y lo reconoció como superior. Esto mostraba que el Mesías sería más que un rey que fuera simplemente un dirigente político ocupando el trono. Y ya que David le llamó "Señor" en este Salmo, ¿cómo podía Él ser su hijo, su descendiente? El Señor no podía ser su hijo por nacimiento natural; tenía que serlo por un nacimiento sobrenatural. Este Salmo nos está diciendo que el Señor Jesucristo, el Mesías de Israel, nació de una virgen.

Veamos la frase "El Señor dijo a mi Señor". Aquí vemos a alguien hablando con otra persona de igual a igual. Aquí podríamos decir que tenemos a Dios hablando a Dios. Hebreos 1:13 dice: "¿A cuál de los ángeles dijo Dios jamás: siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies?" Esta declaración expone la deidad del Señor Jesucristo, que no se nos podría presentar de una forma más clara y terminante. Cuando algunos dicen que la Biblia no enseña la deidad de Jesús, demuestran no estar familiarizados con esta sección de la Palabra de Dios. Leamos ahora el versículo 2 de este Salmo 110:

"El Señor enviará desde Sión la vara de tu poder: ¡Domina en medio de tus enemigos!"

Este versículo nos habla de la venida de Cristo a este mundo, a reinar en Sion. Fue hablando de este tiempo que Isaías dijo en 2:3, "Vendrán muchos pueblos y dirán: Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob. Él nos enseñará sus caminos y caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra del Señor". Jerusalén será el centro del gobierno de esta tierra en estos últimos días. Dios tiene un propósito para este pueblo en el futuro. Ahora, el versículo 3, dice:

"Tu pueblo se te ofrecerá voluntariamente en el día de tu mando, en la hermosura de la santidad. Desde el seno de la aurora tienes tú el rocío de tu juventud".

Durante lo que se califica aquí como "el día de tu mando" tendrá lugar el mayor movimiento de retorno a Jesucristo que el mundo jamás ha contemplado. El maestro y predicador Spurgeon dijo que Dios salvaría más gente de la que se perderá. No es ese el caso en la actualidad, pero nadie debería desanimarse, porque Dios aún no ha terminado con Su obra de salvación. Él tiene una gran multitud de personas salvas detrás de Él, y tiene muchísimos aún por delante de Él. Dios tiene grandes planes para el futuro. Ahora, el versículo 4, dice:

"Juró el Señor y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec".

Aquí tenemos otra verdad muy importante: que el Señor Jesús es el Sumo Sacerdote según el orden sacerdotal de Melquisedec. Melquisedec, mencionado en Génesis 14:17-20, fue una figura de Jesús Mesías, rey y sacerdote). Este tema está desarrollado en la Epístola a los Hebreos, porque es una de las grandes verdades de la Palabra de Dios. Para recalcar su importancia leamos en la epístola a los Hebreos 5:6-10:" Como también dice en otro lugar: Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec. Y Cristo, en los días de su vida terrena, ofreció ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, y fue oído a causa de su temor reverente. Y aunque era Hijo, a través del sufrimiento aprendió lo que es la obediencia; y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que lo obedecen, y fue declarado por Dios sumo sacerdote según el orden de Melquisedec". El sacerdocio del Señor Jesús es superior al sacerdocio Aarónico o Levítico del Antiguo Testamento. Estos versículos nos muestran la deidad y humanidad del Señor Jesucristo. Ahora, volviendo al Salmo 110, leamos los versículos 5 y 6:

"El Señor está a tu diestra; quebrantará a los reyes en el día de su ira. Juzgará entre las naciones, las llenará de cadáveres; quebrantará las cabezas en muchas tierras".

Es que Cristo vendrá otra vez, y entonces será para juicio. Como el Salmo 2:9 aclara diciendo: "Los quebrantarás con vara de hierro; como vasija de alfarero los desmenuzarás". Y el último versículo de este Salmo 110, el versículo 7, dice:

"Del arroyo beberá en el camino, por lo cual levantará la cabeza".

El Dr. Gaebelein dijo de este versículo: "Este pasaje nos presenta una vez más la humillación y exaltación de Cristo. La humillación consistió en que Él bebió del arroyo en el camino. Ello nos recuerda de los 300 guerreros de Gedeón, que se arrodillaron y lamieron el agua como perros y que después fueron exaltados por medio de la victoria en la batalla. Pero el Señor llegó más lejos. ÉL bebió de las aguas profundas del sufrimiento y la muerte. Y en consecuencia, Dios le exaltó".

Y así llegamos al:

Salmo 111

Es un Salmo de Aleluya por las obras de Dios. En el hebreo es un acróstico perfecto, que no apreciamos en la traducción. Este procedimiento alfabético consiste en disponer en forma vertical las letras del alfabeto hebreo y en comenzar cada verso (o incluso cada estrofa, como en el Salmo 119) siguiendo el orden de las letras. Este procedimiento era muy apreciado porque sugería la idea de totalidad y ayudaba a aprender el poema de memoria, Este salmo inicia una serie de 3 salmos Aleluya, (111 al 113). Este Salmo alaba a Dios por Sus obras y también por Su redención, que es la "nueva canción" que será cantada en el cielo. La canción antigua es la canción de la creación; y la nueva canción, la de la redención. Ambas están en este salmo. Leamos el primer versículo de este Salmo 111:

"Alabaré al Señor con todo el corazón en la compañía y congregación de los rectos".

Aquí tenemos la frase "Alabaré al Señor" que quiere decir "Aleluya". Ahora veamos las obras por las cuales el Señor estaba siendo alabado. Leamos los versículos 2 al 4:

"Grandes son las obras del Señor, buscadas de todos los que las quieren. Gloria y hermosura es su obra, y su justicia permanece para siempre. Ha hecho memorables sus maravillas; clemente y misericordioso es el Señor".

Esta idea que existe en la actualidad, de atribuir el origen del Universo a causas naturales, quita la gloria de Dios el Padre y del Señor Jesucristo. Le está arrebatando Su gloria, y es tan mala como negar Su redención, y de negarlo a Él como Salvador. Si usted lo acepta a Él como Salvador, entonces lo aceptará también como Creador.

Ahora este salmo menciona la redención que tenemos, que forma parte del coro Aleluya de este poema. Leamos el versículo 9 de este Salmo 111:

"Redención ha enviado a su pueblo; para siempre ha ordenado su pacto. ¡Santo y temible es su nombre!"

Esta es la redención que Él envió a Su pueblo. Y el versículo 10, dice:

"El principio de la sabiduría es el temor del Señor; buen entendimiento tienen todos los que practican sus mandamientos; ¡su loor permanece para siempre!"

Realmente, como decía el versículo 2, Grandes son las obras del Señor. Ellas son grandiosas en Su creación y exhiben Su omnipotencia y sabiduría eterna. Y ellas son incluso mayores en Su redención, que revela Su justicia, honor y gloria. Finalmente, llegará el día cuando la redención se consuma y todas las cosas serán colocadas bajo Su control. Entonces, las naciones redimidas y la creación misma cantará Sus alabanzas.

Y llegamos ahora al:

Salmo 112

Aquí tenemos otro de los Salmos Aleluya, que también es un Salmo acróstico, utilizando todas las letras del alfabeto hebreo. En el Salmo 111 ya explicamos lo que esto significaba.

El énfasis aquí es el de alabar a Dios por Su justicia. A causa de Su justicia, Dios tiene que juzgar el pecado. ¿No le alegra a usted, estimado oyente, que Dios sea quien es? Supongamos que Él fuese como el diablo y que intentara engañarnos y destruirnos. Resulta terrible incluso pensar en ello. Pero Dios es bueno, estimado oyente, Dios es justo y por tal motivo, Él tiene que tratar con el pecado. Llegará el día en que Él actuará con justicia y enderezará todas las cosas. Y yo quiero que Él así lo haga. Yo quiero que enderece mi propia vida. ¿No quisiera usted que esto suceda también en su vida? Esto es algo por lo cual tenemos que alabarle. Leamos el primer versículo de este Salmo 112:

"Bienaventurado el hombre que teme al Señor y en sus mandamientos se deleita en gran manera".

No desprecie Sus mandamientos, estimado oyente, ellos son como un espejo, le permitirán a usted verse tal cual es. En una serie de mensajes que trataban sobre los Diez Mandamientos, nos pudimos dar cuenta de la gran ayuda que estos resultan para la gente de nuestros días. Cierto hombre dijo al escucharlos: "Este es un pecado del cual no me había dado cuenta, y me estaba separando de Dios". Y continuó diciendo: "Yo pude ver que yo era un gran pecador ". Otra señora tenía por costumbre el tomar el nombre de Dios en vano. Ahora ella se ha acercado al Señor, demostrando una conversión admirable. Y todo esto, porque ella se vio a sí misma en el espejo de Dios, y eso es lo que son los Diez Mandamientos. No hay que despreciar los mandamientos. Si usted es sincero, reconocerá que no puede salvarse cumpliéndolos. Y ellos revelan que usted necesita un Salvador. Ahora, el versículo 3, de este Salmo 112, dice:

"Bienes y riquezas hay en su casa, y su justicia permanece para siempre".

A Dios nunca le faltará justicia. Él la tiene en abundancia, porque es justo. El versículo 4, de este Salmo 12, dice:

"Resplandeció en las tinieblas luz a los rectos; es clemente, misericordioso y justo".

Aquí dice que la luz brilló en las tinieblas. ¿Por qué? Porque Él es un Dios de gracia, compasivo y justo. No sabemos realmente cuan bueno es: Si lo supiéramos, cantaríamos este coro de Aleluya con mayor frecuencia. Y el versículo 6 dice:

"Por lo cual no resbalará jamás; en memoria eterna será el justo".

Y Dios no perderá eso de vista a los Suyos por toda la eternidad. Pasando ahora al versículo 9, leemos:

"Reparte, da a los pobres; su justicia permanece para siempre; su poder será exaltado con gloria".

Dios está interesado en los necesitados, y Él tiene el único programa de asistencia social que va a funcionar. Muchos dicen que ellos van a resolver los problemas de la pobreza, y el único problema que resuelven es el de ellos mismos. ¡Cuánta ayuda social se ha desviado a otros destinos a causa de la corrupción! Porque la atracción del dinero y del poder resulta irresistible para el corazón humano. Y dice el versículo 10:

"Lo verá el impío y se irritará; crujirá los dientes y se consumirá. El deseo de los impíos perecerá".

Y llegará un día en el que la maldad desaparecerá para siempre. Y llegamos ahora al:

Salmo 113

Aquí una vez más, tenemos otro Salmo Aleluya. Éste es como un coro Aleluya al Creador y Redentor. Este Salmo dirigido a la majestad de Dios, comienza la serie de Salmos Hallel, que eran cantados en las fiestas de la Pascua, la fiesta de Pentecostés, la fiesta de los Tabernáculos, y probablemente en todas las fiestas. Es un Salmo de alabanza y adoración. Leamos el versículo 1:

"Alabad, siervos del Señor, Alabad el nombre del Señor".

No deberíamos tomar el nombre del Señor en vano, sino alabarle. Y es una alabanza que nunca terminará, porque va dirigida al Señor de la creación, y al Redentor de la creación. Leamos ahora los versículos 2 al 6:

"Sea el nombre del Señor bendito desde ahora y para siempre. Desde el nacimiento del sol hasta donde se pone, sea alabado el nombre del Señor. Excelso sobre todas las naciones es el Señor, sobre los cielos su gloria. ¿Quién como el Señor, nuestro Dios, que se sienta en las alturas, que se humilla a mirar en el cielo y en la tierra?"

Aquí vemos que Dios está en una posición tan elevada que tiene que inclinarse para mirar a los cielos.

Ahora veamos lo que Él va a hacer. Leamos el versículo 7:

"Él levanta del polvo al pobre y al menesteroso alza de su miseria"

Y lo hace porque Él es el Salvador, el Redentor. Y dicen los versículos finales de este Salmo 113, el 8 y el 9:

"Para hacerlos sentar con los príncipes, con los príncipes de su pueblo. Él hace habitar en familia a la estéril que se goza en ser madre de hijos. ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!"

Si hay algo que esperamos lograr en el estudio de este Libro de Salmos, es estimular a los creyentes a alabar al Señor. Estimado oyente, dígale hoy a alguien que Dios es bueno, y luego respáldelo con su experiencia personal de la bondad divina. Porque, como acabamos de leer en el versículo 7, el Dios que estaba en las alturas se humilló hasta el punto de descender a esta tierra, se hizo hombre, murió en la cruz y resucitó para levantarnos del polvo, y rescatarnos de la miseria del pecado. Hemos dicho que Él es el Redentor. Pero, estimado oyente, ¿puede usted decir que Él es su Redentor?

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