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Estudio bíblico de Efesios 5:14-20

Efesios 5:14-20

Volvemos hoy, amigo oyente, a nuestro estudio de la Biblia aquí en la epístola a los Efesios, capítulo 5. Nos encontramos en una sección, que se extiende desde el versículo 1 al 17, que trata sobre el compromiso matrimonial de la Iglesia. La Iglesia se está dirigiendo hacia el día cuando será presentada ante la presencia de Cristo como la esposa, como podremos ver dentro de unos momentos. Pero eso es algo que debe condicionar nuestra forma de vivir aquí en la tierra. Y si no es así, entonces hay algo que está completamente mal en cuanto a nuestra relación con Cristo. Y el hijo de Dios que está esperando el día cuando estará con Cristo, tiene que ser influenciado en su conducta aquí en la tierra.

Recordemos que en Primera de Juan 1:7 habla de vivir en la luz así como Dios está en la luz. En cierta ocasión alguien preguntó qué significaba vivir en la luz de Dios. Pues aquí tenemos una descripción de ello desde la Palabra de Dios: es vivir en bondad o amabilidad, en justicia o rectitud moral y en sinceridad, es decir con sinceridad y autenticidad. Y esto quiere decir siete días a la semana, no solamente los domingos; y las 24 horas al día.

En los versículos 11 al 13, el apóstol instruyó en cuanto a no tener nada que ver con las obras infructuosas de la oscuridad. Un hijo de Dios, simplemente no puede participar en las obras inútiles de los que pertenecen al reino de la oscuridad, de la misma manera que la luz y la oscuridad no pueden mezclarse en el mundo físico. Porque da vergüenza aun mencionar lo que los desobedientes hacen en secreto.

Más bien hay que reprobar, desaprobar esas prácticas. Ello no significa que el cristiano ha de convertirse en un reformador. Quiere decir que por la luz que refleja su vida. Él mismo es un reproche de esas obras de la oscuridad. La luz revela lo que la oscuridad oculta. La oscuridad no es apartada por predicar sobre ella. La oscuridad es disipada por la presencia de la luz.

Hay demasiados creyentes en el presente que utilizan el método de la crítica o el método de la predicación. Tratan así de corregir a una persona no creyente diciéndole "usted no debería hacer esto o aquello". Pero, estimado oyente, ésa no es la manera de aproximarse a la oscuridad. Usted tiene que ser una luz. Usted no debe dedicarse a predicar sobre estas cosas. Usted no puede decirles lo que hay que hacer y lo que no hay que hacer. Nuestra tarea es hacer resplandecer la luz de la Palabra de Dios, para que se ilumine aquello que Dios califica como correcto. Usted no podrá alcanzar a una persona para Cristo sermoneándola y advirtiéndola sobre lo que está mal. Usted no debe tratar que la persona que no es salva cambie su conducta; ella no puede cambiar su conducta. Ella necesita nacer de nuevo espiritualmente para poder cambiar. Usted tiene que ser una luz y la luz siempre afectará a la oscuridad. Recuerde que la oscuridad no se disipa por medio de predicaciones ni de conferencias. La oscuridad se desvanece en presencia de la luz.

Ahora, el versículo 14, de este capítulo 5, de la epístola a los Efesios, dice:

"Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo."

Aquí tenemos un mandamiento que es humanamente imposible de realizar. ¿Cómo puede una persona despertar de los muertos? ¿Cómo puede una persona despertar de la muerte espiritual? Sólo Dios puede despertarnos. Creo que lo que Pablo quiso decir aquí es que los creyentes que han sido vencidos por el sueño espiritual tenían que despertarse. Y luego él dijo en los versículos 15 al 17:

"Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor."

Éste es otro mandamiento relacionado con la vida del creyente. Se le exhorta a vivir con sabiduría. Su forma de vivir tiene que revelar la urgencia de la hora en que nos encontramos, y la importancia de vivir para Dios. Y el objetivo principal de su vida tiene que ser el de permanecer en la voluntad de Dios. El creyente tiene que actuar en la esfera de la voluntad de Dios de la misma manera en que el tren anda sobre los rieles, y se supone que su conducta en este mundo demuestra que pertenece a Cristo.

Cuando uno entra en un comercio encontrará a un vendedor que inmediatamente estará pendiente de usted, dinámico y dispuesto a ayudarle. Si una persona es una hija de Dios, ¿cómo se comporta en otras oportunidades, cuando no está en su trabajo, tratando de ganar un sueldo? ¿Adopta la misma actitud, revela que está tratando de agradar a Dios? El creyente debe vivir en esta tierra demostrando que pertenece a Cristo, sin que haya ninguna necesidad de preguntárselo.

Después de haber hablado sobre el compromiso matrimonial de la iglesia en los versículos 1 al 17, pasemos ahora a hablar sobre

La experiencia de la Iglesia

Este párrafo se extiende desde el versículo 18 hasta el 24 de este capítulo 5 de Efesios. Cada creyente auténtico debe tener una experiencia. Creemos en la experiencia cristiana y su valor. Leamos los versículos 18 y 19 para ver cuál debe ser esa experiencia.

"No os embriaguéis con vino, que lleva al desenfreno; antes bien sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones"

Aquí no tenemos un discurso árido contra los males del alcoholismo, aun cuando sus excesos constituían un pecado dominante en la sociedad del mundo antiguo, tal como continúan siendo en la sociedad actual. En realidad, el apóstol Pablo estaba haciendo una comparación. Él estaba diciendo: No os embriaguéis con vino. ¿Por qué? Porque ese estado estimula temporalmente, sólo por un momento; activa la energía de la parte física, conduciendo a las personas a un descontrol en todos los órdenes que luego desaparece, dejando una sensación de abatimiento. Y eso no es precisamente lo que las personas necesitan. Ahora, es cierto que las personas sienten una necesidad por algo y como resultado recurren al alcohol. Si no son hijos de Dios, no tienen otros recursos para hacer frente a su vacío interior. Sin embargo, el hijo de Dios tiene que ser lleno del Espíritu Santo, es decir, controlado por el Espíritu Santo. Ésa debe ser la experiencia del creyente.

¿Y qué significa, estar lleno o controlado por el Espíritu Santo? Podemos encontrar una analogía en la persona que está bebiendo y ése es el motivo por el cual Pablo usó esa ilustración. La persona que está bebiendo en exceso está poseída por la bebida. Uno puede darse cuenta cuándo está ebria, en contraste, es el Espíritu Santo quien debería poseer al creyente. Es una intoxicación divina la que tiene que satisfacer su necesidad. No estamos hablando de un emocionalismo excesivo sino de aquello que proporciona la dinámica, la fuerza para vivir y para lograr algo para Dios. Entonces, recalcamos que cuando estamos llenos del Espíritu Santo, quiere decir que estamos siendo controlados por el Espíritu Santo.

La vida del cristiano y su experiencia de estar siendo controlado por el Espíritu Santo están estrechamente relacionadas. Pablo dijo que el creyente debería vivir cuidadosa y prudentemente, siendo lleno del Espíritu. Estos son mandamientos dados al cristiano. Esta llenura constituye una renovación constante de la vida del creyente, para recibir fortaleza y acción, lo cual está indicado aquí por el tiempo presente del verbo, que podría leerse "estad constantemente siendo llenos del Espíritu Santo". Un creyente controlado por el Espíritu no sólo vive sabiamente, sino que su carácter cristiano se caracteriza por la presencia del fruto del Espíritu, como podemos ver en Gálatas 5:22-23.

A un creyente nunca se le manda que se bautice con el Espíritu Santo, pero sí se le dice que todos fuimos bautizados por un solo Espíritu para constituir un solo cuerpo (1 Corintios 12:13). ¿Lo hicimos con un esfuerzo por parte nuestra? No, fue por nuestra fe en Jesucristo. El Espíritu Santo nos regeneró y habita en nosotros. El Espíritu nos selló, y el Espíritu nos bautizó, y nos bautizó colocándonos en el cuerpo de los creyentes.

Sin embargo, el cristiano necesita la llenura o control del Espíritu para servir a Cristo. Los discípulos estaban reunidos en el día de Pentecostés. Necesitaban salir al mundo para dar testimonio de Cristo y fueron llenos del Espíritu Santo. Tuvieron esa experiencia que les capacitó para testificar en aquel día.

Ahora, el ser llenos del Espíritu Santo es, probablemente, tan sencillo probablemente, como el automovilista que en una estación de servicio pide que le llenen el tanque de combustible. Usted mismo, como creyente, al comenzar por la mañana el día le puede decir a Dios: "Señor. Quiero vivir hoy controlado por el Espíritu y no puedo hacerlo por mí mismo. Necesito Tu Poder. Necesito Tu ayuda". Como creyentes necesitamos comenzar a vivir un nuevo día pidiendo esa plenitud del Espíritu Santo. Es algo que todos los cristianos necesitamos desesperadamente.

Usted puede haber sido llenado con el Espíritu ayer o la semana anterior, pero eso no será suficiente para hoy. Así como nuestro coche necesita ir una y otra vez a la estación de servicio para reponer el combustible. Es que cuando usted es lleno del espíritu, hará algo para Dios, y estará viviendo controlado por el Espíritu. Pero eso no significa que usted tendrá suficiente energía para el día de mañana. Necesitará ser llenado al día siguiente. Nuestra vida es como ese viejo tanque de combustible que necesita ser lleno nuevamente.

Ése es el motivo por el cual algunas personas pueden ser poderosa y eficazmente usadas por Dios un día, y sentirse vacías al día siguiente. Yo he tenido esa sensación y posiblemente usted también. Necesitamos una nueva llenura del Espíritu Santo, lo cual nos capacitará para vivir controlados por Él. A veces podemos tropezar y caer, como un niño que está comenzando a andar. Pero se levanta y lo intenta otra vez, hasta que un día caminará normalmente. Dios quiere que usted y yo aprendamos a caminar bajo la guía y energía del Espíritu. Quiere que estemos controlados por Él.

Ahora, ¿cuál es una de las evidencias del estar llenos del Espíritu? Dice aquí: Hablando entre vosotros con salmos, con himnos y canciones espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones. Creemos que esa referencia a los salmos se refiere al Libro mismo de los Salmos, ya que probablemente todos ellos habían sido adaptados a la música. Los himnos fueron compuestos por personas para honrar y dar gloria a Dios en un nivel muy elevado. Las canciones espirituales eran menos formales que los salmos o himnos. Probablemente algunas de ellas eran compuestas a medida que la persona estaba cantando. Esta reacción era la manifestación de la llenura o plenitud del Espíritu porque Él trae alegría a la vida del cristiano.

El hijo de Dios no necesita estímulos externos como el alcohol u otros recursos para disfrutar de la vida o expresar su alegría, que es la alegría que proporciona el Señor. El apóstol Juan dijo que una de las razones por las que escribió su carta apostólica, fue que la alegría de sus lectores fuese completa. Esta plenitud de alegría se siente por medio de nuestra relación de comunión y compañerismo con el Padre y con Jesucristo (como vemos en 1 Juan 1:3-4). Los cristianos tienen que pasarlo bien y disfrutar de momentos felices en la iglesia. No se trata de frivolidad o de un mero entretenimiento, sino de la presencia real de la alegría que da el Señor. Y esa clase de alegría proviene de la llenura, de la plenitud del Espíritu Santo. Continuemos leyendo el versículo 20, que dice:

"Dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo."

Otra evidencia de estar llenos del Espíritu Santo es dar gracias a Dios, es decir, una actitud de agradecimiento. En el libro de los Salmos ya hemos observado mucha acción de gracias y alabanza a Dios y a un elevado nivel espiritual. No tenemos mucho de ese elevado nivel entre los creyentes hoy. Expresiones de gratitud como "alabado sea el Señor y gracias a Dios por su don inefable" y otras similares, deberían brotar con naturalidad de nuestros corazones, y no como un lenguaje rutinario o una expresión trivial. La plenitud del Espíritu Santo produce una vida de agradecimiento, de manera que podemos dar sinceramente gracias a Dios por todas las cosas.

Permítanos relatar aquí una historia de la vida real. Se trata del fallecido doctor Howard Kelly, un gran cirujano, y quien fue también un gran especialista en obstetricia. Él escribió mucho sobre esta especialidad de la medicina, y sus obras fueron clásicas obras de consulta entre los médicos por mucho tiempo. Era un gran hombre, y un gran creyente y un gran hombre de Dios también. En cierta ocasión él estaba caminando por una zona rural de la ciudad de Baltimore, en los Estados Unidos y sintió sed. Se acercó a una granja, llamó a la puerta y una niña le abrió. Entonces él le dijo: "¿Me puedes dar un poco de agua?" Ella le respondió que sus padres habían ido a la ciudad y que no había agua en la casa, pero que sí tenía leche fría. Así que le dijo, ¿le gustaría un vaso de leche? Y este hombre aceptó agradecido el ofrecimiento. Entonces la niña se lo trajo, y el la bebió con avidez, encontrándola deliciosa. La niña entonces le dijo, "¿no quería beber otro vaso?" El hombre volvió a aceptar y después de beberlo y agradecerle continuó su viaje, pensando en lo amable que había sido aquella niña. Pocos días después la niña se enfermó, y con un fuerte dolor en el costado, fue llevada al hospital de la ciudad, y ¿sabe quién fue el médico que la atendió? Pues, era mismo Dr. Nelly, quien la reconoció como la niña que le había ofrecido la leche. Él la operó, se ocupó de su tratamiento. Cuando fue dada de alta, sus padres vinieron a buscarla y una vez en casa, esperaron ansiosamente la llegada de la factura, porque no tenían los medios para pagar la operación y los gastos del hospital. Cuando llegó un sobre del hospital, lo abrieron con manos temblorosas. Allí estaba la factura y bajo la cifra del total de los gastos, figuraban estas palabras: "la cuenta fue totalmente pagada con dos vasos de leche", y junto a esta frase estaba la firma del Dr. Kelly. Esto sí que fue un amor en acción y el amor que aquel médico expresó era el fruto del Espíritu, porque el Dr. Kelly era un fiel cristiano.

Y así es como se debe expresar el amor. No es necesario ir por todas partes diciendo que uno ama a las personas, simplemente, el amor hay que demostrarlo con hechos. Al estar un cristiano lleno del Espíritu, hay amor, alegría, y un espíritu de agradecimiento en su vida. Esto es simplemente un cristianismo práctico, un amor en acción.

Quizá usted tendría que hacer lo del automovilista que llega a la estación de servicio a llenar su tanque de combustible. Quizá usted esté vacío. Usted y yo, estimado oyente, no tenemos nada dentro de nosotros mismos. Necesitamos acudir a Dios y decirle que estamos vacíos, y que necesitamos ser llenos del Espíritu Santo, para poder vivir para Él. Necesitamos reconocer que para nosotros es imposible vivir como a Él le agrada, pero que Él puede hacerlo a través de nosotros.

Al finalizar, recapitulamos lo dicho en el sentido que el ser llenos del Espíritu Santo es el único mandamiento dado a los creyentes en relación con el Espíritu Santo. Los otros cuatro ministerios del Espíritu Santo son realizados cuando recibimos a Cristo. Cada creyente es regenerado por el Espíritu Santo: dice Juan 1:12, "mas a todos los que le recibieron, a quienes creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios". En el creyente, también habita el Espíritu Santo; dice Romanos 8:9, "Si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él". El creyente es sellado por el Espíritu Santo; dice Efesios 1:13, "y habiendo creído en él, fuisteis sellados por el Espíritu Santo de la promesa". También, el creyente es bautizado por el Espíritu Santo; dice Primera de Corintios 12:13, "porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo". Estos cuatro ministerios del Espíritu Santo tienen lugar cuando una persona deposita su fe en Cristo. Son realizados a favor nuestro. Lo único que nos queda a nosotros es obedecer Su mandamiento de ser constantemente llenos, controlados por el Espíritu Santo, como hemos leído en este capítulo 5:18.

Pero recuerde, estimado oyente, que si usted da el paso de fe de aceptar al Señor Jesucristo como Salvador, el Espíritu produce en usted un nuevo nacimiento, un nacimiento espiritual. Y a partir de ese momento, comenzará en usted una acción transformadora, capacitándole para vivir a la luz de Dios, realizando las obras que a Dios agradan, es decir, las obras de la luz.

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