Estudio bíblico de Mateo 6:1-34
Mateo 6
Tema: los motivos internos que rigen los actos externos de justicia, tales como el dar limosnas, la oración, el ayuno y la obtención de riquezas.
La relación de los súbditos del reino de los cielos con Dios
El motivo y el método para dar limosnas
El capítulo 6 de Mateo trata sobre la parte exterior de la religión. En el capítulo 5, el Rey hablaba de la justicia que debían poseer Sus súbditos, que debía superar a la justicia de los escribas y Fariseos, y que solo se recibe por medio de la confianza en Cristo. En este capítulo 6 Mateo nos habló sobre la justicia que los súbditos del reino tenían que practicar. Por supuesto, la motivación es el elemento importante en lo que hacemos para Dios. Ningún tercero puede interferir en esta relación. Estos asuntos conciernen únicamente al alma y a Dios.
Los Temas mencionados en este capítulo --el dar limosnas, la oración, el ayuno, el dinero y el pensar y preocuparse por el futuro-- tienen connotaciones muy prácticas.
En primer lugar, el Señor habla sobre las limosnas. Recordemos que todo esto tiene que ver con la parte externa de la religión; con la ostentación de la misma.
Leamos los versículos 1 y 2:
"Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos. Por eso, cuando des limosna, no toques trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa."
El Señor estaba dirigiendo Sus comentarios a los súbditos del reino, pero aquí se encuentra un principio importante para ti, y para mí. Y lo estaba expresando con punzante ironía. El sabía cómo utilizar la estocada del sarcasmo. Cuando los Fariseos querían entregar algo a los pobres, acostumbraban a situarse en la esquina de una calle concurrida de Jerusalén y entonces hacían sonar una trompeta. Aunque su propósito era reunir a los necesitados para recibir los regalos, al mismo tiempo daban a otros una buena oportunidad de ser testigos de sus buenas obras. ¿Ves alguna similitud con lo forma en que algunos cristianos actúan en el día de hoy? Nuestro Señor dijo que cuando los Fariseos obraban de esta manera, ya tenían su recompensa. ¿Y cuál era ésta? Bueno, pensemos en lo que ellos buscaban. Jesús dijo que ellos lo hacían para recibir los honores de los demás. Al sonar la trompeta todos acudían a presenciar su generosidad y precisamente ésta era su recompensa. Sus limosnas no eran un asunto privado entre ellos y Dios.
Cabe preguntar lo siguiente. ¿Por qué motivo das tú? El dar a otros es un Tema entre tú y Dios y en el mismo momento en que hay un tercero implicado, no se te reconoce ningún mérito en los cielos, porque no significa nada para Dios. Continuemos en los versículos 3 y 4.
"Pero tú, cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha, para que tu limosna sea en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará."
Aquí se nos dice que el acto ha de ser tan secreto que la persona, prácticamente, olvide lo que ha dado. De esta forma muestra su justicia ante Dios y no ante los hombres, por lo cual el Señor la recompensará en público.
En el párrafo siguiente se nos habla sobre
Las señales de la oración genuina
Leamos el versículo 5:
"Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas; porque a ellos les gusta ponerse en pie y orar en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos por los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa."
El Señor utilizó un lenguaje fuerte, ¿verdad? Oraban para ser vistos por los demás y lo conseguían. Pero sus oraciones no llegaban más allá de los techos de aquellos edificios. El versículo 6 continúa diciendo:
"Pero tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cuando hayas cerrado la puerta, ora a tu Padre que está en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará."
El concepto aquí expresado es revolucionario. ¿Has observado que el Señor usó el término Padre? El estaba hablando sobre los ciudadanos del reino. Pero en la actualidad, ¿cómo te conviertes tú en un hijo de Dios? El Evangelio de Juan 1:12, nos da la respuesta:
"Pero a todos los que le recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en su nombre."
Y el Señor le dijo a Nicodemo: "Tienes que nacer de nuevo". Hasta ese mismo instante no puedes llamar a Dios tu Padre. En el Antiguo Testamento no encontrarás la palabra Padre utilizada para la relación del hombre con Dios. La nación de Israel en conjunto fue llamada por Dios: "Israel, mi hijo", pero ningún individuo fue así llamado. En este pasaje, el Señor Jesús estaba hablando de una nueva relación.
En cuanto al Tema de la oración, se nos dice que debe ser secreta y sincera. Muchos santos desconocidos serán públicamente conocidos en el futuro tribunal de Cristo, como personas que oraron verdaderamente a Dios.
Prosigamos con los versículos 7 y 8:
"Y al orar, no uséis repeticiones sin sentido, como los gentiles, porque ellos se imaginan que serán oídos por su palabrería. Por tanto, no os hagáis semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes que vosotros le pidáis."
La oración debe caracterizarse por su sencillez, y por su brevedad:
1. Sinceridad -- Mateo 6:6 nos hablaba de entrar en el cuarto y cerrar la puerta. Tu oración es un asunto que concierne únicamente a ti y a Dios.
2. Sencillez -- Mateo 6:7 advertía sobre no repetir inútilmente las palabras. Expresa directamente los aspectos esenciales y dile al Señor lo que tienes en tu mente. Recuerda que, aunque tu Padre ya sabe todo lo que necesitamos, quiere que acudamos a Él para pedirlo.
La llamada Oración del Señor, o el Padrenuestro, constituye un maravilloso modelo de oración para creyentes de todas las condiciones. Leamos el versículo 9:
"Vosotros, pues, orad de esta manera: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre."
Observemos que la llamada Oración del Señor no podía ser la oración del Señor Jesús. El no podría haber expresado esta oración, uniéndose a ti y a mí para decir: "Padre nuestro" porque la relación entre el Padre y el Hijo es la relación de la divinidad. Es una posición y no una procreación. En mi caso, yo me convertí en un hijo de Dios sólo por medio de la fe en Cristo; por ello Cristo no podría unirse a mí para decir "Padre Nuestro".
La frase "que estás en los cielos" nos lleva a afirmar que Dios no es un prisionero en este universo. El se encuentra más allá y por encima de ese universo. Está en los espacios aéreos, en el espacio estelar, pero muy alejado de Su universo en la actualidad. El es más que la creación misma. Es el que está sentado en el trono del universo, manteniéndolo bajo su control.
La expresión "Santificado sea tu nombre" podría traducirse "que tu nombre se hecho santo". El nombre Dios implica todo lo que Dios es. ¿De qué manera podemos nosotros hacer santo el nombre de Dios? Yo creo que a través de nuestras vidas. Cuando Abraham llegó a Canaán, cualquier cananeo que hubiera pasado junto a él habría observado que tenía un nuevo vecino, al ver su altar. Dondequiera que Abraham fue, edificó un altar a Dios. Y cuando el patriarca comenzó a realizar negocios con los cananeos, comprobaron que era honesto y que todo lo que decía inspiraba confianza. Finalmente, llegaron a la conclusión de que el Dios a quien Abraham adoraba era un Dios santo; por ejemplo, el rey Abimelec le dijo a Abraham: "Dios está contigo en todo lo que haces". Más adelante en aquel relato, los hijos de Het le dijeron: "Eres un príncipe poderoso entre nosotros". Toda la vida de Abraham reveló la reverencia que sentía por Dios. Con seguridad, el nombre de Dios fue hecho santo en Canaán por causa del patriarca.
Leamos el versículo 10:
"Venga tu reino. Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo."
La frase "Venga tu reino" se refiere al reino del cual Mateo había estado hablando, al reino que Cristo establecería sobre la tierra. Es una digna petición, que todos debiéramos hacer nuestra hoy. Continuemos con el versículo 11:
"Danos hoy el pan nuestro de cada día."
Como he indicado antes, esta oración es un modelo para nuestras propias oraciones. Observemos por un momento esta petición maravillosa, tan sencilla y, sin embargo, es un pedido que debiera surgir de nuestros corazones con entusiasmo. Tiene que ver con nuestra absoluta dependencia de Dios. Habla de las necesidades físicas de nuestro cuerpo, que El suple cada día. Nos recuerda que el pueblo de Israel recogía diariamente el maná para ese mismo día, sin guardar provisión para el día siguiente. Esta oración que consideramos asegura el pan para cada día. Nos muestra que al ser humano debe vivir al día, y que incluso sus necesidades corporales, sus necesidades básicas provienen de Dios.
Continuemos leyendo el versículo 12:
"Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores."
Esta petición es de carácter legalista, y no referida a la gracia. Yo doy gracias a Dios por otro versículo de las Escrituras, en la carta de Pablo a los Efesios 4:32.
"Sed más bien amables unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, así como también Dios os perdonó en Cristo."
En la actualidad Dios nos está perdonando en base a lo que Cristo ha hecho por nosotros, no en base a que nosotros perdonemos a otros, en cuanto al asunto de nuestra salvación. La redención de Dios se ve en su totalidad cuando Dios nos perdona. Cuando aquí dice: "Perdónanos . . . como nosotros hemos perdonado" no se refiere a nuestra salvación. Está hablando a aquellos que ya son salvos, que ya tienen en sí mismos la naturaleza de Dios. El no espera a que tú perdones, para personarte después. Este no es Su método de resolver la cuestión del pecado. El envió a su Hijo para morir y partiendo de esta base, Dios nos perdona. Veamos el versículo 13:
"Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal. Porque tuyo es el reino y el poder y la gloria para siempre jamás. Amén."
En la expresión "no nos metas en tentación" el término "meter" nos puede dar una impresión equivocada porque el apóstol Santiago dijo que Dios no tienta a nadie. Esto es cierto. Otras versiones traducen la misma palabra como "prueba". Una traducción apropiada sería: "no nos dejes en la tentación". No quiere decir que nos mantenga fuera de ella, sino que, reconociendo nuestra debilidad, cuando estemos pasando por la tentación, nos de la fuerza para librarnos de ella.
La petición "líbranos del mal", más bien "del malo" se refiere al diablo. Satanás es hoy una tremenda realidad. El mundo ha tratado muchas veces de deshacerse de él, desconociendo su existencia. Cualquiera que aboga por Dios y su causa conoce la trágica realidad de Satanás, y es consciente de la presencia de Dios, aunque tiene también conciencia de la presencia de Su enemigo.
Debo añadir que esta oración es muy adecuada para un nuevo creyente que esté aprendiendo a orar. Como modelo que es, nos muestra qué deberíamos incluir en nuestras oraciones. A Él le agrada que aprendamos a orar y a hablar con Él con nuestras propias palabras y con naturalidad. Y como Jesús dijo en versículos anteriores, la oración no debe convertirse en una exhibición pública; la oración más efectiva se lleva a cabo en privado, entre tú y Dios.
Leamos el próximo párrafo, versículos 16 al 18, que trata sobre
El significado del ayuno
Y cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas; porque ellos desfiguran sus rostros para mostrar a los hombres que están ayunando. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa. Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, para no hacer ver a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará."
Creo que el ayuno tiene un valor para los creyentes de nuestro tiempo, si se practica de forma privada, como un asunto personal entre el alma y Dios.
Leamos ahora los versículos 19 al 21, que tratan sobre
El ganar dinero y el significado de las verdaderas riquezas
"No os acumuléis tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre destruyen, y donde ladrones penetran y roban; sino acumulaos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni la herrumbre destruyen, y donde ladrones no penetran ni roban; porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón."
Algunos piensan que hablar de dinero es un asunto puramente material. Sin embargo, el Señor habló sobre acumular tesoros en el cielo. Cuando utilizamos el dinero para la propagación del Evangelio, para que la Palabra de Dios esté al alcance de todos, es como si ese dinero se convirtiese en moneda de curso legal en los cielos. Al acumular ese tesoro en los cielos, tus pensamientos estarán más orientados hacia la morada de Dios y menos atrapados por el deseo insaciable de obtener riquezas, convirtiéndolas en un ídolo que puede desplazar a Dios de tu vida.
El capítulo finaliza con el Tema de
Los bienes materiales y la relación del creyente con ellos
El consejo es que no dediquemos demasiada consideración a nuestras necesidades materiales. Leamos el versículo 26, donde el Señor dice:
"Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, y sin embargo, vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No sois vosotros de mucho más valor que ellas?"
Las aves no pueden sembrar, cosechar, ni recoger en graneros, cosa que nosotros sí podemos hacer, con la misma libertad con que ellas viven y actúan. Las aves confían en el cuidado de Dios y de la misma forma, nosotros también debemos confiar. Esto no significa que no debamos ejercer nuestro criterio, porque Dios nos ha creado con esa capacidad. Lo importante es que no nos pasemos la vida sintiendo que los bienes materiales se convierten en una carga pesada para llevar. Los versículos 28 y 29 añaden otro motivo de gran interés y preocupación, para algunos:
"Y por la ropa, ¿por qué os preocupáis? Observad cómo crecen los lirios del campo; no trabajan, ni hilan; pero os digo que ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de éstos."
No se trata de ser descuidado en este aspecto, porque ello no honra a Dios. Nuestro Señor llamó nuestra atención sobre la belleza de las flores. Los versículos 30, 33 y 34, con los que finaliza el capítulo, culminan con una meta que nos ofrece una auténtica calidad de vida.
"Y si Dios viste así la hierba del campo, que hoy es y mañana es echada al horno, ¿no hará mucho más por vosotros, hombres de poca fe? Pero buscad primero su reino y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Por tanto, no os preocupéis por el día de mañana; porque el día de mañana se cuidará de sí mismo. Bástele a cada día sus propios problemas."
El Señor nos advierte sobre el peligro de dejarnos dominar por la ansiedad, para que los bienes materiales no constituyan la meta de nuestra vida. Alguien ha dicho que el día de hoy, es el mañana que nos preocupó ayer. El Creador, que cuida del sustento y belleza de la naturaleza y de los seres creados, cuidará de nosotros. Lo realmente importante es poner a Dios como prioridad, es decir, permitir que Él ocupe el primer lugar de nuestra vida.
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