Estudio bíblico de Proverbios 24
Proverbios 24
Llegamos hoy, amigo oyente, en nuestro viaje por este Libro de Proverbios, al capítulo 24. Y este es el último capítulo de los Proverbios que escribió y arregló el mismo Salomón. A partir de este programa, vamos a ver Proverbios que fueron copiados por los hombres de Ezequías. Evidentemente, Salomón escribió muchísimos proverbios. Sin embargo, solo tenemos un porcentaje muy pequeño del número total. Estos contienen grandes verdades que han sido colocadas en un espacio pequeño. Ellas pueden sostener y dirigir nuestras vidas. Vamos a leer entonces, los primeros dos versículos de este capítulo 24 de Proverbios:
"No tengas envidia de los hombres malos ni desees juntarte con ellos, porque su corazón trama violencias e iniquidad hablan sus labios."
Ya hemos visto esto con anterioridad. Podemos ver que en el libro de los Proverbios se repiten los temas que son importantes. Por ejemplo, se ha escrito mucho sobre el uso de la lengua, sobre el orgullo, y acerca de la persona insensata. Hay asuntos que son enfatizados constantemente, porque son traducidos a la vida práctica. Uno puede encontrar las personas descritas en este libro por las aceras de nuestras propias ciudades. Esa es la razón por la cual hemos dicho que usted encontrará un proverbio adecuado para cada persona que usted conoce. Y también hemos encontrado muchos proverbios que se pueden aplicar a diferentes personajes de la Biblia.
El Salmo 74, escrito por Asaf, trata el mismo tema de estos versículos que inician el capítulo 24 de Proverbios. En el Salmo 73:3-9 Asaf escribió frases como éstas: porque tuve envidia de los arrogantes, viendo la prosperidad de los impíos. . . No pasan trabajos como los otros mortales, ni son azotados como los demás hombres. . . "Ponen su boca contra el cielo, y su lengua pasea la tierra". Y Asaf estaba molesto por estas situaciones de la vida. Pensamos que usted, estimado oyente, también se ha sentido molesto por las mismas cosas. Yo, personalmente, he experimentado estos sentimientos. Recuerdo en mi vida de estudiante, haber tenido compañeros pobres, que comenzaban a estudiar trabajando al mismo tiempo, porque tenían un ardiente deseo de estudiar para labrarse un futuro digno en la sociedad, y finalmente tenían que abandonar sus estudios por la falta de tiempo para estudiar, mientras que otros compañeros, que disfrutaban de una vida de abundancia, dejaban de estudiar porque simplemente les aburría el programa académico. Esta situación me planteaba preguntas inquietantes.
Pero, aquí en el Libro de Proverbios, estimado oyente, Salomón se enfrentó con este tema en el versículo 1 al decir: No tengas envidia de los hombres malos, ni desees juntarte con ellos. ¿Por qué? Porque llegará el día en que tendrán que rendir cuentas. Asaf dijo que no podía entender porque los malvados prosperaban. Pero en el mismo Salmo 73:17 nos contó su experiencia final, diciendo: hasta que, entrando en el santuario de Dios, comprendí el fin de ellos. El salmista concluyó que Dios mismo se ocuparía de ellos algún día.
Al mirar al mundo de nuestro tiempo podemos ver muchas injusticias, y usted y yo podemos hacer muy poco al respecto. Vivimos en una generación que ha protestado prácticamente sobre todo. Se han tratado de igualar los contrastes, equiparando la situación de las personas para promover la justicia social. Pero aunque se han logrado grandes avances en las prestaciones sociales en algunos países de la tierra, los contrastes y las injusticias prevalecen. Y en otros países, la situación se hace cada vez más precaria, hasta el extremo de carecer de los bienes indispensables para subsistir. Es que el problema reside en el corazón humano, Es el corazón de las personas el que necesita ser cambiado. Dios es el único que igualará la situación de los seres humanos algún día. Podemos confiar en que El solucionará las injusticias de la sociedad humana.
Creemos que usted y yo, estimado oyente, necesitamos reconocer nuestro lugar en esta vida. Nos convertiremos en personas más felices si usted y yo somos conscientes de que Dios nos ha colocado a cada uno de nosotros en un lugar en particular para cumplir un determinado propósito en la tierra. Y a la distancia podemos observar a los malvados y verles prosperar, y no lo entendemos. Muchas veces le habremos dicho a Dios que no comprendemos esas situaciones. Y ni usted ni yo debemos temer por decírselo a Dios, tal como lo hizo Asaf. Lo importante es que continuemos confiando en que Dios un día pondrá a las personas y a las cosas en su lugar, y solucionará todo aquello que nos inquieta.
Tenemos que aprender a mirar a las cosas desde el punto de vista de Dios. La Biblia está llena de ejemplos de hombres impíos que han llegado a un terrible fin. En el mismo comienzo de la Biblia, podemos ver a Caín. Luego, al continuar leyendo encontramos a otro hombre llamado Lot y éste, aunque era un hombre salvo, escogió vivir en la ciudad de Sodoma, en la cual prosperó, pero llegó un día cuando él deseó no haberse trasladado a Sodoma. Había cometido un gran error al hacerlo. Y así, si usted recorre la Biblia, se encontrará con personas que prosperaron por un tiempo, pero después verá como el juicio vino sobre ellas una y otra vez. Con todo, es muy importante que nosotros comprendamos este problema. Continuando ahora, con nuestra lectura en el capítulo 24 de Proverbios, vemos que los versículos 3 y 4 nos dicen:
"Con sabiduría se edifica la casa, con prudencia se afirma y con ciencia se llenan las cámaras de todo bien preciado y agradable."
Este es un hermoso cuadro de lo que usted y yo debemos hacer. Un hombre edifica su hogar y luego llena la casa adornándola con muebles, con hermosos cuadros, tapices, y con valiosos objetos personales. Es un placer para la vista contemplar una casa como ésta, amueblada con tan buen gusto.
Estimado oyente, usted y yo deberíamos estar edificándonos una casa aquí en la tierra, un hogar de sabiduría, una casa llena de conocimiento. Deberíamos comenzar por acumular en nuestras mentes y corazones toda clase de muebles hermosos, jarrones, cuadros y maravillosos adornos. Y eso es lo que el Apóstol Pablo le aconsejó al joven Timoteo en su segunda carta 2:15: Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la Palabra de verdad. Usted y yo deberíamos estar llenando nuestros corazones y nuestras vidas con la Palabra de Dios. Estimado oyente, construyamos una hermosa mansión, y no nos conformemos con una casucha en ruinas.
En algunos lugares, especialmente alrededor de grandes ciudades, viven personas que son muy pobres, y sus hogares han sido construidos de cosas que se encuentran por la calle. Pedazos de madera, de chapas, y otros restos. Uno entra a esos lugares y encuentra que a veces no tienen ni donde sentarse. Al observar sus habitaciones uno puede darse cuenta de que ni siquiera tienen camas, y tienen que dormir en un rincón con un colchón y algunas mantas. Y para cocinar tienen que hacerlo afuera. Y uno se da cuenta de lo trágico que es vivir en esas condiciones. Mirando esta situación desde un punto de vista espiritual, diremos que hay muchos creyentes que deberían haber pasado su vida edificando un hermoso hogar, un hogar espiritual. Y deberían haberlo llenado con los maravillosos tesoros que encontramos en la Palabra de Dios, y que les habrían proporcionado una gran calidad de vida. En cambio, todo lo que tienen es una casa miserable. Y al mirar esa casa por dentro, uno comprueba que está prácticamente vacía, no hay nada. Todo lo que hay allí es una gran ignorancia y miseria espiritual.
Hay muchos que se denominan a sí mismos como cristianos, e incluso puede que estén formalmente vinculados a alguna iglesia, cuyas vidas e ignorancia espiritual se parecen a esas humildes casas casi vacías, que son una viva descripción de la miseria. Y esto es una verdadera tragedia. Recordemos el gran contraste con la descripción que hemos leído en estos versículos 3 y 4 de Proverbios y que ahora repetimos leyéndolos de otra versión que dice: "Con sabiduría se construye la casa; con inteligencia se echan los cimientos. Con buen juicio se llenan sus cuartos de bellos y extraordinarios tesoros". Ahora leamos los versículos 5 y 6, de este capítulo 24:
"El hombre sabio es fuerte, y de pujante vigor el que tiene ciencia. Porque con ingenio harás la guerra, y en los muchos consejeros está la victoria."
Hoy hay muchos recursos a nuestra disposición. No solamente hay personas a las que podemos recurrir para recibir consejo, sino que también tenemos la Palabra de Dios. No creemos en este método que tienen algunos de simplemente abrir la Biblia y buscar un versículo cuando necesitan tomar alguna decisión. Eso no es bueno. La Palabra de Dios no es como una ruleta, digamos, que uno puede hacer girar y esperar que se detenga en el lugar preciso. Tenemos que saber lo que la totalidad de la Biblia dice. Necesitamos leer a Moisés, a Josué, a Samuel, a David, a Miqueas y Zacarías, y lo que también escribieron Mateo, Pablo y Juan. Todos ellos son nuestros consejeros y podemos recurrir a ellos cuando tengamos que tomar una decisión. Pasemos ahora al versículo 10, de este capítulo 24:
"Si flaqueas en día de adversidad, tu fuerza quedará reducida."
Aquí se está diciendo algo importante. Dios utiliza estos períodos difíciles de tensión y pruebas para desarrollar nuestro carácter espiritual. Esa es la manera en la que El nos capacita para crecer. Es en la hora de las pruebas cuando usted y yo demostramos la fortaleza espiritual que tenemos.
Es de gran consuelo saber que hubo muchos de los hombres de Dios, que cuando llegó la hora de prueba, dieron media vuelta y huyeron. Usted recordará por ejemplo, que Elías demostró tanto valor allá en el Monte Carmelo, pero al saber que Jezabel le perseguía con la intención de matarlo, emprendió la huida y corrió por el desierto hasta que llegó a Beerseba. Allí dejó a su criado, continuó su camino por el desierto y al fin, se sentó debajo de un enebro y dijo: "Señor, quítame la vida". (1 Reyes 19:4)
Cuando David fue perseguido por el rey Saúl no tuvo ningún momento de paz. Llegó a decir que estaba siendo perseguido como una perdiz por las montañas, y que cualquier día le atraparían y le darían muerte. Y en esa condición estaba muy desanimado. Pero estos dos hombres descubrieron que en esos momentos el Señor les daría la fuerza que necesitaban y, efectivamente, así fue. Ahora, los versículos 11 y 12, nos dicen:
"Libra a los que son llevados a la muerte, salva a los que tienen su vida en peligro. Porque si dices: «Lo cierto es que no lo supimos», ¿acaso no lo considerará el que pesa los corazones? El que mira por tu alma, él lo conocerá, y él pagará al hombre según sus obras."
Hay alguien a quien usted podría ayudar, y usted lo sabe. Hay alguien a quién usted podría dar testimonio de Cristo, y usted podría ser el único o la única a quien esa persona escuchara.
Cierto hombre dijo en una ocasión, que él se sentía responsable por el suicidio de un ser querido y creía que debería haber hecho algo por él. Bueno, pensamos que lo tenía que haber hecho, pero no lo hizo. Una persona puede sentir un gran remordimiento por haber desaprovechado la ocasión de hacer algo en un momento en que debería haberlo hecho.
Y Dios es Aquel que sopesa, que examina con atención los corazones. En esos casos en los cuales sabemos que no hemos hecho algo que deberíamos haber hecho, lo único que nos queda es dirigirnos al Señor diciéndole: "Señor, perdóname. He fracasado. Vengo a ti para que me fortalezcas y me ayudes". Y el Señor escuchará esa clase de oración. El puede librar a una persona de sentirse abrumada por el dolor y la culpa de su fracaso.
Haremos bien en recalcar la importancia de este proverbio y acerquémonos a aquellas personas que necesitan nuestra ayuda.
Ahora el versículo 16 dice:
"Porque aunque siete veces caiga el justo, volverá a levantarse, pero los malvados caerán en el mal."
En la Biblia el siete es el número que representa a algo completo. Quiere decir que el ser humano continúa cayendo. Pero la persona justa se levantará otra vez. ¿Conoce usted alguna persona así? ¿Una persona que continúa levantándose? Bueno, tenemos el caso de Simón Pedro. Pero este versículo 16 continúa diciendo que los malvados caerán en el mal. Ese fue el caso de Judas. Este proverbio ilustra perfectamente a esos dos discípulos del Señor. Pedro era un hombre que estaba constantemente cayendo. Podemos decir que fracasó cuando intentó caminar sobre el agua. No creo personalmente que haya fracasado porque él realmente caminó sobre las aguas. El caminó sobre el agua para dirigirse hacia Jesús, pero cuando apartó sus ojos de Jesús y miró a aquellas olas agitadas, comenzó a hundirse. Pero recordemos que el Señor lo rescató y el regresó caminando hacia el bote con Jesús. Pero Pedro verdaderamente fracasó aquella noche en que Jesús fue arrestado. El negó conocer a Jesús tres veces. Una y otra vez Pedro le falló al Señor. Pero siempre se levantó y continuó con su Señor.
Cierto hombre dijo en una ocasión: "¿Sabe usted? ? he fracasado tantas veces que hasta tengo vergüenza de ir al Señor y decirle a Él nuevamente que he fracasado y que quiero comenzar de nuevo". Estimado oyente, usted puede sentirse avergonzado, pero el Señor no lo está. Él está dispuesto a ayudarle para comenzar una vez más". Este hombre dijo: "¿Cuántas veces puede un hombre fracasar y ser restaurado nuevamente?" Bueno, no lo sabemos. Nosotros hemos fracasado muchas veces, pero todavía nos acercamos a Él. Y creemos, estimado oyente, que eso es lo importante ? que nosotros regresemos a nuestro Padre celestial y le digamos a Él que hemos tropezado y que nos hemos ensuciado nuevamente y pedirle que Él nos ayude a regresar una vez más al servicio de Él. ¡Cuán maravilloso es tener un Padre celestial así!)) Ahora, el versículo 17, de este capítulo 24, dice:
"No te regocijes cuando caiga tu enemigo, ni cuando él tropiece se alegre tu corazón"
No podemos negar que cuando algo malo le ha sucedido a alguien que no nos agrada, o que consideramos un adversario, hemos experimentado cierta satisfacción, la hayamos expresado o no. Porque la naturaleza humana reacciona de esa manera. Dios nos dice que no debemos alegrarnos de la desgracia del enemigo. Esa actitud nuestra no resuelve el problema. ¿Por qué? Leamos el versículo 18:
"No sea que el Señor lo vea y le desagrade, y aparte de sobre él su enojo."
Si usted se alegra de la caída de un enemigo, el Señor podría entonces comenzar a prosperar a esa persona. En ese caso, usted se sentiría abatido. Así que hay al menos una razón práctica para no alegrarse del mal que haya caído sobre un enemigo. Luego, el versículo 19, de este capítulo 24, dice:
"No té impacientes a causa de los malignos ni envidies a los malvados"
Alguien quizá nos diga: "Ya hemos leído esto". Sí, es la misma idea que encontramos en el versículo 1 de este capítulo. Entonces, por qué se repite. Bueno, el propósito es mostrarnos lo importante que es.
¿Ha observado usted que algunas de las parábolas y ciertos milagros de nuestro Señor aparecen repetidos en el relato Bíblico? Por ejemplo, la alimentación de los 5.000 quedó registrada en los 4 evangelios. Cada uno de los autores de los Evangelios añadió detalles que son peculiares a ese Evangelio. Y el citado milagro fue considerado de tal importancia que fue registrado para nosotros cuatro veces. Y la enseñanza de este proverbio necesita ser repetida debido a su importancia.
Desde el versículo 23 hasta el final del capítulo hay una especie de apéndice, que fue introducido por las palabras: "También estos son dichos de los sabios". Leamos entonces el versículo 23:
"También estos son dichos de los sabios: Hacer distinción de personas en el juicio no es bueno."
Aquí tenemos algo más que el joven necesitaba aprender antes de graduarse. No era bueno hacer distinción de personas en un juicio.
Esto es algo muy importante y necesario para tener en cuenta en la vida diaria por parte de las personas que se desempeñan en la gestión pública. Los que desempeñan cargos directivos, que están en una posición de autoridad, necesitan recordar esta norma. No debería existir ningún sistema de privilegios para personas favoritas, sino que la administración de justicia tendría que ser igual para todos. Y luego, el versículo 24, nos dice:
"A quien diga al malo: «Tú eres justo», los pueblos lo maldecirán y lo detestarán las naciones"
Existe mucho de esto en el día de hoy. Los hombres malvados son elogiados. Con frecuencia el malvado es llamado justo y el culpable declarado inocente. Es una de las peores cosas que podría ocurrir. Continuemos leyendo el versículo 29:
"No digas: «Haré con él como él hizo conmigo; pagaré a ese hombre según merece su obra»."
Esto repite lo que hemos estado diciendo una y otra vez. Es el mismo mensaje que el apóstol Pablo escribió a los Romanos, en 12:19, cuando dijo: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. Finalmente por hoy, leamos los versículos 33 y 34 de este capítulo 24 de Proverbios:
"Un poco de sueño, dormitar otro poco y otro poco descansar mano sobre mano: así te llegará la miseria como un vagabundo, la pobreza como un hombre armado."
Este joven que recibía estas enseñanzas se iba a graduar de la escuela de la sabiduría. Podía tener muchos conocimientos y otras cualidades buenas, pero si era perezoso, descubriría que esa disposición sería el mayor obstáculo y desventaja que podría tener en la vida.
Estimado oyente, esa pereza, ese desgano pueden ser una indicación de una vida que se está viviendo fuera de la voluntad de Dios, Dios tiene un propósito para Sus hijos, y por Su Espíritu puede imprimirles una fuerza renovadora que les impulse a vivir una vida de acción, de lucha ilusionada por alcanzar les metas del propósito de Dios. Si usted siente esa sensación de apatía, e incluso dudas de que la vida merezca la pena ser vivida, le invitamos a acudir a Dios, para examinar cuál es su situación ante El. Quizás la pregunta clave para que usted se formule sea: ¿Tengo yo una relación personal con Dios?
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