Estudio bíblico de Isaías 10:1-34
Isaías 10
Al comenzar hoy nuestro estudio, amigo oyente, en el capítulo 10 de este libro de Isaías, una vez más quisiéramos repetir que nos encontramos en una sección que trata de una serie de profecías, las cuales comenzaron en el capítulo 7, y continúan hasta el capítulo 12. Expresado en pocas palabras, el tema de este capítulo abarca el juicio de Asiria después de que Dios ejecute juicio sobre Israel, la gran tribulación y la batalla de Armagedón. Estas fueron profecías pronunciadas durante el tiempo del rey Acaz, un rey malvado. Podemos decir que con un trasfondo tan tenebroso como ése, Isaías presentó sus profecías, hablando a la situación local del pueblo, aunque este profeta también estaba dirigiendo su mirada hacia el futuro, a través de las edades, hacia la época en que Dios establecería Su reino aquí sobre la tierra. Vamos a ver esto al avanzar en nuestros estudios.
Este capítulo 10, es otro capítulo muy destacado de la Biblia. Y quizá deberíamos decir eso acerca de cada uno de los capítulos de la Biblia. Se presentan grandes principios de los inmensos planes de Dios para los hombres y las naciones. El capítulo se inicia con una breve discusión sobre los tribunales de aquel tiempo. Las injusticias de las cortes de la nación quedaron reflejadas en la cultura del pueblo y en los castigos de Dios,
Como veremos más adelante, Dios utilizaría al pueblo de Asiria para juzgar a Su pueblo. Asiria fue un símbolo del futuro "rey del norte" que vendrá para oponerse a la tierra de Emanuel en los últimos días, unos 500 o quizás 700 años antes de la primera venida de Cristo; Dios utilizó al pueblo de Asiria para juzgar, para castigar a Israel. Esta profecía va más allá del futuro inmediato de los días de Isaías, y se extiende hasta los últimos días de la nación de Israel. Isaías identificó a ese período designándolo como "aquel tiempo". Este capítulo concluye con la terrible imagen del enemigo acercándose desde el norte en la batalla de Armagedón.
Leamos entonces el versículo 1 de este capítulo 10 de Isaías, que comienza a anunciarnos que:
Los jueces injustos serán juzgados por Dios
"¡Ay de los que dictan leyes injustas y prescriben tiranía"
Otra traducción dice "y publican edictos opresivos". Es decir, que tenían que representar a la justicia, pero no la practicaban. Estos primeros versículos se parecen a discursos de Platón o de uno de los moralistas de ese período o posteriores. La excepción notable es que detrás de la justicia humana está la justicia de Dios. El juez y el trono aquí en la tierra tienen que revelar la justicia de Dios, y ellos son responsables ante Él. Veamos ahora, lo que dice el versículo 2:
"Para apartar del juicio a los pobres y para privar de su derecho a los afligidos de mi pueblo; para despojar a las viudas y robar a los huérfanos!"
Este versículo está muy puesto al día. Creemos que estamos viendo este desarrollo en la sociedad contemporánea de muchos países, porque algunos tribunales deberían administrar justicia y reflejar la justicia de Dios y no lo hacen. Por una parte hay cada vez más rebeldía a las leyes y por otra, cada vez aparecen nuevas formas de burlar la acción de la justicia. Este proceso de degradación parece no tener fin. Existe la sensación de que la libertad se está distorsionando en sociedades que produjeron leyes justas. Cada criminal que es detenido debería recibir un juicio justo y hacer uso de todos los derechos que le corresponden. Pero cuando uno de ellos recibe permisos especiales para disfrutar de libertad o experimenta una reducción en su condena, el juez que lo ha autorizado no está siendo justo con los otros miembros de la sociedad, que merecen vivir con paz y seguridad y a quienes la libertad anticipada de peligrosos delincuentes los pone en peligro. Es interesante notar que allí a los órganos que administraban la justicia Dios precisamente señaló con su dedo acusador.
Dios mencionó a los pobres, a las viudas y a los huérfanos, como quienes necesitaban justicia. A veces, los programas que se han creado para ayudar a los necesitados no han hecho otra cosa que perjudicarlos. Es que el único que realmente será justo con los pobres es Dios. Y los jueces, al administrar justicia eran como los representantes de Dios en la tierra. En el día de hoy, hay demasiados hombres sin Dios que están ocupando esos cargos. Ellos deberían juzgar reconociendo su posición de hacer efectiva en la tierra los principios de la justicia divina.
Hubo una época cuando quienes fundaron ciertas naciones eran personas que tenían un gran respeto por la Biblia, aunque algunos fueron librepensadores y no podemos decir que fueran creyentes, en el sentido estricto de la palabra. Pero hoy nos hemos alejado mucho de aquellos hombres y el sistema se ha distanciado de Dios y de Su Palabra. En algunos países, el que alguien en un tribunal coloque su mano sobre una Biblia para reafirmar su juramento de decir la verdad y nada más que la verdad, constituye una farsa, porque muchos jueces no consideran el valor de la Biblia como Palabra de Dios. Los abogados no creen, y tampoco creen los miembros del jurado; y la persona que está prestando juramento tampoco cree. Y cuando usted no cree, pues, uno puede jurar sobre cualquier otro libro por el cual ellos posiblemente tengan más respeto que el que demuestran por la Palabra de Dios.
Así que podemos decir que en este pasaje de Isaías Dios estaba tratando con principios, y hasta que un juez representara a Dios, no podía representar a la gente.
Ahora, el versículo 3, de este capítulo 10, dice:
"¿Y qué haréis en el día del castigo? ¿A quién os acogeréis para que os ayude cuando llegue de lejos el desastre? ¿En dónde dejaréis vuestras riquezas?"
Dios les estaba diciendo aquí a los jueces que ellos eran Sus representantes y que se acercaba el día en que Él los iba a juzgar. Creemos que cada juez debería reconocer el hecho de que un día deberá presentarse ante Dios y dar cuenta de cómo él o ella han desempeñado su responsabilidad aquí en la tierra. En aquella época se requería que administrasen justicia tanto a ricos como a pobres, y se les estaba advirtiendo que los jueces injustos, en el día del juicio tendrían que presentarse ante el Juez Justo.
En el versículo 4, de este capítulo 10 de Isaías, leemos:
"Sin mí se inclinarán entre los presos y caerán entre los muertos. Pero ni con todo esto ha cesado su furor, sino que todavía su mano está extendida."
La distorsión de la justicia alcanzaba a todos las capas sociales. Afectaba a todas las personas y producía un gran deterioro y degradación social. Hoy hemos llegado a un nuevo nivel aún más bajo en lo que se refiere a la moralidad. Ahora llegamos a un párrafo que trata sobre
El juicio de Asiria después de que ese reino ejecutara el juicio de Dios sobre Israel
Aquí se encuentra la clave de todo este pasaje Bíblico. Dios pronunció uno de las declaraciones más extrañas de la Biblia, declaración difícil de asimilar por muchas personas. Dice el versículo 5:
"¡Ay de Asiria! Vara y bastón de mi furor, en su mano he puesto mi ira."
Éste es, pues, el versículo clave del párrafo y arroja mucha luz sobre la totalidad del propósito de Dios, porque el versículo dice que Él utilizaría a Asiria como una vara para castigar a Su propio pueblo Israel. Y esto es sorprendente. Otra versión lo tradujo de la siguiente manera: "¡Ay de Asiria, vara de mi ira y báculo en cuyas manos está mi indignación!" De la misma forma en que un padre de aquella época tomaba en sus manos una vara para castigar a su propio hijo, Dios estaba usando a Asiria como una vara, como un látigo. Estaba valiéndose de Asiria para disciplinar a Su pueblo. La destrucción que Asiria causaría, es lo que la mano del Señor Dios causaría. Este hecho es difícil de asimilar para el hombre contemporáneo. Y continúa diciendo el versículo 6:
"La mandaré contra una nación pérfida; contra el pueblo de mi ira la enviaré, para que quite los despojos y arrebate la presa, y lo ponga para ser pisoteado como lodo de las calles"
Dios llegó incluso a decir que Él era el responsable de enviar a Senaquerib, el asirio, contra Israel, para enviar al reino de Israel al cautiverio.
También desde un punto de vista profético, Asiria era un símbolo de otro reino del norte, al cual Dios usaría en los últimos días de la historia. Muchos expositores bíblicos creen que este versículo se refiere a la "bestia" que sale del mar, que se encuentra mencionada en Apocalipsis, capítulo 13, y que será la persona que gobierne el imperio romano. Quizá podríamos especular en cuanto a qué reino o qué nación podría ser. Pero no vamos a hacerlo. Y alguien podría dudar de que Dios fuera a usar a una nación impía. Pero tenemos que reconocer que Dios usó a un imperio impío como Asiria para castigar a Su pueblo Israel, como hizo en los tiempos del profeta Isaías. Por mucho que nos sorprenda ese hecho, diremos únicamente que Dios es responsable de ello. Y Él es quien puede humillar, tratando de provocar que nosotros nos despertemos del sueño en que nos encontramos.
Bueno, leamos ahora los versículos 7 y 8 de este capítulo 10 de Isaías:
"Pero él no lo pensará así, ni su corazón lo imaginará de esta manera, sino que su pensamiento será desarraigar y arrasar una nación tras otra. Porque él dice: Mis príncipes, ¿no son todos reyes?"
Si uno hubiera ido a preguntarles a los asirios si estaban siendo usados como una vara para castigar a Israel, se hubieran reído, no lo habrían creído. Y lo mismo habría sucedido si usted se hubiera acercado a uno de los grandes tiranos que ha tenido este mundo para preguntarle si era consciente que estaba siendo utilizado como una vara en manos de Dios. Lo habrían considerado ridículo. Así, tampoco los Asirios tenían la más mínima idea de que estaban siendo impulsados por Dios. Nunca lo habrían admitido. Ese imperio estaba teniendo grandes victorias en todos los frentes. Aun cuando la filosofía o ideas de un pueblo parezcan estar contra Dios mismo, ese pueblo nunca puede alejarse de Él. Dios puede utilizar un pueblo pagano como Asiria para cumplir sus propósitos en la historia del mundo.
Continuemos leyendo el versículo 12:
"Pero acontecerá que después que el Señor haya acabado toda su obra en el monte Sión y en Jerusalén, castigará el fruto de la soberbia del corazón del rey de Asiria y la arrogante altivez de sus ojos."
El orgullo de los asirios los cegó y no pudieron ver cómo eran las cosas en realidad. Porque ese pueblo estaba apoyándose en su propia fortaleza, y en su supremacía, y estaba siendo victorioso por donde quiera que fuera. Pero cuando Dios terminara de usar a Asiria para castigar a Su pueblo, Dios se ocuparía de los Asirios y los juzgaría. Ellos tampoco escaparían del castigo y la historia es un testimonio de ese hecho. Dios los juzgó. Y así, el profeta Isaías nos muestra que Dios controla y juzga a todas las naciones de la tierra.
Leamos ahora el versículo 15, donde veremos que Dios hizo dos preguntas penetrantes.
"¿Se enaltecerá el hacha contra el que con ella corta? ¿Se engrandecerá la sierra contra el que la mueve? ¡Como si el bastón levantara al que lo levanta! ¡Como si levantara la vara al que no es un leño!"
Pensemos en la imagen que presenta este versículo. Usted se puede imaginar un día andando por el monte y de pronto escucha que algo se está dando palmadas en la espalda y diciendo, "Mira este árbol tan grande que he derribado". Usted se dirige hacia ese lugar y no ve nada más que un hacha. Y entonces usted pregunta: "¿Qué es lo que quieres decir? ¿Qué tú has derribado el árbol?" Bueno, dice ella, "el árbol está en el suelo, yo lo derribé". Pero usted sabe que no puede haber ocurrido así. Tiene que haber habido alguien que utilizó ese instrumento. Y lo representado por esta escena ficticia señala al caso de lo que fueron Asiria y otras naciones del mundo. Dios ha utilizado naciones, lo hace y lo hará en el futuro. Y por tal motivo queremos que las naciones de nuestro tiempo tengan dirigentes que sepan reconocer a Dios a la hora de buscar guía y dirección.
Una de las características de las naciones actuales es la forma en que se fraccionan, se dividen mucho más de lo que queramos admitir. Uno de los factores es el desarrollo y la creciente influencia de grupos minoritarios. Sin embargo, el grupo realmente minoritario es la minoría de Dios. Ahora, al verle en esa minoría recordemos que Martín Lutero dijo: "Uno solo con Dios, constituyen una mayoría". Si usted está de parte de Dios, quiere decir que usted está con la mayoría. Hoy tenemos que estar seguros de que estamos del lado de Dios, porque Él está dirigiendo el universo.
Ahora vamos a leer el versículo 20 de este capítulo 10 de Isaías, que encabeza un párrafo que nos habla sobre
La gran tribulación y la preservación del remanente
O sea, que tenemos ante nosotros una visión del remanente judío durante el período de la gran tribulación.
"Acontecerá en aquel tiempo, que los que hayan quedado de Israel y los que hayan quedado de la casa de Jacob, nunca más se apoyarán en el que los hirió, sino que se apoyarán con verdad en el Señor, el Santo de Israel."
En este versículo el profeta Isaías comienza a mirar en el tiempo, más allá de las circunstancias inmediatas que conciernen a los Asirios, hacia lo que en este pasaje se denomina "aquel tiempo". Como ya hemos visto, "aquel tiempo" es el llamado "Día del Señor", que comienza con el período de la gran tribulación.
Dice el versículo 24:
"Por tanto el Señor, Jehová de los ejércitos, dice así: Pueblo mío, morador de Sión, no temas de Asiria. Con vara te herirá y contra ti alzará su bastón, a la manera de Egipto"
Aquí podemos escuchar algunas palabras de consuelo para el reino de Judá, que será librado de caer cautivo bajo el poder de los Asirios. Y el versículo 27 añade:
"Acontecerá en aquel tiempo que su carga será quitada de tu hombro y su yugo de tu cerviz, y el yugo se pudrirá por cuanto tú eres mi ungido."
Nuevamente, el profeta Isaías se dirige más allá de su tiempo, hacia "aquel tiempo" del futuro. El párrafo que leeremos ahora, desde el versículo 28 al 32, podría llevar por título
La batalla de Armagedón
"Vino hasta Ajat, pasó hasta Migrón y en Micmas contará su ejército. Pasaron el vado, se alojaron en Geba, Ramá tembló y Gabaa de Saúl huyó. ¡Grita en alta voz, hija de Galim; haz que se oiga hacia Lais, pobrecita Anatot! Madmena se alborotó y los moradores de Gebim huyen. Aún vendrá día cuando reposará en Nob y alzará su mano contra el monte de la hija de Sión, la colina de Jerusalén."
Ésta es una sección notable de la profecía. Presenta ciertas posiciones geográficas, todas ellas situadas en el norte de Jerusalén, y muestra la ruta seguida por Asiria y por el futuro invasor del norte que probablemente vendrá de la tierra de Magog, cuando se lance contra Israel en aquel último día. Esto es algo que se aclara bastante bien en los capítulos 38 y 39 de Ezequiel.
Observemos los lugares mencionados. Usted puede notar que se menciona en primer lugar a Ajat. Este es un lugar que se encuentra a unos 24 kilómetros al norte de Jerusalén. Migrón se encuentra al sur de Ajat, hacia Jerusalén. Allí se encuentra un despeñadero donde Jonatán logró una victoria sobre los filisteos, como podemos ver en 1 Samuel 14. Y luego tenemos a Geba y Ramá a unos 10 km. al norte de Jerusalén. Anatot se encuentra a unos 5 km al norte de Jerusalén y ese es el lugar de donde procedía el profeta Jeremías. Lais se encuentra en el extremo norte de Palestina en la tribu de Dan. Madmena es un basural, al norte de Jerusalén. Gebin probablemente se encontraba al norte de Jerusalén, aunque el lugar exacto no es conocido. Y Nob, el último lugar mencionado, se encuentra al norte de Jerusalén, y se puede observar desde la ciudad.
Este pasaje traza claramente el paso del enemigo del norte, que dejó a Jerusalén en un estado de parálisis y derrota. Y en el versículo 33, de este capítulo 10 de Isaías leemos lo siguiente:
"He aquí el Señor, Jehová de los ejércitos, desgajará el ramaje con violencia; los árboles de gran altura serán cortados, los altos serán derribados."
Aquí vemos a Dios interviniendo y liberando a Su pueblo. Creemos que ésta es una referencia a la segunda venida de Cristo para establecer su reino. Luego, en el versículo final, el versículo 34, de este capítulo 10 de Isaías, dice:
"Cortará con hierro la espesura del bosque y el Líbano caerá ante el Poderoso."
Y creemos que el Poderoso será Cristo, cuando regrese a esta tierra. Estimado oyente en nuestro próximo programa continuaremos con el capítulo 11 y esperamos contar con su compañía para avanzar en esta importante sección de la profecía de Isaías.
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