Estudio bíblico de Isaías 56:1-57:21
Isaías 56:1 - 57:5
Este capítulo sigue una pauta que se remonta a aquel gran capítulo 53 de Isaías, que nos habló de la salvación del Señor provista para toda la humanidad perdida mediante el sacrificio del Hijo de Dios sobre la cruz. En los primeros 8 versículos, de este capítulo 56,el profeta nos presentó algunas informaciones en cuanto al reino del futuro; y luego, de los versículos 9 al 12, vemos la triste condición del reino en aquella época, es decir en los días de Isaías cuando el rey Ezequías estaba en el trono, aunque durante su reino, tuvo lugar una renovación.
Ahora el profeta regresó nuevamente a la nación de Israel, y estaba hablando a su propio pueblo. Lo que tenemos en este capítulo no es una vuelta atrás al Monte Sinaí (como algunos parecen pensar) sino más bien una marcha de victoria a través del arco de triunfo y una entrada en el reino milenario. Es un movimiento hacia delante, que es el resultado lógico del contenido que ha precedido. Concierne particularmente a Israel e irradia hacia un círculo que se amplía incluyendo beneficios globales. Todo esto se apoya en el nuevo pacto que Dios ha hecho con Israel. Será una bendición para la tierra en el futuro. En aquel tiempo, la ley que el Señor Jesucristo elevó a su nivel máximo en Su sermón del monte, se cumplirá sobre la tierra porque Cristo estará reinando. Así que se cumplirá Su voluntad, se obedecerá Su ley.
El énfasis de este capítulo decae sobre la ética y no en los eventos. El énfasis se coloca en la práctica, y no en la profecía. Y todo ello debería influenciar hoy nuestra manera de vivir. El estudio de la profecía no es para entretener a los curiosos o para intrigar a los intelectuales, sino para animar y estimular una manera santa de vivir. Recordemos que el apóstol Juan escribió en su primera carta, capítulo 3 y versículo 3, "Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro". El estudio de la profecía nos proporciona esa esperanza purificadora.
En ese momento Isaías estaba esperando con ansia la época del reino. El Señor Jesús estaría reinando. Como ya dijimos, nuestro Señor elevó a la ley de Moisés a su más alto nivel en Su Sermón del Monte, lo cual haría totalmente imposible que alguien se salvara cumpliendo la Ley. Por ejemplo, Él dijo: "Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable ante la corte; y cualquiera que diga Necio (o insulte) a su hermano, será culpable delante de la Corte Suprema, y cualquiera que lo maldiga, quedará sujeto al juicio del infierno". (Mateo 5:22) Sobre una base de esta categoría, muy pocos de nosotros escaparíamos. Pero, cuando Él esté reinando aquí en la tierra, no habrá secuestros, ni crímenes, ni atracos callejeros. Podremos caminar por las calles de nuestras ciudades y de Jerusalén con seguridad. La tierra va a ser un lugar seguro en aquel día. Todos podrán morar en paz bajo su propia viña e higuera, lo cual quiere decir que sus posesiones estarán seguras. Cada uno podrá tener su propia propiedad sin tener que pagar ninguna clase de impuestos.
Leamos ahora el versículo 1, donde comienzan a especificarse los:
Grandes detalles del reino futuro
"Así ha dicho el Señor: Guardad el derecho y practicad la justicia, porque cerca de venir está mi salvación y de manifestarse mi justicia."
Dice aquí "mi salvación está cerca de venir". Aparentemente los profetas esperaban el establecimiento del reino inmediatamente. Aunque tenían en cuenta la posibilidad de un intervalo, lo veían en un futuro inmediato. Aquí la "salvación" es la salvación nacional de Israel. Esto es lo que estaba en la mente del apóstol Pablo en Romanos 11:26, cuando dijo: "Luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, que apartará de Jacob la impiedad". La expectativa de la salvación que se acercaba sería un incentivo para actuar con justicia, así como nuestra esperanza de la venida del Señor Jesucristo es un estímulo para vivir una vida santa. Luego, en el versículo siguiente, el versículo 2, leemos:
"Bienaventurado el hombre que hace esto, el hijo del hombre que lo abraza: que guarda el sábado para no profanarlo, y que guarda su mano de hacer lo malo."
Esta declaración sería para la gente que estaría nuevamente guardando el sábado o día del reposo. Éste sería restaurado en esta tierra durante el reino. Durante la época actual de la gracia, a nosotros como cristianos se nos dice en Colosenses 2:15, "16Por tanto, nadie os critique en asuntos de comida o de bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o sábados". Por lo tanto usted y yo no estamos bajo el sábado o día del reposo, lo cual es evidente. Pero Dios tiene la intención de restaurarlo en la tierra cuando Cristo reine, porque la ley saldrá de Jerusalén. En el versículo 3, leemos:
"Que el extranjero que sigue al Señor no hable diciendo: Me apartará totalmente el Señor de su pueblo, ni diga el eunuco: He aquí, yo soy un árbol seco."
El no judío en aquel día no se sentirá como que será un forastero a causa de este arreglo peculiar de Dios con Israel. Por el contrario, él será invitado a entrar y compartir las bendiciones. Un eunuco no podía servir como sacerdote bajo la economía mosaica. En otras palabras, una discapacidad física no dejará a nadie fuera en aquel día futuro. Luego, en los dos versículos siguientes, los versículos 4 y 5, leemos:
"Porque así dijo el Señor: A los eunucos que guarden mis sábados, que escojan lo que yo quiero y abracen mi pacto, yo les daré lugar en mi casa y dentro de mis muros, y un nombre mejor que el de hijos e hijas. Les daré un nombre permanente, que nunca será olvidado."
Es decir que los discapacitados, los extranjeros, y todos los desterrados serán invitados a aceptar las propuestas compasivas de Dios para ocupar una posición que será mejor que la de hijos o hijas, y una seguridad que será eterna. Ahora, la ley no preveía estas concesiones. Es que el profeta estaba hablando del reino. Luego, el versículo 6, dice:
"Y a los hijos de los extranjeros que sigan al Señor para servirle, que amen el nombre del Señor para ser sus siervos; a todos los que guarden el sábado para no profanarlo, y abracen mi pacto"
El extranjero recibirá un corazón nuevo para que en aquel día pueda amar al Señor. Y el versículo 7, continúa diciendo:
"Yo los llevaré a mi santo monte y los recrearé en mi casa de oración; sus holocaustos y sus sacrificios serán aceptados sobre mi altar, porque mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos."
Éste es el versículo del cual citó el Señor Jesucristo cuando limpió el templo por segunda vez. La intención original de Dios era que el templo fuera utilizado por todos los pueblos, indiferentemente de su raza, idioma, color, clase o condición. En los días de Cristo ya hacía mucho tiempo que había dejado de funcionar como tal.
Muchos círculos o comunidades cristianas se encuentran tan alejados de sus objetivos primarios como el templo del Antiguo Testamento estaba alejado de los suyos. Sin embargo, hay creyentes que van contra la corriente y se preocupan de difundir la Palabra de Dios el mensaje del Evangelio a los que están perdidos. Y ahora, el versículo 8, dice:
"Dice el Señor Dios, el que reúne a los dispersos de Israel: Aún reuniré en él a otros, junto con los ya reunidos."
El reino tiene que ser algo mundial en su extensión e incluirá a miembros de cada familia de la raza humana. Dios dice que en aquel día Él reunirá a la gente. Opinamos que el gran movimiento de renovación espiritual del regreso a Cristo tendrá lugar en el reino.
Ahora llegamos a otra sección que nos describirá:
Los aprietos del reino presente
Ahora que hemos contemplado una hermosa imagen del reino futuro, Isaías volvió a destacar los problemas del reino de su tiempo. Y nosotros vemos los mismos problemas al mirar hoy a nuestro alrededor. Leamos el versículo 9 de Isaías 56:
"Todas las bestias del campo, todas las fieras del bosque, venid a devorar."
Nuestra visión ahora se desplaza de la elevada contemplación del futuro y glorioso reino, a la lamentable condición del reino que existía en aquella época. A través de la historia, Dios ha permitido a las naciones del mundo que entraran a ese lugar como bestias salvajes y feroces, cometiendo robos y todo tipo de saqueos. Asiria ya había entrado, y Babilonia pronto haría lo mismo; más tarde otros ejércitos vendrían para cometer actos de pillaje y destruir. Si usted ha visto fotografías de las murallas de Jerusalén y del muro de los lamentos, habrá observado que ellos han sido construidos por piedras de diferentes períodos de la civilización. Es evidente que la ciudad ha sido destruida en repetidas ocasiones. La historia nos relata que ha sido destruida al menos 27 veces, y en la actualidad se encuentra reedificada sobre escombros. Y si usted quiere ver cómo era el terreno sobre el cual caminó Cristo, tendría que cavar para descender por lo menos 10 ó 15 metros debajo de la superficie actual. Dios permitió que esas naciones vinieran contra Israel. ¿Por qué? Porque Israel, como nación, le falló a Dios. En el versículo 10 tenemos un detalle muy destacado; leámoslo:
"Sus guardianes son ciegos, todos ellos ignorantes; todos ellos son perros mudos, que no pueden ladrar; soñolientos y perezosos, aman el dormir."
Aquí tenemos una imagen de los profetas y los sacerdotes que hablaban con Dios en aquel día. Dios permitió que el enemigo tomara Jerusalén por causa de los líderes débiles e inadecuados del pueblo. Eran ciegos, eran ignorantes, y eran perros mudos. Recordemos que el apóstol Pablo dijo en su carta a los Filipenses, capítulo 3, versículo 2: "Guardaos de los perros". ¿Qué quiso decir? Por supuesto no estaba hablando sobre el estar precavido ante el perro de un extraño que nos está ladrando. Se estaba refiriendo a maestros y predicadores falsos que no estaban proclamando toda la enseñanza de Dios. En los tiempos de Isaías, cada pastor tenía un perro para ayudarle a vigilar las ovejas, y ese perro, por la noche, se echaba cerca de las ovejas para vigilarlas. En el momento en que se acercaba un animal peligroso, o alguna otra persona desconocida intentaba robar o herir a las ovejas, este perro ladraba. Ahora los que vigilaban, profetas y sacerdotes, que tenían que haber advertido al pueblo de Dios y enseñándoles la Palabra de Dios, eran ignorantes con respecto a ella. Eran como perros mudos, que no ladraron cuando se acercaba el peligro. Para ellos fue más fácil quedarse callados.
Las ideas destructivas hacia el cristianismo Bíblico surgieron y se difundieron a causa de que muchos maestros de la Biblia adoptaron una posición pusilánime, sin valor y determinación. Cuando uno predica fielmente la Palabra de Dios, frecuentemente incomoda o hace sentir inquietas a algunas personas que en su vida reconocen que no están llevando a la práctica las enseñanzas de la Biblia. Por supuesto, uno debe exponer la Palabra con bondad, pero sin eludir la energía o dureza de la misma Palabra. Un maestro o expositor que elude su labor de exponer toda la enseñanza de Dios para la vida práctica, y a quién le resulta más cómodo intentar complacer a todos en su congregación, evitar conflictos y callar cuando debería haber hablado para denunciar el incumplimiento de la Palabra de Dios, se parece a la descripción que el profeta Isaías hizo sobre los guías espirituales de Israel. Nosotros nunca hubiéramos hecho una comparación tan dura. Fue Isaías el que ilustró su reproche con esta ilustración de los perros y no olvidemos que escribió bajo la dirección del Espíritu Santo. Sigamos adelante con esta descripción que hace Isaías en el versículo 11, de este capítulo 56:
"Esos perros voraces son insaciables, y los pastores mismos no saben discernir: todos ellos siguen sus propios caminos, buscando cada uno su propio provecho, cada cual por su lado."
En la frase "perros voraces" vemos que Isaías quería decir que aquellos dirigentes de Israel estaban más preocupados con sus propios intereses que con el bienestar de su pueblo. Continuemos leyendo el versículo 12:
"Ellos dicen: ¡Venid, tomemos vino, embriaguémonos de sidra; y el día de mañana será como este, o aun mucho más excelente!"
Este versículo contiene una clara advertencia para aquellas personas que tratan de sobrellevar su triste situación recurriendo a la bebida y que, poco a poco se van convirtiendo en alcohólicos. Este problema afecta a todas las edades, aunque muchos han dado ya señales de alarma, afirmando que los jóvenes se inician en el consumo abundante de bebida a una edad cada vez más temprana. Todos hemos oído hablar en nuestras ciudades de las magnas concentraciones de jóvenes que se reúnen principalmente para consumir bebidas durante la mayor parte de la noche, probando nuevas combinaciones y mezclas para aumentar su efecto. Y todos conocemos también la alarma social sobre el consumo de bebida de los conductores y su gran incidencia en el número creciente de accidentes protagonizados por personas que conducían bajo la influencia del alcohol y somos conscientes del endurecimiento de las leyes y controles al respecto. Ahora llegamos al:
Capítulo 57:1-5
En nuestro bosquejo general vimos que la tercera división de este libro de Isaías, abarca los capítulos 40 al 66, y se titula "Salvación". Dentro de esta tercera división, en los capítulos 40 al 48 hemos tenido la primera sección titulada "El consuelo del Señor que viene por medio del Siervo". Luego pasamos a la segunda sección, titulada "La salvación del Señor que viene por medio del Siervo sufriente" y abarca los capítulos 49 al 57. Así que este capítulo 57 marca el final de esa segunda sección. Los temas que abarca el capítulo en su totalidad son: el contraste entre los justos y los malvados (vv. 1-14), el consuelo para los justos (vv. 15-19) y la condenación de los malvados (vv. 20-21). La gente siempre tiene la impresión que a los malvados aparentemente suelen irles las cosas bien, por el poder que confiere el dinero. Pero cuando lleguemos al final de los tiempos, habrá consuelo para los justos y condenación para los malvados.
Aquellos que se acercan con toda humildad y lo aceptan, son hechos justos. Aquellos que lo rechazan, continúan en su camino de maldad hacia el juicio. Este capítulo nos lleva a la encrucijada, donde el camino que lleva a la vida va en una dirección, y el camino amplio que lleva hacia la destrucción, se dirige en otra dirección. El destino y la división se encuentran justamente aquí.
Leamos el versículo 1 de Isaías 57, que comienza a presentar:
El contraste entre el justo y el malvado
"Perece el justo, pero no hay quien piense en ello. Los piadosos mueren, pero no hay quien comprenda que por la maldad es quitado el justo"
Aquí dice: "Perece el justo". Muchos creyentes que llevan una vida de santidad están siendo llevados de este mundo por la puerta de la muerte. Dios está quitándoles de muchas situaciones problemáticas que se van a vivir en el futuro. Y ahora en el versículo 2, continúa hablando del justo y dice.
"Pero él entrará en la paz. Descansarán en sus lechos todos los que andan delante de Dios."
Estas personas tendrán paz en su corazón. Nos queda la imagen de alguien que afronta en su lecho y en paz el momento de la muerte. Los creyentes de esta época, y los que sufran durante la gran tribulación serán llevados a la presencia de Cristo. Tendrán paz indiferentemente de las condiciones que les rodeen. Veamos lo que dice el versículo 3:
"¡En cuanto a vosotros, llegaos acá, hijos de la hechicera, generación del adúltero y la ramera!"
Ahora, Dios se estaba dirigiendo a los malvados. Incluso su ascendencia era mala. Tengamos en cuanta la forma en que calificó a sus padres. En el versículo 4, leemos:
"¿De quién os habéis burlado? ¿Contra quién abristeis la boca y sacasteis la lengua? ¿No sois vosotros hijos rebeldes, generación mentirosa"
Ellos habían sido los perseguidores de los justos. Hasta este momento Dios no había intervenido. Usted puede observar hoy a su alrededor. Los ataques suelen realizarse contra los justos. La vida no les estaba resultando fácil. Los ataques eran duros y feroces, y los malvados parecían salirse con la suya. Y continúa la voz profética en el versículo 5, de este capítulo 57 de Isaías, diciendo:
"Que ardéis en lujuria entre encinas, debajo de cualquier árbol frondoso, y sacrificáis los hijos en los valles, debajo de los peñascos?"
Los malvados de los últimos días serán los idólatras que le habrán dado la espalda a Dios. Son culpables de una gran inmoralidad y de asesinato. El adulterio y el asesinato son también dos de los terribles pecados de nuestro tiempo, unidos a la codicia, que es idolatría. Ésa es, pues la condición de los malvados en la actualidad. Al despedirnos, dejamos con usted estas palabras del Señor en el primer capítulo que consideramos hoy, el 56:1 "Guardad el derecho, y practicad la justicia; porque cercana está mi salvación".
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