Estudio bíblico de Isaías 57:1-58:14
Isaías 57:6 - 58:3
Nos estamos acercando, amigo oyente, al final del libro de Isaías, y estamos dentro de la tercera y última división del libro, titulada "Salvación", que abarca los capítulos 40 al 66. En primer lugar vimos la primera sección, titulada "El consuelo del Señor que viene por medio del Siervo", que abarcaba los capítulos 40 al 48. Luego vimos la segunda sección, titulada "La salvación del Señor que viene por medio del Siervo Sufriente", que abarca los capítulos 49 al 57. Así que este capítulo 57 marca al final de esta segunda sección. Más adelante, en los últimos capítulos, veremos la tercera sección titulada "la gloria de Jehová que viene por medio del Siervo Sufriente". En nuestro programa anterior llegamos hasta el versículo 5, del primer párrafo, titulado "Contraste entre el justo y el malvado."
Con el capítulo 53, comenzamos ese maravilloso capítulo de la profecía en cuanto a la redención que Cristo compró para nosotros en la cruz. Hemos continuado avanzando a través de las edades, y ahora llegamos en este capítulo 57, a la aproximación del fin de los tiempos, en los que encontramos el consuelo para el justo, y la condenación para el impío. Vimos en el versículo 2, que el justo entrará en la paz, es decir, que tendrá paz en su corazón, "Descansarán en sus lechos todos los que andan delante de Dios", dice. La muerte llegará a él cuando se encuentra en su lecho, esto indica que será quitado de esta gran tribulación y llevado a la misma presencia de Cristo. Y en el versículo 5, de este capítulo 57, nos decía,
"Que ardéis en lujuria entre encinas, debajo de cualquier árbol frondoso, y sacrificáis los hijos en los valles, debajo de los peñascos?"
Los impíos en los últimos días serán idólatras, ellos volverán su espalda a Dios, y ellos son los culpables de gran inmoralidad y asesinatos. Ahora, comencemos nuestra lectura de hoy con el versículo 6 de Isaías 57,
"En las piedras lisas del valle está tu parte; ellas, ellas son tu suerte; a ellas derramaste libación y ofreciste ofrenda de cereal. ¿No habré de castigar estas cosas?"
Ellos hasta adorarán a las piedras lisas del valle, esas piedras que una vez dieron muerte al gigante. Ellos adoraban todo, excepto al Dios vivo y verdadero. Y luego, en el versículo 7, leemos:
"Sobre un monte alto y empinado pusiste tu cama; allí también subiste a hacer sacrificios."
La idolatría se asociaba con las arboledas en las cumbres de las montañas y dio lugar a escenas de la peor clase de inmoralidad. Éste es también una figura de los últimos días. Luego, en el versículo 8, leemos:
"Tras la puerta y el umbral pusiste tu recuerdo. Ante otro, y no ante mí, te desnudaste; subiste y tendiste tu amplia cama, e hiciste alianza con ellos. Amabas su cama dondequiera que la veías."
En el pasado, el pecado se cometía en secreto, pero en nuestros días, se practica descaradamente y con ostentación. Alguien, en cierta ocasión, preguntó: "¿No creen ustedes que existe tanta inmoralidad hoy como lo hubo en el pasado? Y con eso estamos de acuerdo. Creemos que es así. La única diferencia es que, en el pasado, se mantenía en secreto, y los hombres tenían vergüenza de su pecado, pero hoy ya no la tienen. El pecado, amigo oyente, ha llegado a ser hoy una forma de vida, y ya no existe un nivel moral alto. Hoy el trigo y la cizaña están creciendo juntos, tal como el Señor dijo que iban a crecer.
Y así, por toda esta sección vemos el contraste entre los justos y los malvados.
Ahora llegamos al segundo párrafo de este capítulo (vv. 15-19). Leamos el versículo 15 de Isaías 57, donde Isaías continuó hablando sobre el:
Consuelo para los justos
"Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, pero habito también con el quebrantado y humilde de espíritu, para reavivar el espíritu de los humildes y para vivificar el corazón de los quebrantados."
En los últimos días, Dios consolará a los Suyos por ser quién es Él, el Alto y el Sublime. Él es el Dios de la eternidad, y cuán débil es el hombre, que vive sólo unos pocos años. No dura mucho tiempo en la tierra. El Eterno Dios promete cuidar a aquellos que no confíen en sí mismos, sino que confíen en Él, y Él los cubre como la gallina cubre a sus polluelos. Ésa es la paz y seguridad que existe para aquellos que pertenecen a Dios. Pero este versículo se proyecta más allá de nuestros días hacia la época de la gran tribulación, cerca del final de los tiempos. Y dice el versículo 16 de este capítulo 57 de Isaías:
"Porque no contenderé para siempre, ni por siempre estaré enojado, pues decaerían ante mí el espíritu y las almas que yo he creado."
Él es el Dios Eterno, pero no estará siempre enojado con el pecado, porque el pecado será removido. Y continúa diciendo el versículo 17:
"Por la iniquidad de su codicia me enojé y lo herí, escondí mi rostro y me indigné; pero él, rebelde, siguió por el camino de su corazón."
Dios explicó por qué Él castiga al impío. Los impíos son codiciosos, y ellos continúan rebelándose contra Dios. Estamos seguros que cualquier persona inteligente se da cuenta que Dios es Santo y que un día pondrá fin a esta rebelión. Porque Dios tendrá que castigar a aquellos que tienen un corazón rebelde y orgulloso. Y ahora, en el versículo 18, leemos:
"He visto sus caminos, pero lo sanaré y lo pastorearé; le daré consuelo a él y a sus enlutados."
A aquellos que abandonen la maldad de sus caminos, Él los sanará y salvará. Él es un Dios compasivo con los justos.
"Produciré fruto de labios: Paz, paz para el que está lejos y para el que está cerca, dice el Señor. Yo lo sanaré."
Sólo Dios puede hablar de paz al corazón del pecador. Y ahora llegamos al último párrafo de este capítulo, que se titula:
La condenación de los malvados
Cada una de estas últimas tres secciones de la última división del libro de Isaías (capítulos 40-66) puede ser identificada por el lugar en el que Dios dijo, como en Isaías 48:22, "¡No hay paz para los malos! ha dicho el Señor". Esto es algo bien evidente. La historia del hombre es una crónica de guerra y conflicto constante. Esto no es solo cierto entre las naciones, sino también de las relaciones entre individuos, aunque se le llama competencia. Usted lo encontrará en el mundo comercial, en el ambiente social y en el ámbito religioso. Usted encontrará conflictos en prácticamente cada ciudad, y en muchos hogares. Dios dijo que no habría paz para los malvados. Usted no puede lograr la paz en el corazón humano, aparte de Dios. Hasta ahora, nadie ha sido capaz de conseguirlo. Continuemos con nuestra lectura con el versículo 20:
"Pero los impíos son como el mar en tempestad, que no puede estarse quieto y sus aguas arrojan cieno y lodo."
Ésta es probablemente una de las descripciones más pintorescas de los impíos que uno puede encontrar en la Biblia. Como el mar agitado e inquieto, una persona malvada no puede encontrar descanso ni paz en sus malos caminos. En cierta ocasión, un anciano de unos 80 años de edad se dirigió a la policía diciendo: "Por 50 años he llevado en mi conciencia un asesinato. Otro hombre ya ha pagado el castigo por lo que yo cometí, pero yo soy el culpable y he venido ante ustedes porque tenía que confesar mi crimen". La policía sabía que, según la ley, si otra persona ya había pagado el castigo por el crimen, no se podía arrestar a esta persona y retenerla; porque otra persona ya había cumplido la sentencia. Probablemente el peor castigo que este hombre tuvo fueron esos 50 años de miseria, vividos con una conciencia culpable. Durante ese tiempo no había podido disfrutar de paz en su mente. Y concluye el versículo 21 diciendo:
"¡No hay paz para los impíos!, ha dicho mi Dios."
Si el mundo pudiera tener paz hoy sin Dios, entonces habría una contradicción en la Palabra de Dios. Nadie puede contradecir a la Palabra de Dios. El malvado no puede disfrutar de paz en el mundo, y eso es una realidad de nuestro tiempo. Dios ya dijo que el malvado no tendría paz. Esto es un axioma de Dios, una realidad tan clara y evidente que no necesita demostración. Y llegamos ahora al:
Capítulo 58:1-3
Con este capítulo llegamos a la última sección en la división final mayor de este libro de Isaías, titulada "la gloria de Dios que viene por medio del Siervo Sufriente", y que abarca los capítulos 58 al 66. En esta sección tenemos dos subdivisiones: 1. El pecado estorba la manifestación de la gloria de Dios (caps. 58 y 59) y 2. El Redentor vendrá a Sión (caps. 60-66).
Este capítulo 58 abarca los siguientes temas: Denuncia de la maldad de Israel (vv. 1-3); Explicación de Dios por el rechazo de sus actos religiosos (vv. 4--) y Preocupación de Dios por el bienestar de ellos (vv. 8-14).
Continuamos en esta sección, avanzando hacia la gloria del reino. Aquí se nos está diciendo que la expresión exterior de religiosidad y los caminos malvados internos, demoran la gracia y la gloria de Dios y causan daño a la causa de Cristo tanto como cualquier otro factor. Hay personas que se consideran religiosas, miembros de una iglesia y que, sin embargo, maldicen como paganos, son deshonestas en sus negocios e inmorales en su vida social. Aparentan ser lo suficientemente buenas como para satisfacer el nivel de calidad espiritual que Dios requiere, pero impiden la manifestación de la gracia y la gloria de Dios.
Aquí se nos explica por qué la gloria de Dios fue retenida. La gente era arrogante y cínica en cuanto a su relación con Dios. Están practicando formas, las apariencias y se atrevían a cuestionar las acciones de Dios hacia ellos. O sea que, estaban juzgando a Dios y a sus métodos. Y muchas personas hacen aún esto hoy. A pesar de su cumplimiento exterior de la religión, se permiten continuar viviendo en sus propios y malvados caminos.
Este mismo espíritu se manifestó después de la cautividad de Babilonia, lo cual reveló que el cautiverio no les curó. En Malaquías, capítulo 3, versículos 13 y 14 leemos: "Vuestras palabras contra mí han sido violentas, dice el Señor. Y todavía preguntáis: ¿Qué hemos hablado contra ti? Habéis dicho: Por demás es servir a Dios. ¿Qué aprovecha que guardemos su ley y que andemos afligidos en presencia del Señor de los ejércitos?" Ellos estaban criticando a Dios por no bendecirles, sin embargo vemos lo religiosos que eran. Iban al templo y ofrecían sacrificios. El que cuestionaran a Dios era una audacia descarada. Pero, éste es el espíritu del hombre natural, con su demostración exterior de religiosidad. Su corazón está alejado de Dios, y su camino es de maldad. La apariencia de piedad es algo repugnante para el Señor Jesucristo. Él dijo a la iglesia de Laodicea, en Apocalipsis 3:16: "Pero por cuanto eres tibio y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca". Ésa es la actitud del Señor Jesucristo en la actualidad hacia la vida eclesial de muchos que profesan ser cristianos.
Leamos ahora el versículo 1 de Isaías 58, que junto con los siguientes dos versículos presenta una:
Denuncia de los malvados caminos de Israel
"¡Clama a voz en cuello, no te detengas, alza tu voz como una trompeta! ¡Anuncia a mi pueblo su rebelión y a la casa de Jacob su pecado!"
Al profeta se le ordenó comunicar en voz alta un mensaje que no es siempre popular, el cual consistía en destacar las transgresiones y pecados de un pueblo que pensaba que era muy religioso. Esta actitud provoca un amargo disgusto y palabras fuertes, y cáusticas sobre uno. Sólo alguien valiente lo haría. Diríamos que la debilidad básica de algunos predicadores hoy es el tratar de complacer al hombre natural sin decirle la verdad en cuanto a su enfermedad fatal. La profesión médica sería culpable de grave negligencia si siguiera el mismo procedimiento con la parte física del hombre que la religión desempeña con la parte espiritual del hombre. Cuando vamos al médico, le presionamos al máximo para que nos diga la verdad. Y él es consciente que si no lo hace así, le perderíamos la confianza. En este sentido, Dios expone nuestra realidad tal como ésta es. Y Él quiere que Sus Siervos le digan a los seres humanos que están sufriendo de la enfermedad fatal, terminal, humanamente incurable del pecado, que conduce a la muerte eterna, a la separación eterna con respecto al Dios Todopoderoso. Luego, en el versículo 2, de este capítulo 58 de Isaías, leemos:
"Ellos me buscan cada día y quieren saber mis caminos, como gente que hubiera hecho justicia y que no hubiera dejado la ley de su Dios. Me piden justos juicios y quieren acercarse a Dios."
Creemos que tenemos aquí un elemento de sátira mordaz en esta declaración de Dios. Esta gente asistía al templo regularmente para adorar. Estaban cumpliendo las ordenanzas al pie de la letra. Eran meticulosos en seguir las formas de la adoración. Realmente disfrutaban yendo al templo; sin embargo, sus vidas no se diferenciaban mucho a la de los no creyentes. Y lo que era cierto en aquellos días, también lo es en nuestro tiempo. Leamos, finalmente por hoy el versículo 3 de este capítulo 58 de Isaías:
"Dicen:¿Por qué ayunamos y no hiciste caso, humillamos nuestras almas y no te diste por entendido? He aquí que en el día de vuestro ayuno buscáis vuestro propio interés y oprimís a todos vuestros trabajadores."
Aquella gente estaba expresando el malhumor en sus quejas. Se preguntaban por la razón para ayunar e infligirse castigos ellos mismos, si Dios no tomaba nota de esa actitud, y no les manifestaba su agrado por ese ritual. Sin embargo sus corazones estaban lejos de Dios. Evidentemente habían convertido al ayuno en una parte importante de su religión. Dios nunca les había dado días de ayuno. Les había dado días de fiesta. Es cierto que tenían que afligir sus almas en relación con el gran Día de la Expiación, y en tiempos de pecado, tenían que ayunar. El ayuno era una expresión exterior del alma, pero ellos la habían convertido en una forma que fortalecía su ego y su orgullo. Se enorgullecían del hecho de ayunar. El ayuno debía ser un asunto privado entre el alma y Dios, y no una exhibición pública. Nuestro Señor les criticó por abusar del ayuno. Cuando Él estaba en la tierra dijo, en Mateo 6:16, "16Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas que desfiguran sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan; de cierto os digo que ya tienen su recompensa". Ellos no tenían que esperar nada de Dios, porque no practicaban el ayuno como consecuencia de su relación con Él. El Señor Jesús les dijo a los Suyos en los dos siguientes versículos, en Mateo 6:17 y 18: "17Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, 18para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará en público". La religión verdadera es una relación personal con Cristo, y debe ser tan secreta y privada como pueda ser. ¿Acaso alguien va por ahí contándole a otros acerca de su relación íntima con su esposa o con su esposo? Por supuesto que usted no lo hace. Estimado oyente, si usted tiene una relación personal con Jesucristo, es un secreto hermoso entre usted y Él. Usted da testimonio de Él, pero no revela sus momentos íntimos con Él. ¿Estamos presumiendo de nuestra religión, o por estar cumpliendo una cierta ceremonia o ritual? Esa actitud debiera avergonzarnos. Toda esa religiosidad no significa nada ante la mirada de Dios, a menos que revele lo que hay nuestro su corazón. ¡Verdaderamente, cada vez resulta más necesario experimentar una realidad, antes que un ritual!
Creemos que muchas personas que vivieron en los días de Isaías, cuestionaron el mensaje de este profeta. Se estaba atreviendo a criticar a gente que parecía muy religiosa, que asistía regularmente al templo y presentaba sus sacrificios. Pero, resulta que Dios conoce el corazón humano, y sabía que su religiosidad era superficial. Aquellas personas no tenían una verdadera relación con Dios. Estimado oyente, este pasaje debería hacernos reflexionar, en ese rincón secreto que es nuestro corazón, sobre nuestras actitudes públicas, aquellas que los demás pueden evaluar. Y allí, en esa intimidad, podremos escuchar la evaluación de Dios.
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