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Estudio bíblico de Mateo 14:1-36

Mateo 14:1-36

Tema: Juan el Bautista, el precursor, fue decapitado; Jesús se retiró, pero fue seguido por la multitud. Alimentó a 5.000 y envió a sus discípulos a cruzar el mar y a enfrentar una tormenta, después, se dirigió a su encuentro caminando sobre las aguas.

Aquí continúa la acción del rechazo de Jesús como Rey y Su conflicto con los líderes religiosos. Este capítulo revela que los eventos se estaban orientando hacia una crisis. Juan el Bautista había sido asesinado con el pretexto de que Herodes tenía que respetar su juramento. Aquel fue un acto visible de antagonismo hacia la luz y la justicia cuya maldad, al final, alcanzaría a Jesús, quien se retiró para no forzar a Herodes a colocar sus manos malvadas sobre El, pues aun no había llegado su hora.

La alimentación de los 5.000 fue indudablemente uno de los milagros más importantes de Jesús, si hemos de valorarlo por la atención que le dedicaron los escritores de los Evangelios. Es el único milagro registrado por todos los Evangelistas.

Leamos los versículos 1 y 2, en los que hay una referencia a

El asesinato de Juan el Bautista

"Por aquel tiempo, Herodes el tetrarca oyó la fama de Jesús, y dijo a sus sirvientes: Este es Juan el Bautista. El ha resucitado de entre los muertos, y por eso es que poderes milagrosos actúan en él."

Esta declaración suena a superstición, ¿verdad? Pero no se trata de una superstición relacionada con la Biblia, con Jesús o Sus apóstoles ni con el cristianismo. Era la creencia supersticiosa del anciano Herodes y de la gente ignorante de su época. Por supuesto, en nuestra sociedad contemporánea también hay supersticiones. Observemos cuantas personas siguen los horóscopos y la astrología. De la misma manera se destaca la influencia de algunas creencias orientales sobre nuestra cultura moderna. Aunque parezca increíble, la raza humana es supersticiosa y en el momento en que te separas de la Palabra de Dios, te introduces en ese campo. Incluso algunos de los que se denominan a sí mismos ateos, se convierten en seguidores de cultos, sectas y religiones paganas. Y nos causa asombro que personas inteligentes se sientan atraídas por esas creencias.

La Persona y el ministerio de Jesús no podían dejar de llamar la atención del rey que ocupaba el trono. Herodes era miembro de una familia cuyas interioridades podemos conocer leyendo un buen diccionario Bíblico. Eran un grupo de personas sin escrúpulos y Herodes no constituía una excepción.

Estos primeros versículos nos ofrecen una escena retrospectiva de sucesos que ya habían ocurrido. Cuando Herodes oyó sobre la predicación de Jesús, inmediatamente sintió un temor supersticioso. Había hecho asesinar a Juan el Bautista y entonces asoció a Juan con el Señor Jesús. Creyó que Juan había resucitado de los muertos y se puso frenético, queriendo eliminar completamente a Juan. Solía embriagarse con frecuencia, revelando su carácter depravado, débil y sus instintos asesinos. Había matado a Juan, el precursor de Cristo, y estaba dispuesto a asesinar al Señor Jesús mismo.

Los versículos que siguen forman parte de la escena retrospectiva y describen las circunstancias que rodearon la muerte de Juan el Bautista.

Leamos los versículos 3 al 5:

"Porque Herodes había prendido a Juan, lo había atado y puesto en la cárcel por causa de Herodías, mujer de su hermano Felipe; porque Juan le decía: No te es lícito tenerla. Y aunque Herodes quería matarlo, tenía miedo al pueblo, porque consideraban a Juan como un profeta."

Herodes había encarcelado a Juan por causa de Herodías. Observemos hasta qué punto se dejaba influenciar por otros. En su debilidad, una de sus motivaciones era ganar la aprobación de los demás. Juan el Bautista, que no era político ni diplomático, le había reprochado su inmoralidad. Y Herodes habría actuado contra él si no hubiese tenido miedo a la popularidad de Juan. Continuemos leyendo el relato de lo que sucedió, en los versículos 6 al 12:

"Pero cuando llegó el cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó ante ellos y agradó a Herodes. Por lo cual le prometió con juramento darle lo que ella pidiera. Ella, instigada por su madre, dijo: Dame aquí, en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista. Y aunque el rey se entristeció, a causa de sus juramentos y de sus invitados, ordenó que se la dieran; y mandó decapitar a Juan en la cárcel. Y trajeron su cabeza en una bandeja y se la dieron a la muchacha, y ella se la llevó a su madre. Los discípulos de Juan llegaron y recogieron el cuerpo y lo sepultaron; y fueron y se lo comunicaron a Jesús."

Herodes, personaje lascivo y sensual, vivía con su cuñada, por lo cual Juan se había enfrentado con él, condenando su conducta. Aquí vemos que en la fiesta, Herodes hizo una solemne y pública promesa, esperando seguramente que la hija de Herodías le pidiese algo razonable. Pero su madre, que estaba a la altura del nombre de aquella familia, la influenció para que pidiese algo sádico y cruel, impulsada por un deseo brutal de venganza a causa de la condena moral que había recibido de Juan. Preocupado por su imagen ante los invitados, Herodes accedió a su pedido. El relato sórdido y triste de lo que sucedió en aquel día nos revela la clase de sociedad existente en aquella época. Así fue que Juan fue decapitado y su cabeza ofrecida en una bandeja. En realidad, la naturaleza humana no ha cambiado tanto. En la actualidad, la lujuria y el homicidio forman parte de nuestra sociedad contemporánea.

Al llegar a este punto, vemos que

Jesús se retiró

A otra región porque sabía que el temor podría inducir a Herodes a realizar una acción temeraria. El Señor le conocía bien y quiso evitar un grave incidente, ya que su hora aun no había llegado. Dice el versículo 13:

"Al oírlo Jesús, se retiró de allí en una barca, solo, a un lugar desierto; y cuando las multitudes lo supieron, le siguieron a pie desde las ciudades."

El Señor cruzó en barco el Mar de Galilea, pero la multitud de aquellas ciudades que le había seguido a pie no quería que El se fuese, así que caminaron por las riberas y le alcanzaron al llegar al otro lado. Esa actitud nos muestra su gran popularidad. Continuemos leyendo el versículo 14.

"Y al desembarcar, vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos y sanó a sus enfermos."

Observemos una vez más que le trajeron a los enfermos. En aquel día sanó literalmente a miles de personas. Lo que El hizo no puede compararse con algunos fenómenos llevados a cabo por ciertas sectas religiosas de nuestro tiempo. Y nos lleva a reflexionar sobre Jesús y su modo de actuar. Porque lo que El realizó estaba en regla y era evidente ante todos.

Llegamos ahora al relato del milagro en que

Jesús alimentó a los que tenían hambre

Leamos los versículos 15 y 16:

"Al atardecer se le acercaron los discípulos, diciendo: El lugar está desierto y la hora es ya avanzada; despide, pues, a las multitudes para que vayan a las aldeas y se compren alimentos. Pero Jesús les dijo: No hay necesidad de que se vayan; dadles vosotros de comer."

Lo primero que observamos es que los discípulos intentaron aconsejar a Jesús en cuanto a lo que había que hacer. Su consejo era enviar a la gente a los pueblos. La alimentación de los 5.000 fue el único milagro registrado por los cuatro Evangelios. Solo por este motivo, ya se le considera un milagro importante. Destacamos aquí, la respuesta de Jesús a sus discípulos: "no hay necesidad de que se vayan; dadles vosotros de comer". Parecía una orden imposible de cumplir. Leamos el versículo 17:

"Entonces ellos le dijeron: No tenemos aquí más que cinco panes y dos peces."

El tener solo 5 panes y 2 peces constituye una imagen típica del triste estado de la iglesia en nuestra época. Precisamente en estos tiempos la gente está diciendo que tenemos que despedir a las multitudes, porque hay formas naturales de preocuparse por sus necesidades. Les enviamos al psiquiatra o al psicólogo para que les ayude emocionalmente, y a instituciones gubernamentales para que les proporcionen ayuda física. Tenemos pan espiritual para ofrecer a las personas, aunque solo se trate de 5 panes y 2 peces. Pero el elemento que está faltando es el poder del Señor Jesús. Si solo tuviésemos ese poder, no necesitaríamos despachar a las multitudes. No nos damos cuenta de que las soluciones en la actualidad no se encuentran en medios humanos, sino en Dios. No me extraña que la iglesia resulte impotente. Ante la declaración de los discípulos, veamos en el versículo 18, la respuesta de Jesús:

"El les dijo: Traédmelos acá."

Me encanta esta respuesta. El es el Señor, y también nos dice a nosotros: "Traedme lo que tenéis". Con El, lo que cuenta no es lo que tenemos sino, realmente, lo que no tenemos. Y la pregunta es: ¿estamos dispuestos a ceder cualquier cosa que tengamos, y a permitir que El sea el que nos dirija y guíe en como disponer de ello?

No tengas la impresión de que aquel joven tenía 5 barras grandes de pan. De hecho, eran bollos pequeños, frente a más de 5.000 personas hambrientas. Aquel muchacho los trajo; probablemente eran su comida para el día y podría habérselos comido todos. Pero el Señor los pidió diciendo: "traédmelos aquí". El versículo 19 continúa el relato:

"Y ordenando a la muchedumbre que se recostara sobre la hierba, tomó los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo los alimentos, y partiendo los panes, se los dio a los discípulos y los discípulos a la multitud."

Aquí hay un detalle que no deberíamos pasar por alto. En el relato del Evangelista Marcos se nos dice que Jesús hizo sentar a la gente por grupos de 100 y de 50. Aquellas personas estaban seguramente vestidas de diversas maneras y allí sentadas juntas sobre la hierba, según los poblados de los cuales procedían y utilizando sus ropas regionales peculiares, deben haber ofrecido una vista emocionante y llena de color, al ser contemplados desde las colinas opuestas. Y el Señor las hizo sentar en orden, porque el procedía siempre ordenadamente.

Después de bendecir los alimentos y partir los panes, los entregó a los discípulos y éstos a la multitud. Así fue como aquellos hombres que se habían apresurado a indicar a Jesús lo que había que hacer, se encontraron ejerciendo de camareros, sirviendo a la multitud. Y ésta ha de ser la función y el servicio específico de los apóstoles, discípulos, predicadores y cristianos en general en los tiempos actuales. Tenemos que alimentar a la multitud. A veces surgen muchas personas opinando respecto a cómo deberían hacerse las cosas en una iglesia, y muy pocas que estén dispuestas a hacerlas. Hoy en día se necesitan muchos servidores como aquellos del tiempo de Jesús, dispuestos a entregar el Pan de vida, y el Pan de la Palabra de Dios. Esta es nuestra responsabilidad. El relato termina con los versículos 20 y 21:

"Y comieron todos y se saciaron. Y recogieron lo que sobró de los pedazos: doce cestas llenas. Y los que comieron fueron unos cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños."

Viviendo en una sociedad bien provista de alimentos, nos resulta difícil entender que una gran parte de la población mundial puede haberse ido a dormir con hambre ayer por la noche, porque nos falta aquella sensibilidad que Jesús mostró por las necesidades del ser humano. Mucha gente de aquella época tampoco sabía lo que era disfrutar de una comida completa. En este milagro, que hubiesen sobrado 12 cestas llenas indicaba que todos tenían el estómago lleno. Y había 5.000 hombres, sin contar mujeres y niños. ¿Sería demasiado agregar una mujer y un niño para cada hombre? La cantidad total de personas alimentadas por Jesús en aquella ocasión debe haber estado más cerca de las 15.000 personas que de 5.000.

El próximo párrafo nos relata el día en que

Jesús caminó sobre el agua

Inmediatamente después de que la multitud fuera alimentada, Jesús envió a sus discípulos al otro lado del Mar de Galilea, y El se retiró a orar. Dice el versículo 22:

"En seguida hizo que los discípulos subieran a la barca y fueran delante de Él a la otra orilla, mientras El despedía a la multitud."

La expresión "en seguida" denota urgencia y movimientos rápidos. El relato de Mateo presenta una extraña omisión en la conclusión de este milagro de la alimentación de los 5.000. El destacó la urgencia con la que Jesús despidió a la multitud y la prisa con que envió a Sus discípulos a la barca para cruzar el mar. Sin embargo, no ofreció ninguna explicación. Pero el evangelista Juan nos da el motivo, en su capítulo 6:15,

"Por lo que Jesús, dándose cuenta de que iban a venir y llevárselo por fuerza para hacerle rey, se retiró otra vez al monte El solo."

Considerando el hecho de que Mateo estaba presentando la fase del ministerio de Jesús que tenía que ver con su realeza, a primera vista podría parecer extraño que él ignorase este intento de convertir a Jesús en rey. Pero ésta es otra evidencia del carácter extraordinario del derecho de Jesús a ser Rey. El es Rey por derecho, y por título, El no se convertiría en Rey por medio de un proceso democrático. El no sería "elegido" Rey por la voluntad de la gente. Es Rey por la voluntad de Dios. Y finalmente se convertirá en Rey por la fuerza, como puede verse en el Salmo 2:8 y 9. Leamos los versículos 23 y 24:

"Después de despedir a la multitud, subió al monte a solas para orar; y al anochecer, estaba allí solo. Pero la barca estaba ya a muchos estadios de tierra, y era azotada por las olas, porque el viento era contrario."

El Señor estaba en las montañas, en el lugar de la oración. Los discípulos se encontraban abajo, en el Mar de Galilea, en una tempestad, en la oscuridad y en el lugar del peligro. ¡Que imagen apropiada de nuestro propio tiempo! Nuestro Señor ha ido al Padre y está sentado a Su derecha. Hoy en día, nosotros nos encontramos aquí abajo, en un mar agitado por la tempestad y en el lugar del peligro. Me encanta el siguiente versículo, el 25:

"Y a la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando sobre el mar."

La cuarta vigilia era la vigilia de la mañana, desde las 3 hasta que apareciese la luz del día. Fue cuando el Señor se dirigió hacia Sus discípulos caminando sobre el agua. Yo creo que esa será la vigilia en que El vendrá a recoger a su iglesia. Cristo es para la iglesia, el brillante lucero de la mañana. Y El recogerá a la iglesia que se encuentra en el mundo. No sabemos la fecha de su venida. Hay algunos que quisieran hacernos creer que ellos saben la fecha, pero no es así. Yo creo que nos encontramos en la cuarta vigilia de la noche. Continúan diciendo los versículos 26 al 31,

"Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, y decían: ¡Es un fantasma! Y de miedo, se pusieron a gritar. Pero enseguida Jesús les habló, diciendo: Tened ánimo, soy yo; no temáis. Respondiéndole Pedro, dijo: Señor, si eres tú, mándame que vaya a ti sobre las aguas. Y El dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, caminó sobre las aguas, y fue hacia Jesús. Pero viendo la fuerza del viento tuvo miedo, y empezando a hundirse gritó, diciendo: ¡Señor, sálvame! Y al instante Jesús, extendiendo la mano, lo sostuvo y le dijo: Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?"

El apóstol Pedro ha sido criticado por haber pedido caminar sobre al agua. Juan Wesley dijo: "¡Espera grandes cosas de Dios!". Me temo que la mayoría de nosotros estamos satisfechos con cosas pequeñas de parte de Dios. Pedro pidió a Dios algo tremendo. No es de extrañar que fuera elegido para predicar el mensaje en el día de Pentecostés. En esta ocasión, apartó sus ojos de Jesús, mientras andaba sobre el mar y comenzó a hundirse. Entonces Pedro pronunció la oración más breve de la Biblia: "¡Señor, sálvame!" Si hubiera pronunciado una de esas largas oraciones que a veces se oyen hoy, habría terminado sumergido algunos metros bajo el agua antes de llegar a expresar su pedido. El problema de Pedro fue apartar sus ojos de Jesús y mirar a las olas. Tú y yo estamos en un mundo en el que vemos olas arrolladoras, y éste es el momento para mantener nuestra mirada en el Señor Jesucristo. Los versículos 32 y 33 finalizan este incidente:

"Cuando ellos subieron a la barca, el viento se calmó. Entonces los que estaban en la barca le adoraron, diciendo: En verdad eres Hijo de Dios."

Nuestro Señor realizó este milagro para que los suyos reafirmaran y aumentaran su fe, y para que le adoraran y conociesen que El era el hijo de Dios. Y no podemos criticar a Pedro porque algunas veces hemos actuado de la misma manera y entonces, apartamos nuestra mirada de Jesús.

Para finalizar este programa, leamos los versículos 34 al 36,

"Terminada la travesía, bajaron a tierra en Genesaret. Y cuando los hombres de aquel lugar reconocieron a Jesús, enviaron a decirlo por toda aquella comarca de alrededor y le trajeron todos los que tenían algún mal. Y le rogaban que les dejara tocar siquiera el borde de su manto; y todos los que lo tocaban quedaban curados."

Después de la tempestad, el Señor continuó haciendo frente a las necesidades de la gente. Nuevamente destacamos las multitudes que fueron sanadas en aquel día. Tenemos un informe detallado de solo algunas curaciones pero, en realidad, el Señor sanó a miles de personas.

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