Estudio bíblico de 2 Tesalonicenses 1:3-12
2 Tesalonicenses 1:3-12
En el día de hoy, amigo oyente, regresamos a esta Segunda Epístola del Apóstol San Pablo a los Tesalonicenses, y nos encontramos en el capítulo 1. Recordemos que, tal como habíamos indicado en nuestro Bosquejo General de esta carta, el tema de este capítulo gira alrededor de la persecución de los creyentes en el presente, y el juicio de los no creyentes después, en el momento de la segunda venida de Cristo.
En nuestro programa anterior, cubrimos la introducción a la epístola, que abarcaba los versículos 1 y 2, y comenzamos con la primera sección del capítulo en el versículo 3, que encabezamos con el título "La persecución de los creyentes y sus frutos", sección que se extiende hasta el final de este primer capítulo. Leamos nuevamente el versículo 3 de este primer capítulo de 2 Tesalonicenses:
"Debemos siempre dar gracias a Dios por vosotros, hermanos, como es digno, por cuanto vuestra fe va creciendo y el amor de todos y cada uno de vosotros abunda para con los demás."
En el versículo 4, el apóstol va a hablar en cuanto a la paciencia y la fe. Y así, en los versículos 3 y 4 tenemos esta pequeña trinidad que Pablo utilizaba: fe, amor y paciencia. Estas 3 palabras son términos abstractos, pero es necesario quitarlos de lo abstracto y ponerlos en lo concreto, trasladándolos a la vida diaria. Este es nuevamente "el trabajo de fe" que Pablo mencionó en 1 Tesalonicenses 1:3. La fe que salva produce obras. Una fe que salva producirá un amor en el corazón de los hijos de Dios. Estimado oyente, si usted es un hijo de Dios, tendrá que amar a sus hermanos, quiera o no quiera, y los demás tendrán que amarle a usted.
Así que en el versículo siguiente, (el 4) él apóstol retomaría la tercera palabra, que él usó con "amor" y "fe", y que era la palabra "paciencia". Se trata de la paciencia que hoy está dispuesta a vivir para Dios y a aceptar cualquier cosa que El coloque en nuestro camino, sabiendo que El dispone todas las cosas para bien. Es la paciencia que tiene como meta, como objetivo, llegar algún día a la presencia de Dios. Nos permite sobreponernos a las experiencias duras por las cuales pasamos en la vida. La vida de un cristiano me recuerda del viaje por una carretera. En algunas ocasiones aparece una señal de desvío que nos obliga a pasar por un camino accidentado. Pero al continuar el viaje vemos que otra señal nos anuncia que dentro de pocos kilómetros regresaremos a la carretera principal y entonces, el camino accidentado nos parece más liso y tolerable, al saber que dentro de poco nuestro coche circulará por el asfalto. Así que a veces, muchos de nosotros nos encontramos en ese tramo del viaje en el que el camino es duro y áspero, y nos toca sufrir. Ahora bien, si usted tiene una buena perspectiva del futuro, este sentimiento le proporcionará la paciencia de la esperanza, una esperanza que se proyecta a la lejanía, más allá de las presentes circunstancias, hacia el camino liso, sin asperezas que se encuentra más adelante en el viaje de la vida. Y ese tramo se encuentra más próximo de lo que usted se imagina.
Y así, Dios tiene que enviarnos algunas dificultades, algunos problemas, porque esa es la disciplina que produce paciencia en nuestras vidas, y nos permite proyectar nuestra mirada al futuro con esperanza.
Ahora, el versículo 4, dice:
"Tanto es así que nosotros mismos nos sentimos orgullosos de vosotros en las iglesias de Dios, por vuestra paciencia y fe en todas vuestras persecuciones y tribulaciones que soportáis."
Aquí se hace referencia a las tribulaciones o aflicciones. La iglesia no va a pasar a través del período de la Gran Tribulación, pero nosotros pasaremos a través de un período de pequeña tribulación. Todos tendremos pequeños problemas aquí, y si usted no está teniendo problemas, amigo creyente, esa situación no es normal y hay algo que no está bien en su vida, porque el Señor siempre está disciplinando a Sus hijos.
La palabra paciencia, a la cual ya hemos referencia en el programa anterior, es un término interesante. La palabra griega de la cual proviene nuestra palabra paciencia, contiene el significado literal de "mantenerse debajo". Significa ser colocado debajo de algo. Muchísimas personas tratan de salir de debajo de problemas y dificultades. La persona que es paciente es capaz de mantenerse bajo esas circunstancias adversas y continúa llevando la carga. No se la quita de encima, no intenta librarse de su responsabilidad.
Los creyentes de Tesalónica tenían un verdadero testimonio público en el mundo romano de aquel día. Ellos se encontraban viviendo en una colonia romana, y siempre había personas que iban de un lado para otro hacia esa ciudad o para otras partes del imperio: de esa manera las noticias que ellos generaban se difundían por todas partes. La paciencia y la fe de aquellos cristianos eran firmes, ya que soportaban muchos problemas, persecuciones y aflicciones.
Los problemas no constituyen un elemento extraño. La Palabra de Dios deja en claro que en esta vida vamos a tener problemas. Pedro, en su primera epístola, capítulo 4, versículo 12, lo expresó de la siguiente manera: Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciera. Ahora, quizá usted haya escuchado a algún creyente decir: "Ah, yo no sé por qué Dios permite que esto me suceda a mí. Nadie jamás ha tenido que pasar por esto". Con toda seguridad se puede decir que esa afirmación no es cierta. Por cualquier situación que esté pasando, no es usted el único, sino que tiene mucha compañía. No es extraño que el sufrimiento llegue a nuestra vida. El apóstol Pedro continuó diciendo en el versículo siguiente, el 13: Al contrario, gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría. Y a continuación Pedro les advirtió que los cristianos a veces se meten en problemas. Dice el versículo 15 de ese pasaje: Así que, ninguno de vosotros padezca como homicida, ladrón, o malhechor, o por entremeterse en lo ajeno. Un cristiano puede meterse en un terreno peligroso cuando habla demasiado con de otras personas. O puede sufrir persecución por ser deshonesto. Esa clase de sufrimiento no tiene ninguna ventaja. Esa no es la disciplina de la vida que entra en los propósitos de Dios y que produce paciencia. Esto es simplemente recibir lo que uno merece, cosechar lo que uno ha sembrado. Y Pedro continuó diciendo en el versículo 16 de su carta: pero si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello. Hay una diferencia entre ser disciplinado para aprender paciencia y el castigo de los malvados. Dios disciplina a Sus hijos para potenciar su desarrollo, su crecimiento, para que puedan tener paciencia y esperanza para el futuro. No necesitamos instalarnos tan cómodamente aquí en la tierra. Cuando lo hacemos, ya no tenemos ante nosotros la esperanza del regreso del Señor. Volviendo ahora a 2 Tesalonicenses 1, continuemos leyendo en versículo 5:
"Esto es demostración del justo juicio de Dios, para que seáis tenidos por dignos del reino de Dios, por el cual asimismo padecéis."
Nuestro sufrimiento no tiene nada que ver con la salvación, pero con toda seguridad nos prepara para el estado eterno. Cuando usted y yo miremos retrospectivamente a esta vida en la tierra, quizás algunos de nosotros desearemos haber tenido un poco más de disciplina que la que tuvimos.
Aunque el juicio de los malvados comienza a partir del versículo 8, ésta es ciertamente la introducción a ese tema. Leamos el versículo 6:
"Es justo delante de Dios pagar con tribulación a los que os atribulan"
Cuando Dios actúa como juez, es justo. El apóstol Pablo, en su carta a los Romanos 9:14, formuló esta pregunta: ¿hay injusticia en Dios? Y él mismo respondió: ¡De ninguna manera! Todo lo que Dios hace es absolutamente justo. El no puede equivocarse. A veces nos quejamos sobre las cosas que nos suceden porque somos ignorantes y no entendemos los caminos de Dios. Pero Dios tiene un propósito muy definido en todo lo que hace. Y Dios es justo al enviar la Gran Tribulación, que es un juicio para los malvados. Y continúa diciendo el versículo 7:
"Mientras que a vosotros, los que sois atribulados, daros reposo junto con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder"
Estas palabras reafirman que el Señor Jesús va a venir con juicio.
Leamos ahora los versículos 8 y 9, que comienzan a hablarnos sobre
El juicio de los malvados en la venida de Cristo
"En llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Estos sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder"
La Palabra de Dios realmente dice muy poco sobre el Cielo. Una de las razones es que es un lugar tan hermoso que no lo podríamos comprender. Y el Señor no quiere que estemos con nuestra mente tan puesta en el Cielo que no seamos útiles aquí en la tierra. El quiere que mantengamos nuestra mirada en nuestro sendero aquí, en nuestro andar. En otras palabras, El tiene un propósito para nuestras vidas en la tierra, y quiere cumplir ese propósito.
Y la Escritura no sólo dice muy poco en cuanto al Cielo; dice menos sobre la condición de los perdidos. Es una imagen tan terrible que el Espíritu Santo ha colocado un velo sobre esto. No hay nada expuesto que pueda satisfacer la curiosidad morbosa o el deseo de venganza. Porque cuando Dios juzga, no lo hace de una forma vengativa. Él lo hace para vindicar, para justificar Su justicia y Su santidad. Pero no hay nada en las Escrituras para satisfacer nuestra curiosidad sobre el infierno, pero sí se dice lo suficiente como para darnos una advertencia. No quiere decir que sea menos real porque se diga tan poco al respecto. En realidad, Cristo mismo dijo más sobre el infierno que nadie más. El infierno es una realidad terrible y no vamos a especular sobre él. Simplemente estamos citando las palabras del apóstol Pablo en este pasaje, que dice: 8en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo. 9Estos sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder,
El infierno es hoy ridiculizado, pero eso no quiere decir que no exista. A veces, nuestras creencias son solo ilusiones. Por ejemplo, poco antes de la segunda guerra mundial, la idea popular era que tal conflicto bélico no estallaría, sumergiendo a Europa en un verdadero holocausto de fuego. Ciertos líderes políticos se reunieron y llegaron a la conclusión de que se impondría la paz. Y todos recordamos aquella terrible guerra, que apagó rápidamente las ilusiones de la paz y echando por tierra el discurso de los pacifistas. Incluso en Estados Unidos, su gobierno y muchos pacifistas jamás pensaron que Japón atacaría directamente a su país. Hasta que el brutal ataque a Perl Harbor les despertó a la cruda realidad.
Estimado oyente, tenemos que enfrentarnos con la realidad de que hay un infierno. Y Cristo va a regresar a esta tierra un día. Pero primero Él va a quitar a los suyos de esta tierra, y después, Su venida causará terror a los malvados. Será un juicio sobre aquellos que, como dijo Pablo, no conocieron a Dios ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Pero por otra parte, el Evangelio de Juan 17:3 registró estas palabras del mismo Señor Jesucristo: 3Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado. ¿Quiere usted trabajar para su propia salvación? Jesús dijo, en Juan 6:29, Esta es la obra de Dios, que creáis en aquel que él ha enviado. Esto es, pues, lo que enseña la Palabra de Dios.
Por supuesto que somos conscientes de que el tema del infierno y el juicio no es un tema popular. Incluso en muchos testimonios que oímos, están centrados en la persona del que expresa el testimonio, en las circunstancias de su vida, en sus antecedentes. Etc. Y no se dice mucho sobre el Señor Jesús. Pocas veces se resalta el hecho de que la persona estaba condenada al infierno, estaba perdida, y el Señor la salvó. Lo más importante que se puede expresar en un testimonio de conversión no son las oportunidades que El le ha dado a usted en la vida, sino de qué le ha librado. Ese era todo el propósito para la venida de nuestro Salvador. El vino para redimirnos. No vino para resaltar nuestra personalidad ni para darnos una renovada personalidad, ni para convertirnos en personas de éxito. El vino para librarnos del infierno. No resulta popular decir esto. Es que a la gente, generalmente, no le gusta escucharlo.
Hoy hay demasiado poca gente que está dispuesta a confrontar a las personas con el hecho de que están perdidas. Supongamos que usted se encuentra dormido en un edificio que se está incendiando y que un hombre entra en el mismo para rescatarle, le despierta, le saca del edificio ardiendo salvándole la vida. Supongamos también que ese hombre, de una elevada posición económica, le adopta como hijo y le lleva a su propia casa, dándole los medios necesarios para llevar una vida sin preocupaciones económicas. ¿Qué haría usted, si tuviera la oportunidad de hablar ante un grupo de personas para expresarle en público su agradecimiento, por qué concretamente le daría usted las gracias? ¿Le agradecería por haberle adoptado como hijo? Por supuesto que lo haría. Pero ¿no le expresaría su máxima gratitud por el hecho de que arriesgara su vida para salvarle de una muerte segura en un edificio en llamas? Todos los beneficios que le vinieron a usted después no habrían valido de nada si él no le hubiera salvado de morir quemado.
Ahora, debemos decir que el juicio de los pecadores que dan la espalda a Dios se acerca. Si usted quiere permanecer en esa categoría, será juzgado. Alguien tiene que comunicarle estos hechos, y es lo que estamos haciendo en este preciso momento.
Nuevamente podemos formularnos la pregunta: ¿quiénes son los perdidos? Pues son aquellos que (1) no conocen a Dios y que (2) no obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Y repetiremos el versículo 9 que dice: 9Estos sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder, Y ahora continuemos leyendo el versículo 10 de este capítulo 1 de 2 Tesalonicenses:
"Cuando venga en aquel día para ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron; y vosotros habéis creído en nuestro testimonio."
La venida de Cristo a la tierra en juicio justificará a los creyentes que han depositado su confianza en Él, y traerá honra y gloria al Salvador. Y finalmente por hoy, leamos los versículos 11 y 12 de 2 Tesalonicenses 1:
"Por esta razón también oramos siempre por vosotros, para que nuestro Dios os tenga por dignos de su llamamiento y cumpla todo propósito de bondad y toda obra de fe con su poder. Así el nombre de nuestro Señor Jesucristo será glorificado en vosotros y vosotros en él, por la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo."
Dice aquí el nombre de nuestro Señor Jesucristo será glorificado en vosotros. Estimado oyente, si Dios le ha prosperado, si le permitido tener éxitos financieros, que El le de la sabiduría y el control para prosperar espiritualmente, y darle la gloria y la honra a Dios, por los privilegios que le ha concedido, lo cual no es fácil, en medio de la abundancia.
Pero nos impresiona más una señora que se encuentra ingresada en un hospital, y que ha debido guardar cama la mayor parte de su vida, inmóvil y apoyada sobre su espalda. Sin embargo, cualquiera que la ve percibe inmediatamente en su rostro un testimonio radiante de Cristo. Nos hacemos eco de las palabras de Pablo en el versículo 12, que destacó que el nombre de Jesucristo fue glorificado en aquellos creyentes del siglo primero. Porque personas como esta enferma que hemos mencionado y muchas otras alrededor del mundo, de diferentes condiciones sociales, que viven bajo las más variadas circunstancias, algunas en la prosperidad, otras que pueden vivir con dignidad y muchas en la pobreza, todas ellas, honran al nombre de Cristo.
Bien, amigo oyente, vamos a dejar nuestro estudio del día de hoy aquí. Dios mediante, continuaremos en nuestro próximo programa, con el capítulo 2 de esta Segunda Epístola del Apóstol Pablo a los Tesalonicenses. Y como es nuestra costumbre, le sugerimos leer el capítulo 2, para estar así mejor informado y pueda obtener el mejor provecho de este estudio que nos permite aplicar las enseñanzas de la Biblia a la vida diaria, para disfrutar de las bendiciones que Dios derrama sobre sus hijos: El estudio sistemático de la Biblia refuerza nuestra fe, y nos enseña a sobrellevar con paciencia la disciplina con la que El nos va formando y desarrollando espiritualmente como hijos Suyos, a la vez que el Espíritu Santo nos consuela y refuerza la esperanza en el encuentro futuro con Cristo en Su venida.
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