Estudio bíblico de 2 Tesalonicenses 2:1-9
2 Tesalonicenses 2:1-9
En el día de hoy, amigo oyente, nos toca estudiar uno de los grandes capítulos proféticos de la Palabra de Dios, que comienza la segunda división de esta epístola, que en nuestro Bosquejo General hemos titulado "El programa para el mundo en conexión con la venida de Cristo", que se extiende desde el versículo 1 hasta el 12 de este capítulo.
Cuando estábamos estudiando la Primera epístola a los Tesalonicenses, destacamos el capítulo 4, comenzando en el versículo 13, donde se comenzó a hablar del arrebatamiento de la Iglesia. También hablamos sobre el Día del Señor, la Gran Tribulación y la venida de Cristo en gloria a esta tierra. En esta segunda epístola el énfasis va a recaer en el período de la Gran Tribulación, aunque también nos encontraremos con uno de los mejores pasajes que, según nuestra opinión, tratan sobre el arrebatamiento de la iglesia.
En el versículo 10 del capítulo 1, que tratamos en nuestro programa anterior, vimos que la venida de Cristo a la tierra en juicio justificará a los creyentes que han depositado su confianza en Él, y traerá honra y gloria al Salvador. Y concluimos con los versículos 11 y 12, haciéndonos eco de las palabras de Pablo en el versículo 12, que destacó el hecho de que el nombre de Jesucristo fue glorificado en aquellos creyentes del siglo primero. De la misma manera sucede hoy con muchísimas personas alrededor del mundo, de diferentes condiciones sociales, algunas en la prosperidad, otras con lo necesario para una vida digna y muchas que sobreviven en la pobreza. Todas ellas, bajo las más variadas circunstancias, y de muy diversas maneras, honran al nombre de Cristo.
Comencemos nuestra lectura con el versículo 1, que inicia un párrafo que hemos titulado
El arrebatamiento ocurrirá primero
"Con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo y nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos"
Aquí la frase nuestra reunión con él se refiere al arrebatamiento de la iglesia. En este versículo se ve el primer aspecto de la venida de Cristo. En esta ocasión no habrá juicio.
Continuemos leyendo el versículo 2, que inicia un párrafo que nos indica que
El día del Señor seguirá al arrebatamiento
"que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu ni por palabra ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca."
Ya hemos tratado de este asunto. El Día del Señor no tiene ninguna relación con la Iglesia. Después del arrebatamiento, el Día de Cristo, o sea, el Día de la Gracia, habrá llegado a su fin y comenzará el Día del Señor. El Día del Señor fue un tema frecuentemente mencionado en el Antiguo Testamento, mientras que el arrebatamiento no lo fue. El Día del Señor comenzará con la noche. El profeta Joel nos dijo que habría oscuridad y no luz. Será un tiempo de juicio. Se inaugura con la noche, tal como cada día hebreo se inicia. Recordemos la frase de Génesis 1:5, Y fue la tarde y la mañana del primer día.
La frase de este versículo 2 ni por palabra ni por carta, nos indica que, aparentemente alguien había circulado una carta o había hecho correr la voz de que el Día del Señor había llegado. Parece que en todas las épocas hay cristianos que parecen pensar que tienen información directa del Señor, por sueños, visiones o revelaciones especiales. De cualquier manera aquel rumor había llegado a aquellos creyentes como una revelación especial, como algo que Pablo no les había dicho.
La frase ni por carta indicaría que una carta falsa habría circulado. O quizás alguien dijo simplemente que habían visto tal carta.
La expresión ni por carta como si fuera nuestra quería decir que los que hicieron circular la carta dijeron que la misma supuestamente provenía de Pablo, Timoteo y Silas.
El rumor que circulaba era que el día del Señor está cerca. Esto había causado un problema en los creyentes tesalonicenses, y podemos comprender el motivo. Estaban soportando persecución, Debido a que estaban pasando por problemas, era fácil que alguien hubiera dicho: "Bueno, nos está sucediendo esto porque estamos en la Gran Tribulación. Ha llegado el Día del Señor y ya nos encontramos en ese período".
El Día del Señor es una frase técnica que habla del período que comenzará con la Gran Tribulación y continuará a través del milenio. Será un día que se iniciará con juicio. El profeta Joel describió el Día del Señor con algún detalle en el capítulo 2 de su profecía, y Pedro citó esa profecía en el Día de Pentecostés. Sus oyentes sabían que llegaría un día en el cual el Espíritu de Dios sería derramado, en el Día del Señor. En el capítulo 2 y el versículo 20, del libro de los Hechos de los Apóstoles, Pedro dijo en esa ocasión: El sol se convertirá en tinieblas y la luna en sangre antes que venga el día del Señor, grande y glorioso. Sin duda alguna, esto no había sucedido en Pentecostés. Cuando tuvo lugar la crucifixión de Cristo, hubo un terremoto y también oscuridad, pero en el Día de Pentecostés no ocurrió nada semejante. Lo que sí pudieron presenciar fue que vino del cielo un ruido como el de una violenta ráfaga de viento, llenando la casa en que estaban reunidos, y se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos. No había viento pero sonó como si lo hubiera. Podemos imaginar que fue como el sonido de un huracán que azotaba la ciudad, y que debió causar que todos corrieran hacia el templo para ver qué había ocurrido. Pedro dijo que el Día del Señor sería similar al día descrito por el profeta Joel. Y le aclaró a la gente que aquellos hombres no estaban ebrios, sino que estaban llenos del Espíritu Santo. A causa de la profecía de Joel, los judíos ortodoxos de aquellos días creyeron que llegaría un día en que Dios derramaría Su Espíritu sobre todo ser humano, pero en el Día de Pentecostés, el Espíritu no fue derramado sobre todas las personas. Así que el Día del Señor pertenecía aun al futuro.
El apóstol Pedro se refirió nuevamente al Día del Señor en su segunda epístola 3:19 con estas palabras: Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche. Ya hemos visto en 1 Tesalonicenses 5 que para la iglesia El no vendrá como un ladrón en la noche. La iglesia ha de estar despierta y esperando por El. Será para el mundo que duerme que El vendrá como un ladrón en la noche. Pedro continuó diciendo en su citada segunda epístola 3:10, Entonces los cielos pasarán con gran estruendo, los elementos ardiendo serán deshechos y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. Nuevamente, observamos que estos hechos tan graves no ocurrieron en el Día de Pentecostés.
Otro pasaje de la Biblia que muestra que el Día del Señor no tiene relación con la iglesia es Apocalipsis 6:17, que dice: 17porque el gran día de su ira ha llegado y ¿quién podrá sostenerse en pie? Esta experiencia no será para la iglesia. La Iglesia ha de esperarle, estará esperando a una Persona que venga, porque está identificada con El. Volviendo ahora a 2 Tesalonicenses, continuemos leyendo el versículo 3.
"¡Nadie os engañe de ninguna manera!, pues no vendrá sin que antes venga la apostasía y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición"
Este versículo comienza con una gran advertencia para que no seamos engañados. Entonces escuchemos al apóstol Pablo.
Porque aquel día no vendrá. ¿Qué día? El Día del Señor, no el arrebatamiento. El Día del Señor no vendrá a menos que se cumplan dos condiciones: (1) sin que antes venga la apostasía y (2) se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición. Ambos factores deben tener lugar antes que el Día del Señor pueda comenzar, y ninguno de ellos ha ocurrido todavía.
Antes tendrá que venir primero la apostasía. Muchos han interpretado la apostasía en su significado de apartarse, de abandono de la fe. Estamos de acuerdo que se refiere a ello. Pero creemos que implica más que esto, como un estudio cuidadoso de la palabra así lo revelará. La palabra griega "apostasia" realmente significa "partida" o "traslado de".
Pablo dijo que antes que el Día del Señor comience, primero debe haber un traslado. Hay dos clases de traslado que van a tener lugar. Primero, la iglesia organizada u oficial se apartará de la fe, la abandonará, y esto es lo que llamamos apostasía. Pero habrá una apostasía total cuando el Señor venga, y esto no podrá ocurrir hasta que la verdadera Iglesia sea removida, trasladada. En Lucas 18:8, el Señor preguntó: . . .cuando venga el Hijo del hombre, ¿hallará fe en la tierra? Cuando El mencionó la "fe", quiso decir el cuerpo de verdad que El dejó aquí. La respuesta a Su pregunta es negativa. Cuando El venga no hallará aquí a la fe. Habrá una apostasía total debido a dos factores: (1) la organización de la iglesia se habrá apartado de la fe, habrá apostatado y (2) habrá tenido lugar otra partida, la partida de la verdadera Iglesia de la tierra. La partida de esta verdadera iglesia conducirá a una apostasía total de la iglesia organizada u oficial. El Día del Señor no podrá comenzar, ni el período de la Gran Tribulación, hasta que haya tenido lugar la partida de la verdadera iglesia.
Pablo no se extendió aquí en detalles sobre el arrebatamiento de la iglesia porque ya había escrito al respecto en su primera epístola. Recordemos que en esa primera carta 4: 16 y 17 escribió; 16El Señor mismo, con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, descenderá del cielo. Entonces, los muertos en Cristo resucitarán primero. 17Luego nosotros, los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Estas palabras se referían al traslado, a la partida de la iglesia de esta tierra.
La iglesia oficialmente organizada que sea dejada aquí en la tierra abandonará completamente la fe. Y la vemos representada por la gran ramera de Apocalipsis 17. La iglesia en Laodicea, que fue la séptima y última iglesia descrita en el libro de Apocalipsis, estará en una triste condición espiritual. Creemos que ese es el período en que nos encontramos en la actualidad. Y cuando los verdaderos creyentes se hayan ido, la situación incluso empeorará, culminando con una apostasía total.
Desde el punto de vista de la tierra, el traslado de creyentes es una partida. Desde el punto de vista del Cielo, es un arrebatamiento. El mundo será consciente de esta partida y puede que muchos se alegren. No se darán cuenta de que para ellos se convertirá en un día triste. Ellos pensarán que estarán entrando en una especia de nueva época de bendición y prosperidad, una especie de milenio, sin ser conscientes de que realmente estarán entrando en el período de la Gran Tribulación, que será un tiempo de graves problemas y dificultados, como el mundo antes habría sufrido.
Quizá podamos ilustrar esto que estamos diciendo con un episodio. En cierta ocasión había en un moderno aeropuerto, en una de las salas de espera, una joven pareja. Él, era un soldado del ejército; ella era una muchacha muy hermosa, y tenían un niño muy bonito también. No estaban diciendo nada, estaban allí sentados, y el niño parecía muy contento y jugaba con sus padres, que reflejaban la tristeza en sus rostros. Pero cuando pasaron unos pocos minutos se anunció la partida del avión, y los jóvenes se pusieron de pie, y ese soldado abrazó a su esposa y a su niño, y comenzaron a llorar. Los dos mayores lo hicieron, porque el niño no se daba cuenta de lo que ocurría y simplemente se reía, pero su mamá y su papá estaban llorando. Aparentemente el joven soldado regresaba al lugar de servicio que se le había asignado, así que tomó su maletín de mano y salió. Luego, cuando se había apartado ya a cierta distancia, se volvió y saludó con su mano. Su esposa quedó en ese lugar, con su rostro lleno de lágrimas y se aproximó a una ventana para poder observar mejor la partida del avión. Y, luego, cuando ya el avión había partido, salió lentamente, llevándose a su niño, mientras las lágrimas continuaban cayendo de sus ojos. Ahora, eso era una partida y desde aquel momento, la vida sería muy difícil para aquella esposa y madre.
Luego, la segunda cosa que tendrá que ocurrir es, como dijo el apóstol en la última parte de este versículo 3, será que se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición. Cuando él sea revelado como tal, el período de la Gran Tribulación ya habrá comenzado. Aquí él fue llamado "el hombre de pecado". El apóstol Juan lo llamó "el anticristo". Por cierto, Juan fue el único que utilizó ese término. EL anticristo tiene unos 30 títulos diferentes en la Biblia. El es uno de los temas del Antiguo Testamento. Va a ser el hombre de Satanás. Será el hombre que reorganizará el Imperio Romano, y finalmente se convertirá en un dictador mundial. El va a engañar al mundo. El podría ser un personaje contemporáneo, pero no podrá aparecer asumiendo el poder o revelar quién es hasta después que comience el período de la Gran Tribulación.
Después, Pablo escribió más sobre él. Leamos el versículo 4 de este segundo capítulo de 2 Tesalonicenses:
"El cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto, que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios."
Una de sus demandas será que él es Dios. En Apocalipsis 13 encontramos que la bestia que sale del mar (el anticristo) reunificaría a las naciones de Europa occidental. Cuando así lo haga, se presentará como si fuera Dios. El mundo pensará que es Cristo. Y era será la gran mentira. Dice el versículo 5:
"¿No os acordáis que cuando yo estaba todavía con vosotros os decía esto?"
Pablo no había dudado en hablar de estos asuntos. Algunos dicen hoy que un predicador no debería tratar esos temas. Bueno, Pablo lo hizo y les recordó a sus lectores cómo les había hablado de ello.
Leamos ahora, en este segundo capítulo de 2 Tesalonicenses, el versículo 6, que inicia un párrafo que trata el siguiente tema:
El misterio de la maldad operando en el presente, retenido por el Espíritu Santo
"Y ahora vosotros sabéis lo que lo detiene, a fin de que a su debido tiempo se manifieste."
¿Qué puede retener el mal en el mundo? El único que conocemos que puede hacerlo es el Espíritu Santo. Los gobiernos no pueden hacerlo. El Imperio Romano no pudo hacerlo; era una fuerza malvada en sí mismo. Continuemos leyendo el versículo 7:
"Ya está en acción el misterio de la iniquidad; solo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio."
El llamado misterio de la iniquidad ya había comenzado a actuar en el tiempo de Pablo, y continúa operando. El Señor Jesús pronunció una parábola en Mateo 13 que reveló la condición del mundo en la actualidad. Estos son los misterios del reino de los cielos, y ellos explican la condición del mundo y de la Iglesia en el mundo de hoy. La Palabra de Dios está siendo sembrada en el campo del mundo, pero el enemigo ha llegado y ha sembrado cizaña. La cizaña y el trigo están creciendo juntos, es decir, que la Palabra de Dios y la maldad están creciendo hoy juntas. El mundo está empeorando y, en un sentido, el mundo está mejorando porque creemos que la Palabra de Dios se está difundiendo más que nunca antes en la historia del mundo. Las puertas están abiertas, la Palabra está creciendo, el trigo está creciendo. Pero la cizaña también está creciendo.
La maldad, el espíritu de rebelión, continuará deteriorando la situación, pero el Espíritu Santo no permitirá que Satanás actúe de esta manera durante toda esta época. Cuando el Espíritu Santo sea removido, será como extraer el tapón de una botella: el líquido de la maldad se derramará por todo el mundo de ese tiempo.
¿Cuándo será removido el Espíritu Santo? El será removido con la Iglesia. ¿No estará el Espíritu Santo en el mundo durante la Gran Tribulación? Si. ¿Acaso no estaba en el mundo antes de Pentecostés? Con toda seguridad estaba. El estaba presente en los días del Antiguo Testamento, pero estaba con una misión diferente. El estará con una misión diferente después que la Iglesia haya sido removida. Ahora el Espíritu Santo está sellando a los que creen hasta el día de la redención, cuando El nos presente y nos entregue al Señor Jesús. Si no lo hiciera, no podríamos llegar hasta ese día. Después que El lo haga, creemos que volverá a la tierra para reanudar su misión anterior aquí en el mundo. El no impedirá el mal, sino que permitirá al diablo controlar la situación por un tiempo. Créanme, yo no querría estar en la tierra cuando el diablo tenga el control. La situación ya es lo suficientemente deplorable en la actualidad; así que no quiero estar aquí cuando el control de la situación le sea entregado. Continuemos leyendo el versículo 8:
"Y entonces se manifestará aquel impío, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca y destruirá con el resplandor de su venida."
El impío e el malvado, o sea, el anticristo, el hombre de pecado, será un dictador mundial. Nadie podrá detenerlo, ningún poder de la tierra. Solo la venida de Cristo lo detendrá. Así como el pueblo de Dios en Egipto estaba indefenso y desesperado hasta que Dios los liberó, así también los creyentes durante la Gran Tribulación estarán indefensos bajo el poder del anticristo hasta que el Señor Jesús venga a la tierra para establecer Su Reino. Continúa diciendo este versículo diciendo de él a quien el Señor matará con el espíritu de su boca. Es decir que la Palabra de Dios, que es como una espada de doble filo que procede de Su boca consumirá al anticristo. Fue la Palabra de Dios la que creó este universo. Todo lo que Dios tuvo que hacer fue hablar. Como vemos en Génesis 1:3, dijo Dios: "sea la luz". Y fue la luz. El Señor Jesús es la Palabra viva de Dios. Hoy tenemos la Biblia, que es la Palabra escrita de Dios. La Palabra escrita nos habla de la Palabra viviente, que está viva y es poderosa. Cuando el Señor Jesús regrese, El vendrá como la Palabra viva de Dios.
Y el versículo 8 de este capítulo termina hablando del anticristo, diciendo y lo destruirá con el resplandor de su venida. "Resplandor" aquí equivale a la palabra griega "Epiphaneia", de la cual proviene nuestra palabra epifanía y se describe el esplendor de Su venida. Cuando el Señor Jesús vino a Belén, fue su primera epifanía. La carta de Pablo a Tito 2:11, usó esa palabra "Epiphaneia" cuando dijo: La gracia de Dios se ha manifestado para salvación a toda la humanidad. Esa fue la misericordiosa aparición de Su primera venida.
Cuando El venga otra vez será otra epifanía. El removerá a Su Iglesia de este mundo y después volverá a la tierra para establecer Su reino. Podría mirarse de esta manera: Su primera venida se concretó en dos episodios. El vino a Belén como un niño, y más tarde, comenzó Su ministerio a la edad de 30 años, cuando entró en el templo y lo limpió. Su Segunda venida también tendrá dos fases. El llamará a Su iglesia para que se reúna con El en el aire, y después vendrá a la tierra para establecer Su Reino. En aquel tiempo, el anticristo será consumido y destruido con el resplandor de Su venida.
Leamos ahora el versículo 9, a partir del cual se nos hablará sobre
El malvado aparecerá en la gran tribulación
"La llegada de este impío, que es obra de Satanás, irá acompañada de hechos poderosos, señales y falsos milagros"
Este es el anticristo, el hombre de Satanás, el malvado, que se presentará por obra de Satanás, avalado por toda clase de milagros y prodigios falsos.
Al hablar de hechos poderosos se usó en el griego la palabra "dunamis", que significa poder físico cuyo origen es sobrenatural, que se manifestará en toda clase de milagros. Creemos que podrá caminar sobre las aguas y que también podrá controlar el viento. Recordemos que leímos en el libro de Job que Satanás en una ocasión permitió que el viento destruyera a los hijos e hijas de Job.
La palabra señales se refiere a muestras, a demostraciones que tendrán el propósito de apelar a la comprensión, a los conocimientos. Este hombre realizará señales que apelarán al mundo científico de aquel tiempo, así como a políticos, y al mundo religioso. Algunos se preguntan cómo podrá ser que tantas personas, de niveles culturales tan diversos, resulten engañadas. Estimado oyente, el que no se apoya sobre algo firme, caerá por cualquier motivo. Las personas que no estén arraigadas o asentadas sobre el cimiento sólido de la Palabra de Dios, caerán a causa de toda clase de señales milagrosas.
Y el versículo 9 termina hablando de señales y prodigios falsos. Estos producirán un efecto sobre los observadores. En aquellos días, la gente de todo el mundo estará hablando con admiración de este personaje, el "hombre de pecado", por todas las cosas que será capaz de hacer. ¿Y quién caerá en el engaño por causa de estos prodigios falsos? Aquellos que no obedezcan al Evangelio.
Estimado oyente, en nuestro próximo programa continuaremos estudiando el resto de este segundo capítulo de 2 Tesalonicenses. Le invitamos que nos acompañe, y le sugerimos que lo lea detenidamente para familiarizarse con su contenido.
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