Estudio bíblico de 2 Tesalonicenses Introducción 1:1-3
2 Tesalonicenses 1:1-3
En este día, amigo oyente, llegamos a la Segunda Epístola del Apóstol San Pablo a los Tesalonicenses. Queremos decir aquí varias cosas a manera de introducción a esta gran epístola que tenemos ante nosotros.
La Segunda Epístola a los Tesalonicenses fue escrita por el Apóstol Pablo, poco tiempo después de la Primera Epístola, en el año 52 o en el 53 D.C. No sabemos cuál es el lapso de tiempo entre las dos cartas. Los creyentes de Tesalónica aún eran creyentes nuevos en el Señor cuando el apóstol escribió esta carta. La primera carta escrita por Pablo dio lugar a más preguntas y Pablo aquí intentó responderlas en esta segunda carta. En la Iglesia de Tesalónica, estaba circulando una carta o un informe supuestamente procedente del Apóstol Pablo, que predisponía a los cristianos al desaliento. Este informe falso indicaba que el Señor Jesucristo ya había venido, y que Él ya había llevado a su Iglesia de este mundo, y que el mundo de esos días estaba viviendo los juicios del "Día del Señor". Ahora, esta gente estaba siendo perseguida como pudimos ver en la epístola anterior. Ellos estaban sufriendo por causa del evangelio, y era fácil para ellos creer que ya habían entrado en el período de la Gran Tribulación, y que todos los creyentes (no solo los que habían muerto) habían perdido su oportunidad de participar en el arrebatamiento de la Iglesia. Pablo intentó calmar sus temores escribiendo esta segunda carta, en la cual afirmó definitivamente que el arrebatamiento, que él llamó en 2 Tesalonicenses 2:1, nuestra reunión con él era aun futura, y que el "Día del Señor" tendría ciertos precursores que aparecerían primero: la apostasía y el hombre de pecado debían venir primero. Por lo tanto ellos podían creer razonablemente que no se encontraban en la Gran Tribulación.
Pablo les dijo que la organización exterior de la Iglesia profesante, se estaba dirigiendo hacia una apostasía completa. En Lucas 18:8 el Señor preguntó: Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra? Por la forma en que se presentó esta pregunta en el idioma original griego, requería una respuesta negativa. El no encontrará fe en la tierra cuando venga otra vez. La iglesia oficialmente organizada estará en una apostasía total. Esto fue confirmado en el libro de Apocalipsis. En el capítulo 4 de este libro la Iglesia ha sido removida de la tierra, y no queda nada sino una especie de cascarón vacío de una organización que tiene una forma o apariencia de piedad, pero que niega la eficacia y el poder de esa piedad. Esa misma organización está representada por la gran ramera del capítulo 17 de Apocalipsis, que es una de las imágenes más terribles que uno puede encontrar en la Biblia.
Los creyentes de Tesalónica, creyeron entonces que ellos ya habían entrado al período de la Gran Tribulación, y que a partir de ese momento la gente que sufriera persecuciones y sufrimientos había creído que se encontraba en dicho período de tribulación. Bueno, en diferentes épocas en la historia de este mundo ha habido quienes que han creído que ya habían entrado al período de la Gran Tribulación. Por ejemplo, durante la segunda guerra mundial, durante los bombardeos contra Gran Bretaña, algunos de los pastores y Predicadores de tendencia conservadora en su fe, llegaron a la conclusión de que habían entrado al período de la Gran Tribulación, y que en consecuencia la Iglesia estaba pasando por ella.
Ahora, la descripción de la Tribulación en la Biblia es mucho peor que todo lo que haya ocurrido durante la Segunda Guerra Mundial, o durante cualquier otra guerra de la historia. Es período ha sido tan claramente identificado por Cristo que no hay ninguna razón para estar dominados por el pánico. Cristo dijo que vendría un intervalo breve de tiempo y dijo de él lo siguiente en Mateo 24:21, porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. O sea que nada semejante había tenido nunca lugar en la historia, ni tampoco ocurriría después.
Mientras que 1 Tesalonicenses enfatizó el regreso de Cristo por Su Iglesia en lo que hemos llamado "el arrebatamiento", 2 Tesalonicenses enfatizó el regreso de Cristo a la tierra por segunda vez, cuando el regrese con juicio y establezca Su Reino sobre esta tierra. Este evento es llamado la "revelación". Es que en el arrebatamiento, el énfasis no es en Su venida a la tierra, porque El no viene a la tierra. El apóstol dejó claro en 1 Tesalonicenses 4:17 que seremos arrebatados. . . en las nubes para recibir al Señor en el aire. La palabra "arrebatados" corresponde al original "harpazo" que significa "agarrar rápidamente". De esa manera seremos recogidos para encontrarnos con Cristo en el aire. Sin embargo, la revelación de Cristo tendrá lugar cuando El regrese a la tierra para establecer Su Reino. En ese intervalo de tiempo entre estos dos eventos tendrá lugar el período de la Gran Tribulación.
Como vimos en 1 Tesalonicenses, el arrebatamiento no fue un tema del Antiguo Testamento; esa enseñanza no aparece en el Antiguo Testamento. La esperanza de los creyentes del Antiguo Testamento era una esperanza terrenal. Ellos estaban esperando que su Mesías viniera y estableciera un reino aquí en la tierra, que sería como disfrutar del cielo en la tierra. La expresión "Reino de los cielos" significa el reino de los cielos sobre la tierra. Esto sería reducir esta expresión a su explicación más sencilla. Algunos teólogos han formulado explicaciones más elaboradas, tan complicadas como si se tratara de fundamentar una teoría. Pero el Reino de los cielos del cual habló Jesús es el reino de los cielos sobre la tierra, porque esta tierra va a convertirse en un cielo cuando el Rey esté aquí.
A continuación presentaremos un breve bosquejo de esta segunda carta a los Tesalonicenses. Veremos que está dividida en 3 divisiones principales:
I. La persecución de los creyentes en el presente: el juicio de los no creyentes en el futuro (es decir, cuando Cristo venga). Capítulo 1:1-12.
A. Introducción. Capítulo 1:1-2.
B. La persecución de los creyentes y sus frutos: Capítulo 1:3-7.
C. El juicio de los malvados en la venida de Cristo. Capítulo 1:8-12.
II. El programa para el mundo en conexión con la venida de Cristo. Capítulo 2:1-12.
A. El arrebatamiento ocurrirá primero. Capítulo 2:1.
B. El Día del Señor seguirá; introducido por la apostasía total y por la aparición del "hombre de Pecado". Capítulo 2:2-5.
C. El misterio de la maldad operando en el presente; el malvado retenido por el Espíritu Santo. Capítulo 2:6-8.
D. El malvado aparecerá en el período de la Gran Tribulación. Capítulo 2:9-12.
III. El carácter práctico de la venida de Cristo. Capítulos 2:13-3:18.
A. Los creyentes deberían estar establecidos en la Palabra. Capítulo 2:13-17.
B. Los creyentes deberían estar establecidos en su andar. Capítulo 3:1-7.
C. Los creyentes deberían estar establecidos en la obra. Capítulo 3:8-18.
Y así llegamos al
2 Tesalonicenses 1
El tema de este capítulo es la persecución presente de los creyentes y el juicio de los no creyentes en el futuro, en la venida de Cristo. En los primeros dos versículos, tenemos la introducción. Y, luego, en los versículos 3 hasta el 7, tenemos la persecución de los creyentes y sus frutos Luego, los versículos 8 al 12 nos dan el castigo de los malvados en la venida de Cristo. En primer lugar leamos el versículo 1 para considerar la
Introducción
"Pablo, Silvano y Timoteo, a la iglesia de los tesalonicenses en Dios nuestro Padre y en el Señor Jesucristo"
El saludo de Pablo fue su habitual saludo amistoso a una iglesia que era teológica y espiritualmente sana. Pablo incluyó los saludos de Silas (que era una contracción del nombre Silvano) y de Timoteo. Estos tres hombres habían soportado muchos sufrimientos por causa del evangelio. Pablo y Silas estuvieron en la cárcel de Filipos. Pablo, Silas y Timoteo habían ido juntos a Tesalónica y, más tarde, Pablo tuvo que dejarlos. Esperó por ellos en Atenas y como no llegaban se dirigió a Corinto, donde finalmente se encontraron. Fue en ese tiempo que Pablo escribió su primera epístola a los Tesalonicenses, para responder algunas de las preguntas que le habían llegado desde que había estado allí.
Cuando Pablo escribió su segunda epístola, identificó a sus dos colaboradores, que tenían esa relación fraternal con él. Él se identificaba con hombres que para nosotros hoy, hubieran sido completamente desconocidos si Pablo no los hubiera incluido en estas epístolas suyas. Creemos que esto nos revela algo del carácter del Apóstol Pablo. Un hombre que había sido un joven y orgulloso fariseo se había convertido en un humilde seguidor del Señor Jesucristo, en su siervo y en su apóstol.
Esta carta iba dirigida a la Iglesia de los tesalonicenses. Esta era la iglesia local de Tesalónica. Pablo creía en la Iglesia local y esta Iglesia era en Dios nuestro Padre y en el Señor Jesucristo. El probablemente no mencionó al Espíritu Santo porque el Espíritu estaba en la Iglesia de Tesalónica, morando en los creyentes. Y el Espíritu que habitaba en ellos les capacitaba para manifestar la vida de Cristo y para vivir de una forma digna del elevado llamado de Dios. Su posición, sin embargo, estaba unida a Dios el Padre y al Señor Jesucristo. Esto significa que Pablo enseñó la deidad de Cristo. En la mente de Pablo no había ninguna duda de que Jesucristo era Dios el Hijo.
En Juan 10:27-29, el Señor Jesús dijo: 27Mis ovejas oyen mi voz y yo las conozco, y me siguen; 28yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. 29Mi Padre, que me las dio, mayor que todos es, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. Y aquí en este primer versículo tenemos las dos manos de la deidad, que pertenecen al Señor Jesucristo y a Dios el Padre. Allí es donde se encuentra la iglesia posicionalmente -la iglesia de Tesalónica estaba allí y espero que la suya, estimado oyente, también se encuentre en esa posición. Lo importante no es el nombre de su iglesia. Lo importante es que usted y los demás creyentes verdaderos estén en Cristo Jesús, unidos a Cristo Jesús, y ello hace que la iglesia local sea muy importante. El Espíritu Santo habita en los verdaderos creyentes, y por Su poder, ellos pueden manifestar a Cristo en su vecindario, en la comunidad, en la ciudad, en su país y en el mundo, poniendo en evidencia la vida de Dios. Esto es lo que Pablo estaba diciendo a aquellos creyentes en su introducción. Y en el versículo 2 dijo:
"Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo."
Gracia y paz son dos palabras importantes en el evangelio. La Gracia viene primero. Si usted ha experimentado la Gracia de Dios, quiere decir que usted ha sido salvado. Como dijo el apóstol en su carta a los Efesios 2:8-9: 8porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios. 9No por obras, para que nadie se jacte. Cuando usted viene a Dios como un pecador perdido, no trayendo nada, y recibiendo todo de Él, entonces usted ha experimentado la Gracia de Dios. Él le ofrece a usted la salvación. El don de Dios es la vida eterna. Usted no puede trabajar para obtener un regalo, y si lo hace, deja de ser un regalo y se convierte en algo que usted se ha ganado por su propio esfuerzo. Se convierte en un pago. La salvación es un ofrecimiento de Dios para usted, un pecador perdido condenado al infierno, es la vida eterna si usted confía en Cristo. Esa es la Gracia de Dios.
Y la otra palabra es la Paz. Si usted ha experimentado la Gracia de Dios, entonces usted sabe algo sobre la paz. La paz es la almohada más suave y blanda sobre el cual usted puede reclinar su cabeza por la noche. Es la paz que viene a la vida cuando usted sabe que sus pecados son perdonados. La paz viene por un giro o una experiencia psicológica por la que usted haya pasado, ni por el consejo de un especialista, sino que procede de una fuente sobrenatural, es decir, que procede de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. Es una paz sobrenatural. Si usted no la tiene, puede tenerla, porque es un regalo, un don de Dios dado a los pecadores que se vuelven a Cristo.
Leamos ahora el versículo el versículo 3 de este primer capítulo de la Segunda Epístola a los Tesalonicenses, que da comienzo al párrafo titulado
La persecución de los creyentes y sus frutos
"Debemos siempre dar gracias a Dios por vosotros, hermanos, como es digno, por cuanto vuestra fe va creciendo y el amor de todos y cada uno de vosotros abunda para con los demás."
En el versículo 4, el apóstol va a hablar en cuanto a la paciencia y la fe. Y así, en los versículos 3 y 4 tenemos esta pequeña trinidad que Pablo utilizaba: fe, amor y paciencia. Estas 3 palabras son términos abstractos, pero es necesario quitarlos de lo abstracto y ponerlos en lo concreto, trasladándolos a la vida diaria. Este es nuevamente "el trabajo de fe" que Pablo mencionó en 1 Tesalonicenses 1:3. La fe que salva produce obras. Una fe que salva producirá un amor en el corazón de los hijos de Dios. Estimado oyente, si usted es un hijo de Dios, tendrá que amar a sus hermanos, quiera o no quiera, y los demás tendrán que amarle a usted.
Así que en el versículo siguiente, (el 4) él apóstol retomaría la tercera palabra, que él usó con "amor" y "fe", y que era la palabra "paciencia". Y esta paciencia que necesitamos en la vida diaria ante circunstancias materiales como las circunstancias del tráfico en la calle, por ejemplo, o esperando que nos llegue algo. Se trata de la paciencia que hoy está dispuesta a vivir para Dios y a aceptar cualquier cosa que El coloque en nuestro camino, sabiendo que El dispone todas las cosas para bien. Es la paciencia que tiene como meta, como objetivo, llegar algún día a la presencia de Dios. Nos permite sobreponernos a las experiencias duras por las cuales pasamos en la vida. La vida de un cristiano me recuerda del viaje por una carretera. En algunas ocasiones aparece una señal de desvío que nos obliga a pasar por un camino accidentado. Pero al continuar el viaje vemos que otra señal nos anuncia que dentro de pocos kilómetros regresaremos a la carretera principal y entonces, el camino accidentado nos parece más liso y tolerable, al saber que dentro de poco nuestro coche circulará por el asfalto. Así que a veces, muchos de nosotros nos encontramos en ese tramo del viaje en el que el camino es duro y áspero, y nos toca sufrir. Ahora bien, si usted tiene una buena perspectiva del futuro, este sentimiento le proporcionará la paciencia de la esperanza, una esperanza que se proyecta a la lejanía, más allá de las presentes circunstancias, hacia el camino liso, sin asperezas que se encuentra más adelante en el viaje de la vida. Y ese tramo se encuentra más próximo de lo que usted se imagina.
El versículo 3 dice Debemos dar gracias a Dios por vosotros, hermanos, como es digno, es decir, como es apropiado, justo.
Y el versículo continúa diciendo por cuanto vuestra fe va creciendo y el amor de todos y cada uno de vosotros abunda para con los demás. Usted no puede crecer hacia Dios sin crecer hacia fuera, en dirección a su hermano en la fe. Cuando usted crece hacia Dios en gracia, en conocimiento y en fe, usted crece también hacia su hermano en amor.
Y así, Dios tiene que enviarnos algunas dificultades, algunos problemas, porque esa es la disciplina que produce paciencia en nuestras vidas, y nos permite proyectar nuestra mirada al futuro con esperanza.
Estimado oyente, hemos llegado así hasta el versículo 3 de este capítulo 1 de 2 Tesalonicenses, y en nuestro próximo programa continuaremos con esta sección que hemos comenzado hoy, titulada, "La persecución de los creyentes y sus frutos". Le sugerimos leer el resto de este capítulo para estar mejor informado de lo que trataremos en nuestro siguiente estudio. Pero hoy nos despedimos con la siguiente reflexión. Dios nunca permitirá que usted sufra, a no ser que ese sufrimiento llegue a cumplir un propósito de Dios para su vida.
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