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Estudio bíblico de Ezequiel 1:1-4

Ezequiel 1:1-4

En este día, amigo oyente, llegamos al libro de la profecía de Ezequiel, y hay varias cosas que deseamos mencionar a manera de introducción en cuanto a este libro. Esperamos que esto nos oriente en este libro de Ezequiel y en el período en el cual vivió este profeta.

El escritor

En primer lugar debemos decir que Ezequiel era un sacerdote, eso se nos dice en el versículo 3 del primer capítulo; sin embargo, él nunca llegó a ejercer ese cargo porque fue llevado cautivo a Babilonia, durante el reinado de Joaquín, que fue el rey de Judá que sucedió a Joacim. Si usted desea informarse en cuanto a dicho evento, puede leerlo en el Segundo Libro de los Reyes, capítulo 24, los versículos 10 al 16. Fue durante el reinado de 11 años de Joacim cuando tuvo lugar la primera deportación en la que Daniel fue llevado cautivo. Después llegó Joaquín al trono y reinó solamente por unos tres meses. Y entonces, alrededor del año 597 A.C., tuvo lugar la segunda deportación, y durante esa deportación Ezequiel fue llevado prisionero.

El profeta Ezequiel fue contemporáneo de los profetas Jeremías y Daniel. Jeremías era ya un hombre anciano en esta ocasión. Recordemos que había comenzado su ministerio profético como un joven durante el reinado del también joven rey Josías. El había permanecido con el remanente en su tierra; después, fue llevado por ellos a Egipto. Por lo tanto su ministerio en esa época se limitó al remanente que había ido a Egipto. Pues bien, Daniel había sido llevado a la corte del rey de Babilonia y se había convertido en su Primer Ministro, Entonces, Ezequiel se encontraba con los cautivos que habían sido llevados a los ríos de Babilonia. Los cautivos habían sido colocados junto al gran canal que salía del Río Eufrates, que estaba a varios kilómetros de distancia de la misma ciudad de Babilonia. El ministerio de Ezequiel se desarrolló entre aquella gente.

El Salmo 137 es el salmo del remanente que se encontraba cautivo junto a los ríos de Babilonia. El versículo 1, de ese Salmo 137, dice: Junto a los ríos de Babilonia, allí nos sentábamos y llorábamos, acordándonos de Sion. Sobre los sauces, en medio de ella, colgamos nuestras arpas. Pero al mismo tiempo Ezequiel escribió: Los cielos se abrieron y vi visiones de Dios. ¡Qué contraste! Mientras aquellos cautivos habían colgado sus arpas en los sauces y se sentaban para llorar, este hombre, Ezequiel, estaba contemplando visiones de Dios. Ahora diremos algo con respecto a

Su mensaje

Jeremías, Ezequiel y Daniel eran todos profetas, pero cada uno de ellos tenía un ministerio particular y peculiar entre cierta grupo de personas, y aparentemente nunca entre ellos. Del relato del libro de Daniel uno no llegaría a la conclusión, de que Daniel visitó alguna vez a su pueblo en Babilonia, donde se encontraba Ezequiel, y sin embargo tenía una gran preocupación por ellos y, en efecto, los defendió. Pero, ¿llegaron a conocerse Daniel y Jeremías? Bueno, por su libro sabemos que Daniel estaba familiarizado con las profecías de Jeremías. Yo tengo la impresión de que como joven adolescente, él escuchó a Jeremías en Jerusalén. Y en cuando a Ezequiel, era también un hombre joven cuando fue llevado cautivo, y él también probablemente escuchó a Jeremías, aunque no conoció personalmente a Daniel.

El mensaje de Ezequiel fue el más espiritual de todos los profetas, porque trató particularmente con la Persona de Dios. Alguien lo ha expresado de la siguiente manera: "Ezequiel fue el profeta del Espíritu, así como Isaías fue el profeta del Hijo, y Jeremías fue el profeta del Padre."

Durante los primeros años del cautiverio, los profetas falsos estaban aún diciendo a la gente que ellos iban a regresar a Jerusalén, y que la ciudad no sería destruida. La ciudad no fue destruida aun durante el tiempo de la segunda deportación. No fue hasta el año 587 ó 586 A.C., cuando Nabucodonosor se dirigió contra la ciudad por tercera vez, y en ocasión él incendió y destruyó Jerusalén. En consecuencia, por un período aproximado de 10 años, aquellos profetas falsos estuvieron diciendo que el pueblo regresaría y que la ciudad no sería destruida. Jeremías había enviado un mensaje a Babilonia diciendo que la ciudad sería destruida, y Ezequiel confirmó su mensaje. El advirtió al pueblo que debían volverse a Dios antes de que pudieran regresar a Jerusalén. Cuando llegó el tiempo, un remanente muy pequeño se volvió a Dios, y regresaron a Jerusalén muy desanimados. Veamos ahora otra faceta del profeta Ezequiel,

Su método

Ezequiel comenzó su ministerio cinco años después de ser llevado cautivo, y entonces él tenía unos treinta años de edad. De muchas maneras él habló en los días más tenebrosos de la nación. Fue como si hubiera estado en la parte más profunda del valle y en el lugar más oscuro. Tuvo que hacer frente a la esperanza falsa dejada por los profetas falsos, a la indiferencia, y al pesimismo surgidos en los días de pecado y desastre. El pueblo no escucharía su mensaje. Por lo tanto, el recurrió a un método nuevo. En lugar de hablar en parábolas como hizo el Señor Jesucristo, Ezequiel representó las parábolas. En realidad, representó algunas escenas muy interesantes. En su libro, 24:24, leemos: Ezequiel, pues, os será por señal. Según todas las cosas que él hizo, haréis; cuando esto ocurra, sabréis que yo soy el Señor. La gente no escucharía sus palabras, así que él las representó y de esa manera atrajo mucha atención.

Y la gente hace eso en el día de hoy. Es por eso que la gente marcha por las calles y lleva carteles, pancartas, banderas, en fin, todo aquello que pueda llamar la atención del público y de los medios de difusión, para obtener publicidad. Este también fue el método de Ezequiel. En una ocasión entró en una casa, se encerró en ella, luego se abrió paso cavando un túnel y salió en el medio de la calle. Ahora, quizá en nuestras ciudades esto no sería nada nuevo ya que los empleados municipales están excavando con mucha frecuencia en las calles. Pero en los días de Ezequiel, cuando un hombre surgía de la tierra en medio de una calle, la gente naturalmente se reunía a su alrededor para preguntarle qué hacía y por qué. Ezequiel tenía un mensaje para ellos y se lo comunicó, como veremos en Ezequiel 12:8-16. Finalmente, en nuestra introducción, diremos algo sobre

Su significado

Ezequiel fue el profeta de la gloria del Señor. Hubo tres profetas de Israel que hablaron cuando se encontraban fuera de su tierra. Fueron Ezequiel, Daniel y Juan, que escribió desde la isla de Patmos. Cada uno de estos tres escribió lo que llamamos un Apocalipsis. Todos ellos utilizaron un lenguaje muy simbólico, pero sin embargo, vieron la luz más brillante y mantuvieron la esperanza más alta de todos los profetas. Ezequiel pudo contemplar la gloria Shekinah, del Señor saliendo del templo de Salomón. Pero también vio el regreso de la gloria del Señor que fue proyectada hacia el futuro y se hará realidad durante la época del reino milenario.

Ahora, el significado de Ezequiel se puede ver en la venida de la gloria durante la época del reino. Ezequiel contempló el futuro más allá de los sufrimientos de Cristo, hacia la gloria que los seguiría. Como el apóstol Pedro dijo de los profetas en su primera carta 1:11, que contemplaron los sufrimientos y vieron la gloria que vendría después de éstos. Creo que Ezequiel vio este panorama futuro mejor que cualquiera de los demás profetas.

Presentaremos un bosquejo general con los principales títulos o divisiones principales, para tener una idea de una estructura del libro. Son entonces cuatro divisiones principales:

1. La Gloria del Señor, la comisión del profeta. Capítulos 1 al 7.

2. La Gloria del Señor, el cautiverio total de Jerusalén e Israel, la partida de la Gloria. Capítulos 8 al 24.

3. La Gloria del Señor, el juicio de las naciones. Capítulos 25 al 32.

4. La Gloria del Señor y el Reino futuro. Capítulos 33 al 48.

Y ahora nos aproximamos al

Ezequiel 1 - Despliegue de la gloria del Señor

La visión de Ezequiel de la gloria del Señor bien podría ser la clave o la llave para todas las visiones de la totalidad de la Palabra de Dios; con toda seguridad es la clave para el resto del libro de Ezequiel. Muchos consideran que el libro de Apocalipsis está apoyado en la profecía de Daniel y en el discurso del Señor en el Monte de los Olivos. Esto es cierto, pero yo creo que se apoya principalmente en el Apocalipsis de Ezequiel; usted encontrará una notable similitud entre la visión de Ezequiel 1 y los capítulos 4 y 5 de Apocalipsis.

Esta es una visión muy difícil de entender. Juan Calvino dijo en cuanto a ella: "Si alguien pregunta que si la visión es clara, yo confieso su oscuridad y que apenas la entiendo". Estamos de acuerdo con esta apreciación porque nosotros tampoco entendemos esta visión claramente.

Sin embargo, estamos seguros de lo que visión no es: no es una visión de la época mecánica actual. La visión de Ezequiel de ruedas dentro de ruedas no es una profecía del avión. Cuando aparecieron los primeros aviones a hélice, varios maestros de profecías decían que esta visión era una profecía de tales aparatos. Este tipo de interpretaciones desacredita a la profecía.

Lo que en realidad tenemos aquí es una visión de la Gloria del Señor. En el libro de Isaías encontramos los principios del trono de Dios; en Jeremías, tenemos la práctica de ese trono; pero en Ezequiel, tenemos a la persona que está en el trono. Pero quiero apresurarme a aclarar que no tenemos a Dios mismo expuesto en esta visión (no es como un escaparate de El). Algunos consideraron en un principio que ésta era una visión de Dios, pero no es así. Es, en cambio, una visión de la gloria de Dios, una visión de la presencia de Dios.

Tenemos aquí una visión del carro de Dios que avanza triunfante e irresistiblemente a través del tiempo. Aquí tenemos algo que cuando lo descubrimos nos sorprendió mucho; esta carroza está vacía. Nosotros habíamos dado por sentado que Dios se encontraba allí. Allí tenemos estos cuatro seres vivientes, los querubines, que están conectados con el carro, pero sin embargo, son distintos a él. Y sobre todo este conjunto se encuentra un trono, y sobre ese trono hay un hombre. Y esta es la visión más elevada de Dios que nos fue dada, y es muy difícil de comprender. Observaremos solo algunos de los aspectos más impresionantes. Leamos el versículo 1 de este primer capítulo de Ezequiel:

"Aconteció en el año treinta, en el mes cuarto, a los cinco días del mes, que estando yo en medio de los cautivos, junto al río Quebar, los cielos se abrieron y vi visiones de Dios."

Aquí dice aconteció en el año treinta. Esto parece indicar que Ezequiel tenía 30 años de edad. Sin embargo, muchos eruditos creen que esa fecha fue fijada de acuerdo con un calendario un poco diferente al nuestro. No vamos a entrar en detalle en cuanto a esto, porque es un asunto complejo y no creemos que sea esencial.

Destacamos la frase vi visiones de Dios. Mientras los cautivos de Babilonia se habían sentado y lloraban junto a los ríos de Babilonia (ver Salmo 137:1), Ezequiel estaba contemplando visiones de Dios. ¡Que contraste tenemos aquí; visiones y llanto! Continuemos leyendo el versículo 2 de este primer capítulo de Ezequiel:

"En el quinto año de la deportación del rey Joaquín, a los cinco días del mes"

Podemos apreciar aquí que aún no había llegado el tiempo de la destrucción de Jerusalén, que tendría lugar durante el reino de Sedequías. Continuemos leyendo el versículo 3:

"Vino palabra del Señor al sacerdote Ezequiel hijo de Buzi, en la tierra de los caldeos, junto al río Quebar. Vino allí sobre él la mano del Señor."

Ezequiel pertenecía a la tribu de Leví, aparentemente a la rama sacerdotal y probablemente a los hijos de Coat. Se nos dice que era hijo de Buzi.

Quebar era el canal principal que salía del Río Eufrates, que regaba la zona. Evidentemente, los cautivos judíos habían sido colocados allí para labrar la tierra. Esta área estaba alejada unos cuantos kilómetros de la ciudad de Babilonia, y ésta podría ser la razón por la que Daniel y Ezequiel no tuvieron la ocasión de encontrarse. Es posible que Daniel hubiera visitado la zona, pero dudamos que a Ezequiel se le hubiera permitido visitar a Daniel. Continuemos leyendo el versículo 4 de este primer capítulo de Ezequiel:

"Miré, y vi que venía del norte un viento huracanado y una gran nube, con un fuego envolvente, y alrededor de él un resplandor. En medio del fuego algo semejante al bronce refulgente"

Dice aquí venía del norte un viento huracanado. Hay muchas personas que hablan mucho en cuanto al norte, y de que allí existe un lugar vacío y que esa es la dirección que conduce a la presencia de Dios. Pero los radiotelescopios electrónicos con sus grandes antenas parabólicas han mostrado que allí hay estrellas y no hay ningún espacio vacío. Sin embargo, el "norte" se usa en la Biblia para señalar al trono de Dios. En Isaías 14:13, donde se habla de la caída de Satanás, leemos lo siguiente: Tu que decías en tu corazón: "Subiré al cielo. En lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono y en el monte del testimonio me sentaré, en los extremos del norte. Creemos que la idea es que, en vez de señalar al polo norte, hemos de mirar hacia arriba. El trono de Dios se encuentra allá a lo lejos, sin relación con ninguna dirección en absoluto. Después de todo, su ubicación no es algo que usted y yo podamos comprender. En Lucas 21.28 se nos dijo: Levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca. Esa es la dirección en la cual se debería concentrar hoy nuestra atención.

También en el Salmo 75:5-7, leemos: ...no hagáis alarde de vuestro poder; no habléis con cerviz erguida", porque ni de oriente ni de occidente ni del desierto viene el enaltecimiento, pues Dios es el juez; a este humilla y a aquel enaltece. La única dirección no mencionada es el norte, y diríamos que la idea es que se refiera a "arriba". El trono de Dios está allá lejos, incluso más allá del espacio.

El viento huracanado que venía del norte indica, entonces, un tremendo movimiento que procede del trono de Dios. Es un juicio de Dios.

Después en el versículo 4 se habla de un fuego envolvente, y alrededor de él un resplandor. En medio del fuego algo semejante al bronce refulgente. Esto es lo primero que nos llama la atención. Una luz, un resplandor, revelando, pero también ocultando. Ocultando pero realzando donde pudiera ser vista, se vio una luz más brillante que el sol. Quizás podría ser comparada con la parte interior de una explosión atómica. Era incandescente, como un relámpago.

La Palabra de Dios dice en Hebreos 12:29, que nuestro Dios es fuego consumidor, y en 1 Juan 1:5 que Dios es luz. El apóstol Pablo dijo, en Los Hechos 26:13, que en el momento de su conversión él vio una luz del cielo que sobrepasaba el resplandor del sol. Todo esto nos habla de la inaccesible presencia de Dios (podemos ver también los versículos 13 y 14 de este primer capítulo de Ezequiel.

Y bien, amigo oyente, nos detenemos aquí en este estudio del libro del profeta Ezequiel. Le sugerimos que lea el resto de este primer capítulo de Ezequiel para estar mejor informado de lo que consideraremos en nuestro próximo programa. Y esperamos contar con su compañía para compartir estas verdades bíblicas que nos ayudan a acercarnos más al Autor de la vida, el Señor Jesucristo.

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