Estudio bíblico de Ezequiel 1:5-28
Ezequiel 1:4-28
En nuestra introducción al capítulo 1 dijimos que la visión de Ezequiel de la gloria del Señor bien podría ser la clave o la llave para todas las visiones de la totalidad de la Palabra de Dios; con toda seguridad es la clave para el resto del libro de Ezequiel. Muchos consideran que el libro de Apocalipsis está apoyado en la profecía de Daniel y en el discurso del Señor en el Monte de los Olivos. Esto es cierto, pero yo creo que se apoya principalmente en el Apocalipsis de Ezequiel; usted encontrará una notable similitud entre la visión de Ezequiel 1 y los capítulos 4 y 5 de Apocalipsis.
Lo que en realidad tenemos aquí es una visión de la Gloria del Señor. En el libro de Isaías encontramos los principios del trono de Dios; en Jeremías, tenemos la práctica de ese trono; pero en Ezequiel, tenemos a la persona que está en el trono. Pero quiero apresurarme a aclarar que no tenemos a Dios mismo expuesto en esta visión (no es como un escaparate de El). Algunos consideraron en un principio que ésta era una visión de Dios, pero no es así. Es, en cambio, una visión de la gloria de Dios, una visión de la presencia de Dios.
Tenemos aquí una visión del carro de Dios que avanza triunfante e irresistiblemente a través del tiempo. Aquí tenemos algo que cuando lo descubrimos nos sorprendió mucho; esta carroza está vacía. Nosotros habíamos dado por sentado que Dios se encontraba allí. Allí tenemos estos cuatro seres vivientes, los querubines, que están conectados con el carro, pero sin embargo, son distintos a él. Y sobre todo este conjunto se encuentra un trono, y sobre ese trono hay un hombre. Y esta es la visión más elevada de Dios que nos fue dada, y es muy difícil de comprender.
Al considerar el versículo 3 destacamos que Ezequiel pertenecía a la tribu de Leví, aparentemente a la rama sacerdotal y probablemente a los hijos de Coat. Se nos dice que era hijo de Buzi.
Quebar era el canal principal que salía del Río Eufrates, que regaba la zona. Evidentemente, los cautivos judíos habían sido colocados allí para labrar la tierra. Esta área estaba alejada unos cuantos kilómetros de la ciudad de Babilonia, y esa podría ser la razón por la que Daniel y Ezequiel no tuvieron la ocasión de encontrarse. Es posible que Daniel hubiera visitado la zona, pero dudamos que a Ezequiel se le hubiera permitido visitar a Daniel.
Veamos pues, lo que dice el versículo 4 de este primer capítulo de Ezequiel:
"Miré, y vi que venía del norte un viento huracanado y una gran nube, con un fuego envolvente, y alrededor de él un resplandor. En medio del fuego algo semejante al bronce refulgente"
Dice aquí venía del norte un viento huracanado. Hay muchas personas que hablan mucho en cuanto al norte, y de que allí existe un lugar vacío y que esa es la dirección que conduce a la presencia de Dios. Pero los radiotelescopios electrónicos con sus grandes antenas parabólicas han mostrado que allí hay estrellas y no hay ningún espacio vacío. Sin embargo, el "norte" se usa en la Biblia para señalar al trono de Dios. En Isaías 14:13, donde se habla de la caída de Satanás, leemos lo siguiente: Tu que decías en tu corazón: "Subiré al cielo. En lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono y en el monte del testimonio me sentaré, en los extremos del norte. Creemos que la idea es que en vez de señalar al polo norte, hemos de mirar hacia arriba. El trono de Dios se encuentra allá a lo lejos, sin relación con ninguna dirección en absoluto. Después de todo, su ubicación no es algo que usted y yo podamos comprender. En Lucas 21.28 se nos dijo: Levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca. Esa es la dirección en la cual se debería concentrar hoy nuestra atención.
También en el Salmo 75:5-7, leemos: no hagáis alarde de vuestro poder; no habléis con cerviz erguida", porque ni de oriente ni de occidente ni del desierto viene el enaltecimiento, pues Dios es el juez; a este humilla y a aquel enaltece. La única dirección no mencionada es el norte, y diríamos que la idea es que se refiera a "arriba". El trono de Dios está allá lejos, incluso más allá del espacio.
El viento huracanado que venía del norte indica, entonces, un tremendo movimiento que procede del trono de Dios. Es un juicio de Dios.
Después en el versículo 4 se habla de un fuego envolvente, y alrededor de él un resplandor. En medio del fuego algo semejante al bronce refulgente. Esto es lo primero que nos llama la atención. Una luz, un resplandor, revelando, pero también ocultando. Ocultando pero realzando donde pudiera ser vista, se vio una luz más brillante que el sol. Quizás podría ser comparada con la parte interior de una explosión atómica. Era incandescente, como un relámpago.
La Palabra de Dios dice en Hebreos 12:29, que nuestro Dios es fuego consumidor, y en 1 Juan 1:5 que Dios es luz. El apóstol Pablo dijo, en Los Hechos 26:13, que en el momento de su conversión él vio una luz del cielo que sobrepasaba el resplandor del sol. Todo esto nos habla de la inaccesible presencia de Dios (Podemos leer también los versículos 13 y 14 de este primer capítulo de Ezequiel, que dicen: 13En cuanto a la semejanza de los seres vivientes, su aspecto era como de carbones de fuego encendidos. Parecían antorchas encendidas que se movían entre los seres vivientes. El fuego resplandecía, y de él salían relámpagos. 14Los seres vivientes corrían y regresaban a semejanza de relámpagos.)
Leamos ahora el versículo 5 de este primer capítulo de Ezequiel;
"Y en medio de todo vi la figura de cuatro seres vivientes. Esta era su apariencia: había en ellos un parecido a seres humanos."
Este versículo y el 26, que menciona la semejanza, como de un hombre, nos hablan sobre la encarnación de Cristo, del hecho de que Dios se convirtió en un hombre. Dijo Juan 1:14, Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros. E Isaías 52:7 nos dice: ¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas, del que anuncia la paz, del que trae nuevas del bien, del que publica salvación, del que dice a Sión: "Tu Dios reina!" Dios vino a la tierra como un hombre, caminó por los caminos polvorientos de Palestina y, finalmente, clavos fueron clavados en sus pies. Leamos ahora el versículo 10 de este primer capítulo de Ezequiel:
"El aspecto de sus caras era como una cara de hombre y una cara de león al lado derecho de los cuatro, y como una cara de buey a la izquierda de los cuatro. Además los cuatro tenían una cara de águila."
Estos cuatro rostros (que podemos comparar con Apocalipsis 4:6-8) nos recuerdan a los cuatro Evangelios en los cuales Cristo fue revelado en cuatro aspectos: Su realeza (Mateo) simbolizada aquí por el león; Su servicio (Marcos) simbolizada por el buey; Su perfecta humanidad (Lucas), simbolizada por el rostro de un hombre; y Su deidad (Juan) simbolizada por un águila volando.
Las cuatro criaturas vivientes se parecen a la descripción que tenemos de los querubines que estaban en el jardín del Edén para guardar el camino al árbol de la vida. Ellos no excluían al hombre de la presencia de Dios; mantenían el camino abierto. ¿Qué vieron Adán y Eva cuando miraron hacia atrás, a medida que salían del jardín? Vieron un animal muerto cuyas pieles ellos estaban usando. Y vieron a los querubines oscureciendo, pero manteniendo abierto el camino a Dios. Es la sangre, la que hace expiación por el pecado del hombre. Recordamos aquí al arca del pacto, que simbolizaba la presencia divina de Dios en medio de Su pueblo. Cuando Moisés hizo el propiciatorio (tapa del arca) colocó querubines sobre ella que miraban hacia abajo, hacia esa tapa, a la sangre de los sacrificios -lo mismo que habían visto Adán y Eva. A través de la sangre pasa el único camino por el cual el hombre se puede acercar a Dios. El Señor Jesús dijo en Juan 14:6, Nadie viene al Padre sino por mí. Y continúa diciendo el versículo 12 de este primer capítulo de Ezequiel:
"Cada uno caminaba derecho hacia adelante; hacia donde el espíritu los llevaba, ellos iban, y no se volvían al andar."
Dios está avanzando hoy directamente, sin desviarse, sin vacilar, hacia la conclusión de Su propósito en el mundo. Absolutamente nada lo disuadirá, ni le desviará. Y dicen los versículos 13 y 14 de este primer capítulo de Ezequiel:
"En cuanto a la semejanza de los seres vivientes, su aspecto era como de carbones de fuego encendidos. Parecían antorchas encendidas que se movían entre los seres vivientes. El fuego resplandecía, y de él salían relámpagos. Los seres vivientes corrían y regresaban a semejanza de relámpagos."
La Escritura nos dice que Dios es luz. Esta es una tremenda visión de la gloria de Dios, una visión que procede de la Persona de Dios. El Señor Jesús dijo en Juan 8:12, Yo soy la luz del mundo. ¿Qué nos revela esto? Nos revela la justicia y santidad de Dios. Dijo el apóstol Juan en su primera carta 1:7, 7Pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros y la sangre de Jesucristo, su Hijo, nos limpia de todo pecado. Nosotros seríamos consumidos por la santidad de Dios si no hubiéramos sido redimidos por la sangre de Cristo y cubiertos por Su justicia.
Dios no fue expuesto en esta visión. El fue representado, Aun es cierto que nadie ha visto jamás a Dios. Moisés le dijo Te ruego que me muestres tu gloria. Y Dios lo escondió en la hendidura de una roca, así que Moisés solo vio la gloria de Dios, no la Persona de Dios. El Señor le dijo; No podrás ver mi rostro, porque ningún hombre podrá verme y seguir viviendo, (como podemos ver en Éxodo 33:18-23). Al hombre se le prohibió que hiciera una imagen de Dios (ver Éxodo 20:4). No sabemos como es, qué aspecto tiene. Ni siquiera sabemos qué aspecto tenía el Señor Jesús, que se convirtió en hombre. Pero en el corazón humano hay un anhelo por ver a Dios. Creemos que cada ídolo atestigua ese deseo humano. Aunque los ídolos son representaciones pervertidas y profanas, revelan que el hombre quiere ver a Dios. Sin embargo Dios no ha optado por revelar Su Persona al hombre. Continuemos nuestra lectura con los versículos 15 y 16:
"Mientras yo miraba los seres vivientes, he aquí una rueda sobre el suelo, junto a los seres vivientes, a los cuatro lados. El aspecto de las ruedas y su estructura era semejante al color del crisólito. Las cuatro tenían un mismo aspecto; su apariencia y su estructura eran como una rueda metida en otra."
Nuevamente enfatizamos que ésta no es una profecía de la época mecánica contemporánea; ni siquiera de la invención de la rueda. Tenemos que continuar leyendo para obtener una cierta comprensión de estas ruedas encajadas dentro de otras ruedas. Dice el versículo 18:
"Sus aros o llantas eran altas y espantosas, y llenas de ojos alrededor en las cuatro."
Dios es un Dios de propósitos inteligentes. Usted y yo no estamos viviendo en un universo que se está moviendo hacia el futuro sin rumbo fijo y sin un propósito. Dios tiene un propósito para cada átomo que ha creado y en Su plan y programa, tiene un propósito para usted, estimado oyente. El mismo hecho de que usted y yo estemos hoy con vida, revela que hemos de llevar a cabo un propósito para Dios. Dios está realizando Su propósito en el mundo de una manera inteligente. Continuemos leyendo los versículos 19 y 20:
"Cuando los seres vivientes andaban, las ruedas andaban junto a ellos; y cuando los seres vivientes se elevaban de la tierra, las ruedas se elevaban. Hacia donde el espíritu las llevaba, ellas iban; hacia donde las llevaba el espíritu, las ruedas también se elevaban tras ellos, porque el espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas."
Ahora podemos ver más claramente que estas ruedas nos hablan de la actividad incesante y de la energía de Dios. Nuestro Dios es omnipotente. El Señor Jesús dijo en Mateo 28:18, Toda autoridad me es dada en el cielo y en la tierra. Dios está avanzando y el concluirá Su propósito.
En Apocalipsis 4, leemos nuevamente acerca de estos cuatro seres vivientes de la visión de Ezequiel. Ellos están colocados para custodiar el trono de Dios, y al hacerlo, cumplen dos funciones: (1) Protegen el trono en el sentido de que no permiten que el hombre en su pecado se acerque a la presencia de Dios; y (2), Indican el camino por el que el hombre ha de venir. No hay otra forma de llegar al hogar celestial que no sea el camino de la cruz. Así que los querubines señalan el camino.
Sin embargo, creemos que Ezequiel vio algo infinitamente más grande. El vio a los querubines sobre el mundo, extendiendo compasión y misericordia, a esta pequeña tierra contaminada que está volando a través del espacio. Alguien ha dicho que el hombre "no es más en el mundo que una erupción en la epidermis de un planeta de segunda clase". Pero Dios convirtió a todo el mundo en un propiciatorio (que era la tapa del arca del pacto) cuando Cristo murió aquí en la tierra, y Dios está atento a lo que sucede hoy en el mundo, preparado para recibir a cualquier pecador que venga a El a través de Cristo. Leamos ahora los versículos 26 y 27 de este primer capítulo de Ezequiel.
"Sobre la bóveda que estaba sobre sus cabezas se veía la figura de un trono que parecía de piedra de zafiro, y sobre la figura del trono había una semejanza, como de un hombre sentado en él. Y vi una apariencia como de bronce refulgente, como una apariencia de un fuego dentro de ella en derredor, desde la parte de sus caderas hacia arriba; y desde sus caderas hacia abajo, vi que parecía como fuego y que tenía un resplandor alrededor."
En un fondo azulado, celeste, podemos contemplar un trono de color de ámbar. Un trono incrustado de zafiros que reflejan la luz como un diamante con los colores del arco iris. Y la luz enceguece y oscurece. Y ese trono está lleno de energía, como un cohete listo para despegar. Se está desplazando como un carro. Y no está saliendo de la tierra, sino que está viniendo a la tierra. Vemos a los querubines sobre el mundo, vemos una cruz, un Cordero y la sangre. Vemos el propiciatorio; allí está la misericordia del Señor.
En Romanos 9:15 el apóstol Pablo escribió: pues a Moisés dice: «Tendré misericordia del que yo tenga misericordia y me compadeceré del que yo me compadezca». Pero en Ezequiel 18:20 también se nos dice: El alma que peque, esa morirá. Dios nos está diciendo a nosotros --no solo al pueblo de Israel-"Podéis venir a mí". Finalmente por hoy, leamos el versículo 28 de este primer capítulo de Ezequiel:
"Como el aspecto del arco iris que está en las nubes en día de lluvia, así era el aspecto del resplandor alrededor."
Esta fue la visión de la semejanza de la gloria del Señor. Cuando la vi, me postré sobre mi rostro, y oí la voz de uno que hablaba.
Aquí dice Esta fue la visión de la semejanza de la gloria del Señor. Bueno, Ezequiel vio más que lo que vio Moisés, más de lo que David, Isaías o Daniel pudieron ver. Él vio una visión de la gloria de Dios -no de Su Persona, sino de Su gloria. La presencia de Dios estaba allí.
Veamos la frase de Ezequiel: Cuando la vi, me postré sobre mi rostro. La visión tuvo un efecto tremendo sobre Ezequiel, y debería tener el mismo efecto sobre nosotros. Un impacto que nos llevara a decir: "Oh Dios, yo estoy deshecho, estoy perdido y te necesito. Me vuelvo a ti y te acepto".
Por todo el Antiguo Testamento encontramos que cuando los hombres vinieron a la presencia de Dios, cayeron sobre sus rostros, se postraron. Esto fue cierto en la experiencia de Isaías cuando dijo en 6:5, "¡Ay de mí que soy muerto!, porque siendo hombre inmundo de labios y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Señor de los ejércitos". En la presencia del Señor, este hombre se encontró postrado sobre el suelo. Esa fue la posición en la que también se colocó Daniel. Fue la postura que adoptó Juan en la isla de Patmos, como vemos en Apocalipsis 1:17, que dice: Cuando lo vi, caí a sus pies como muerto,
¡Que imagen de nuestro Dios santo tenemos aquí! Debo decir que yo me encuentro simplemente en el borde, agradecido por estar escondido en la hendidura de la roca. Algún día voy a contemplar el rostro de mi Salvador. No se cómo es, o que aspecto tiene. Pero espero con ansia ese día.
Y aquí nos detenemos por hoy. Esperamos seguir contando con su compañía porque, Dios mediante, en el próximo programa iniciaremos el estudio del capítulo 2 del profeta Ezequiel, y le recomendamos leer todo este capítulo para estar así mejor informado de su contenido.
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