Estudio bíblico de Daniel 5:20-30
Daniel 5:20-31
Regresamos hoy, amigo oyente, al capítulo 5 de este libro de Daniel. En primer lugar vamos a situar el pasaje de hoy en su contexto dentro del capítulo.
En los primeros cuatro versículos, se hablo de la fiesta de Belsasar. A continuación, en los versículos 5 al 7, vemos la mano de Dios escribiendo sobre la pared. Después, en los versículos 8 al 12, se relató el fracaso los sabios al tratar de leer la escritura en la pared. Daniel fue llevado entonces a la presencia del rey Belsasar para que interpretara la escritura en la pared. Esa escritura se encontraba sobre esa pared de una manera muy clara, y se podía distinguir muy bien, es decir, que todos podían verla con claridad aunque nadie había sido capaz de interpretarla. En los versículos 13 al 24, vemos que Daniel rechazó los regalos del rey. Fue en esta sección donde finalizamos nuestro programa anterior, concretamente en el versículo 19. Así que en nuestro programa de hoy retomaremos el relato en los versículos 18 y 19, y continuaremos por esta sección hasta el versículo 24. Después, y en los versículos 25 al 29 veremos como Daniel interpretó la escritura en la pared y finalmente, en los versículos 30 y 31 el relato nos llevará al hecho mismo de la caída de Babilonia, o sea, el cumplimiento del sueño de Nabucodonosor en esa misma noche.
Antes de leer los versículos 18 y 19 recordemos que dijimos que antes que Daniel interpretara la escritura de la pared, le presentó a este joven rey, que estaba reinando bajo la autoridad de su padre, el mejor sermón que aquel hombre probablemente jamás pudo recibir. Daniel ya no era el joven que se presentó ante el anciano rey Nabucodonosor; él era en este momento un hombre de avanzada edad acudiendo a la presencia de un joven rey. No había habido una brecha de generaciones con Nabucodonosor, y no la había en este momento del relato. Leamos entonces los versículos 18 y 19 de este quinto capítulo de Daniel:
"El Altísimo Dios, oh rey, dio a Nabucodonosor, tu padre, el reino, la grandeza, la gloria y la majestad. Y por la grandeza que le dio, todos los pueblos, naciones y lenguas temblaban y temían delante de él. A quien le placía, mataba, y a quien le placía, daba vida; engrandecía a quien le placía, y a quien le placía, humillaba."
Nabucodonosor había sido un gobernante absoluto en esta tierra, y creemos que no ha habido ningún otro gobernante como él y que no habrá ningún otro hasta que venga el Anticristo.
Ahora vamos a ver que Daniel expuso ante Belsasar como Dios había actuado con su abuelo. Dios le había puesto en el trono y le había entregado un reino mundial. Continuemos escuchando el mensaje de Daniel al rey Belsasar en los versículos 20 al 24 de este quinto capítulo:
"Pero cuando su corazón se ensoberbeció y su espíritu se endureció en su orgullo, fue depuesto del trono de su reino y despojado de su gloria. Fue echado de entre los hijos de los hombres, su mente se hizo semejante a la de las bestias y con los asnos monteses fue su habitación. Le hicieron comer hierba, como al buey, y su cuerpo se empapó del rocío del cielo, hasta que reconoció que el Altísimo Dios tiene dominio sobre el reino de los hombres, y que pone sobre él al que le place. Pero tú, su hijo Belsasar, no has humillado tu corazón sabiendo todo esto, sino que contra el Señor del cielo te has ensoberbecido; hiciste traer ante ti los vasos de su Casa, y tú y tus grandes, tus mujeres y tus concubinas bebisteis vino de ellos; además diste alabanza a dioses de plata y oro, de bronce, de hierro, de madera y de piedra, que ni ven ni oyen ni saben; pero nunca honraste al Dios en cuya mano está tu vida y de quien son todos tus caminos. Por eso, de su presencia envió él la mano que trazó esta escritura."
Daniel le predicó a Belsasar un mensaje directo y poderoso. Dios le había entregado el reino a Nabucodonosor, y él había sido un soberano absoluto a quien nadie podía cuestionar o estorbar, y cuyos deseos y caprichos eran la ley del reino. Sin embargo, cuando el rey se llenó de orgullo, Dios lo humilló por medio de un episodio trágico. Cuando Daniel le recordó a Belsasar la experiencia humillante de Nabucodonosor, uno se pregunta si no estaba insistiendo demasiado en ese tema. Quizás lo estaba haciendo. Le estaba recordando a este rey joven y orgulloso que si se dejaba llevar por su orgullo y soberbia, era a causa de la bebida o porque sufría de una enfermedad mental.
Belsasar era una persona orgullosa y presumida. Aunque él sabía lo de la locura de su abuelo y de su degradación al nivel de un animal, no había aprovechado la lección de esa experiencia. En cambio, había cometido un sacrilegio usando los vasos traídos del templo de Dios en Jerusalén. Había desafiado al Dios vivo y verdadero y, por su uso profano de aquello que había sido santo, se había burlado de Dios y le había insultado. O sea que, aun sabiendo la verdad, la había rechazado.
Dios, amigo oyente, destruye sólo a aquellos que han conocido la verdad y la han rechazado. Durante el período de la Gran Tribulación, serán engañados aquellos que han rechazado la luz. El apóstol Pablo, en su Segunda Epístola a Tesalonicenses, capítulo 2, versículos 9 al 12 escribió lo siguiente: "9El advenimiento de este impío, que es obra de Satanás, irá acompañado de hechos poderosos, señales y falsos milagros, 10y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. 11Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean en la mentira, 12a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia". Daniel le estaba comunicando a Belsasar el principio por medio del cual Dios actuaba, y que el apóstol Pablo confirmaría siglos después. El Señor Jesús también lo dejó bien claro cuando dijo en Juan 5:43; "Yo he venido en nombre de mi padre y no me recibís; si otro viniera en su propio nombre, a ése recibiríais.
Cuando usted rechaza a la Palabra de Dios revelada en Cristo y le da la espalda a la verdad, usted queda abierto y vulnerable para cualquier secta que pueda llegar. ¿Por qué es que las sectas crecen hoy? y ¿por qué oímos hablar del demonismo y de la adoración a Satanás? Estas creencias se manifiestan especialmente en sectores que han tenido la Palabra de Dios y la han rechazado.
Necesitamos urgentemente la enseñanza de la Palabra de Dios. Tenemos mucha predicación, y muchos que nos informan de sus propias opiniones, pero, ¿qué dice Dios? ¿Qué importancia tiene lo que usted y yo pensemos? Lo verdaderamente importante es lo que Dios piensa.
Daniel concluyó su sermón declarando que la escritura a mano en la pared provenía de Dios, a quién Belsasar había rechazado, ridiculizado y blasfemado. Algunos se preguntan si este rey habría cometido el pecado imperdonable. No tenemos una respuesta. Sólo sabemos que él tuvo aquí una oportunidad de recibir la verdad, y la rechazó.
Leamos ahora los versículos 25 y 26 de este quinto capítulo, que inicia un párrafo en el cual vemos que:
Daniel interpretó la escritura de la pared
"Y la escritura que trazó es: Mene, Mene, Tekel, Uparsin. 26Esta es la interpretación del asunto: Mene: Contó Dios tu reino y le ha puesto fin."
"MENE" es una palabra que se traduce como "contar" y se encuentra repetida "contar" "contar". Tenemos una expresión coloquial en la que se dice de alguien: "le ha llegado la hora", y otra parecida que dice de alguien que "tiene las horas contadas". Esta es una expresión exacta de la idea que aquí se da. Dios le estaba indicando al reino de Babilonia que sus días habían sido contados, es decir, que le había llegado la hora. En el Salmo 90, versículo 12, leemos: "Enséñanos de tal modo a contar nuestros días que traigamos al corazón sabiduría". Sólo Dios conoce cuando "nos ha llegado la hora", es decir, cuando nuestro viaje terrenal se ha terminado.
Así que aquí tenemos este mensaje. "MENE" "MENE" significaba que Dios había contado los días del reino de Babilonia. Dios sigue de cerca todos los momentos de cada día. Él determina de antemano la longitud de nuestros días, y no podemos cambiar ese hecho. Continuó Daniel la interpretación del resto de la escritura en el versículo 27, que comienza con la palabra:
"Tekel: Pesado has sido en balanza y hallado falto."
TEKEL simplemente significa "pesar". Babilonia había sido colocada en la balanza divina y ésta reveló que pesaba menos de lo debido. Ellos no tenían el suficiente peso como para ser aceptados por Dios. Dios había levantado a Babilonia y en ese momento la va a derribar. ¿Por qué? Porque Babilonia no había alcanzado el nivel establecido por Dios.
En los capítulos dos y tres del libro de Apocalipsis, leemos acerca de las siete iglesias de Asia Menor. Allí vemos al Señor Jesús en el medio de los candeleros que representan a las iglesias. Él recorta las mechas, echa el aceite, y apaga aquellas que no dan suficiente luz. Él también juzga a la iglesia en la actualidad. Quizá aquí nosotros pesamos una determinada cantidad de acuerdo con una balanza humana, Pero Dios nos pesa en la balanza divina. Y así hizo con aquellas iglesias de Asia Menor: "arrepiéntete, pesas menos de lo debido". Y nos dice lo mismo a usted y a mí en el día de hoy. Nuestra justicia no sólo es insuficiente, sino que ante Su mirada, como bien dijo el profeta Isaías, nuestros actos de justicia son como trapos de inmundicia. Solo Su justicia imputada a nosotros puede hacernos pasar la prueba, y proporcionarnos el peso que Dios requiere para aceptarnos. En el libro de Romanos, capítulo 3, versículos 21 al 23, leemos: "pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en Él, porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios". Él es quien pesa las acciones, los hechos de la humanidad. Leamos ahora el versículo 28, que comienza con la palabra:
"Peres: Tu reino ha sido roto y dado a los medos y a los persas."
Ahora, la palabra "PERES" es la forma singular de "UPARSIN" (como figura en el versículo 25), y significa "divisiones". Quería decir que el reino de babilonia sería dividido y entregado a los Medos y a los Persas. Es decir, que la cabeza de oro de aquella gran imagen sería removida; había llegado el momento en que los brazos de plata ocuparan su lugar. Dios está en el mando supremo de los reinos de la tierra. El profeta Ezequiel escribió en 21:27, "27¡A ruina, a ruina, a ruina lo reduciré, y esto no será más, hasta que venga aquel a quien corresponde el derecho, y yo se lo entregaré!". Dios continuará quitando el poder a unos reinos y entregándoselo a otros hasta que Cristo venga. Y creemos que Él realiza una buena tarea de control. Recordamos la trayectoria de dictadores que han asolado a sus países y a una parte del mundo, que eran temidos y causaban terror a quienes eran gobernados por ellos. Pero recordamos también el final trágico que tuvieron y como fueron desapareciendo del escenario de la historia. Dios está aún a cargo de la situación, y Cristo es aquella "piedra que se desprendió sin que la cortara mano alguna" (como dice Daniel 2:34), y que va a establecer Su reino algún día aquí en la tierra. Ahora, leamos el versículo 29 de este capítulo 5 de Daniel, que nos describe la reacción del rey Belsasar:
"Entonces Belsasar mandó vestir a Daniel de púrpura, poner en su cuello un collar de oro y proclamar que él era el tercer señor del reino."
Aquí destacamos nuevamente que la recompensa consistía en nombrarle "el tercer señor del reino". Como ya dijimos, el verdadero rey era Nabónido, y Belsasar, el nieto de Nabucodonosor, era el segundo en autoridad. Ahora, los versículos 30 y 31, los versículos finales de este capítulo 5 de Daniel nos describen:
La caída de Babilonia - El cumplimiento de la interpretación en aquella misma noche
"La misma noche fue muerto Belsasar, rey de los caldeos. Y Darío, de Media, cuando tenía sesenta y dos años, tomó el reino."
En el mismo instante en que tenía lugar este banquete, los soldados del ejército de los Medos estaban marchando por debajo de los muros de Babilonia, donde antes fluían las aguas del canal. Como mencionamos anteriormente, debajo de los muros de esa ciudad corrían las aguas de un canal que proveía de agua a la ciudad, y en esta ocasión el ejército enemigo había desviado las aguas de dicho canal haciéndolas regresar a la corriente principal del río Éufrates. El general Gobiras, del ejército de los Medos, y que demostró ser un gran estratega, estaba marchando con su ejército y penetrando en el interior de la ciudad, donde estaba situado el palacio del rey. La historia registró que él y sus hombres llegaron a la parte más interior de la ciudad antes de que los guardias siquiera detectaran ninguna anormalidad. Fue Jenofonte, el historiador griego, que registró para la historia secular la forma en que los Persas conquistaron la ciudad.
Belsasar fue muerto esa misma noche. Él había sido pesado en la balanza divina, y no había alcanzado el peso debido, el nivel que Dios requería y entonces, fue juzgado. Ésa es la forma en que Dios actúa. Él usa Su balanza, sus normas, su nivel. Dios les dice a los seres humanos de todos los tiempos, y a usted, y a mí, lo que expresó por medio del apóstol Pablo en su carta a los Romanos, capítulo 3 y versículo 23: "Todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios". Otra versión traduce este versículo diciendo: "Porque todos han pecado y están lejos de la presencia gloriosa de Dios". Nosotros no llegamos a alcanzar el nivel, la norma, el estándar establecido y requerido por Dios. No estamos a prueba en la actualidad, sino que estamos perdidos, y Dios nos está ofreciendo la salvación. Tomemos ejemplo del protagonista de este capítulo 5 de Daniel, el rey Belsasar. Después de desechar muchas oportunidades por la forma en que Dios había actuado con su abuelo Nabucodonosor, este rey había rechazado a Dios, y fue muerto en la misma noche del día en que fue anunciado su juicio.
Darío de Media se convirtió en el gobernante del reino representado por el pecho y los brazos de plata de la gran imagen descrita en el capítulo 2 de Daniel. Él llegó y realizó un ataque repentino e inesperado, y destruyó Babilonia. De acuerdo con la opinión de muchos intérpretes, el profeta Isaías había profetizado la caída de Babilonia en Isaías capítulo 21 ante el imperio Medo Persa. En ese capítulo 21 leemos una significativa descripción profética, que escrita unos doscientos años antes de los acontecimientos sobre los que acabamos de leer, nos hacen revivir el dramatismo de la caída de aquella gran ciudad. Dicen los versículos 5 al 9 del citado capítulo 21 de Isaías: "Ponen la mesa, extienden los tapices; comen, beben. ¡Levantaos, príncipes, engrasad el escudo! Porque el Señor me dijo así: Ve, pon centinela que haga saber lo que vea. Y vio hombres montados, jinetes de dos en dos, montados sobre asnos, montados sobre camellos. Miró entonces más atentamente, y gritó como un león: ¡Señor, sobre la atalaya estoy yo continuamente de día, y las noches enteras sobre mi guardia! ¡He aquí que vienen hombres montados, jinetes de dos en dos! Después habló y dijo: ¡Cayó, cayó babilonia, y los ídolos de sus dioses quebrantó en tierra!" Estas palabras revelan la sorpresa de los centinelas que conscientes de realizar una vigilancia constante, como dice aquí el texto, "continuamente de noche y de día, y las noches enteras" se ven sorprendidos por la aparición de los jinetes del ejército invasor. En un día futuro, otra Babilonia caerá en las manos de Dios, lo cual se nos presenta en el capítulo 18 de Apocalipsis, y así se pondrá fin a la orgullosa civilización del hombre.
Anticipándonos al tema de nuestro próximo programa diremos que el capítulo 6 de este libro es uno de los más conocidos de la Biblia y, con toda seguridad, el más conocido de este libro. Contiene el relato de Daniel en el foso de los leones. Estimado oyente, ¿se ha detenido usted a pensar que Daniel sólo pasó una noche en el foso de los leones, pero que pasó toda una vida, desde que era un niño a los 17 años hasta que tenía unos 90 años de edad, en el palacio de los reyes paganos? Fue más peligroso para Daniel vivir en el palacio del rey, que pasar una noche en el foso de los leones. Los leones no le podían tocar, pero allí en el palacio de los reyes Nabucodonosor, Nabónido, Belsasar del reino de Babilonia, y en el mismo palacio también con los reyes Darío de Media y Ciro, del imperio Persa, que eran reyes paganos, Daniel estuvo en constante peligro. Sin embargo, tuvo el privilegio de conducir a algunos de estos hombres a un conocimiento del Dios vivo y verdadero.
Estimado oyente, esperamos que este avance sirva como introducción a lo que diremos sobre el capítulo 6 y despierte su interés para seguir el interesante desarrollo de la historia de Daniel. Así que esperamos que usted nos acompañe en nuestro próximo encuentro. Y le sugerimos que lea el contenido del capítulo 6 de este libro de Daniel para estar más familiarizado con su contenido y poder así aprovechar las grandes lecciones prácticas que contiene este pasaje de la Biblia.
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