Estudio bíblico de Hebreos 4:9-13
Hebreos 4:9-13
En el día de hoy, amigo oyente, continuamos nuestro estudio en el capítulo 4 de la epístola a los Hebreos, y vamos a comenzar con el versículo 9. Notamos que se está hablando en cuanto al reposo; esta palabra se utilizó ocho veces en este capítulo. Se mencionaron diferentes clases de reposo, incluyendo el reposo del sábado, o el reposo de la creación. También, tenemos el reposo de Canaán, que los hijos de Israel no pudieron encontrar en el desierto. El escritor advirtió a los creyentes que fueran cuidadosos y no se privaran de él. Nos preguntamos cuántos cristianos se están perdiendo hoy ese reposo, e ignoran lo que significa confiar realmente en Cristo y descansar en Él.
Comentando el versículo 8 dijimos que "Josué" es la palabra del Antiguo Testamento o palabra hebrea para "salvador". "Jesús" es la palabra Griega o del Nuevo Testamento que significa "salvador". Repetimos entonces el versículo: "Si Josué les hubiera dado el reposo, no hablaría después de otro día". Cuando Josué era anciano y agobiado por los años, aún había mucha tierra por conquistar, el pueblo de Israel no había entrado a disfrutar de todas las bendiciones de Dios tenía reservadas para ellos. Josué no podía asegurarlas para ellos. Pero, amigo oyente, si usted confía en Cristo, Cristo puede permitirle a usted entrar en el Canaán del día presente, en el cual habrá fruto, bendición, satisfacción y alegría para su vida. Amigo oyente, ¡cuánto necesitamos esta experiencia hoy! Y, ¿qué es lo que nos impide disfrutarla? La incredulidad.
Leamos entonces el versículo 9, que dice:
"Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios"
Aquí el autor se estaba proyectando hacia el futuro, cuando todo el pueblo de Dios va a encontrar un descanso celestial. El cielo será un lugar de profunda satisfacción, de una alegría real y de verdadera bendición. Y continúa diciendo el versículo 10 de este cuarto capítulo de Hebreos:
"Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas."
Según nos relató el Génesis, Dios descansó el séptimo día y ya hemos definido anteriormente la naturaleza de Su descanso. No se trataba de un descanso físico por la obra realizada en la creación. Ésa no fue en absoluto la idea que estaba detrás del término "reposo". El pensamiento expresado aquí contenía la idea de algo completo, terminado en todas sus partes. La obra de la creación había terminado. Desde entonces, Dios nunca ha estado ocupado en crear. Es que simplemente Él necesitó tantos átomos para crear Su universo, que Él los creó en el acto, todos a la vez. No ha tenido que crear más desde la creación. Ahora, ha habido bastantes cambios que han tenido lugar en el universo, pero fueron causados simplemente por aquellos pequeños átomos originales cambiando de lugar por sí mismos.
Usted y yo vivimos en un universo donde la creación ya ha sido finalizada, con excepción de la "nueva creación". Y esa nueva creación comenzó allá en el Calvario, y en el día de Pentecostés. El apóstol Pablo dijo en la segunda epístola a los Corintios 5, versículo 17: "De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; todas son hechas nuevas". Lo único que Dios está creando hoy son hijos de Dios, por medio de la fe en Cristo. Y a esos hijos, Él les ha prometido un descanso. Dios ha prometido un descanso celestial, pero, estimado oyente, Él quiere que lo disfrutemos incluso ahora. Alguien ha tratado de expresarlo más poéticamente diciendo: "Todo el camino hacia el cielo, es cielo". Nosotros tenemos que disfrutar de esta vida. Esto fue de lo que el autor estaba hablando en este pasaje: Dios descansó, concluyó Su labor, la ha terminado. En consecuencia, usted no tiene que realizar la acción más mínima para hacer algo para lograr su salvación. ¿No es realmente una actitud de vanidad por parte nuestra creer que usted y yo, como pecadores, podríamos hacer algo que impulsara a Dios a pensar que debe sentirse satisfecho de tenernos en el cielo, porque vamos a añadir más valor a lo que ya hay allí"? Bien, estimado oyente, la realidad no es así. Él lo hizo todo por nosotros. Incluso nuestra propia justicia equivale, ante Su mirada, a trapos sucios, según dijo el profeta Isaías. Dios no puede aceptar nuestra justicia, porque, realmente, no tenemos ninguna. El apóstol Pablo dijo, en Romanos 3:10, "No hay justo, ni aun uno". Por lo tanto, Él nos ofrece una salvación completa, y cuando nosotros confiamos en Cristo, entonces nos convertimos en una nueva creación en Él. Leamos ahora el versículo 11, de este capítulo 4 de la epístola a los Hebreos, que dice:
"Procuremos, pues, entrar en aquel reposo, para que ninguno caiga en semejante ejemplo de desobediencia."
Creemos que la satisfacción suprema que puede experimentar el hijo de Dios, es que esté viviendo en la esfera de la voluntad de Dios, llevando a cabo la obra de Dios, y confiando, y simplemente descansando en Él. Ese es precisamente el punto al cual Dios quiere que usted y yo lleguemos. María de Betania llegó a vivir esa experiencia. Ella se sentó a los pies de Jesús, mientras Marta, su hermana, se encontraba atareada en la cocina, rodeada de todos los elementos de una batería de cocina. Marta quería servir a Cristo, pero ella sencillamente no sabía lo que era el verdadero reposo. Hasta que al fin, perdió los estribos. Y entonces se fijó que María estaba simplemente sentada a los pies de Jesús, sin hacer nada. Ella ya había realizado su trabajo. Y como ella, todos necesitamos aprender a encontrar nuestra satisfacción a los pies de Jesús.
Por ello el versículo 11 nos dice: "Procuremos, pues, entrar en aquel reposo". Ahora, alguien podría preguntar: ¿Es necesario que yo trabaje para comenzar a disfrutar del reposo? ¿Trabajar para entrar al reposo? Por cierto que sí, estimado oyente. Así como es necesario luchar para logar una victoria y después disfrutar de la paz, así tenemos que trabajar para que luego podamos descansar. Después de todo, cuando uno ha dedicado un día a trabajar en un determinado proyecto o tarea, y llega al final del día, y se sienta en su lugar favorito de su casa, ¿acaso no siente una satisfacción por lo que ha logrado hacer? ¡Necesitamos asirnos de Dios! Aferrarnos a Dios en oración, con fe, y ser usados por Él. Así que, estimado hermano cristiano, trabajemos en dirección a esa meta.
Y el versículo 11, además de recordarnos que trabajemos para disfrutar de ese reposo, añade, "para que ninguno caiga en semejante ejemplo de desobediencia". Lo único en el mundo que puede privarnos de ese reposo, es la incredulidad. Muchos pastores y maestros, al llegar al final de su ministerio y mirar atrás a sus largos años de trabajo, aún siguen pidiéndole a Dios que les enseñe a confiar en Él. Y muchos desean haber confiado más en Él, en vez de dejarse influenciar por el temor y la incredulidad. Por eso en la etapa de la madurez sencillamente se reclinan, espiritualmente hablan do, y confían en Él. Y al hacerlo comprueban la realidad de la maravillosa experiencia del reposo que Dios provee. Y llegamos ahora a otro gran pasaje de las Escrituras. Leamos el versículo 12 de este cuarto capítulo de Hebreos:
"La palabra de Dios es viva, eficaz y más cortante que toda espada de dos filos: penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón."
Otras versiones comienzan este versículo añadiendo el término "Porque" y lo consideramos adecuado, al actuar como un cemento que une toda la argumentación de este párrafo. Alguien ha dicho acertadamente que, indiferentemente de lo que uno piense de Pablo, el apóstol fue lógico. Fue un hombre muy lógico y nosotros creemos que él escribió esta epístola. La palabra "porque" es relativamente pequeña, pero aun así es una gran palabra. Alguien ha dicho: "Dios hace girar puertas grandes sobre bisagras pequeñas". Y aquí tenemos una de esas pequeñas bisagras o goznes, pero tenemos una gran puerta sostenida por ella.
Deseamos analizar este versículo, que comienza mencionando a "la palabra de Dios". Hay algunos expositores que opinan que "palabra" aquí, no se refiere a la palabra escrita sino a la palabra viviente, que es el Señor Jesucristo. Sin embargo, en la Biblia, la Palabra escrita es llamada la Palabra viviente. Creemos que aquí la expresión se refiere principalmente a la Palabra escrita de Dios. Y como la Palabra escrita revela a Cristo, es como un marco que revela al Cristo viviente, la referencia en este versículo 12 podría señalar tanto a la Palabra escrita como a la Palabra viviente.
Además aquí se añade que "la Palabra de Dios es viva". Se recalca el carácter viviente de esa Palabra.
Y sigue calificando a la Palabra. Esa palabra es "eficaz". Corresponde a la palabra griega "energes", que significa "que activa, que da energía". Así que la Palabra de Dios es viva, y transmite energía.
Y continuó diciendo el escritor que la Palabra es "más cortante que toda espada de dos filos". Un profesor hablando a jóvenes estudiante y predicadores les decía: "Recuerden que cuando ustedes prediquen la Palabra de Dios, que es eficaz y muy afilada, pero es una espada de dos filos; puede cortar en dirección a la congregación, pero el otro lado, va a cortar hacia el predicador. Por lo tanto, no prediquen ustedes nada que no se estén predicando a sí mismos". Y uno descubre en el ministerio que muchas veces se encuentra predicándose a sí mismo. Quizás el sermón no haya sido para ninguna otra persona, pero lo fue para el predicador mismo.
De esa manera se siente también un maestro, como yo u otros, que exponen por la radio la Palabra de Dios y que, normalmente se encuentran solos en un estudio de grabación. A veces uno está hablando para sí mismo y lo que dice podría aplicarse a muchos entre toda la audiencia de un programa de radio, pero con toda seguridad se aplica al que está exponiendo esa Palabra. Porque la Palabra de Dios tiene dos filos. Corta en ambas direcciones; hacia el que habla, y hacia el que está escuchando. Y al ser una espada de dos filos, penetrará eficazmente,
Recordemos lo que el apóstol Pablo escribió a los Tesalonicenses, en su primera carta, capítulo 2 y versículo 13; "13Por lo cual también nosotros damos gracias a Dios sin cesar, porque cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes". Los Tesalonicenses recibieron la Palabra de Dios no simplemente como una palabra normal y corriente, sino que la escucharon como la misma Palabra de Dios. Y en su segunda carta a los Corintios, capítulo 2, versículo 4, el apóstol dijo, cuando expuso la Palabra de Dios, "ni mi palabra ni mi predicación fueron con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder". Recibimos muchas cartas de oyentes, de este programa de Estudio Bíblico, que por medio de la Palabra han sido traídos a un conocimiento personal de Cristo, y conducidos a una posición en la cual pueden disfrutar de su vida cristiana, y a una condición en la que pueden disfrutar de la oración. Éste es el propósito de la Palabra de Dios: causar un efecto en usted y en su vida.
Alguien ha dicho: "La Palabra de Dios lo mantendrá apartado del pecado, o el pecado, lo mantendrá apartado de la Palabra de Dios". Hay muchos creyentes hoy que no dedican tiempo suficiente al estudio de la Palabra de Dios. La mayor disciplina que un predicador puede practicar es recorrer toda la Biblia, libro por libro, con una congregación. Es una disciplina que no sabemos hasta qué punto va a ayudar a la congregación, pero con toda seguridad podemos decir que va a ayudar al predicador. Es una gran experiencia ver los efectos de esta espada, de dos filos, tan cortante.
"Y penetra hasta partir el alma y el espíritu" Hay muchos que tratan de hacer una distinción entre el alma y el espíritu, ideando una ingeniosa división psicológica entre los dos. Creemos que sólo la Palabra de Dios puede dividir al alma y al espíritu. Usted y yo no podemos hacerlo. Cuando uno comienza a hablar sobre la parte del alma del ser humano, y de cómo Dios nos ha dado el Espíritu Santo, de pronto descubre que ya no puede hacer una distinción entre el alma y el espíritu; sólo la Palabra de Dios puede hacerlo. En la Biblia hay ocasiones en las que las palabras "alma" y "espíritu" son usados como sinónimos. Y hay otros pasajes en los cuales resulta claro que el alma y el espíritu están separados y no son lo mismo. Así que, reiteramos, sólo la Palabra de Dios puede dividir el alma y el espíritu.
También puede dividir "las coyunturas y los tuétanos". Es decir que la Palabra de Dios puede entrar a nuestra propia carne y hacer una distinción (como podemos ver en el Salmo 32:3).
También dice: "Y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón". Esta palabra, "discernir", que se utiliza aquí, proviene de la palabra griega que significa crítica. Hoy tenemos muchos críticos de la Palabra de Dios. Sin embargo, la Palabra de Dios es la que "critica". Lo critica a usted, y me critica a mí. Ninguna persona está en una posición como para poder criticar o juzgar a la Palabra de Dios. Hay muchas razones para ello, y una de ellas es que no hay otro libro como ella. La Palabra de Dios fue escrita a lo largo de un período de 1.500 años, por aproximadamente 45 autores diferentes, algunos de los cuales nunca oyeron hablar de los otros escritores. Sin embargo, todos estuvieron de acuerdo, todos ellos presentaron la historia de una salvación gloriosa. Es por ello que nos permitimos decir que nadie se encuentra en una posición como para juzgar un libro tan extraordinario.
En una ocasión asistí a una conferencia pronunciada por un experto especialista en Shakespeare. Hay que tener en cuenta que muchas de estas personas no se destacan precisamente por su humildad. Pero en este caso, cuando el conferenciante había terminado su disertación, dijo, a modo de despedida: "Hoy he intentado presentarles una crítica sobre Shakespeare, pero ahora me agradaría decirles que no estoy en una posición como para juzgar a este gran autor". Sólo un hombre humilde podía expresarse de esta manera. Por ello reiteramos que ninguna persona puede colocarse en el papel de juez frente a la Biblia. Nadie sabe lo suficiente como para asumir la función de juez frente a este libro. Pero este libro sí ocupa frente a nosotros el papel de juez. Como ya dijimos anteriormente, es el pecado lo que mantiene hoy a las personas alejadas de Cristo. No son los problemas intelectuales frente al texto ni al relato Bíblico, sino los problemas espirituales del corazón los que mantienen a las personas separadas de Dios.
"Un discernidor (o crítico) de los pensamientos e intenciones del corazón". Es que la Biblia no trata principalmente con los actos, con los hechos. Lo que hace la mano se debe a lo que la mente pensó. La mente tenía la acción de la mano en control antes de que la mano actuara. En consecuencia, la Palabra de Dios penetra en las profundidades del ser humano y trata con el corazón. El Señor Jesús dijo en Mateo capítulo15, versículo 19, "19porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, la inmoralidad sexual, los robos, los falsos testimonios, las blasfemias". Y hay aquí una lista muy larga de impurezas, pero eso es lo que hay en su corazón y el mío. Dijo el profeta Jeremías en su capítulo 17, versículo 9, "Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?" Ningún ser humano puede conocerlo, pero Dios sí puede. La Palabra de Dios desciende y trata con las vivencias más íntimas y ocultas de nuestros corazones. Desciende hasta la vida real, justamente al lugar en que usted y yo actuamos y vivimos nuestra verdadera existencia. Leamos ahora, y finalmente por hoy, el versículo 13 de este cuarto capítulo de Hebreos:
"Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta."
Usted no puede ocultar nada ante Dios, amigo oyente. Algunos viven con la falsa ilusión de que pueden evitar que Dios conozca todos los detalles de sus vidas, incluso los planes. Oran a Dios pidiéndole ciertas cosas, y que haga ciertas cosas a favor de ellos, pero nunca le cuentan sus motivos. Piensan que de esa manera la oración sonará mejor. Pero, a la hora de la verdad, no tenemos que informarle sobre nuestras motivaciones porque Él las conoce en todo momento. Él es quien conoce los pensamientos del corazón y todo lo oculto queda abierto y expuesto ante Su mirada. Estimado oyente, su vida es para Dios como un libro abierto. A veces algunos preguntan si deberíamos confesarle a Él todas las cosas. Y respondemos: ¿por qué no? De todas maneras, Él ya las conoce, entonces simplemente sería mejor contarle todo.
Debemos terminar aquí por hoy. En nuestro próximo programa llegaremos a una parte muy importante de esta epístola; por lo tanto, le invitamos a acompañarnos y le sugerimos que lea el resto del capítulo 4, para estar más familiarizado con el contenido de ese párrafo.
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