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Estudio bíblico de Hebreos 10:19-36

Hebreos 10:19-36

En los versículos 19 al 25 tenemos un nuevo párrafo titulado "Un nuevo estímulo", y que contiene la sección práctica de este capítulo, donde se nos habla sobre el privilegio y la responsabilidad. Leamos entonces el versículo 19 de este décimo capítulo de Hebreos:

"Así que, hermanos, tenemos libertad para entrar en el Lugar santísimo por la sangre de Jesucristo"

Aquí dice libertad y otros traducen como "confianza". Se refiere a confianza al hablar y excluye la idea de arrogancia. ¿Y cómo entramos en el lugar santísimo, es decir, en Su Presencia? Pues, por medio de la sangre de Jesús. Y el versículo 20 de Hebreos 10 dice:

"Por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne."

La cortina o velo se rasgó en dos partes cuando Cristo fue crucificado en la cruz, y este hecho indicó que el camino hacia Dios quedaba abierto.

Dice aquí que se abrió "a través del velo, esto es, de su carne". "Carne" es la misma palabra que encontramos en el prólogo del Evangelio de Juan, donde dice que "El Verbo se hizo carne". Juan no habló sobre un camino nuevo y vivo abierto hacia Dios, porque la encarnación, la vida de Cristo no salva a nadie. Nosotros entramos al lugar santísimo, es decir, a la presencia de Dios, por medio de la sangre de Jesús. Nuestro derecho de entrada no se adquiere por medio de Su encarnación sino a través del rasgado del velo, es decir, por medio de Su muerte. Usted y yo tenemos el privilegio de adorar a Dios, no a causa de la vida de Jesús, sino por causa de su muerte en la cruz. Estimado oyente, esta distinción es importante.

El versículo comenzaba diciendo "Por un camino nuevo y vivo". La palabra "nuevo" proviene de la palabra Griega "prosphatos", que puede traducirse "recién muerto". Nos habla del hecho de que el Señor Jesucristo ha abierto para usted y para mí un camino nuevo y vivo a través de Su crucifixión, a través de Su muerte en la cruz. Los antiguos sacrificios ya no serían de ninguna ayuda. Continuemos leyendo el versículo 21 de este décimo capítulo de Hebreos:

"También tenemos un gran sacerdote sobre la casa de Dios."

¡Qué gran privilegio es tener un gran abogado ante el Padre, a Jesucristo, el justo, que vive siempre para interceder por nosotros!

El versículo 20 enfatizaba nuestra entrada al lugar santísimo "a través del velo". Cuando Cristo, colgado en la cruz, entregó Su Espíritu, el velo del templo se rasgó en dos partes, lo cual abrió el camino a la misma presencia del Padre.

Y ahora tenemos una invitación. Algunos expositores creen que está dirigida a los que no son salvos. Creemos que está dirigida tanto a los no salvos como a los salvos. Así que, ya que tenemos un Sumo Sacerdote a la derecha de Dios, como dice ahora el versículo 22:

"Acerquémonos, pues, con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia y lavados los cuerpos con agua pura."

Esta invitación tiene que ver con la dedicación de los sacerdotes en el sacerdocio de Aarón. Moisés los roció con el agua de la dedicación. Y ellos tenían que ser lavados, indicando que ellos habían sido separados para el servicio de Dios. De la misma manera, nuestra dedicación a Dios nos permite acercarnos con un corazón genuino.

Y aquí el versículo 22 añade "con plena certidumbre de fe" o en plenitud de fe, no tiene nada que ver con la cantidad de nuestra fe; y tiene mucho que ver con el objeto de nuestra fe. La verdadera fe siempre depende del objeto de la fe. Es que la fe puede depositarse en algo equivocado. Usted puede poner su fe en alguna persona y quedar defraudado. La fe no solo consiste en creer que hay un Dios, porque en ese caso, sólo indicaría que usted no es un ateo. Usted no sólo debería tener un conocimiento de Dios y conocer el camino de la justicia, sino que también debería actuar basado en su fe. La fe verdadera significa que usted realmente ha recibido al Señor Jesucristo como su Salvador personal. Esa verdad ha quedado lo suficientemente clara para nosotros. En Juan capítulo 1, versículos 11 y 12 dice: "A lo suyo vino, pero los suyos no lo recibieron. Mas a todos los que lo recibieron, a quienes creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios". Fe en Cristo significa recibir a Cristo como Salvador. Así que la fe, es acción basada en conocimiento. Dios nunca nos pidió dar un salto en la oscuridad, como sugirió en cierta ocasión un teólogo. Si ello fuera cierto, convendría no efectuar ese salto, no sea que uno cayera en un abismo. Pero usted no necesita lanzarse en la oscuridad, porque Dios nos ha dado conocimiento. Dice Romanos 10:17, "17Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios". Dios ha establecido un fundamento para nuestra fe. Como dijo Pablo en su primera carta a los Corintios, capítulo 3, versículo 11, "11Nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo". Estimado oyente, usted puede apoyarse en el fundamento; eso es conocimiento, pero es la fe la que le coloca a usted allí. La fe es acción basada en el conocimiento, lo cual significa confiar personalmente en Cristo como su Salvador.

Leamos otra vez este versículo 22: "22Acerquémonos, pues, con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia y lavados los cuerpos con agua pura". Esto significa que usted y yo, como creyentes, somos miembros de un sacerdocio. Una de las grandes verdades que el reformador Juan Calvino recuperó fue el sacerdocio de todos los creyentes. Cada creyente es un sacerdote y, como tal, usted puede venir a Dios con confianza y libertad de palabra. Mucha gente le pide a un pastor que ore por ellos, lo cual está muy bien, pero necesitamos recordar que todos los creyentes tienen acceso a Dios. Usted tiene tanto derecho a entrar ante la presencia de Dios como el que tengo yo, o como lo tiene cualquier otra persona, porque venimos por medio de este "recientemente sacrificado" camino que Cristo ha hecho para nosotros. Es apoyado en esa base que nos acercamos a Dios. Y dice entonces el versículo 23 de este capítulo 10 de Hebreos:

"Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió."

Dice aquí "Mantengamos firme...la profesión de nuestra esperanza". La fe aquí incluye este componente de esperanza. Acerquémonos a Dios, pero mantengamos firme la esperanza que profesamos. ¿Por qué? Porque nosotros tenemos una esperanza, y la esperanza es para el futuro. ¡Qué hermoso es que podamos acercarnos a Dios con la plena certeza de fe y también que podamos mantener firme la confesión de nuestra fe porque tenemos una esperanza! Un poeta, en otro idioma, intentó expresarlo de la siguiente manera: "Tan cerca, tan cerca de Dios. No podemos estar más cerca. Porque en la persona de su Hijo, estamos tan cerca como Él lo está. Tan queridos para Dios, más queridos no podemos ser. Porque en la persona de Su Hijo, somos tan amados como Él lo es".

Así que debemos acercarnos (como dice el versículo 22). Debemos mantenernos firmes (como dice el versículo 23) y ahora leemos en el versículo 24 de hebreos 10, una tercera actitud:

"Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras"

La palabra "estimularnos" corresponde a la palabra Griega "paroxusmos", de la cual viene la palabra "paroxismo", que literalmente significa "una exaltación extrema de los afectos y pasiones". Estimular es incitar, excitar con viveza a la ejecución de algo. Y el estímulo aquí es incitarnos al amor y a las buenas obras.

No sabemos, estimado oyente, si hemos turbado su conciencia. Esperamos haberla inquietado de manera en el sentido de promover el amor los unos por los otros, para que usted sienta la preocupación de llevar a cabo algunas buenas obras para Dios. Luego, en el versículo 25, de este capítulo 10, de la epístola a los Hebreos, leemos:

"No dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca."

Si hubo alguna ocasión en que los creyentes necesitaban reunirse, esa ocasión es el día de hoy. En vez de perjudicarnos mutuamente, tenemos la necesidad de reunirnos con amor alrededor de la persona de Cristo.

Y dice aquí "exhortándonos". Necesitamos estudiar la Palabra de Dios juntos. Dios tiene algo para un grupo de personas, que Él no dará a ningún individuo en particular. Una de las razones por la cual nos agrada enseñar la Palabra de Dios es porque Dios no nos permite a nosotros crecer en el conocimiento de Su Palabra a no ser que la compartamos. No debemos abandonar el reunirnos. Si usted tiene un estudio Bíblico en su iglesia, asegúrese de asistir a esas clases, porque hay una bendición para usted allí, que no puede recibir cuando estudia la Biblia por sí mismo.

Así que, recapitulando, tenemos tres versículos en los que se nos insta a: (1) acercarnos con fe (a Dios); (2) acercarnos con esperanza (como vivencia personal para nosotros) y (3) acercarnos con amor (a los demás).

Estas actitudes se presentan otra vez en las llamadas "tres gracias": que son Fe, Esperanza y Amor. Realmente, esta es una epístola práctica.

Veamos ahora la expresión "veis que aquel día se acerca". Para al pueblo judío, a quien se dirige esta epístola, "el día que se acerca" probablemente significaba el día en que el templo sería destruido, lo cual ocurrió en al año 70 de nuestra era. Recordemos que los creyentes se estaban reuniendo en el templo. Allí fue donde se encontraban en el día de Pentecostés, cuando vino el Espíritu Santo. Pedro y Juan se estaban dirigiendo al templo cuando se encontraron con aquel hombre cojo de nacimiento en la puerta llamada "La hermosa". Pero, ¿dónde se reunirían después que el templo fuera destruido? El escritor, en este versículo, les estaba rogando encarecidamente: "Cuando veáis que se acerca el día en que no tendréis un lugar para reuniros, simplemente continuad reuniéndoos". Y por cierto, la iglesia comenzó a reunirse en hogares privados.

Llegamos ahora a un párrafo en que encontramos:

Una señal de advertencia - El peligro de despreciar

Este es la quinta señal de advertencia, y la más solemne de todas. Leamos el versículo 26, de este capítulo 10, de la epístola a los Hebreos:

"Si pecamos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados"

Es una experiencia terrible el caer en manos del Dios viviente. Simón Pedro dijo, en su segunda carta, capítulo 2, versículo 21: "Mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia que, después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado". Esta advertencia fue para los creyentes Hebreos, porque muchos de ellos continuaban yendo al templo y algunos estaban realmente ofreciendo sacrificios allí. Ellos estaban guardando las apariencias, simulando que aún se encontraban bajo la ley de Moisés. Al hacerlo, también estaban mostrando que el sacrificio de Cristo no tenía sentido para ellos. Teniendo en cuenta que los sacrificios de animales prefiguraban el sacrificio de Cristo, ahora que Cristo había muerto en la cruz, todo aquel ritual ya se había cumplido. Por lo tanto, lo que antes se había hecho en obediencia al mandamiento de Dios, ahora se había convertido en un pecado intencionado. El continuar ofreciendo sacrificios sangrientos que habían sido cumplidos en Cristo era un acto temerario y terrible. Aquellas personas estaban actuando como si los sacrificios del templo fueran a continuar para siempre. El escritor a los Hebreos les estaba diciendo que no debían mirar más al templo, porque ya no se realizaba ningún sacrificio por el pecado. Si una persona rechaza la verdad de la muerte de Cristo por el pecado, ya no hay otro sacrificio por el pecado disponible, y no existe otro camino para llegar a Dios. En aquel momento ellos tenían que mirar a Cristo, en vez de mirar al templo. Si se negaban a hacerlo así, para ellos no quedaría nada más que el juicio. La Palabra de Dios es muy clara y expresiva en relación en conexión con este tema.

Prestemos atención a estas palabras del versículo 26: "Si pecamos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad". Esto significa continuar pecando deliberadamente al ofrecer aquellos sacrificios. Es una actitud hacia la Palabra de Dios que Dios llama rebelión intencionada, deliberada. En el Antiguo Testamento, y en el Nuevo Testamento no hay más sacrificios para los pecados de semejante insolencia y atrevimiento. Y añade el versículo 27:

"Sino una horrenda expectación de juicio y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios."

Es decir que, si cuando Cristo vino y murió hace más de 2.000 años, Su obra de redención no fue algo adecuado, entonces amigo oyente, no hay nada adecuado, no hay nada apropiado. Dios no va a hacer algo más para redimirnos. Cristo no va a morir otra vez y, por supuesto, no es necesario que lo haga. Habrá un pecado de desobediencia deliberada por parte de aquellos que han "recibido el conocimiento de la verdad", al continuar con el ritual del templo de ofrecer sacrificios. Ahora el escritor haría una comparación. Leamos el versículo 28 de Hebreos 10:

"El que viola la Ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente."

Y ahora observemos la comparación al leer el versículo 29:

"¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisotee al Hijo de Dios, y tenga por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado y ofenda al Espíritu de gracia?"

Esta es probablemente la declaración más solemne que encontramos en la Palabra de Dios.

Y, esta expresión: "En la cual fue santificado", se refiere a Cristo, al Hijo de Dios: y ellos "crucificaron otra vez al Hijo de Dios" (como leímos en Hebreos 6:6) al actuar como si la muerte de Cristo hubiera sido algo inadecuado para solucionar el problema del pecado, y continuar con esa conducta como si Él no hubiera muerto, es tratar a la sangre de Cristo como algo despreciable. El conocimiento crea responsabilidad. Si después de haber oído el Evangelio, usted le da la espalda a Jesucristo, estimado oyente, alguien tendría que decirle a usted que se está dirigiendo hacia el infierno. Y esto no lo decimos nosotros; es lo que Dios dice. Ahora, el versículo 30, de este capítulo 10, de la epístola a los Hebreos, dice:

"Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo."

Estimado oyente, Dios va a juzgar. Él es el gobernante soberano de este universo. Todos vamos a tener que presentarnos ante Él. Dios tiene el derecho soberano de juzgar, y al cual no ha renunciado. Dijo el apóstol Pedro en su primera carta, capitulo 4, versículos 17 y 18: "17Es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios? Y si el justo con dificultad se salva, ¿qué pasará con el impío y el pecador?" Continuemos leyendo el versículo 31:

"¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!"

Este es un versículo interesante, y sería útil dedicarle algún tiempo. Es para cristianos y también para no creyentes. Dice que es una cosa terrible caer en manos del Dios vivo. En el libro de Esdras, capítulo 7, versículo 9, leemos: "9El primer día del primer mes había dispuesto su partida de Babilonia, y el primero del mes quinto llegaba a Jerusalén. ¡La buena mano de Dios estaba con él!" En este caso, la mano de Dios estaba sobre aquel hombre para bien. Y Dios quiere poner su mano sobre usted, estimado oyente, para bien. Pero a veces Él coloca una mano muy pesada sobre Sus hijos. Los castiga, los hace vivir experiencias duras. Yo las he vivido y quizás usted también. David también las vivió y en el Salmo 32, versículo 4 dijo lo siguiente: "Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; se volvió mi verdor en sequedades de verano". ¿Qué estaba haciendo Dios? Estaba castigando, disciplinando a David, al hacerle pasar por tan duras experiencias. David había tratado de encubrir su pecado, pero Dios lo obligó a confesarlo y ocuparse de él. Por una razón similar, algunas veces la mano pesada de Dios es colocada sobre nosotros, que somos Sus hijos.

Sin embargo, la mano de Dios que castiga y disciplina es totalmente diferente a Su mano de juicio. Él dijo en el versículo 30: "Mía es la venganza, yo daré el pago". Dios no toma venganza de una manera rencorosa y vengativa. Pero Dios va a juzgar el pecado, y esto es algo que necesita ser enfatizado en nuestro tiempo. Escuchemos nuevamente al salmista en el Salmo 75, versículo 8: "La copa está en la mano del Señor; el vino está fermentado, lleno de mixtura, y él lo derrama; ¡hasta el fondo lo apurarán y lo beberán todos los impíos de la tierra!" Es que el salmista, así como el profeta, hablaron del juicio como un tiempo que llegaría cuando la copa de la ira se llenara. Y esa copa se está hoy llenando. Dios no tiene prisa en comenzar a actuar; Él es paciente, y no desea que alguien perezca, pero esa copa de juicio se está llenando. Y estimado oyente, es una copa amarga.

Esta copa del juicio de Dios está en el futuro de todo aquel "que pisotee al Hijo de Dios, y tenga por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado y ofenda al espíritu de gracia" (como dice el versículo 29). Estimado oyente, si usted desprecia lo que Cristo ha hecho por usted en la cruz, en su futuro personal sólo quedará el juicio, y no habrá ninguna esperanza en absoluto para usted.

Este es el mismo punto que el escritor estaba recalcando a estos creyentes Hebreos. Bajo la Ley Mosaica ellos podían traer un sacrificio cada año, o cualquier día si así lo deseaban. Pero ya no lo podían hacer más; ese sistema había concluido. A partir de entonces, como nosotros, tenían que volverse al Señor Jesucristo.

Ahora el escritor comunicó una palabra personal a aquellos judíos a quienes estaba escribiendo. Leamos el versículo 32, de Hebreos 10:

"Pero traed a la memoria los días pasados, en los cuales, después de haber sido iluminados, sostuvisteis un fuerte y doloroso combate"

Suponemos que los Hebreos a quienes fue dirigida esta carta, eran salvos. No parecía haber ninguna duda en la mente del escritor de que ellos eran creyentes. Continuemos leyendo los versículos 33 y 34:

"Por una parte, ciertamente, con vituperios (o insultos) y tribulaciones fuisteis hechos espectáculo, y por otra, llegasteis a ser compañeros de los que estaban en una situación semejante: porque de los presos también os compadecisteis, y el despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo, sabiendo que tenéis en vosotros una mejor y perdurable herencia en los cielos."

Dice aquí "fuisteis hechos espectáculo". Es que los cristianos fueron convertidos en un espectáculo público.

Y también dice "el despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo". Aparentemente, algunos de los creyentes habían sido encarcelados por su fe, mientras que otros habían experimentado la confiscación de sus bienes. El escritor les estaba recordando su fe y paciencia durante esos tiempos de prueba. Dice el versículo 35;

"No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene una gran recompensa"

Esta fue otra manera de decirles, como en el versículo 23, "mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza". Y, finalmente por hoy, añade el versículo 36 de este décimo capítulo de Hebreos:

"Pues os es necesaria la paciencia, para que, habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa."

La paciencia y la fe están unidas en la Biblia. Después de ejercitar la fe en medio de las aflicciones, entonces, aquellos cristianos debían hacer gala de paciencia, con la esperanza futura del cumplimiento del objetivo de su fe.

En nuestro próximo programa repasaremos aspectos claves de este capítulo y finalizaremos nuestro estudio del mismo, a la vez que haremos un breve comentario sobre la importancia del capítulo 11.

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