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Estudio bíblico: ¿Es éste el Cristo? - Juan 7:25-36

Autor: Luis de Miguel
España
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¿Es éste el Cristo? - Juan 7:25-36

(Jn 7:25-36) "Decían entonces unos de Jerusalén: ¿No es éste a quien buscan para matarle? Pues mirad, habla públicamente, y no le dicen nada. ¿Habrán reconocido en verdad los gobernantes que éste es el Cristo? Pero éste, sabemos de dónde es; mas cuando venga el Cristo, nadie sabrá de dónde sea. Jesús entonces, enseñando en el templo, alzó la voz y dijo: A mí me conocéis, y sabéis de dónde soy; y no he venido de mí mismo, pero el que me envió es verdadero, a quien vosotros no conocéis. Pero yo le conozco, porque de él procedo, y él me envió. Entonces procuraban prenderle; pero ninguno le echó mano, porque aún no había llegado su hora. Y muchos de la multitud creyeron en él, y decían: El Cristo, cuando venga, ¿hará más señales que las que éste hace?
Los fariseos oyeron a la gente que murmuraba de él estas cosas; y los principales sacerdotes y los fariseos enviaron alguaciles para que le prendiesen. Entonces Jesús dijo: Todavía un poco de tiempo estaré con vosotros, e iré al que me envió. Me buscaréis, y no me hallaréis; y a donde yo estaré, vosotros no podréis venir. Entonces los judíos dijeron entre sí: ¿Adonde se irá éste, que no le hallemos? ¿Se irá a los dispersos entre los griegos, y enseñará a los griegos? ¿Qué significa esto que dijo: Me buscaréis, y no me hallaréis; y a donde yo estaré, vosotros no podréis venir?"

Introducción

El debate acerca de quién es Jesús continúa a lo largo de todo el pasaje. Nuestro texto comienza tratando la cuestión del origen de Cristo (Jn 7:25-31), para luego hacerlo sobre su destino (Jn 7:32-36). El planteamiento es lógico: si los judíos no sabían de dónde había venido, tampoco comprenderían a dónde iba.

El silencio de los gobernantes y los comentarios de la gente

El Señor continuó acudiendo al templo y enseñando a las personas que le buscaban. Entre ellos habría algunos que tenían auténtica hambre y sed de justicia, mientras que otros serían simplemente curiosos. En cualquier caso, aunque todos estaban hablando sobre la persona de Jesús, ninguno lo hacía abiertamente por miedo a los judíos, porque aunque las autoridades lo negaran, muchos sabían que estaban buscando a Jesús para matarle (Jn 7:20) y en esas circunstancias, identificarse públicamente con él era peligroso.
Pero el hecho de que los gobernantes no hubieran intervenido todavía para impedir a Jesús enseñar en el templo, llevó a que algunos empezaran a comentar este hecho con extrañeza: "¿No es éste a quien buscan para matarle? Pues mirad, habla públicamente, y no le dicen nada".
A nosotros también nos sorprende que aunque las autoridades procuraban matarlo, sin embargo no estaban haciendo nada para ello, ni siquiera para impedirle hablar en el mismo templo donde ellos tenían toda la autoridad y también los medios para impedirlo. Como luego veremos, la autoridad con la que el Señor enseñaba producía tal efecto en quienes le escuchaban que ni aún los mismos alguaciles enviados a prenderle se atrevieron a hacerlo. No olvidemos que por encima de cualquier plan humano, estaba el hecho de que todavía "no había llegado su hora" (Jn 7:30).
Pero el fracaso de las autoridades para detener a Jesús estaba dando lugar a que muchos hicieran comentarios de los que no sabemos con seguridad cuál era su intención. Algunos se preguntaban: "¿Habrán reconocido en verdad los gobernantes que éste es el Cristo?". La forma en la que hicieron la pregunta sugiere en el griego una respuesta negativa, así que es probable que no debamos ver aquí una duda genuina, sino más bien una ironía maliciosa con la que quizá querían provocar una reacción entre los gobernantes, que hasta ese momento habían mostrado una pasividad inexplicable para muchos. Y si este era su objetivo, hay que decir que lo consiguieron, porque vemos que poco después los líderes irritados por estos comentarios trataron de arrestar a Jesús: "los principales sacerdotes y los fariseos que enviaron alguaciles para que le prendiesen" (Jn 7:32).
Pero también pudiera ser que otros se hicieran esa pregunta porque aunque estaban maravillados con la persona de Jesús, sin embargo no estaban dispuestos a identificarse con él si eso suponía entrar en conflicto con los principales sacerdotes y los fariseos. Ellos sabían de qué eran capaces, así que hasta que las autoridades emitieran un veredicto favorable acerca de Jesús, no creerían en él. Y por lo que sabemos que ocurrió entonces (Jn 9:18-23) (Jn 12:42) (Jn 19:38), y que tantas veces hemos visto repetirse en nuestros días, no sería de extrañar que también hubiera algo de esto detrás de la pregunta.
Sobre esto hay que decir que aunque es verdad que la Biblia nos enseña que debemos obedecer a las autoridades, eso no incluye aquellas cosas que impliquen desobedecer a Dios. En aquel momento se había llegado a la coyuntura de que cualquiera que quisiera creer en Cristo tendría que enfrentarse con los gobernantes judíos. Y esto siguió siendo así aun después de que el Señor fuera crucificado. Es interesante notar lo que los apóstoles dijeron al Sanedrín cuando les ordenaron que no hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesús:
(Hch 5:29) "Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres."
Pero como estamos viendo, no todas las personas estaban dispuestas a tomar este tipo de actitud valiente y atrevida. Parece que entre los judíos que escuchaban a Jesús había muchos que por cobardía preferían acomodarse a lo que dijeran sus gobernantes. Esta actitud es muy peligrosa, porque la Escritura dice que "los cobardes... tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda" (Ap 21:8). Cuando se trata de dar una respuesta a la cuestión vital de quién es Jesús, cada persona es responsable directamente delante de Dios. Esta responsabilidad nunca puede ser compartida, aunque no cabe duda de que aquellos que han sido puestos como maestros espirituales del pueblo, tienen también una gran responsabilidad si con lo que enseñan o con sus actitudes apartan a las personas de Cristo.

"Pero éste, sabemos de dónde es; mas cuando venga el Cristo, nadie sabrá de dónde es"

Entre los muchos comentarios que se estaban haciendo, había también algunos relacionados con su origen. Para entenderlos correctamente hay que aclarar que muchos judíos esperaban que el Mesías aparecería de repente, como una figura celestial que vendría con todo el poder de Dios para ayudar a su pueblo y librarlo de sus enemigos. Quizá fue por eso mismo que el diablo llevó a Jesús a la santa ciudad y le puso sobre el pináculo del templo para proponerle que desde allí saltara a la vista de todos, mientras los ángeles le sostenían (Mt 4:5-6). Esto se habría ajustado a lo que muchos esperaban del Mesías en su venida.
Así que cuando la multitud examinó a Jesús en un plano terrenal, rápidamente lo descalificaron como Mesías. Por un lado, su aparición en el templo durante la fiesta de los tabernáculos, no había tenido nada de sobrenatural, y por otro, en cuanto a su origen humano, tampoco había nada extraordinario. De esta manera dejaron zanjado el asunto.
Hoy también hay mucha gente que expresa sus opiniones sobre Jesús sin detenerse a investigar verdaderamente quién es él y si cumplió lo que las Escrituras habían anunciado acerca de él. En el caso de aquellos judíos, estaban errados en varias cosas:
1. Su origen humano
Sin haber hecho ninguna investigación, ellos habían llegado a estar seguros de que Jesús era de Nazaret de Galilea. Recordemos que cuando unos días antes de su crucifixión entró en Jerusalén, "la gente decía: Este es Jesús el profeta, de Nazaret de Galilea" (Mt 21:11). Y el mismo Pilato hizo colocar una inscripción sobre la cruz en la que se podía leer en tres idiomas diferentes: "Jesús Nazareno, Rey de los judíos" (Jn 19:19).
Puesto que se había criado y vivido en Nazaret de Galilea, llegaron a la conclusión de que también debió haber nacido allí. Esto no le ayudaba en nada, ya que los judíos consideraban a los galileos como pueblerinos, y Nazaret como un lugar del que difícilmente podría salir nada bueno (Jn 1:46). No olvidemos que los galileos estaban muy cerca de los gentiles, lo que para muchos judíos de Jerusalén implicaba cierto grado de contaminación espiritual. Pero sobretodo, en opinión de los principales sacerdotes y los fariseos, Galilea era irrelevante en el plano espiritual, y estaban seguros de que de allí nunca surgiría un profeta y mucho menos aun la esperanza mesiánica (Jn 7:52).
Por lo tanto, puesto que conocían el origen humilde de Jesús, automáticamente concluyeron que no podía ser el Mesías esperado. Pero este fue un juicio muy apresurado, llevado a cabo sin la investigación necesaria. Si se hubieran tomado interés en el asunto, habrían descubierto que el Señor Jesucristo había nacido en Belén (Mt 2:1), era de la tribu de Judá y descendiente del rey David (Mt 1:1). Todo esto confirmaba las profecías del Antiguo Testamento en cuanto al lugar de su nacimiento (Mi 5:2), y también que vendría del linaje de David. Porque contrariamente a lo que ellos afirmaban, el Cristo no iba a aparecer sin que nadie supiera de dónde fuera, sino que las Escrituras habían dejado constancia de que nacería en Belén. Y por otro lado, su ministerio en Galilea también coincidía con lo que había anunciado anteriormente el profeta Isaías (Is 9:1) (Mt 4:12-16).
Como muchas personas en nuestros días, aquellos judíos no llegaron a creer en Jesús porque no se preocuparon en leer, investigar, pensar o preguntar sinceramente para hallar la verdad. Y al final se cumple el dicho popular: "No hay peor ciego que el que no quiere ver".
2. Su origen divino
Pero mucho más importante que su origen humano era su origen celestial. Así que Jesús "alzó la voz y dijo: A mí me conocéis y sabéis de dónde soy; y no he venido de mí mismo". El Señor no negó su origen humano; esa es una verdad que el evangelio afirma: "Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros" (Jn 1:14).
Pero si conocían su origen humano de una forma tan incompleta, aun tendrían muchas más dificultades para comprender su origen divino. En cuanto a esto, su problema radicaba fundamentalmente en el hecho de que no conocían a Aquel que le había enviado: "el que me envió es verdadero, a quien vosotros no conocéis". Es cierto que eran muy religiosos, pero no conocían a Dios. Esta declaración del Señor tuvo que sorprenderles mucho. Allí mismo, en el templo, donde ellos alardeaban de ser los únicos que conocían a Dios, Jesús les dijo que no lo conocían. Esto no quiere decir que no tuvieran ciertos conocimientos intelectuales acerca de Dios, pero otra cosa muy diferente era que hubieran rendido su corazón a Dios, que en definitiva es el tipo de conocimiento que realmente importa.
Y como no conocían a Dios, tampoco creyeron en su Hijo. Esta vinculación entre el Padre y el Hijo era incomprensible para ellos. Por mucho que el Señor repitiera una y otra vez a lo largo de todo el evangelio que él había sido enviado por el Padre, ellos nunca dejaron de pensar que Jesús actuaba por iniciativa propia.
Pero en su infinita paciencia el Señor lo volvió a repetir: "Yo le conozco, porque de él procedo, y él me envió". Notemos que cuando dijo que "procedía" de Dios, no quería decir simplemente que había sido enviado de parte de Dios, sino que siempre había vivido con Dios y era igual a él en todos los aspectos. Él no fue solamente un mensajero que comunicó un mensaje de parte de Dios, tal como habían hecho los profetas de la antigüedad, de hecho, Jesús era en sí mismo el mensaje. Tal era esta comunión esencial entre el Padre y el Hijo que en otra ocasión dijo a sus discípulos:
(Jn 14:7-11) "Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto. Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre? ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras. Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras."

Reacciones a la enseñanza de Jesús

A medida que iban entendiendo lo que Jesús afirmaba, empezaron a notarse reacciones contrapuestas. No debe extrañarnos, esto es siempre así. De hecho, cada uno de nosotros también debemos tomar una decisión personal en relación a quién es Jesús, pero debemos hacerlo bien, porque de ella dependerá nuestro futuro eterno. Aquí vamos a ver que se destacan dos actitudes bien diferenciadas:
1. Hostilidad y odio
A los judíos les disgustó que los acusara de no conocer a Dios, pero aun les debió irritar mucho más que afirmara que sólo él lo conocía, así que nuevamente "procuraban prenderle".
Sin embargo, a pesar de toda la ira de los judíos, "ninguno le echó mano, porque aún no había llegado su hora". Un intento parecido había tenido lugar al comienzo de su ministerio en Nazaret, pero tampoco en esa ocasión pudieron hacerle daño (Lc 4:29-30). No era la voluntad de Dios que muriera en esos momentos, así que, por mucho que sus adversarios se empeñaran, nadie podría detenerle. Y cuando Jesús fue llevado finalmente a la cruz, esto no tuvo lugar hasta la misma hora que Dios había designado. Hasta ese momento, ni judíos ni gentiles, ni fariseos ni saduceos, ni Anás ni Caifás, ni el mundo ni el infierno, nadie podía hacerle la menor afrenta a nuestro Señor.
Siempre debemos tener presente que Dios lo gobierna todo, y del mismo modo que Jesús, también cualquier siervo fiel puede tener la plena confianza de que nada podrá interrumpir su servicio hasta que Dios lo permita. Nuestra confianza debe ser la misma que tenía el salmista: "En tu mano están mis tiempos" (Sal 31:15).
2. "Muchos de la multitud creyeron en él"
A otros, en cambio, la intuición y la lógica les llevó a la conclusión de que Jesús tenía que ser el Mesías prometido. Se daban cuenta de que el Mesías no podría haber hecho más milagros que Jesús. Su razonamiento era: ¿Qué más podía hacer para demostrar que él era el Mesías?
Ahora bien, es probable que sólo estaban dispuestos a aceptar a Jesús como un Mesías político al ver los milagros que hacía, pero esto no quiere decir que le hubieran rendido sus corazones y buscaran en él el perdón de sus pecados.

"Los principales sacerdotes y los fariseos enviaron alguaciles para que le prendiesen"

Cuando Jesús terminó de predicar aquel día en el templo, los líderes de los fariseos, que sin duda observaban a cierta distancia todo lo que estaba ocurriendo, se enfurecieron cuando vieron que muchos estaban creyendo en él, así que decidieron pasar a la acción.
Los fariseos debieron pensar que cuanto más creciese Jesús, más menguarían ellos, y por supuesto, no estaban dispuestos a perder su posición dentro del pueblo. La situación era tan grave que decidieron unirse con los principales sacerdotes que eran de la secta de los saduceos, sus grandes adversarios religiosos, con el fin de hacer un frente común contra Jesús. Esta unión les permitiría también contar con los alguaciles, una fuerza policial judía con jurisdicción en el área del templo.
En todo caso, no deja de extrañarnos que estas dos sectas rivales estuvieran dispuestas a unirse en su oposición a Jesús (Hch 23:6-8). Pero la maldad del hombre es tal que prefiere unirse a sus enemigos antes que trabar amistad con Jesús.
En cuanto al intento de prender al Señor, ya hemos visto que algunos de entre la multitud lo habían intentado antes sin ningún éxito (Jn 7:30), pero parece que ahora son las mismas autoridades quienes con más recursos se proponían hacerlo. Pronto descubrirían que en tanto que no llegara su hora, ellos también serían impedidos por una fuerza invisible.
Su táctica estaba bien planteada: si lograban herir al pastor, entonces las ovejas serían dispersadas (Zac 13:7). Pero esto era muy grave, porque como líderes religiosos del pueblo de Dios, eran ellos quienes deberían haber sido los primeros que velaran e hicieran todo lo posible para que las personas creyeran en el Mesías, pero en lugar de eso enviaron a los alguaciles para arrestarle. Aunque no se dieran cuenta, de esta manera estaban conduciendo a la nación hacia un suicidio espiritual.

"Jesús dijo: Todavía un poco de tiempo estaré con vosotros, e iré al que me envió"

Jesús se dio cuenta de todo lo que estaba pasando, y sin duda sintió una profunda tristeza en su corazón, así que volvió a hablarles. Lo que les dijo es que no era necesario que le arrestaran para que dejara de predicar a las multitudes, porque él mismo se marcharía en poco tiempo. Sólo faltaban seis meses para la última pascua en la que Jesús sería muerto, así que sabía que el fin se avecinaba rápido.
El Señor se refería a su muerte, su resurrección y su regreso al Padre mediante la ascensión. Había sido enviado por el Padre para el cumplimiento de la magna obra de la redención y volvería a él después de consumarla por medio de su muerte expiatoria y su resurrección triunfal. Pero a ninguno de sus oponentes se le ocurrió que se refiriera a esto, por la sencilla razón de que tampoco habían entendido que su entrada en el mundo hubiera sido diferente a la de cualquier otra persona que nace. Al no comprender de dónde había venido, tampoco captaron lo que quería decir cuando hablaba de su regreso al que lo había enviado. Tanto su origen, como la obra que había venido a realizar, así como su destino, estaban envueltos en densas tinieblas para todos ellos. Tenían los ojos ofuscados por su falta de fe en Dios.
El Señor pronto acabaría la obra que había venido a realizar y estaría nuevamente en el cielo con su Padre, lejos del alcance de aquellos que tanto le odiaban, pero como ya hemos señalado, esto no tendría lugar hasta que llegara la hora señalada por su Padre, y por supuesto, su muerte no significaría un fracaso para él, sino que sería el medio por el que traería la salvación a todos los que creyeran, y además sería el camino por el que sería exaltado a la gloria celestial desde donde ahora continúa su obra mediadora a la diestra del trono de la Majestad en las alturas a favor de los redimidos.
Pero lo que más preocupaba al Señor en esos momentos eran las consecuencias que la ceguera espiritual de los judíos tendría para ellos mismos.

"Me buscaréis y no me hallaréis"

Esta sería la primera consecuencia de su ceguera espiritual. Es verdad que a primera vista la afirmación de Jesús suena un poco extraña. Ellos la entendieron como que se iría a alguna parte donde ya no le podrían prender, quizá a algún lugar en el extranjero. Pero el Señor parece que lo dijo con un sentido diferente, como si estuviera anunciando que llegaría el día en que le buscarían como el Mesías. Pero ¿por qué iban a querer buscarle si cuando estaba entre ellos habían dejado claro que no lo querían? Lo más probable es que el Señor estaba anunciando que una vez que le rechazaran a él, aun así seguirían esperando en vano que viniera el Mesías. En ese caso, estarían buscando a quien ya conocían, pero al que habían descartado como el verdadero Mesías. Por lo tanto, nunca lo encontrarían.
En cualquier caso, la afirmación del Señor es realmente preocupante, porque nos advierte del hecho de que puede llegar un momento o una situación en la que sea imposible encontrar a Jesús. Esto debería llevarnos a pensar seriamente en la necesidad de aprovechar las oportunidades presentes, porque pudiera ser que no hubiera otras en el futuro. Recordemos las palabras del apóstol Pablo:
(2 Co 6:2) "He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación."
Muchos hombres pueden tener hoy la oportunidad de ser salvos, pero si la rechazan, puede que nunca vuelvan a tener otra.
(Sal 95:7-11) "Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestro corazón, como en Meriba, como en el desierto, donde me tentaron vuestros padres, me probaron, y vieron mis obras. Cuarenta años estuve disgustado con la nación, y dije: Pueblo es que divaga de corazón, y no han conocido mis caminos. Por tanto, juré en mi furor que no entrarían en mi reposo."
La amonestación de Jesús era para advertir del peligro de demorarse en tomar una decisión a favor de él. No siempre estará tan accesible como lo está ahora.
(Is 55:6) "Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano."
(Am 8:11-12) "He aquí vienen días, dice Jehová el Señor, en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra de Jehová. E irán errantes de mar a mar; desde el norte hasta el oriente discurrirán buscando palabra de Jehová, y no la hallarán."
El límite de las oportunidades que cada persona puede tener no está delimitado simplemente por el tiempo que dure su vida, porque el corazón que rechaza las oportunidades que Dios en su gracia le otorga, se va endureciendo hasta llegar a un punto en que puede perder por completo toda capacidad de responder.

"A donde yo estaré, vosotros no podréis venir"

La segunda consecuencia de su ceguera espiritual sería que no podrían estar donde él iba a estar. En principio esto no pareció importarles demasiado. Ellos creyeron que se iría a los judíos de la diáspora, y ese era un lugar a donde ellos no tenían ningún interés en ir. Y por otro lado, tampoco querían estar con él. Así que esta separación no sería causada únicamente por el distanciamiento en el espacio, sino aun mucho más por las tremendas diferencias espirituales que había entre ellos y que cada día que pasaba se hacían mayores.
Muchas personas se quejan cuando escuchan hablar del juicio de Dios. Dicen que si Dios es bueno y ama a las personas no debería permitir que nadie fuera al infierno. Pero la realidad es que sería infinitamente más injusto obligar a las personas a ir al cielo para estar con alguien con quien no quieren estar. Además, no olvidemos que el cielo es el lugar donde se hace la voluntad de Dios y se ama la santidad, algo que los incrédulos aborrecen. En la presencia del Padre no hay lugar para los que no han querido aceptar a su Hijo.
En cualquier caso, en lugar de tomarse en serio la terrible sentencia que acababan de oír, parece que se burlaron de él: "¿A dónde se irá éste, que no le hallaremos?". No entendía que les estaba hablando de volver al Padre, así que dedujeron que se iría de gira para ministrar a los judíos esparcidos entre los griegos. Pensaron que había llegado a la conclusión de que su misión en Jerusalén había fracasado y que por lo tanto lo iba a intentar entre los judíos dispersos. Evidentemente se sentían orgullosos y seguros de sí mismos sin darse cuenta de lo peligroso de la actitud que estaban adoptando.
Notemos que el lenguaje empleado por el Señor era lo suficientemente enigmático para confundir a sus enemigos, pero al mismo tiempo resultaba claro para aquellos que sí que querían hacer la voluntad de Dios. Sus palabras actuaban como la columna de nube y fuego que habían acompañado a los israelitas cuando salieron de Egipto; tenían su lado oscuro y su lado brillante.
(Ex 14:19-20) "Y el ángel de Dios que iba delante del campamento de Israel, se apartó e iba en pos de ellos; y asimismo la columna de nube que iba delante de ellos se apartó y se puso a sus espaldas, e iba entre el campamento de los egipcios y el campamento de Israel; y era nube y tinieblas para aquéllos, y alumbraba a Israel de noche, y en toda aquella noche nunca se acercaron los unos a los otros."
En todo caso, la arrogancia con la que actuaban los principales sacerdotes y los fariseos era muy peligrosa. Si no se quiere oír cuando Dios se manifiesta con toda sencillez, y se llega incluso a despreciar la verdad, entonces Dios oculta su revelación de esas personas y endurece sus corazones. Esto era algo que ya había ocurrido en tiempos del profeta Isaías:
(Is 6:9-10) "Y dijo: Anda, y dí a este pueblo: Oíd bien, y no entendáis; ved por cierto, mas no comprendáis. Engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos, y ciega sus ojos, para que no vea con sus ojos, ni oiga con sus oídos, ni su corazón entienda, ni se convierta, y haya para él sanidad."
Por último observemos que ellos estaban despreciando al mismo Hijo de Dios y se burlaban de él diciendo que se iría "a los dispersos entre los griegos", un lugar a donde ellos no querían ir. Así que en su arrogancia no sólo despreciaban al Señor, sino también a los judíos que vivían entre los griegos. Y fue precisamente a ellos hacia donde se dirigió la extensión del evangelio una vez que el Señor resucitó. Tal fue así que el Nuevo Testamento se escribió en griego. Sin saberlo, y en buena medida debido a su rechazo, ellos anunciaron el curso que el cristianismo iba a tomar en las siguientes generaciones.

Preguntas

1. Haga un bosquejo del pasaje estudiado que pudiera utilizar en una predicación.
2. Explique las diferentes reacciones de la gente ante la persona de Jesús que vemos en este pasaje. Analice cuáles podrían ser las razones por las que tomaron esas actitudes.
3. Los judíos dudaron de que Jesús pudiera ser el Mesías esperado por causa de su origen. ¿Cuáles eran sus objeciones? ¿En qué estaban equivocados?
4. ¿Por qué dijo el Señor que todavía estaría un poco de tiempo con ellos y que luego se iría al que le había enviado? ¿A qué se refería?
5. Razone sobre las consecuencias que tendría para los judíos su rechazo del Mesías

Comentarios

Bolivia
  Marcos Lazo  (Bolivia)  (20/11/2020)

Muchas gracias por ese esclarecedor, y fundamental estudio. Gloria a Dios!!!

Venezuela
  Leopoldo Valdivieso  (Venezuela)  (13/05/2018)

Leopoldo Valdivieso (Venezuela) (13/05/2018)
Gracias por sus estudios, muy completo y claro. Que Dios les siga bendiciendo. Saludos desde Venezuela!

Venezuela
  Oscar Mujica   (Venezuela)  (13/06/2015)

Gracias por el estudio, muy completo y claro en su terminologia.. Que Dios les siga bendiciendo. Saludos desde Venezuela!!

México
  felipe rosado perez  (México)  (23/10/2014)

Muchas gracias a Dios, por todo lo que hacen, porque een verdad hay o habemos personas que no contamos con los recursos, para pagar todo esto y ustedes se dispusieron hacerlo, Bendigo sus vidas y esta obra que Dios puso en sus corazones. Gracias amados muchas gracias, espero que sigan poniendo mas y mas estudios en PDF, por favor si fuera posible. Bendiciones

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