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Estudio bíblico: Hombres y mujeres de oración en la Biblia y la historia -

Autor: Wolfgang Bühne
Alemania
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Hombres y mujeres de oración en la Biblia y la historia

Samuel

La vida del profeta Samuel estaba enmarcada por la oración. Su madre oró a Dios por él cuando estaba desesperada, y luego le dio el nombre "lo pedí de Jehová" o "Dios escucha". Ya de niño "adoró a Jehová" (1 S 1:28), y siendo muy anciano, cuando el pueblo de Israel le rechazó como juez, pidiendo un rey "oró a Jehová" (1 S 8:6).
Después de haber ungido a Saúl como rey y pronunciado su discurso de despedida para el pueblo, no se le ocurrió retirarse como bien podía haberlo hecho a su edad. No, sino que prometió al pueblo reunido, que ya vislumbraba la pérdida de este hombre de oración:
(1 S 12:23) "Así que lejos sea de mí que peque yo contra Jehová cesando de rogar por vosotros..."
La costumbre de Samuel de orar por el pueblo de Dios, digna de ser imitada, estaba tan arraigada en él, que consideraba que era un pecado si cesaba de interceder por ellos. Su intercesión no dependía del barómetro de emociones del pueblo.
El (Sal 99:6) nos recuerda su importancia como hombre que oraba: "Moisés y Aarón entre sus sacerdotes, y Samuel entre los que invocaron su nombre; invocaban a Jehová y el les respondía."

Daniel

Existe un paralelo interesante entre las costumbres en la vida de Jesús y una de las personas más impresionantes del Antiguo Testamento: Daniel. Él es uno de los grandes hombres de oración de la Biblia. Tres veces Dios le califica de manera extraordinaria: "Tú eres muy amado" (Dn 9:23) (Dn 10:11,19).
Igual que nuestro Señor, Daniel estaba bajo observación constante de sus enemigos envidiosos. A pesar de una atención intensiva no pudieron descubrir ninguna falta en su vida cotidiana, "porque era fiel" (Dn 6:5).
Finalmente, sus colaboradores le hacen caer en la trampa, del mismo modo que a Jesús más tarde. Habían observado atentamente sus costumbres de oración, y allí encontraron el punto, donde hacer daño. Con hipocresía lisonjearon al rey Darío y su vanagloria, presentándole una ley para que la firmara, que exigía que durante 30 días ninguna persona en el reino medo-persa pudiera pedir nada de nadie sino sólo del rey Dario.
El rey, en su delirio de grandeza y andando por las nubes por la idea grandiosa de ser adorado y reverenciado como un dios durante un mes, cayó en la trampa y firmó la ley.
Los enemigos de Daniel podían darse con un canto en los dientes: El hecho de orar acarrearía inmediatamente la pena de muerte, y un hombre de oración como Daniel, si seguía con sus costumbres de oración, sería echado al foso de los leones por infringir la ley. ¿Qué hará Daniel? Esa era la cuestión.
Sabían muy bien que Daniel solía orar tres veces al día en su cámara. Y lo hacía en voz alta, de forma que los de fuera lo podían oír. Además con la ventana abierta en dirección a Jerusalén, donde quedaban los tristes restos del templo que una vez fue tan magnífico.
La reacción de Daniel, que era de unos 80 años en ese momento, es impresionante:
(Dn 6:10) "Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes."
Como era de esperar, sus enemigos estaban al acecho y con placer malévolo, y aire triunfante por la insensatez de su compañero aborrecido, que les hacía la vida imposible, le acusan de delito de lesa majestad y de infractor de la ley. Por segunda vez la trampa funcionó.
¿Fue prudente que Daniel orara tres veces al día bajo estas circunstancias? ¿No hubiese bastado una oración antes del amanecer, cuando todos dormían aún? ¿No se puede orar en silencio a Dios, sin ser oído por los demás? ¿Tenía que orar precisamente en el lugar de costumbre, en su cámara? ¿No pudo haber cerrado las ventanas por lo menos, o echar unas cortinas? ¿Por qué Daniel mordió el anzuelo, sabiendo lo que iba a ocurrir?
Para Daniel la lealtad hacia Dios estaba por encima de la lealtad al rey y era más fuerte que su instinto de conservación. Él sabía que apartarse de sus costumbres de oración hubiese sido una traición a su Dios. Así que oró y dio gracias "delante de su Dios, como lo solía hacer antes".
La vida de oración de Daniel no se fundaba en el principio de "gana o desgana", sino en una costumbre conservada y practicada fielmente durante muchos años con disciplina.
Spurgeon lo expresó así con acierto: "La fe de Daniel no fue el resultado de una pasión, sino el fruto de principios profundamente arraigados".

David

Este hombre según el corazón de Dios pudo decir de sí mismo:
(Sal 119:164) "Siete veces al día te alabo a causa de tus justos juicios."
(Salmo 119:62) "A medianoche me levanto para alabarte por tus justos juicios."
(Sal 119:147) "Se anticiparon mis ojos a las vigilias de la noche, para meditar en tus mandatos."
Es triste, pero también hay que decirlo, que David al menos una vez en su vida se apartó de su buena costumbre de buscar a Dios muy de mañana. En lugar de hacerlo se quedó descansando en su cama hasta la tarde. El resto de esta triste historia es bien conocido: debido a ello David se hizo adúltero y más tarde un asesino (2 S 11).

Pedro

Parece ser que Pedro también practicó una vida de oración disciplinada después de Pentecostés, a pesar de que por su temperamento posiblemente no le fuera tan fácil.
En (Hch 3:1) leemos que subió al templo con Juan "a la hora novena, la de la oración".
Unos capítulos más tarde le hallamos de visita en Jope, y posando en la casa de Simón el curtidor "Pedro subió a la azotea para orar cerca de la hora sexta" (Hch 10:9).
Aparentemente Pedro tenía sus tiempos fijos de oración, en los que se iba a algún lugar donde pudiera orar sin ser molestado.

Ejemplos de la historia de la iglesia

La historia de la iglesia está llena de ejemplos de hombres y mujeres que oraban con disciplina, a pesar de sus debilidades y faltas humanas. Por eso es muy instructivo y edificante el estudiar la historia de la iglesia y leer buenas biografías, después del estudio de la Biblia.
Algunos autores han descrito muy bien lo provechoso que es leer buenas biografías:
Juan Piper:
"¡Lea biografías cristianas! El hacerlo le hará salir de sí mismo y le trasladará a otros tiempos y otras vidas, para que pueda ver a Jesús con ojos que se maravillan más que los suyos. Halle a los santos de siglos pasados que estaban llenos de la Biblia, que glorificaron a Cristo y que tenían la mira puesta en Dios, y entonces aprenderá de ellos, cómo se lucha por la alegría". "Las biografías son un buen remedio contra la miopía cultural y el esnobismo temporal".
D. Martyn Lloyd-Jones:
"El mejor método para mantener a raya la inclinación a la altivez en sus predicaciones o en otras cosas que Usted haga o sea, es leer los domingos por la tarde la biografía de algún gran santo."
Seguro que no es una exageración afirmar que las personas que Dios pudo usar para Su honra y para bendición de muchos, eran hombres y mujeres que oraban. Aprendieron en la escuela de Dios a pasar un tiempo intensivo con Dios en oración, antes de todas las demás actividades.
Aquí sólo una pequeña selección de entre el gran número de hombres que oraban con disciplina:
1. John Welch (1570-1622)
De este conocido predicador escocés se cuenta que su ministerio tan bendecido como predicador y pastor era debido a su vida de oración intensa. Una vez comentó: "No concibo cómo un creyente puede pasar la noche entera en la cama sin orar".
Cuando por las noches se levantaba para orar, tenía a mano una manta con la que podía arroparse. Cuando su mujer se quejaba cuando le veía llorando de rodillas en el suelo contestó: "Ah, mujer, tengo la responsabilidad de tres mil almas y de muchas de ellas no sé de qué pie cojean."
Para no molestar por la noche a los vecinos, más de una noche la pasaba orando en su iglesia que se encontraba a las afueras de la ciudad, porque allí podía orar en voz alta sin ser molestado. Cuentan la siguiente anécdota de su vida:
Una noche acudió a su casa un monje itinerante que pedía poder dormir una noche en su casa, lo cual Welch le concedió con gusto. Pero el monje por la noche a penas pudo dormir, ya que un murmullo constante le despertó y asustó. Cuando el monje al día siguiente siguió su camino, se encontró con un campesino que le preguntó donde había pasado la noche. El monje respondió: "Donde el pastor de los hugonotes. Pero me ha sentado mal, porque el diablo vive en su casa; durante toda la noche oí un murmullo constante y estoy convencido de que el hugonote estaba hablando con el diablo."
Cuando el campesino le explicó que lo que había oido era la oración de costumbre del pastor, se asombró no poco, pues hasta entonces era de la opinión que los protestantes no sabían orar. Así que volvió a John Welch y pidió poder alojarse un par de días más. La noche siguiente oyó otra vez el susurro, fue de puntillas hasta la puerta y oyó como Welch oraba fervorosamente a su Dios.
Esta experiencia fue tan convincente para él que a la mañana siguiente le explicó a John Welch que quería hacerse protestante.
2. Juan Wesley (1703-1791)
Este conocido evangelista del avivamiento, ya de niño fue educado por su madre ejemplar para que llevara una vida de disciplina.
Con 85 años recapacitando su vida pasada, pensó el porqué se encontraba tan bien sin sentir cansancio ni al viajar ni al predicar, a pesar de algunas limitaciones en su salud. Entonces escribió en su diario el 28 de Junio de 1788:
"¿Cuál es la razón por la cual yo soy como soy? Sin duda alguna es el poder de Dios quien me capacitó para la obra a la que fui llamado, hasta que a él le agrade que siga adelante; y en segundo lugar, lo debo a las oraciones de sus hijos."
Después consideró si había también medios secundarios que habían contribuido a ello y pensó que a lo mejor era también porque "desde hace más de sesenta años me levanto a las cuatro de la mañana."
3. George Whitefield (1714-1770)
Este amigo de gran talento y compañero de armas de Wesley no se había criado en un hogar cristiano. En una ocasión contó:
"Dios me dé que no olvide que no hace mucho tiempo yo era un borracho común en una taberna y que ahora sería un desgraciado sin apoyo alguno en la vida, si la gracia de Dios no me hubiese arrancado de allí con una fuerza irresistible."
Siendo un joven estudiante sin medios algunos, conoció en Oxford a los hermanos Juan y Carlos Wesley y el "club santo", los primeros "metodistas". En ese tiempo anotó en su diario que de ellos aprendió "a vivir sujetándose a ciertas reglas y aprovechando cada momento, para no desperdiciar el tiempo. Ya sea que comiese o bebiese, yo intentaba hacer todo para la gloria de Dios".
En aquel entonces ni los hermanos Wesley ni Whitefield habían nacido de nuevo. Sin embargo, un despertamiento espiritual se notaba en ellos. Llevaban una vida de disciplina rigurosa. Cada mañana se levantaban a las cuatro para tener un tiempo devocional personal, dos días en semana ayunaban y escribían su diario para su propio autocontrol constante.
Cuando George Whitefield unos meses más tarde se convirtió tras largas y duras luchas espirituales, comenzó a leer largamente en la Biblia con avidez y regularidad y sistemáticamente: "Aparté todos los demás libros y comencé a leer de rodillas las Sagradas Escrituras orando a cada renglón y en cada palabra".
Aquí obtuvo el fundamento para su ministerio posterior como evangelista que incansablemente predicaba el Evangelio a muchas miles de personas en Inglaterra y América, a menudo unas 40 horas a la semana.
En sus dos últimos años de vida, un joven vivía como ayudante en su habitación: Kornelius Winter. Era un niño de nadie que vivía en la calle y Whitefield le sacó de allí y le llevó a Cristo. Después de la muerte temprana de Whitefield a los 55 años, este joven escribió en sus memorias sobre su padre espiritual que conocía muy de cerca:
"Era muy ordenado. Creía que no podía morir tranquilo si no supiese que sus guantes estaban recogidos. Después de las cuatro de la mañana no dormía nunca, y por la noche no se quedaba despierto pasado las diez."
Hasta el final de su vida conservó la costumbre de leer su Biblia de rodillas y orando sobre lo que leía.
4. Georg Müller (1805-1898)
El "padre de los huérfanos de Bristol" era de joven un señorito, un ladrón y estafador. Después de su conversión fue primeramente misionero entre los judíos en Londres y después fue pastor de una iglesia bautista que bajo su influencia se transformó en una "iglesia de hermanos". Finalmente fundó en Bristol sus famosos orfelinatos y otras obras de fe.
Su primer orfelinato ya estaba terminado, cuando en el año 1838 enfermó de gravedad y necesitaba urgentemente un cambio de aires.
Durante ese período leyó "La vida de George Whitefield", una de las numerosas biografías de este predicador del avivamiento. Se asombró de la vida de oración tan disciplinada de este hombre y del hecho de que tenía la costumbre de leer la Biblia de rodillas. Müller escribió entonces en su diario:
"13 de enero. Mucha bendición de la vida de Whitfield. Su gran éxito en la evangelización es evidentemente debido a su rica vida de oración y porque leía la Biblia de rodillas."
"14 de enero. Día del Señor. He continuado leyendo la biografía de Whitefield. Nuevamente Dios ha bendecido mi alma al leer. Hoy pasé varias horas orando y leí y oré sobre mis rodillas sobre el Salmo 63. Si Dios me restaura otra vez, para poder servir nuevamente en el ministerio de la Palabra, quiero que mi predicación sea más que nunca el resultado de la oración seria y de la mucha meditación, y que camine de tal forma con Dios que de mí salgan corrientes de agua viva".
"15 de enero. ¡Cuán fácil es orar cuando Dios da el espíritu de oración! Hoy oré tres horas sobre los salmos 64 y 65. Tú oyes la oración."
Así Dios usó la biografía de Whitefield para fortalecer las convicciones de Georg Müller y para enseñarle la bendición de una vida de oración intensiva. Entonces él también comenzó a leer la Palabra de Dios de rodillas y a pasar temprano por la mañana varias horas en oración y meditando sobre un pasaje de la Biblia. Un año después escribió lo siguiente:
"¿Porqué madrugar tanto? Porque no conviene a un santo perder su tiempo, ya que fue comprado con la sangre preciosa de Jesús, para ponerse a disposición de Dios con todo lo que es y tiene y también con su tiempo. Debemos multiplicar este talento prestado para la gloria de Dios. Para nuestro propio provecho y para bendecir a otros. Además, estar mucho tiempo en la cama debilita el cuerpo, al igual que lo dañamos cuando comemos demasiado. También debilita el alma, porque somos impedidos de orar y de tener tranquilidad espiritual. Pero la persona que antes del desayuno pase dos o tres oras con la Biblia y en oración, ya sea en casa o fuera en la naturaleza, pronto se dará cuenta de la bendición que es, tanto para el hombre exterior como para el interior."
A.T. Pierson, uno de sus biógrafos, escribió de él:
"Desde los días de John Wesley, posiblemente ningún hombre, aún con largos años de vida, haya obrado tanto como Georg Müller, y con todo, ha habido pocos que se hayan retirado tan a menudo y por tanto tiempo para orar como él."
5. Robert C. Chapman (1803-1902)
Fue un buen amigo de Georg Müller. Fue conocido también fuera de Inglaterra por su similitud con Cristo y le llamaban "el apóstol del amor". A las nueve en punto solía decir "buenas noches" para luego levantarse por la mañana a las tres y media. Junto a su cama había una bañera en la que tomaba un baño con agua fría, para después pasar unas siete horas orando y estudiando la Biblia. Su biógrafo escribe de él:
"Robert Chapman realizaba cantidades de trabajo increíbles, pero sin nerviosismo. Su vida era como el fluido constante de una corriente enorme que es mucho más efectiva que un arroyo que corre bulliciosamente."
Estos pocos ejemplos de entre el gran número de hombres y mujeres de la historia de la iglesia que oraban, están ahí para hacernos ver el valor de una vida de oración disciplinada. Y también nos deben animar a poner la oración en el lugar que se merece en la lista de nuestras ocupaciones y prioridades. Debemos dar más lugar a la oración en nuestra planificación diaria.

Comentarios

República Dominicana
  Ingrid Gil  (República Dominicana)  (11/07/2024)

Anhelo volver a mi oración con Dios, perdí el hábito cuando crecí;por más que oro ,no es lo mismo cuando yo era una niña y adolescente eso me duele en mi alma. 😭😭😭😭

Venezuela
  Juan  (Venezuela)  (20/11/2023)

Excelente ! Dios nos permita imitar a esos hombres de ferviente oración.

Argentina
  Viviana Blanco  (Argentina)  (11/08/2023)

Hermoso y fortalecedor estudio. He sido inspirada a través de éste, para priorizar la oración en mi vida. Dios les bendiga

El Salvador
  Salvador Antonio Vasquez  (El Salvador)  (17/04/2022)

El titulo dice: hombres y mujeres de oración,
pero al leerlo solo mencionan hombres, me parece que el artículo es incompleto.

Colombia
  Ana Lucia Perez Martinez  (Colombia)  (28/10/2020)

La fe se fortalece teniendo en cuenta los grandes hombre como Jesús, Daniel, Elías... pero quiero seguir leyendo, empecé con ese temas hombre y mujeres de oración.

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