Saltar al contenido

Estudio bíblico: Establecimiento de iglesias durante el primer viaje misionero de Pablo - Hechos 14:1-28

Autor: Ernestro Trenchard
Reino Unido
Resultado:
Votos:
4
Visitas:
10349

Establecimiento de iglesias durante el primer viaje misionero de Pablo (Hechos 14:1-28)

Consideraciones geográficas

Una mirada a un mapa bíblico orientará al estudiante sobre la posición de la ciudad de Iconio con respecto a Antioquía de Pisidia. Los misioneros, al alejarse de Antioquía, donde por el momento se había terminado su obra, seguirían la carretera romana en dirección este-sudeste, evitando aquella otra que les habría llevado directamente a Listra en dirección sudeste. Iconio (modernamente "Konia") era también un centro militar romano por la misma razón que Antioquía: por hallarse en un punto estratégico de la carretera principal que atravesaba el corazón de Asia Menor desde el Oriente al Occidente. Más tarde, bajo el emperador Adriano, había de ser reconocida como colonia romana.
Los testimonios antiguos sobre las relaciones regionales y étnicas de Iconio son algo confusos, pero hoy en día los eruditos creen que de hecho pertenecía a Frigia (dentro de la provincia administrativa de Galacia en la época que tratamos) a pesar de que algunos autores clásicos la situaban en Licaonia por hallarse próxima a las fronteras de dicha región. Inscripciones en lengua frigiana que se han hallado sobre el terreno determinan la cuestión, y Lucas mismo presenta a los misioneros como huyendo de Iconio en dirección a "Listra y Derbe, ciudades de Licaonia", lo que confirma la diferencia que acabamos de apuntar.
Sin llegar a la importancia de Antioquía, Iconio no dejaba de ser un centro importante, tanto militar como comercialmente, hallándose allí una numerosa colonia de judíos.
Lucas presenta a Antioquía y su comarca, Iconio (sin mención de su comarca), Listra y Derbe con su comarca, como distritos administrativos dentro de la parte sur de la provincia romana de Galacia, que ofrecían campos de trabajo aptos para los misioneros; allí evangelizaron, fundando iglesias que luego habían de extender el Evangelio por los contornos. El hecho de que Lucas nada dice de la evangelización de un distrito alrededor de Iconio no indica que la iglesia no cumpliera su función como antorcha dentro de su región, pues selecciona casos típicos, dejando que el lector infiera que el desarrollo de la Obra fuese análogo en otros centros. Tanto el distrito alrededor de Antioquía como el de Listra y Derbe se conocían como comarcas oficiales ("partidos"), señaladas por los romanos a los efectos de su administración. Sir William Ramsay cree que Pablo, ciudadano romano, criado en Tarso, conocido centro de cultura helenista, sólo quería evangelizar dentro de tales áreas organizadas por Roma. Cita el hecho de que el apóstol vuelve atrás al llegar a la parte de la región de Licaonia que caía dentro del reino de Antíoco (rey protegido por Roma). Ya hemos considerado a Pablo de Tarso como el hombre mejor preparado para presentar el Evangelio al mundo grecorromano que tan bien conocía, pero es posible que Ramsay exagere la importancia que Pablo concediera a su ciudadanía romana, ya que la daba a conocer sólo cuando importaba mucho hacerlo para la defensa o el adelanto de la Obra. Los términos de su autobiografía en (Fil 3:4-7) se limitan a su estirpe israelita, a su celo como fariseo por las tradiciones de sus padres y a su cumplimiento externo de la Ley. Un rabino fariseo, por mucho que conociera el mundo grecorromano, siempre lo tendría por enemigo, de modo que no podemos deducir de los movimientos de Pablo más que la aplicación de su sabia táctica al aprovechar las facilidades que le prestaban las rutas romanas, la medida de orden que prevalecía bajo su régimen —muy relativa desde ciertos puntos de vista— y el hecho de hablarse el griego por personas más o menos educadas en los pueblos y poblaciones de alguna importancia del Este del Imperio. Es natural que evitara pueblos escondidos, sin importancia estratégica, donde los habitantes no entenderían más que su idioma local; éstos podrían ser evangelizados por los convertidos de los centros importantes. Pero no hemos de confundir móviles que atañían a su plan estratégico con otros de orden sentimental o de predilección personal, ya que Pablo, como apóstol, se sentía deudor a "griegos y a no griegos a sabios y a no sabios", sin dejar de anteponer, siempre que le fuese posible, los derechos primordiales de los judíos a los de los gentiles (Ro 1:13-16).
El viaje de regreso por la ruta anterior —en lugar de atravesar la sierra del Tauro por el puerto llamado "las Puertas de Cilicia", cerca de su ciudad nativa de Tarso—, obedeció a la necesidad de confirmar las iglesias ya fundadas, según veremos en su debido lugar, de acuerdo con un propósito que se destaca a través de toda su obra misionera.

La obra en Iconio (Hch 14:1-6)

En la sección anterior pudimos apreciar el detalle de la obra típica que realizaron los misioneros en la Antioquía de Pisidia, y muy especialmente el cuidadoso resumen que Lucas presenta del mensaje de Pablo en la sinagoga. El historiador no estuvo presente personalmente en aquella ocasión, pero se ve claramente que consideraba la entrada del Evangelio en Antioquía, con la formación allí de una iglesia de creyentes sacados tanto del judaísmo como de la gentilidad, como un hito importante de las jornadas del apóstol, de cuyos labios —o apuntes— recibiría la exacta y detallada información que luego plasmó en su relato. Lucas ya supone que el lector estará al tanto de los métodos de Pablo, lo que le permite abreviar los relatos sucesivos, además de omitir toda referencia a campañas que habrían podido ser igualmente importantes si se piensa en el número de almas convertidas y de iglesias fundadas, pero que no revelaron ninguna norma nueva ni ilustraron la marcha del Evangelio hacia Roma.
1. Unos comienzos fructíferos (Hch 14:1)
De nuevo el testimonio se inicia en la sinagoga, por las mismas razones que ya consideramos en el caso de Antioquía. ¡Cuánto esforzado trabajo y cuánto denuedo frente a la inevitable oposición judaica se hallan implícitos en la sencilla frase: "Y hablaron de tal modo que creyó una gran multitud, así de judíos como de griegos"! Sobre todo la expresión "de tal modo" señala la operación del Espíritu Santo por medio de los mensajeros que anunciaron el Evangelio como "potencia de Dios para todo aquel que cree".
2. Oposición, perseverancia y señales (Hch 14:2-3)
Podemos suponer que el "denuedo" de los misioneros se necesitaba desde el principio frente a la oposición normal a la predicación del Evangelio de Cristo en la sinagoga, pero Lucas subraya en (Hch 14:2) un movimiento organizado por los judíos incrédulos ("refractarios" o "recalcitrantes" da el sentido mejor) con el fin de excitar y enconar los ánimos de los gentiles, no sólo contra lo que llamarían "doctrinas heréticas", sino contra los hermanos mismos, que sin duda sufrían las consecuencias de la ola de persecución en sus cuerpos y sus circunstancias.
El principio de (Hch 14:3), "por tanto se detuvieron allá bastante tiempo", tiene su lógica espiritual a pesar de que algunos eruditos no ven la relación con el versículo anterior. Nosotros habríamos dicho: "A pesar de la persecución permanecieron allí bastante tiempo", pero Lucas escribe desde el punto de vista divino, viendo que tanto la bendición como el movimiento de fiera oposición podrían determinar la prolongación de la estancia de los siervos de Dios hasta que hubiesen terminado su jornada de trabajo en Iconio. La Palabra se extiende por diversos medios, y lo importante es poder discernir el tiempo para quedar o el momento de huir.
Hallamos aquí una de las pocas notas sobre los milagros realizados por Pablo y sus compañeros. Ellos seguían hablando con denuedo y "el Señor... daba testimonio a la Palabra de su gracia, concediendo que se hiciesen por las manos de ellos señales y prodigios". Al meditar en el ministerio de Pedro y de sus colegas en Jerusalén hicimos ver que "épocas milagrosas" suelen producirse con el fin de armar a los siervos de Dios de credenciales y de poder frente a las potencias enemigas que quieren estorbar la entrada de la Palabra. Es natural, pues, que Dios concediera señales de sanidad en Iconio —es de suponer que los prodigios fuesen curaciones—, para que sus siervos pudiesen hacerse fuertes contra la campaña de odio y de calumnia que los judíos refractarios habían levantado en contra suyo. Al mismo tiempo las curaciones ilustraron la "Palabra de gracia", tan diferente de la caricatura de ella que presentarían los judíos a las autoridades. Los milagros pueden constituir "las señales de un apóstol" (2 Co 12:12), pero siempre en combinación con la Palabra, que es válida por sí misma, si es acompañada o no por ilustraciones milagrosas.
3. División, un complot y una huida (Hch 14:4-7)
Por una parte, la maliciosa campaña de los enemigos producía sus tristes efectos de cerrar oídos a la Palabra y de excitar los ánimos en contra de los misioneros y los hermanos; por otra, la misma Palabra, reforzada por medio de obras de gracia, llegaba a los corazones y convertía las almas. Una vez más se cumplió la penetrante predicción del Maestro: "¿Pensáis que he venido para dar paz en la tierra ? Os digo: No, sino disensión. Porque de aquí en adelante, cinco en una familia estarán divididos, tres contra dos, y dos contra tres..." (Lc 12:51-52). O la luz ha de prevalecer del todo, o las tinieblas han de ahogarla totalmente, o ha de haber división entre quienes reciben la Luz y quienes prefieren quedar en las tinieblas. Tal fue el caso en Iconio, y comentándose el Evangelio ya por toda la ciudad —la persecución es a veces buena propaganda—, "unos estaban a favor de los judíos (los incrédulos) y otros a favor de los apóstoles". Sacamos la impresión de que la división afectó a todos los estratos de la sociedad de Iconio.
Podemos suponer que los judíos de Antioquía habían enviado agentes para coordinar la oposición de las colonias judaicas en contra de los misioneros, como lo hicieron más tarde en Listra. Sea ello como fuere, tanto los judíos incrédulos como los gentiles tomaron parte en un complot que tuvo por finalidad afrentar y apedrear a la compañía apostólica. La mención de los gobernantes aquí y la insinuación de que se pensaba en la muerte por lapidación parece indicar que los judíos habían formulado una acusación de blasfemia ante sus propias autoridades de la sinagoga, esperando que fuese admitida por los gobernantes gentiles, quienes no habrían podido prestar su apoyo a un mero movimiento hostil de la turba con miras a un linchamiento.
Hay épocas en que los siervos de Dios han de mantener su testimonio en determinado lugar sin moverse y hay otras en que la oposición produce tanta confusión y cierra tan herméticamente las puertas, que lo más sabio es huir: no para salvar la piel, sino para seguir testificando en otros lugares donde quedan puertas abiertas. De nuevo es el mismo Señor de la mies que señala las tácticas a seguir: "Sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas... cuando os persigan en esta ciudad, huid a la otra..." (Mt 10:16,23).
Los apóstoles, avisados en cuanto al peligroso complot que los enemigos urdían, salieron a tiempo por la carretera del Sur, en dirección a Listra, dejando Frigia y pasando a la región de Licaonia, en la parte que se administraba directamente por los romanos.

El testimonio en Licaonia (Hch 14:6-21)

1. Los misioneros en Listra (Hch 14:7)
La curación del hombre impedido en Listra, con sus dramáticas consecuencias, ocupa la mayor parte de la porción que tenemos delante y absorbe la atención del lector; pero la sencilla frase: "y allí predicaban el Evangelio", o "seguían predicando el Evangelio", resume todo aquello que Lucas no tiene por qué detallar, ya que puede entenderse que el desarrollo de la obra en Listra seguiría más o menos el patrón de Antioquía y de Iconio. El hecho de ser Listra una población de importancia comercial, y teniendo en cuenta que los judíos en Antioquía pudieron ejercer allí considerable influencia (Hch 14:19), nos hace pensar que existía allí una colonia judía con su sinagoga correspondiente. En tal caso, hemos de suponer un período de predicación que empezaría dentro de la sinagoga y que luego saldría fuera de ella, sea por necesidad, sea por el propósito fijo de los apóstoles, dando lugar a la formación de una iglesia importante, con su presbiterio y sus dones proféticos, según se echa de ver posteriormente cuando Timoteo fue encomendado a la Obra del Señor precisamente por la iglesia de Listra (Hch 16:1-3) (1 Ti 1:18) (1 Ti 4:14) (2 Ti 1:14) (2 Ti 3:10-15).
El milagro se realizó a la vista de las gentes, lo que nos hace suponer que Pablo había hallado oportunidades para testificar en la plaza. El hombre mismo —que podría o no ser un mendigo—, había oído la Palabra hasta el punto de tener fe para ser sano.
En un momento de excitación los habitantes de Listra dieron sus gritos "en lengua Licaonia" (Hch 14:11), pero no hemos de suponer que nadie hablara el griego allí. Se trata de unas condiciones lingüísticas algo complejas. Los licaonios hablarían su propio idioma entre los suyos siempre, pero los más educados o quienes habían viajado o hecho negocios serían bilingües, expresándose con más o menos facilidad, según su cultura y sus contactos anteriores, en el idioma griego, tan extendido por toda la parte oriental del Imperio. Los misioneros, pues, podían desarrollar una extensa labor valiéndose del griego, pero tropezaban a veces con la dificultad de hallarse en una región donde se hablaba con preferencia un idioma que desconocían.
2. El milagro de sanidad (Hch 14:8-10)
Si no todos los licaonios entendían los mensajes de los misioneros, que pronunciaban en griego, todos pudieron comprender algo de la potencia que se echó de ver en la "señal", cuando el hombre cojo fue restaurado hasta el punto de poder ponerse de pie de un salto y empezar a andar. Es verdad que muchos interpretaron la señal en términos de sus falsas tradiciones idolátricas, pero no hemos de suponer que no hubo nadie en la ciudad que no viera la relación entre el mensaje de los siervos de Dios y la obra de gracia y de poder que efectuaron.
Muchas veces se han señalado los puntos de semejanza entre este milagro de sanidad y aquel que obró Pedro en el Nombre de Jesús delante de la Puerta Hermosa del Templo (Hch 3:1-8), y hemos hecho breve referencia a las teorías que suponen que Lucas se esforzaba por poner a su héroe, Pablo, a la altura de Pedro, reduplicando las circunstancias y las victorias de éste en las experiencias y obra de Pablo. Admitimos que existe un paralelismo, pero lo hallamos muy natural, ya que los dos siervos de Dios actuaban como apóstoles, bien que en distintas esferas, siendo su mensaje igual como también el poder de Dios que en ellos operaba. Si uno u otro se diera cuenta de que fuese la voluntad de Dios que sanara a un cojo, las circunstancias tendrían que ser, sobre poco más o menos, iguales. En los casos de referencia se recalca el estado desesperado del paciente frente a la ciencia médica de aquellos tiempos, llamando Sir William Ramsay las tres frases de Lucas aquí "tres golpes de martillo": "...cierto hombre imposibilitado de los pies..., cojo de nacimiento..., que no había andado jamás...". Los dos apóstoles fijan su vista en el enfermo, empleándose el mismo verbo griego en los dos casos. Aquí, sin embargo, se hace mención especial de la fe del cojo, que hace posible su sanidad: lo que se supone en el caso del impedido en el Templo, pero que no se hace constar. El mandato, "¡Levántate!" es igual, como es natural, pero no se nota que Pablo diera la mano al cojo, y no hace uso de la frase "en el Nombre de Jesús de Nazaret": de gran efecto en el caso del sanado por Pedro, pues suscitaría el recuerdo de tantas obras de sanidad realizadas por Jesucristo en Israel. Los dos se hallan completamente sanados, bien que la descripción es más expresiva en (Hch 3:7-8).
No hace falta repetir lo que ya se ha expuesto sobre el valor y la función del ministerio de las obras de poder, y remitimos al lector a las notas sobre (Hch 5:12-16) (Hch 8:6-7) (Hch 14:3).
3. La reacción de los licaonios (Hch 14:11-13)
"Demasiado éxito" tuvo la señal, pues la gente que la había presenciado, al ver al cojo de nacimiento levantarse y andar normalmente al mandato de uno de los dos forasteros, ambos de porte distinguido, llegaron a la conclusión que los dioses se habían dignado visitar su ciudad, siéndoles más fácil llegar a tal suposición por cuanto eran politeístas, pareciéndose mucho los dioses del panteón griego (aceptado con modificaciones por los habitantes de Frigia y de Licaonia) a seres humanos, de iguales pasiones pero con poderes extraordinarios. Todos los comentaristas recuerdan una leyenda que se transmitía precisamente en aquella región sobre una visitación en forma humana de los dioses Zeus y Hermes (llamados Júpiter y Mercurio por los romanos), quienes, después de haber sido rechazados bruscamente por los habitantes en general, hallaron una acogida cortés en el hogar de un buen matrimonio llamado Filemón y Baucis. La simpática historia ha llegado a ser parte del patrimonio literario mundial por hallar eco en "Las Metamorfosis", de Ovidio. No sólo eso, sino que los arqueólogos han hallado santuarios en Licaonia dedicados precisamente a aquellos dioses conjuntamente, todo lo cual viene a demostrar que el ambiente religioso de Listra se prestaba admirablemente a fomentar la ilusión de que Zeus y Hermes hubiesen descendido allí en semejanza de hombres. Nos sale al paso otra prueba de la exactitud de Lucas como historiador, pues, ¿quién habría podido combinar tantos elementos fieles al color local de un distrito no muy conocido si no se basara su relato sobre información que correspondiera exactamente al lugar y al momento que describe?
Zeus era "padre de los dioses", cuya autoridad residía más bien en su propia persona, servida por otras divinidades inferiores como Hermes, mensajero de los dioses, patrón del comercio y de la elocuencia. Los listrianos, ilusionados por la idea de una visitación divina, consideraban que Bernabé, de porte sobrio y más callado que Pablo —según se supone— sería Zeus, mientras que el apóstol, siempre activo y elocuente, había de ser Hermes. No parece ser que en lo físico Pablo reflejara mucho de la hermosura de la célebre estatua de Hermes por Praxíteles, pero una multitud, excitada por una ilusión, no había de fijarse muy detenidamente en las facciones de su "dios".
4. El intento de ofrecer sacrificios a los misioneros (Hch 14:13-14)
A la entrada de la ciudad se hallaba un templo dedicado precisamente a Zeus, cuyo sacerdote (o sacerdotes) vio la posibilidad de sacar buena partida de la imaginada "visitación", sin importarle demasiado quizá que fuese verdadera o supuesta con tal que diera fama al santuario y que aumentara las contribuciones de los devotos de Zeus. Él mismo, pues, tomó la iniciativa de traer toros, adornados con las guirnaldas de rigor, a fin de ofrecer sacrificios a los "dioses".
Es de suponer que Pablo y Bernabé tardaran algo en reaccionar por no entender los gritos en la lengua licaonia, no echando de ver el significado de tanto vocerío y movimiento hasta serles indicado que se colocasen convenientemente para el acto del sacrificio. Como buenos hebreos, quedaron horrorizados ante el intento de implicarles en un acto blasfemo y rasgaron sus vestidos en un dramático gesto de protesta y de dolor. Lejos de subir a algún estrado, se lanzaron en medio del pueblo para dirigirles la palabra como hombres entre otros hombres. La multitud y los sacerdotes paganos quedarían desilusionados, pero tuvieron que escuchar el mensaje de quien no era Hermes, supuesto mensajero de dioses creados por la imaginación de los hombres, sino el apóstol de Jesucristo, Dios manifestado en carne.
5. El mensaje de Pablo a los licaonios (Hch 14:14-18)
Es seguro que, en un momento de crisis, Pablo actuaría como portavoz de los dos siervos de Dios, resultando ser bastante más difícil su cometido que el de Pedro en los atrios del Templo después de la curación del cojo allí; además de la dificultad de que no todos entenderían bien el griego, los listrianos carecían de toda idea del Dios único y omnipotente revelado por medio del Antiguo Testamento. Pedro pudo hablar del Dios de Abraham, seguro de despertar olas de simpatía y de comprensión en su auditorio; pero Pablo había de proclamar al Dios verdadero frente a idólatras ignorantes y atrasados, que ni siquiera habían tenido la preparación filosófica que facilitó en algo la tarea de dar a conocer a Dios más tarde ante los sabios atenienses del Areópago. Su discurso —muy abreviado aquí por supuesto— es una maravilla de adaptación, y resulta ridícula la crítica de que no llega hasta presentar el Evangelio. Como introducción a posibles mensajes posteriores, Pablo no pudo hacer otra cosa sino aprovechar el intento de sacrificio como trampolín para presentar la idea fundamental de un Dios creador, el Dios que era Fuente de los bienes que disfrutaban los licaonios: conceptos que podían revestirse de algún significado aun tratándose de personas tan limitadas y extraviadas en cuanto a lo religioso y lo espiritual.
a) El preámbulo del mensaje (Hch 14:15). "varones... ¿por qué hacéis esto? Nosotros también somos hombres semejantes a vosotros". Hacía falta deshacer primero la idea de una visitación de unas divinidades por recalcar que los predicadores eran hombres de igual naturaleza que los licaonios, siendo por lo tanto sacrílego el acto de culto que querían ofrecerles y una ofensa contra el Dios verdadero que habían de proclamar.
b) Hombres con un mensaje (Hch 14:15). No eran dioses, pero sí mensajeros encargados de una proclamación divina, que tuvo por tema la necesidad de volver las espaldas a las "vanidades" —término netamente antiguo testamentario al aplicarse a la nulidad de los dioses falsos— y buscar al Dios vivo y verdadero.
c) El mensaje del Dios viviente y Creador (Hch 14:15). Pablo solía ser prudente en sus predicaciones, evitando el peligro de herir las susceptibilidades de los devotos de los sistemas de idolatría, aun odiándolos —compárese el testimonio del escribano de Éfeso (Hch 19:37)—, pero no por eso dejaba de declarar la falsedad de los dioses "muertos" al dar a conocer el poder y la gloria del Dios viviente "que hizo el cielo y la tierra y la mar y todo lo que en ellos hay". Habla como para niños, recalcando las diferentes esferas de la obra creadora del Dios único, que no tiene rival en ningún sector de la Creación. Tal concepto fue una novedad para los paganos, quienes siempre consideraban que diferentes dioses controlaban distintas zonas y esferas del universo, disponiendo de las fuerzas con ellas relacionadas. La proclamación del Dios verdadero constituía un "evangelio": buenas nuevas de la posible liberación de "la esclavitud bajo los rudimentos del mundo" (Ga 4:3) (Col 2:20). La manera de la liberación quedaba para explicaciones posteriores.
d) El mensaje del Dios bondadoso y Dador (Hch 14:17). ¿Qué terreno común podía el apóstol hallar entre los términos de su divino mensaje y la comprensión de los ignorantes idólatras de Listra? Su ciudad era centro de amplias áreas agrícolas, que producían los frutos normales del Oriente Medio, ordenándose mucho de la vida de sus habitantes por la sucesión de las estaciones y las temporadas de las diferentes cosechas. "...si bien no se dejó a sí mismo sin testimonio, haciendo bien, dándonos lluvias del cielo y tiempos fructíferos, llenando de sustento de alegría nuestros corazones". La antigua religión de Licaonia era una versión de la tan extendida y horrenda "religión de la naturaleza", cuyos ritos de fecundidad rebajaban la dignidad de la mujer y destrozaban la vida del hogar. Frente a esta degradación del significado de la naturaleza, Pablo ofrece la revelación de un Dios Creador, que manifiesta sus buenas providencias en el campo, manteniendo los intrincados factores que hacen posible la vida del hombre en la tierra.
e) El mensaje del Dios de la paciencia (Hch 14:16). Dios mantuvo su "testimonio" en la tierra por medio de las lecciones primordiales de sus obras (Ro 1:19-20); por los impulsos de la conciencia que discernía el bien y el mal, siquiera en sus líneas generales (Ro 2:14-15) (Ro 2:7-10); por sus amplias providencias al ordenar las esferas y los tiempos de los hombres (Hch 17:26-27); por conceder los bienes de la Naturaleza como se nota en (Hch 14:17); por despertar los profundos anhelos de los hombres que contemplaban todas sus providencias con el fin de que buscasen la gloria, la honra, la inmortalidad y la vida eterna (Ro 2:7-11). Con todo, no hubo intervención directa durante las generaciones anteriores al mensaje del apóstol, dejando Dios que los hombres siguiesen sus propios caminos, a la débil luz (fuera de Israel) de su revelación general que sirvió para que los hombres siquiera "palpando, puedan hallarle" (Hch 17:27). La "filosofía de la historia" aquí y en el discurso frente al Areópago es idéntica, aunque simplificada en este lugar como conviene a la sencillez y la ignorancia de los oyentes.
f) El mensaje del Dios que llama a la conversión (Hch 14:15). Habríamos esperado que Pablo terminase recalcando el fin de los tiempos de paciencia y del aparente descuido, haciendo un llamamiento al arrepentimiento, ya que Dios había señalado el día de salvación y de juicio en Cristo. Pero no llega ni al tema del Hombre designado por Dios como Juez como en el mensaje frente al Areópago, quizá porque notaba señales de una falta absoluta de comprensión de parte de quienes se molestaban al ver cómo se desvanecía la esperanza de una "visitación celestial", que habría llevado implícita en sí una promesa de bienes materiales tanto para el Templo de Júpiter como para los listrianos en general. Hubo dificultad en persuadir a las gentes que desistiesen de su intento supersticioso, y sin duda quedaron desilusionadas y desorientadas, no sabiendo qué hacer con "dioses" que no querían serlo. Sospechamos que la reacción posterior en contra de los apóstoles se motivó en gran parte por esta desilusión, como también por las maniobras del sacerdote que se veía defraudado de sus esperanzas de pingües beneficios.
6. El "dios" de ayer es apedreado hoy (Hch 14:19-20)
Los judíos de Antioquía tuvieron que andar unos 150 kilómetros para "meter baza" en los asuntos de Listra. La llegada de la embajada hebrea evidencia el contacto íntimo entre las colonias judaicas y apoya nuestra tesis de que los apóstoles habían efectuado una labor considerable en Listra antes del milagro, tanto en la sinagoga como fuera de ella. No podemos fijar el período de tiempo que mediara entre el intento de adoración y el cambio radical en la actitud de la multitud. Lucas abrevia dentro del compás de unas cuantas palabras procesos que necesitaban su tiempo de incubación, con el fin de pasar rápidamente a los factores significativos que quería subrayar. Psicológicamente la reacción no es tan extraña como parece, pues se trata de multitudes inestables, fácilmente movidas por estímulos de orden sentimental; patriótico o material. En Listra muchos habían oído y aceptado la Palabra de Dios, pero las meras "multitudes", que habían sufrido el desengaño de ver rechazado su entusiasta e ignorante culto, se prestaron a los manejos de unos demagogos que supieron tocar los resortes más adecuados para sus fines. Los judíos de Antioquía obrarían seguramente a través de sus compatriotas de Listra, conocedores del ambiente, y quizás hallasen un extraño aliado en el desengañado sacerdote del templo de Júpiter.
Con notable brevedad —tan distinta de la prolijidad encomiástica de las martirologías del siglo siguiente—, Lucas nota que los judíos que habían venido con el intento de estorbar la obra apostólica tuvieron notable éxito en lo externo, ya que persuadieron fácilmente a las gentes a que apedreasen a aquel que hacía poco querían adorar como dios. No sabemos cómo se libró Bernabé. El hecho de que Pablo fuese apedreado significa o que los judíos persuadieron a las autoridades gentiles de que el asunto caía dentro de su jurisdicción, o que las autoridades se hacían ciegas frente a un acto de linchamiento en el que el apóstol fue gravemente herido por pedradas en la plaza pública. Lucas nota que el cuerpo, que suponían cadáver ya, fue arrastrado fuera de la ciudad, lo que apoya más bien la segunda hipótesis. Al redactar la 2 Epístola a los Corintios, Pablo nota este atropello como la única ocasión en que fuese apedreado (2 Co 11:25); sin duda se incluye también entre las "persecuciones y padecimientos" que sobrevinieron al apóstol en Listra y el distrito según el conocimiento personal de Timoteo (2 Ti 3:10-11).
7. Pablo recibe ayuda de Dios y sigue su camino (Hch 14:19-20)
La veleidad, crueldad e indiferencia de los listrianos no son excepcionales, sino comunes a todos los sistemas paganos. Apedrearon al hombre que no les había hecho sino bien y por medio de quien se había manifestado la potencia de Dios. No contentos con ello, arrastraron el magullado cuerpo fuera de la ciudad, donde lo dejaron por muerto, lo que, en su intención, significaba que quedaría a la merced de los chacales y de los buitres, los enterradores de los pobres y de los ajusticiados en aquellos tiempos del auge de la civilización romana. Hechos acontecidos recientemente en países paganos, a mediados de este siglo XX, demuestran que el "corazón" del paganismo es siempre igual, quedando patente que tantos de los beneficios de la civilización occidental manan directa o indirectamente del cristianismo.
La multitud se fue, para celebrar el suceso del día en las tabernas con chistes y excesos de vino. Pero "los discípulos rodearon a Pablo", con deseos de serle de ayuda si quedara en él alguna chispa de vida, o de darle un entierro cristiano si había fallecido bajo los terribles impactos de las piedras. No hacía falta ni el entierro ni los cuidados especiales, pues Pablo, que no había muerto, pudo levantarse y entrar (de noche quizá) en la ciudad. No se trata de un milagro de resurrección, pero sí de una intervención milagrosa por la cual Dios reanimó a su siervo físicamente, pues normalmente tal experiencia, tanto por los efectos de las pedradas como por el "shock" nervioso, habría determinado meses de enfermedad. Lucas no hace mención ni del asombro de los hermanos ni de sus exclamaciones, sino que añade sencillamente: "y al día siguiente salió con Bernabé para Derbe". Habría sido un viaje bastante largo aun para un hombre en la plenitud de sus fuerzas, pero Pablo, por el suministro de la gracia especial de Dios, lo realizó después de un cruel apedreamiento. Aquel día también Pablo habrá oído la voz del Señor diciéndole: "Bástate mi gracia: mi poder se perfecciona en la debilidad".
8. La obra en Derbe (Hch 14:21)
Según sus normas de redacción, Lucas abrevia la descripción de obras que se parecen a otras anteriores del mismo viaje. Derbe era ciudad fronteriza en el límite del distrito de Licaonia galática, cerca del moderno pueblo turco de Zosta. Sabemos por un solo versículo que los apóstoles predicaron el Evangelio y que hicieron muchos discípulos allí: que viene a ser la verdadera traducción, y no "y enseñaron a muchos". Suponemos, pues, que se observó el orden de siempre: la entrada en la sinagoga, el interés y la conversión de bastantes judíos y temerosos de Dios, la extensión de la obra a los gentiles, seguida por la oposición de judíos incrédulos. Pero quedaron "los discípulos", formando otra iglesia cristiana en una ciudad fronteriza situada en la gran ruta del Oriente al Occidente, levantando la antorcha de su testimonio en medio de las densas tinieblas del paganismo circundante.

El viaje de regreso (Hch 14:21-28)

Ya hemos hecho constar nuestro criterio de que si Pablo y su compañía hicieron un alto en Derbe, volviendo luego por la misma ruta que acababan de andar, no fue por falta de deseos de predicar en el Reino de Antíoco —estado bajo la protección de Roma pero no administrado directamente por la metrópoli—, sino por la necesidad de confirmar las iglesias nacientes y proveer para su gobierno como elemento constante en toda la estrategia misionera del apóstol.
1. La visita de confirmación a Listra, Iconio y la Antioquía pisidiana (Hch 14:22-23)
Lucas no necesita detallar las visitas a las tres principales iglesias fundadas por separado, ya que los siervos de Dios se dedicaron a la misma obra en las tres:
a) Corroboraron los ánimos de los discípulos (Hch 14:22). No se implica que los apóstoles notaran ninguna debilidad especial, pues ya hemos observado la madurez de estas iglesias de Frigia y de Licaonia, ganada en la escuela de la aflicción. Lo que se destaca es una etapa necesaria en la vida de todo creyente y de toda iglesia local: la de la confirmación de la obra iniciada por la predicación del Evangelio, y que se lleva a cabo mediante la alimentación espiritual y los primeros ejercicios de niños en Cristo. El futuro desarrollo de la vida de una iglesia se determina en gran parte por las experiencias de los primeros meses de su existencia, y de modo análogo la vitalidad del creyente depende en gran parte de las enseñanzas y ejemplos que recibe durante el período que sigue su conversión. Los gozosos comienzos tienen que confirmarse, o establecerse, iniciando la transición desde el entusiasmo de los primeros tiempos hasta la madurez y el discernimiento espiritual que deben caracterizar las épocas sucesivas. Los medios normales son la exhortación, la enseñanza de la Palabra, la compañía de los santos, que debe proveer buenos ejemplos de lo que ha de ser la vida cristiana.
b) Exhortaban a la perseverancia en la Fe, especialmente en vista de que "es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el Reino de Dios" (Hch 14:22). La Fe aquí puede escribirse con mayúscula por tratarse de la totalidad de la doctrina cristiana, en la que los hermanos habían de perseverar a pesar de la presión de muchas tribulaciones. Los siervos de Dios de la época apostólica no sabían nada de los derechos que conceden los estados democráticos a todas las creencias, ni de la protección que otorgan a las tales con tal de que no ofendan contra el orden moral o propaguen ideas subversivas. El nuevo reino de luz había de establecerse en medio del reino de tinieblas, el de Satanás, y el Señor mismo había anunciado que el resultado, hasta el triunfo final, sería "espada" y no "paz". Si un cristiano no sufre nada en absoluto por su Fe, bien puede preguntarse si de verdad mantiene un testimonio eficaz en el mundo que rechazó fulminantemente a su Señor, porque "el discípulo no es mayor que su Señor", y no puede ni debe esperar que pueda zafarse de las aflicciones que se acumularán sobre quien primero abrió el Camino. Desde luego la frase aquí no significa que las aflicciones sean el medio por el cual entramos en el Reino, al que se entra por la única puerta de la sumisión de la fe; pero la oposición del mundo contra quien busca el Reino es tal, que "sufre violencia, y los valientes lo arrebatan" (Mt 11:12).
c) Constituyeron ancianos en cada iglesia (Hch 14:23). Ya hemos leído de los "ancianos" ("presbuteroi") de la iglesia en Jerusalén, y se supone que el gobierno de comunidades locales por medio de hermanos destacados pasó con mucha naturalidad de las sinagogas a las iglesias cristianas, pero con importantes diferencias en cuanto a las calificaciones de los guías, pues los ancianos cristianos se distinguen por los carismas que reciben del Espíritu Santo y por las obras que a ellos corresponden. Los mismos servidores de la iglesia se llaman "obispos" (episcopoi = sobreveedores), término griego que señala la vigilancia de los ancianos en bien de la congregación frente a los peligros de afuera y de adentro. El uso del término "pastores" no es tan frecuente, pero un estudio de (Hch 20:17,28) con (1 P 5:1-4) establece la identidad entre "ancianos", "sobreveedores" y "pastores", recalcando la primera designación su madurez espiritual (no han de ser neófitos); la segunda, su labor de "vigilar", y la tercera, su obligación de cuidar y pastorear la grey.
d) El modo del nombramiento de los ancianos (Hch 14:23). Se han sacado varias deducciones del verbo "cheirotoneo" (nombrar o designar) que ocurre en este versículo, según las tendencias eclesiásticas de los comentadores. Nosotros quisiéramos comprenderlo en el ambiente de la era apostólica, recordando que las decisiones se realizaban entonces por la potencia del Espíritu Santo, lo que nos aleja tanto de toda idea de una "sucesión apostólica" por la imposición de manos, como también del método de votación por la "iglesia democrática". El verbo tiene el significado de "señalar por la mano" y dentro de una compañía de ciudadanos libres de alguna ciudad griega podría significar "votar". Al mismo tiempo se emplea para la designación de personas subordinadas por la voluntad de uno de sus superiores, y ya hemos visto, al considerar el nombramiento de "Los Siete" de (Hch 6:1-6), que en las Escrituras la potencia y la autoridad siempre proceden desde arriba hacia abajo, o sea, la fuente de ellas es Dios quien manifiesta su voluntad por medio de sus siervos espirituales. Véanse también las notas sobre (Hch 13:1-4). Creemos, pues, que el Espíritu Santo había obrado en ciertos hermanos de las iglesias recientemente fundadas, de tal forma que evidenciaban ya, por medio de su celo, su discernimiento, sus trabajos y su cuidado de la grey que habían recibido el carisma del pastoreo. Pablo y sus colegas, hombres llenos del Espíritu Santo, podían discernir lo que el Espíritu Santo había hecho, y previo consultas como es de suponer, señalaron a los "ancianos" que de hecho lo eran ya por la prueba de sus obras. La frase: "cheirotonesantes de autois presbuterous kat' ekklesian", en la que hemos subrayado el pronombre "autois" "para ellos", significa por sí que los miembros de las iglesias no escogieron ellos mismos a sus guías, sino que los escogieron los apóstoles con miras al bien de los creyentes. Con todo se supone la presencia y el reconocimiento de la iglesia en un asunto que tanto les interesaba, pues sería imposible que un "anciano" o "pastor" llevara a cabo su delicado cometido si no tuviera el apoyo de todos los hermanos sanos y fieles de la congregación. La oración con ayuno de (Hch 14:23) se relaciona precisamente con el nombramiento de los guías, lo que subraya la solemnidad de designar a quienes habían de pastorear la iglesia bajo las órdenes del Príncipe de los pastores, y nos recuerda cómo el Maestro pasó una noche en oración antes de nombrar a los Doce (Lc 6:12-16). En una solemne reunión de oración encomendaron a los creyentes "al Señor en quien habían creído", pidiendo especialmente quizá que el poder del Señor descansase sobre la obra de los ancianos, que constituían tanto el corazón como el cerebro de la iglesia local.
2. De Antioquía de Pisidia hasta Antioquía de Siria (Hch 14:24-25)
A Lucas le agradaba notar los puntos que tocaba Pablo en sus viajes, aun cuando no se realizaran grandes obras en ellos, y mayormente si eran puertos de mar. Desde Antioquía de Pisidia cruzaron la sierra en sentido inverso al de su primera entrada en Frigia, llegando a la provincia costera de Panfilia, parando esta vez con el fin de predicar la Palabra en Perge; es de suponer que los misioneros habrán dado su típico mensaje en la sinagoga antes de pasar al puerto de Atalia, desde donde barcos partían con frecuencia para Siria y Egipto. Algunos programas de trabajo tendrían que adaptarse a las condiciones de navegación de entonces, pues los viajes marítimos solamente se efectuaban en verano.
3. Los informes en la iglesia de Antioquía (Hch 14:26-28)
El regreso de Pablo y Bernabé a Antioquía habrá sido motivo de gran alegría para la iglesia, desde donde habían sido encomendados a la obra que acababan de realizar. En el terreno personal los creyentes antiguos se gozarían mucho al renovar sus fraternales contactos con los amados enseñadores de antaño, y seguramente éstos hallarían nuevas almas convertidas al Señor durante su ausencia. Pero aún mayor sería el gozo de todos, en aquellos tiempos de plenitud, al comprobar que, a través de innumerables trabajos y apuros, Pablo y Bernabé habían recibido tal ayuda de Dios que habían podido cumplir su misión, siéndoles concedido abundante fruto entre los gentiles durante la primera expedición por sus tierras. No hay nada que indique que la iglesia exigiera informes por ser la "iglesia madre", ni que pretendiera autoridad alguna sobre las nuevas iglesias en Frigia y Licaonia, pero sí deseaba participar plenamente, con espíritu fraternal, en todo lo que el Señor iba realizando por medio de sus siervos escogidos, gozándose además al comprobar la contestación a tantas y tantas oraciones que habían presentado al Trono en apoyo de los enviados por el Espíritu con su propia comunión y encomendación. ¿No vale la pena procurar volver a tales normas y reanimar tal espíritu de testimonio y de comunión espiritual y fraternal en el servicio del Maestro en nuestros tiempos? El Señor es el mismo, el campo tan necesitado como siempre, y él no ha señalado cambio alguno en las normas que reveló a los apóstoles.
4. Otro período en Antioquía de Siria (Hch 14:28)
Tanto psicológica como espiritualmente los apóstoles necesitaban un período de comunión y de refrigerio en el seno de una amada iglesia ya formada y bien enseñada, antes de volver de nuevo a sus trabajos pioneros por las provincias del Imperio. Sin duda volvieron al servicio de antes, pero seguramente sin "hacerse indispensables", preocupándose más bien por la labor de enseñanza y de orientación que capacitara a muchos más a ver su visión y cumplir su obra, según el principio tan fundamental que explaya Pablo en (2 Ti 2:2): "Lo que has oído de mí... esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros".
5. Nota adicional sobre la confirmación de las nuevas iglesias
El hecho de que los misioneros no podían ni querían permanecer más allá de cierto tiempo en las iglesias recientemente formadas, no implica que éstas quedaban desamparadas. En primer término la actuación apostólica se basaba sobre la convicción de que el Espíritu Santo habitaba en cada congregación de fieles, que constituía tanto su "Templo" —los edificios no deberían llamarse "templos" en esta dispensación— como su base de operaciones (1 Co 3:16-17) (1 Co 12:1-30) (1 Ts 1:6-8). En segundo término, los apóstoles, misioneros y maestros de los primeros tiempos no perdían contacto con las iglesias locales, como si fueran islas separadas de las demás, reconociendo que su misma existencia dependía del hecho fundamental de la Iglesia Universal, lo que implicaba la necesidad de una constante comunión y ayuda mutua. Pablo y sus compañeros ayudaban en la labor de la confirmación de la obra en las iglesias locales por los métodos siguientes: a) Intercedían constantemente por los santos en muchos lugares (1 Ts 1:2-3) (Col 1:3-4). b) Menudeaban sus visitas personales, según el padrón del viaje de regreso de la primera expedición misionera que acabamos de meditar. c) Los apóstoles y sus colaboradores consultaban conjunta y constantemente sobre el desarrollo del testimonio en las diversas iglesias, y según las necesidades que se desprendían de las noticias que llegaban de ellas, animaban a obreros a visitarlas (1 Ts 3:1-3) (1 Ti 1:3) (Tit 1:5). d) Los apóstoles redactaban cartas de exhortación, reprensión y de enseñanza que suplementaban el ministerio oral, algunas de las cuales han llegado a nosotros como las Epístolas, reconocidas como "palabra inspirada", que forma parte esencial del canon del Nuevo Testamento. Los siervos de Dios tomaban en cuenta lo que Dios hacía dentro de cada iglesia local por medio de los carismas concedidos por el Espíritu Santo, pero sin perder el sentido de responsabilidad frente a las necesidades que surgían. Todos los misioneros comprenderían lo que Pablo llamó "mi preocupación por todas las iglesias" (2 Co 11:28).

Temas para meditar y recapacitar

1. ¿Por qué es tan breve la narración de los principios de la obra en Iconio comparada con la de Antioquía de Pisidia? Señálense los rasgos más importantes de la inauguración de la obra en Iconio, indicando lo que podemos suponer por los detalles ya dados en cuanto a otros lugares.
2. Hágase un análisis del discurso de Pablo frente a los paganos de Listra, subrayando cómo se adaptaba al caso de referencia.
3. Discurra sobre los métodos de Pablo para la confirmación de las iglesias locales que iba fundando.
Copyright ©. Texto de Ernesto Trenchard usado con permiso del dueño legal del copyright, Centro Evangélico de Formación Bíblica en Madrid, exclusivamente para seguir los cursos de la Escuela Bíblica (https://www.escuelabiblica.com).

Copyright © 2001-2024 (https://www.escuelabiblica.com). Todos los derechos reservados
CONDICIONES DE USO